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COINCIDENCIA: es el acto y el resultado de coincidir
una coincidencia puede ser algo que se produce de manera simultánea y/o en el mismo lugar.
El teléfono sonaba, entre sueños lo podía escuchar, quería contestar, pero una fuerza extraña no la dejaba moverse, con dificultad y todavía medio dormida Candy logró moverse para poder contestar.
–Doctora Andley– habló con voz ronca.
–¡Buen día doctora! Me dijo que le llamara sólo si había emergencia lo cual no hay y después de las rondas, así que le informo que no hay novedades, todo bien – la voz alegre de Lea Watson se escuchaba al otro lado de la línea.
–Gracias Lea te veo al medio día, cuida de mis bebés.
–¡Hasta más tarde doctora!
Candy volvió a amodorrarse, se giró de nuevo buscando esa calidez y seguridad tan reconfortante, estaba relajada, feliz, como nunca antes se había sentido, se abrazó a su almohada, la sentía más grande que de costumbre y más suave con un olor diferente pero que le gustaba, movió la pierna derecha para acomodarse mejor, pero…
–¿Quién llama a las seis de la mañana? – preguntó una voz masculina.
Candy abrió los ojos, lo que creyó su almohada se movió para acomodarla mejor entre sus brazos y pasarle la pierna por encima de ella.
–¿Terry? – inquirió la rubia sintiendo como todo su cuerpo se erizaba.
–Ummm – respondió el castaño.
Candy no se movió, tampoco cerró los ojos de nuevo, paseo la vista hasta donde alcanzaba ver pues Terry la tenía envuelta en sus brazos, había una puerta color tierra, unos muebles estilo minimalista, a su izquierda otra puerta al parecer la del baño, levantó un poco la cabeza y pudo ver su vestido tirado sobre una silla y el saco de Terry en el respaldo de esta, fue entonces que cerró los ojos para ubicarse pues se sintió mareada.
Después de despedir al último proveedor ambos subieron para descansar, estaban algo bebidos y mareados, reían por nada y al llegar al segundo piso Candy no sabía para dónde ir, Terry se ofreció a guiarla y cuando la dejó en la puerta de su habitación… ¡Él la besó y ella correspondió el beso!, luego fue ella la que lo jaló hacia adentro y él cerró la puerta… ¡dios! Ahora lo recordaba todo.
~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~
Terry le bajó el cierre del vestido, ella desanudo su corbata, el suelta el broche de atrás de la blusa halter y ella le quita el saco, él le baja el vestido dejando expuestos sus senos desnudos y ella casi le arranca los botones de la camisa, él vuelve a besarla y ella se cuelga de su cuello, entonces él se quita la camisa para luego levantarla en vilo y llevarla a la cama, la contempla por un momento para luego preguntarle:
–¿Estás segura de esto?
Candy responde que sí, entonces él se quita los pantalones, los calcetines y los zapatos, se sube a la cama cubriéndola con su cuerpo, comienza besando la cabeza rubia, la frente, los ojos, las mejillas, luego baja a la barbilla y se queda un rato degustando su cuello, Candy gime quedo ante la sensación de los labios sobre su piel, no resiste por lo que coloca las manos sobre el pecho viril de Terry que tiembla con su toque, sigue repartiendo besos sobre el pecho hasta llegar a los montes suaves y orgullosos, Candy suspira, le acaricia la espalda necesita sentirlo, mueve un poco la pierna para con su pie derecho acariciar las pantorrillas de Terry, frota su pierna con la del castaño, un gemido ronco salió de su boca cuando siente los dientes de él mordisqueando uno de sus pezones, le araña la espalda mientras él le acaricia la cadera apretándole la nalga izquierda pues con el otro brazo sostiene su peso para no aplastarla al tiempo que juguetea su cabello.
–Me gusta tu aroma – dice Terry entre caricias y besos.
–Y a mí el tuyo – responde Candy mordiendo el hombro derecho.
Por un buen rato se dedican a besarse y acariciarse hasta que llega el momento en que ya no es suficiente, con sus pequeños pies Candy le baja los boxes, Terry le quita las bragas negras de encaje y se coloca en su entrada.
–Ha pasado mucho tiempo desde la última vez – confiesa la rubia nerviosa.
–Voy a cuidarte – afirma Terry.
No hubo más palabras, él se introdujo en ella quien lanzó un grito de dolor, eran poco más de cinco años desde la última vez que estuvo con un hombre, con Archie, el único con el que había estado, para Terry no era tanto, algunos meses, pero la sensación que le producía estar dentro de Candy no la había sentido nunca antes, a pesar de la diferencia de tamaño se acoplaron a la perfección, él espero un poco para que ella se sintiera cómoda, mientras tanto la besaba, besos pequeños por todo el rostro femenino, luego un beso en la boca introduciendo su lengua, saboreando los resquicios de limón y tequila en la boca de ella, entonces...ella se movió, levantó la cadera indicando que estaba lista para más, ahora sí, el vaivén de los cuerpos, embestidas profundas con un ritmo lento, Candy enrollo sus piernas en las caderas de Terry mientras el besaba sus pechos, poco a poco el ritmo de las penetraciones iban en aumento, Candy sentía el corazón a punto de explotar pero quería más, con una sola señal de ella él se movió y Candy quedó sobre él, la rubia tomó el control, con movimientos cadenciosos lo tomaba, sus manos sobre el pecho de Terry quien admiraba la belleza del cuerpo de Candy moviéndose sobre su cuerpo, con ambas manos tomó el redondeado derriere apretujándolo, ella enloquecida de placer gemía y lo arañaba, echó la cabeza hacia atrás, arqueo la espalda cuando Terry tomó ambos senos y succionó de ellos.
–¡¡Ahhh!! ¡¡Terry!!
Fue el grito que salió desde lo más profundo de su alma cuando el orgasmo la alcanzó; se desplomó sobre el castaño con la respiración entrecortada pero él todavía no acababa y se lo hizo saber rodando de nuevo con ella todavía enclavada en su sexo palpitando ante el orgasmo, no le dio tregua, de nuevo comenzó a penetrar una y otra vez despertando el deseo de Candy, los envites de Terry eran cada vez más y más rápidos, comiéndose los pezones de su amante, parecía un bebé recién nacido que tiene hambre y nada lo sacia, ella se sentía ahogar de placer, por último y ante la desesperación de ambos con la mano derecha Terry le tomó ambas manos sosteniéndolas por arriba de la rubia cabeza le dio un beso tan profundo al tiempo que su pulgar izquierdo jugaba con el pezón; Candy ahogaba los gritos en la boca del castaño, no supieron cuánto tiempo pasó hasta que por fin ambos, al mismo tiempo rugieron al liberarse.
Si el primer orgasmo Candy lo sintió grande y largo este fue monumental, las piernas le temblaban, sus manos le temblaban, su parte íntima palpitaba derramando chorros y chorros de líquido caliente, el olor de ambos mezclados.
Antes de liberarla Terry la besó de nuevo, dijo algo ininteligible, se acomodó e hizo que ella se apoyará en su pecho, con sus pies removió las sábanas para cubrir sus cuerpos y así, desnudos y satisfechos se quedaron dormidos ya casi al amanecer.
~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~
Candy se sonrojó al recordar lo acontecido unas horas antes ¿Cuánto tiempo durmió? ¿Una hora? ¿Hora y media? No lo sabía con exactitud, pero parecía que fueron horas de lo descansada que se sentía, suspiró de nuevo sobre el pecho de Terry y este la atrajo más todavía no queriendo dejarla ir así que decidió acomodarse entre sus fuertes y protectores brazos para dormir un poco más.
~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~
–Despierta doctora pecas – decía Terry mientras sacudía un poco a Candy.
–¿Qué hora es? – preguntó la aludida.
– Son las nueve treinta – informó Terry.
Candy abrió los ojos, sus esmeraldas se toparon con el rostro hermoso de Terrence Grandchester quien la veía sentado en la cama, junto a ella.
– Estoy desnuda – espetó la rubia.
– ¿Es una invitación? – cuestionó el castaño.
– No seas arrogante – proclamó sonrojada – estoy aclarando un punto.
– ¡Ah vaya! – manifestó Terry divertido – le pedí a la señora Owens te preparé un desayuno ligero, hotcakes que me parece te gustan – comentó aludiendo a aquella vez que Anthony lo mencionó cuando fue a comer a su casa – jugo de naranja, fruta y café ¿Qué te parece?
– Me parece delicioso, pero...primero debo ir al baño y tomar una ducha – declaró la rubia.
– De nuevo me suena a invitación.
Candy se tapó la cara enrojecida hasta la raíz de los cabellos.
– ¿No me la dejaras fácil verdad? – indagó nerviosa.
El castaño asintió, en verdad quería ver lo que está pecosa adorable haría.
A Candy no le quedó más remedio que envolverse en la sábana para luego dirigirse lo más digna y prontamente posible al baño.
Terry se carcajeo divertido al verla, él se había levantado una hora antes, se tomó su tiempo para verla dormir, parecía una muñequita de porcelana, con su piel blanca, sus rizos dorados, la nariz pequeña y respingada junto con esas pecas que le daban ese toque adorable ni qué decir de su boca, tan apetecible como una manzana al igual que su cuerpo, movió la cabeza para alejar los recuerdos de las horas pasadas, ahora debían enfrentar la realidad, con la casa llena.
Candy se miró al espejo del baño, se veía diferente, se sentía diferente.
– Soy un desastre – dijo a su reflejo – mi cabello parece una mata de hilos toda enredada, mi maquillaje – se acercó para observarse – vaya no está tan arruinado, que buena marca de cosméticos – se dijo riéndose de sí misma.
Tomó un baño que le supo delicioso, al terminar se colocó un albornoz que estaba colgado, le quedó enorme pero así se lo puso, se enrolló una toalla en la cabeza, miró para todos lados y recordó que no metió su ropa así que tendría que vestirse afuera, aspiró para darse valor y salir; Terry ya no estaba, fue hasta entonces que se percató que esa habitación no era la que le habían dado, está era más grande y la decoración era diferente, muy masculina, camino por ella, abrió el clóset y vio varios trajes colgados, entonces se dio cuenta que esa debía ser la habitación de Terry ¿Y ahora que iba a hacer? Su maletín con ropa estaba en la “otra” habitación, se sentó en la cama pensando en que poder hacer cuando vio junto al tocador su maleta, respiró aliviada, se vistió con un conjunto casual, un pantalón de tela ligera en color mostaza, una blusa sin mangas en color crema, peinó sus cabellos dejándolos sueltos para que se secaran con el viento, aplicó tan sólo un poco de polvo sobre su rostro, delineador negro para los párpados, máscara de pestañas y brillo labial de manzana, su favorito, se calzó las zapatillas de tacón bajo color dorado a juego con el cinturón que se puso, su reloj de muñeca y lista para enfrentar al mundo y a Terry.
Unos toques en la puerta la hicieron saltar.
– Doctora Candy soy la señora Owens, el señor Terry me dijo que la espera en el jardín para desayunar – informó la mujer.
– ¡Gracias! – declaró Candy al abrir la puerta.
– ¡Pero ¡qué linda es usted! – señaló la mujer de unos cincuenta y cinco años, delgada, un poco más alta que Candy de rostro amable y sonrisa franca.
– ¡Muchas gracias! Voy a tomar mi desayuno entonces, debo ir al hospital más tarde.
– Si, si, el señor me dijo, ya está todo listo, él la espera.
– ¿La familia del señor…?
– Ellos salieron muy temprano, la señora Marlow insistió en ir a las tiendas y la señora Eleonor y el señor Richard se fueron con ella, sólo están usted y mi niño ¡Perdón! El señor Terry.
Candy sonrió aliviada, la señora Owens era una persona muy vivaracha, le hizo plática mientras la guiaba hacia el jardín donde un Terry enfundado en unos pantalones casuales color caqui y una camisa blanca la esperaba sentado leyendo el periódico.
– ¡Buenos días! – saludó Candy mientras se sentaba.
– ¡Buenos días doctora pecas! De nuevo – mencionó sugerente.
Terry y Candy tomaron el desayuno como una pareja normal, charlando los pormenores de la boda, mirando las fotos que cada uno tomó con su celular hasta que llegó el momento de las aclaraciones, la primera en decir algo al respecto fue Candy.
– Terry – comenzó la rubia – quiero que sepas que lo de anoche no fue...que yo no...que hace mucho que yo...– la rubia no sabía cómo decirlo.
– Lo se Candice, me lo dijiste anoche y me di cuenta – terminó él por ella.
– No quiero que piense mal de mí, o de mi hermano, él ahora es su familia y yo...– bajó la cabeza.
– Candy – le llamó Terry tomando su mano – yo tampoco suelo hacer lo mismo, sólo pasó y no me arrepiento ¿Tú sí? – cuestionó frunciendo el ceño.
– ¡No, no! – se apresuró ella a contestar.
– Entonces no hay nada de qué sentirse mal, somos adultos y lo que pasó fue maravilloso y tengo toda la intención de algo más pero antes hay una cuestión que me queda pendiente y es que con la emoción desbordada no tomamos precauciones no sé si tú...ya sabes – declaró.
Candy se soltó de su agarre, bajó las manos y apretó los puños, era la hora de la verdad, por la que había temido y por la que meses atrás decidió que no volvería a tener una relación con nadie.
– Terry...debo decirte algo que nadie sabe, ni siquiera mi hermano – una lágrima rodó por la mejilla de Candy la cual Terry limpio para luego tomar su barbilla.
– ¿Qué pasó? – interrogó tenso, pensando lo peor.
– Yo no podré tener hijos – soltó sin más – hace unos meses me sentí mal, tenía dolores pélvicos, me pesaba el abdomen, lo asociaba a las horas de pie por las cirugías pero soy médico, sé que debo atenderme y así lo hice, me sometí a varios estudios y me detectaron un problema en los ovarios, ya tome antibióticos me sometí a una cirugía poco invasiva y en apariencia estoy bien, pero mi padecimiento causa una obstrucción tubárica por lo que hace complicada o casi nula la concepción – concluyó la rubia.
– ¿Estás segura? – interpela el castaño.
– Sí, estoy segura, así que no te preocupes – Candy miró hacia otro lado, los océanos de Terry mientras la miraban la hacían querer llorar y no podía darse ese lujo, se prometió no seguir llorando por eso, decidió vivir su vida así, curando y cuidando a los niños, aunque no fueran suyos.
– Candy – habló el castaño – mírame – pidió a lo cual la chica obedeció – Anoche fue especial, hace mucho tiempo que no me sentía así con una mujer, no quiero terminar algo que no ha comenzado, no sé qué pase más adelante pero hoy estamos aquí, no quiero dejarte ir, no sin darme una oportunidad.
– Pero yo no tengo un futuro que darte – insistió Candy.
– Yo tampoco sé qué pasará en el futuro, pero ahora...Candy ahora solo somos nosotros, deja que las cosas fluyan, cuando llegue el momento no sé – se encogió de hombros – por ahora debo irme de viaje de negocios en dos días más, quisiera pasar ese tiempo contigo, conocerte, no sé más que lo Susi y Anthony me ha contado.
– ¿En verdad quieres conocerme a pesar de lo que te he dicho?
– Por supuesto, a menos que tú no quieras.
Candy miraba hacia el bonito jardín donde un día antes había sido la boda de su hermano, recordando sus palabras “princesa ha pasado mucho tiempo, es hora de pasar página y comenzar de nuevo, deja de ser tan quisquillosa, hay alguien cerca que puede darte lo que necesitas y si estás en plan escudo protector no lo verás, he visto cómo te le quedas viendo a Terry, no soy tonto, además recuerda que todavía tenemos esa conexión, al crecer cosas cambiaron pero hay otras que no, una de ellas es que cuando te atrae alguien a mí también me pasan cosas, las dos veces que preguntaste por Terry pude sentirlo, ese alboroto estomacal que ni mi mujer y su embarazo me han provocado, lo has hecho tú, sé que te ha gustado, y debo reconocer que el hombre no está nada mal, nena olvida al idiota de Archie, si te engaño con la tipa esa es que no valía la pena, al menos ahora estás libre para encontrar algo mejor, prométeme que si él se acerca en plan amigos no escupirás fuego” miró de nuevo a Terry recordando la noche que habían pasado y asintió, se arriesgaría, por ella, porque lo prometió a su hermano y porque ella misma se lo debía.
Continuará…
Por: Temperance (Primrose)
Para: guerra florida 2020
Portada: Misti (Byul Hye)
Las divinas místicas de Terry.
“Cambiando el destino por Terry”
Gracias por leer. Espero que les haya gustado, lo pase de este lado porque tiene partes algo subidas de tono jejeje hice mi mejor esfuerzo (es más facil hacer que describir
)
una coincidencia puede ser algo que se produce de manera simultánea y/o en el mismo lugar.
COINCIDENCIAS
capítulo 5
capítulo 5
El teléfono sonaba, entre sueños lo podía escuchar, quería contestar, pero una fuerza extraña no la dejaba moverse, con dificultad y todavía medio dormida Candy logró moverse para poder contestar.
–Doctora Andley– habló con voz ronca.
–¡Buen día doctora! Me dijo que le llamara sólo si había emergencia lo cual no hay y después de las rondas, así que le informo que no hay novedades, todo bien – la voz alegre de Lea Watson se escuchaba al otro lado de la línea.
–Gracias Lea te veo al medio día, cuida de mis bebés.
–¡Hasta más tarde doctora!
Candy volvió a amodorrarse, se giró de nuevo buscando esa calidez y seguridad tan reconfortante, estaba relajada, feliz, como nunca antes se había sentido, se abrazó a su almohada, la sentía más grande que de costumbre y más suave con un olor diferente pero que le gustaba, movió la pierna derecha para acomodarse mejor, pero…
–¿Quién llama a las seis de la mañana? – preguntó una voz masculina.
Candy abrió los ojos, lo que creyó su almohada se movió para acomodarla mejor entre sus brazos y pasarle la pierna por encima de ella.
–¿Terry? – inquirió la rubia sintiendo como todo su cuerpo se erizaba.
–Ummm – respondió el castaño.
Candy no se movió, tampoco cerró los ojos de nuevo, paseo la vista hasta donde alcanzaba ver pues Terry la tenía envuelta en sus brazos, había una puerta color tierra, unos muebles estilo minimalista, a su izquierda otra puerta al parecer la del baño, levantó un poco la cabeza y pudo ver su vestido tirado sobre una silla y el saco de Terry en el respaldo de esta, fue entonces que cerró los ojos para ubicarse pues se sintió mareada.
Después de despedir al último proveedor ambos subieron para descansar, estaban algo bebidos y mareados, reían por nada y al llegar al segundo piso Candy no sabía para dónde ir, Terry se ofreció a guiarla y cuando la dejó en la puerta de su habitación… ¡Él la besó y ella correspondió el beso!, luego fue ella la que lo jaló hacia adentro y él cerró la puerta… ¡dios! Ahora lo recordaba todo.
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Terry le bajó el cierre del vestido, ella desanudo su corbata, el suelta el broche de atrás de la blusa halter y ella le quita el saco, él le baja el vestido dejando expuestos sus senos desnudos y ella casi le arranca los botones de la camisa, él vuelve a besarla y ella se cuelga de su cuello, entonces él se quita la camisa para luego levantarla en vilo y llevarla a la cama, la contempla por un momento para luego preguntarle:
–¿Estás segura de esto?
Candy responde que sí, entonces él se quita los pantalones, los calcetines y los zapatos, se sube a la cama cubriéndola con su cuerpo, comienza besando la cabeza rubia, la frente, los ojos, las mejillas, luego baja a la barbilla y se queda un rato degustando su cuello, Candy gime quedo ante la sensación de los labios sobre su piel, no resiste por lo que coloca las manos sobre el pecho viril de Terry que tiembla con su toque, sigue repartiendo besos sobre el pecho hasta llegar a los montes suaves y orgullosos, Candy suspira, le acaricia la espalda necesita sentirlo, mueve un poco la pierna para con su pie derecho acariciar las pantorrillas de Terry, frota su pierna con la del castaño, un gemido ronco salió de su boca cuando siente los dientes de él mordisqueando uno de sus pezones, le araña la espalda mientras él le acaricia la cadera apretándole la nalga izquierda pues con el otro brazo sostiene su peso para no aplastarla al tiempo que juguetea su cabello.
–Me gusta tu aroma – dice Terry entre caricias y besos.
–Y a mí el tuyo – responde Candy mordiendo el hombro derecho.
Por un buen rato se dedican a besarse y acariciarse hasta que llega el momento en que ya no es suficiente, con sus pequeños pies Candy le baja los boxes, Terry le quita las bragas negras de encaje y se coloca en su entrada.
–Ha pasado mucho tiempo desde la última vez – confiesa la rubia nerviosa.
–Voy a cuidarte – afirma Terry.
No hubo más palabras, él se introdujo en ella quien lanzó un grito de dolor, eran poco más de cinco años desde la última vez que estuvo con un hombre, con Archie, el único con el que había estado, para Terry no era tanto, algunos meses, pero la sensación que le producía estar dentro de Candy no la había sentido nunca antes, a pesar de la diferencia de tamaño se acoplaron a la perfección, él espero un poco para que ella se sintiera cómoda, mientras tanto la besaba, besos pequeños por todo el rostro femenino, luego un beso en la boca introduciendo su lengua, saboreando los resquicios de limón y tequila en la boca de ella, entonces...ella se movió, levantó la cadera indicando que estaba lista para más, ahora sí, el vaivén de los cuerpos, embestidas profundas con un ritmo lento, Candy enrollo sus piernas en las caderas de Terry mientras el besaba sus pechos, poco a poco el ritmo de las penetraciones iban en aumento, Candy sentía el corazón a punto de explotar pero quería más, con una sola señal de ella él se movió y Candy quedó sobre él, la rubia tomó el control, con movimientos cadenciosos lo tomaba, sus manos sobre el pecho de Terry quien admiraba la belleza del cuerpo de Candy moviéndose sobre su cuerpo, con ambas manos tomó el redondeado derriere apretujándolo, ella enloquecida de placer gemía y lo arañaba, echó la cabeza hacia atrás, arqueo la espalda cuando Terry tomó ambos senos y succionó de ellos.
–¡¡Ahhh!! ¡¡Terry!!
Fue el grito que salió desde lo más profundo de su alma cuando el orgasmo la alcanzó; se desplomó sobre el castaño con la respiración entrecortada pero él todavía no acababa y se lo hizo saber rodando de nuevo con ella todavía enclavada en su sexo palpitando ante el orgasmo, no le dio tregua, de nuevo comenzó a penetrar una y otra vez despertando el deseo de Candy, los envites de Terry eran cada vez más y más rápidos, comiéndose los pezones de su amante, parecía un bebé recién nacido que tiene hambre y nada lo sacia, ella se sentía ahogar de placer, por último y ante la desesperación de ambos con la mano derecha Terry le tomó ambas manos sosteniéndolas por arriba de la rubia cabeza le dio un beso tan profundo al tiempo que su pulgar izquierdo jugaba con el pezón; Candy ahogaba los gritos en la boca del castaño, no supieron cuánto tiempo pasó hasta que por fin ambos, al mismo tiempo rugieron al liberarse.
Si el primer orgasmo Candy lo sintió grande y largo este fue monumental, las piernas le temblaban, sus manos le temblaban, su parte íntima palpitaba derramando chorros y chorros de líquido caliente, el olor de ambos mezclados.
Antes de liberarla Terry la besó de nuevo, dijo algo ininteligible, se acomodó e hizo que ella se apoyará en su pecho, con sus pies removió las sábanas para cubrir sus cuerpos y así, desnudos y satisfechos se quedaron dormidos ya casi al amanecer.
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Candy se sonrojó al recordar lo acontecido unas horas antes ¿Cuánto tiempo durmió? ¿Una hora? ¿Hora y media? No lo sabía con exactitud, pero parecía que fueron horas de lo descansada que se sentía, suspiró de nuevo sobre el pecho de Terry y este la atrajo más todavía no queriendo dejarla ir así que decidió acomodarse entre sus fuertes y protectores brazos para dormir un poco más.
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–Despierta doctora pecas – decía Terry mientras sacudía un poco a Candy.
–¿Qué hora es? – preguntó la aludida.
– Son las nueve treinta – informó Terry.
Candy abrió los ojos, sus esmeraldas se toparon con el rostro hermoso de Terrence Grandchester quien la veía sentado en la cama, junto a ella.
– Estoy desnuda – espetó la rubia.
– ¿Es una invitación? – cuestionó el castaño.
– No seas arrogante – proclamó sonrojada – estoy aclarando un punto.
– ¡Ah vaya! – manifestó Terry divertido – le pedí a la señora Owens te preparé un desayuno ligero, hotcakes que me parece te gustan – comentó aludiendo a aquella vez que Anthony lo mencionó cuando fue a comer a su casa – jugo de naranja, fruta y café ¿Qué te parece?
– Me parece delicioso, pero...primero debo ir al baño y tomar una ducha – declaró la rubia.
– De nuevo me suena a invitación.
Candy se tapó la cara enrojecida hasta la raíz de los cabellos.
– ¿No me la dejaras fácil verdad? – indagó nerviosa.
El castaño asintió, en verdad quería ver lo que está pecosa adorable haría.
A Candy no le quedó más remedio que envolverse en la sábana para luego dirigirse lo más digna y prontamente posible al baño.
Terry se carcajeo divertido al verla, él se había levantado una hora antes, se tomó su tiempo para verla dormir, parecía una muñequita de porcelana, con su piel blanca, sus rizos dorados, la nariz pequeña y respingada junto con esas pecas que le daban ese toque adorable ni qué decir de su boca, tan apetecible como una manzana al igual que su cuerpo, movió la cabeza para alejar los recuerdos de las horas pasadas, ahora debían enfrentar la realidad, con la casa llena.
Candy se miró al espejo del baño, se veía diferente, se sentía diferente.
– Soy un desastre – dijo a su reflejo – mi cabello parece una mata de hilos toda enredada, mi maquillaje – se acercó para observarse – vaya no está tan arruinado, que buena marca de cosméticos – se dijo riéndose de sí misma.
Tomó un baño que le supo delicioso, al terminar se colocó un albornoz que estaba colgado, le quedó enorme pero así se lo puso, se enrolló una toalla en la cabeza, miró para todos lados y recordó que no metió su ropa así que tendría que vestirse afuera, aspiró para darse valor y salir; Terry ya no estaba, fue hasta entonces que se percató que esa habitación no era la que le habían dado, está era más grande y la decoración era diferente, muy masculina, camino por ella, abrió el clóset y vio varios trajes colgados, entonces se dio cuenta que esa debía ser la habitación de Terry ¿Y ahora que iba a hacer? Su maletín con ropa estaba en la “otra” habitación, se sentó en la cama pensando en que poder hacer cuando vio junto al tocador su maleta, respiró aliviada, se vistió con un conjunto casual, un pantalón de tela ligera en color mostaza, una blusa sin mangas en color crema, peinó sus cabellos dejándolos sueltos para que se secaran con el viento, aplicó tan sólo un poco de polvo sobre su rostro, delineador negro para los párpados, máscara de pestañas y brillo labial de manzana, su favorito, se calzó las zapatillas de tacón bajo color dorado a juego con el cinturón que se puso, su reloj de muñeca y lista para enfrentar al mundo y a Terry.
Unos toques en la puerta la hicieron saltar.
– Doctora Candy soy la señora Owens, el señor Terry me dijo que la espera en el jardín para desayunar – informó la mujer.
– ¡Gracias! – declaró Candy al abrir la puerta.
– ¡Pero ¡qué linda es usted! – señaló la mujer de unos cincuenta y cinco años, delgada, un poco más alta que Candy de rostro amable y sonrisa franca.
– ¡Muchas gracias! Voy a tomar mi desayuno entonces, debo ir al hospital más tarde.
– Si, si, el señor me dijo, ya está todo listo, él la espera.
– ¿La familia del señor…?
– Ellos salieron muy temprano, la señora Marlow insistió en ir a las tiendas y la señora Eleonor y el señor Richard se fueron con ella, sólo están usted y mi niño ¡Perdón! El señor Terry.
Candy sonrió aliviada, la señora Owens era una persona muy vivaracha, le hizo plática mientras la guiaba hacia el jardín donde un Terry enfundado en unos pantalones casuales color caqui y una camisa blanca la esperaba sentado leyendo el periódico.
– ¡Buenos días! – saludó Candy mientras se sentaba.
– ¡Buenos días doctora pecas! De nuevo – mencionó sugerente.
Terry y Candy tomaron el desayuno como una pareja normal, charlando los pormenores de la boda, mirando las fotos que cada uno tomó con su celular hasta que llegó el momento de las aclaraciones, la primera en decir algo al respecto fue Candy.
– Terry – comenzó la rubia – quiero que sepas que lo de anoche no fue...que yo no...que hace mucho que yo...– la rubia no sabía cómo decirlo.
– Lo se Candice, me lo dijiste anoche y me di cuenta – terminó él por ella.
– No quiero que piense mal de mí, o de mi hermano, él ahora es su familia y yo...– bajó la cabeza.
– Candy – le llamó Terry tomando su mano – yo tampoco suelo hacer lo mismo, sólo pasó y no me arrepiento ¿Tú sí? – cuestionó frunciendo el ceño.
– ¡No, no! – se apresuró ella a contestar.
– Entonces no hay nada de qué sentirse mal, somos adultos y lo que pasó fue maravilloso y tengo toda la intención de algo más pero antes hay una cuestión que me queda pendiente y es que con la emoción desbordada no tomamos precauciones no sé si tú...ya sabes – declaró.
Candy se soltó de su agarre, bajó las manos y apretó los puños, era la hora de la verdad, por la que había temido y por la que meses atrás decidió que no volvería a tener una relación con nadie.
– Terry...debo decirte algo que nadie sabe, ni siquiera mi hermano – una lágrima rodó por la mejilla de Candy la cual Terry limpio para luego tomar su barbilla.
– ¿Qué pasó? – interrogó tenso, pensando lo peor.
– Yo no podré tener hijos – soltó sin más – hace unos meses me sentí mal, tenía dolores pélvicos, me pesaba el abdomen, lo asociaba a las horas de pie por las cirugías pero soy médico, sé que debo atenderme y así lo hice, me sometí a varios estudios y me detectaron un problema en los ovarios, ya tome antibióticos me sometí a una cirugía poco invasiva y en apariencia estoy bien, pero mi padecimiento causa una obstrucción tubárica por lo que hace complicada o casi nula la concepción – concluyó la rubia.
– ¿Estás segura? – interpela el castaño.
– Sí, estoy segura, así que no te preocupes – Candy miró hacia otro lado, los océanos de Terry mientras la miraban la hacían querer llorar y no podía darse ese lujo, se prometió no seguir llorando por eso, decidió vivir su vida así, curando y cuidando a los niños, aunque no fueran suyos.
– Candy – habló el castaño – mírame – pidió a lo cual la chica obedeció – Anoche fue especial, hace mucho tiempo que no me sentía así con una mujer, no quiero terminar algo que no ha comenzado, no sé qué pase más adelante pero hoy estamos aquí, no quiero dejarte ir, no sin darme una oportunidad.
– Pero yo no tengo un futuro que darte – insistió Candy.
– Yo tampoco sé qué pasará en el futuro, pero ahora...Candy ahora solo somos nosotros, deja que las cosas fluyan, cuando llegue el momento no sé – se encogió de hombros – por ahora debo irme de viaje de negocios en dos días más, quisiera pasar ese tiempo contigo, conocerte, no sé más que lo Susi y Anthony me ha contado.
– ¿En verdad quieres conocerme a pesar de lo que te he dicho?
– Por supuesto, a menos que tú no quieras.
Candy miraba hacia el bonito jardín donde un día antes había sido la boda de su hermano, recordando sus palabras “princesa ha pasado mucho tiempo, es hora de pasar página y comenzar de nuevo, deja de ser tan quisquillosa, hay alguien cerca que puede darte lo que necesitas y si estás en plan escudo protector no lo verás, he visto cómo te le quedas viendo a Terry, no soy tonto, además recuerda que todavía tenemos esa conexión, al crecer cosas cambiaron pero hay otras que no, una de ellas es que cuando te atrae alguien a mí también me pasan cosas, las dos veces que preguntaste por Terry pude sentirlo, ese alboroto estomacal que ni mi mujer y su embarazo me han provocado, lo has hecho tú, sé que te ha gustado, y debo reconocer que el hombre no está nada mal, nena olvida al idiota de Archie, si te engaño con la tipa esa es que no valía la pena, al menos ahora estás libre para encontrar algo mejor, prométeme que si él se acerca en plan amigos no escupirás fuego” miró de nuevo a Terry recordando la noche que habían pasado y asintió, se arriesgaría, por ella, porque lo prometió a su hermano y porque ella misma se lo debía.
Continuará…
Por: Temperance (Primrose)
Para: guerra florida 2020
Portada: Misti (Byul Hye)
Las divinas místicas de Terry.
“Cambiando el destino por Terry”
Gracias por leer. Espero que les haya gustado, lo pase de este lado porque tiene partes algo subidas de tono jejeje hice mi mejor esfuerzo (es más facil hacer que describir
)
:thnks:te sigo
. ahora sí que te luciste Temperance. 
OMG que escena tan bien descrita y que envidia me da Candy. 
es muy amable Terry al comprender el problema que tiene ella, pues le dice que la quiere conocer mejor. 
