Las Divinas Místicas de Terry
Cambiado El Destino Por Terry
Rossy Castaneda Defendiendo al Bombón Inglés como se Debe
Directo Al Corazón
Capítulo IV
By Rossy Castaneda
A la mañana siguiente, Candy se despertó con una amplia sonrisa, finalmente después de un mes en New York regresarían a Lakewood.
Tras tomar su baño con la ayuda de la fiel Dorothy, se vistió y decidió saltarse el desayuno, no se le apetecía ver el rostro del aquel sin vergüenza a quien tuvo que soportar por el resto de la velada.
Sacó de entre los cajones su diario y comenzó a escribir de manera resumida todo lo sucedido el día anterior. Se enfureció consigo misma ante el cosquilleo que sintió mientras escribía sobre aquel beso que la había hecho perder la razón y desear más de lo permitido. —Fue asqueroso —se dijo a sí misma —"No mientas fue lo mas delicioso que jamas hayas probado" —su yo interno le dijo relamiéndose los labios —Candy cerró los ojos y pasó uno de sus dedos por la comisura de sus labios . ¿A quien trataba de engañar? Aquel beso y aquella lengua dentro de su boca le fue realmente agradable. Su rostro adquirió un fuerte rubor y sintió en la parte baja de su vientre la misma calidez que sintió la noche anterior en el jardín.
¡Demonios! —abrió los ojos de golpe —Debía dejar de pensar en aquel libertino, no podía permitirse que echara a perder sus planes.
Unos toques a su puerta la hicieron girarse.
—Pase —dijo colocando su diario en un lugar seguro.
—Candy, cuéntanos que pasó anoche con el amigo de Anthony —Annie y Patty se sentaron a su lado.
—Nada —respondió ella—¿por que lo preguntan?
—Vimos como él te obligaba a tomar su brazo y te sacó casi arrastras del salon de baile —respondió Annie.
Afortunadamente para la joven rubia, su estómago comenzó a protestar.
—Lo siento chicas tendremos que dejar el tema para otro momento, como lo han escuchado, mi estómago reclama atención —de un brinco, Candy se puso en pie.
—Ni te creas que esta charla ha terminado aquí —le advirtió Annie con un dedo acusador.
Candy suspiró, sabía que no podría escaparse de sus amigas por mucho tiempo.
—De acuerdo, les contaré todo lo que sucedió si me prometen guardar el secreto —les guiñó un ojo —ambas chicas asintieron con una amplia sonrisa, el que Candy les pidiera que le guardaran el secreto significaba que realmente había pasado algo entre el amigo de Anthony y ella —pero por ahora, quiero que me acompañen, no deseo encontrarme a solas con cierto idiota —Sonrío mostrando sus blancos dientes.
Annie y Patty sonrieron y juntas las tres amigas bajaron las escaleras con destino al comedor.
—Buenos días —con una radiante sonrisa Candy saludó a todos los que se encontraban en el comedor, su sonrisa se desvaneció cuando sus ojos verdes se encontraron con dos relucientes ojos color azul con destellos verdes.
—Buenos días Pequeña, creí que no bajarías —le respondió Albert quien junto a los otros caballeros se habían puesto de pie en cuanto las tres jóvenes ingresaron al comedor.
—No pensaba hacerlo —respondió la rubia dirigiéndose al lugar en donde solía sentarse.
—Siéntate junto a Terrence —le ordenó la Tía Elroy.
A regañadientes, Candy se dirigió al lugar que le indicó su tía. Con una amplia sonrisa Terry recorrió la silla en cuanto ella se sentó, al igual que le hicieron Stair y Archie con sus respectivas prometidas.
Ahora era cuando aquella pequeña fierecilla iba a pagarle todos y cada uno de los pisotones que le dió mientras bailaban. Le mostraría que él también podia jugar rudo
Mientras la Tía Elroy hablaba sobre lo perfecto que había sido el baile de la noche anterior, Candy tomó una rodaja de pan y mientras embarraba la mantequilla en este, dió un respingo al sentir como la pierna de aquel sinvergüenza rozaba la suya por debajo de la mesa. Sin pensarlo dos vez aplicó un fuerte pisotón que provocó que Terry tensara la mandíbula y se tragara unos cuantos improperios que estuvieron a punto de salir de sus labios.
—Lo siento —se disculpó.
—¿Sucede algo? —pregunto Albert mirando a ambos jóvenes
—No — respondió la rubia mostrando una sonrisa aunque por dentro estaba que moría de rabia por el atrevimiento de aquel sinvergüenza —he pisado accidentalmente el pie del señor Grantchester.
—Terry, puede llamarme Terry —dijo el castaño haciendo una mueca en sus labios que pretendía ser una sonrisa.
Desgraciado —pensó Candy aún haciendo aquella maldita mueca se ve adorable.
—¿A que horas partimos a Chicago? —la verdad no veo la hora de dejar esta ciudad y todo lo desagradable de ella —Candy miró de reojo a Terry y luego a su hermano Anthony quien había dicho que permanecería en New York todo el tiempo que su desagradable amigo permaneciera en America.
—Pequeña, han surgido unos cuantos problemas en uno de las sucursales bancarias de esta ciudad y me temo que regresaremos a Lakewood hasta mañana.
¡Genial! —pensó Candy —¿le tocaría lidiar con la presencia de Terry? —¿Terry? ¿Lo has llamado Terry? ¿En verdad lo has hecho?—su yo interno se rió con burla.
—¿Y que se supone que haré hasta entonces? —preguntó Candy luego de unos segundos.
—Podemos ir de compras Candy —intervino Annie.
—Annie, sabes que odio hacer eso —respondió la joven rubia —no sé como puedes soportarlo.
—Podemos ir de paseo —propuso Patty.
—Eso es una excelente idea —intervino Albert.
—Pueden ir al Teatro —sugirió la señora Elroy. —¿Anthony conseguiste las entradas que te pedi?
—Si Tía Elroy—respondió el joven rubio —son ocho entradas para el estreno de Antonio y Cleopatra.
—Excelente —respondió Elroy —Irán en parejas, Stair y Archie irán con sus prometidas, Candice irá con Terrence...
Candy se puso rígida, Terry ocultó una sonrisa de triunfo y Anthony comenzó a reír a carcajadas, había notado la tensión entre aquel par. Un momento...se detuvo de golpe, su Tía había dicho que irían en pareja ¿verdad? —miro a su alrededor ¿con quien iría él?.
—Y tu —La señora Elroy se dirigió a él —irás con la señorita Marlowe.
Ahora fue el momento de Candy de carcajearse a tal punto que casi escupió el trozo de pan que acababa de llevarse a la boca. ¡Pobre Anthony!
Susana Marlowe, era la hija de uno de los socios de los Britter, era todo, menos una agradable compañía para alguien. Era culta, refinada, con buenos modales, pero insufrible hasta la médula. Desde que llegaron a New York se la había pasado detrás de Anthony.
—Pero Tía, ¿como puede hacerme eso después de lo que sucedió Chicago? —vociferó el joven rubio refiriéndose al episodio vivido hacia un par de meses con la menor de las Leagan.
Elisa era la hermana menor de Niel, ambos hijos de un socio de los Cornwall. La pelirroja había arrastrado con engaños a su hermano al jardín de los Cornwall durante la fiesta de compromiso entre sus primos y sus amigas Annie y Patty.
En aquella ocasión, la osada señorita Leagan en complicidad con su madre, se las ingenió para que Daisy y Sandra la encontraran junto a su hermano Anthony, en donde ella aseguraba haber sido víctima de su hermano.
Gracias a Dios Anthony salió bien librado de todo aquello, ya que la joven Leagan no mostraba rasgos de haber sido ultrajada por Anthony como aseguraba. Su vestido, su peinado y toda ella lucían implacables, no como ella lucía la noche anterior. ¡argggg! Para que recordaba eso......—En conclusión, Albert tuvo que advertirles, bueno en realidad amenazó a aquel par de chismosas reporteras que si publicaban una pequeña cosa sobre aquel lamentable incidente, haría que ambas terminaran en la calle.
—Anthony, ya han pasado mas de cuatro meses de eso y además Elisa se a disculpado contigo, ella ha cambiado realmente. Además no te estoy pidiendo que asistas con ella sino con la señorita Marlowe, quien me parece una chica muy linda y puede resultar ser una excelente compañía para ti, dale una oportunidad.
¿Excelente compañía, si como no? —pensó Anthony.
—En ese caso prefiero no asistir —Anthony no estaba dispuesto a ceder, por nada del mundo iría del brazo con aquella mimada e insufrible joven ¿sabra Dios que tendría planeado hacer para meterlo en una situación comprometedora como lo había intentado hacer Elisa?
—Anthony tu eres un caballero, y no puedes hacerle ese desplante a la señorita Marlowe.
—Pues en esta ocasión no me considere como tal, porque no pienso aceptar lo que propone Tia Elroy.
—Tia Elroy —Candy intervino —es comprensible que mi querido hermano no desee la compañía de la señorita Marlowe, sin embargo estoy de acuerdo con usted en que no podemos hacerle ese desplante.
Anthony la fulminó con la mirada..
—Por fin alguien habla con sensatez —dijo Elroy ante las palabras de Candy.
—En vista que ya ha sido anunciada que asistirá al Teatro con nosotros y Anthony se niega a ir en su compañía, propongo que lo haga con señor Grantchester mientras yo lo hago junto a mi hermano, así nadie podrá decir, que los respetados Ardley de Chicago le hemos hecho un desplante a la distinguida señorita Marlowe . Es una solución Salomónica ¿no le parece? —Candy sorbió de su taza con té para ocultar la sonrisa que afloraba en sus labios. Seria realmente divertido ver al señor Grantchester en su faceta de escapista por liberarse de las traviesas manos de la insoportable e insufrible señorita Marlowe, como mínimo aquel sin vergüenza libertino tendría una cucharada de su propio chocolate..
—Me parece una excelente idea, claro, si Terrence está de acuerdo.
—Por mi no hay ningún problema señora Ardley —respondió el joven castaño intuyendo las intensiones de la joven a su lado. La joven Marlowe es muy linda y creo que será una excelente compañía —sonrió de lado —nos la pasaremos bien, de eso estoy seguro.
—¡Ja! —Anthony bufó —no tienes idea de lo que dices amigo, esa jovencita es un dolor de cabeza.
—Podré lidiar con la joven Marlowe, en mi corta vida, me ha tocado lidiar con pequeñas feresillas indomables y al final terminan rendidas a mis encantos. —miró de reojo a la joven rubia junto a él mientras llevaba un trozo de pan a su boca. Sonrió internamente al ver su rigidez.
**************
Horas mas tarde, Anthony, Stair y Archie no paraban de burlase de Terry. El estreno de Antonio y Cleopatra se había convertido en su peor pesadilla junto a aquella molesta joven quien se la paso intentando mañosearlo.
Mientras el resto de sus acompañantes, disfrutaban del espectáculo, Terry se la pasó esquivando las insolentes manos de la señorita Marlowe.
Durante el receso, Terry intentó escabullirse luego que el director de aquella obra lo llamara.
Flash Back.
—Terrence
Terry se giró al escuchar que lo llamaban por su nombre.
—¿Le conozco? ....¿De donde diantres lo conocía para que lo llamara por su nombre?—pensó
—Soy Robert Hathaway, tu madre y yo fuimos compañeros de tablas —se presentó el hombre .—Muchacho cuanto has crecido.
A pesar de no recordarlo, Terry esbozó una sonrisa, viendo en aquel hombre la oportunidad de escapar de aquel pequeño pulpo rubio que venía en su dirección.
—Mi madre me ha hablado mucho del excelente actor que usted fue, incluso me dijo que lo buscara mientras me encontrara en New York.
—¡Ah si! Robert sonrió —ya me encontraste, dime, ¿ como puedo ayudarte?
—Verá señor Hathaway, a mi me gusta la actuación y sueño algún día ser un actor tan famoso como lo fue mi madre.
—¡Oh Dios mío! Yo también amo la actuación
Antes siquiera de reaccionar, la melosa señorita Marlowe se había colgado de su brazo.
Robert los miró a ambos.
—Podría ser, harían una excelente dupla —tocó su mentón —haré unas audiciones la próxima semanas para los personajes de Romeo y Julieta, pueden presentar juntos su audición. En mis años como director de Teatro, he desarrollado un buen ojos para detectar el talento de jóvenes como ustedes y auguro un futuro prometedor para ambos.
—Lo has escuchado —¡Oh Dios mío!, Terry, tu Romeo y yo Julieta.
Terry fulminó con la mirada a la pequeña fieresilla Pecosa que se carcajeaba junto a sus dos amigas al ver su rostro de horror ante aquella perspectiva.
Fin del Flash Back...
Al infierno, si al infierno se había ido su oportunidad de convertiste en un actor de Teatro, porque por nada del mundo pensaba presentarse a esa audición con aquella detestable joven.
—Oh Romeo, Romeo, donde estas que no te veo —dijo Anthony burlón extendiendo sus manos de manera teatral.
—Oh Julieta, Julieta o te callas o te lanzo una maceta —respondió Archie de la misma manera
Los cuatro jóvenes estallaron en carcajadas
—Jamás imaginé que la señorita Marlowe seria un molesto grano en mi trasero —dijo Terry tras recobrar la seriedad.
—Te lo advertimos —Stair palmeó su hombro —pero te empeñaste en decir que eras domador de pequeñas fieresillas.
—¡Por Dios! —Pero me refería a fieresillas silvestres no a monstruos marinos
—¿Te das cuenta ahora por qué me desagradaba la idea de ir con ella?
—Ahora lo comprendo —respondió Terry —¡Santo Dios! esa mujercita parecía un pulpo incapaz de tener las manos en su lugar, si se lo hubiera permitido, hubiese terminado desnudo en medio de la sala del teatro.
********************
En la habitación de Candy, las tres jóvenes reían a boca de jarra al recordar lo sucedido en el Teatro.
—Pobre Terry —musitó Patty
—Nada de pobre, se lo merece
—Candy no seas mala con él, tu misma nos has dicho que disfrutaste lo sucedido en el jardín —dijo Annie
—Bueno si, pero eso no le quita lo poco caballeroso que se comportó después. ¡Por Dio! Se atrevió a acusarme de seducirlo cuando fue él que comenzó a besarme de aquella manera.
—Pero ya se ha disculpado contigo —dijo Patty lastimera.
—Aunque así halla sido, se merece lo que le ha sucedido con Lady pulpo.
Las tres comenzaron a reír
—Dime Candy, ¿Tu sabias que Terry era hijo de Eleonor Baker y que soñaba en convertirse en un actor de teatro?
—La verdad no Annie, Anthony nunca lo mencionó —apretó los labios —se que proviene de una familia aristócrata —se encogió de hombros.
**********************
El ruido de Dorothy abriendo las cortinas, hizo que Candy abriera los ojos, se había quedado hasta entrada la madrugada conversando con sus amigas.
—¿Que hora es Dorothy? —Preguntó removiéndose perezosamente.
—La hora que se prepare señorita, en cuatro horas partiremos a Lakewood.
Como si le hubieran dicho que era libre para hacer todo cuanto quería, de un brinco, Candy salió de la cama y comenzó a dar vueltas por toda la habitación lanzando sobre todas sus pertenencias para que Dorothy le ayudara a empacar.
Dorothy la miro divertida cuando la joven, tomó el pomo de la puerta y tiró de este dispuesta a salir.
—Señorita, ¿no piensa tomar su baño y arreglarse primero?
Candy se detuvo aparatosamente antes de cruzar el umbral de la puerta y se puso mas roja que una granada al darse cuenta que seguía con su bata de dormir.
Una hora mas tarde bajó corriendo las escaleras.
—Candice, que maneras son esas entrar a la biblioteca sin llamar siquiera —su Tia Elroy la reprendió.
—Lo siento —se disculpo bajando la mirada —buscaba a Albert y creí que lo encontraría aquí.
—No se encuentra en casa, ha ido a la estación de tren a resolver unos asuntos referentes a nuestro viaje de regreso.
Candy no pudo evitar esbozar una genuina sonrisa. Por fin regresaban a Lakewood en donde planeaba hablar tranquilamente con su hermano sobre las intenciones de su Tia de conseguirle esposo y sobre sus intenciones de abrirse camino por su propia cuenta.
La hora de partir llegó, en carruajes diferentes, se dirigieron a la estación tren.
—Extrañaré New York y sus tiendas —decía Annie mientras observaba todo a su paso.
—Yo no —dijo Candy apoyando su cabeza al respaldo del asiento —esta ruidosa ciudad y sus habitantes me tenían harta.
—Dirás Susana —respondió Patty.
—Bueno si —reconoció Candy —gracias a Dios dejaremos de verla por un buen rato —rió — se mantendrá bastante ocupada con la audición de la próxima semana junto al granuja del amigo de Anthony.
—Pobre Terry, tener que soportarla mas tiempo —dijo Patty lastimera.
—¡Bah! —bufó Candy —pobre el diablo que no tiene perdón de Dios.
—Candy —Annie entrecerró los ojos —en verdad no te molesta que Terry se quede en New York junto a Susana?
—Y por que debería de molestarme?
—No sé, —Annie enarcó una ceja —imagino que en la audición habrán ademas de versos, besos apasionados.
Candy se tensó, nunca contempló aquella posibilidad... ¡Bah! Y eso por que debía de afectarle, él podía besar a quien le placiera, entre ellos no había nada.
*************
—¡Ay no!, debo estar volviéndome loca —se dijo a si misma mientras bajaba del carruaje y le pareció escuchar aquella maldita risa burlona que no pudo sacar de sus pensamientos. El aroma inconfundible a lavanda y especias aromáticas inundando sus fosas nasales le corroboró que no lo estaba imaginando. Aquello era una pesadilla. ¿Que demonios hacía él en la estación de tren cargando su maldito equipaje?
—Hola pequeña feresilla Pecosa, ¿pensaste que te liberarías de mi tan fácilmente? —le susurró muy sonriente el muy granuja cuando pasó junto a ella.
Cambiado El Destino Por Terry
Rossy Castaneda Defendiendo al Bombón Inglés como se Debe
Directo Al Corazón
Capítulo IV
By Rossy Castaneda
A la mañana siguiente, Candy se despertó con una amplia sonrisa, finalmente después de un mes en New York regresarían a Lakewood.
Tras tomar su baño con la ayuda de la fiel Dorothy, se vistió y decidió saltarse el desayuno, no se le apetecía ver el rostro del aquel sin vergüenza a quien tuvo que soportar por el resto de la velada.
Sacó de entre los cajones su diario y comenzó a escribir de manera resumida todo lo sucedido el día anterior. Se enfureció consigo misma ante el cosquilleo que sintió mientras escribía sobre aquel beso que la había hecho perder la razón y desear más de lo permitido. —Fue asqueroso —se dijo a sí misma —"No mientas fue lo mas delicioso que jamas hayas probado" —su yo interno le dijo relamiéndose los labios —Candy cerró los ojos y pasó uno de sus dedos por la comisura de sus labios . ¿A quien trataba de engañar? Aquel beso y aquella lengua dentro de su boca le fue realmente agradable. Su rostro adquirió un fuerte rubor y sintió en la parte baja de su vientre la misma calidez que sintió la noche anterior en el jardín.
¡Demonios! —abrió los ojos de golpe —Debía dejar de pensar en aquel libertino, no podía permitirse que echara a perder sus planes.
Unos toques a su puerta la hicieron girarse.
—Pase —dijo colocando su diario en un lugar seguro.
—Candy, cuéntanos que pasó anoche con el amigo de Anthony —Annie y Patty se sentaron a su lado.
—Nada —respondió ella—¿por que lo preguntan?
—Vimos como él te obligaba a tomar su brazo y te sacó casi arrastras del salon de baile —respondió Annie.
Afortunadamente para la joven rubia, su estómago comenzó a protestar.
—Lo siento chicas tendremos que dejar el tema para otro momento, como lo han escuchado, mi estómago reclama atención —de un brinco, Candy se puso en pie.
—Ni te creas que esta charla ha terminado aquí —le advirtió Annie con un dedo acusador.
Candy suspiró, sabía que no podría escaparse de sus amigas por mucho tiempo.
—De acuerdo, les contaré todo lo que sucedió si me prometen guardar el secreto —les guiñó un ojo —ambas chicas asintieron con una amplia sonrisa, el que Candy les pidiera que le guardaran el secreto significaba que realmente había pasado algo entre el amigo de Anthony y ella —pero por ahora, quiero que me acompañen, no deseo encontrarme a solas con cierto idiota —Sonrío mostrando sus blancos dientes.
Annie y Patty sonrieron y juntas las tres amigas bajaron las escaleras con destino al comedor.
—Buenos días —con una radiante sonrisa Candy saludó a todos los que se encontraban en el comedor, su sonrisa se desvaneció cuando sus ojos verdes se encontraron con dos relucientes ojos color azul con destellos verdes.
—Buenos días Pequeña, creí que no bajarías —le respondió Albert quien junto a los otros caballeros se habían puesto de pie en cuanto las tres jóvenes ingresaron al comedor.
—No pensaba hacerlo —respondió la rubia dirigiéndose al lugar en donde solía sentarse.
—Siéntate junto a Terrence —le ordenó la Tía Elroy.
A regañadientes, Candy se dirigió al lugar que le indicó su tía. Con una amplia sonrisa Terry recorrió la silla en cuanto ella se sentó, al igual que le hicieron Stair y Archie con sus respectivas prometidas.
Ahora era cuando aquella pequeña fierecilla iba a pagarle todos y cada uno de los pisotones que le dió mientras bailaban. Le mostraría que él también podia jugar rudo
Mientras la Tía Elroy hablaba sobre lo perfecto que había sido el baile de la noche anterior, Candy tomó una rodaja de pan y mientras embarraba la mantequilla en este, dió un respingo al sentir como la pierna de aquel sinvergüenza rozaba la suya por debajo de la mesa. Sin pensarlo dos vez aplicó un fuerte pisotón que provocó que Terry tensara la mandíbula y se tragara unos cuantos improperios que estuvieron a punto de salir de sus labios.
—Lo siento —se disculpó.
—¿Sucede algo? —pregunto Albert mirando a ambos jóvenes
—No — respondió la rubia mostrando una sonrisa aunque por dentro estaba que moría de rabia por el atrevimiento de aquel sinvergüenza —he pisado accidentalmente el pie del señor Grantchester.
—Terry, puede llamarme Terry —dijo el castaño haciendo una mueca en sus labios que pretendía ser una sonrisa.
Desgraciado —pensó Candy aún haciendo aquella maldita mueca se ve adorable.
—¿A que horas partimos a Chicago? —la verdad no veo la hora de dejar esta ciudad y todo lo desagradable de ella —Candy miró de reojo a Terry y luego a su hermano Anthony quien había dicho que permanecería en New York todo el tiempo que su desagradable amigo permaneciera en America.
—Pequeña, han surgido unos cuantos problemas en uno de las sucursales bancarias de esta ciudad y me temo que regresaremos a Lakewood hasta mañana.
¡Genial! —pensó Candy —¿le tocaría lidiar con la presencia de Terry? —¿Terry? ¿Lo has llamado Terry? ¿En verdad lo has hecho?—su yo interno se rió con burla.
—¿Y que se supone que haré hasta entonces? —preguntó Candy luego de unos segundos.
—Podemos ir de compras Candy —intervino Annie.
—Annie, sabes que odio hacer eso —respondió la joven rubia —no sé como puedes soportarlo.
—Podemos ir de paseo —propuso Patty.
—Eso es una excelente idea —intervino Albert.
—Pueden ir al Teatro —sugirió la señora Elroy. —¿Anthony conseguiste las entradas que te pedi?
—Si Tía Elroy—respondió el joven rubio —son ocho entradas para el estreno de Antonio y Cleopatra.
—Excelente —respondió Elroy —Irán en parejas, Stair y Archie irán con sus prometidas, Candice irá con Terrence...
Candy se puso rígida, Terry ocultó una sonrisa de triunfo y Anthony comenzó a reír a carcajadas, había notado la tensión entre aquel par. Un momento...se detuvo de golpe, su Tía había dicho que irían en pareja ¿verdad? —miro a su alrededor ¿con quien iría él?.
—Y tu —La señora Elroy se dirigió a él —irás con la señorita Marlowe.
Ahora fue el momento de Candy de carcajearse a tal punto que casi escupió el trozo de pan que acababa de llevarse a la boca. ¡Pobre Anthony!
Susana Marlowe, era la hija de uno de los socios de los Britter, era todo, menos una agradable compañía para alguien. Era culta, refinada, con buenos modales, pero insufrible hasta la médula. Desde que llegaron a New York se la había pasado detrás de Anthony.
—Pero Tía, ¿como puede hacerme eso después de lo que sucedió Chicago? —vociferó el joven rubio refiriéndose al episodio vivido hacia un par de meses con la menor de las Leagan.
Elisa era la hermana menor de Niel, ambos hijos de un socio de los Cornwall. La pelirroja había arrastrado con engaños a su hermano al jardín de los Cornwall durante la fiesta de compromiso entre sus primos y sus amigas Annie y Patty.
En aquella ocasión, la osada señorita Leagan en complicidad con su madre, se las ingenió para que Daisy y Sandra la encontraran junto a su hermano Anthony, en donde ella aseguraba haber sido víctima de su hermano.
Gracias a Dios Anthony salió bien librado de todo aquello, ya que la joven Leagan no mostraba rasgos de haber sido ultrajada por Anthony como aseguraba. Su vestido, su peinado y toda ella lucían implacables, no como ella lucía la noche anterior. ¡argggg! Para que recordaba eso......—En conclusión, Albert tuvo que advertirles, bueno en realidad amenazó a aquel par de chismosas reporteras que si publicaban una pequeña cosa sobre aquel lamentable incidente, haría que ambas terminaran en la calle.
—Anthony, ya han pasado mas de cuatro meses de eso y además Elisa se a disculpado contigo, ella ha cambiado realmente. Además no te estoy pidiendo que asistas con ella sino con la señorita Marlowe, quien me parece una chica muy linda y puede resultar ser una excelente compañía para ti, dale una oportunidad.
¿Excelente compañía, si como no? —pensó Anthony.
—En ese caso prefiero no asistir —Anthony no estaba dispuesto a ceder, por nada del mundo iría del brazo con aquella mimada e insufrible joven ¿sabra Dios que tendría planeado hacer para meterlo en una situación comprometedora como lo había intentado hacer Elisa?
—Anthony tu eres un caballero, y no puedes hacerle ese desplante a la señorita Marlowe.
—Pues en esta ocasión no me considere como tal, porque no pienso aceptar lo que propone Tia Elroy.
—Tia Elroy —Candy intervino —es comprensible que mi querido hermano no desee la compañía de la señorita Marlowe, sin embargo estoy de acuerdo con usted en que no podemos hacerle ese desplante.
Anthony la fulminó con la mirada..
—Por fin alguien habla con sensatez —dijo Elroy ante las palabras de Candy.
—En vista que ya ha sido anunciada que asistirá al Teatro con nosotros y Anthony se niega a ir en su compañía, propongo que lo haga con señor Grantchester mientras yo lo hago junto a mi hermano, así nadie podrá decir, que los respetados Ardley de Chicago le hemos hecho un desplante a la distinguida señorita Marlowe . Es una solución Salomónica ¿no le parece? —Candy sorbió de su taza con té para ocultar la sonrisa que afloraba en sus labios. Seria realmente divertido ver al señor Grantchester en su faceta de escapista por liberarse de las traviesas manos de la insoportable e insufrible señorita Marlowe, como mínimo aquel sin vergüenza libertino tendría una cucharada de su propio chocolate..
—Me parece una excelente idea, claro, si Terrence está de acuerdo.
—Por mi no hay ningún problema señora Ardley —respondió el joven castaño intuyendo las intensiones de la joven a su lado. La joven Marlowe es muy linda y creo que será una excelente compañía —sonrió de lado —nos la pasaremos bien, de eso estoy seguro.
—¡Ja! —Anthony bufó —no tienes idea de lo que dices amigo, esa jovencita es un dolor de cabeza.
—Podré lidiar con la joven Marlowe, en mi corta vida, me ha tocado lidiar con pequeñas feresillas indomables y al final terminan rendidas a mis encantos. —miró de reojo a la joven rubia junto a él mientras llevaba un trozo de pan a su boca. Sonrió internamente al ver su rigidez.
**************
Horas mas tarde, Anthony, Stair y Archie no paraban de burlase de Terry. El estreno de Antonio y Cleopatra se había convertido en su peor pesadilla junto a aquella molesta joven quien se la paso intentando mañosearlo.
Mientras el resto de sus acompañantes, disfrutaban del espectáculo, Terry se la pasó esquivando las insolentes manos de la señorita Marlowe.
Durante el receso, Terry intentó escabullirse luego que el director de aquella obra lo llamara.
Flash Back.
—Terrence
Terry se giró al escuchar que lo llamaban por su nombre.
—¿Le conozco? ....¿De donde diantres lo conocía para que lo llamara por su nombre?—pensó
—Soy Robert Hathaway, tu madre y yo fuimos compañeros de tablas —se presentó el hombre .—Muchacho cuanto has crecido.
A pesar de no recordarlo, Terry esbozó una sonrisa, viendo en aquel hombre la oportunidad de escapar de aquel pequeño pulpo rubio que venía en su dirección.
—Mi madre me ha hablado mucho del excelente actor que usted fue, incluso me dijo que lo buscara mientras me encontrara en New York.
—¡Ah si! Robert sonrió —ya me encontraste, dime, ¿ como puedo ayudarte?
—Verá señor Hathaway, a mi me gusta la actuación y sueño algún día ser un actor tan famoso como lo fue mi madre.
—¡Oh Dios mío! Yo también amo la actuación
Antes siquiera de reaccionar, la melosa señorita Marlowe se había colgado de su brazo.
Robert los miró a ambos.
—Podría ser, harían una excelente dupla —tocó su mentón —haré unas audiciones la próxima semanas para los personajes de Romeo y Julieta, pueden presentar juntos su audición. En mis años como director de Teatro, he desarrollado un buen ojos para detectar el talento de jóvenes como ustedes y auguro un futuro prometedor para ambos.
—Lo has escuchado —¡Oh Dios mío!, Terry, tu Romeo y yo Julieta.
Terry fulminó con la mirada a la pequeña fieresilla Pecosa que se carcajeaba junto a sus dos amigas al ver su rostro de horror ante aquella perspectiva.
Fin del Flash Back...
Al infierno, si al infierno se había ido su oportunidad de convertiste en un actor de Teatro, porque por nada del mundo pensaba presentarse a esa audición con aquella detestable joven.
—Oh Romeo, Romeo, donde estas que no te veo —dijo Anthony burlón extendiendo sus manos de manera teatral.
—Oh Julieta, Julieta o te callas o te lanzo una maceta —respondió Archie de la misma manera
Los cuatro jóvenes estallaron en carcajadas
—Jamás imaginé que la señorita Marlowe seria un molesto grano en mi trasero —dijo Terry tras recobrar la seriedad.
—Te lo advertimos —Stair palmeó su hombro —pero te empeñaste en decir que eras domador de pequeñas fieresillas.
—¡Por Dios! —Pero me refería a fieresillas silvestres no a monstruos marinos
—¿Te das cuenta ahora por qué me desagradaba la idea de ir con ella?
—Ahora lo comprendo —respondió Terry —¡Santo Dios! esa mujercita parecía un pulpo incapaz de tener las manos en su lugar, si se lo hubiera permitido, hubiese terminado desnudo en medio de la sala del teatro.
********************
En la habitación de Candy, las tres jóvenes reían a boca de jarra al recordar lo sucedido en el Teatro.
—Pobre Terry —musitó Patty
—Nada de pobre, se lo merece
—Candy no seas mala con él, tu misma nos has dicho que disfrutaste lo sucedido en el jardín —dijo Annie
—Bueno si, pero eso no le quita lo poco caballeroso que se comportó después. ¡Por Dio! Se atrevió a acusarme de seducirlo cuando fue él que comenzó a besarme de aquella manera.
—Pero ya se ha disculpado contigo —dijo Patty lastimera.
—Aunque así halla sido, se merece lo que le ha sucedido con Lady pulpo.
Las tres comenzaron a reír
—Dime Candy, ¿Tu sabias que Terry era hijo de Eleonor Baker y que soñaba en convertirse en un actor de teatro?
—La verdad no Annie, Anthony nunca lo mencionó —apretó los labios —se que proviene de una familia aristócrata —se encogió de hombros.
**********************
El ruido de Dorothy abriendo las cortinas, hizo que Candy abriera los ojos, se había quedado hasta entrada la madrugada conversando con sus amigas.
—¿Que hora es Dorothy? —Preguntó removiéndose perezosamente.
—La hora que se prepare señorita, en cuatro horas partiremos a Lakewood.
Como si le hubieran dicho que era libre para hacer todo cuanto quería, de un brinco, Candy salió de la cama y comenzó a dar vueltas por toda la habitación lanzando sobre todas sus pertenencias para que Dorothy le ayudara a empacar.
Dorothy la miro divertida cuando la joven, tomó el pomo de la puerta y tiró de este dispuesta a salir.
—Señorita, ¿no piensa tomar su baño y arreglarse primero?
Candy se detuvo aparatosamente antes de cruzar el umbral de la puerta y se puso mas roja que una granada al darse cuenta que seguía con su bata de dormir.
Una hora mas tarde bajó corriendo las escaleras.
—Candice, que maneras son esas entrar a la biblioteca sin llamar siquiera —su Tia Elroy la reprendió.
—Lo siento —se disculpo bajando la mirada —buscaba a Albert y creí que lo encontraría aquí.
—No se encuentra en casa, ha ido a la estación de tren a resolver unos asuntos referentes a nuestro viaje de regreso.
Candy no pudo evitar esbozar una genuina sonrisa. Por fin regresaban a Lakewood en donde planeaba hablar tranquilamente con su hermano sobre las intenciones de su Tia de conseguirle esposo y sobre sus intenciones de abrirse camino por su propia cuenta.
La hora de partir llegó, en carruajes diferentes, se dirigieron a la estación tren.
—Extrañaré New York y sus tiendas —decía Annie mientras observaba todo a su paso.
—Yo no —dijo Candy apoyando su cabeza al respaldo del asiento —esta ruidosa ciudad y sus habitantes me tenían harta.
—Dirás Susana —respondió Patty.
—Bueno si —reconoció Candy —gracias a Dios dejaremos de verla por un buen rato —rió — se mantendrá bastante ocupada con la audición de la próxima semana junto al granuja del amigo de Anthony.
—Pobre Terry, tener que soportarla mas tiempo —dijo Patty lastimera.
—¡Bah! —bufó Candy —pobre el diablo que no tiene perdón de Dios.
—Candy —Annie entrecerró los ojos —en verdad no te molesta que Terry se quede en New York junto a Susana?
—Y por que debería de molestarme?
—No sé, —Annie enarcó una ceja —imagino que en la audición habrán ademas de versos, besos apasionados.
Candy se tensó, nunca contempló aquella posibilidad... ¡Bah! Y eso por que debía de afectarle, él podía besar a quien le placiera, entre ellos no había nada.
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—¡Ay no!, debo estar volviéndome loca —se dijo a si misma mientras bajaba del carruaje y le pareció escuchar aquella maldita risa burlona que no pudo sacar de sus pensamientos. El aroma inconfundible a lavanda y especias aromáticas inundando sus fosas nasales le corroboró que no lo estaba imaginando. Aquello era una pesadilla. ¿Que demonios hacía él en la estación de tren cargando su maldito equipaje?
—Hola pequeña feresilla Pecosa, ¿pensaste que te liberarías de mi tan fácilmente? —le susurró muy sonriente el muy granuja cuando pasó junto a ella.