Las divinas místicas de Terry y una servidora nos complacemos en participar en los retos propuestos por Gezabel.
Con mucho cariño, les comparto, espero sea de su agrado.
besos a la distancia.
Mar de amor
No recuerdo la última vez que estuve en la playa, ver el mar siempre me trajo recuerdos de tristeza y despedida pero hoy… sentado mirando como las olas se estrellan en las rocas mientras espero el amanecer siento una paz invadiendo mi cuerpo, aspiró el aire salado y extiendo los brazos, me siento libre, dichoso.
Un hormigueo me recorre, me levanto sacudiendo mis ropas cubiertas de arena, enrollo mis pantalones y camino hacia el agua, dejo que mis pies se hundan en la arena mojada, el sol está saliendo.
Me quitó la camisa, la arrojo lo más lejos que puedo, me adentro al mar dejando que las olas me empujen con su fuerza, mi corazón se agita, y sonrió, soy feliz.
– ¡Terry! – llama una dulce voz femenina – ¿Qué haces ahí metido a esta hora? Apenas está amaneciendo – reconvino la mujer.
– ¡Ven aquí pecas! El agua está deliciosa – invitó a mi mujer a entrar conmigo.
Si, mi mujer, mi esposa desde hace unos días, la mujer que siempre amé y la que amaré toda mi vida.
–¡Estás loco! – me dice riendo, pero caminando hacia mí.
Mientras la veo aproximarse me deleito con su figura curvilínea, es tan hermosa. Me acerco para ayudarla, menuda como es temo que las olas se la llevan.
– ¡Está fría! – exclama mientras se adentra.
– Vamos pecosa, ¿Dónde quedó tu sentido de aventura? – le pregunto mientras tomo sus manos.
– Se quedaron con mi yo de quince años – me responde con una sonrisa.
– Piensa que todavía tenemos esa edad, al fin y al cabo, el tiempo se detuvo mientras no estuvimos juntos – le digo mientras la abrazó con fuerza.
– ¡Terry! – proclama Candy abrazándose a mi cintura.
Una ola fuerte nos tira, la aprieto más fuerte pues no quiero soltarla nunca más.
Caemos riendo como tontos, rodamos hasta quedar ella sobre mí, acaricia mi rostro al tiempo que me va quitando los restos de arena, no quiero abrir mis ojos, a veces todavía tengo miedo que esto que estoy viviendo no sea real.
– Abre los ojos amor, estoy aquí, mírame Terry.
La voz de Candy es tan dulce, ella conoce mi miedo porque es el suyo también.
Siento sus labios presionando los míos, el sabor salado en ellos, me giro para quedar sobre ella, contemplo su bello rostro, sus largos y rizados cabellos esparcidos, parece una sirena.
Me pongo de pie y la ayudo para que también lo haga.
– No sé cómo me voy a quitar la arena del cabello.
Me dice haciendo un puchero gracioso, ese que hace mover su nariz y sus pecas, le doy un beso en la frente llena de arena, le ofrezco mi mano para de nuevo meternos al mar, hace un gesto negativo, pero me obedece.
Ahora entramos juntos al agua, cuando a ella ya le llega más allá del pecho, la sujeto de la cintura, enreda sus piernas en la mía, me adentro un poco más hasta que el mar nos cubre.
– Quiero hacerte el amor aquí y ahora – le digo mientras beso ese espacio tras su oreja.
– Estás loco – me responde haciendo la cabeza hacia atrás, ella también lo desea.
La sostengo con un brazo y con la mano libre me bajo un poco los pantalones del pijama, meto la mano hasta alcanzar sus bragas, la hago a un lado para dejar libre su intimidad y poder introducirme en ella quien me recibe en su interior cálido.
– Alguien... puede... vernos – expone mi dulce sirena, pero está aferrada a mi cuello.
– Estamos solos en muchos metros a la redonda, eres solo para mí señora tarzán.
me hundo en ella completamente, me deleito con la sensación de su piel mojada y con sabor a sal.
Mientras hacemos el amor las olas nos empujan, nos mueven, nos bañan y nosotros nos perdemos en este mar de amor que nos consume y que estuvo guardado durante tanto tiempo.
Fin.
Por: Temperance/Primrose
Para: Retos de Gezabel GF 2020
Las divinas místicas de Terry
Cambiando el destino por Terry.