Índice
Portal
Últimas imágenes
Buscar
Conectarse
capítulo anterior
https://www.elainecandy.com/t25298-las-divinas-misticas-de-terry-temperance-y-dilong-caminado-por-el-campo-de-batalla-coincidencias-cap-6?highlight=Coincidencias
Coincidencias
Capítulo 7
“Embarazada”, esa palabra resonaba en la cabeza de Candy.
Durante toda la noche trabajó como autómata, de tanto en tanto metía la mano en su bata blanca para ver de nuevo la impresión de su ecografía muestra y prueba inequívoca de que era real, una vida se desarrollaba en su interior.
El momento de salir del hospital llegó, se sentía más cansada que de costumbre, caminó despacio hasta su auto, lo abrió y aventó su maletín en el asiento trasero, estaba por entrar cuando la voz inconfundible de Terry se escuchó cerca de su oído.
– Buenos días doctora pecas – saludó el castaño al tiempo que ponía delante de los ojos de la rubia un delicioso y aromático café con leche.
En otro momento la mujer hubiera adorado el detalle, sobre todo a las siete de la mañana, pero ese día en particular…
– ¡Candy! ¿Qué te pasa? – inquirió el castaño cuando la chica después de recibir el contenedor con la bebida apenas y logró darse vuelta para devolver el estómago a un lado del carro.
– ¿Te sientes mal? ¿Qué tienes? Te meteré de nuevo al hospital para que te revisen – decía el castaño acercándose para ayudarla.
– Estoy bien – respondió Candy haciendo un movimiento para que él no se acercara – pásame la botella de agua que está en mi maletín por favor está en la parte de atrás del carro– solicitó.
Terry se apresuró a sacar lo pedido, se acercó a la chica la cual recibió la botella para proceder a enjuagarse la boca. El castaño la miraba un tanto nervioso, ella estaba pálida y parecía estar temblando.
– ¿Estás segura que te encuentras bien? – cuestionó.
– Si, ya pasó – afirmó Candy reclinándose en el capó del auto – disculpa si te asusté.
– Tu hermano me dijo que estabas enferma pero que habías venido a trabajar, quise darte una sorpresa, pero creo que el sorprendido fui yo – manifestó Terry.
– Lo siento, cuando él me llamó creí que me iba a dar gripe, pero no fue así.
– ¿Entonces qué tienes?
Candy guardó silencio no sabía qué decirle, estaba por abrir la boca cuando una voz a sus espaldas la frenó.
– Doctora Andley – llamó Mía Lenard – ¿Todavía por aquí? Ya debe ir a casa a descansar.
– Ya me iba jefa – respondió la rubia queriendo dar un paso el cual no pudo pues un mareo se lo impidió.
– Ya le dije a mi esposo que el lunes irás a verlo, no me creía cuando le conté tu estado, está feliz de recibirte y llevar tu control– decía alegre la mujer hasta que se percató que Candy no estaba sola – perdón, creo que estoy interrumpiendo – se disculpó.
– ¡No! No interrumpe jefa, él es...es... – Candy no sabía cómo presentar a Terry.
– Terrence Graham para servirle doctora – se presentó el castaño ante el tartamudeo de Candy.
– ¿Terrence Graham?, ¿“El” Terrence Graham? – inquirió mía sorprendida.
– Este... sí...creo – carraspeo el hombre al ser descubierto.
– ¡Vaya sorpresa! ¡Qué gusto conocerlo en persona! – exclamó la mujer al tiempo que estiraba la mano para apretar la de Terry – solo he tenido contacto con la pesada de su asistente disculpe usted el comentario, pero esa mujer no tiene modos ni paciencia – hablaba entusiasmada – entonces...usted y Candy – señaló haciendo un movimiento apuntando a la rubia y al castaño alternativamente – ¡Oh qué maravilla! ¡Felicidades! Señor Graham – dijo estrechando más efusiva la mano de Terry que no comprendía nada.
Candy miraba todo sorprendida ¿De dónde su jefa conocía a Terry? ¿Y porque le dijo todas esas cosas? ¡Y lo estaba felicitando!
– Mía... Mía – llamó Candy – ¡jefa! – grito ante la falta de atención de la mujer.
Mía dirigió su atención a Candy que le hacía caras raras para que dejara de hablar.
– ¡Oh! ¡Perdón! Debo irme...soy la jefa...te veo en la noche Candice – se despidió presurosa – de nuevo fue un placer conocerlo señor Graham, adiós.
La mujer dio la vuelta para ir con pasos apresurados al interior del hospital, dejando a Terry estupefacto pues no entendía nada de lo que la mujer le dijo.
– ¿De qué me está hablando? – preguntó a Candy – ¿Y porque me felicitó?
Candy se metió a su auto sin cerrar la puerta, estaba cansada y con sueño, tenía hambre y muchas ganas de comer un emparedado de mantequilla de maní con queso crema.
– No creo que sea el momento de hablar, tengo que ir a mi casa – declaró Candy dejando caer su cuerpo sobre el volante.
Terrence se acuclilló junto a ella, pasó su mano por la rubia cabellera para luego levantar la barbilla de Candy.
– ¿Qué está pasando Candy? ¿De nuevo estás mal? ¿Porque irás a ver al médico? ¿A qué control se refería tu jefa?
Terry hacía tantas preguntas que la rubia no sabía cuál contestar primero.
– Terry estoy saliendo de una guardia de doce horas, no he dormido, no he comido y quiero...de verdad necesito ir a mi casa – respondió la rubia con los ojos llorosos, las hormonas hablando.
– Está bien – aceptó Terry al ver la súplica en la mirada verde – no traje mi auto, vine en taxi, ¿Me dejas conducir?
Candy asintió, le entregó las llaves del auto y se corrió al lado del copiloto para que Terry cogiera el volante.
Los quince minutos de trayecto a casa de Candy está se la paso dormitando, Terry de vez en vez la miraba, le provocaba una gran ternura ver su cara pecosa, la había extrañado, los mensajes y las escasas llamadas le mostraron un poco a la mujer detrás de esa mascarilla gruñona y él deseaba conocer más.
– ¡Ey! Doctora pecas – llamó Terry abriendo la puerta del copiloto para despertar a Candy pues está no se había dado cuenta de que el vehículo estaba detenido.
– Ya oí – respondió la rubia con los ojos aún cerrados.
– Entonces sal o tendré que llevarte cargando – comentó el castaño sonriendo.
Candy hizo un intento de sonrisa por la sutil amenaza, abrió los ojos topándose con la figura varonil de Terry Grandchester quien de pie junto a la puerta le tendió la mano para ayudarla a salir, cosa que de nuevo le dio ganas de llorar, se limpió las lágrimas para que él no las notara – malditas hormonas – masculló al tiempo que salía del vehículo.
– ¿Pasa algo? – indagó Terry tomando la barbilla de la rubia para observar su rostro.
– Estoy bien – afirmó, pero una lágrima resbaló por su mejilla.
– ¿Estás segura? – preguntó de nuevo el castaño no muy convencido.
– Perdí un paciente hace dos noches, es muy triste era muy pequeño – dijo para excusarse en ese momento.
– ¡Lo siento mucho Candy! – dijo el castaño al tiempo que la encerraba entre sus brazos.
– Está bien, a veces pasa – señaló la chica – vamos, entremos a casa – dijo separándose de Terry para luego tomarle la mano y caminar por el pasillo hasta la puerta.
– Buenos días doctora, ¿Con visitas desde temprano? – esa era la señora Yang regando el jardín de su casa.
– Buenos días señora Yang – saludó la rubia poniendo su mejor sonrisa – ¿Hoy se ha levantado más temprano?
– El día es muy agradable para seguir durmiendo, pero usted sí debe dormir, no andar recibiendo visitantes.
– Él no es un visitante y yo dormiré luego, dígale eso al tío Albert ¿Quiere? Ya sé que es usted su espía – mencionó levantando el índice acusando a la mujer mayor.
– El sólo se preocupa por su bienestar doctora.
– Lo se señora Yang, dígale al tío que este es Terry, no lo olvidé, Terry, hasta luego señora Yang – se despidió abriendo rápido la puerta y empujando a Terry para introducirse – entra rápido antes que te llené de preguntas – decía Candy en voz baja – ¡Dios! ¡Voy a asesinar a mi tío y dejaré huérfano a mi primo!
– El sólo se preocupa, al igual que yo, estás muy demacrada – observó Terry.
– Es el cansancio, comamos algo y me cuentas de tu viaje.
– ¿Tú quieres contarme de tu paciente?
– No, de eso no quiero hablar.
– ¿De tu enfermedad?
– No estoy enferma – afirmó.
Candy lo guío hasta la cocina luego sacó pan tostado, queso crema, jugo, mantequilla de maní y fruta, ambos desayunaron un poco de todo, Terry haciendo algo de muecas al ver la rara combinación de Candy.
– ¿Mantequilla de maní y queso crema?
– ¿Qué? – habló Candy con la boca llena de pan.
– Candy – llamó el castaño apoyando sus brazos en la barra de la cocina pues Candy estaba de pie comiendo recargada en el fregadero – deja de darle vueltas al asunto, dime lo que está pasando – pidió Terry serio.
Candy suspiró, tragó su último bocado, fue a buscar el maletín que había dejado en el sofá ante la mirada confundida de Terry.
La rubia asentó una especie de fotografía sobre la mesada cuando regresó, empujó la imagen hacia Terry, él no entendía aún.
– ¿Qué es esto? – preguntó frunciendo el ceño, la paciencia no era una de sus virtudes y se le estaba acabando
– Estoy embarazada – dijo Candy para un segundo después voltear hacia el fregadero y sacar el desayuno que tan felizmente había saboreado.
Terry la observó mientras se convulsionaba, ella sujetaba su cabello mientras vomitaba, él no podía moverse, desvío la vista hasta la imagen, para él no tenía sentido, no veía nada, la giró para ver si podía distinguir mejor pero no, solo logró leer en un costado el nombre de Candy.
La rubia se enjugó la boca de nuevo, mojó su cara, limpió su fregadero para luego dejarse caer en el piso, recargando su cuerpo sobre las puertas del gabinete.
– Odio vomitar – habló ronca debido al esfuerzo.
Terry volvió su atención a la pequeña figura en el suelo, su mirada azul chocando con los cristales verdes de Candy.
– ¿Es una broma? – cuestionó serio agitando el trozo de papel.
– No – respondió Candy seria.
– Me dijiste que no era posible – le recordó el castaño, su mirada se había convertido en hielo azul.
– Sí, eso dije – acepto Candy también endureciendo sus facciones.
– ¿Entonces?
– Te diría que es un milagro, pero no creo en ellos, simplemente son cosas que no tienen explicación, se supone que dada mi condición sólo sería posible con tratamiento, pero soy un caso entre mil que no los necesitó – informó – no te preocupes, no tienes obligación y yo estoy a tiempo para decidir qué hacer, según la ley tengo derechos así que…
– ¿De qué estás hablando? ¿Vas a suspender el embarazo?
– ¡Yo no he dicho eso! – exclamó Candy intentando ponerse de pie, pero una nueva ola de náuseas se lo impidió – solo te digo que no debes preocuparte, no tienes ninguna obligación y yo tengo opciones, es mi cuerpo y mi derecho hacer...
– ¡No permitiré que hagas nada en contra de mi hijo! – exclamó Terry furioso azotando los puños sobre la mesada – dejó de ser tu cuerpo al momento de llevar una vida en él.
– ¿Quién te dijo que es tuyo? – le cuestionó la rubia furiosa.
– ¡No me jodas Candice! – fue la respuesta fúrica del hombre que cual tigre a punto de atacar se acercaba sigiloso a la presa – es mío y lo sabes bien – dijo sujetando la quijada de Candy entre sus dedos – no dejaré que hagas lo mismo que Annie – afirmó en voz baja, amenazante.
Candy le sujetó el brazo, lanzando llamas verdes al hacer presión sobre el agarre del que era presa.
– ¿Quién es Annie? – preguntó en el mismo tono que usó Terry.
– Fue mi novia hace tiempo, se embarazó y luego se practicó un aborto sin decirme, claro que tampoco puedo asegurar que era mío o del doctorcito con el que se revolcaba mientras a mí me prodigaba amor – confesó el hombre soltándola.
Candy abrió mucho los ojos, esa historia se le hacía conocida, muy conocida.
– Annie… ¿Annie Brighton? – inquirió la rubia con un temblor en la voz – ¿Cabello negro, ojos azules y un maldito lunar en forma de luna en la espalda bajo el pulmón derecho?
– ¿La conoces? – indagó Terry.
– Es la maldita zorra con la que mi prometido me puso el cuerno – expuso Candy – ¿Sabes cómo me enteré? Los encontré revolcándose dentro del consultorio de Archie ¡Ahh si! – exclamó al ver la cara de sorpresa del hombre – me fijé en el maldito lunar – concluyó tapándose la cara para que Terry no la viera llorar.
El castaño se sentó junto a ella en el piso, le pasó el brazo sobre los hombros y la atrajo hacia él intentando consolarla y a la vez buscando su calor para su propio consuelo, a su mente el comentario de su prima el día de la boda “tú y Candy tienen mucho más en común de lo que creen” ahora lo entendía, ¡Dios! Era una horrible coincidencia.
Candy se dejó consolar, hacía mucho tiempo que dejó de llorar por lo que pasó, sin embargo, ahora todos esos recuerdos le afectaron de nuevo, aunque no quisiera, tal vez era por las hormonas del embarazo o porque de alguna manera Terry era la otra parte de la historia.
Ambos jóvenes permanecieron ahí por un buen rato, había mucho que decir, pero las palabras se negaban a hacerlo.
– ¿Ya te sientes mejor? – preguntó Terry a la rubia.
– Ya – respondió Candy limpiando sus lágrimas, separándose de Terry.
– ¿Quieres comer algo? Vaciaste todo ahí – señaló el castaño apuntando a sus espaldas.
Candy rio ante la observación, pero asintió ante lo dicho antes.
– Tengo unas galletas saladas en la alacena de arriba, eso me ayudará.
– Entonces las comerás camino a tu cama – dijo el hombre poniéndose de pie para luego ayudarla a hacer lo mismo.
– ¿Quieres que te cargue? – cuestionó Terry.
– Que insistencia la tuya con eso – mencionó Candy mientras caminaba hacia las escaleras de la casa – te lo agradezco, pero puedo sola.
– Tenemos que hablar.
– Lo sé, pero quiero dormir, estoy cansada ¿Te quedarás? – inquirió la rubia.
– ¿Es una invitación?
Candy esta vez no aguantó la carcajada, ese hombre era imposible.
– Si, es una invitación – fue la sugerente respuesta la cual iba acompañada de una blanca y pequeña mano extendida.
Continuará…
Por: Temperance/ Primrose
Para: GF 2020
Portada: Misti / Byul Hye
Las divinas místicas de Terry
Cambiando el destino por Terry.
Última edición por Rosi Kary el Jue Abr 30, 2020 10:39 pm, editado 1 vez
Ella está pensando en su embarazo cuando escucha la voz de Terry y esta solo se impresiona. 
y que le da gusto saber que ya va a visitar al ginecólogo, conoce a Terry y lo felicita, él no entiende nada de lo que le habla la doctora. 
y que le informe a su tío de que el que se está quedando es Terry. 
pero Candy le dice que no es asunto suyo... 
él le contesta que sí y que no le permitirá que se deshaga del niño como lo hizo Annie... 
Candy se entera de que ella era la amante de su novio. 
e no llegó a saber si era suyo o de su amante... 
a Candy le suena la historia conocida.... ¿será que Candy también estaba embarazada? 
¡Mil Felicidades!... 
