Portada elaborada por la Divina Mist/Byul Hye
Sueño Líquido de Archi por la Divina Fedra/Elby8a
En el Mandala Café todo era tranquilidad las Divinas estaban agotadas por las actividades realizadas la tarde del día anterior, así, a pesar del cansancio preparaban las siguientes acciones a seguir, Temperance era la única que no paraba, recordándole a Psiquie que tenía combate...
Capítulo V
Engaño
Era viernes por la mañana en la mansión de Ardlay en Lakewood continuaban los preparativos para la fiesta de compromiso, todo estaba listo para la celebración que tendría lugar al siguiente día. Los jardines caracterizados por las rosas estaban en pleno esplendor que otorgaban a los sentidos una percepción de paz al aspirar los diferentes perfumes de los tipos de las hermosas flores. Las Dulce Candy también resplandecían con su peculiar color y aroma, los rosales ofrecían a la vez espacios propicios para ocultarse de las miradas indiscretas, eso lo sabían perfectamente dos jóvenes que cubiertos por uno de ellos conversaban en voz baja para no ser escuchados.
─Las cosas han avanzado muy rápido, de verdad ¿Crees que estamos haciendo lo correcto? Todos dudan de que nos casemos por amor, por lo precipitado de nuestro compromiso ─Decía la chica de hermosos ojos verdes al joven sentado a su lado ─ ¡Candy! No te estarás arrepintiendo, ¿verdad? ¡No tenemos opción!, si se suscitara un escándalo, la única forma de contenerlo es estando casados ─Objetó el chico elegantemente vestido.
─ ¡No lo sé Archie! ¡Casarnos así! ¡Ambos sabemos que…! ─Sush por favor, dijo el guapo muchacho colocando su dedo índice en los labios de la rubia ─ ¡Candy! No digas nada, ¡Ya sé lo que me vas a decir! Pero tú sabes que desde que te conocí quedé prendado de ti, me hice a un lado cuando elegiste a Anthony, después a pesar de mi renuencia a aceptarlo entendí que te enamoraste del aristócrata engreído, pero ahora dame la oportunidad para demostrarte mis sentimientos, ¡Yo te haré feliz, Candy! ¡Lo prometo! ─ Concluía mirando con ternura a la chica.
Ella bajó la mirada, sabía que sus inconscientes acciones la llevaron a ese punto, pero ahora que veía como un hecho el compromiso, su corazón se hacía pequeño al recordar al hombre que lo seguía ocupando, que a pesar del paso del tiempo permanecía ahí inamovible como si fuera el primer día, si, en contra de todo pronóstico, dolor o frustración él seguía presente en sus pensamientos y sentimientos. Él le tomó la barbilla para que lo viera a los ojos, pero ella movió su cabeza ─ ¡Gatita! Nunca imaginé que pasaría esto lo prometo, sin embargo, ahora que tengo esta oportunidad que la vida me regala no pienso fallar, ¡Tranquila todo saldrá bien! ─ Finalizó el chico vehementemente.
─Aun no comprendo ¿Cómo fue que Annie reaccionó así? Creo que debimos hablar con ella para aclarar todo. Entiendo que yo cometí un error, ¿Pero tú?, ¡Ella debió confiar en ti! Archie ¡Si tú la amas, yo…! Decía la chica que seguía sin levantar la cara. ─ ¡No, Candy, la verdad es que yo lo único que siento por ella es cariño! ¡Amor es lo que siento por ti desde que éramos unos chiquillos! ¡Por favor, nos verán! Es mejor que vayamos adentro, ¡Vamos! La apuró el menor de los Cornwell.
─ ¡Candy! ¿Dónde has estado? ¡Te he buscado por todas partes! Le llamó Albert al ver que la rubia subía rápidamente las escaleras. ─Ven, quiero darte algo. La rubia bajó lentamente, hacía tiempo que rehuía platicar con su casi hermano, sin embargo, se acercó sonriendo ─Estaba en el portal, ─Comentó tomándolo del brazo, ¡Vamos! Ambos se dirigieron al despacho del patriarca
─ ¡Siéntate! ─Conminó él, mientras sacaba una caja de su escritorio ─Ten ¡Quiero que la uses mañana! Era de mi hermana ─Pero Albert, ¡Es hermosa! ─Decía la chica mientras sacaba una pulsera de perlas, pero no puedo usarla es demasiado para mí ─No, pequeña eso y más mereces, como mi heredera tienes derecho a usar todas las joyas de la familia, comentó el rubio, quien jugaba con un vaso de whisky, mismo que sin querer se volteó sobre los papeles que estaban encima, los dos se pusieron de pie tratando de rescatar los documentos, al levantarlos Candy vio un sobre con una caligrafía que ella reconocía muy bien, lo tomó, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas ─ ¿Qué sucede pequeña?, ¿Estas bien? ─Preguntó el ojiazul, ella con voz temblorosa cuestionó ─ ¿Es carta de Te..? ¡Oh, sí! Dámela la guardaré ─Respondió sin reparar en que ella se había quedado atónita.
─Ahora ve a tu habitación, seguramente estas nerviosa, ¡Mañana es el gran día! ¡No olvides usar la pulsera!, llamaré para que limpien el lugar ─Indicó el patriarca con una cálida sonrisa dirigiéndose a la puerta. Candy se quedó parada mirando el sobre mientras decía para sus adentros ¡De todas formas, tú estás con otra! Y ¿Yo? Finalmente dio un suspiro y salió de la habitación, sin notar que Albert la miraba pensativo ─Sigue amando a Terry, ¿Entonces por qué se quiere casar con Archie? Ahora si estoy seguro que algo fuerte pasó.
Por su parte, Archie en su habitación buscaba afanosamente en su armario y maletas, trataba de recordar ─ ¿Dónde lo dejé? Por la emoción al parecer lo olvidé en Chicago, ¡Cielos! Debería de dejar esa afición, pero no puedo retraerme de escribir mis sueños, que en unos meses serán una realidad. ¡Mi dulce Candy! No sabes cómo anhelo que llegue la fecha de nuestra boda, ¡Tenerte, por fin serás mía! ¡Annie! Sé que no fue la mejor manera de terminar lo nuestro, pero de todas maneras yo pensaba hacerlo, tú desconfianza en mí y tu curiosidad desencadenaron todo esto. Espero que encuentres a alguien que en verdad te ame, como yo no pude hacerlo, pensaba el joven ya recostado en el sofá.
Para Terry no fue difícil localizar a los Britter, ya que era una familia reconocida en Lakewood, había descansado lo suficiente sus ansias por saber qué sucedió para que su pecosas accediera a los encantos del elegante, sabía que la relación con Annie era estable, enfilada al matrimonio. Él hubiese pensado que una vez que se dio la ruptura, ella bien podía hacer su vida, pero habían pasado cuatro años, sin que existieran noticias acerca de una relación de la heredera de los Ardlay, era urgente saber.
Annie tenía más de dos meses que no salía de su casa, sus padres estaban preocupados por el encierro de la chica, les había sorprendido que se terminara la relación de años con el joven Archibald Cornwell, pero su hija fue contundente al decir que no quería que se entrometieran, que el nombre de su ex novio estaba prohibido, no deseaba saber nada de él, ni de su entorno familiar.
Los señores Britter estaban en el salón de su residencia tomando el té, cuando entró el mayordomo anunciando una visita para la señorita Annie, ambos se miraron intrigados, dado que la joven no quería recibir a nadie. La madre preocupada porque fueran a molestar a su hija ordenó que se le hiciera pasar. Sorprendida la mujer observó el porte distinguido del muchacho vestido elegantemente de rasgos varoniles ─Buenas tardes, mi nombre es Terence Grandchester, lamento importunar, pero estoy buscando a la señorita Britter, necesito hablar con ella ─Saludó con una voz profunda el castaño.
─Buenas tardes ─respondió el matrimonio ofreciendo asiento al recién llegado, ─ ¿De dónde conoce usted a mi hija? ─Preguntó el señor Britter ─Soy compañero del Real Colegio San Pablo en Londres. Estoy unos días en Chicago, aprovecho para saludar a los buenos amigos ─Contestó el actor. La señora Britter, interpeló al castaño ─ ¿Grandchester?, ¿Del ducado inglés? ─Si, madame, aunque no utilizo mucho mi apellido en América. Sabía que debía anunciarse así, dado que la chica tal vez no lo recordaría.
La señora Britter no pudo disimular su cara de regocijo al ver que un hombre tan guapo y miembro de la monarquía británica estuviera ahí buscando a su niña. ─ ¡Oh! Hace bien, siempre es bueno contar con amigos en todas partes ─Apuntó, pero Annie no se ha sentido bien últimamente, tal vez su visita le ayude, ¿No crees, querido? ─Dijo mirando decididamente a su esposo, quien reconoció ─Si, querida tal vez la visita del señor le mejore los ánimos a la niña. ─Voy a buscarla, con su permiso, expresó la mujer poniéndose de pie para ir en busca de la chica.
Annie estaba en su habitación ojeando un libro, cuando escuchó que su madre tocaba la puerta ─Querida ─Preguntó entrando a la recamara ─Tienes una visita de Londres ─ ¿De Londrés? La chica rápidamente se levantó, pensaba que se trataba de Patty a quién le había escrito solicitando su compañía. ─ ¡Voy, mamá! ─Bien, no tardes.
La pelinegra llegó al salón nombrando ¡Patty! Pero se quedó pasmada ─ ¿Terry? Pero ¿Qué haces aquí? ─Hola Annie es un gusto volver a verte después de tanto tiempo ─Indicó el castaño con una sonrisa retorcida. ─Bueno, nosotros los dejamos para que conversen a gusto ─Señaló la mujer tomando a su esposo del brazo
─Lo siento Terry, no quiero hablar, ni ver a nadie que se relacione con los Ardlay ─Comentó la joven mirando a su antiguo compañero del colegio ─ ¡Pero Annie, necesito hablar contigo, saber ¿Cómo es que Candy? ─ ¡Para! No nombres a esa sucia mujerzuela ─ Gritó la chica llevándose las manos a los oídos ─ ¡No te permito que hables así de ella! Advirtió el joven acercándose a la muchacha, ella lo miró, observó sus ojos azules destellantes de furia ─ ¡No Terry! ¡No te equivoques! ¡Aquí la que no permite nada soy yo! Durante mucho tiempo me vieron la cara y ahora ¡No lo permitiré más! imagino que si estás aquí es porque te has enterado que tu dulce Candy me robó a mi novio ─Decía la pelinegra, ya sin control
─ ¡No, Annie! Si estoy aquí es porque quiero saber, porque yo… jajaja… ─ ¿Quieres saber? ¡o comprobar que tu Candy es una cualquiera! ─ ¡Basta, he dicho que no la insultes! Jajaja ─Volvió a reír la chica ─ ¡Bien entonces lo comprobarás! Ven conmigo ─Ordenó guiando al castaño hacia la parte trasera de la residencia, entraron al cuarto de trebejos, la joven sacó un pequeño libro empastado con la insignia de los Ardlay ─ ¿Sabes qué es esto? ─Le cuestionó al actor ─Al parecer es un diario, pero ¿De quién? ─ ¡Toma lee y enterate! ─ Afirmó la pelinegra, quien ya no aparentaba modales, entregándole el diario de manera abrupta ─Pero, esto ¿Qué tiene que ver Annie? ─ Refutó el apuesto joven ─ ¡Querías saber! ¿no? ¡Pues entonces lee! ─Le apremió
Terry abrió el libro y lo primero que leyó fueron las iniciales A. C. A. ─ ¿Archie?, ¿Éste diario es de Archie? ─Preguntó un tanto desconcertado ─No más preguntas, ¡Lee de una maldita vez! El castaño al ver que la joven ya no tenía nada de tímida comenzó a leer:
"...No he podido dejar de pensar en ella. Se ha vuelto en mi obsesión. Haberla visto cambiar su cuerpo de niña por el de la mujer incitante en la que se ha convertido me altera, cada vez se me hace más difícil convivir con ella como si nada pasara, como si fuéramos solo "primos" son ya demasiados años de contenerme y me siento peor que un chiquillo.
Tengo ganas de faltarle al respeto y ¡Por Dios! que vaya que en mis sueños si lo hago, sin reparos.
Ella llega a mi habitación como una ninfa una figura casi etérea flotando con su camisón transparente el cual deja ver sus pezones rosados y erectos para mí me sonríe coqueta y sus esmeraldas arden en deseo por mí. Abre sus jugosos labios para pronunciar mi nombre que en ella me suena a gloria, a promesas hechas en el silencio y que finalmente se cumplen toda su atención es para mí la tomo de la mano y la invito a mi lecho ella se sonroja de la manera más encantadora encendiéndome aún más.
La recuesto junto a mí dándome la espalada para sentir sus deliciosas y suaves curvas repegarse contra mi miembro, la abrazo posesivamente deleitándome al saber que es mía al fin. Con mi mano recorro su cuello de cisne tan blanco tan largo y los pequeños ruidillos que hace al exhalar me excitan aún más. Bajo más mi mano, lentamente palpando cada tramo de suave piel de durazno, me dirijo justo donde se nota la aceleración de su respiración. ¡Oh por Dios!, sus firmes senos me reciben gustosos, he nacido para tocarlos. Mi lengua se delita en su nuca, en la tierna piel de su oreja, la saboreo y sigo propinando cariños a su pezón ¡Oh! dulce, dulce movimiento de caderas que me embrujan con su vaivén. Siento mi carne firme alojarse exquisitamente entre sus nalgas.
Estúpido camisón de ninfa has cometido tu propósito. Bajo mi mano izquierda por su contorno, me detengo un poco en su cintura acariciando su depreciación, es tan breve, tan pequeña y poderosa, sigo hasta llegar al dobladillo de la prenda y acaricio el muslo interno arrastrándola con mi mano subiéndola mientras la piel se eriza a mi contacto. Mi mano traviesa juega con los rizos de su pubis mientras mi boca se hace agua de probar esos labios, mis toques logran su objetivo y se encorva para sentir más de mí. ¡Oh! como disfruto hacerla reaccionar de esa forma acariciando lentamente, de manera rítmica justo en medio de sus labios, de manera superficial ¡Oh! sí Candy definitivamente un dulce para degustar lentamente.
Se abre lentamente como una flor que se despereza en la noche se parte, fragante dándole la bienvenida al toque invasor que ha logrado dialogar correctamente su entrada. Introduzco mi dedo que inmediatamente se humedece y los gemidos que me enloquecen se hacen más audibles incrementado el ritmo de las femeninas caderas que parecen tener vida propia su nudo de placer casi explota de inmediato ante mi toque. Rápidamente me hinco en la cama mientras ella sigue convulsionando, la despojo de su camisón y le doy vuelta acomodándola bien en la cama.
Sus pechos son perfectos, los pezones endurecidos pidiendo atención me coloco entre sus piernas, pero antes llevo mis dedos a mi boca, los que han estado dentro de ella y me deleito con su sabor. Ella me ha visto y se cubre los ojos un poco apenada, se los descubro y la hago probarse, “No hay nada de que apenarse Candy, amor eres deliciosa” ella sonríe y se acomoda lista para recibirme. Ya no quiero esperar más y me inclino a besar sus senos, acomodo mi virilidad en su entrada y la penetro ella ha sido mía ya en varias ocasiones y me recibe con un gozoso grito de placer, ¡Archie! Mis dedos se entrelazan en sus cabellos mientras ella me abraza con sus pequeñas manos que siento bajar aun tímidamente por mi espalda hasta que me aprieta las nalgas yo suelto un complaciente rugido ante su audacia y la recompenso moviéndome más rápido, profundo, la fricción de nuestros pubis es deliciosa.
Corazones acelerados, sudor y piel nos fragmentamos casi al unísono y ahí comienza mi infierno, el despertar, siempre es la peor parte. Mi espesa semilla derramada. ¡Demonios!, lo que haría porque fuera realidad..."
Terry iba leyendo, no daba crédito a lo que veía, todo el libro estaba repleto de descripciones similares, pero aun así ─ ¿Esto qué? Son las estúpidas alucinaciones de ese pervertido de tu ex novio ─Reclamó con la rabia tratando de contener el coraje, que muy a su pesar iba saliendo por sus ojos azules obscurecidos como la noche. ─ ¿Acaso no te das cuenta de que son sueños, deseos de Archie lo que plasmó en su diario? ─ ¡Eso no es suficiente para que insultes a Candy!
─ ¡Por favor, Terry! Parece que tú prefieres no creer lo que está más claro que el agua o tal vez sea más cómodo pretender ignorarlo para disfrazar un poco tu conciencia, cuando botaste a “tú Candy” por otra, ─Proseguía irónicamente una llorosa Annie con la cara desencajada ─ ¿Por qué no aceptas que esos dos nos han visto la cara? Tal vez desde que estábamos en el colegio, ¡Bueno por lo menos tú te alejaste de esa perra!
─ ¡Basta Annie! ─Gritó el actor tomando a la chica que parecía convulsionar de llanto ─ ¡Esos son sueños húmedos de ese infeliz de Archie! ¡No tienes por qué culparla a ella! ¡Entiendes! La pelinegra empujó fuertemente al castaño para gritarle ─ ¡Yo los vi! ¡Entiendes, yo los vi! El chico sintió un fuerte pinchazo en su corazón, pero aun así no soltó a la chica, quien continuaba vociferando ¡Son un asco! Pero la que provocó todo esto fue esa traidora, porque ella estaba en su habitación, cielos ¿Cómo fui tan estúpida? ¡Pero me vengaré! ¿Lo escuchas ¡Me vengaré! Terry iba a sacudir a la joven para hacerla reaccionar, pero en eso escuchó la voz de la señora Britter ─ ¿Qué pasa aquí? ¿Annie, querida, estas bien? ─dijo apresurándose a abrazar a su hija.
─Como puede ver mi niña no se encuentra bien, ¡Discúlpela por favor! Es mejor que se vaya ─Indicó caminando con la joven a la puerta del cuarto de trebejos. ─Pero señora, es necesario que concluya mi plática con Annie ─Apremió el castaño ─Lo siento señor Grandchester, pero no creo que sea lo mejor, buenas tardes, ─Concluyó la mujer sin volverse a mirar al chico.
Terry tomó el diario que había quedado tirado en el piso, arrancó las dos últimas hojas y salió del lugar hecho una furia, estaba decidido a romperle la cara al menor de los Cornwell, su coraje estaba enfocado en el que pensaba había pervertido a su pecosa, cuando iba llegando a la mansión de los Ardlay toda una mezcla de emociones vibraban en su interior se sentía frustrado, enojado, decepcionado ─ ¡Candy!, ¡Pecosa! Decía para sí haciendo su cabello para atrás con las dos manos, ¡Yo no debí esperar tanto, sin querer te dejé al acecho de quién siempre supe era mi rival! Tanto tiempo perdido, dudando, pensando que tú estabas bien. Es el destino que de nueva cuenta nos juega mal. ¡Pareciera que es una estúpida maldición la que cargo a cuestas!, pero ¡Ya no más! No, permitiré que esto se quede así.
Hice todo para recuperar mi vida, mi amor propio y ¡Por Dios que la viviré contigo!, así tenga que dejarte viuda, recién casada ─ Se dijo mientras observaba fijamente la mansión desde el otro lado de la acera.
Continuará…