Advertencia. Lectura para personas con amplió criterio.
Muy buenas noches a todas, más vale tardé que nunca. Aquí les traigo el siguiente capítulo de "Despertar", espero que sea de su agrado y porsupuesto agradezco el favor de su lectura.
Esté capítulo fue realizado con el apoyo de la maravillosa Elby8a mejor conocida como Fedra, quién más si no fuese ella para dar rienda suelta a la pasión y amor en su máximo esplendor. Te agradezco muchísimo querida Elby por tu gran apoyo.
Sin más preámbulo, reitero mi agradecimiento por su lectura.
Capítulo 1Portada, Laera.
Capítulo 2
Despertar
¡Me doy asco! ¿Porque permití que el duque me manipulara? Ver los ojos ardientes de Sally me hacen reaccionar e ipso facto cubro el cuerpo de la mujer que se encuentra debajo de mí, su mirada es impasible confirmándome lo estúpido que soy ¡No lo soporto! No soy un debilucho manipulable el cual después de ser pisoteado le soban la cabeza como a un perro, bastante tengo con la mirada de Richard cuando lo sorprendo observándome listo para tirar a matar. Me incorporo inmediatamente tomando la ropa esparcida por todos lados vistiéndome lo más rápido posible.
Salgo de la habitación dejando atrás la única experiencia que debí haber hecho mía atesorando por siempre el momento pero sé que no será así, quiero olvidarla, borrarla de la memoria apenas salga del lugar. Me encaminó hacia la salida, cuando estoy bajando la escalera, está cruje con cada paso que doy, vislumbró al ser humano que ha hecho de mi existencia un verdadero tormento desde que permitió que su amada esposa hiciera de mi estadía en la casa Grandchester un infierno.
Veo una gran sonrisa en su rostro, los ojos que antes se apagaron por el disgusto que le hice pasar ahora han cambiado su expresión, me dirijo a él esperando a que reprenda mi comportamiento pero al contrario de la reacción que esperó de mi padre lo único que salen de sus labios es la frialdad con la que siempre se dirige a su hijo primogénito " puedes retirarte", le devuelvo el golpe - me voy padre, pero antes deseo agradecerle la excelente elección que ha hecho de la mujer- lo dejó sin palabras, el hombre que barajeaba las cartas de póker sentado en medio de sus congéneres se ha quedado mudo, veo un ligero temblor en sus manos y esbozo una sonrisa de medio lado cuando mi padre dirige los ojos hacia mí, estoy disfrutando verlo palidecer.
Sin más, me encaminó hacia la salida pero algo atrae mi atención, veo a Sally en lo alto de las escaleras observando a mi padre, giró la vista en la misma dirección de la chica quedando paralizado con la estocada que me ha encestado Richard, una hermosa mujer lo acompaña, si no fuese de cabellera oscura y piel apiñonada juraría que es mi madre quien lo seduce mientras él la recibe gustoso ¿Es posible que mi padre aún guarde resquicios de cariño para ella? Sí, claro que sí ¿Por qué no lo noté antes? él aún la ama, siento aborrecer a mi padre más que nunca, no entiendo porque si no la ha olvidado tuvo la canallada de alejarla de mi lado o aún peor de destrozar a mi madre. Si… su buen nombre, los arreglos absurdos entre familias se antepusieron a sus verdaderos deseos es por eso que el hastío de verlo crece aún más pues estoy siendo fiel testigo que mi pertenencia al apellido Grandchester me obligará a seguir sus pasos, seré el títere del que solo Richard mueva los hilos.
Al regresar nuevamente a casa del duque, siento la boca seca y agria, finalmente la venda que me cubría los ojos ha caído de un solo tirón, el grandioso Richard Grandchester antepone en todo momento los intereses familiares y arreglos económicos que lo beneficien antes de otorgarle al hijo de la única mujeres que ha amado un poco de cariño disfrazado de atención. Tengo la imperiosa necesidad de un trago, solo uno que borré el amargo sabor de boca, todo lo acontecido me rebasó por completo, no supe el momento en que caí embrutecido por el whisky que tome, un trago me llevó al siguiente hasta consumir el contenido ámbar de la botella lo que provocó que el día siguiente terminará con jaqueca y expulsando el contenido del estómago, juro solemnemente que no volverá a pasar.
Inglaterra 1912
La urgencia me hace apresurar el paso, como ya es costumbre hice rabiar a la hermana Grey, me gusta tanto ver cómo el rostro se le desfigura con las blasfemias que salen de mis labios pero creo que esta vez me excedí un poco, el idiota de Stuart creyó que podría burlarse de mí por el simple hecho de ser el único que no recibe la visita de sus padres y terminé rompiéndole los dientes de un solo golpe ¡ni siquiera fue capaz de defenderse!, corrió a lloriquearle a la hermana ¡que patético!, todo un crío debajo de las faldas de la madre.
Sally y yo hemos adquirido una rutina, ella debe estar disponible en el instante que solicité su presencia aunque esto me ha costado cruentas peleas con Richard. Ya hace dos años que conocí a Salisbury como me dijo llamarse uno de esos días veraniegos en los que se sinceró conmigo después de que llegue urgido de su cuerpo arrancándole la ropa que usaba, aquél día la sangre me hervía pues hacía varios días que no la visitaba. Cuando las prendas cayeron al suelo quede perplejo de lo que veía, lágrimas caían de su rostro mientras mantenía la mirada gacha a causa de la humillación que le causaba mi escrutinio, su cuerpo se encontraba completamente marcado, enrojecido y vilmente mascullado, al preguntarle qué es lo que le sucedió las palabras salieron a cuenta gotas asegurándome que eran resultado de la vida que le toco, por primera vez me vi reflejado en ella, una mujer entera que en apariencia es fuerte pero al despojarla de la coraza solo queda una chica frágil a la que fácilmente pueden hacer pedazos.
La llevé a la cama entre mis brazos cubriéndola con las sábanas, Sally inmediatamente se hizo un ovillo, no pude ser indiferente a su dolor, me aferre a ella estrechándola lo más fuerte que me permitió, tanta fue la conexión entre ambos que inmediatamente el llanto fluyó con rabia e impotencia. La dejé expulsar los demonios que la lastimaban hasta que logro apaciguar su alma.
-Terry- escuché que me llamaba un tanto más serena
- ¿Porque sigues buscándome? Crees que no me doy cuenta por qué lo haces, desde el primer día lo supe…
No la dejó que cuestione mis actos silenciando sus labios con los míos. Después de un largo tiempo me apartó e inmediatamente ella vuelve a la carga
-¿Alguna vez te has enamorado?- la veo fijamente a los ojos pues me sorprende su pregunta ¿Acaso ella guarda otro tipo de sentimientos por mí? Si es así, sería mejor poner distancia entre nosotros, no la amo si es lo que ella pretende, le guardo cariño pero no más, no es por la diferencia de clases es que yo no sé qué es amar.
-Dicen que el amor es para los locos, y yo no lo estoy- le digo con convicción.
Me descoloca un poco la mirada de Sally pero es mejor que no se creé expectativas, entre nosotros eso nunca sucederá ni con ella ni con ninguna otra. Por esta ocasión la dejó tranquila, no está en condiciones óptimas para una sesión de sexo desenfrenado.
He discutido con Richard una vez más, asegura que mamá se olvidó de mí ya que hace semanas no recibo su correspondencia, mi padre sabe perfectamente como herirme. La única forma que tengo para desahogarme es al lado de Sally, la chica logra calmar mi estado de ánimo cuando me entrega sus caricias. Voy directo a la habitación donde habitualmente se encuentra, asomo el rostro por el quicio de la puerta viendo como ella se acicala frente al espejo y entro sigiloso, pero se percata inmediatamente de mi presencia girándose para regalarme una dulce sonrisa sin embargo yo no deseo solo eso, la tomo por la cintura atrayéndola a mi cuerpo al tiempo que beso sus gruesos labios, su cuerpo se arquea de modo que su sexo se restriega contra mi dura erección, lentamente recorro cada botón de su vestido liberando sus dulces e hinchados montes mientras los tomo entre mis manos la llevo directo a la cama que ha sido fiel testigo de las ardientes y desenfrenadas jornadas en las que nos perdemos cada vez que la necesidad me invade.
Terminó despojándola de su vestido quedando completamente desnuda frente a mí. De pronto recuerdo una lección que me había dado, fue la ocasión en la que le pedí que, ya que iba a instruirme en el arte del sexo, quería que me enseñara sin reparos a darle placer a una mujer. Mi ego no me permitía menos que eso, muchos gritos fingidos salían provenientes de otras habitaciones y yo quería saber, tener la certeza de que, quien estuviera conmigo lo disfrutaba tanto o más que yo.
En este encuentro teniéndola así a mi entera disposición quise darle un regalo para dejar atrás el mal sabor de boca de la vez pasada. Sally ya se había hincado en la cama y comenzaba a desabrochar mi cinturón. Metió la mano dentro de mi pantalón tomando mi duro miembro, se relamió los labios traviesa, su toque era la gloria, pero, si quería continuar con mi idea inicial debía detenerla, así que bajé mis manos, hasta posarlas sobre las suyas y le indiqué que se recostara en la cama. Ella se sorprendió, pero me obedeció. Me despojé de mi camisa y me subí a horcajadas, acto seguido comencé por comerle los pechos llenándome las manos y la boca, succionando sus pezones mientras mis manos inquietas la rodeaban por su espalda para atraerla hacia mí, Sally dobló sus rodillas para darme mejor acceso. Yo siguiendo las “sugerencias” de aquella clase me dirigí al sur con mordiscos demandantes mientras se retorcía a la expectativa de mi siguiente movida. recorrí con mi lengua su ombligo, después me detuve, volteé a verla de esa manera que sé que le encanta y le apreté el derrière mientras ella me veía con sorpresa como me acomodaba entre sus piernas dispuesto a saborear un exquisito manjar.
Con mis dedos le separé sus labios que ya estaban expectantes y ubiqué mi objetivo. Esa pequeña perla rosada que sobresalía pidiendo atención. Con mi lengua en punta la toqué, en respuesta lanzo un pequeño grito ahogado, yo no perdía el contacto visual. Le ordené que no cerrara los ojos, ¡sabría si estaba fingiendo! me acomodé mejor recordando de nueva cuenta que me había recomendado abarcar la mayor parte de piel posible, que imaginara que estaba comiendo algo, un helado fue lo que vino a mi mente, un helado que se derretía y cuyo espeso jarabe brotaba de su interior, me encantó su respuesta era entre un sigue y detente. Me sentí poderoso ella temblaba entre mis brazos, sus piernas se estremecían con cada degustación que hacía. A veces introducía mi lengua en su vagina y otras veces jugaba con ella, desviándose por los costados de la perla para luego bajar en pleno y detenerme justo ahí delineándola, cubriéndola con lo ancho y largo de mi músculo mojado. Observaba como ella apretaba las sábanas entre sus dedos mientras se le dificultaba cada vez más el mantener los ojos abiertos, su respiración se aceleraba provocando que empujara sus caderas rítmicamente ansiosas hacia mi boca.
Su cuerpor respondía al compás de mis caricias regalándome más de su miel que bebí ávidamente mientras sentía como mi erección se inflamaba más allá de lo imaginable.
Descubrí que darle placer a ella era a la vez erótico y jodidamente gratificante. Cada vez que ella temblaba mi erección palpitaba dentro de mis pantalones añorante de hundirse allí donde mi lengua se arrastraba arremetiendo implacable, llenándose de ella, de su esencia. El estremecimiento fue tal que me jaló de los cabellos antes de soltar un dulce gemido liberador que me llenó de satisfacción y obro maravillas en mi ego, le permití disfrutar de su orgasmo.
El brillo en su piel y la mirada que me regaló me hacían saber que había aprendido bien la lección. Ya no soportaba la presión de mi pantalón e interiores sobre mi hinchado miembro, separándome de ella me despojé de las fastidiosas prendas. La piel me quemaba me di cuenta que pasaba aire por entre los dientes tratando de contenerme. Entonces Sally se me acerco tomó mi ardiente falo y la vi succionar la punta, mis caderas empujaron contra ella hundiéndose deliciosamente un par de veces más. Cuando quise volverlo a hacer ella retrocedió me jaló de la mano y aprovechando mi aturdimiento me obligó a recostarme boca arriba, tomó mi hombría entre sus manos al tiempo que se sentaba sobre mí y me cabalgó duro, frenéticamente mientras yo le apretaba los pechos y me dejaba hacer a voluntad elevándome a lo más alto del placer.
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Recuerdo el día que desembarque en el puerto de Southampton, la falta de noticias me hizo ir a américa a buscar respuestas, error… nunca debí haberlo hecho, no sé quién es peor si mi padre por ser un tempano de hielo o mi madre por despreciar a su hijo, fue capaz de negar mi existencia, un golpe bajo que mato lo único que creí autentico, el cariño incondicional que se supone debe tener por su hijo. Como actriz es muy buena, mira que regodearse ante Richard de ser una madre abnegada y a sus espaldas ser solamente la afamada e inalcanzable Eleanor Baker, atravesé el atlántico solo para descubrir que mi existencia más que motivo de orgullo es motivo de vergüenza, me doy tanta pena que al ver la inmensidad del océano no habría dudado un instante en arrojarme a él de no haber sido por la pequeña pecosa e insolente jovencita que logro hacerme reír a carcajadas después que discutimos la vasta colección de pecas que posee.
Si pudiera cambiar las cosas lo aria el deseo que siento por ella, el ansia que despierta en mí. Cierro los ojos por la noche y me acaricio pensando que es ella, que son sus manos las que me tocan, lo hago y me odio a mí mismo porque mi deseo no es auténtico sino retorcido, salvaje y malvado. La pequeña pecosa está entrando en mi como la humedad se cuela entre los muros, ahora lo veo con claridad pues la misma Sally me hizo reconocerlo la noche que alcoholizado arme tremenda trifulca en el tugurio, “te estas volviendo loco Terry” me lo dijo con nostalgia y los ojos cristalinos después de confesarme que desde que regrese de américa ya no la busco con la misma frecuencia con la que lo hacía, que algo en mi ha cambiado, que me nota entusiasmado y hasta cierto punto sonriente, algo que durante todo el tiempo que llevamos de conocernos nunca antes lo había notado, como negarlo si la rubia ocupa mis pensamientos la mayor parte del tiempo.
La frecuencia con la que visito los barrios bajos de Londres ha aminorado, es extraño pues ahora solo deseo permanecer el mayor tiempo en el San Pablo, de ser posible al lado de Candice en lo que ella ha nombrado la segunda colina de pony. Hago cualquier cosa, lo dejo todo, confieso que me he vuelto su acosador provocando casi indirectamente cada encuentro dentro y fuera del colegio, no me enorgullezco de esto pues ahora si parezco un verdadero estúpido detrás de una chica.