EL NIÑO
Niño, como quisiera abrazarte
dormir contigo mil años
juntos un sueño de amor...
Niño, como quisiera besarte
probar el dulce salado
que me prohíben tus labios...
Niño, tu siempre sigues presente,
vives grabado en mi mente
aun no te puedo te puedo borrar...
La Parca vestida de nana, llegó por el dulce niño a quien llevaría en su barcaza hasta el lugar donde la miel mana y los unicornios les acompañan. Con amoroso cuidado los acomoda para no asustarlos, con dulzura los acurruca para que un mal sueño no pueda despertarlos. Se lleva con ellos su almohada, un juguetito, una sabana, algo que los haga sentir que aun lejos, se llevan algo de casa, para que nada extrañen, para que nada duela, y sólo tengan sueño y reposo eterno entre nubes de algodón y polvo de estrellas.
Todos son bellos, todos. Ella sabe lo delicados que son y con ternura les lleva por el Estigia hablándoles bajito en la antigua lengua olvidada y cantándoles sonatas y valses al compás del remo con el que impulsa su navío espectral.
Hay unos traviesos, cuya vida inquieta y rebelde en su sonrisa se delata, ha habido cada pícaro que darle un pellizco le provoca. Hay unos tristes, que con ansia la esperaban, esos como le pesan pues ningún niño debería desear conocerle. Hay niños que fueron obligados demasiado pronto a cambiar por un fusil sus soldaditos de plomo. Hay niños cuyos sueños inocentes acabaron demasiado pronto.
Y luego hay niños como este, ángeles encarnados cual seres irreales que el mundo no merece.
Que en sus manos amorosas las rosas y las personas florecen.
Fue cuidadosa de traer esas flores, que con dedicación de alquimista creó diligente,
el perfume que de él despide hace para ella incluso el viaje diferente.
Si en sus manos estuviera detener su navío y retrasar su encargo, si tan sólo eso estuviera en sus manos...
A lo lejos escucha las voces de quien de él se despiden, y el llanto de una niña que clama por su regreso,
que no entienden que la muerte de un niño al final es una bendición si conservan la pureza
que la vida siempre les roba? Que la pobreza, o el hambre, o la guerra o la maldad les arrebata?
Que no entienden que un niño que muere va directo al Eliseo, donde no hay temores nocturnos, no hay ira, ni celos, ni angustia por un mañana del cual control no tienen?
La barcaza se mece cuidando el sueño del niño, y su dulce rostro de querubín, sonrosado, élfico,
deleita el pecho de la Parca, que lo mira arrobada, cual madre enamorada.
A lo lejos divisa la luz que le señala
que finalmente han arribado a su última morada.
Gracias Bella Igzell por esta maravillosa imagen traída por ti!
Última edición por Maga Cafi el Miér Mayo 06, 2020 10:19 pm, editado 1 vez