I´VE CHANGED FOR YOU
PARTE SIETE
PARTE SIETE
Candy se miraba en el espejo del suntuoso baño de su Penthouse. Se había vestido con un vaporoso camisón de organza transparente con nada más que un breve braga de encaje debajo y una cinta de listón blanco sosteniendo su cabello que dejaba su rostro despejado y pálido. Se perfumó preparándose para ir a encontrar a su esposo y tener su primer encuentro íntimo con él. Sentía que se le dificultaba respirar y que las piernas le temblaban de los nervios. Abrió el grifo y tomó un poco de agua con la mano y se puso un poco en la nuca para tratar de aliviar el calor que la hacía sentir levemente sofocada. Regresó su mirada al reflejo que la miraba azorada desde el espejo y se dijo a si misma que no tenía razón para sentirse nerviosa, que no debía reaccionar como una niña estúpida y ridícula y que tenía que comenzar a dejar de pensar en si misma y cumplir con lo que ella como mujer debía hacer. No era que no lo deseara, era que no sabía que esperar de lo que estaba a punto de ocurrir.
Neal durante el tiempo que la cortejó y posteriormente durante su noviazgo y compromiso fue sumamente respetuoso y atento. Las veces que se besaban al estar solos o al despedirse era sumamente tierno y apasionado, ella se dejaba llevar por su forma particular de tocarla, tenía una manera peculiar de seducirla que sin ser abierto, descarado o lujurioso, parecía que sabía encender botones candentes en su vientre y pecho. Tenía una mirada penetrante y con un sesgo perverso pero acompañada de una galantería irresistible. Hacía todo de una forma que a ella le satisfacía, sus atenciones y caballerosidad melosa sin jamas ser empalagosa. Nunca intentó propasarse y eso a ella la fascinaba, no se sentía presionada ni forzada a nada. Su relación con él fluyó con una naturalidad que le dejaba en ocasiones perpleja.
Así que qué coño podía estar poniéndola como una mocosa ridícula en ese momento? En su alcoba la estaba esperando un delicioso moreno: esbelto, alto, con una tupida y suave cabellera y un cuerpo que ella en ocasiones se encontró a si misma imaginando como se vería desnudo. Cuantas veces lo vio de espalda y se sintió desfallecer de deseo. Acomodándose un rizo y aclarándose la garganta, salió y vio el cuarto en penumbras. Una pequeña lampara al fondo junto al gran ventanal desde el cual se apreciaba la belleza de la noche citadina y la luna llena como joya pendiendo del cuello de la negra noche. Se acercó y miró todas las luces abajo y la profundidad del horizonte.
-Candy...
Escuchó su voz ronca al otro lado de la lujosa habitación. Y lo vio venir hacia ella lentamente. Traía una bata sin camisa y solo el pantalón de la pijama de seda, descalzo. Ella sintió latir con violencia su corazón pero intentaba controlarse para no arruinar la noche más importante de su vida. El llegó hacia ella y con movimientos suaves de sus manos, comenzó a acariciarle el mentón y la cintura. Sus ojos ambarinos la miraban de una forma desconocida, hechizante, y después de examinarle el rostro y cuello a detalle, los clavó en los suyos como dagas afiladas.
-Estas bien, babe? Le hablaba con los labios apenas rozándole la mejilla y dejando adrede que su aliento le rozara, ella comenzó a respirar con más dificultad.
-Si Neal, estoy... estoy bien...
El sin besarla y sin quitarle la mirada de los ojos dejó su mano izquierda en la nuca mientras que la derecha bajaba sinuosamente por su cadera, pasando por su vientre y dejándola finalmente en el inicio de su entrepierna.
-Que bueno, babe, por que quiero decirte lo que quiero de ti... Empezó a besarle el cuello, primero muy suavemente, su mano derecha se dirigió a las nalgas y las recorrió con la palma gentilmente, Candy se estremeció dejando escapar un gemido y puso sus manos en los costados del muchacho,- Quiero que me desabroches la bata y toques mi piel con tus manos. Ella obedeció moviendo sus manos acariciando tímidamente la tersa piel aduraznada para finalmente dejarlas sobre sus hombros. Neal apretó el torneado trasero acercándola contra su cuerpo y ella sintió la dureza de su erección dando un ligero respingo, él sonrió tomándole una mano y haciendo unos pasos de baile que a ella la hicieron reir.
-Tienes miedo, babe? Le dijo él con ternura. Ella ladeó la cabeza entornando los ojos, suspiró.
-No, amor. Es sólo que, todo esto es nuevo... La besó dándole un chupetón en los labios.
-Lo se, yo lo se, y me encanta eso de ti. Me intriga y soy afortunado. Aunque te confieso, si así no fuera, te desearía igual... Puso su boca en el cuello de ella y la hizo girar de frente a la ventana y con sus manos arrimó el trasero de Candy mientras se seguían meciendo al ritmo de una melodía que sonaba al ritmo de sus corazones. Ella sentía la anatomía de Niel, caliente, dura, contra su espalda, y una pequeña capa de sudor comenzó a cubrir su piel. Neal subió una mano para tomar con ella uno de sus senos y con la otra metía sus dedos entre sus piernas, ella las acarició a su vez.
-Si me lo permites, yo te daré todo eso que ven tus ojos, pondré a tus pies todo lo que un hombre es capaz de darle a una mujer, si me dejas, te haré mi diosa. La voz de Neal sonaba densa, vibrante. Candy cerraba los ojos extasiada por el embrujo de ese instante. -Quieres eso de mi, Candy, lo quieres?
-Oh si Neal, si...
-Bien...
Neal levanto la falda de la bata de organza y acaricio la piel erizada de las firmes piernas y metió los dedos dentro de la braga sintiendo el suave vello y ella hizo un movimiento que la acercó aun más al miembro de Neal, él mordió con suavidad el cuello haciendo un gruñido.
-Me vas hacer venir, babe, y no quiero eso, quiero hacerte gozar, ven a la cama...
Neal se separó de ella y la jaló por la mano hacia la preciosa cama mientras que Candy lo siguió como un cordero sedado rumbo al matadero, la sentó en la orilla, se quitó la bata y la recostó e inclinándose sobre ella siguió besándola.
-Babe, tú eres enfermera, y sabes de anatomía, dime, como le dices a lo que tengo entre las piernas?
-Eh? Pene...
-Bien, yo le llamo verga y quiero que así le digas, esta bien? No te incomoda?
Neal le hablaba mientras la besaba en la cara y se frotaba sobre ella, ella a como pudo le contestó.
-No, no me incomoda, amor...
Neal se fue quitando la pijama y quedó desnudo sobre ella, y se acomodó de tal forma que dejó un espacio entre sus cuerpos.
-Bien, Candy, quiero que agarres con tus manitas mi verga, tócala, babe... El la miraba a los ojos, ella bajó sus manos por el cuerpo varonil hasta que sintió la piel rugosa, tersa y palpitante del generoso miembro. Neal gimió satisfecho y se permitió disfrutar la primera caricia de su mujer en su parte mas sensible.
-Candy, cuantas veces te imaginé haciéndome esto, babe, oh babe que delicia!
Neal la detuvo y volvió a besarla mientras comenzó a bajar esos besos que ya eran mas intensos por el cuerpo de la rubia que ya jadeaba inconsciente. Levantó la ligera bata y expuso su monte de venus y abrió las piernas de ella con sus manos y al darse cuenta con su boca de que había humedad en sus labios vaginales, comenzó a darle sexo oral. Candy se llevó las manos a la cabeza y sus gemidos eran mas seguidos e intensos.
-Oh si, Neal, si, oh... NEAL!! Sintió como él la agarraba por las caderas y metía su lengua entre los pliegues de su vulva. Cuando la escuchó gemir, sin dejar de mirar como ella reaccionaba, se levantó y volvió a colocarse sobre ella entre las piernas de una Candy completamente rendida. Los labios del muchacho estaban hinchados, Candy podía ver como palpitaban y lo besó probando ese extraño sabor salado que la desquició.
-No te detengas, siento que no puedo mas, hazmelo, hazmelo ya Neal!
Neal sonrió resoplando mientras metía su mano en la vulva de Candy.
-Que quieres, babe, que quieres que te haga?
-Hazme tuya, Neal, házmelo! Rogó en un susurro.
-Eso quiere la niña? Eso le daremos por que soy su esclavo...
Metió el dedo medio en la cerrada carne para desflorarla. Candy gimió con los ojos cerrados y él detuvo el movimiento besandole el cuello.
-Te duele, Candy?
-Si... dijo ella
-Quieres que me detenga...
-No! no pares, no pares...
El siguió, y Candy respiraba como pajarito mordiéndose la mano hecha puño. Diablos, como algo que dolía tanto podía ser tan desquiciantemente placentero. Neal mientras entraba en ella lamía sus senos sobre la húmeda tela que ya era prácticamente transparente. Llegó el momento que Neal también ya no pudo más, rompió la delicada prenda y se acomodó de nuevo colocando su miembro en la entrada cerrada de Candy quien volvió a gemir al sentir esa nueva sensación en su carne adolorida.
-Quiero que me mires a los ojos, quiero que me jales de los cabellos, quiero que nunca olvides esta noche...
Neal frotó varias veces su cadera en ella, Candy se movió a su ritmo, supo que ella estaba lista.
-Dime: Neal quiero que me metas la verga... Dilo Candy... Dilo...
Ella jadeando lo miró a los ojos con las pupilas dilatadas, estaba completamente a su merced, intoxicada de deseo y lubricidad. Le contestó con una voz grave y sensual, como retándole:
-Méteme la verga, Neal. Hazlo ya...
Neal apretó los dientes ante la dureza de la anatomía de la chica que chupaba resoplando su oreja. Estaban completamente bañados en sudor.
-Mierda, estas tan cerrada, esto te dolerá, babe...
-Hazlo, hazlo Neal...!
Ella sintió que se iba desmayar cuando su vagina se rasgó con la gran penetración, los dos gimieron, Neal la tenía prendida por los hombros y ella clavaba sus uñas en la espalda tensa del muchacho, él la apretaba hiriéndola con su agarre y ella aumentó el volumen de los gemidos.
-Grita, babe, grítame todo lo que quieras, aquí nadie te oirá, grita Candy! Por que te haré mucho daño, y lo vamos a disfrutar...
Neal comenzó a embestirla con cadencia, sentía la humedad entre sus cuerpos y el olor a sangre lo excitó como un animal que se deleita en el festín de la presa que tiene entre sus dientes.
La intensidad y velocidad de las embestidas fueron aumentando hasta que él ya no pudo aguantar las ganas de correrse.
-Diablos, Candy, me vengo, babe, me vengo!!
-Neal, Neal, te amo!
-Yo tambien, Babe, yo tambien... te amo...
El se dejó caer sobre ella, sintiendo las pulsaciones de sus sexos latir, no quería soltarla, no quería salir de ella, aun unidos la acarició y besó con dulzura y ella lo abrazó con las piernas y brazos llena de su olor y dichoso cansancio. Ella sabía que una nueva etapa en su vida comenzaba y estaba decidida a no permitir que ninguna sombra de su pasado, por más amada o turbia que esta hubiera sido, le robara la oportunidad de ser feliz al lado de ese hombre que ahora era su dueño y señor. Estaba dispuesta a ir hasta el mismo infierno para rescatarlo, de ser necesario, se durmieron abrazados y antes del amanecer, él volvió a hacerle el amor.
CONTINUARÁ
PARTE 6
PARTE 8 FINAL
Última edición por Maga Cafi el Lun Mayo 04, 2020 6:31 pm, editado 1 vez