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--Bien chicos, nos vemos la siguiente clase.
--Emm, tutora, ¿cree que podría tomar clases particulares con usted?
--Lo siento Jimmy pero no puede ser, siempre tengo agenda llena. Nos vemos. –Dije esto, al tiempo que salía apresuradamente de la biblioteca.
Ufff, qué día.
Primero, administración ejecutiva estuvo perrona; ese profe quiere que, además de estudiar, seamos adivinos del futuro económico del mundo… mmm. Luego, el equipo con el que me tocó trabajar para la exposición, parece novato, a excepción de Archie… No sé si soporte andarlos arriando para que hagan esto y aquello. Y remato con mi labor social, ¡labor social! Estúpida Susana, fue corriendo a llorarle al director acerca de “comportamiento tan inadecuado” ¡Ja! ¡Zorrona!… Supongo que si hubiera hablado del comportamiento de esa bruja con “mi novio” no hubiera valido ante el director… Argggg… La odio. Mi sanción: dar tutorías.
Estoy a punto de concluir una semana como “tutora” de los chicos con problemas en materias administrativas… Son muy monos los novatos, pero castrosos y enamoradizos, para muestra, Jimmy.
Me mira embobado, está atento a cada uno de mis gestos y movimientos… y justo ahora, ha intentado tener un espacio a solas conmigo… Uff, repito, qué día, pero gracias a Dios, ya terminó, al menos en la escuela.
Me aproximo a la salida y veo a las chicas junto a los chicos. Al llegar a ellos, Annie se me abalanza y por poco me lleva al piso… Siempre tan atolondrada.
--Me quieres decir ¿qué te pasa? Estás exultante de alegría. –Digo cansinamente.
--Es viernes niña, día de juerga. –Dijo ella muy emocionada.
--Hoy no Annie, por favor, he tenido una semana de la fregada.
--¿Tus alumnos? –Preguntó Patty.
--Ajá. –Respondí mordiendo una manzana que llevaba en mi bolso. –Y también las clases, creo que hoy el universo conspiró contra mí. Lo único que deseo es darme una buena ducha y dormir de corrido.
--Ashhh Candy, qué aburrida, me recordaste a mi abuelita: “Debemos dormir temprano para levantarnos con mucha energía” –Dijo Annie apretándose la nariz e imitando la voz de una anciana. Sin poder evitarlo, todos nos echamos a reír. Así era mi amiga, imposible.
--Podemos ir a un lugar tranquilo. –Propuso Stear.
--¿Eres tú otro anciano encerrado en el cuerpo de un joven? –Stear y yo rodamos los ojos. –Por Dios, ¡sólo se vive una vez!
--Mi flaquita tiene razón. –Habló Archie. –Debemos ir a despejarnos hoy gatita, nos lo merecemos.
Suspiré y dije:
--No lo sé…
--Invita a Terry, así habrá más ambiente para tí… A propósito ¿No es hoy que cumplen un mes de novios? –Dijo de forma sugerente mi pelinegra amiga.
Patty y yo la miramos con los ojos muy abiertos… ¡¡¡Un mes!!! Y había llegado el día de cumplir mi promesa… Me estremecí al pensarlo.
Después de aquel caliente encuentro, Terry y yo nos vimos muy poco. Ahora por culpa de las estúpidas tutorías, nuestros horarios no coincidían. Las únicas veces que pudimos vernos fueron después del entrenamiento, cuando me llevaba a casa, y eso a veces, o por videollamadas… Él también tiene mucho trabajo.
Estaba ansiosa por pasar tiempo a su lado, hasta que la idiota de Annie me recordó qué día es hoy. ¿Querrá Terry cobrar mi propuesta? ¡Ay no! Y no es que no lo desee, sino que, no pude prepararme para este día… Ya me entraron los nervios.
--Y hablando del rey de Roma. –Dijo una sonriente Annie.
Me giré para ver por dónde venía mi adorado castaño… Ceñí mi frente al ver que venía sonriendo con una chica castaña a la cual no había visto antes, o eso me parecía. Terry volvió a sonreír y yo contuve el aliento, sentí un apretón en el estómago y una sensación que supe identificar muy bien: celos.
--¿Quién es esa chica? –Preguntó mi chismosa amiga.
--Alguna compañera Annie.
--No la había visto antes. –Insistió ella.
--No tenemos por qué conocer a todos los de la escuela. –Afirmó Patty.
--Pero alguna vez la habríamos visto. – Incitó nuevamente Ann.
Terry se despidió de su… amiga, y caminó hacia nosotros.
--¡Qué tal chicos! –Saludó alegremente. –Por fin viernes.
Se acercó a mí y depositó un suave beso en mi frente. Yo apreté mis labios por su acción. Parece que volvía a ser el caballero de brillante armadura.
--¿Qué tal tu día, preciosa? –Preguntó mirándome.
--Cansado. –Admití. – ¿Y el tuyo?
--Ajetreado, pero bien. –Dijo con una sonrisa en sus labios; yo hice un amago de sonrisa. No quise preguntar de la chica que venía con él, y él tampoco mencionó nada al respecto. Me acercó a su pecho y me abrazó.
--Estábamos planeando salir hoy por la noche Terry, ¿qué te parece? –Dijo mi insistente amiga. –Aunque acabamos de recordar que hoy cumplen un mes de novios y a lo mejor quieran un tiempo en privacidad –Dijo esto moviendo sus cejas en modo insinuante.
Sentí a Terry envararse y mi rostro enrojecer, al tiempo que mi corazón empezó a palpitar demasiado rápido recordando nuestro encuentro de hacía una semana. Terry me separó de él y dulcemente preguntó:
--¿Qué quieres tú princesa?
--Bueno yo… --No sabía qué decir. Claro que deseaba pasar tiempo a solas con él, aunque no estaba segura de dar el siguiente paso aún… Necesitaba estar mucho más segura de mí misma, en todos los sentidos. –Creo que sería buena idea salir con los chicos.
Terry sonrió tenuemente y asintió; yo sólo bajé mi cabeza, rogando a Dios que él no decidiera pedirme nada esta noche. Me estaba entrando el pánico.
Mi chico propuso llevarme a casa, pero Annie se empeñó en que ella y Patty me llevarían. Terry prometió pasar por mí en la noche y nos despedimos con un casto beso en los labios. Nos subimos al auto de Ann, pusimos música y nos dirigimos a mi casa.
Al llegar a mi hogar saludamos a mi madre, quien nos ofreció algo de almorzar, pero declinamos, y aproveché a comentarle nuestra salida nocturna, ante la cual ella nos dio las recomendaciones necesarias para, después de ellas, irnos directamente a mi habitación.
--Toma tus cosas y vamos a mi casa. –Dijo Annie efusivamente.
--¿Qué? Creí que saldríamos de aquí.
--Claro que no pecosilla, necesitamos privacidad.
--¡Oye! – Me quejé. –No me llames así.
--¡Ay tú! Si así te llama tu nerd.
--Sí pero ese es él no tú y no le digas nerd. –Le dije sacando la lengua.
--¡Ay ya vámonos Candy! ¡Apura, apura!
Busqué un vestido ajustado en color verde militar, con mangas tres cuarto, escote en V y que me llega hasta medio muslo, junto a unas sandalias de tacón en el mismo tono. Elegí unas argollas grandes, anillos anchos estilo egipcio y un pequeño bolso, todo en color dorado. Ya en casa de Annie ocuparía maquillaje. Le dije a mi madre que me quedaría en casa de Ann y después de hacerle la rogona un rato, aceptó.
Pasamos a casa de Patty con la misma dinámica y nos fuimos a la casa de mi locochona amiga. Sería una tarde-noche de chicas.
Al llegar a casa de Annie, nos preparamos unos emparedados y nos dirigimos a su habitación. Ella se puso a elegir su atuendo y mientras lo hacía, le envié un mensaje a Terry para avisarle que llegaría con Ann a la disco, por lo que sólo le indiqué cuál sería el lugar para verlo allá.
--Bueno Candy, debes saber por qué te he traído a mi casa.
La miré de manera extraña sin entender su discurso.
--Pues porque vamos a una disco ¿no?
--Ay niña, claro que no, esta tarde, te vamos a dar lecciones sobre cómo pasar tu primera vez con tu amorcito.
Los colores se me subieron al rostro y no sólo a mí, Patty estaba igual.
--¿Vamos? ¿Tú y quién más?
--Pues Patty y yo tonta. –Miré a mi otra amiga interrogantemente.
--Ahh, es que como has estado tan ocupada no te has enterado.
--¡Annie por favor! –Exclamó Patty tapándose el rostro.
--¿Enterarme de qué? –Pregunté con cierto recelo.
--Que Patty y Stear ya tuvieron su primera vez, ahora sólo faltas tú.
Me quedé en shock ante tal revelación y lo único que pude pensar fue: ¡Que Dios me agarre confesada! Annie no descansaría hasta hacerme parte del club de las no vírgenes.
********************************************************************************
Llegué a mi departamento, molido. Esta semana fue bastante atareada. Resulta que el profesor de escenificación está pensando armar una obra de Shakespeare, sí, ya se imaginan ¿no? Romeo y Julieta.
Se crearon equipos para armar la escenografía, recortar el libreto, encargados de audio, vestuario entre otros. Yo quedé en el equipo del libreto, y para variar, como líder. Siempre me ha gustado trabajar solo, es más fácil ponerse de acuerdo con "uno mismo", pero bueno, “debo impulsar” a mis compañeros a mejorar, según palabras de mi profesor.
He visto muy poco a mi Pecosa, pobre, a causa de la casa de empeño ya casi no coincide conmigo en la hora del receso; apenas y la he visto. A veces la llevo a su casa (cuando su amiga pelinegra no se empeña en llevarla ella), trato de agarrar el camino más largo para pasar más tiempo con ella, pero la he visto tan cansada que procuro darle su tiempo y dejarla descansar. Últimamente nos hemos comunicado sólo vía celular, pero sabe Dios cuanto necesito tenerla cerca… Desde ese día, hace una semana, la llevo tatuada en mi piel.
Las noches son torturantes para mí, porque la sueño de una y mil maneras y amanezco con un firme soldado todos los días. El deseo se ha intensificado cada vez más en mi mente y cuerpo… Después de lo ocurrido, no hemos hablado del tema, así como tampoco hemos hablado del beso de ella y Brower, pero tarde o temprano tendremos que hacerlo.
En esta semana sucedió algo curioso, una vieja amiga, y ex novia, llegó a la universidad por intercambio, también es inglesa y estudia la misma carrera que yo: Karen Kleiss.
Ella y yo fuimos muy amigos en Inglaterra, de hecho sus padres son amigos de los míos. Nos conocimos desde muy jóvenes y tuvimos un enamoramiento de adolescencia. Cuando crecimos, me di cuenta que no podía verla más que como una amiga y se lo dije, me pareció ver que ella no lo tomó muy bien, pero acabamos siendo amigos y confidentes.
Parece nada pero, qué bien se siente encontrar a alguien tan cercano a ti en un lugar tan lejano. Ella se ha adaptado muy bien y hemos hecho mancuerna. Le he hablado de Candy y estoy ansiosa porque mi Pecosa la conozca. Espero poder presentársela hoy.
--¿Qué harás hoy Terry? –Preguntó mi amiga.
--Aún no lo sé, tengo pensadas algunas cosas para aprovechar el tiempo con mi nena.
--Ahhh, claro, ahora eres un chico amarrado ehh. –Ella se rió y me causó gracia su comentario, haciéndome sonreír.
--Qué bien sonó eso Kleiss, yo diría felizmente amarrado. –Y sonreí cual gato de Cheshire.
--Bueno, entonces tal vez un día podamos quedar para tomar un café y platicar.
--Claro, de hecho quiero que conozcas a Candy, podría ser ahora mismo.
--Amm… Sí claro me dará mucho gusto, pero preferiría que fuera luego, justo ahora llevo prisa. Bueno te dejo, nos vemos. –Dijo esto alzando su mano y caminando rápidamente.
Me acerqué hasta donde estaba mi Pecosa y sus amigos, besé su frente y la abracé. Una vez ahí me enteré de la dichosa salida, a decir verdad no se me apetecía mucho ir a una disco, deseaba más poder pasar un tiempo a su lado, viendo una peli en su casa y aprovechando su cercanía.
De pronto, Annie soltó una bomba que hizo que me tensara al escucharla: mi Pecas y yo hoy cumplíamos un mes, ¿ya? ¿Tan rápido? Claro que entendí lo que eso significaba. ¿Estaba planeando Candy terminarme? Al fin de cuentas yo sólo le había pedido un mes. La incertidumbre me estaba matando. Para variar, su loca amiga decidió que se fuera con ella y no pude hacer nada para evitarlo y poder tratar de descubrir los pensamientos de mi rubia, a quien noté un poco extraño. El corazón me retumbaba a mil por hora. ¡¡¡Por favor Dios, por favor, por favor, por favor… que no quiera dejarme!!!
Recibí un mensaje de Candy avisando que no la fuera a buscar, que se iría con Annie. Mis nervios se pusieron peor y mis pensamientos volaron a una y mil posibilidades. Definitivamente hoy tendría que hacer uso de la artillería pesada… Hoy sería el día.
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--Emm, tutora, ¿cree que podría tomar clases particulares con usted?
--Lo siento Jimmy pero no puede ser, siempre tengo agenda llena. Nos vemos. –Dije esto, al tiempo que salía apresuradamente de la biblioteca.
Ufff, qué día.
Primero, administración ejecutiva estuvo perrona; ese profe quiere que, además de estudiar, seamos adivinos del futuro económico del mundo… mmm. Luego, el equipo con el que me tocó trabajar para la exposición, parece novato, a excepción de Archie… No sé si soporte andarlos arriando para que hagan esto y aquello. Y remato con mi labor social, ¡labor social! Estúpida Susana, fue corriendo a llorarle al director acerca de “comportamiento tan inadecuado” ¡Ja! ¡Zorrona!… Supongo que si hubiera hablado del comportamiento de esa bruja con “mi novio” no hubiera valido ante el director… Argggg… La odio. Mi sanción: dar tutorías.
Estoy a punto de concluir una semana como “tutora” de los chicos con problemas en materias administrativas… Son muy monos los novatos, pero castrosos y enamoradizos, para muestra, Jimmy.
Me mira embobado, está atento a cada uno de mis gestos y movimientos… y justo ahora, ha intentado tener un espacio a solas conmigo… Uff, repito, qué día, pero gracias a Dios, ya terminó, al menos en la escuela.
Me aproximo a la salida y veo a las chicas junto a los chicos. Al llegar a ellos, Annie se me abalanza y por poco me lleva al piso… Siempre tan atolondrada.
--Me quieres decir ¿qué te pasa? Estás exultante de alegría. –Digo cansinamente.
--Es viernes niña, día de juerga. –Dijo ella muy emocionada.
--Hoy no Annie, por favor, he tenido una semana de la fregada.
--¿Tus alumnos? –Preguntó Patty.
--Ajá. –Respondí mordiendo una manzana que llevaba en mi bolso. –Y también las clases, creo que hoy el universo conspiró contra mí. Lo único que deseo es darme una buena ducha y dormir de corrido.
--Ashhh Candy, qué aburrida, me recordaste a mi abuelita: “Debemos dormir temprano para levantarnos con mucha energía” –Dijo Annie apretándose la nariz e imitando la voz de una anciana. Sin poder evitarlo, todos nos echamos a reír. Así era mi amiga, imposible.
--Podemos ir a un lugar tranquilo. –Propuso Stear.
--¿Eres tú otro anciano encerrado en el cuerpo de un joven? –Stear y yo rodamos los ojos. –Por Dios, ¡sólo se vive una vez!
--Mi flaquita tiene razón. –Habló Archie. –Debemos ir a despejarnos hoy gatita, nos lo merecemos.
Suspiré y dije:
--No lo sé…
--Invita a Terry, así habrá más ambiente para tí… A propósito ¿No es hoy que cumplen un mes de novios? –Dijo de forma sugerente mi pelinegra amiga.
Patty y yo la miramos con los ojos muy abiertos… ¡¡¡Un mes!!! Y había llegado el día de cumplir mi promesa… Me estremecí al pensarlo.
Después de aquel caliente encuentro, Terry y yo nos vimos muy poco. Ahora por culpa de las estúpidas tutorías, nuestros horarios no coincidían. Las únicas veces que pudimos vernos fueron después del entrenamiento, cuando me llevaba a casa, y eso a veces, o por videollamadas… Él también tiene mucho trabajo.
Estaba ansiosa por pasar tiempo a su lado, hasta que la idiota de Annie me recordó qué día es hoy. ¿Querrá Terry cobrar mi propuesta? ¡Ay no! Y no es que no lo desee, sino que, no pude prepararme para este día… Ya me entraron los nervios.
--Y hablando del rey de Roma. –Dijo una sonriente Annie.
Me giré para ver por dónde venía mi adorado castaño… Ceñí mi frente al ver que venía sonriendo con una chica castaña a la cual no había visto antes, o eso me parecía. Terry volvió a sonreír y yo contuve el aliento, sentí un apretón en el estómago y una sensación que supe identificar muy bien: celos.
--¿Quién es esa chica? –Preguntó mi chismosa amiga.
--Alguna compañera Annie.
--No la había visto antes. –Insistió ella.
--No tenemos por qué conocer a todos los de la escuela. –Afirmó Patty.
--Pero alguna vez la habríamos visto. – Incitó nuevamente Ann.
Terry se despidió de su… amiga, y caminó hacia nosotros.
--¡Qué tal chicos! –Saludó alegremente. –Por fin viernes.
Se acercó a mí y depositó un suave beso en mi frente. Yo apreté mis labios por su acción. Parece que volvía a ser el caballero de brillante armadura.
--¿Qué tal tu día, preciosa? –Preguntó mirándome.
--Cansado. –Admití. – ¿Y el tuyo?
--Ajetreado, pero bien. –Dijo con una sonrisa en sus labios; yo hice un amago de sonrisa. No quise preguntar de la chica que venía con él, y él tampoco mencionó nada al respecto. Me acercó a su pecho y me abrazó.
--Estábamos planeando salir hoy por la noche Terry, ¿qué te parece? –Dijo mi insistente amiga. –Aunque acabamos de recordar que hoy cumplen un mes de novios y a lo mejor quieran un tiempo en privacidad –Dijo esto moviendo sus cejas en modo insinuante.
Sentí a Terry envararse y mi rostro enrojecer, al tiempo que mi corazón empezó a palpitar demasiado rápido recordando nuestro encuentro de hacía una semana. Terry me separó de él y dulcemente preguntó:
--¿Qué quieres tú princesa?
--Bueno yo… --No sabía qué decir. Claro que deseaba pasar tiempo a solas con él, aunque no estaba segura de dar el siguiente paso aún… Necesitaba estar mucho más segura de mí misma, en todos los sentidos. –Creo que sería buena idea salir con los chicos.
Terry sonrió tenuemente y asintió; yo sólo bajé mi cabeza, rogando a Dios que él no decidiera pedirme nada esta noche. Me estaba entrando el pánico.
Mi chico propuso llevarme a casa, pero Annie se empeñó en que ella y Patty me llevarían. Terry prometió pasar por mí en la noche y nos despedimos con un casto beso en los labios. Nos subimos al auto de Ann, pusimos música y nos dirigimos a mi casa.
Al llegar a mi hogar saludamos a mi madre, quien nos ofreció algo de almorzar, pero declinamos, y aproveché a comentarle nuestra salida nocturna, ante la cual ella nos dio las recomendaciones necesarias para, después de ellas, irnos directamente a mi habitación.
--Toma tus cosas y vamos a mi casa. –Dijo Annie efusivamente.
--¿Qué? Creí que saldríamos de aquí.
--Claro que no pecosilla, necesitamos privacidad.
--¡Oye! – Me quejé. –No me llames así.
--¡Ay tú! Si así te llama tu nerd.
--Sí pero ese es él no tú y no le digas nerd. –Le dije sacando la lengua.
--¡Ay ya vámonos Candy! ¡Apura, apura!
Busqué un vestido ajustado en color verde militar, con mangas tres cuarto, escote en V y que me llega hasta medio muslo, junto a unas sandalias de tacón en el mismo tono. Elegí unas argollas grandes, anillos anchos estilo egipcio y un pequeño bolso, todo en color dorado. Ya en casa de Annie ocuparía maquillaje. Le dije a mi madre que me quedaría en casa de Ann y después de hacerle la rogona un rato, aceptó.
Pasamos a casa de Patty con la misma dinámica y nos fuimos a la casa de mi locochona amiga. Sería una tarde-noche de chicas.
Al llegar a casa de Annie, nos preparamos unos emparedados y nos dirigimos a su habitación. Ella se puso a elegir su atuendo y mientras lo hacía, le envié un mensaje a Terry para avisarle que llegaría con Ann a la disco, por lo que sólo le indiqué cuál sería el lugar para verlo allá.
--Bueno Candy, debes saber por qué te he traído a mi casa.
La miré de manera extraña sin entender su discurso.
--Pues porque vamos a una disco ¿no?
--Ay niña, claro que no, esta tarde, te vamos a dar lecciones sobre cómo pasar tu primera vez con tu amorcito.
Los colores se me subieron al rostro y no sólo a mí, Patty estaba igual.
--¿Vamos? ¿Tú y quién más?
--Pues Patty y yo tonta. –Miré a mi otra amiga interrogantemente.
--Ahh, es que como has estado tan ocupada no te has enterado.
--¡Annie por favor! –Exclamó Patty tapándose el rostro.
--¿Enterarme de qué? –Pregunté con cierto recelo.
--Que Patty y Stear ya tuvieron su primera vez, ahora sólo faltas tú.
Me quedé en shock ante tal revelación y lo único que pude pensar fue: ¡Que Dios me agarre confesada! Annie no descansaría hasta hacerme parte del club de las no vírgenes.
********************************************************************************
Llegué a mi departamento, molido. Esta semana fue bastante atareada. Resulta que el profesor de escenificación está pensando armar una obra de Shakespeare, sí, ya se imaginan ¿no? Romeo y Julieta.
Se crearon equipos para armar la escenografía, recortar el libreto, encargados de audio, vestuario entre otros. Yo quedé en el equipo del libreto, y para variar, como líder. Siempre me ha gustado trabajar solo, es más fácil ponerse de acuerdo con "uno mismo", pero bueno, “debo impulsar” a mis compañeros a mejorar, según palabras de mi profesor.
He visto muy poco a mi Pecosa, pobre, a causa de la casa de empeño ya casi no coincide conmigo en la hora del receso; apenas y la he visto. A veces la llevo a su casa (cuando su amiga pelinegra no se empeña en llevarla ella), trato de agarrar el camino más largo para pasar más tiempo con ella, pero la he visto tan cansada que procuro darle su tiempo y dejarla descansar. Últimamente nos hemos comunicado sólo vía celular, pero sabe Dios cuanto necesito tenerla cerca… Desde ese día, hace una semana, la llevo tatuada en mi piel.
Las noches son torturantes para mí, porque la sueño de una y mil maneras y amanezco con un firme soldado todos los días. El deseo se ha intensificado cada vez más en mi mente y cuerpo… Después de lo ocurrido, no hemos hablado del tema, así como tampoco hemos hablado del beso de ella y Brower, pero tarde o temprano tendremos que hacerlo.
En esta semana sucedió algo curioso, una vieja amiga, y ex novia, llegó a la universidad por intercambio, también es inglesa y estudia la misma carrera que yo: Karen Kleiss.
Ella y yo fuimos muy amigos en Inglaterra, de hecho sus padres son amigos de los míos. Nos conocimos desde muy jóvenes y tuvimos un enamoramiento de adolescencia. Cuando crecimos, me di cuenta que no podía verla más que como una amiga y se lo dije, me pareció ver que ella no lo tomó muy bien, pero acabamos siendo amigos y confidentes.
Parece nada pero, qué bien se siente encontrar a alguien tan cercano a ti en un lugar tan lejano. Ella se ha adaptado muy bien y hemos hecho mancuerna. Le he hablado de Candy y estoy ansiosa porque mi Pecosa la conozca. Espero poder presentársela hoy.
--¿Qué harás hoy Terry? –Preguntó mi amiga.
--Aún no lo sé, tengo pensadas algunas cosas para aprovechar el tiempo con mi nena.
--Ahhh, claro, ahora eres un chico amarrado ehh. –Ella se rió y me causó gracia su comentario, haciéndome sonreír.
--Qué bien sonó eso Kleiss, yo diría felizmente amarrado. –Y sonreí cual gato de Cheshire.
--Bueno, entonces tal vez un día podamos quedar para tomar un café y platicar.
--Claro, de hecho quiero que conozcas a Candy, podría ser ahora mismo.
--Amm… Sí claro me dará mucho gusto, pero preferiría que fuera luego, justo ahora llevo prisa. Bueno te dejo, nos vemos. –Dijo esto alzando su mano y caminando rápidamente.
Me acerqué hasta donde estaba mi Pecosa y sus amigos, besé su frente y la abracé. Una vez ahí me enteré de la dichosa salida, a decir verdad no se me apetecía mucho ir a una disco, deseaba más poder pasar un tiempo a su lado, viendo una peli en su casa y aprovechando su cercanía.
De pronto, Annie soltó una bomba que hizo que me tensara al escucharla: mi Pecas y yo hoy cumplíamos un mes, ¿ya? ¿Tan rápido? Claro que entendí lo que eso significaba. ¿Estaba planeando Candy terminarme? Al fin de cuentas yo sólo le había pedido un mes. La incertidumbre me estaba matando. Para variar, su loca amiga decidió que se fuera con ella y no pude hacer nada para evitarlo y poder tratar de descubrir los pensamientos de mi rubia, a quien noté un poco extraño. El corazón me retumbaba a mil por hora. ¡¡¡Por favor Dios, por favor, por favor, por favor… que no quiera dejarme!!!
Recibí un mensaje de Candy avisando que no la fuera a buscar, que se iría con Annie. Mis nervios se pusieron peor y mis pensamientos volaron a una y mil posibilidades. Definitivamente hoy tendría que hacer uso de la artillería pesada… Hoy sería el día.
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