Índice
Portal
Últimas imágenes
Buscar
Conectarse
Buenas tardes lindas combatientes, me siento como Sabrina a punto de recibir el bautismo oscuro y firmar el libro del "chanclas" 
pero en fin, estoy muy nerviosa porque yo nunca antes había escrito un YAOI, entonces, debo hacer las requeridas advertencias. Este será un minific que planeo terminar en la Guerra Florida, sean compasivas al leer por piedad.
ADVERTENCIA: Contenido YAOI que es una relación homosexual chico con chico, si eres sensible a las malas palabras, escenas sexuales explícitas y contenido homosexual, abstente de leer, conste, sobre aviso no hay engaño.
Dedicado a Elby8A
Remontando el Vuelo
Minific
Capítulo 1
Dos jóvenes universitarios hablan por zoom a altas horas de la noche
— Hola cariño ¿Qué haces?— Una simpática rubia con una cabellera imposiblemente rizada enfundada en una pijama de conejo hablaba con el amor de su vida por la tablet.
— Pecas ¿Otra vez no puedes dormir? ¿Traes ese pijama de conejo? te ves realmente sexy— Le dijo en tono burlón el hombre más hermoso de absolutamente todo el campus.
— Calla, te aprovechas de ser demasiado guapo. Terry, ponte una camiseta por el amor de Dios, no puedes enseñarme ese hermoso torso y pretender que no te veo, recuerda que estamos en videollamada… o tendré que cambiarme las pantaletas— ella le lanzaba una mirada pícara.
— Pecas…
— No te pongas raro, sabes que bromeo bombón, bueno, si te sigo viendo semidesnudo no será broma, sí tendré que cambiarme las pantaletas.
Terry se queda mudo, se retira de su monitor y regresa con una camiseta gris del grupo Muse
— Vamos Terry, quita esa cara de susto, estamos más allá de cualquier drama, ya pasamos suficientes semanas de horror, y algunas más medias raras, creo ya podemos reírnos de nuestra situación, yo te amo con locura y tú también me amas con locura.
— Candy, no sé si algún día me puedas perdonar.
— Vamos cariño, estamos juntos a pesar de todo… porque yo aún te necesito, no fue el fin del mundo. Si no me platicas algo divertido y sigues de dramático juro que te muestro las bubis.
— Pecas, ya las he visto yo y todo Nueva Orleans en el Mardi Gras.
— No te escuché quejarte cuando obtuvimos todos esos collares de cuentas brillantes— sonrió divertida
— Dime algo Pecas, en vista de que no puedes dormir y definitivamente veremos juntos nuestra película en línea de jueves de amargados, ¿Crees que por fin lo hemos superado?
— Cariño, yo sólo se que te amo y eso no va a cambiar, creo que sí te mostraré las bubis si no dejas de auto flagelarte.
— Hazlo si eso te hace feliz, ahora que ya sabes que no me afectan— la miró con autosuficiencia y esa sonrisa torcida.
— Eres un odioso
— Y tú una fastidiosa, por cierto ¿A quién crees que me encontré en la cafetería mientras “me daban” un “expresso mañanero”?— Lo dijo con doble intención, y su sonrisa de lado
— No tengo idea, deja de decirme fastidiosa, tarado.
— Neil Legan, tu "bully" de la preparatoria.
— Más te vale que si lo vuelves a ver lo vuelvas a moler a golpes, no le perdono que me haya hecho la vida imposible en la escuela.
— Ok, te prometo que lo voy a “moler” en tu honor— Terry cerró sus ojos imaginando algo delicioso.
— ¿Cómo? Explica eso Grandchester ¿¿Cómo?? ¿Neil Legan, el pelmazo que por haberme negado a su declaración romántica jodió mi vida el último año de preparatoria hasta que tú lo amenazaste y lo golpeaste, es gay?
— Deliciosamente gay, tiene un culito hermoso— ojitos de lujuria
— ¿¿Es que acaso soy un imán de gays a punto de salir del clóset???!???
— No cariño, no digas eso, lo tuyo y lo mío es amor verdadero, solo orientación sexual diferente, Neil Legan te propuso ser novios y luego te molestaba por presión social, sus amigos eran un poco homofóbicos y sus padres igual que los míos son ultra conservadores hasta el tuétano, él ya les dijo a sus padres y casi lo meten a una de esas “clínicas” para curarle lo homosexual– estalló en carcajadas.
— Estúpido Neil, la presión social no es pretexto para ser un verdadero patán, dime Terry, ¿él podría ser...?
— ¿Mi primer pareja? No lo sé Pecas, quedamos de ir a tomarnos mañana una cerveza, él también es nuevo en este asunto.
— ¿Estás nervioso?
— Un poco, sabes que fuiste mi única novia y sólo contigo he tenido sexo— Se sonrojó un poco y le dio una mirada un poco avergonzada
— ¿Y él… te gusta?
— Mucho
— Te diré algo y no lo tomes como reclamo o chantaje, contigo perdí mi virginidad y las pocas veces que estuvimos juntos fue verdaderamente delicioso, espero que tú lo hayas disfrutado por lo menos la mitad que yo y ese Neil tendrá mucha suerte de estar contigo.
— Por supuesto que lo disfruté, a mi manera… y claro, inconscientemente trataba de compensarte.
— Bien compensado vaquero— le guiñó el ojo.
— Sabes Pecas, te extraño, quisiera que regresaras a casa.
— Oh no, no, no, no, no, Terry eso es simplemente imposible, una cosa es que intentemos continuar con nuestra amistad después del huracán gay, y me cuentes tus cosas, pero de escuchar sólo historias, a ver cómo te enganchas con un tipo, verte llegar con él y además escuchar cómo los dos muerden las almohadas me niego total, absoluta y rotundamente, estoy muy bien en el dormitorio del campus, estoy sola y tranquila.
— Prométeme que si sientes que las cosas se ponen raras me lo dirás.
— Será lo primero que oigas: mis quejas.
— Te amo Candice Andley.
— Te amo Terry Grandchester.
— ¿Vamos a ver nuestra película? ¿Puede ser una de miedo?
— Estás como operado de tu cerebro, duermo sola Grandchester, no hay forma de que eso suceda, ya sabes que soy muy miedosa.
— Está bien rubia cobarde, tú escoge la película que quieras, que no sea tan cursi, y sólo porque te quiero.
— Yo también bombón, no tienes idea…
Soy Terry Grandchester, estudio ingeniería biomédica en Duke, mis padres son ingleses, pero desde que era pequeño se mudaron a Carolina del Norte, mi papá tiene una fábrica de muebles exclusivos y mi mamá es quien los diseña, desde que era niño me he sentido un poco diferente a los demás, nunca le di mucha importancia porque siempre me inculcaron que se debe ser uno mismo, único irrepetible y original.
Soy un solitario por naturaleza y puedo contar con una sola mano a mis verdaderos amigos, no sé si tenga que ver que sea hijo único. He sido educado en los mejores colegios, con actividades extraescolares muy snob como piano, tenis, equitación, idiomas, artes plásticas.
En la secundaria no me llamaba la atención ninguna chica, pero lo pensé normal porque los horarios de todas mis actividades escolares y extra escolares estaban saturados, pero en la preparatoria conocí a Candy: bella, graciosa, simpática, con un corazón de oro y una luz interna que hacía que la obscuridad más absoluta resplandeciera luminosa con su sola presencia. Ha sido mi mejor amiga, mi confidente, juro que la veía y mi corazón cantaba, casi al final de la preparatoria nos hicimos novios y nos fuimos a la misma universidad, ella estudia medicina.
A escondidas de nuestros persignados padres, rentamos un pequeño departamento de dos recámaras muy cerca del campus para vivir juntos, y fue así que, con nuestra recién descubierta intimidad, yo empecé a sentirme completamente fuera de lugar.
Ambos experimentamos nuestra primera vez, fue algo lindo, pero no hubieron campanas tocadas por ángeles o fuegos artificiales, en el fondo de mi alma, sentía que algo no encajaba, que algo me hacía falta, pero verla a ella tan feliz y enamorada llenaba mi corazón. No me malentiendan, la amo, la amo con todo mi corazón y de ella quiero casi todo…
Fueron solo pocas semanas de linda convivencia y un poco de sexo que al final no acababa de ser tan placentero como yo imaginaba que debía ser, pero todo era para complacer a mi amor, a mi linda pecosa, las cosas transcurrían en relativa normalidad hasta esa demencial fiesta.
— Pecas ¿Vamos a ir a la fiesta de bienvenida de Lambda Phi Épsilon?
— ¿Es hoy?
— Sí
— Ay cariño…debo entregar el próximo lunes un trabajo imposible de investigación para microbiología, el maestro está completamente loco, vete tú y me cuentas si estuvo divertida.
— Si no vas, mejor me quedo a acompañarte.
— No, no, no, ve por favor, si te quedas yo te voy a ignorar por completo.
— ¿Estás segura?
— Sí claro.
— Nos vemos al rato— Le di un breve beso en sus labios y me fui.
No tengo idea porque acepté ir solo a una fiesta, pero tenía un presentimiento, como de ir a encontrarme con mi destino.
Al llegar a aquella antigua mansión victoriana dentro del campus, lugar de las fiestas legendarias de la fraternidad con más tradición y más antigüedad de Duke, sentí una mezcla de emoción y nervios.
Al entrar era todo un mundo de estudiantes, alcohol y música, digno de fiesta universitaria. Me ofrecieron una bebida que no logré descifrar que era, la cuál la tomé como si fuera agua para intentar relajarme.
Crucé toda la pista de baile y logré sentarme en un rincón en donde habían mesas altas con bancos. Sin saber cómo, llegó otra bebida hasta mi mano, y así como llegó así la bebí de prisa, ya comenzaba a relajarme. En la preparatoria fueron pocas veces las que me embriagué, pero no me considero un mal bebedor y hasta ahora nunca he sido mala copa. A Candy le encanta bailar, y a mí me gusta bailar solo con ella.
En ese aspecto estamos hechos el uno para el otro. Me encontraba absorto viendo la pista de baile pensando en ella, cuando ví como un joven rubio se sentaba en mi mesa, brindándome la sonrisa más amigable y sincera que he visto en pocas personas. No sé qué carajos le pusieron a mi bebida que mi corazón saltó y sentí mariposas en el estómago.
— ¡Hola novato! ¿Te diviertes? Soy Albert
— Soy Terry— sin quererlo ya le estoy sonriendo al extraño, ahora sí estoy seguro de que algo pusieron a los hielos de mi bebida.
— Es mi último año y como presidente de los Lambda, es mi obligación y derecho hacer que mi último año de libertad sea inolvidable y que todos recuerden las fiestas que se organizarán aquí este año— Es rubio, bronceado y tiene los ojos azules más hermosos que jamás… demonios, estoy seguro de que me drogaron.
— ¿Te está gustando la fiesta? Acaban de llegar las pizzas, deja te traigo una, si no, hablarás de un momento a otro ruso con estas bebidas si no comes algo pronto— señaló mi vaso y tomó mi mano y creo que la acarició, y yo…yo en lugar de estar asustado, estaba un poco ¿excitado? Albert regresó con una deliciosa pizza. Pasamos toda la noche platicando amenamente de mil cosas y nada, la música estaba tan fuerte que para escucharnos estábamos muy cerca el uno del otro. Sus ojos eran soñadores, cuando me hablaba tan cerca del oído, sentía como se erizaban los vellos de mi nuca. Esto nunca antes me había pasado, nunca, lo juro, me sentía agradablemente confundido, pues ¿Cuánto había bebido? Seguro era alcohol adulterado.
Sin saber cómo, nos levantamos de ese sitio, yo caminé normalmente, me sentía achispado por el alcohol, pero no lo suficientemente ebrio para estar perdiendo la cabeza. Atravesamos el salón principal y entramos al que parecía un despacho, él cerró la puerta tras de él y llegó a mi nariz el olor a madera de cedro de la biblioteca escrupulosamente acomodada. Había un gran escritorio a juego con toda la madera y dos sillones de piel enfrente de él, en una esquina, otros dos sillones también de piel con una mesita de centro y dejé de admirar esa formidable habitación cuando sentí cómo Albert me tomaba de la nuca y como en una lentísima agonía se acercaba a mis labios. Mi corazón latía como nunca antes lo hizo, yo respiraba de manera entrecortada. Cerré los ojos como virginal quinceañera. El primer contacto de nuestros labios fue como lava recorriendo todo mi cuerpo. Un beso lento, su lengua jugaba con la mía, muy nervioso, puse mis manos en su espalda, no se qué demonios me sucedió, pero yo veía, yo sentía como el cielo se abría y cantaban los mismísimos ángeles. Estaba oficialmente perdido, cuando en medio de mi deleite vino a mí la imagen de mi dulce novia y me separé intempestivamente de Albert.
— Yo…yo…yo tengo novia— Logré decir con la voz más afectada de lo que hubiera querido
— ¡Oh mi cielo!— él me lanzó una mirada sorprendida, pero a la vez afectuosa y acarició mi mejilla con ternura— entonces no sólo eres novato de grado escolar— me sonrió dulcemente, yo cerré involuntariamente los ojos ante el contacto de su firme mano en mi mejilla— Terry, mírame— abrí los ojos comenzando a hacer conciencia de lo que había pasado y sintiéndome aterrado y culpable— Nunca antes te habías besado con un hombre ¿Verdad?
— No…
— Cielo, créeme, no pienses que lo que ha sucedido entre nosotros es solo una etapa de locura universitaria, quizás no habías tenido la oportunidad de descubrir que eres gay, pero créeme amor, lo eres y no importa qué digan los demás, no debes sentirte avergonzado. Yo ya recorrí ese camino y reconozco en ti toda la confusión que tuve al inicio. Lo de tu linda novia, arréglalo lo más pronto posible, si la quieres, no permitas que ella siga haciéndose ilusiones, probablemente todo este proceso será muy estresante y doloroso, dímelo a mí que aún mis padres no me dirigen la palabra, pero, no es vida vivir entre las sombras y, Terry, cielo, si necesitas hablar con alguien, yo estaré aquí, todo este año— Me tomó entre sus brazos y me dio un beso en la mejilla
— Debo irme.
— ¿Quieres que te acompañe? ¿Te sientes bien?
— Mi departamento no está lejos y quisiera caminar a solas, me siento un poco agobiado y confundido.
Albert caminó hacia el escritorio, tomó una nota, apuntó algo y me lo dio
—Este es mi celular, puedes llamarme o mandarme mensajes cuando quieras, siempre es bueno tener un apoyo, puedes considerarme tu guía espiritual o tu gurú de lo gay— Soltó una gran carcajada— Sinceramente me encantaría llevarte a la cama porque eres… ¡Dios! Eres toda una delicia —me dijo con un tono afectuoso— pero en estos momentos necesitarás más de un amigo que de un amante.
—Gracias Albert, nos vemos— salí casi huyendo de ahí, la fiesta seguía en pleno apogeo, pero yo no veía nada ni oía nada.
Caminé por horas sin rumbo fijo, quería que el aire fresco despejara mi mente. Aún podía sentir los suaves y tibios labios de Albert sobre los míos, su lengua, su delicioso sabor aún en mi boca. Y entonces cómo piezas de rompecabezas todo comenzó a tomar forma, en mis pocos años vividos, sintiendo que algo no encajaba en mí, por fin, hoy con el beso de ese hombre, por fin logré descifrarlo, definitivamente soy gay. Mi padre morirá cuando le diga, me desheredará, y después me matará. Mamá me ama demasiado, creo ella no tendrá problemas con mi recién descubierta preferencia sexual, ¿Pero Candy? ¿Qué carajos voy a hacer con ella? no quiero perderla, realmente la amo, no quiero que salga de mi vida, pero creo que ese es un pensamiento demasiado egoísta.
Sin saber qué hacer, me acuclillo debajo de un árbol, llevo las manos hasta mi cabello y lloro sin consuelo ¿Cómo podré hacerle esta canallada a la única mujer que he amado y que amaré? Dios mío, ¿Cómo podré hacerlo?
Entro tratando de no hacer ruido a nuestro hogar, son casi las 5 de la mañana, me quito la ropa y los zapatos para acostarme en nuestro sofá, ya que sólo tenemos una cama, la otra habitación está vacía, me acomodo y me cubro con la frazada que usa Candy cuando vemos televisión, aspiro su dulce aroma que está impregnado y duermo completamente agotado.
Despierto con el delicioso olor de tocino y panqueques recién hechos, me levanto del sillón y estoy demasiado adolorido porque no resultó tan cómodo, veo a Candy en nuestra cocina preparando el desayuno, me quedo en silencio, observándola, no entiendo cómo es que puedo sentir todo este amor por ella a pesar de mi recién descubierta orientación sexual, decido hacerlo de una vez, no quiero que ella salga herida, pero peor será mentirle. Se ha dado cuenta que he despertado y voltea a verme con la más hermosa sonrisa.
— ¡Buenos días parrandero! Entiendo que llegaste muy tarde, lo que no entiendo es ¿Porqué dormiste en el sofá y no conmigo?— me preguntó con dulzura poniendo sus manos en su cintura.
— Candy, debemos hablar— el tono de mi voz se escuchó más sombrío de lo que hubiera querido, pude ver una sombra de duda y tristeza por sus ojos, pero inmediatamente se recompuso.
— Lo que sea que tengas que decirme que sea después de desayunar, tengo hambre— lo dijo dándome la espalda mientras preparaba nuestros platos y servía el café.
Me levanté del sillón, me dirigí a nuestra recámara para ponerme un pantalón para hacer ejercicio y una camiseta de algodón. Lavé mis manos y en silencio nos sentamos en la barra de la cocina. Por fin acabamos nuestro desayuno, ella no dejaba de mirarme tratando de descifrar lo que tenía que decirle, haciendo uso de toda mi valentía, tomé sus manos, pero las palabras las tenía atoradas en la garganta.
— ¿Algo pasó en esa fiesta verdad? ¿Te ligaste a una tipa?— me sonrojé estúpidamente, pero no podía ni empezar a hablar— con mil demonios Terrence ¿Entonces me engañaste? ¿Qué fue? ¿Un beso? ¿Caricias? ¿Un faje? ¿Tuviste sexo? ¡Habla con una chingada!— ella se soltó de mis manos y ya me gritaba y comenzaba a llorar copiosamente, debía decirle ya.
— Candy, yo…me he dado cuenta de que soy gay— ella se quedó pasada, me vió demasiado sorprendida, como si no entendiera nada de lo que acababa de confesarle.
— ¿Qué eres gay? ¿Me estás hablando en serio? ¿Cómo te puedes dar cuenta de que eres gay hasta los 18 años? ¡Eres un idiota Terrence Grandchester, eres un estúpido y piensas que yo también lo soy!! ¡No trates de engañarme, sé sincero y dime qué me vas a dejar porque has dejado de quererme, porque soy una aburrida y tú quieres divertirte y revolcarte con toda fulana que se te cruce en el camino!
Yo rompí a llorar, ella dejó de gritarme y solo lloraba también, entre sollozos logré continuar hablando
— Pecas, toda mi vida he sentido que era diferente, era extraño que no me llamara la atención ninguna niña en la secundaria y no tenía fantasías ni románticas ni sexuales, luego te conocí a ti, supuse que simplemente no había conocido a la chica adecuada y especial para mí, nunca he mentido cuando te he dicho que te quiero y que te amo con toda mi alma, pero ni aún con todo nuestro amor he logrado sentirme apasionadamente enamorado. Ayer simplemente sucedió, me besé con otro hombre y todo el entendimiento y la comprensión de lo que realmente soy llegó a mí, perdóname, jamás pensé que esto me pasará a mí y nunca fue mi intención herirte y lastimarte.
— Se besó con un hombre y es gay, sí que eres estúpida Candice— se decía a sí misma entre lágrimas amargas, yo quise acercarme para abrazarla y consolarla, me desgarraba el corazón que ella llorara y sufriera por mi culpa.
— ¡No te atrevas a tocarme!! No te me acerques, nunca más me vuelvas a hablar…me largo de aquí— decidida fue hasta nuestra habitación decidida a empacar sus cosas.
— Pecas….
— Deja de decirme ese estúpido apodo, soy Candice.
— Candice, sé razonable, a estas alturas del semestre no encontrarás alojamiento en ningún lugar, quédate aquí, te conseguiré una cama para que uses la otra habitación, yo…trataré de que no me veas, esta es tu casa, sigue haciendo uso de ella, te prometo que no te molestaré con mi presencia, no me cruzaré en tu camino, no te vayas por favor— en sus ojos había amargura y odio, cuando antes solo veía ternura y amor, quién podría culparla.
— Está bien, después iré a conseguir una cama, hoy…hoy saldré con Annie y Patty, no sé a qué hora regrese, y tampoco sé porqué te doy cuenta de mis actos cuando ya dejaste de existir para mí— golpe directo al corazón, pero el culpable era yo, tomó su mochila y se fue sin decir adiós.
Yo estaba desecho, pero debía resolver rápidamente lo de su habitación, le llamé a mi madre, mintiendo sobre una amiga en desgracia que se había quedado sin dormitorio y que iba a compartir conmigo el departamento, en menos de dos horas mi madre me había mandado en una pequeña mudanza algo de lo que debía tener en inventario en la fábrica, una cama matrimonial con el mejor colchón que pudo conseguir, una mesita de noche, un escritorio y una silla.
Le agradecí infinitamente, me dí una ducha y me fui en mi auto compacto al centro de Durham, en Pottery Barn le compré unos juegos de sábanas, un edredón blanco con enormes rosas rosadas, un tapete de pie de cama, una lamparita de buró con un Hello Kitty pintado en la cerámica y muchos cojines decorativos. Pasé a Home Depot y compré un galón de pintura para darle otro aspecto a su habitación, y regresé a casa.
Era casi media noche, Candy regresaba al departamento, todo estaba en penumbras, prendió la luz de la cocina, en la barra había una caja de chocolates, de esos que Terry sabía que le gustaban mucho con una pequeña nota, Candy se acercó, tomó la caja y leyó la nota: “tu habitación está lista” caminó hacia la pieza que antes estaba vacía, en la puerta había un letrero de madera con letras pintadas en rosa pálido con su nombre “Candy” colgando de un listón, al abrir la puerta, se sorprendió agradablemente, sus muebles eran de madera blanqueada, un hermoso edredón de rosas y la pared de la cabecera pintada de un rosa muy tenue. En su escritorio nuevo había un oso de felpa, con otra nota que decía “Jamás olvides que te quiero” Candy dejó sus chocolates en el escritorio, se puso su pijama, tomó el oso de felpa antes de meterse en la cama y lloró amargamente toda la noche.
En cuanto acabé de arreglar la habitación de Candy, me hice un sándwich y me encerré en la que fue nuestra habitación, no quería perturbarla con mi presencia. Escuché cuando llegó, cuando entró a su nueva habitación y no pude dormir escuchando como lloraba, hasta que se quedó dormida. Me levanté como siempre a las 5:30 estoy en el equipo representativo de tenis y el acondicionamiento físico empezaba a las 6 de la mañana en el gimnasio de la universidad, saqué en mi maleta deportiva todo lo necesario para el día y para las clases, Candy tiene clases en la tarde y regresará hasta las diez de la noche, para entonces espero estar encerrado en mi cuarto. Y así pasaron varias semanas, viviendo juntos, pero evitándonos a toda costa.
Los fines de semana Candy se quedaba encerrada estudiando, yo normalmente tenía torneos y pasaba gran parte de la mañana en estos hasta media tarde, en la tarde pasaba horas hablando con Albert en la cafetería o si él estaba ocupado me iba a esconder a la biblioteca al lugar más remoto y hacía las tareas pendientes.
— Terry ¿Qué haces en la biblioteca en sábado? ¿Es aquí en donde pasa los fines de semana?
— ehhh…tengo examen la próxima semana de Mecánica y fluidos, alguna vez te comenté que se me complica mucho la materia, estoy estudiando—era Candy, traté de contestarle lo más calmado posible, pero mi voz sonó casi como un susurro.
—Yo…necesito hablar contigo, vamos a casa—me ofreció su mano, yo metí mi laptop, mis libros y mis cuadernos a mi mochila, me levanté rápidamente y tomé su mano, caminamos juntos agarrados de la mano, era tan familiar y a la vez tan extraño, no dijimos nada en el trayecto, solo tomados de las manos, con el fresco viento de la tarde acariciando nuestra cara. Por fin llegamos al edificio de nuestro departamento, subimos y al abrir la puerta un delicioso aroma entro por mi nariz, aspiré profundo y sin querer solté un profundo suspiro, al mismo tiempo mi estómago hizo un sonido nada correcto, Candy rió, demasiado tiempo sin escuchar su risa que tanto amaba.
— Preparé lasaña, con ensalada y tengo varias botellas de un delicioso Pinot Noir—ella me jaló al interior, nos acomodamos en la barra, la ensalada estaba fresca y deliciosa, la lasaña increíblemente sabrosa, las copas de vino iban y venían alegremente, es lo más relajado que he estado desde que le dije a ella que soy homosexual.
— Candy, te juro que jamás fue mi intención herirte, esto a mí mismo me tomó desprevenido— le dije mientras veía fijamente mi copa.
— No fue tu intención, pero lo hiciste—ese comentario hizo que levantará la vista y la viera directamente a sus hermosos ojos verdes.
— Lo siento mucho, por favor perdóname.
— No cariño, esto no es culpa tuya, jamás te disculpes por lo que eres y jamás intentes negarte a ti mismo para hacer feliz alguien más, eres un muchacho maravilloso del cuál me siento honrada de contar incondicionalmente, eres noble y sincero, lástima que me haga falta un pene para que sientas un poquito de lujuria por mí— y soltó una fuerte carcajada, me volvió a ver con esos ojos llenos de amor, pero también había resignación, su risa quebró toda barrera que se pudo haber formado entre nosotros en estas horribles semanas.
— Candy, eres mi primer amor y eso jamás nadie podrá cambiarlo, así como nadie podrá hacer que deje de amarte.
— Terry, esto fue devastador para mí, y entenderás que realmente necesito alejarme, en los dormitorios de Patty y Annie se desocupó una habitación muy cerca al de ellas, me voy en una semana, pero no quiero irme sin disculparme por todas las tonterías que te dije.
— Lo entiendo, no tienes que disculparte por nada.
Pasamos la noche hablando de tonterías y riendo por los efectos del vino, pero, nada podría volver a ser nunca igual.
Candy se fue una semana después, tuve que rogarle para que se llevara los muebles y todo lo que le regalé, aunque ella lo negara los iba a necesitar, no me permitió ayudarle, vinieron sus amigas con sus novios, uno de ellos Stear Cornwell, estudia ingeniería aeronáutica, toma una clase del tronco común conmigo.
Durante meses tratamos con mucho esfuerzo de que nuestra supuesta “amistad” funcionara, hasta viajamos al Mardi Gras en Nueva Orleans y estuvimos ahí casi tres días de fiesta ahogados en alcohol, fue divertido, pero seguía esa sensación extraña, la extrañaba a morir, hasta le pedí que regresara al departamento, ella obviamente se negó, intentamos algunas semanas más, hasta que comencé a verme con Neil.
Días después de mi primera cita con Neil, Candy me pidió vernos a medio día en el centro de Durham en el C&H Cafeteria. Llegué y ella ya me esperaba, pedimos dos capuchinos y pay de manzana con helado de vainilla. Sabía que algo muy importante iba a suceder, comimos en completo silencio hasta que ella habló.
— Terry— su voz sonaba temblorosa, casi a punto de llorar— debemos parar esto, dejar de hacer esto…
— No te entiendo— por supuesto que comprendía perfectamente lo que trataba de decirme.
— No quiero que nos sigamos viendo, para mí es muy difícil, yo…yo aún estoy demasiado enamorada de ti, no puedo seguir con esto, no puedo— y rompió a llorar desconsoladamente. Y lo ví claramente, en mi egoísmo de seguir junto a ella, no me di cuenta de cuánto sufría.
— Tienes razón, perdóname, perdóname todo, por favor se feliz, muy feliz— tomé su mano derecha apretándola un poco intentando darle consuelo, yo tampoco podía contener el llanto— eres excepcional y mereces a alguien que te ame cómo mereces, si me necesitas, siempre estaré para ti.
Ella retiró su mano de la mía de manera poco delicada, rápidamente se levantó de la silla, y se retiró, se fue sin mirarme, sólo me quedé estático viendo como salía de mi vida la única mujer a la que amé. Era tiempo de tomar las riendas de mi nueva vida, Neil iría esa noche a mi departamento a cenar.
Continuará...
Aquí puedes leer el Capitulo 2
Capítulo 2
pero en fin, estoy muy nerviosa porque yo nunca antes había escrito un YAOI, entonces, debo hacer las requeridas advertencias. Este será un minific que planeo terminar en la Guerra Florida, sean compasivas al leer por piedad.ADVERTENCIA: Contenido YAOI que es una relación homosexual chico con chico, si eres sensible a las malas palabras, escenas sexuales explícitas y contenido homosexual, abstente de leer, conste, sobre aviso no hay engaño.
Dedicado a Elby8A
Remontando el Vuelo
Minific
Capítulo 1
Dos jóvenes universitarios hablan por zoom a altas horas de la noche
— Hola cariño ¿Qué haces?— Una simpática rubia con una cabellera imposiblemente rizada enfundada en una pijama de conejo hablaba con el amor de su vida por la tablet.
— Pecas ¿Otra vez no puedes dormir? ¿Traes ese pijama de conejo? te ves realmente sexy— Le dijo en tono burlón el hombre más hermoso de absolutamente todo el campus.
— Calla, te aprovechas de ser demasiado guapo. Terry, ponte una camiseta por el amor de Dios, no puedes enseñarme ese hermoso torso y pretender que no te veo, recuerda que estamos en videollamada… o tendré que cambiarme las pantaletas— ella le lanzaba una mirada pícara.
— Pecas…
— No te pongas raro, sabes que bromeo bombón, bueno, si te sigo viendo semidesnudo no será broma, sí tendré que cambiarme las pantaletas.
Terry se queda mudo, se retira de su monitor y regresa con una camiseta gris del grupo Muse
— Vamos Terry, quita esa cara de susto, estamos más allá de cualquier drama, ya pasamos suficientes semanas de horror, y algunas más medias raras, creo ya podemos reírnos de nuestra situación, yo te amo con locura y tú también me amas con locura.
— Candy, no sé si algún día me puedas perdonar.
— Vamos cariño, estamos juntos a pesar de todo… porque yo aún te necesito, no fue el fin del mundo. Si no me platicas algo divertido y sigues de dramático juro que te muestro las bubis.
— Pecas, ya las he visto yo y todo Nueva Orleans en el Mardi Gras.
— No te escuché quejarte cuando obtuvimos todos esos collares de cuentas brillantes— sonrió divertida
— Dime algo Pecas, en vista de que no puedes dormir y definitivamente veremos juntos nuestra película en línea de jueves de amargados, ¿Crees que por fin lo hemos superado?
— Cariño, yo sólo se que te amo y eso no va a cambiar, creo que sí te mostraré las bubis si no dejas de auto flagelarte.
— Hazlo si eso te hace feliz, ahora que ya sabes que no me afectan— la miró con autosuficiencia y esa sonrisa torcida.
— Eres un odioso
— Y tú una fastidiosa, por cierto ¿A quién crees que me encontré en la cafetería mientras “me daban” un “expresso mañanero”?— Lo dijo con doble intención, y su sonrisa de lado
— No tengo idea, deja de decirme fastidiosa, tarado.
— Neil Legan, tu "bully" de la preparatoria.
— Más te vale que si lo vuelves a ver lo vuelvas a moler a golpes, no le perdono que me haya hecho la vida imposible en la escuela.
— Ok, te prometo que lo voy a “moler” en tu honor— Terry cerró sus ojos imaginando algo delicioso.
— ¿Cómo? Explica eso Grandchester ¿¿Cómo?? ¿Neil Legan, el pelmazo que por haberme negado a su declaración romántica jodió mi vida el último año de preparatoria hasta que tú lo amenazaste y lo golpeaste, es gay?
— Deliciosamente gay, tiene un culito hermoso— ojitos de lujuria
— ¿¿Es que acaso soy un imán de gays a punto de salir del clóset???!???
— No cariño, no digas eso, lo tuyo y lo mío es amor verdadero, solo orientación sexual diferente, Neil Legan te propuso ser novios y luego te molestaba por presión social, sus amigos eran un poco homofóbicos y sus padres igual que los míos son ultra conservadores hasta el tuétano, él ya les dijo a sus padres y casi lo meten a una de esas “clínicas” para curarle lo homosexual– estalló en carcajadas.
— Estúpido Neil, la presión social no es pretexto para ser un verdadero patán, dime Terry, ¿él podría ser...?
— ¿Mi primer pareja? No lo sé Pecas, quedamos de ir a tomarnos mañana una cerveza, él también es nuevo en este asunto.
— ¿Estás nervioso?
— Un poco, sabes que fuiste mi única novia y sólo contigo he tenido sexo— Se sonrojó un poco y le dio una mirada un poco avergonzada
— ¿Y él… te gusta?
— Mucho
— Te diré algo y no lo tomes como reclamo o chantaje, contigo perdí mi virginidad y las pocas veces que estuvimos juntos fue verdaderamente delicioso, espero que tú lo hayas disfrutado por lo menos la mitad que yo y ese Neil tendrá mucha suerte de estar contigo.
— Por supuesto que lo disfruté, a mi manera… y claro, inconscientemente trataba de compensarte.
— Bien compensado vaquero— le guiñó el ojo.
— Sabes Pecas, te extraño, quisiera que regresaras a casa.
— Oh no, no, no, no, no, Terry eso es simplemente imposible, una cosa es que intentemos continuar con nuestra amistad después del huracán gay, y me cuentes tus cosas, pero de escuchar sólo historias, a ver cómo te enganchas con un tipo, verte llegar con él y además escuchar cómo los dos muerden las almohadas me niego total, absoluta y rotundamente, estoy muy bien en el dormitorio del campus, estoy sola y tranquila.
— Prométeme que si sientes que las cosas se ponen raras me lo dirás.
— Será lo primero que oigas: mis quejas.
— Te amo Candice Andley.
— Te amo Terry Grandchester.
— ¿Vamos a ver nuestra película? ¿Puede ser una de miedo?
— Estás como operado de tu cerebro, duermo sola Grandchester, no hay forma de que eso suceda, ya sabes que soy muy miedosa.
— Está bien rubia cobarde, tú escoge la película que quieras, que no sea tan cursi, y sólo porque te quiero.
— Yo también bombón, no tienes idea…
Soy Terry Grandchester, estudio ingeniería biomédica en Duke, mis padres son ingleses, pero desde que era pequeño se mudaron a Carolina del Norte, mi papá tiene una fábrica de muebles exclusivos y mi mamá es quien los diseña, desde que era niño me he sentido un poco diferente a los demás, nunca le di mucha importancia porque siempre me inculcaron que se debe ser uno mismo, único irrepetible y original.
Soy un solitario por naturaleza y puedo contar con una sola mano a mis verdaderos amigos, no sé si tenga que ver que sea hijo único. He sido educado en los mejores colegios, con actividades extraescolares muy snob como piano, tenis, equitación, idiomas, artes plásticas.
En la secundaria no me llamaba la atención ninguna chica, pero lo pensé normal porque los horarios de todas mis actividades escolares y extra escolares estaban saturados, pero en la preparatoria conocí a Candy: bella, graciosa, simpática, con un corazón de oro y una luz interna que hacía que la obscuridad más absoluta resplandeciera luminosa con su sola presencia. Ha sido mi mejor amiga, mi confidente, juro que la veía y mi corazón cantaba, casi al final de la preparatoria nos hicimos novios y nos fuimos a la misma universidad, ella estudia medicina.
A escondidas de nuestros persignados padres, rentamos un pequeño departamento de dos recámaras muy cerca del campus para vivir juntos, y fue así que, con nuestra recién descubierta intimidad, yo empecé a sentirme completamente fuera de lugar.
Ambos experimentamos nuestra primera vez, fue algo lindo, pero no hubieron campanas tocadas por ángeles o fuegos artificiales, en el fondo de mi alma, sentía que algo no encajaba, que algo me hacía falta, pero verla a ella tan feliz y enamorada llenaba mi corazón. No me malentiendan, la amo, la amo con todo mi corazón y de ella quiero casi todo…
Fueron solo pocas semanas de linda convivencia y un poco de sexo que al final no acababa de ser tan placentero como yo imaginaba que debía ser, pero todo era para complacer a mi amor, a mi linda pecosa, las cosas transcurrían en relativa normalidad hasta esa demencial fiesta.
— Pecas ¿Vamos a ir a la fiesta de bienvenida de Lambda Phi Épsilon?
— ¿Es hoy?
— Sí
— Ay cariño…debo entregar el próximo lunes un trabajo imposible de investigación para microbiología, el maestro está completamente loco, vete tú y me cuentas si estuvo divertida.
— Si no vas, mejor me quedo a acompañarte.
— No, no, no, ve por favor, si te quedas yo te voy a ignorar por completo.
— ¿Estás segura?
— Sí claro.
— Nos vemos al rato— Le di un breve beso en sus labios y me fui.
No tengo idea porque acepté ir solo a una fiesta, pero tenía un presentimiento, como de ir a encontrarme con mi destino.
Al llegar a aquella antigua mansión victoriana dentro del campus, lugar de las fiestas legendarias de la fraternidad con más tradición y más antigüedad de Duke, sentí una mezcla de emoción y nervios.
Al entrar era todo un mundo de estudiantes, alcohol y música, digno de fiesta universitaria. Me ofrecieron una bebida que no logré descifrar que era, la cuál la tomé como si fuera agua para intentar relajarme.
Crucé toda la pista de baile y logré sentarme en un rincón en donde habían mesas altas con bancos. Sin saber cómo, llegó otra bebida hasta mi mano, y así como llegó así la bebí de prisa, ya comenzaba a relajarme. En la preparatoria fueron pocas veces las que me embriagué, pero no me considero un mal bebedor y hasta ahora nunca he sido mala copa. A Candy le encanta bailar, y a mí me gusta bailar solo con ella.
En ese aspecto estamos hechos el uno para el otro. Me encontraba absorto viendo la pista de baile pensando en ella, cuando ví como un joven rubio se sentaba en mi mesa, brindándome la sonrisa más amigable y sincera que he visto en pocas personas. No sé qué carajos le pusieron a mi bebida que mi corazón saltó y sentí mariposas en el estómago.
— ¡Hola novato! ¿Te diviertes? Soy Albert
— Soy Terry— sin quererlo ya le estoy sonriendo al extraño, ahora sí estoy seguro de que algo pusieron a los hielos de mi bebida.
— Es mi último año y como presidente de los Lambda, es mi obligación y derecho hacer que mi último año de libertad sea inolvidable y que todos recuerden las fiestas que se organizarán aquí este año— Es rubio, bronceado y tiene los ojos azules más hermosos que jamás… demonios, estoy seguro de que me drogaron.
— ¿Te está gustando la fiesta? Acaban de llegar las pizzas, deja te traigo una, si no, hablarás de un momento a otro ruso con estas bebidas si no comes algo pronto— señaló mi vaso y tomó mi mano y creo que la acarició, y yo…yo en lugar de estar asustado, estaba un poco ¿excitado? Albert regresó con una deliciosa pizza. Pasamos toda la noche platicando amenamente de mil cosas y nada, la música estaba tan fuerte que para escucharnos estábamos muy cerca el uno del otro. Sus ojos eran soñadores, cuando me hablaba tan cerca del oído, sentía como se erizaban los vellos de mi nuca. Esto nunca antes me había pasado, nunca, lo juro, me sentía agradablemente confundido, pues ¿Cuánto había bebido? Seguro era alcohol adulterado.
Sin saber cómo, nos levantamos de ese sitio, yo caminé normalmente, me sentía achispado por el alcohol, pero no lo suficientemente ebrio para estar perdiendo la cabeza. Atravesamos el salón principal y entramos al que parecía un despacho, él cerró la puerta tras de él y llegó a mi nariz el olor a madera de cedro de la biblioteca escrupulosamente acomodada. Había un gran escritorio a juego con toda la madera y dos sillones de piel enfrente de él, en una esquina, otros dos sillones también de piel con una mesita de centro y dejé de admirar esa formidable habitación cuando sentí cómo Albert me tomaba de la nuca y como en una lentísima agonía se acercaba a mis labios. Mi corazón latía como nunca antes lo hizo, yo respiraba de manera entrecortada. Cerré los ojos como virginal quinceañera. El primer contacto de nuestros labios fue como lava recorriendo todo mi cuerpo. Un beso lento, su lengua jugaba con la mía, muy nervioso, puse mis manos en su espalda, no se qué demonios me sucedió, pero yo veía, yo sentía como el cielo se abría y cantaban los mismísimos ángeles. Estaba oficialmente perdido, cuando en medio de mi deleite vino a mí la imagen de mi dulce novia y me separé intempestivamente de Albert.
— Yo…yo…yo tengo novia— Logré decir con la voz más afectada de lo que hubiera querido
— ¡Oh mi cielo!— él me lanzó una mirada sorprendida, pero a la vez afectuosa y acarició mi mejilla con ternura— entonces no sólo eres novato de grado escolar— me sonrió dulcemente, yo cerré involuntariamente los ojos ante el contacto de su firme mano en mi mejilla— Terry, mírame— abrí los ojos comenzando a hacer conciencia de lo que había pasado y sintiéndome aterrado y culpable— Nunca antes te habías besado con un hombre ¿Verdad?
— No…
— Cielo, créeme, no pienses que lo que ha sucedido entre nosotros es solo una etapa de locura universitaria, quizás no habías tenido la oportunidad de descubrir que eres gay, pero créeme amor, lo eres y no importa qué digan los demás, no debes sentirte avergonzado. Yo ya recorrí ese camino y reconozco en ti toda la confusión que tuve al inicio. Lo de tu linda novia, arréglalo lo más pronto posible, si la quieres, no permitas que ella siga haciéndose ilusiones, probablemente todo este proceso será muy estresante y doloroso, dímelo a mí que aún mis padres no me dirigen la palabra, pero, no es vida vivir entre las sombras y, Terry, cielo, si necesitas hablar con alguien, yo estaré aquí, todo este año— Me tomó entre sus brazos y me dio un beso en la mejilla
— Debo irme.
— ¿Quieres que te acompañe? ¿Te sientes bien?
— Mi departamento no está lejos y quisiera caminar a solas, me siento un poco agobiado y confundido.
Albert caminó hacia el escritorio, tomó una nota, apuntó algo y me lo dio
—Este es mi celular, puedes llamarme o mandarme mensajes cuando quieras, siempre es bueno tener un apoyo, puedes considerarme tu guía espiritual o tu gurú de lo gay— Soltó una gran carcajada— Sinceramente me encantaría llevarte a la cama porque eres… ¡Dios! Eres toda una delicia —me dijo con un tono afectuoso— pero en estos momentos necesitarás más de un amigo que de un amante.
—Gracias Albert, nos vemos— salí casi huyendo de ahí, la fiesta seguía en pleno apogeo, pero yo no veía nada ni oía nada.
Caminé por horas sin rumbo fijo, quería que el aire fresco despejara mi mente. Aún podía sentir los suaves y tibios labios de Albert sobre los míos, su lengua, su delicioso sabor aún en mi boca. Y entonces cómo piezas de rompecabezas todo comenzó a tomar forma, en mis pocos años vividos, sintiendo que algo no encajaba en mí, por fin, hoy con el beso de ese hombre, por fin logré descifrarlo, definitivamente soy gay. Mi padre morirá cuando le diga, me desheredará, y después me matará. Mamá me ama demasiado, creo ella no tendrá problemas con mi recién descubierta preferencia sexual, ¿Pero Candy? ¿Qué carajos voy a hacer con ella? no quiero perderla, realmente la amo, no quiero que salga de mi vida, pero creo que ese es un pensamiento demasiado egoísta.
Sin saber qué hacer, me acuclillo debajo de un árbol, llevo las manos hasta mi cabello y lloro sin consuelo ¿Cómo podré hacerle esta canallada a la única mujer que he amado y que amaré? Dios mío, ¿Cómo podré hacerlo?
Entro tratando de no hacer ruido a nuestro hogar, son casi las 5 de la mañana, me quito la ropa y los zapatos para acostarme en nuestro sofá, ya que sólo tenemos una cama, la otra habitación está vacía, me acomodo y me cubro con la frazada que usa Candy cuando vemos televisión, aspiro su dulce aroma que está impregnado y duermo completamente agotado.
Despierto con el delicioso olor de tocino y panqueques recién hechos, me levanto del sillón y estoy demasiado adolorido porque no resultó tan cómodo, veo a Candy en nuestra cocina preparando el desayuno, me quedo en silencio, observándola, no entiendo cómo es que puedo sentir todo este amor por ella a pesar de mi recién descubierta orientación sexual, decido hacerlo de una vez, no quiero que ella salga herida, pero peor será mentirle. Se ha dado cuenta que he despertado y voltea a verme con la más hermosa sonrisa.
— ¡Buenos días parrandero! Entiendo que llegaste muy tarde, lo que no entiendo es ¿Porqué dormiste en el sofá y no conmigo?— me preguntó con dulzura poniendo sus manos en su cintura.
— Candy, debemos hablar— el tono de mi voz se escuchó más sombrío de lo que hubiera querido, pude ver una sombra de duda y tristeza por sus ojos, pero inmediatamente se recompuso.
— Lo que sea que tengas que decirme que sea después de desayunar, tengo hambre— lo dijo dándome la espalda mientras preparaba nuestros platos y servía el café.
Me levanté del sillón, me dirigí a nuestra recámara para ponerme un pantalón para hacer ejercicio y una camiseta de algodón. Lavé mis manos y en silencio nos sentamos en la barra de la cocina. Por fin acabamos nuestro desayuno, ella no dejaba de mirarme tratando de descifrar lo que tenía que decirle, haciendo uso de toda mi valentía, tomé sus manos, pero las palabras las tenía atoradas en la garganta.
— ¿Algo pasó en esa fiesta verdad? ¿Te ligaste a una tipa?— me sonrojé estúpidamente, pero no podía ni empezar a hablar— con mil demonios Terrence ¿Entonces me engañaste? ¿Qué fue? ¿Un beso? ¿Caricias? ¿Un faje? ¿Tuviste sexo? ¡Habla con una chingada!— ella se soltó de mis manos y ya me gritaba y comenzaba a llorar copiosamente, debía decirle ya.
— Candy, yo…me he dado cuenta de que soy gay— ella se quedó pasada, me vió demasiado sorprendida, como si no entendiera nada de lo que acababa de confesarle.
— ¿Qué eres gay? ¿Me estás hablando en serio? ¿Cómo te puedes dar cuenta de que eres gay hasta los 18 años? ¡Eres un idiota Terrence Grandchester, eres un estúpido y piensas que yo también lo soy!! ¡No trates de engañarme, sé sincero y dime qué me vas a dejar porque has dejado de quererme, porque soy una aburrida y tú quieres divertirte y revolcarte con toda fulana que se te cruce en el camino!
Yo rompí a llorar, ella dejó de gritarme y solo lloraba también, entre sollozos logré continuar hablando
— Pecas, toda mi vida he sentido que era diferente, era extraño que no me llamara la atención ninguna niña en la secundaria y no tenía fantasías ni románticas ni sexuales, luego te conocí a ti, supuse que simplemente no había conocido a la chica adecuada y especial para mí, nunca he mentido cuando te he dicho que te quiero y que te amo con toda mi alma, pero ni aún con todo nuestro amor he logrado sentirme apasionadamente enamorado. Ayer simplemente sucedió, me besé con otro hombre y todo el entendimiento y la comprensión de lo que realmente soy llegó a mí, perdóname, jamás pensé que esto me pasará a mí y nunca fue mi intención herirte y lastimarte.
— Se besó con un hombre y es gay, sí que eres estúpida Candice— se decía a sí misma entre lágrimas amargas, yo quise acercarme para abrazarla y consolarla, me desgarraba el corazón que ella llorara y sufriera por mi culpa.
— ¡No te atrevas a tocarme!! No te me acerques, nunca más me vuelvas a hablar…me largo de aquí— decidida fue hasta nuestra habitación decidida a empacar sus cosas.
— Pecas….
— Deja de decirme ese estúpido apodo, soy Candice.
— Candice, sé razonable, a estas alturas del semestre no encontrarás alojamiento en ningún lugar, quédate aquí, te conseguiré una cama para que uses la otra habitación, yo…trataré de que no me veas, esta es tu casa, sigue haciendo uso de ella, te prometo que no te molestaré con mi presencia, no me cruzaré en tu camino, no te vayas por favor— en sus ojos había amargura y odio, cuando antes solo veía ternura y amor, quién podría culparla.
— Está bien, después iré a conseguir una cama, hoy…hoy saldré con Annie y Patty, no sé a qué hora regrese, y tampoco sé porqué te doy cuenta de mis actos cuando ya dejaste de existir para mí— golpe directo al corazón, pero el culpable era yo, tomó su mochila y se fue sin decir adiós.
Yo estaba desecho, pero debía resolver rápidamente lo de su habitación, le llamé a mi madre, mintiendo sobre una amiga en desgracia que se había quedado sin dormitorio y que iba a compartir conmigo el departamento, en menos de dos horas mi madre me había mandado en una pequeña mudanza algo de lo que debía tener en inventario en la fábrica, una cama matrimonial con el mejor colchón que pudo conseguir, una mesita de noche, un escritorio y una silla.
Le agradecí infinitamente, me dí una ducha y me fui en mi auto compacto al centro de Durham, en Pottery Barn le compré unos juegos de sábanas, un edredón blanco con enormes rosas rosadas, un tapete de pie de cama, una lamparita de buró con un Hello Kitty pintado en la cerámica y muchos cojines decorativos. Pasé a Home Depot y compré un galón de pintura para darle otro aspecto a su habitación, y regresé a casa.
Era casi media noche, Candy regresaba al departamento, todo estaba en penumbras, prendió la luz de la cocina, en la barra había una caja de chocolates, de esos que Terry sabía que le gustaban mucho con una pequeña nota, Candy se acercó, tomó la caja y leyó la nota: “tu habitación está lista” caminó hacia la pieza que antes estaba vacía, en la puerta había un letrero de madera con letras pintadas en rosa pálido con su nombre “Candy” colgando de un listón, al abrir la puerta, se sorprendió agradablemente, sus muebles eran de madera blanqueada, un hermoso edredón de rosas y la pared de la cabecera pintada de un rosa muy tenue. En su escritorio nuevo había un oso de felpa, con otra nota que decía “Jamás olvides que te quiero” Candy dejó sus chocolates en el escritorio, se puso su pijama, tomó el oso de felpa antes de meterse en la cama y lloró amargamente toda la noche.
En cuanto acabé de arreglar la habitación de Candy, me hice un sándwich y me encerré en la que fue nuestra habitación, no quería perturbarla con mi presencia. Escuché cuando llegó, cuando entró a su nueva habitación y no pude dormir escuchando como lloraba, hasta que se quedó dormida. Me levanté como siempre a las 5:30 estoy en el equipo representativo de tenis y el acondicionamiento físico empezaba a las 6 de la mañana en el gimnasio de la universidad, saqué en mi maleta deportiva todo lo necesario para el día y para las clases, Candy tiene clases en la tarde y regresará hasta las diez de la noche, para entonces espero estar encerrado en mi cuarto. Y así pasaron varias semanas, viviendo juntos, pero evitándonos a toda costa.
Los fines de semana Candy se quedaba encerrada estudiando, yo normalmente tenía torneos y pasaba gran parte de la mañana en estos hasta media tarde, en la tarde pasaba horas hablando con Albert en la cafetería o si él estaba ocupado me iba a esconder a la biblioteca al lugar más remoto y hacía las tareas pendientes.
— Terry ¿Qué haces en la biblioteca en sábado? ¿Es aquí en donde pasa los fines de semana?
— ehhh…tengo examen la próxima semana de Mecánica y fluidos, alguna vez te comenté que se me complica mucho la materia, estoy estudiando—era Candy, traté de contestarle lo más calmado posible, pero mi voz sonó casi como un susurro.
—Yo…necesito hablar contigo, vamos a casa—me ofreció su mano, yo metí mi laptop, mis libros y mis cuadernos a mi mochila, me levanté rápidamente y tomé su mano, caminamos juntos agarrados de la mano, era tan familiar y a la vez tan extraño, no dijimos nada en el trayecto, solo tomados de las manos, con el fresco viento de la tarde acariciando nuestra cara. Por fin llegamos al edificio de nuestro departamento, subimos y al abrir la puerta un delicioso aroma entro por mi nariz, aspiré profundo y sin querer solté un profundo suspiro, al mismo tiempo mi estómago hizo un sonido nada correcto, Candy rió, demasiado tiempo sin escuchar su risa que tanto amaba.
— Preparé lasaña, con ensalada y tengo varias botellas de un delicioso Pinot Noir—ella me jaló al interior, nos acomodamos en la barra, la ensalada estaba fresca y deliciosa, la lasaña increíblemente sabrosa, las copas de vino iban y venían alegremente, es lo más relajado que he estado desde que le dije a ella que soy homosexual.
— Candy, te juro que jamás fue mi intención herirte, esto a mí mismo me tomó desprevenido— le dije mientras veía fijamente mi copa.
— No fue tu intención, pero lo hiciste—ese comentario hizo que levantará la vista y la viera directamente a sus hermosos ojos verdes.
— Lo siento mucho, por favor perdóname.
— No cariño, esto no es culpa tuya, jamás te disculpes por lo que eres y jamás intentes negarte a ti mismo para hacer feliz alguien más, eres un muchacho maravilloso del cuál me siento honrada de contar incondicionalmente, eres noble y sincero, lástima que me haga falta un pene para que sientas un poquito de lujuria por mí— y soltó una fuerte carcajada, me volvió a ver con esos ojos llenos de amor, pero también había resignación, su risa quebró toda barrera que se pudo haber formado entre nosotros en estas horribles semanas.
— Candy, eres mi primer amor y eso jamás nadie podrá cambiarlo, así como nadie podrá hacer que deje de amarte.
— Terry, esto fue devastador para mí, y entenderás que realmente necesito alejarme, en los dormitorios de Patty y Annie se desocupó una habitación muy cerca al de ellas, me voy en una semana, pero no quiero irme sin disculparme por todas las tonterías que te dije.
— Lo entiendo, no tienes que disculparte por nada.
Pasamos la noche hablando de tonterías y riendo por los efectos del vino, pero, nada podría volver a ser nunca igual.
Candy se fue una semana después, tuve que rogarle para que se llevara los muebles y todo lo que le regalé, aunque ella lo negara los iba a necesitar, no me permitió ayudarle, vinieron sus amigas con sus novios, uno de ellos Stear Cornwell, estudia ingeniería aeronáutica, toma una clase del tronco común conmigo.
Durante meses tratamos con mucho esfuerzo de que nuestra supuesta “amistad” funcionara, hasta viajamos al Mardi Gras en Nueva Orleans y estuvimos ahí casi tres días de fiesta ahogados en alcohol, fue divertido, pero seguía esa sensación extraña, la extrañaba a morir, hasta le pedí que regresara al departamento, ella obviamente se negó, intentamos algunas semanas más, hasta que comencé a verme con Neil.
Días después de mi primera cita con Neil, Candy me pidió vernos a medio día en el centro de Durham en el C&H Cafeteria. Llegué y ella ya me esperaba, pedimos dos capuchinos y pay de manzana con helado de vainilla. Sabía que algo muy importante iba a suceder, comimos en completo silencio hasta que ella habló.
— Terry— su voz sonaba temblorosa, casi a punto de llorar— debemos parar esto, dejar de hacer esto…
— No te entiendo— por supuesto que comprendía perfectamente lo que trataba de decirme.
— No quiero que nos sigamos viendo, para mí es muy difícil, yo…yo aún estoy demasiado enamorada de ti, no puedo seguir con esto, no puedo— y rompió a llorar desconsoladamente. Y lo ví claramente, en mi egoísmo de seguir junto a ella, no me di cuenta de cuánto sufría.
— Tienes razón, perdóname, perdóname todo, por favor se feliz, muy feliz— tomé su mano derecha apretándola un poco intentando darle consuelo, yo tampoco podía contener el llanto— eres excepcional y mereces a alguien que te ame cómo mereces, si me necesitas, siempre estaré para ti.
Ella retiró su mano de la mía de manera poco delicada, rápidamente se levantó de la silla, y se retiró, se fue sin mirarme, sólo me quedé estático viendo como salía de mi vida la única mujer a la que amé. Era tiempo de tomar las riendas de mi nueva vida, Neil iría esa noche a mi departamento a cenar.
Continuará...
Aquí puedes leer el Capitulo 2
Capítulo 2
Última edición por DTG el Dom Abr 25, 2021 1:37 am, editado 2 veces
por los afectos que se pierden
por quienes no respetan las elecciones o decisiones de los demás
