Voy caminando por un campo de girasoles, comienza a ponerse el sol y los tonos naranjas del cielo quieren competir con las alegres flores, mi cara recibe feliz los últimos rayos del astro rey, buscándolos como lo hacen los girasoles con la esperanza de recibir algo de calor que logre entibiar mi corazón que se congeló desde que tú te fuiste.
Una suave y fresca brisa acaricia mi rostro y alborota ni cabello, quiero creer con todo mi corazón que ha sido tu espíritu que viene a visitarme.
En el colegio intercambiábamos cartas, en Chicago éramos inseparables, sin embargo, jamás hablamos de amor, ni recibí ninguna propuesta de noviazgo, pero yo te amaba tanto, y por alguna razón, cuando llega la tarde y el cielo se pinta de naranja, puedo sentirte muy cerca de mi, se que es solo una ilusión, tú no regresarás y al final, te fuiste sin despedirte, al final no me elegiste a mí, elegiste esa maldita guerra.
Otra vez despierto del sueño, el mismo que se repite desde que moriste, sentirte a través de los rayos del sol en un campo de girasoles. Creo que mis lágrimas son inagotables, te extraño infinitamente, y hoy también, como cada noche, me quedaré dormida llorándote.