CAPÍTULO I
MORIR DE AMOR
SONGFIC JESUIS MALADE
DE NOELIA ZENÓN
POR YURIKO YOKINAWA
“Ve por ella, aún estás a tiempo.”
“No, he renunciado a mi felicidad… he decidido por ti”
La felicidad puede durar solo un parpadeo, un instante, prácticamente, nada. Esas palabras que son confundidas con esperanza, de amor, de una eternidad.
Derrotado, cierra la cortina que cubre la ventana de la habitación del hospital, una lágrima se asoma, él no la deja liberarse, con su dedo índice la ha quitado, me regala una sonrisa de consolación. -No sabes cuan feliz me haces, voy a dar lo mejor de mi vida para…- -No es necesario, ya has dado tu vida por mí, ahora, debes recuperarte para volver a casa.- -Pondré de mi parte, vas a ver que sí, tú serás el pilar en dónde pueda apoyarme, el ser que me motivará a salir adelante, el que diariamente preguntará por mis días, deseos e inquietudes.- Su sonrisa forzada no me engaña, pero no me ha importado, el tiempo al tiempo, la paciencia y confianza son requisitos para una relación estable y duradera, a partir de hoy será un después para nosotros.
El tiempo pasó, la paciencia se agotó y la confianza nunca llegó. La oscuridad se cierne ante mí, ¡ven! ayúdame a respirar. Cada amanecer, cada despertar, siempre está ahí, me siento enferma, sálvame de ti, de mi soledad, de tu amor, no puedo más, las voces me gritan que le dé punto final a mi dolor.
-Deja de llorar, sé valiente y lucha por ti, levántate y vuelve a caminar… Por favor, Susana, deja de mentir, de mirar atrás, es tiempo de volver a empezar-
- ¡Nooo! He dado la vida por ti, me lo debes. ¿Acaso no te has dado cuenta de que necesito de ti, aunque no me ames? No me puedes abandonar como a un perro luego de haberte regalado mi juventud, mi tiempo, mi reputación.
-He pagado con creces esa prueba de amor, ya no te debo nada. No necesitas de mí, al contrario, nos hemos hecho daño, debemos decirnos adiós, son ocho años de un completo y mutuo infierno. -
-Está bien, vete con… ella… ¿Crees que es fácil decirlo así cómo así? ¿Crees que podré vivir sin ti? Terry, si te vas, me mato, ¿Lo oíste? ¡Me mato! -
-Ese cuento ya me lo sé, por mí, puedes hacerlo desde una azotea. -
Toma su equipaje y se retira de la estancia con una sonora carcajada. Estoy iracunda, mis lágrimas no fueron suficientes para retenerlo, el chantaje, tampoco. Terry ya no es el mismo jovenzuelo ingenuo al que podía manipular a mi antojo. Ha cambiado en mucho, sobre todo, desde hace un par de meses atrás. A mí no me puede engañar, lo conozco demasiado bien como para no darme cuenta de que el brillo de sus ojos se miraba enamorados. No se necesita ser vidente para adivinar de quien está enamorado, jamás ha dejado de pensar en ella, de mencionarla en sueños, de buscarla entre los diarios. Te odio Candy, te odio Terry, me odio a mí misma. Me engañaron y me dejé engañar. Nunca fui feliz a pesar de que lo intenté.
Te busco y no te encuentro, me has negado la entrada al teatro, has cambiado de dirección, he intentado provocarte con entrevistas tendenciosas. Siento que muero de amor, no sabes lo que has ocasionado, me consumo por tu ausencia. Te extraño tanto corazón, no sabes cuánto. Deseo que regreses a mi lado porque eres mío, porque me perteneces… Lloro desconsoladamente al mirar sobre el cristal de mi pasado y presente.
Tus fuertes brazos me llevan a la nueva casa que mandaste acondicionar para mí, imaginé cómo si fuera una recién casada, coloqué mis brazos sobre tu cuello, me sentía en la gloria, ignoré a los empleados que estarían bajo mi disposición. Me tenías como abeja sobre la miel, tu hermoso perfil me atraía como un poderoso imán que me invitaba besar tu aterciopelada mejilla, no dejaba de mirarte mientras construía castillos de cristal en lo que sería nuestro nuevo hogar.
Sé que mi madre tuvo mucho que ver con la decisión de vivir con nosotras, tu buen corazón no te permitiría que estuviera muerta en vida, cuando hablaste conmigo sobre el tema te dije que no me importaría las habladurías y así fue. Mi amor por ti es demasiado grande, más grande que mi propia vida, al grado que te perdoné la primera vez que te fuiste, no te cuestioné ni reproché, sabía que volverías porque lo habías prometido en esa oscura noche. He hecho tanto por ti, he soportado tu frialdad, tu ausente compañía, incluso, he disfrutado de tus falsas caricias… A pesar de todo, he sido, ¡no! he intentado, bueno, fui feliz estando a tu lado… Jajaja he fingido ser feliz. Siempre te animé, busqué reconfortarte, me interesé por tus gustos, deseos, aplaudí tu crecimiento actoral, te acompañé cuando enfermaste, me tragué mis lágrimas al tener que escuchar su nombre por tus delirios, he estado día a día para ti y así me pagas, ¡No es justo!
“Terry, envíame una postal por cada ciudad que visites durante la gira.” Quiero pensar que no faltó ni una, gustosa las recibía, más, sin embargo, solo eran postales fechadas con un remitente y destinatario. Las yemas de mis dedos se deslizaban sobre tu perfecta caligrafía, cerraba los ojos para mirarte actuar, cada línea del libreto era dedicada a mí, poco a poco tus labios se acercaban a los míos, tiemblo ante el inminente contacto, me estremezco, el fuego de mi bajo vientre hace explosión, mi cuerpo se convulsiona por toda esa energía liberada.
Es increíble lo que un simple beso puede provocar, qué hubiera dado por sentir tus labios, tu tacto sobre mi piel, el calor de tu aliento susurrándome en el oído cuánto me deseas. Hubiera sido la mujer más dichosa del universo, pero no, tenía que conformarme con las fantasías de una postal, de las veces que me llevaste entre tus brazos a mi recámara y de las caricias que te di cuando te suplicaba que durmieras a mi lado para velar mi sueño. Esos momentos de gloria e insomnio por sentirte mío por unos instantes se ha desvanecido por tu partida. Miro la cama, la almohada donde descansabas se burla de tu abandono, caigo sobre ella, y como niña haciendo una rabieta la golpeo para que mi alma se libere un poco de tanto dolor, de esta triste agonía por estar sola con mi soledad.
“Sussie, he gastado mis ahorros en tu recuperación, estoy pagando la casa, a los empleados y los dos automóviles, mereces una boda digna de una princesa, no puedo costear tus deseos y los de tu madre, lo conveniente es esperar, ya no me presiones por favor, te prometo que más adelante lo haremos.” Promesas… Prometer no empobrece, algunas son permanentes cómo el que Candy y Terry me hicieron cuando intenté suicidarme la primera vez, pero, no fueron sinceras, solo me dieron una esperanza que agonizaba ante mí con el tiempo. Mi destino estaba escrito, tú, te convertiste en mi verdugo, juez y castigo. Ayúdame a olvidarte, no puedo vivir sin ti porque mi vida te pertenece… Me siento enferma, completamente enferma. Amor mío, muero de tristeza.
Mi madre y yo veíamos las revistas sobre la última moda en vestidos de novia, por el momento no podíamos casarnos, además, él se había marchado a una peregrinación personal, el cual, volvió meses después, físicamente no era él, parecía indigente, lo recibí con mucho amor y comprensión, no le hice cuestionamiento ni reproche alguno, sabía que volvería a mí, ese era Terry, una persona con convicciones y honor, un hombre de palabra. Jamás me pidió matrimonio, nunca me hizo una promesa de amor, su mutismo era obvia cuando mi madre le tocaba el tema, incluso que me diera mi lugar ante los comentarios mal intencionados que hacía la prensa. A pesar de asegurar que no me importaba las habladurías, el cual era verdad, me afectaba que él no se dignara en hablar de nosotros, no daba explicaciones ni entrevistas. Mi madre hizo todo lo que pudo, aunque Terry siempre fue educado sabía cómo responder a las presiones de nosotras… Inteligentemente me daba largas, prefería cumplir con complacencias y caprichos con el pretexto de que mi bienestar era primero.
Bienestar que me dio con la casa que adquirió a los años, los empleados, su compañía, estaba segura a su lado, protegida, yo, hice lo que me pidió, fui a rehabilitación y hoy, uso una prótesis sin problema alguno, podía caminar nuevamente y lo hacía orgullosamente a su lado, asistimos a algunos eventos, el cual aprovechaba para bailar entre sus brazos, dos piezas eran suficiente para no cansarme, las veladas comúnmente eran agradables a pesar del cotilleo que se hacía sobre nosotros. La prensa nos tomaba fotografías, si tenía oportunidad aceptaba responder algunas preguntas, las primeras veces fueron causantes de discusión, me decía que no debía hacer público nuestra vida personal y menos dar explicaciones, luego, ya no me importaba nada porque aun así estabas a mi lado, pero después, su silencio y semblante era suficiente para saber que estaba molesto, entonces, sentía culpa, pero de todas formas presumía la felicidad que tenía con Terry. Poco a poco comenzó a alejarse para luego ya no llevarme a eventos sociales cómo solía hacerlo.
Me preguntas cuántos secretos te he escondido y te respondo del mismo modo ¿Cuántos secretos me has ocultado Terry? ¿Crees que no sé qué te entiendes con Eleonor Baker? Te has puesto cómo piedra, tu mandíbula tiembla. Ni con Candy te habías puesto tan fúrico. No tienes el valor de enfrentarme, das la media vuelta y sales de la habitación azotando la puerta. Lloro de solo pensar que es verdad, lo desconozco, jamás creí que fuera a engañarme con alguien mayor que él, y yo que solía temer que en cualquier momento buscarías a la enfermera de Chicago. Terry, has tenido la culpa de que al final del día desconfiara de ti, me diste los indicios para sospechar hasta de tu misma sombra… Ahora entiendo las razones de tu indiferencia, de que ya no pasaras tanto tiempo en casa, que ya no me complacieras en acompañarme a mi habitación y, a pesar de tu infidelidad, te había perdonado porque te amo. ¡Sí, te amo! Ahora que estoy sin ti mi cama se convierte en llaga, vivo en un sueño que se convierte en pesadilla y que se niega en despertar.
Cada mañana al despertar… mmm, todos los días son los mismos, miro a la gente y para mí son iguales, ya no tengo interés en salir, de escribir, bañarme, comer, de… vivir. Las noches son peores, para calmar mi angustia y soledad me he refugiado en el tabaco y el alcohol, amanezco abrazada a la botella… soy un asco, estoy sucia y fea sin ti, cómo una niña que no sabe andar temerosa de perderse en su soledad. Regresa a mí porque te amo, vuelve a mí porque sin ti estoy completamente enferma.
¿En dónde estarás? Creo que jamás lo sabré. Los diarios no han hablado de ti, solo sé que debes estar feliz riéndote de lo que me has hecho, jajaja, soy el hazme reír del teatro, la burla de tu amante… Eleonor Baker, la famosa actriz consagrada de Broadway, la diva soltera pulcra e intachable, ¿Quién diría qué es toda una zorra? Entonces, me dirijo a la bañera para asearme calmadamente, agrego el jabón de frutillas que tanto me gusta, pienso, pienso y pienso en lo que haré.
He llegado a la residencia Baker con mi mejor vestido, el que más se acomoda a mi extremadamente cuerpo delgado, espero un rato tratando de encontrar la mejor oportunidad para tocar su puerta, divago todo tipo de escenarios, uno de ellos es encontrarlos infraganti pero no sucede, al fin me decido, con toda la fortaleza que me queda, a paso firme llego a la puerta. El mayordomo abre, me impide la entrada, exijo que llame a esa oportunista que me ha robado su amor. - ¿Qué sucede Fred? ¿Por qué tanto grito? - Estoy furiosa, descargo la frustración que tengo guardada y me retiro con todo el orgullo y dignidad que puedo mostrar.
-Sabía que vendrías, la imagen de tu amante no puede desprestigiarse. Toda su carrera se vendría abajo si se enteran la clase de persona que es, aunque no te perdono tu tardanza, mmm, siempre dándote a desear. No me mires así, mejor siéntate y platiquemos, sobre todo, quiero que me escuches. – Terry se encuentra receloso, se mantiene de pie sin la intención de moverse. Observa mi recámara, nota el cenicero que antes no existía, un par de vasos, hielo, whisky y cigarros. Tengo el control de la situación, no me dejaré vencer por su presencia y por todo el enojo que destila cada poro de su piel. -Tu madre te orientará y escuchará, es buenísima para darte consejos. Por cierto, ¿en dónde está? - -Mi madre ya no vive conmigo, le he pedido que se marche, tarde me he dado cuenta de que ella tuvo que ver con nuestra infelicidad. - - ¿Qué dices? - -Lo que oyes mi amor, estos meses me han servido para hacer un análisis de lo que ha sido nuestras vidas juntos. - - ¿Cuáles han sido tus conclusiones? – Comienzo a hablar con el corazón en la mano, le platico los aciertos y desaciertos con la esperanza de que vuelva a mi lado, incluso le menciono que le perdono su infidelidad y que soportaría que viviera su aventura hasta que se aburriera de su amante. Sonoras carcajadas rompen mi entusiasmo.
Aprieto la falda de mi vestido, tomo un cigarro, con manos temblorosas lo enciendo, trato de controlar mis emociones. Ha comenzado a hablar, ya no lo escucho, se me nubla la mente, solo absorbe lo que entiende para hacer su ofensiva. - ¡Cállateee! - Le grito mientras le tiro un libreto que dejé de escribir a los días que se marchó. Lo esquiva. Del coraje suelto el llanto, me rompe el corazón en mil pedazos. Reproches y verdades a medias le confieso. No puedo más, después de esto no sé qué será de mí.
-Nunca sabré por qué te fuiste, jamás sabré en dónde estarás, para ti será nada nuestra historia, dentro de uno o dos años, te dará igual como todo lo que te acabo de decir. No sé cómo hacer para que vuelvas a mi lado, para que entiendas que te necesito, que sin ti mi vida no es vida, que estoy atada a ti cómo a una roca, cómo a un pecado. Dices que no te necesito, que soy fuerte con mucho potencial. Solo intentas hacerme sentir bien, lo sé, pero tus palabras no son sinceras, tú ya tienes a tu nuevo amor. No lo soporto Terry, estoy cansada, al final del día, el amor que siento por ti me ha hecho daño, eres ese tipo de amores que matan. – Coloco ambas manos sobre mi rostro, no quiero que me vea llorar.
-Sussie. – Me dice de manera conciliadora. -No soy Sussie, ya no, la Sussie que conociste está muerta para ti, la has matado en vida, ¡mírame! – Le reclamo con toda mi alma. – Mientras todos los barcos conocen tu rastro yo me quedaré por siempre anclada en el puerto del olvido, sola, triste y derrotada, mientras vertía mi sangre sobre tus venas gota a gota me la despreciabas sin darme la oportunidad de aceptar mi amor por ti, de mirarme como mujer, solo recibí indiferencias de tu parte, “estabas, pero no estabas, fingiendo un interés de mi porvenir para dejarme.”
-Trata de calmarte, no estás bien, vendré mañana para ver cómo sigues. Le pediré a Mellie que te prepare un té para que puedas descansar. – Se ve preocupado, en el fondo le importo, quizá tenga una última oportunidad. – Vendré sin falta luego de los ensayos y platicaremos si te prestas a hacerlo, prométeme que no tomarás ni fumarás, deseo tu bienestar y felicidad, aunque no me creas. – Se da la media vuelta para retirarse. – Terry, espera. – Se detiene, trata de sonreír, acepta y corresponde mi abrazo. Su calor corporal me regresa a la vida, no deseo soltarlo nunca más. Lentamente me desprende de su cuerpo protector. – Lo prometo, te estaré esperando mi amor. –
Les he dado el día al personal que me atiende. Trato de ser meticulosa en mi arreglo personal, me miro en el espejo, me siento hermosa, espero gustarle. Han tocado la puerta, es él, salió temprano del teatro, me alegra de estar lista con tiempo, me asomo por última vez en el espejo, con una sonrisa me doy el visto bueno. No hay nadie, miro a todos lados, rostros desconocidos abarca mi campo de visión. Un sobre se encuentra debajo de la puerta, estoy desconcertada, no tiene remitente ni destinatario. ¡No puede ser! Fotografías de Terry con Candy felizmente enamorados. De la rabia quiebro el espejo con su retrato. Ahora lo entiendo todo. Me lo vas a pagar, si no eres mío, no serás de nadie, siempre cargarás conmigo te guste o no. Saco del guardarropa el vestido de novia que nunca luciré en una iglesia, enciendo velas blancas y las coloco alrededor de la cama, sirvo una copa de champaña y brindo a nuestra salud. Escribo una breve nota en verso deseando que llegues a tiempo para salvarme una vez más.
Tú destrozaste mi canción
Y me robaste la razón.
Mi talento se agotó con tu adiós.
Eres un amor que rasga la falda del alma
Que morirá a la vez que yo
Me siento completamente enferma de amor.
Última edición por Yuriko Yokinawa el Dom Mayo 02, 2021 2:13 pm, editado 3 veces