***EL IMPOSTOR*****
CAPITULO 2
Candy despertó con su rostro sudoroso y con su corazón palpitando a millón. Se sentó en la cama para que sus emociones se calmaran. Caminó hacia la cocina en busca de un vaso con agua para que la tranquilidad vuelva a su cuerpo.
A pesar de haberse ya relajado, sentía una opresión en el pecho, de sus labios salían pequeños suspiros lastimeros. Regresó a su habitación, pero ya el sueño la había abandonado por completo. Sentada de frente a su peinadora miraba como la imagen que el espejo le regresaba solo le causaba dolor. Su larga cabellera rubia estaba opaca y sin vida por el poco cuidado que le daba a su peinado. Sus ojos, a pesar de tener un hermoso color verde, lucían vacíos y tristes. Sus manos tocaban sus mejillas, y aunque su piel era muy tersa, a ella no le agradaban las pecas que en su rostro se encontraba.
—Como no se iba a burlar de mí, si soy una mujer fea. Mi cara está llena de estas pecas que odio y estos malditos lentes… en cambio ella…. Daysi era tan bella que fui una tonta al pensar que me amaba por encima de ella.
La rubia tomó sus lentes y los lanzó al piso con tanta furia que terminaron por desarmarse.
—¡Santa madre, que hice! ¡Sin mis lentes no podré trabajar!—Candy que tonta que eres, los lentes no tienen la culpa de que el espejo te diga la verdad.
Y la verdad era que la joven se sentía fea. Con actitud derrotada tomaba sus lentes y como pudo trató de arreglarlos, pero estos estaban seriamente dañados.
Mientras miraba sus lentes, la mente de Candy viajó al pasado
*****FLASHBACK*********
—Dime Annie, ¿preguntó por mí? —Candy tenía una ligera esperanza cuando formulaba aquella pregunta.
—Ya lo escuchaste tú misma, no le importó preguntar sobre lo que te pasaba, solo quería que le entregaras el trabajo de Cálculo de esa zorra —Las palabras de la pelinegra eran duras, pero quería que Candy viera la realidad de la situación.
—Por lo menos sabrá que yo lo ayudé y tendrá un buen recuerdo de mí—La mirada de Candy se volvía a tornar vidriosa—de pronto Annie comenzó a reír como desquiciada
—JA JA JA JA JA—La pelinegra reía con todo lo que su garganta podía, parecía una loca.
—Que te sucede Annie, ¿por qué te ríes así?
—Ese par de víboras tendrán el castigo que se merecen por traidores. Yo ya me encargué de todo. Tú solo descansa prima que necesitas recuperarte de esto.
—Annie dime, ¿qué hiciste con esa tarea?
—Nada. Ese par de idiotas no saben nada de Cálculo, así que solo les imprimí la misma tarea del parcial pasado y con los mismos errores en las dos carpetas; así es que, el profesor se dará cuenta que han copiado y reprobarán el parcial. Se lo tienen merecido por estúpidos— JAJAJAJAJA
—Santa Madre, ¡si Neal reprueba lo pueden sacar para siempre del equipo Annie!
—¡Y a ti eso ya no te debe preocupar Candy! —hablaba Annie con molestia—deja que se hunda ese traidor.
La pelinegra agarraba fuertemente de los hombros a Candy para que ella despertara de una vez por todas de ese letargo en el que se hallaba.
Las dos jóvenes se abrazaron y Annie con gesto maternal acariciaba los cabellos de su prima.
—Candy, por favor. Sé que esto te ha golpeado duro, pero no dejes que te derrumbe. Ese tipo no vale ni una de tus lágrimas. Candy, sé que hay algo más que ha dañado tu corazón que solo este engaño de Neal, dime Candy ¿qué te hizo ese miserable para que este así? —Era el pedido angustioso de la pelinegra, de verdad estaba muy preocupada por Candy.
—Annie yo… yo no deseo hablar de eso. Solo quiero desaparecer y que nadie me moleste con esto. Para mañana seré la burla de la universidad y no quiero ver la cara de mofa de Daysi ni la de Elisa— Una derrotada Candy lloraba desconsolada en el hombro de su prima.
—Candy, no te puedo obligar a que me cuentes lo que ese par de víboras te hicieron; pero yo quiero hacerte una propuesta ¿qué te parece si te mudas a Chicago por una temporada? —En los ojos de la pelinegra se pintó un atisbo de esperanza que Candy pudo notar.
La rubia se encontraba dudosa ante el pedido de su prima, no quería perder un semestre en la universidad; pero sabía que aún no contaba con las fuerzas para enfrentar a Neal, ni mucho menos a las burlas de Daysi y su grupito de amigas.
************FIN DEL FLASHBACK************
Con gesto cansado la joven rubia se recostó en su cama. Ya no quería seguir recordando todo aquel episodio que en verdad la había marcado; pero, aunque sus ojos los mantenía cerrados; su mente recordaba.
Imágenes de Eliza entablando una supuesta amistad con ella invadieron su mente. Recordaba como desde un inicio siempre le platicaba de su guapo hermano y del supuesto interés que Candy había despertado en él. No entendía el motivo por el cual Eliza había apostado con su hermano el enamorarla, ni tampoco entendía como Neal se había prestado para ese sucio juego de su hermana. A pesar del tiempo transcurrido, aún sentía dolor por aquella traición de su supuesta amiga y su novio.
Candy recordaba la promesa hecha así misma de dejar de sufrir por ese miserable que había jugado con sus sentimientos, y lo había logrado; pero, en el camino la jovial chica de brillante sonrisa se esfumó para dar paso a una mujer de sentimientos fríos y expresiones duras.
A la mañana siguiente Candy ya estaba lista para asistir a su oficina. Llevaba ya tres años trabajando en ARDLAY & Asociados gracias a la recomendación de su profesor de Urbanística. Había empezado como una sencilla pasante de arquitectura y diseño; pero gracias a su buen desempeño logró quedarse definitivamente en el corporativo.
Actualmente era una brillante asistente de proyectos y estaba en la pelea de que uno de sus trabajos sea considerado para una importante firma; solo necesitaba que su antipático compañero de trabajo, el arquitecto Terence Graham se pusiera de acuerdo con ella y presentaran un proyecto en conjunto; ya que esa había sido el pedido de la junta general del corporativo.
Entraba a la oficina con la firme intención de persuadir a Terence, el odioso joven que desde hace dos meses hacía su vida laboral de cuadritos; ese día Candy estaba dispuesta a que por fin se pusieran de acuerdo en el trabajo final que presentarían, pero no contaba con la escena que le tocó presenciar.
—Terence, tenemos que hablar seriamente sobre el proyecto final que debemos presentarle a la junta dire .... — su parlamento quedó a la mitad ya que el joven se encontraba enfrascado en una discusión en su celular; y al parecer el tema era muy serio.
Candy solo atinó a quedarse en silencio y esperar que el joven terminara de hablar por su celular. En ese lapso de tiempo se limitó a observar detenidamente a su compañero de trabajo. Era un hombre muy guapo, de una brillante cabellera castaña que enmarcaba unos profundos ojos azules; que en ese momento irradian furia pura. Sentía lástima por la persona al otro lado del teléfono ya que sus palabras sonaban frías y cortantes.
—Dije que no Eleanor, es lo último que diré y no volveré hablar ese tema contigo. Dile a ese señor que no lo necesito y que no me puede obligar a ningún compromiso. Cuando lo necesité no me brindó su apoyo, ahora soy yo el que no desea saber nada de él ni brindarle mi ayuda. Nos hablamos luego.
Candy estaba muda, le pareció ver por unos instantes que los ojos de Terence se cristalizaron; pero rápidamente el castaño desvió la mirada hacia el gran ventanal de la oficina.
—Terence, ¿te encuentras bien? —exclamaba la joven realmente preocupada.
—Eso no es de tu incumbencia pecosa entrometida—a pesar de que usaba con ella el mote de siempre, sus palabras eran cortantes.
—Es que creí que estabas triste
—¿Qué yo estaba triste? Jajajaja que ocurrencias las tuyas pecas—A pesar de la carcajada que emitió Terence, no fue capaz de mirar a la cara a Candy.
—¿Podrías dejar de ser tan altanero por lo menos una vez en el día? ¡Yo solo quise ser amable contigo!
—¡Pues nadie le pidió su lástima señorita White! —Sus palabras estaban llenas de coraje y la mirada que le dio la dejó perpleja. Sin decir más salió de la oficina cerrando la puerta de un solo golpe.
Candy miró con asombro como Terence dejaba la oficina con el peor genio que le había observado desde que trabajaban juntos. El joven era de carácter reservado y normalmente no era muy comunicativo; pero jamás lo había visto en ese estado. Se preguntaba quién era Eleanor y por qué él la había tratado de esa manera.
La ojioverde pensó que este sería el peor momento para tratar el tema del proyecto con el castaño; lo más seguro es que no conseguiría llegar a un acuerdo y ya se estaba desesperando, pues el dichoso proyecto tenía que ser presentado a la junta de accionistas la segunda semana del mes de enero.
Los problemas se estaban juntando en la cabeza de Candy. La reunión familiar a la que tendría que asistir ese fin de semana, la presencia inevitable de Neal, el proyecto que aún no estaba concluido y para rematar su compañero de trabajo que estaba en estado intratable. La cabeza de Candy estaba por colapsar y con gesto cansado la muchacha se quedó con la mirada perdida en el ventanal de la oficina.
—¿En qué estas soñando pecosa? —La varonil voz del castaño se hizo presente en el lugar haciendo que Candy diera un respingo.
—¡AHHH! ¡Santo Dios! Menudo susto me has dado. Y ya te he dicho que mi nombre es Candice White ¡escuchaste bien! Y no respondo a otro nombre que no sea ese. —La ojiverde había pasado del susto a la molestia en menos de un segundo.
—Lamento mucho tener que decírtelo; pero realmente eres muy pecosa— La expresión del joven esta vez era muy divertida en contraste con la de Candy.
—¡Eres un…! —La mirada de Candy era furiosa
—Espera Candice, quiero pedirte disculpas por la escena de hace rato. Yo no debí comportarme así. A pesar de que tenemos nuestras diferencias en el área laboral y me caigas mal; yo no debí ser un grosero contigo.
—Qué bueno que lo reconozcas y te aclaro que el sentimiento es mutuo—Espetó la rubia.
Con las manos en alto Terence se dio por vencido ante las palabras dichas por la rubia. Esos debates verbales eran diarios desde el día en que conocieron. Si él decía “azul”, ella decía “preferible verde”, si ella opinaba que mejor era una “fachada ligera”, él decía “fachada tradicional” y así era en todos los proyectos que ambos manejaban. Las discrepancias entre los jóvenes ya estaban colmando la paciencia de su jefe.
—Terence, Candice; vengan los dos a mi oficina AHORA. —La voz fuerte de su jefe; el Arquitecto George Jhonson resonó en la oficina.
—Si…si arquitecto enseguida— Candy contestaba con un hilo de voz para luego mirar de manera reprobatoria a Terence, a lo que el joven respondió—No me mires así, que todo esto es tu culpa por el gritito ese que pegaste. Vamos a ver en que nuevo lío estamos metidos.
Los muchachos cruzaron miradas furiosas entre ellos, pero de manera resignada se dirigieron a la oficina del Sr. Jhonson para saber las consecuencias de sus continuos enfrentamientos.
Ya en la oficina el Sr. Jhonson miraba seriamente a los jóvenes
—Estamos claros que para la segunda semana de enero tenemos que presentar el proyecto final para los japoneses, ¿verdad? —Era la incómoda pregunta que el Sr. Jhonson hacía a sus dos asistentes.
—Si arquitecto—contestaron al unísono los jóvenes
—Entonces ¿por qué aun no veo ningún boceto en mi escritorio para analizarlo?
—Sr. Jhonson, Terence y yo tenemos diseños por separado, podemos dárselos para que la junta directiva escoja el que se presentará a los japoneses.
—Candice, la junta no solo evaluará nuestra propuesta, también lo harán con la propuesta del Arquitecto Anderson y Stevenson. Chicos, yo confío en sus altas capacidades, pero veo que no se están compenetrando bien y sería un verdadero desastre para nuestro equipo no presentar un proyecto a la altura de lo que se espera.
Lastimosamente veo que tendré que relevarlos y solo considerar el trabajo de Karen y Elizabeth.
La cara de los jóvenes era de verdadera incredulidad, no podían creer que la tan ansiada oportunidad de escalar en el corporativo, se les estaba yendo de las manos.
—Por favor arquitecto, no lo haga aún. La señorita White y yo estamos puliendo un excelente proyecto. En realidad solo son pequeños detalles que nos hacen falta. Le aseguro que usted tendrá la mejor propuesta sobre su escritorio en tres semanas.
—Está bien, confiaré en ustedes y en lo que me estás diciendo Terence; pero les digo qué si ese trabajo no está en mi escritorio en la primera semana de enero, estarán relevados. Terence quédate un momento que necesito hablar contigo, puedes retirarte Candice.
—Gracias—espetó la joven con voz apesadumbrada.
Candy estaba en su escritorio totalmente desmotivada, a punto de llorar. Quería con todas las ganas triunfar en ese proyecto y que por fin la tensa relación que mantenía con su compañero de trabajo quedara zanjada; pero la llamada que había recibido esa mañana por parte de su prima Annie, no la dejaba tranquila.
*******flashback********
—¡Qué ojeras madre santa! —La ojiverde miraba su reflejo de manera azorada, pero también era consciente que esas ojeras eran producto de sus últimos desvelos. Alcanzó a escuchar el sonido de su celular y se apresuró a contestar al ver de quien era la llamada.
—¡Hola! ¡Annie que alegría escucharte! Dime que novedades me tienes ahora— La alegría de Candy poco a poco se fue borrando de su rostro al escuchar la noticia que Annie tenía preparada.
—¡Candy! ¡Prima como te he extrañado! Estoy con una revolución aquí en la pastelería, gracias a Dios me va de maravilla; pero no podía dejar de contarte lo que me he enterado. Tu mamá invitó a la reunión de navidad a los “hermanos desgracia” y los muy infelices han aceptado venir. Me imagino que Eliza nos vendrá a presumir a su flamante marido millonario y el infeliz de Neal la verdad no sé para que viene. ¡Candy! ¿Me escuchas?... ¡Candy!...¡Aló!
La cara de Candy palideció ante aquella noticia. Sabía que era probable que en esta reunión se topara con Neal; pero, ahora eso era una certeza.
CONTINUARA....
CAPITULO 2
Candy despertó con su rostro sudoroso y con su corazón palpitando a millón. Se sentó en la cama para que sus emociones se calmaran. Caminó hacia la cocina en busca de un vaso con agua para que la tranquilidad vuelva a su cuerpo.
A pesar de haberse ya relajado, sentía una opresión en el pecho, de sus labios salían pequeños suspiros lastimeros. Regresó a su habitación, pero ya el sueño la había abandonado por completo. Sentada de frente a su peinadora miraba como la imagen que el espejo le regresaba solo le causaba dolor. Su larga cabellera rubia estaba opaca y sin vida por el poco cuidado que le daba a su peinado. Sus ojos, a pesar de tener un hermoso color verde, lucían vacíos y tristes. Sus manos tocaban sus mejillas, y aunque su piel era muy tersa, a ella no le agradaban las pecas que en su rostro se encontraba.
—Como no se iba a burlar de mí, si soy una mujer fea. Mi cara está llena de estas pecas que odio y estos malditos lentes… en cambio ella…. Daysi era tan bella que fui una tonta al pensar que me amaba por encima de ella.
La rubia tomó sus lentes y los lanzó al piso con tanta furia que terminaron por desarmarse.
—¡Santa madre, que hice! ¡Sin mis lentes no podré trabajar!—Candy que tonta que eres, los lentes no tienen la culpa de que el espejo te diga la verdad.
Y la verdad era que la joven se sentía fea. Con actitud derrotada tomaba sus lentes y como pudo trató de arreglarlos, pero estos estaban seriamente dañados.
Mientras miraba sus lentes, la mente de Candy viajó al pasado
*****FLASHBACK*********
—Dime Annie, ¿preguntó por mí? —Candy tenía una ligera esperanza cuando formulaba aquella pregunta.
—Ya lo escuchaste tú misma, no le importó preguntar sobre lo que te pasaba, solo quería que le entregaras el trabajo de Cálculo de esa zorra —Las palabras de la pelinegra eran duras, pero quería que Candy viera la realidad de la situación.
—Por lo menos sabrá que yo lo ayudé y tendrá un buen recuerdo de mí—La mirada de Candy se volvía a tornar vidriosa—de pronto Annie comenzó a reír como desquiciada
—JA JA JA JA JA—La pelinegra reía con todo lo que su garganta podía, parecía una loca.
—Que te sucede Annie, ¿por qué te ríes así?
—Ese par de víboras tendrán el castigo que se merecen por traidores. Yo ya me encargué de todo. Tú solo descansa prima que necesitas recuperarte de esto.
—Annie dime, ¿qué hiciste con esa tarea?
—Nada. Ese par de idiotas no saben nada de Cálculo, así que solo les imprimí la misma tarea del parcial pasado y con los mismos errores en las dos carpetas; así es que, el profesor se dará cuenta que han copiado y reprobarán el parcial. Se lo tienen merecido por estúpidos— JAJAJAJAJA
—Santa Madre, ¡si Neal reprueba lo pueden sacar para siempre del equipo Annie!
—¡Y a ti eso ya no te debe preocupar Candy! —hablaba Annie con molestia—deja que se hunda ese traidor.
La pelinegra agarraba fuertemente de los hombros a Candy para que ella despertara de una vez por todas de ese letargo en el que se hallaba.
Las dos jóvenes se abrazaron y Annie con gesto maternal acariciaba los cabellos de su prima.
—Candy, por favor. Sé que esto te ha golpeado duro, pero no dejes que te derrumbe. Ese tipo no vale ni una de tus lágrimas. Candy, sé que hay algo más que ha dañado tu corazón que solo este engaño de Neal, dime Candy ¿qué te hizo ese miserable para que este así? —Era el pedido angustioso de la pelinegra, de verdad estaba muy preocupada por Candy.
—Annie yo… yo no deseo hablar de eso. Solo quiero desaparecer y que nadie me moleste con esto. Para mañana seré la burla de la universidad y no quiero ver la cara de mofa de Daysi ni la de Elisa— Una derrotada Candy lloraba desconsolada en el hombro de su prima.
—Candy, no te puedo obligar a que me cuentes lo que ese par de víboras te hicieron; pero yo quiero hacerte una propuesta ¿qué te parece si te mudas a Chicago por una temporada? —En los ojos de la pelinegra se pintó un atisbo de esperanza que Candy pudo notar.
La rubia se encontraba dudosa ante el pedido de su prima, no quería perder un semestre en la universidad; pero sabía que aún no contaba con las fuerzas para enfrentar a Neal, ni mucho menos a las burlas de Daysi y su grupito de amigas.
************FIN DEL FLASHBACK************
Con gesto cansado la joven rubia se recostó en su cama. Ya no quería seguir recordando todo aquel episodio que en verdad la había marcado; pero, aunque sus ojos los mantenía cerrados; su mente recordaba.
Imágenes de Eliza entablando una supuesta amistad con ella invadieron su mente. Recordaba como desde un inicio siempre le platicaba de su guapo hermano y del supuesto interés que Candy había despertado en él. No entendía el motivo por el cual Eliza había apostado con su hermano el enamorarla, ni tampoco entendía como Neal se había prestado para ese sucio juego de su hermana. A pesar del tiempo transcurrido, aún sentía dolor por aquella traición de su supuesta amiga y su novio.
Candy recordaba la promesa hecha así misma de dejar de sufrir por ese miserable que había jugado con sus sentimientos, y lo había logrado; pero, en el camino la jovial chica de brillante sonrisa se esfumó para dar paso a una mujer de sentimientos fríos y expresiones duras.
A la mañana siguiente Candy ya estaba lista para asistir a su oficina. Llevaba ya tres años trabajando en ARDLAY & Asociados gracias a la recomendación de su profesor de Urbanística. Había empezado como una sencilla pasante de arquitectura y diseño; pero gracias a su buen desempeño logró quedarse definitivamente en el corporativo.
Actualmente era una brillante asistente de proyectos y estaba en la pelea de que uno de sus trabajos sea considerado para una importante firma; solo necesitaba que su antipático compañero de trabajo, el arquitecto Terence Graham se pusiera de acuerdo con ella y presentaran un proyecto en conjunto; ya que esa había sido el pedido de la junta general del corporativo.
Entraba a la oficina con la firme intención de persuadir a Terence, el odioso joven que desde hace dos meses hacía su vida laboral de cuadritos; ese día Candy estaba dispuesta a que por fin se pusieran de acuerdo en el trabajo final que presentarían, pero no contaba con la escena que le tocó presenciar.
—Terence, tenemos que hablar seriamente sobre el proyecto final que debemos presentarle a la junta dire .... — su parlamento quedó a la mitad ya que el joven se encontraba enfrascado en una discusión en su celular; y al parecer el tema era muy serio.
Candy solo atinó a quedarse en silencio y esperar que el joven terminara de hablar por su celular. En ese lapso de tiempo se limitó a observar detenidamente a su compañero de trabajo. Era un hombre muy guapo, de una brillante cabellera castaña que enmarcaba unos profundos ojos azules; que en ese momento irradian furia pura. Sentía lástima por la persona al otro lado del teléfono ya que sus palabras sonaban frías y cortantes.
—Dije que no Eleanor, es lo último que diré y no volveré hablar ese tema contigo. Dile a ese señor que no lo necesito y que no me puede obligar a ningún compromiso. Cuando lo necesité no me brindó su apoyo, ahora soy yo el que no desea saber nada de él ni brindarle mi ayuda. Nos hablamos luego.
Candy estaba muda, le pareció ver por unos instantes que los ojos de Terence se cristalizaron; pero rápidamente el castaño desvió la mirada hacia el gran ventanal de la oficina.
—Terence, ¿te encuentras bien? —exclamaba la joven realmente preocupada.
—Eso no es de tu incumbencia pecosa entrometida—a pesar de que usaba con ella el mote de siempre, sus palabras eran cortantes.
—Es que creí que estabas triste
—¿Qué yo estaba triste? Jajajaja que ocurrencias las tuyas pecas—A pesar de la carcajada que emitió Terence, no fue capaz de mirar a la cara a Candy.
—¿Podrías dejar de ser tan altanero por lo menos una vez en el día? ¡Yo solo quise ser amable contigo!
—¡Pues nadie le pidió su lástima señorita White! —Sus palabras estaban llenas de coraje y la mirada que le dio la dejó perpleja. Sin decir más salió de la oficina cerrando la puerta de un solo golpe.
Candy miró con asombro como Terence dejaba la oficina con el peor genio que le había observado desde que trabajaban juntos. El joven era de carácter reservado y normalmente no era muy comunicativo; pero jamás lo había visto en ese estado. Se preguntaba quién era Eleanor y por qué él la había tratado de esa manera.
La ojioverde pensó que este sería el peor momento para tratar el tema del proyecto con el castaño; lo más seguro es que no conseguiría llegar a un acuerdo y ya se estaba desesperando, pues el dichoso proyecto tenía que ser presentado a la junta de accionistas la segunda semana del mes de enero.
Los problemas se estaban juntando en la cabeza de Candy. La reunión familiar a la que tendría que asistir ese fin de semana, la presencia inevitable de Neal, el proyecto que aún no estaba concluido y para rematar su compañero de trabajo que estaba en estado intratable. La cabeza de Candy estaba por colapsar y con gesto cansado la muchacha se quedó con la mirada perdida en el ventanal de la oficina.
—¿En qué estas soñando pecosa? —La varonil voz del castaño se hizo presente en el lugar haciendo que Candy diera un respingo.
—¡AHHH! ¡Santo Dios! Menudo susto me has dado. Y ya te he dicho que mi nombre es Candice White ¡escuchaste bien! Y no respondo a otro nombre que no sea ese. —La ojiverde había pasado del susto a la molestia en menos de un segundo.
—Lamento mucho tener que decírtelo; pero realmente eres muy pecosa— La expresión del joven esta vez era muy divertida en contraste con la de Candy.
—¡Eres un…! —La mirada de Candy era furiosa
—Espera Candice, quiero pedirte disculpas por la escena de hace rato. Yo no debí comportarme así. A pesar de que tenemos nuestras diferencias en el área laboral y me caigas mal; yo no debí ser un grosero contigo.
—Qué bueno que lo reconozcas y te aclaro que el sentimiento es mutuo—Espetó la rubia.
Con las manos en alto Terence se dio por vencido ante las palabras dichas por la rubia. Esos debates verbales eran diarios desde el día en que conocieron. Si él decía “azul”, ella decía “preferible verde”, si ella opinaba que mejor era una “fachada ligera”, él decía “fachada tradicional” y así era en todos los proyectos que ambos manejaban. Las discrepancias entre los jóvenes ya estaban colmando la paciencia de su jefe.
—Terence, Candice; vengan los dos a mi oficina AHORA. —La voz fuerte de su jefe; el Arquitecto George Jhonson resonó en la oficina.
—Si…si arquitecto enseguida— Candy contestaba con un hilo de voz para luego mirar de manera reprobatoria a Terence, a lo que el joven respondió—No me mires así, que todo esto es tu culpa por el gritito ese que pegaste. Vamos a ver en que nuevo lío estamos metidos.
Los muchachos cruzaron miradas furiosas entre ellos, pero de manera resignada se dirigieron a la oficina del Sr. Jhonson para saber las consecuencias de sus continuos enfrentamientos.
Ya en la oficina el Sr. Jhonson miraba seriamente a los jóvenes
—Estamos claros que para la segunda semana de enero tenemos que presentar el proyecto final para los japoneses, ¿verdad? —Era la incómoda pregunta que el Sr. Jhonson hacía a sus dos asistentes.
—Si arquitecto—contestaron al unísono los jóvenes
—Entonces ¿por qué aun no veo ningún boceto en mi escritorio para analizarlo?
—Sr. Jhonson, Terence y yo tenemos diseños por separado, podemos dárselos para que la junta directiva escoja el que se presentará a los japoneses.
—Candice, la junta no solo evaluará nuestra propuesta, también lo harán con la propuesta del Arquitecto Anderson y Stevenson. Chicos, yo confío en sus altas capacidades, pero veo que no se están compenetrando bien y sería un verdadero desastre para nuestro equipo no presentar un proyecto a la altura de lo que se espera.
Lastimosamente veo que tendré que relevarlos y solo considerar el trabajo de Karen y Elizabeth.
La cara de los jóvenes era de verdadera incredulidad, no podían creer que la tan ansiada oportunidad de escalar en el corporativo, se les estaba yendo de las manos.
—Por favor arquitecto, no lo haga aún. La señorita White y yo estamos puliendo un excelente proyecto. En realidad solo son pequeños detalles que nos hacen falta. Le aseguro que usted tendrá la mejor propuesta sobre su escritorio en tres semanas.
—Está bien, confiaré en ustedes y en lo que me estás diciendo Terence; pero les digo qué si ese trabajo no está en mi escritorio en la primera semana de enero, estarán relevados. Terence quédate un momento que necesito hablar contigo, puedes retirarte Candice.
—Gracias—espetó la joven con voz apesadumbrada.
Candy estaba en su escritorio totalmente desmotivada, a punto de llorar. Quería con todas las ganas triunfar en ese proyecto y que por fin la tensa relación que mantenía con su compañero de trabajo quedara zanjada; pero la llamada que había recibido esa mañana por parte de su prima Annie, no la dejaba tranquila.
*******flashback********
—¡Qué ojeras madre santa! —La ojiverde miraba su reflejo de manera azorada, pero también era consciente que esas ojeras eran producto de sus últimos desvelos. Alcanzó a escuchar el sonido de su celular y se apresuró a contestar al ver de quien era la llamada.
—¡Hola! ¡Annie que alegría escucharte! Dime que novedades me tienes ahora— La alegría de Candy poco a poco se fue borrando de su rostro al escuchar la noticia que Annie tenía preparada.
—¡Candy! ¡Prima como te he extrañado! Estoy con una revolución aquí en la pastelería, gracias a Dios me va de maravilla; pero no podía dejar de contarte lo que me he enterado. Tu mamá invitó a la reunión de navidad a los “hermanos desgracia” y los muy infelices han aceptado venir. Me imagino que Eliza nos vendrá a presumir a su flamante marido millonario y el infeliz de Neal la verdad no sé para que viene. ¡Candy! ¿Me escuchas?... ¡Candy!...¡Aló!
La cara de Candy palideció ante aquella noticia. Sabía que era probable que en esta reunión se topara con Neal; pero, ahora eso era una certeza.
CONTINUARA....
Hola chicas, espero que les este gustando esta pequeña historia de los rebeldes.
Última edición por SHALOVA el Mar Abr 13, 2021 9:22 pm, editado 1 vez