CAPITULO 4 ****EL IMPOSTOR***
—Mmmm veamos, tengo 30 años, vivo solo en un departamento cómodo, tengo una relación estable con mi madre, no hablo de mi padre, tengo una hermana menor de 20 años que adoro llamada Karen, me gusta el café recién hecho en las mañanas, no me agradan mucho los dulces, toco el piano y la guitarra y me gusta el rock clásico como el de Guns N´roses; de ahí que mantenga mi cabello así. ¿Crees que eso será suficiente?
—Caray, se escucha interesante— Candy prestó mucha atención la lista de datos que Terry le proporcionaba, tratando de retener todo eso en su memoria.
—¡Por supuesto que soy interesante! Pero ahora es tu turno señorita pues contamos con más de cuatro horas para ponernos al corriente— La sonrisa pícara de Terry no abandonaba su cara y las ansias por saber más de la callada señorita pecas lo consumía.
Candy emitió un ligero suspiro y desviando algo la mirada empezó con sus detalles.
—Bueno, la familia White es un tanto alborotada; pero está dentro de lo que podemos llamar normal. Me llevo muy bien con mis padres y además siempre están preocupados por mí; aunque mi madre es un tanto metiche con mi vida a pesar de mi edad. Tengo dos hermanos; Albert de 30 años que vive en Indiana con su familia y la pequeña Emily de 10 años, la consentida de todos nosotros. Tengo varios tíos y primos; pero con quien mejor me llevo es mi prima Annie de la cual ya te he hablado y además es mi mejor amiga. Viví con mis padres en Pella hasta que estuve en los primeros años de universidad y pues, luego me mudé a Chicago a continuar con mis estudios y gracias a la referencia de un buen maestro terminé trabajando en el corporativo—
—Pensé que vivías en Iowa City— Terry comenzó a indagar un poco más.
—Pues, no. Mis padres viven en la pequeña ciudad de Pella. Ya sabes con sus tulipanes por todos lados y sus raíces holandesas— Candy sonreía al hablar de su familia
—Si te llevas bien con tu familia ¿Por qué no te gusta hablar de tu vida en Pella?
—Es que… yo… no guardo buenos recuerdos del tiempo que estuve en el College—Candy se encontraba nerviosa y para tranquilizarse comenzó a acariciar a Clint, eso siempre la calmaba. Terry fue consciente de que ese tema le causaba molestias; así es que, prefirió cambiar de tema. —Bueno, y tus gustos ¿cuáles son?
—Mmmm veamos, tengo 27 años, me encanta el chocolate y en especial los postres que hace mi prima Annie, adoro el campo y los animales, no toco ningún instrumento, no soy muy buena en la cocina; pero si soy estupenda con los autos gracias a la influencia de mi hermano y su pasión con las carreras de auto— Acotó Candy con una sonrisa en su rostro al recordar a su hermano.
—Así que te gustan los animales eh, ¿será esa razón por la que metiste en mí jaguar a ese bicharrajo? — El gruñido de Clint no se hizo esperar y Candy lo acariciaba para que se calmara.
—Deja de llamarlo así que a Clint no le gusta, él sabe diferenciar cuando le hablan con cariño o cuando son comentarios groseros.
—¿Ahora me dirás que el bicho este me entiende?
—Por supuesto, y te diré que tú no le caes nada bien
El animalito en realidad parecía saber que la conversa giraba en torno a él y con gesto de indiferencia hacia Terry, se enrollaba en el regazo de Candy, no sin antes expresar un último gruñido al joven.
Los jóvenes rieron de buena gana ante el comportamiento de Clint y entre ellos reinó un silencio agradable. Candy se sentía tranquila y con una rara felicidad que la llenaba de apoco. Terence sentía una extraña paz con la compañía de la rubia. Esa Candy avinagrada y callada que siempre veía en la oficina al parecer se había quedado en Chicago y en su auto estaba una joven alegre; pero con una sombra que opacaba su mirada y que él aún no lograba descubrir. En silencio se prometió que al regresar a Chicago la nueva Candy sería quien ocupe el lugar de la «señorita vinagre»
Faltaban algunas horas de viaje, así es que Terry quería aprovechar todo ese tiempo para tratar de conocer más a su «novia». Se acercaban a Davenport y aunque Candy dormitaba la despertaría; necesitaban comer algo y a la vez quería aprovechar el tiempo para reparar las gafas de Candy las cuales había notado que estaban en mal estado.
—Hey pecosa, despierta.
—Mmmm …¿ya llegamos?— Candy aún se encontraba algo dormida al momento en que sintió un leve toque de Terence que la sacaba de sus sueños.
—Aún no Candice; pero debemos detenernos para reparar algo
—¿Se le dañó algo a tu auto?
—¡Imposible que algo le pase a este bebé! Pero tu estómago hace más ruido que la emisora del condado y tus gafas necesitan urgente reparación.
Una sonrojada Candy bajaba del automóvil; pues en realidad se sentía hambrienta, sin embargo se sentía muy avergonzada por el echo de que Terence se haya fijado en el estado de sus gafas.
Caminaron hasta un local donde ofrecieron reparar las gafas de Candy en una hora, tiempo que aprovecharían para comer algo. Llegaron a una pequeña cafetería donde Terence pidió emparedados y jugo para ellos y una funda de golosinas para dárselas a Clint, algo que el animalito casi que arranchó de la mano del joven. Mientras comían, el joven miraba fijamente a la muchacha y no pudo evitar realizarle una observación.
—Oye Clint, será mejor que te comportes, de lo contrario te dejaré en prenda y no habrá una Doña Pecas que te salve—El animalito emitió un pequeño gruñido— Grrrrrr
—Sabes pecosa, te ves diferente sin tus acostumbradas gafas.
—¡Qué!, que dices Terence, soy la misma solo que más ciega
—Pues yo no me había fijado en el verde intenso de tu mirada— Candy no dejaba de parpadear ante el comentario del castaño—
—¿Vas a empezar con tu acostumbrado ataque?
—Para nada. Te soy muy honesto al decirte que tu cara se ve mucho más linda sin esas enormes gafas. Además, ya es hora de que me trates con más confianza. ¿Te parece que me llames Terry? Yo te llamaré Candy o Pecas. ¿Qué dices?
Candy enmudeció. No sabía si esta era una broma más del castaño o es que hablaba con sinceridad. —Vamos que quiero ver como quedaron tus nuevas gafas—Sin decir más el joven tomaba de la mano a la muchacha y salían juntos de la cafetería. Candy no sabía que decir ni que hacer, solo se dejó llevar.
—Pero señorita, estas no son mis gafas. Las mías eran de marco negro y más grandes que estas—Una extrañada Candy miraba el nuevo par de lentes que la dependiente le daba.
—¡Oh no señorita! Esas gafas ya no tenían salvación. Su novio ha escogido este modelo nuevo para usted y mírese al espejo. ¡Le sientan de maravilla!
Candy se miraba en el espejo con sus nuevas gafas, la verdad es que su rostro si cambió y para bien. Las facciones de su rostro se suavizaron y Terry no dejaba de mirarla.
—¿Te das cuenta que tus ojos resaltan más con este tipo de gafas? Se ven hermosos.
—Yo… yo… creo que sí— Candy se encontraba avergonzada—Gracias Terence
—No, no, no. Quedamos en que me llamarías Terry—La sonrisa de Terry era verdaderamente honesta, tanto que los ojos de Candy se comenzaron a cristalizar. —Está bien. Gracias Terry.
—Bueno “novia” mía, será mejor que nos apuremos para llegar con tiempo a la casa de tus padres.
—Terry, ¿puedes esperarme unos minutos? Quiero comprar algo más de alimento para Clint. Es que no quiero que coma tantas golosinas.
—No hay problema Pecas. Te espero en el auto.
Candy se encontraba increíblemente feliz, tanto que daba vueltas con Clint. —¡Oh Clint, creo que tendrás que portarte bien con Terry; él se ha portado muy bien conmigo y a ti te ha comprado estas golosinas!—
Presurosa entró a una tienda de mascotas donde solicitó una funda de semillas para Clint, sin sospechar que un par de ojos ambarinos habían fijado su mirada sobre ella. El sujeto apartándose del agarre de su acompañante se dirigió hacia la ojiverde.
—¡Pero miren nada más a quien tenemos aquí!
Candy se quedó petrificada, había reconocido esa voz y automáticamente se quedó paralizada. Agarraba fuertemente a Clint como si fuera su tabla de salvación. Lentamente giró para toparse de frente con el causante de sus pesadillas nocturnas.
—Hola Neal, ¿cómo has estado?
—Mmmm yo excelente como siempre; pero veo que tú no puedes decir lo mismo.
—Yo vengo de visita, Tú sabes, para la cena de Acción de Gracias que mi madre suele dar para toda la familia y ciertos colados indeseables.
El rostro de Neal pasó de la burla a la advertencia; quiso acercarse a Candy pero Clint comenzó a gruñir de manera amenazante.
—¿Sigues con ese animalejo? Espero que esté vacunado
—Por Clint no te preocupes, él sabe de quien defenderme y quien no merece ni siquiera nuestra atención— Candy procedía a marcharse; pero el agarre de Neal la detuvo.
—¡Qué haces Neal! ¡suéltame! me molesta tu cercanía—Candy trataba de apartarse del muchacho; pero este se acercó peligrosamente a su rostro
—¿Ahora te molesto? Jajajaja, hasta hace algunos años llorabas por mis besos—Candy forcejeaba para zafarse del agarre de Neal hasta que una fuerte voz varonil se hizo presente.
— ¿No escuchaste que la joven te pidió que la soltaras? —Terry había presenciado toda la escena desde la entrada del local. En solo un par de zancadas ya se encontraba a lado de Candy y con un solo movimiento soltó a Candy del agarre de Neal
—¿Y tú quién eres? No te metas, que esta es una conversación privada. Largo de aquí— Los ojos de Neal se tornaron furiosos.
—A parte de imbécil resultaste sordo. La joven te ha dicho que la sueltes; además no me gusta que idiotas se le acerquen— Acariciando el rostro de Candy la colocó a su lado en un gesto protector y luego se giró hacia Neal para agarrarlo de la muñeca y con tono de advertencia le dijo
—Ella es ahora mi novia y no te quiero ver ni siquiera cerca, ¿está claro?—las facciones de Terry se endurecieron.
—¡Suéltame que me estás haciendo daño imbécil! Ella no me interesa, por mí puedes quedártela, ¡sólo me acerqué a saludarla hombre! Somos viejos conocidos.
La acompañante de Neal no despegaba los ojos de Terry, pues su sola presencia hacía que todas las miradas voltearan a ver lo que ocurría en el local. Por momentos parecía preocupada por lo que le ocurría a Neal; pero su atención estaba puesta en aquel fornido hombre que acompañaba a la insípida rubia.
—Déjalo Terry, ¡por favor! Será mejor que dejemos a estas personas— La mirada de Candy era de súplica, realmente no quería espectáculos bochornosos
—Está bien. Solo porque tú me lo pides— Acto seguido soltó del agarre a Neal quien frotaba su muñeca por el dolor causado
—¡Idiotas! — Fue la única expresión que Neal soltó al marcharse rápidamente del local.
El viaje de los jóvenes continuó, pero esta vez en un silencio que Terry no sabía cómo interpretar. Sabía que ese sujeto estaba ligado al pasado de la rubia; pero no quería parecer un curioso entrometido. Solo hizo lo que su corazón le indicó cuando vio que una lágrima solitaria caía por el rostro de la joven. En un solo movimiento aparcó el carro a un costado de la carretera y de forma automática tomo delicadamente el rostro de la chica entre sus manos y le dijo.
—No sé quién demonios sea el imbécil de la tienda, tampoco me interesa; pero si te aseguro que personalmente me encargaré que nunca más vuelvas a soltar una lágrima por ese idiota.
El rostro de Candy sin querer se llenó de lágrimas, las cuales eran retiradas delicadamente por las manos de Terry
El joven solo acurrucó a la rubia en su regazo sin hacerle más preguntas y acarició su melena con dulzura. Dejó que Candy se desahogara hasta que se quedó dormida. Con cuidado recostó a la rubia para proseguir con el viaje. Mientras manejaba se preguntaba si tal vez ese muchacho habría sido un anterior novio de Candy, no sabía por qué esa idea le molestaba; pero al verla tan frágil ahí recostada a su lado hacía que su mente se imaginara mil situaciones desagradables entre ella y el idiota de la tienda.
—Oye Clint, creo que tenemos trabajo que hacer. Entre tú y yo debemos devolver la sonrisa a la Pecas y hacer que desaparezca ese idiota de su cabeza—El animalito parecía entender cada palabra del castaño y curiosamente comenzó a mover su colita alegremente como si estuvieran haciendo un pacto. Al parecer se habían hecho amigos.
*********************
—¡Hey Pecas!, es hora de despertar. Necesito que me digas donde está la casa de tus padres, estamos entrando a Pella. Muy pintoresca tu ciudad Pecas y ¡qué clima!
—Mmmm…¡Oh estamos por llegar! ¿Ves ese molino gigante de allá? da la vuelta hacia la derecha y sigue largo. Reconocerás la casa por ser la más festiva.
—Bueno te aseguro que serán las mejor vacaciones festivas que hayas tenido Pecas –El joven estaba seguro que con este viaje todos los problemas de su compañera desaparecerían y además obtendría a una alegre Candy en lugar de la acostumbrada señorita “vinagre”
Terence aparcó el hermoso jaguar justo en la casa más colorida de la cuadra, pues algo le decía que era el estilo de la parlanchina y entrometida madre de Candy. Una pequeña niña rubia de cabello trenzado se encontraba jugando en el porche y en cuanto reconoció a la ojiverde corrió a los brazos de la misma.
Candy daba vueltas con su pequeña hermana en brazos y Clint brincaba alegremente alrededor de las chicas. Terence se limitó a observar la dulce escena y no pudo más que imaginar a Candy en su niñez; pues aquella niña era su copia en miniatura.
—¡Mily! ¡cómo has crecido! Te extrañe tanto lindura
—¡Candy, Candy, Candy! ¡viva!¡viva!¡viva! por fin viniste hermana, ahora sí estaremos todos para la fiesta del pavo de mamá
De pronto la pequeña Emily se detuvo en seco y acercando su pequeño rostro al de su hermana le pregunto
—Candy ese chico guapo que está ahí ¿Quién es?—
Candy llamó a Terry para que se acercara y al instante los presentó.
—Emily te presento a Terence, él es mi novio—Terry se apresuró a descender hasta el nivel de la pequeña y con gesto amoroso le extendió la mano para saludarla.
—¡¿Qué tal pequeña?! Es un gusto conocer a una niña tan lindo como tú—La niña se encontraba fascinada con la presencia del castaño y su sonrisa creció más cuando Terry tocó la punta de su nariz.
—¡Hola! Me llamo Emily. ¡Sabes eres muy lindo!, mucho más que Tom, que solo pasa molestándome por mis pecas y halando mis trenzas. Tú me puedes decir Mily—El joven emitió una sonora carcajada ante la suspicacia de la pequeña—Y tú lindura me puedes llamar Terry.
—¡Mily! ¿Estás tratando de conquistar a mi novio pequeña traviesa?—Acercando nuevamente su pequeño rostro al de Candy le dijo —¡Es que está muy guapo!
CONTINUARA....
ESPERO QUE LES HAYA GSADO ESTE NUEVO CAPITULO Y EN ESPERA DE QUE ME SIGAN LEYENDO
—Mmmm veamos, tengo 30 años, vivo solo en un departamento cómodo, tengo una relación estable con mi madre, no hablo de mi padre, tengo una hermana menor de 20 años que adoro llamada Karen, me gusta el café recién hecho en las mañanas, no me agradan mucho los dulces, toco el piano y la guitarra y me gusta el rock clásico como el de Guns N´roses; de ahí que mantenga mi cabello así. ¿Crees que eso será suficiente?
—Caray, se escucha interesante— Candy prestó mucha atención la lista de datos que Terry le proporcionaba, tratando de retener todo eso en su memoria.
—¡Por supuesto que soy interesante! Pero ahora es tu turno señorita pues contamos con más de cuatro horas para ponernos al corriente— La sonrisa pícara de Terry no abandonaba su cara y las ansias por saber más de la callada señorita pecas lo consumía.
Candy emitió un ligero suspiro y desviando algo la mirada empezó con sus detalles.
—Bueno, la familia White es un tanto alborotada; pero está dentro de lo que podemos llamar normal. Me llevo muy bien con mis padres y además siempre están preocupados por mí; aunque mi madre es un tanto metiche con mi vida a pesar de mi edad. Tengo dos hermanos; Albert de 30 años que vive en Indiana con su familia y la pequeña Emily de 10 años, la consentida de todos nosotros. Tengo varios tíos y primos; pero con quien mejor me llevo es mi prima Annie de la cual ya te he hablado y además es mi mejor amiga. Viví con mis padres en Pella hasta que estuve en los primeros años de universidad y pues, luego me mudé a Chicago a continuar con mis estudios y gracias a la referencia de un buen maestro terminé trabajando en el corporativo—
—Pensé que vivías en Iowa City— Terry comenzó a indagar un poco más.
—Pues, no. Mis padres viven en la pequeña ciudad de Pella. Ya sabes con sus tulipanes por todos lados y sus raíces holandesas— Candy sonreía al hablar de su familia
—Si te llevas bien con tu familia ¿Por qué no te gusta hablar de tu vida en Pella?
—Es que… yo… no guardo buenos recuerdos del tiempo que estuve en el College—Candy se encontraba nerviosa y para tranquilizarse comenzó a acariciar a Clint, eso siempre la calmaba. Terry fue consciente de que ese tema le causaba molestias; así es que, prefirió cambiar de tema. —Bueno, y tus gustos ¿cuáles son?
—Mmmm veamos, tengo 27 años, me encanta el chocolate y en especial los postres que hace mi prima Annie, adoro el campo y los animales, no toco ningún instrumento, no soy muy buena en la cocina; pero si soy estupenda con los autos gracias a la influencia de mi hermano y su pasión con las carreras de auto— Acotó Candy con una sonrisa en su rostro al recordar a su hermano.
—Así que te gustan los animales eh, ¿será esa razón por la que metiste en mí jaguar a ese bicharrajo? — El gruñido de Clint no se hizo esperar y Candy lo acariciaba para que se calmara.
—Deja de llamarlo así que a Clint no le gusta, él sabe diferenciar cuando le hablan con cariño o cuando son comentarios groseros.
—¿Ahora me dirás que el bicho este me entiende?
—Por supuesto, y te diré que tú no le caes nada bien
El animalito en realidad parecía saber que la conversa giraba en torno a él y con gesto de indiferencia hacia Terry, se enrollaba en el regazo de Candy, no sin antes expresar un último gruñido al joven.
Los jóvenes rieron de buena gana ante el comportamiento de Clint y entre ellos reinó un silencio agradable. Candy se sentía tranquila y con una rara felicidad que la llenaba de apoco. Terence sentía una extraña paz con la compañía de la rubia. Esa Candy avinagrada y callada que siempre veía en la oficina al parecer se había quedado en Chicago y en su auto estaba una joven alegre; pero con una sombra que opacaba su mirada y que él aún no lograba descubrir. En silencio se prometió que al regresar a Chicago la nueva Candy sería quien ocupe el lugar de la «señorita vinagre»
Faltaban algunas horas de viaje, así es que Terry quería aprovechar todo ese tiempo para tratar de conocer más a su «novia». Se acercaban a Davenport y aunque Candy dormitaba la despertaría; necesitaban comer algo y a la vez quería aprovechar el tiempo para reparar las gafas de Candy las cuales había notado que estaban en mal estado.
—Hey pecosa, despierta.
—Mmmm …¿ya llegamos?— Candy aún se encontraba algo dormida al momento en que sintió un leve toque de Terence que la sacaba de sus sueños.
—Aún no Candice; pero debemos detenernos para reparar algo
—¿Se le dañó algo a tu auto?
—¡Imposible que algo le pase a este bebé! Pero tu estómago hace más ruido que la emisora del condado y tus gafas necesitan urgente reparación.
Una sonrojada Candy bajaba del automóvil; pues en realidad se sentía hambrienta, sin embargo se sentía muy avergonzada por el echo de que Terence se haya fijado en el estado de sus gafas.
Caminaron hasta un local donde ofrecieron reparar las gafas de Candy en una hora, tiempo que aprovecharían para comer algo. Llegaron a una pequeña cafetería donde Terence pidió emparedados y jugo para ellos y una funda de golosinas para dárselas a Clint, algo que el animalito casi que arranchó de la mano del joven. Mientras comían, el joven miraba fijamente a la muchacha y no pudo evitar realizarle una observación.
—Oye Clint, será mejor que te comportes, de lo contrario te dejaré en prenda y no habrá una Doña Pecas que te salve—El animalito emitió un pequeño gruñido— Grrrrrr
—Sabes pecosa, te ves diferente sin tus acostumbradas gafas.
—¡Qué!, que dices Terence, soy la misma solo que más ciega
—Pues yo no me había fijado en el verde intenso de tu mirada— Candy no dejaba de parpadear ante el comentario del castaño—
—¿Vas a empezar con tu acostumbrado ataque?
—Para nada. Te soy muy honesto al decirte que tu cara se ve mucho más linda sin esas enormes gafas. Además, ya es hora de que me trates con más confianza. ¿Te parece que me llames Terry? Yo te llamaré Candy o Pecas. ¿Qué dices?
Candy enmudeció. No sabía si esta era una broma más del castaño o es que hablaba con sinceridad. —Vamos que quiero ver como quedaron tus nuevas gafas—Sin decir más el joven tomaba de la mano a la muchacha y salían juntos de la cafetería. Candy no sabía que decir ni que hacer, solo se dejó llevar.
—Pero señorita, estas no son mis gafas. Las mías eran de marco negro y más grandes que estas—Una extrañada Candy miraba el nuevo par de lentes que la dependiente le daba.
—¡Oh no señorita! Esas gafas ya no tenían salvación. Su novio ha escogido este modelo nuevo para usted y mírese al espejo. ¡Le sientan de maravilla!
Candy se miraba en el espejo con sus nuevas gafas, la verdad es que su rostro si cambió y para bien. Las facciones de su rostro se suavizaron y Terry no dejaba de mirarla.
—¿Te das cuenta que tus ojos resaltan más con este tipo de gafas? Se ven hermosos.
—Yo… yo… creo que sí— Candy se encontraba avergonzada—Gracias Terence
—No, no, no. Quedamos en que me llamarías Terry—La sonrisa de Terry era verdaderamente honesta, tanto que los ojos de Candy se comenzaron a cristalizar. —Está bien. Gracias Terry.
—Bueno “novia” mía, será mejor que nos apuremos para llegar con tiempo a la casa de tus padres.
—Terry, ¿puedes esperarme unos minutos? Quiero comprar algo más de alimento para Clint. Es que no quiero que coma tantas golosinas.
—No hay problema Pecas. Te espero en el auto.
Candy se encontraba increíblemente feliz, tanto que daba vueltas con Clint. —¡Oh Clint, creo que tendrás que portarte bien con Terry; él se ha portado muy bien conmigo y a ti te ha comprado estas golosinas!—
Presurosa entró a una tienda de mascotas donde solicitó una funda de semillas para Clint, sin sospechar que un par de ojos ambarinos habían fijado su mirada sobre ella. El sujeto apartándose del agarre de su acompañante se dirigió hacia la ojiverde.
—¡Pero miren nada más a quien tenemos aquí!
Candy se quedó petrificada, había reconocido esa voz y automáticamente se quedó paralizada. Agarraba fuertemente a Clint como si fuera su tabla de salvación. Lentamente giró para toparse de frente con el causante de sus pesadillas nocturnas.
—Hola Neal, ¿cómo has estado?
—Mmmm yo excelente como siempre; pero veo que tú no puedes decir lo mismo.
—Yo vengo de visita, Tú sabes, para la cena de Acción de Gracias que mi madre suele dar para toda la familia y ciertos colados indeseables.
El rostro de Neal pasó de la burla a la advertencia; quiso acercarse a Candy pero Clint comenzó a gruñir de manera amenazante.
—¿Sigues con ese animalejo? Espero que esté vacunado
—Por Clint no te preocupes, él sabe de quien defenderme y quien no merece ni siquiera nuestra atención— Candy procedía a marcharse; pero el agarre de Neal la detuvo.
—¡Qué haces Neal! ¡suéltame! me molesta tu cercanía—Candy trataba de apartarse del muchacho; pero este se acercó peligrosamente a su rostro
—¿Ahora te molesto? Jajajaja, hasta hace algunos años llorabas por mis besos—Candy forcejeaba para zafarse del agarre de Neal hasta que una fuerte voz varonil se hizo presente.
— ¿No escuchaste que la joven te pidió que la soltaras? —Terry había presenciado toda la escena desde la entrada del local. En solo un par de zancadas ya se encontraba a lado de Candy y con un solo movimiento soltó a Candy del agarre de Neal
—¿Y tú quién eres? No te metas, que esta es una conversación privada. Largo de aquí— Los ojos de Neal se tornaron furiosos.
—A parte de imbécil resultaste sordo. La joven te ha dicho que la sueltes; además no me gusta que idiotas se le acerquen— Acariciando el rostro de Candy la colocó a su lado en un gesto protector y luego se giró hacia Neal para agarrarlo de la muñeca y con tono de advertencia le dijo
—Ella es ahora mi novia y no te quiero ver ni siquiera cerca, ¿está claro?—las facciones de Terry se endurecieron.
—¡Suéltame que me estás haciendo daño imbécil! Ella no me interesa, por mí puedes quedártela, ¡sólo me acerqué a saludarla hombre! Somos viejos conocidos.
La acompañante de Neal no despegaba los ojos de Terry, pues su sola presencia hacía que todas las miradas voltearan a ver lo que ocurría en el local. Por momentos parecía preocupada por lo que le ocurría a Neal; pero su atención estaba puesta en aquel fornido hombre que acompañaba a la insípida rubia.
—Déjalo Terry, ¡por favor! Será mejor que dejemos a estas personas— La mirada de Candy era de súplica, realmente no quería espectáculos bochornosos
—Está bien. Solo porque tú me lo pides— Acto seguido soltó del agarre a Neal quien frotaba su muñeca por el dolor causado
—¡Idiotas! — Fue la única expresión que Neal soltó al marcharse rápidamente del local.
El viaje de los jóvenes continuó, pero esta vez en un silencio que Terry no sabía cómo interpretar. Sabía que ese sujeto estaba ligado al pasado de la rubia; pero no quería parecer un curioso entrometido. Solo hizo lo que su corazón le indicó cuando vio que una lágrima solitaria caía por el rostro de la joven. En un solo movimiento aparcó el carro a un costado de la carretera y de forma automática tomo delicadamente el rostro de la chica entre sus manos y le dijo.
—No sé quién demonios sea el imbécil de la tienda, tampoco me interesa; pero si te aseguro que personalmente me encargaré que nunca más vuelvas a soltar una lágrima por ese idiota.
El rostro de Candy sin querer se llenó de lágrimas, las cuales eran retiradas delicadamente por las manos de Terry
El joven solo acurrucó a la rubia en su regazo sin hacerle más preguntas y acarició su melena con dulzura. Dejó que Candy se desahogara hasta que se quedó dormida. Con cuidado recostó a la rubia para proseguir con el viaje. Mientras manejaba se preguntaba si tal vez ese muchacho habría sido un anterior novio de Candy, no sabía por qué esa idea le molestaba; pero al verla tan frágil ahí recostada a su lado hacía que su mente se imaginara mil situaciones desagradables entre ella y el idiota de la tienda.
—Oye Clint, creo que tenemos trabajo que hacer. Entre tú y yo debemos devolver la sonrisa a la Pecas y hacer que desaparezca ese idiota de su cabeza—El animalito parecía entender cada palabra del castaño y curiosamente comenzó a mover su colita alegremente como si estuvieran haciendo un pacto. Al parecer se habían hecho amigos.
*********************
—¡Hey Pecas!, es hora de despertar. Necesito que me digas donde está la casa de tus padres, estamos entrando a Pella. Muy pintoresca tu ciudad Pecas y ¡qué clima!
—Mmmm…¡Oh estamos por llegar! ¿Ves ese molino gigante de allá? da la vuelta hacia la derecha y sigue largo. Reconocerás la casa por ser la más festiva.
—Bueno te aseguro que serán las mejor vacaciones festivas que hayas tenido Pecas –El joven estaba seguro que con este viaje todos los problemas de su compañera desaparecerían y además obtendría a una alegre Candy en lugar de la acostumbrada señorita “vinagre”
Terence aparcó el hermoso jaguar justo en la casa más colorida de la cuadra, pues algo le decía que era el estilo de la parlanchina y entrometida madre de Candy. Una pequeña niña rubia de cabello trenzado se encontraba jugando en el porche y en cuanto reconoció a la ojiverde corrió a los brazos de la misma.
Candy daba vueltas con su pequeña hermana en brazos y Clint brincaba alegremente alrededor de las chicas. Terence se limitó a observar la dulce escena y no pudo más que imaginar a Candy en su niñez; pues aquella niña era su copia en miniatura.
—¡Mily! ¡cómo has crecido! Te extrañe tanto lindura
—¡Candy, Candy, Candy! ¡viva!¡viva!¡viva! por fin viniste hermana, ahora sí estaremos todos para la fiesta del pavo de mamá
De pronto la pequeña Emily se detuvo en seco y acercando su pequeño rostro al de su hermana le pregunto
—Candy ese chico guapo que está ahí ¿Quién es?—
Candy llamó a Terry para que se acercara y al instante los presentó.
—Emily te presento a Terence, él es mi novio—Terry se apresuró a descender hasta el nivel de la pequeña y con gesto amoroso le extendió la mano para saludarla.
—¡¿Qué tal pequeña?! Es un gusto conocer a una niña tan lindo como tú—La niña se encontraba fascinada con la presencia del castaño y su sonrisa creció más cuando Terry tocó la punta de su nariz.
—¡Hola! Me llamo Emily. ¡Sabes eres muy lindo!, mucho más que Tom, que solo pasa molestándome por mis pecas y halando mis trenzas. Tú me puedes decir Mily—El joven emitió una sonora carcajada ante la suspicacia de la pequeña—Y tú lindura me puedes llamar Terry.
—¡Mily! ¿Estás tratando de conquistar a mi novio pequeña traviesa?—Acercando nuevamente su pequeño rostro al de Candy le dijo —¡Es que está muy guapo!
CONTINUARA....
ESPERO QUE LES HAYA GSADO ESTE NUEVO CAPITULO Y EN ESPERA DE QUE ME SIGAN LEYENDO