CAPITULO 7 *********EL IMPOSTOR**********
El batallón White estaba más que satisfecho con el arreglo de Candy. Todas miraban con gran emoción el enorme giro que la apariencia de la rubia había tenido; y lo que más gusto les daba era que ella había recobrado su sonrisa, volvía a ser la chica alegre y chispiante de High School.
—Te ves simplemente hermosa prima. Estoy tan emocionada que no puedo esperar el momento en que todos te vean—la pelinegra estaba que daba brincos de felicidad al ver lo radiante que lucía Candy.
La joven se miraba al espejo y la imagen que este le devolvía le provocaba sentimientos encontrados; sentía alegría y nerviosismo, pánico. Sentía de todo al mismo tiempo.
—¡Gracias Annie! Tu maquillaje es estupendo y lograste arreglar esta maraña de cabello.
—¡Qué dices Candy! Si solo faltaba un pequeño tratamiento para que tu cabello vuelva a la vida y este maquillaje solo resalta tus lindas facciones. ¡Lo que si me encantó es como te queda ese vestido! Parece hecho a tu medida, ¿¡y no me explico cómo es que Terry supo exactamente tu talla!? Sabes Candy, yo creo que tú le gustas en serio.
Candy se sonrojó ante el comentario de su prima y por un instante fantaseó con la posibilidad de que entre ella y Terry naciera algo; pero acto seguido borró esa idea de su cabeza, pues entre ellos siempre había existido un trato cordial de compañeros de trabajo.
—Bueno Candice Elizabeth, llegó la hora. ¡A cerrar bocas!
La joven rubia se encontraba de pie en la escalera enfundada en un hermoso vestido rojo vino, su cabello lo llevaba suelto con suaves ondas naturales y su cuello estaba adornado con un collar de diminutas perlas con un dije de esmeraldas que hacían juego con el verde de sus ojos.
Candy se sentía simplemente hermosa. Ella nunca se había considerado una beldad y en muchas ocasiones hasta se había visto sin gracia; sin embargo siempre había sido una joven alegre y jovial que tenía amigos y que disfrutaba de la vida hasta que se topó con ellos… los indeseables, y su vida cambió para mal. Su autoestima disminuyó tanto que ya no solo se veía sin gracia; sino que, se percibía fea. Pero esa noche ella ya no se sentía fea, peor avinagrada.
Parada en lo alto de la escalera se sentía simplemente bella; veía como todos la admiraban, pero ella solo buscaba una mirada en especial; una mirada de un azul tan profundo que taladraba su corazón.
Un fuerte grito la sacó del estado de ensoñación en el que se encontraba.
—¡Bueno familia, el Batallón de las White ha llegado! —Una emocionada Annie agarraba del brazo a su prima Candy y en compañía del resto de sus primas bajaban alegremente los peldaños. El señor White que esperaba ansioso el regreso de Candy no pudo evitar hablar a viva voz.
—Señores sean todos bienvenidos a la casa White. ¡La familia está por fin completa! ¡Qué empiece la celebración!
Terry tenía un cúmulo de sensaciones en su interior. Miraba a Candy tan linda en aquel vestido rojo que en cuanto lo vio se la imaginó en el mismo y no dudó en comprarlo para ella. Con paso decidido se acercó hasta la rubia y sin poder evitarlo la tomó de la mano y besó del dorso de la misma
—Señorita White, usted está realmente espectacular esta noche. Será un honor ser su acompañante—Acto seguido la llevó del brazo hasta la sala como un auténtico caballero.
—¡Terry por dios que dices! jajajaja ¿Acaso mi madre ya te convenció de que eres Mr. Darcy?
—¡Por favor! Yo soy mucho más interesante que ese tal Darcy; además ese sujeto no tenía una novia tan bellamente …..vestida.
—¡Oh Terry gracias por tan hermoso vestido! me queda a la medida ¿cómo supiste cual era mi talla?
—Bueno Pecas, soy un excelente arquitecto y las medidas son lo mío—acercando su rostro al de la rubia le dijo—claro que también ayudó muchísimo el echo de que durmiéramos abrazados “novia mía"
Candy no dijo nada, solo se limitó a sonreir y bajar su mirada por el intenso rubor que las palabras de Terry le habían causado.
En una esquina de la casa, Eliza y Neal seguían cada uno de los movimientos de la rubia y los de su guapo acompañante
—¡Maldición! Se supone que yo vine aquí para opacar a esa insípida, y ahora resulta que es ella la que me ha dejado con la boca cerrada. Se pavonea con ese hombre por todos lados presumiéndolo. ¡la muy maldita está tan cambiada!—Los ojos de Eliza estaban llenos de furia.
—Deja de amargarte mujer que esta misma noche ella vuelve a mis manos, y si tú quieres puedes ir a desplegar tus encantos con el tipejo ese; ya vi que le echaste el ojo hace rato—La sonrisa retorcida de Neal regresó a su rostro. La Candy que estaba en esta reunión era muy distinta a la que había visto en Davenport; esta era hermosa y se la veía segura de sí misma. La quería devuelta en sus brazos, la quería a ella.
—Bueno querida hermanita, será mejor que hagamos nuestra presentación y veamos que cara pone Candy—los hermanos cruzaron media sala para que su presencia no pasara desapercibida.
—Buenas noches Candy, al parecer el destino desea que nos volvamos a encontrar; claro, en circunstancias distintas. Déjame decirte que te ves muy…diferente, ese vestido te sienta de maravilla—La mirada que Neal le lanzaba a Candy le era por demás incómoda.
—Hola Candy, ¡veo que la vida te ha tratado de maravilla! ¿Nos presentas a tu acompañante?—la mirada de Eliza era muy sugerente y por demás descarada.
—¡Hola chicos!, sean bienvenidos a la Casa White. Les presento al señor Terence Graham, mi novio y compañero de trabajo. Terry; amor, ellos fueron compañeros míos en el Central College—Candy se mostraba alegre y confiada; aunque en su interior se sentía extremadamente nerviosa, pues el momento “cero” había llegado. Con toda la seguridad que había acumulado en los últimos días entrelazó su mano a la de Terry y este sin dudarlo le correspondió el gesto; y fue más osado aún, la atrajo hacia su cuerpo y tomándola de la cintura con gesto posesivo, le plantó un beso en la comisura de sus labios.
—Hola, un gusto conocer a antiguos amigos de mi novia, espero que su estancia aquí sea agradable—el saludo que el castaño les proveyó fue por demás seco y hasta algo hostil pues no olvidaba el mal momento que Neal le había provocado a la rubia en Davenport.
—Sabes Terence, tu cara se me hace algo familiar; no sé, me parece haberte visto en otra parte ¿o es que acaso ya nos conocíamos?
—Lo dudo señorita Eliza. Tengo años que no he venido para Iowa. Tengo una vida ya hecha en Chicago, y ahora mucho más que me acompaña Candy.
—¡Oh! Es que nosotros tampoco vivimos en Iowa, mi hermano y yo vivimos New York, ya saben ¡la Gran Manzana! Tenemos clientes importantísimos, así que nuestro centro de negocios está allá. Vinimos a Pella a saludar a nuestros padres y viejas amistades—aunque Eliza quería continuar con la conversación, Terence ya estaba mostrando fastidio a la misma, así que agarró a Candy del brazo y se dispuso a marcharse.
—Disculpen que nos retiremos, pero el señor White solicita nuestra presencia. Será un gusto seguir nuestra conversa después de la cena—los chicos se retiraban; pero, Neal tomó del brazo a Candy para decirle.
—Candy, necesito hablar contigo, por favor no me niegues esa oportunidad—Terry automáticamente procedió a retirar la mano que Neal posaba sobre Candy.
—Será después de la cena. Ahora debemos retirarnos—Candy solo asintió y se retiró.
Terry se llevó a Candy para los exteriores de la casa, quería que ella se tranquilizara y que pensara bien su siguiente paso.
—Abrígate Pecas que afuera está demasiado frío—Los dos estaban en un cómodo silencio mirando el ennegrecido cielo hasta que el castaño tomo de la mano a Candy y depositó un sutil beso en el dorso de la misma.
—¿Te encuentras bien Pecas? Te noto nerviosa.
[suspiro] Pensé que sería más complicado; pero, en el momento que tomaste mi mano, me sentí segura y todo fue mucho más fácil. Sabes Terry, no tengo palabras para agradecerte todo lo que has hecho por mí. Y no solo hablo de tus obsequios; sino de todo tu tiempo empleado en mí. Es que nunca nadie…había hecho eso por mí.
Los jóvenes se miraban fijamente con un sin número de sentimientos acumulados en su garganta sin poder expresarlos.
—Olvídalo Pecas, para mí fue un verdadero placer estar aquí. Además, creo que salimos ganando los dos. Tu estas en camino de dejar atrás eso que tanto te molesta y yo pues, me llevo de regreso a la nueva señorita Pecas—sin darse cuenta el castaño acercaba su rostro al de Candy y su mano ya estaba acariciando el pecoso rostro de la rubia.
—Solo me gustaría arrancar de tu corazón el recuerdo de ese idiota
—¿Cómo sabes?…como sabes que Neal fue… —ssshhh—Terry ya estaba posando un dedo sobre los labios de la rubia para silenciarla
—Desde que lo vi en Davenport, supe que fue parte importante de tu pasado, luego tus lágrimas me lo confirmaron. Solo déjalo ir Candy. Las personas van y vienen de nuestra vida; pero solo tú decides quienes se quedan a formar parte de ella. Quiero que mires hacia adelante, quiero que me mires a mí.
Esta última frase la dijo rozando los labios de la rubia y luego de manera suave fue besándola en espera de que ella no lo rechazara. Candy temblaba, sentía como su pecho quería estallar con ese toque de labios; pensó por un momento que sus piernas no la sostendrían así que apoyó su cuerpo sobre el pecho del castaño.
ÉL la tomó por la cintura y pegándola más hacia su cuerpo profundizó el beso con la duda latente de que ella lo alejara; pero no fue así, es más fue ella quien abriendo su boca provocara el roce de sus lenguas.
Tuvieron que separarse para controlar sus respiraciones y calmaran sus emociones. La rubia escondía el rostro en el pecho del joven y con voz quebrada le decía
—Terence, por favor…no me hagas esto. Yo no quiero volver a sufrir ni que lastimen mis sentimientos—Terry tomaba de la barbilla a la joven cuyos ojos estaban a punto del llanto y mirándola fijamente a los ojos le dijo
—Pecosa, yo no deseo lastimarte, solo quiero que me das la oportunidad y me dejes estar en tu vida. Quiero ser parte de ella no solo como tu compañero de trabajo o como un plan para evitar las constantes preguntas de tu madre; sino como tu…pareja.
La pareja seguía abrazada bajo el amparo de un farol que tenuemente los iluminaba; sin embargo, esto fue suficiente para que un par de ojos ambarinos estuviera pendientes de toda aquella escena romántica a través del cristal de unos de los ventanales de la sala.
—¡Maldito arrogante! ¿Así que crees que te llevarás a una de mis mujeres? ¡Imbécil!, yo fui el primero en la vida de Candy y simplemente no se me antoja que te la lleves—los murmullos de Neal eran dichos casi de forma inaudible, hasta que Eliza llegó a su encuentro.
—¿Sigues espiando a esos dos? ¡qué patético eres!
—Cuando Candy vuelva a mis brazos me darás las gracias ya que tendrás vía libre para seducir al tipejo ese.
—¡No me digas! Jajaja dudo que esa insípida cambie a ese bombón por ti. No creo que caiga nuevamente en tu jueguito; mírala como lo ve a él. A ti jamás te miro de esa manera.
—¡Deja de hablar tonterías Eliza!
—Mmmm pero sabes algo querido hermano, estoy segura que yo he visto la cara de ese hombre, ¡pero no sé dónde! Es que un rostro como ese no se olvida fácilmente. ¡ahs! Hasta la cabeza me duele de tanto querer acordarme
**********
La cena estaba transcurriendo de manera normal. Entre risas y bromas todos compartían anécdotas de su último año sin verse. Terry y Candy compartían miradas fugaces y pequeños roces de sus dedos que los hacían sonrojar. A pesar de ser adultos, se estaban comportando como unos adolescentes y eso hacía rabiar a Eliza y fastidiaba a Neal.
La cena terminó y Neal parecía lobo acechando a su presa y esperó el momento en que Candy estuviera a solas para acercarse a ella.
—Hola preciosa, espero que cumplas tu ofrecimiento de darme un par de minutos para conversar. Quiero aclarar muchas cosas que jamás pude explicarte, pues te marchaste sin decirme adiós. Vamos linda, acompáñame a mi auto para hablar a solas.
Neal prácticamente arrastraba a Candy hasta la salida; pero de manera discreta Terry se interpuso en su camino con gesto amenazador.
—Creo haberte dicho que no te quería cerca de mi novia; pero al parecer sigues sin entender mis palabras—las palabras del castaño eran dichas de manera muy suave para no levantar sospechas; pero su gesto denotaba furia contenida.
—Cálmate amigo, que yo solo quiero charlar un poco con Candy. Además ella ha aceptado hablar conmigo A SOLAS. Te aseguro que lo que tenemos que decirnos solo nos tomará unos minutos, ¡claro está que todo depende de ella!—Las palabras de Neal estaban llenas de sarcasmo que el castaño no pasó por alto.
—Terry, déjame hablar unos minutos a solas con Neal, te aseguro que estaré bien. Yo necesito zanjar todo esto de buena manera—la mirada de Candy era tranquila, así que Terry optó por dejarlos marcharse; no sin antes decirle unas palabras a Neal que solo él pudo escuchar.
—Escúchame bien gusano, que esta sea la última vez que te le acercas a Candy. Si la veo llorar te juro que borraré de tu cara esa sonrisa idiota que tienes.
El rostro de Neal se tornó serio por la amenaza recibida; aun así decidió que no desaprovecharía esta oportunidad de volver a tener a Candy entre sus garras.
El castaño miraba como Candy salía por la puerta principal sin darle la mano a Neal. Aunque aquel pequeño gesto de la rubia lo alegró, no dejó de sentir un nudo en su garganta y un extraño presentimiento lo invadió
CONTINUARA......
ESPERO QUE SIGAN LA LECTURA DE ESTE FIC QUE YA SE ACERCA A SU INESPERADO DESCENLACE GRACIAS POR SU LECTURA Y SUS PORRAS. SE LAS ADORA
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El batallón White estaba más que satisfecho con el arreglo de Candy. Todas miraban con gran emoción el enorme giro que la apariencia de la rubia había tenido; y lo que más gusto les daba era que ella había recobrado su sonrisa, volvía a ser la chica alegre y chispiante de High School.
—Te ves simplemente hermosa prima. Estoy tan emocionada que no puedo esperar el momento en que todos te vean—la pelinegra estaba que daba brincos de felicidad al ver lo radiante que lucía Candy.
La joven se miraba al espejo y la imagen que este le devolvía le provocaba sentimientos encontrados; sentía alegría y nerviosismo, pánico. Sentía de todo al mismo tiempo.
—¡Gracias Annie! Tu maquillaje es estupendo y lograste arreglar esta maraña de cabello.
—¡Qué dices Candy! Si solo faltaba un pequeño tratamiento para que tu cabello vuelva a la vida y este maquillaje solo resalta tus lindas facciones. ¡Lo que si me encantó es como te queda ese vestido! Parece hecho a tu medida, ¿¡y no me explico cómo es que Terry supo exactamente tu talla!? Sabes Candy, yo creo que tú le gustas en serio.
Candy se sonrojó ante el comentario de su prima y por un instante fantaseó con la posibilidad de que entre ella y Terry naciera algo; pero acto seguido borró esa idea de su cabeza, pues entre ellos siempre había existido un trato cordial de compañeros de trabajo.
—Bueno Candice Elizabeth, llegó la hora. ¡A cerrar bocas!
La joven rubia se encontraba de pie en la escalera enfundada en un hermoso vestido rojo vino, su cabello lo llevaba suelto con suaves ondas naturales y su cuello estaba adornado con un collar de diminutas perlas con un dije de esmeraldas que hacían juego con el verde de sus ojos.
Candy se sentía simplemente hermosa. Ella nunca se había considerado una beldad y en muchas ocasiones hasta se había visto sin gracia; sin embargo siempre había sido una joven alegre y jovial que tenía amigos y que disfrutaba de la vida hasta que se topó con ellos… los indeseables, y su vida cambió para mal. Su autoestima disminuyó tanto que ya no solo se veía sin gracia; sino que, se percibía fea. Pero esa noche ella ya no se sentía fea, peor avinagrada.
Parada en lo alto de la escalera se sentía simplemente bella; veía como todos la admiraban, pero ella solo buscaba una mirada en especial; una mirada de un azul tan profundo que taladraba su corazón.
Un fuerte grito la sacó del estado de ensoñación en el que se encontraba.
—¡Bueno familia, el Batallón de las White ha llegado! —Una emocionada Annie agarraba del brazo a su prima Candy y en compañía del resto de sus primas bajaban alegremente los peldaños. El señor White que esperaba ansioso el regreso de Candy no pudo evitar hablar a viva voz.
—Señores sean todos bienvenidos a la casa White. ¡La familia está por fin completa! ¡Qué empiece la celebración!
Terry tenía un cúmulo de sensaciones en su interior. Miraba a Candy tan linda en aquel vestido rojo que en cuanto lo vio se la imaginó en el mismo y no dudó en comprarlo para ella. Con paso decidido se acercó hasta la rubia y sin poder evitarlo la tomó de la mano y besó del dorso de la misma
—Señorita White, usted está realmente espectacular esta noche. Será un honor ser su acompañante—Acto seguido la llevó del brazo hasta la sala como un auténtico caballero.
—¡Terry por dios que dices! jajajaja ¿Acaso mi madre ya te convenció de que eres Mr. Darcy?
—¡Por favor! Yo soy mucho más interesante que ese tal Darcy; además ese sujeto no tenía una novia tan bellamente …..vestida.
—¡Oh Terry gracias por tan hermoso vestido! me queda a la medida ¿cómo supiste cual era mi talla?
—Bueno Pecas, soy un excelente arquitecto y las medidas son lo mío—acercando su rostro al de la rubia le dijo—claro que también ayudó muchísimo el echo de que durmiéramos abrazados “novia mía"
Candy no dijo nada, solo se limitó a sonreir y bajar su mirada por el intenso rubor que las palabras de Terry le habían causado.
En una esquina de la casa, Eliza y Neal seguían cada uno de los movimientos de la rubia y los de su guapo acompañante
—¡Maldición! Se supone que yo vine aquí para opacar a esa insípida, y ahora resulta que es ella la que me ha dejado con la boca cerrada. Se pavonea con ese hombre por todos lados presumiéndolo. ¡la muy maldita está tan cambiada!—Los ojos de Eliza estaban llenos de furia.
—Deja de amargarte mujer que esta misma noche ella vuelve a mis manos, y si tú quieres puedes ir a desplegar tus encantos con el tipejo ese; ya vi que le echaste el ojo hace rato—La sonrisa retorcida de Neal regresó a su rostro. La Candy que estaba en esta reunión era muy distinta a la que había visto en Davenport; esta era hermosa y se la veía segura de sí misma. La quería devuelta en sus brazos, la quería a ella.
—Bueno querida hermanita, será mejor que hagamos nuestra presentación y veamos que cara pone Candy—los hermanos cruzaron media sala para que su presencia no pasara desapercibida.
—Buenas noches Candy, al parecer el destino desea que nos volvamos a encontrar; claro, en circunstancias distintas. Déjame decirte que te ves muy…diferente, ese vestido te sienta de maravilla—La mirada que Neal le lanzaba a Candy le era por demás incómoda.
—Hola Candy, ¡veo que la vida te ha tratado de maravilla! ¿Nos presentas a tu acompañante?—la mirada de Eliza era muy sugerente y por demás descarada.
—¡Hola chicos!, sean bienvenidos a la Casa White. Les presento al señor Terence Graham, mi novio y compañero de trabajo. Terry; amor, ellos fueron compañeros míos en el Central College—Candy se mostraba alegre y confiada; aunque en su interior se sentía extremadamente nerviosa, pues el momento “cero” había llegado. Con toda la seguridad que había acumulado en los últimos días entrelazó su mano a la de Terry y este sin dudarlo le correspondió el gesto; y fue más osado aún, la atrajo hacia su cuerpo y tomándola de la cintura con gesto posesivo, le plantó un beso en la comisura de sus labios.
—Hola, un gusto conocer a antiguos amigos de mi novia, espero que su estancia aquí sea agradable—el saludo que el castaño les proveyó fue por demás seco y hasta algo hostil pues no olvidaba el mal momento que Neal le había provocado a la rubia en Davenport.
—Sabes Terence, tu cara se me hace algo familiar; no sé, me parece haberte visto en otra parte ¿o es que acaso ya nos conocíamos?
—Lo dudo señorita Eliza. Tengo años que no he venido para Iowa. Tengo una vida ya hecha en Chicago, y ahora mucho más que me acompaña Candy.
—¡Oh! Es que nosotros tampoco vivimos en Iowa, mi hermano y yo vivimos New York, ya saben ¡la Gran Manzana! Tenemos clientes importantísimos, así que nuestro centro de negocios está allá. Vinimos a Pella a saludar a nuestros padres y viejas amistades—aunque Eliza quería continuar con la conversación, Terence ya estaba mostrando fastidio a la misma, así que agarró a Candy del brazo y se dispuso a marcharse.
—Disculpen que nos retiremos, pero el señor White solicita nuestra presencia. Será un gusto seguir nuestra conversa después de la cena—los chicos se retiraban; pero, Neal tomó del brazo a Candy para decirle.
—Candy, necesito hablar contigo, por favor no me niegues esa oportunidad—Terry automáticamente procedió a retirar la mano que Neal posaba sobre Candy.
—Será después de la cena. Ahora debemos retirarnos—Candy solo asintió y se retiró.
Terry se llevó a Candy para los exteriores de la casa, quería que ella se tranquilizara y que pensara bien su siguiente paso.
—Abrígate Pecas que afuera está demasiado frío—Los dos estaban en un cómodo silencio mirando el ennegrecido cielo hasta que el castaño tomo de la mano a Candy y depositó un sutil beso en el dorso de la misma.
—¿Te encuentras bien Pecas? Te noto nerviosa.
[suspiro] Pensé que sería más complicado; pero, en el momento que tomaste mi mano, me sentí segura y todo fue mucho más fácil. Sabes Terry, no tengo palabras para agradecerte todo lo que has hecho por mí. Y no solo hablo de tus obsequios; sino de todo tu tiempo empleado en mí. Es que nunca nadie…había hecho eso por mí.
Los jóvenes se miraban fijamente con un sin número de sentimientos acumulados en su garganta sin poder expresarlos.
—Olvídalo Pecas, para mí fue un verdadero placer estar aquí. Además, creo que salimos ganando los dos. Tu estas en camino de dejar atrás eso que tanto te molesta y yo pues, me llevo de regreso a la nueva señorita Pecas—sin darse cuenta el castaño acercaba su rostro al de Candy y su mano ya estaba acariciando el pecoso rostro de la rubia.
—Solo me gustaría arrancar de tu corazón el recuerdo de ese idiota
—¿Cómo sabes?…como sabes que Neal fue… —ssshhh—Terry ya estaba posando un dedo sobre los labios de la rubia para silenciarla
—Desde que lo vi en Davenport, supe que fue parte importante de tu pasado, luego tus lágrimas me lo confirmaron. Solo déjalo ir Candy. Las personas van y vienen de nuestra vida; pero solo tú decides quienes se quedan a formar parte de ella. Quiero que mires hacia adelante, quiero que me mires a mí.
Esta última frase la dijo rozando los labios de la rubia y luego de manera suave fue besándola en espera de que ella no lo rechazara. Candy temblaba, sentía como su pecho quería estallar con ese toque de labios; pensó por un momento que sus piernas no la sostendrían así que apoyó su cuerpo sobre el pecho del castaño.
ÉL la tomó por la cintura y pegándola más hacia su cuerpo profundizó el beso con la duda latente de que ella lo alejara; pero no fue así, es más fue ella quien abriendo su boca provocara el roce de sus lenguas.
Tuvieron que separarse para controlar sus respiraciones y calmaran sus emociones. La rubia escondía el rostro en el pecho del joven y con voz quebrada le decía
—Terence, por favor…no me hagas esto. Yo no quiero volver a sufrir ni que lastimen mis sentimientos—Terry tomaba de la barbilla a la joven cuyos ojos estaban a punto del llanto y mirándola fijamente a los ojos le dijo
—Pecosa, yo no deseo lastimarte, solo quiero que me das la oportunidad y me dejes estar en tu vida. Quiero ser parte de ella no solo como tu compañero de trabajo o como un plan para evitar las constantes preguntas de tu madre; sino como tu…pareja.
La pareja seguía abrazada bajo el amparo de un farol que tenuemente los iluminaba; sin embargo, esto fue suficiente para que un par de ojos ambarinos estuviera pendientes de toda aquella escena romántica a través del cristal de unos de los ventanales de la sala.
—¡Maldito arrogante! ¿Así que crees que te llevarás a una de mis mujeres? ¡Imbécil!, yo fui el primero en la vida de Candy y simplemente no se me antoja que te la lleves—los murmullos de Neal eran dichos casi de forma inaudible, hasta que Eliza llegó a su encuentro.
—¿Sigues espiando a esos dos? ¡qué patético eres!
—Cuando Candy vuelva a mis brazos me darás las gracias ya que tendrás vía libre para seducir al tipejo ese.
—¡No me digas! Jajaja dudo que esa insípida cambie a ese bombón por ti. No creo que caiga nuevamente en tu jueguito; mírala como lo ve a él. A ti jamás te miro de esa manera.
—¡Deja de hablar tonterías Eliza!
—Mmmm pero sabes algo querido hermano, estoy segura que yo he visto la cara de ese hombre, ¡pero no sé dónde! Es que un rostro como ese no se olvida fácilmente. ¡ahs! Hasta la cabeza me duele de tanto querer acordarme
**********
La cena estaba transcurriendo de manera normal. Entre risas y bromas todos compartían anécdotas de su último año sin verse. Terry y Candy compartían miradas fugaces y pequeños roces de sus dedos que los hacían sonrojar. A pesar de ser adultos, se estaban comportando como unos adolescentes y eso hacía rabiar a Eliza y fastidiaba a Neal.
La cena terminó y Neal parecía lobo acechando a su presa y esperó el momento en que Candy estuviera a solas para acercarse a ella.
—Hola preciosa, espero que cumplas tu ofrecimiento de darme un par de minutos para conversar. Quiero aclarar muchas cosas que jamás pude explicarte, pues te marchaste sin decirme adiós. Vamos linda, acompáñame a mi auto para hablar a solas.
Neal prácticamente arrastraba a Candy hasta la salida; pero de manera discreta Terry se interpuso en su camino con gesto amenazador.
—Creo haberte dicho que no te quería cerca de mi novia; pero al parecer sigues sin entender mis palabras—las palabras del castaño eran dichas de manera muy suave para no levantar sospechas; pero su gesto denotaba furia contenida.
—Cálmate amigo, que yo solo quiero charlar un poco con Candy. Además ella ha aceptado hablar conmigo A SOLAS. Te aseguro que lo que tenemos que decirnos solo nos tomará unos minutos, ¡claro está que todo depende de ella!—Las palabras de Neal estaban llenas de sarcasmo que el castaño no pasó por alto.
—Terry, déjame hablar unos minutos a solas con Neal, te aseguro que estaré bien. Yo necesito zanjar todo esto de buena manera—la mirada de Candy era tranquila, así que Terry optó por dejarlos marcharse; no sin antes decirle unas palabras a Neal que solo él pudo escuchar.
—Escúchame bien gusano, que esta sea la última vez que te le acercas a Candy. Si la veo llorar te juro que borraré de tu cara esa sonrisa idiota que tienes.
El rostro de Neal se tornó serio por la amenaza recibida; aun así decidió que no desaprovecharía esta oportunidad de volver a tener a Candy entre sus garras.
El castaño miraba como Candy salía por la puerta principal sin darle la mano a Neal. Aunque aquel pequeño gesto de la rubia lo alegró, no dejó de sentir un nudo en su garganta y un extraño presentimiento lo invadió
CONTINUARA......
ESPERO QUE SIGAN LA LECTURA DE ESTE FIC QUE YA SE ACERCA A SU INESPERADO DESCENLACE GRACIAS POR SU LECTURA Y SUS PORRAS. SE LAS ADORA
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