CHICAGO AÑOS 20’S
Chicago era suyo… a pesar de que la pelea no estaba finiquitada con todos esos grandes mafiosos, sabía bien que la ciudad era suya.
Detrás de aquel escritorio, en aquel penthouse, se podía observar desde el gran balcón la grandeza de aquella ciudad. Quien iba a pensar que un día él estaría detrás de los grandes jefes de la mafia, manejando todo desde la comodidad de una silla. Podía tener todo, absolutamente todo lo que quisiera…
Su mente divago mientras veía las casas y edificios, hasta que, su mirada se clavó nuevamente en aquel hospital. Se dijo a sí mismo, sí. Algún día también la tendría a ella, mientras tanto procuraba que nadie se le acercara, cualquiera que lo intentaba terminaba exiliado o … Porque si él no podía tenerla, los demás tampoco.
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NUEVA YORK
Pudo palpar un poco más de libertad, después de la lamentable muerte de su prometida. A decir verdad, mantenía esa relación para poder moverse con más facilidad. Había dejado el teatro hacía un tiempo, y necesitaba de una fachada, cuando después de su separación de la mujer de su vida había caído en aquel mundo. Si alguien le hubiera dicho, en ese entonces, que llegaría a ser un capo de la mafia, un jefe de la mafia más bien dicho, no lo hubiera creído.
Nueva York era su sede, y aunque no soñaba con fortuna, poco a poco fue haciéndose uno de los hombres más poderosos de aquel estado. Sabía cómo moverse, con quien hacer tratos. Podía ser frío y cruel con cualquiera que osara interponerse en su camino. Se sentía orgulloso de lo que había logrado, el camino fue duro, tuvo que pisar basura y rebajarse, como también ser él quien, en algunas ocasiones y para darse a respetar, tiraba del gatillo. Todas eran personas malas, se justificaba.
Durante todo ese tiempo, no pensó mucho en Candy. Su nueva vida le impedía siquiera atreverse a imaginar tenerla de vuelta. Si bien nadie estaba enterado de sus actos, él estaba consciente que buscarla o tenerla a su lado era un riesgo muy grande. No la había olvidado, como no se olvida al primer amor, pero tampoco era como si no pudiese vivir sin ella, lo había hecho, sintiéndose en el proceso más fuerte. Claro que tenía mujeres, las tuvo incluso cuando Susana vivía, pero buscaba relaciones frugales, que no pudieran afectar en sus negocios.
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Candy sospechaba de Neal y de su real poder, se había vuelto más persistente y descarado en sus amenazas. “Si no estás conmigo, no será con nadie más…” Al principio lo tomo como una bobada, uno más de sus arranques, meras palabras al aire sin sentido. Pero, de unos años a la fecha, había llegado a sus oídos que sus negocios no eran del todo legales. Efectivamente, su fortuna se incrementó, desmesurada y muy rápidamente. Ahora, todas las familias de alcurnia, y hombres de las altas esferas le respetaban… o mejor dicho, le temían.
Para quien prestaba real atención a sus movimientos, podía ver que su manera de trabajar era más que obvia, pero nadie podía tocarlo, tenía pagada a la policía y no sólo eso, después de la gran depresión mucha gente importante le debía. Había jugado bien sus cartas y aprovechando cada oportunidad que tenía a mano.
Eliza solía jactarse de su matrimonio, puesto que se había casado con un hombre muy importante. Después de las nupcias se mudó de inmediato a Europa, llevando a sus padres consigo. Nunca sospecho que fue su hermano quien arreglara el enlace y su posterior salida del país, para así evitar ser atacado por ese flanco. No es que su padre estuviera de acuerdo con su proceder, pero el hombre entendió que su hijo era un adulto, que había decidido su camino, y que los tiempos ya no eran los mismos.
Ahora era dueño incluso de Lakewood, como también del orfanato cercano a sus tierras, pues este también había caído en la desgracia, sobre todo después de la muerte de la Tia Abuela. No disponían de mejores albaceas que les ayudara con el sustento. Albert se había marchado, Archie trabajaba en la abogacía y lo poco que quedaba de la familia Andrew tuvo que malbaratarlo para poder salir de deudas. Vivía de su trabajo al lado de Annie, aunque mantenían su estatus en las altas esferas, lo hacían de una manera más modesta.
Su obsesión con Candy nació de su capricho por tenerla, y no poder poseerla. No era amor, podía reconocer la diferencia. Una vez se saciará de ella, la pondría en un escaparate, poniendo su cuerpo a la venta.
Durante todo ese tiempo Candy intentó vivir sin miedo, vio como sus pretendientes al poco tiempo desistían, abandonandola. Había vivido una vida tranquila, trabajando en aquel pequeño hospital, sin saber que la orden de no contratarla en ningún otro recinto era la manera que Neal había encontrado para controlarla, y mantenerla vigilada. Aquel viaje que la llevaría a su destino se dio por una casualidad y un descuido posiblemente de los espías de Neal.
continuara...
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Última edición por GEZABEL el Lun Mayo 03, 2021 1:13 pm, editado 1 vez