CAPÍTULO II
AMORES QUE MATAN
SONGFIC EL APRENDIZ
DE ALEJANDRO SANZ
POR YURIKO YOKINAWA
Tarde me he dado cuenta de mis errores, era demasiado joven e ingenuo, de haber hecho a un lado mi honor para permanecer a su lado… mmm me hubiera rechazado de todas maneras, no hubiéramos podido ser felices a costa de la mujer que me salvó la vida aquella noche de ensayo, al contrario, nuestra conciencia nos atormentaría sabiendo de su infelicidad, de la posibilidad de hacerse daño nuevamente… Ni el peor de los criminales podría vivir así.
No hubo necesidad de palabras, ver su rostro desconcertado por todas las preguntas que pasaron por su mente, por no comprender el por qué la estaba ignorando cuando pasé de largo cargando a Susana de esa azotea de hospital, hizo sentirme como un completo cobarde, no podía darle la cara por la vergüenza de no haberle contado lo que había sucedido con ella, mi cargo de conciencia era muy grande, me consumía por dentro, debía hacerme responsable y hacer un lado mi felicidad, a la única persona que le he importado, a la que me ha amado por quien soy, a la que vio a través de mi alma…
Candy, por ti ahorré cada centavo para que vinieras a Nueva York y no regresaras nunca más a Chicago. Estoy seguro de que sabías mis intenciones y estoy más qué seguro que estabas dispuesta a quedarte a mi lado. No sabes el esfuerzo incontrolable por abrazarte cuando llegaste a la estación de tren, por sentir tus labios luego que se regara la tetera y cayeras sobre mí, nunca sabrás que quise hacerte mía, solo unos centímetros nos separaban, nuestros ojos se miraban con deseo, frente a frente. Una creciente erección me iba a delatar, inmediatamente miramos a otro lado, quizás me sentiste, te levantaste para luego yo hacerlo y fingir que nada había pasado. ¡Qué hubiera dado para que fueras mi esposa en ese instante y tomarte sin compasión ni contemplaciones! No hubiera habido manera de amarrarme a alguien al que ni siquiera me causa un deseo por conversar.
No quisiste hacer más difícil las cosas, no aceptaste que te acompañara a la estación, ¿Habría cambiado algo entre nosotros si así hubiera sido? Fue difícil la separación, deseaba que el tiempo se detuviera, abrazado a tu cintura te pedí que fueras feliz, lloramos, no hay necesidad de explicar las razones por lo cual lo hicimos, sacando fuerzas y en contra de mi voluntad lentamente te fui soltando y sin voltear atrás te marchaste llevándote contigo mi vida, mi alma y mi amor por ti. ¡Sí Candy! Te pertenezco, soy todo tuyo, de nadie más hasta el fin de mis días.
Sentía mucha pesadez en el instante que tuve que regresar a la habitación de Susana, no quería cruzar la puerta pero escuché sus sollozos, la voz de Candy se hizo presente recordándome que cuidara de ella, pasé cómo autómata y me dirigí a la ventana, abrí la cortina con la esperanza de verla, ahí estaba, caminando sobre la fría nieve de diciembre, por un instante se detuvo, creí que voltearía al sentir que la miraba, pero no, metió su mano en el abrigo y sacó un pequeño objeto, observarla esos segundos me bastó para regresar a los días del colegio, el cual, nunca volverían. La vi seguir su camino hasta que se perdió de mí vista y nuevamente le dije adiós a mi único gran amor.
Te compadeciste de mi dolor y como toda una Magdalena me dijiste que fuera tras ella. No podía disimular mi tristeza, no podía sacar la máscara de actor y fingir que todo estaba bien, no podía burlarme de mi desgracia y restregarte en la cara cuan equivocada estabas al verme así, pero no, cerrando la cortina y limpiándome una lágrima que se atrevió a salir te aseguré que renunciaba a mi felicidad. ¡SÍ! Me había decidido por ti. Dejaste de llorar, tus pupilas brillaron de felicidad, juntaste las palmas de tus manos y comenzaste a hacer castillos en el aire prometiendo un montón de nimiedades cómo pareja. Sonreí porque eso jamás pasaría, ella estaba queriendo hacer leña del árbol caído.
Prometiste que te recuperarías, pero a pesar de todo pronóstico parecía todo lo contrario, tu madre aseguraba que mi presencia mejoraba tu estado de ánimo y con ese argumento ambas me presionaron para que fuera a vivir con ustedes… Poco a poco me sometieron a sus caprichos aprovechándose de mi vulnerabilidad. No lo soporté, me asfixiaba en ese ambiente tóxico, el teatro pasó a ser segundo plano, ya no me importaba nada, ni lo que dijeran los diarios. Sin darme cuenta, comencé a refugiarme en el tabaco y en el alcohol. En un arranque de desesperación emprendí la huida. No lloraste, no reprochaste, no preguntaste razones, ¡te desconocía! Comprensivamente dijiste que esperarías mi regreso.
Mi largo peregrinar me llevó hasta a ti, no comprendí que siempre estarías a mi lado, conmigo… Entre mis delirios te vi en medio de una carpa ambulante, el cual, actuaba por unas cuantas monedas para comprar el olvido, sufrías por verme en ese estado, no lo soporté, hiciste que tocara fondo, que volviera a la vida, entonces, mi alma supo que realmente no estaba solo. Recité los diálogos de Romeo para mi Julieta. Al terminar la función te busqué, rogaba que realmente hubieras estado ahí, pero no, solo fue producto de mi imaginación. Abandoné el lugar y viajé a Chicago, necesitaba verte, hablar contigo, tenía la esperanza que me aceptaras de nuevo en tu vida porque vivías el mismo infierno que yo. Ahora que estaba ahí no tuve el valor ni la excusa para hacerlo.
Días sumido nuevamente en mi miseria hasta que Albert me sacó de la autocompasión. Me llevó a la pequeña clínica comunitaria donde ahora laboras… Te admiro mi amor, siempre dando lo mejor de ti para quienes lo necesitan, no importa qué tan grises estén las nubes, siempre tienes una sonrisa en tu hermoso rostro, seguiste con tu vida porque lo prometiste, no te dejaste abatir a pesar de los obstáculos interpuestos. Así cómo seguiste con tu camino seguiré con el mío, cumpliré con mi palabra Candy, volveré a nueva York, al teatro y cuidaré de Susana, pero no te prometo ser feliz.
Llegué al medio día a mi antiguo departamento luego de veinticuatro horas de viaje. La arrendataria no se deshizo de mis cosas. Prometí pagarle las rentas atrasadas en cuánto vendiera mi vehículo. Aquí será mi refugio cuando me encuentre asfixiado, el lugar en donde tú y yo hablemos de amor, de mis días, de nuestros recuerdos, el lugar en dónde solo puedo hacerte completamente mía, porque sí, eres para mi cómo yo de ti, somos uno mismo. Si en un futuro nos reencontramos y Susana está completamente recuperada no dudaré en dejarla si me das, aunque sea la más mínima esperanza de volver a mi lado, te juro que te haré feliz… ¡Qué demonios estoy pensando! No sé cuánto tiempo pase y no sé si eso suceda, puede pasar mil y un cosas, soy un egoísta, sea cual sea nuestro destino siempre desearé tu felicidad, aunque me duela verte con otro amor, seré tuyo, porque te pertenezco, porque tú te llevaste mi vida y mi alma, solo dejaste mi cuerpo hecho guiñapo para cumplir con nuestro honor de hacer feliz a alguien que solo me reprocha haber salvado la vida.
Cómo si nada me recibiste en tu casa, cómo si jamás me hubiese ido, con una sonrisa franca me dijiste que sabías que volvería. A partir de ahí intenté ser una buena persona, dar lo mejor de mí, te dije que ya no me volvería a ir porque deseaba que te recuperaras, que volvieras a tener la confianza que te caracterizaba en los escenarios, incluso, que buscaras nuevos talentos, pero, para eso, debías poner de tu parte, cambiar la actitud de víctima pesimista por el de un yo puedo, yo lo hago, esforzarte en las rehabilitaciones para caminar, fijarte metas, ¡Ser independiente! Susana, no te amabas, vivías de la autocompasión y de la codependencia de tu madre para que luego al final lo volcaras en mi persona. ¡No! Yo ya había pasado por ese abismo y no deseaba revivirlo, no podíamos estar así. Ese tiempo lejos de ti y el saber que nunca estaría solo porque Candy me acompañaba me hizo comprender que de una u otra forma cargamos algún tipo de cruz o podíamos permanecer en nuestro infierno personal, de nosotros dependía nuestra felicidad o un fracaso inminente, porque esta vida son decisiones, buenas o malas son nuestras, pero tú y tu madre quisieron controlar mi vida, manejarla. Inicialmente tuvieron éxito, lo lograron, pero con los años conocí más de ustedes, debo reconocer que fueron excelentes maestras y yo, un buen aprendiz.
Robert me dio una segunda oportunidad en el teatro, volví a realizar papeles secundarios, me esforcé, trabajé arduamente para ser el mejor, cada paso que daba, cada logro obtenido era dedicado a ti, ese era mi secreto celosamente guardado, pero para el mundo del espectáculo y de la sociedad Susana era la razón del resurgimiento actoral de Terry Graham. Conforme crecía profesionalmente obtenía mejor paga, pero no era suficiente para los gastos que se generaban, mientras más ganaba, más me pedían… Tuve que tragarme el orgullo y recurrí a mi madre. Le solicité un préstamo con la promesa de pagarle hasta el último centavo. Adquirí una amplia vivienda a las afueras de la ciudad, se acondicionó acorde a las necesidades de Susana. La señora Marlowe se encargó de la decoración y del jardín para hacerle cómodo su estancia. También, contraté personal de apoyo para las labores del hogar y jardín, así como a una terapeuta que iba a verla cada tercer día para sus sesiones de rehabilitación. Pienso que no tenía motivo para quejarse, pero cómo niña pequeña en rabieta en ocasiones me hacía dramas hasta que con el paso del tiempo fueron frecuentes que poco a poco fui alejándome. Años de tolerarla, comprenderla y de tenerle paciencia hasta que tomé la mejor decisión de mi vida: Separarnos, no, más bien, la dejé, era lo más sano para los dos.
Rabietas, caprichos, engaños, mentiras, chantajes, reproches, lágrimas, lástima, autocompasión, celos, reclamos, y, por último, querer tener un completo control de mi voluntad era el pan nuestro de cada día. Hice lo que me pediste, hiciste lo que por conveniencia algunas cosas que te sugerí, creí que estabas logrando avances, al menos usar a la perfección la prótesis, escribir piezas teatrales así cómo ser narradora de algunas obras me indicaba que anímicamente volverías a ser la de antes. En el teatro te veía sonreír, ser amable, dulce con los compañeros, jovial. Siempre que conversabas con alguien me buscabas con la mirada, en ocasiones me llamabas, sin importarte en el qué dirán me tomabas de la mano y ensoñadoramente hablabas de nosotros, me presumías en los eventos al que éramos invitados y al que a fuerza teníamos que ir o porque se te antojaba asistir. Por alguna extraña razón la señora Marlowe dejó de acompañarnos, quizá porque empezaba a usar las muletas o porque querías comprometerme…
Cómo olvidar uno de sus tantos artilugios de bruja en luna llena. De solo recordarlo se me revuelve el estómago, ese acontecimiento salió al día siguiente en primera plana en los diarios de mayor circulación. No me había dado cuenta del fotógrafo por la impresión del momento. Era la primera vez que salíamos sin su madre. Habían organizado un magno evento para el medio artístico, estaban cómo invitados las mejores compañías teatrales. La cena de gala se había tornado tranquila, hicieron algunos reconocimientos, yo había ganado algunos de ellos, estaba dando algunas palabras de agradecimiento cuando intempestivamente Susana se levantó de su lugar sin haber tomado el apoyo de las muletas correctamente para resbalar y caer al piso. Me preocupé, bajé de inmediato del estrado para auxiliarla. Luego que me confirmara que estaba bien con mucho cuidado la incorporé para levantarla y llevarla a la enfermería, pero, en lugar de acomodarse a mi pecho cuando la cargué, colocó sus brazos en mi cuello para besarme. Ganas no faltaron de soltarla, pero no lo hice, cometí el grave error de sacarla inmediatamente de la recepción para regresar a casa. Eso también ayudó a que se hiciera mil y un especulaciones sobre el tipo de relación que teníamos sin estar casados. Solo rogaba que mi pecosa no se enterara.
Ese fue el inicio para estar siempre discutiendo cada qué regresábamos de algún evento, o lugar público hasta que resucitó Terry Granchester del Colegio San Pablo, ahora era mi turno de ser yo mismo sin piedad ni contemplaciones, bueno, yo no era así, solo era un rebelde chaval, pero mi actitud de adolescente más lo que aprendí de Susana puedo afirmar que el alumno ha superado a la maestra.
Ahora, me dices que te estoy haciendo daño, que con el paso de los años me estoy haciendo más cruel. ¡Jajaja! Sé que mi risa denigrante te hace enfadar. ¿Qué te puedo decir Sussie? ¡Oh, ya sé! “De ti aprendió mi corazón, ahora no me reproches que no sepa darte amor, ¿Sabes por qué? Porque no te lo has ganado, ni siquiera lo has intentado. ¿Crees que por salvarme la vida te debo plastecía y el derecho de imponer tu voluntad? No querida, eso, se quedó en el pasado.
La gota que derramó el agua del vaso fue una de las últimas discusiones que tuvimos, el cual ya no me permitió seguir a tu lado. Nunca entendí qué clase de amor decía tener, era tóxico, asfixiante, de esos amores que matan… Estuve muerto en vida sin Candy, pero su recuerdo me salvó, estuve agonizando con Susana, pero nunca me mató ni liberó, solo hacía más grande las llagas de las heridas para luego remendarlas con jirones de su piel, ¡Jajaja! Debía permanecer atado a su lado pagando una deuda de honor. “Un disculpa, lo siento, soy así porque te amo...” Un perdóname no sincero se llama hipocresía, fingir que te sientes enferma de amor es chantaje, creer que estoy con quien sabe cuántas porque llego tarde a casa son delirios teatrales.
La prensa te puede enaltecer o envilecer, ellos viven de eso, el más pequeño de los descuidos puede destruirte de la noche a la mañana. Ya había pasado por eso, me esforcé por levantar mi imagen nuevamente, pero con las actitudes de ella era darle entrada fácil a mi vida personal y no fue la excepción. Un encabezado mal intencionado con una fotografía en plena cena con Eleonor Baker había sido vendido a Susana. Nadie a excepción de Candy sabe que es mi madre. Llegué de madrugada a casa, sentía que la vida me sonreía de nuevo, estaba de buen humor, feliz, el amor se destilaba en cada poro de mi piel. Susto me llevé al encender la luz y verla con un semblante molesto. Me recompuse inmediatamente y con una sonrisa la saludé preguntándole al mismo tiempo qué hacía levantada a esa hora. No me había percatado del sobre que estaba en la mesa hasta que lo aventó cayendo sobre mis pies. “Te he vuelto a salvar de los escándalos…” No podía creer lo que me estaba diciendo, sobre todo, el modo en que se expresaba de mi madre…Toda una letanía a pulmón se escuchaba en cada rincón de la casa, por lo tanto, volví al departamento a pensar por salud mental lo que debía hacer.
En cierta ocasión llegué temprano a casa. Susana se encontraba serena leyendo en su estudio, hacía algunas anotaciones. Con cuidado se levantó, alegremente fue a mi encuentro, me tomó de la mano y cómo niña chiquita me jaló hacia el escritorio para mostrarme los avances de lo que sería un libreto teatral. Estuvimos platicando sobre la temática y el desarrollo de este, quitar, poner, omitir, etc. Una historia en dónde la protagonista persevera por el amor de alguien que tiene novia. Me parecía demasiado familiar la trama, al contrario, era cómo mirar a través de su alma. También, era evidente que no era contado tal cual. A Susana no le gustaba el dramatismo a pesar de que fue actriz shakesperiana, por eso, había escrito sobre romance con un final feliz, luego de acosar (porque no se le podía llamar de otra forma) al protagonista, logra enamorarlo. No importaba los medios, sino el fin de obtener lo que deseaba así fuera robando su correspondencia. El día que me esperó de madrugada para aventarme el sobre con las fotografías sin saber que eran de Eleonor y mi persona, le mencioné que todos teníamos secretos, le pregunté cuáles eran los suyos y astutamente arremetió en contra de mi madre. ¿Cuántas caras puede tener una persona aparentemente normal? Es muy buena actriz, no hay duda de ello. Ya no me quedaba opción, debía hacerla rabiar aún más cuando se pusiera en un plan intolerable.
Juro que lo intenté, ahora éramos dos tomando decisiones por el bien de Susana. Era el momento de decirle adiós. Ya no era sano estar juntos, realmente ya no le estaba haciendo bien mi presencia. Reconozco que tuve culpa por mi lejanía, pero no me dio opciones. Cualquier pretexto era motivo para pelear, y el respeto que le tenía se estaba acabando. Desde que me convertí en tu aprendiz sabía que debía tener ciertos límites, traté de mantenerme imperturbable, pero por dentro me lastimabas, el estrés y la ansiedad por desear que se acabara se veía muy lejano, no quería huir cómo un cobarde, había hecho una promesa y no debía romperse, salvo el caso que… Candy deseara hacer lo mismo.
El momento había llegado, buscaste la forma de retenerme. Me recordaste las múltiples veces que según tú fuiste mi salvadora, por ti vivía, por ti había alcanzado el mayor éxito actoral de toda la historia, por ti, los diarios no hablaban de mis andanzas femeninas. Utilizaste el más antiguo de tus chantajes: el suicidio o correr a los medios de comunicación para desenmascararme. Luego, llegó la comprensión y la promesa de aceptación. Me dejarías ser, que hiciera y estuviera con quien quisiera, así como la primera vez que te abandoné, me esperarías siempre y cuando no te abandonara. La decisión estaba tomada, no había vuelta atrás. Con una sonora carcajada me fui de esa casa y no regresé hasta que ella encontró la forma de hacerme ir.
Estaba hecho, quien haya vivido algo parecido entenderá qué se siente ser liberado y no tener culpa alguno. Más adelante la vería en caso de ser necesario. Conociéndola, sé que no estaría quieta, menos la señora Marlowe, las dos iban a buscarme al teatro, al departamento, a las supuestas fiestas a las que jamás volví. Coincidíamos en el teatro, pero no directamente, cada uno tenía su rol en ella, por lo tanto, nos veíamos de lejos, pero la ignoraba, también le prohibí la entrada al camerino, es más, no podía acercarse, había contratado guardias de seguridad, con ellas todo era posible. Cambié de residencia temporalmente y, antes de salir del departamento, amenacé a la casera de demandarla de allanamiento de morada en caso de que les permitiera ingresar. No me tentaría el corazón, no le perdonaría una segunda intromisión en mi vida personal. Llevé algunas pertenencias a casa de Eleonor. Esperé que pasara la temporada fuerte en el teatro y cómo quedé con Robert, me tomé unas vacaciones para ver si así Susana dejaba de insistir.
En el fondo me preocupaba, había dejado de ir al teatro. No tenía problemas económicos porque tenía su seguro y porque yo seguía cubriendo los gastos de la casa, si hubiera hecho alguna tontería ya me hubiera enterado, las malas noticias son las primeras en saberse. No la buscaría, sería prestarme a su juego y no estaba dispuesto a caer de nuevo, suficiente con las noticias sensacionalistas que mi ex coprotagonista daba a la prensa, pero para su mala suerte, dejaron de prestarle atención y porque un buen amigo intervino para que se dejaran de publicar falsedades. Seguí con mi aparente vida habitual, meses de aparente calma, casi un año había pasado de haberle dicho adiós hasta que fue a casa de mi madre. Está de más mencionar qué tanto despotricó hacia su persona y las amenazas lanzadas, no iba a lograr nada, pero por insistencia fui a verla, ya que física y anímicamente no se veía lúcida, también, había caído en el tabaco y alcohol. Por un momento temí por su seguridad al tener que buscar refugio en el vicio.
Escucharla… no sabía si fingía demencia o era otra más de sus actuaciones, me daba el indulto por todo el daño que le había ocasionado con el paso de los años así cómo el hecho de la libertad de vivir mi aventura amorosa con Eleonor. ¡Si supiera! No resistí reír por tanta incoherencia dicha a pesar de la seriedad con la que trataba de llegar a un acuerdo para volver con ella. No sé si fue comprensible su reacción, pero comenzaron los reclamos. Le hablé de manera conciliadora, intenté hacerla recapacitar del daño que se hacía… Entendí que debía marcharme, prometí volver al día siguiente si me prometía que estaría bien.
Llegué a casa de mi Eleonor, tomé el teléfono para realizar una llamada. Luego de cenar con mi madre, organicé mis ideas con base a lo que había platicado con ambas personas. Estaba claro que no desampararía a Susana, la ayudaría en contra de su voluntad si fuera necesario, pero ya no tendríamos ni una clase de comunicación ni visitas. Concluí que yo era el problema y que lo correcto era no estar con quien le hacía mal. La ayudaría económicamente hasta que se restableciera y pudiera tener una independencia financiera. Creo que era lo justo.
No había quien abriera la puerta, saqué una copia de la llave escondida debajo de la maceta para entrar. Había un completo silencio. Me pregunto si estará en casa. La busqué en el despacho, no estaba. Bolas de papel estaban regados en el piso, levanté uno. Fotografías de Candy y mías en el Hogar de Pony. Metí todas las imágenes en el sobre que descansaba en el escritorio y lo guardé en mi saco. Supuse en dónde se encontraría: En su recámara intentando desahogar su penas con una botella y tabaco. Por un momento me visualicé en mi pasado. No quería que lo supiera, pero tendré que confesarle que Candy y yo hemos decidido retomar nuestra relación. Espero y deseo que comprenda que jamás hemos dejado de amarnos. No le explicaré ni le daré detalles.
Al fin cumplió con uno de sus tantos chantajes. Acostada sobre su cama y con velas alrededor a punto de apagarse se encontraba Susana vestida de novia con un ramillete de flores entre sus manos. Su cuerpo inerte descansaba con los ojos abiertos esperando a que llegara. Dos frascos sin pastillas junto con un poético mensaje estaban sobre su mesita de noche.
Tú destrozaste mi canción
Y me robaste la razón.
Mi talento se agotó con tu adiós.
Eres un amor que rasga la falda del alma
Que morirá a la vez que yo
Me siento completamente enferma de amor.
Negué con mi cabeza, hasta después de muerta quiere hacerme sentir culpable. ¡No Susana! Sonará cruel, pero con esto al fin soy totalmente libre, podré ser feliz sin tener que estar atado a alguien que jamás me liberaría del todo. Me acerco a tu oído para responder a tus acusaciones para luego hacer bola el papel y meterlo en la bolsa de mi pantalón. Me marcho sin pena ni gloria del lugar.
Tus besos saben tan amargos cuando
Te ensucias tus labios con mentiras otra vez.
Dices que con el paso de los años me hice más cruel,
No querida, de ti aprendió mi corazón,
Fuiste mi maestra para hacerte sufrir.
Si alguna vez fui malo lo aprendí de ti.
Por eso, maldigo a la maestra y maldigo al aprendiz.
Así que no digas que no entiendes cómo puedo ser así.
Última edición por Yuriko Yokinawa el Dom Mayo 02, 2021 2:17 pm, editado 1 vez