“Entre Líneas”
Capítulo 2
Capítulo 2
Miro sin ver cómo la noche se transforma en día, frente a la ventana me he pasado la noche sin poder dormir. No he podido dejar de pensar en la carta que tengo entre las manos y que me he aprendido de memoria.
He pensado en mil y un formas de responderte, pero nada viene a mi mente, mi cabeza ha sido un caos de cosas dándome vueltas y sinceramente nada de lo que pueda plasmar en una carta me parece correcto.
El cielo comienza a teñirse de azul y vuelvo a mi diario abandonado a un lado del sillón en el que estoy reclinada. Nuevamente sus páginas han sido las únicas confidentes de mi sentimientos y pensamientos más profundos, este diario es muy diferente al que llevaba en el colegio y que no tuve el valor de pedirle a Albert que me lo devolviera hasta hace poco.
Aún recuerdo el día que lo compré, estaba aturdida y dolida, caminaba sin rumbo con las letras de la carta de Susanna lastimándome con cada paso que daba, un niño pequeño había chocado conmigo y después de ayudarlo a levantarse y entregarlo a su madre vi que estaba parada frente a una librería, por inercia entre y cuando llegué a casa volqué mi dolor y mis sueños hechos trizas en sus páginas.
Cuando la recibí, cuando me recuperé de la impresión de recibir una carta suya y la leí quedé tan aturdida, una y otra vez repetía para mí misma como un mantra ¿ella es buena, no es verdad?
No he vuelto a leer las primeras páginas que escribí, en ellas volqué todo mi dolor, toda mi rabia y mi furia hacia ella, vertí como en un grito todo lo que me hubiera gustado decirle esa noche, que tú me amabas y yo también, que no era justo que tuviéramos que sacrificarnos por un sacrificio que ninguno pidió, que dejara de victimizarse y de cargar sobre tus hombros las consecuencias de sus decisiones ¿soy una persona horrible? ¿Cómo pudo ella enviarme una carta como esa? Aún hoy me hago esa pregunta sin obtener una respuesta.
Yo estaba todavía tan herida tras nuestro rompimiento que esa carta fue la puñalada final y me derrumbé, me sumergí en el trabajo buscando no pensar, hice tantos dobles turnos, intenté estar lo más ocupada posible para no pensar, no para no pensar en ti, sino para no pensar en sus palabras que me herían hasta lo más profundo.
Oh Terry perdóname, sabía que algo andaba mal cuando nos vimos en Nueva York, debí indagar, preguntarte qué pasaba cuando tus ojos se convertían en pozos de desesperación cuando nos quedábamos en silencio. Tenía miedo ahora lo sé, tenía tantas ilusiones puestas en ese viaje. He de confesar que me sentí un poco desilusionada cuando no me abrazaste en la estación, qué tonta, en mi cabeza había tejido un montón de fantasías para cuando por fin estuviéramos juntos y ninguna se llevó a cabo como pensé.
Su sacrificio arruinó nuestra noche, nuestros sueños y nuestras esperanzas de un futuro juntos. Dejarte esa noche fue lo mas doloroso que me ha pasado en la vida.
El calor de tu pecho en mi espalda, el temblor de tus brazos aprisionando mi cintura, el suave aliento de tus labios y tus cálidas lágrimas cayendo sobre mi hombro son un recuerdo imborrable en mi memoria.
Debimos hablar, debimos haber luchado, jamás debí dejarte como lo hice, quería volverme en tus brazos y envolverme en ellos hasta el fin de mis días, pero fui cobarde, perdóname Terry, me rendí sin luchar, tú y yo nos rendimos sin luchar, quizás porque ambos sabíamos que no había otra salida a esa insostenible situación.
Sin embargo y a pesar de saber lo que albergaba su corazón tras recibir su carta, fui nuevamente una cobarde, tengo que pedirte perdón una vez más, pues no fui lo suficientemente valiente como para correr a ti cuando te vi en ese horrible teatro ambulante, no tienes idea de lo mucho que le pedí a Dios por ti cuando me enteré de tu desaparición.
Cada noche en mis oraciones le rogaba al cielo por ti, aún agotada hasta el extremo por la frenética rutina en la que sumergí para olvidar, no podía acostarme sin pedir por ti, porque encontraras la luz en medio de las tinieblas, rogaba a Dios porque mis oraciones llegaran a ti y te protegieran.
Tu desaparición tan comentada en los diarios me tenía con el alma en vilo, aún en medio de mis agotadores días, mientras tomaba un descanso en el hospital levantaba el rostro al cielo rogando que te encontraras bien donde estuvieras.
Albert le agregó otra cuota a mi preocupación cuando también desapareció y así fue como te vi de nuevo mientras lo buscaba.
El recuerdo de esa horrible escena me lastima como no tienes idea, tú que naciste para triunfar en los grandes escenarios del mundo, estabas ahí, divagando, siendo abucheado, con la mirada perdida. Empecé a llorar de impotencia, quería correr a ti y golpearte, sacudirte y reclamarte por hundirte así.
¿De qué había servido nuestro sacrificio si te dejabas vencer de esa manera? ¿Cómo podía seguir adelante si tú te hundías? ¿Cómo podría perdonarme a mí misma por dejarte tan herido, tan perdido cuando más me necesitabas? ¿Qué egoísta fui verdad?
Me dolía tanto el corazón, en silencio te grité que te levantaras, en silencio te rogué amor mío que me demostraras la fuerza interior que sabía poseías. En silencio te grité desde lo más hondo de mi corazón, que mi Terry era más fuerte que las adversidades. En silencio con los ojos arrasados de lágrimas le supliqué a Dios que escucharas mi grito silencioso y te levantaras, que resurgieras como el ave fénix renace de sus cenizas.
Quiero creer que el grito de mi alma y corazón llegaron a ti.
De pronto ahí estabas tú, el joven apasionado, fuerte y sensible del que me enamoré. Volviste a la vida y te vi brillar. Enmudeciste con tu actuación a ese auditorio mediocre y envolviste mi alma.
Tu voz acarició mis sentidos y supe. No me preguntes cómo, pero supe que estarías bien, que ambos estaríamos bien mientras en mi corazón resonaba una frase de la señorita Ponny; mientras hay vida, hay esperanza. Cuán orgullosa me hiciste sentir mi amor, pero en lugar de correr a ti, retrocedí de a pocos hasta terminar huyendo cuando cerraste los ojos en medio de tu magnifica actuación.
Hui para cumplir con mi promesa, para que ambos la cumpliéramos. Tu madre me dio alcance sorprendiéndome, ambas te amamos y hemos orado por ti, y aunque nuevamente el corazón me dolía, me fui sabiendo, que ella velaría también por mí, que tu estuvieras bien, aunque fuera desde la oscuridad.
He seguido cada paso que diste desde entonces, cada noticia sobre ti. Te he escrito tantas cartas que jamás envié, he hablado tanto contigo en mi mente y en las líneas de mi diario que te sorprenderías si te lo contara.
Tengo esparcidos sobre la cama los recortes de periódico que hablan sobre ti, sobre tu regreso, y tu triunfo como Hamlet. En mi libro de oraciones guardo el boleto que tu madre me envió para verte, pero no podía, no podía ir sin querer verte, sabía que correría hacia ti y sería doloroso para ambos saber que tendríamos que volver a decirnos adiós, ambos estábamos atados por un juramento a otra persona.
Soy una tonta sentimental, aún a pesar de saber, en lo más profundo de mi corazón, que ella no era tan buena como quería creer lloré, lloré mucho cuando me enteré de su muerte. No me alegré con su muerte, su vida fue demasiado corta. No puedo mentir al decir que estoy agradecida con ella por salvarte, porque realmente lo estoy, pero no puedo perdonarle el atarte aún sabiendo que no eras feliz, y he de pedirle perdón a ella y a Dios por el alivio que días después me di cuenta, sentía con su partida.
¿Soy una mala persona por pensar así? ¿Eso sería a tus ojos algo imperdonable? Soy tan humana como cualquiera y en un momento llegué sino a odiarla, si a detestarla con todas mis fuerzas, y me he reprendido por ello.
Nunca volví a leer su carta y sin embargo tengo sus palabras grabadas a fuego en mi memoria ¿Cómo puedes llamar amor a sacrificar a la persona que dices amar más que a la vida, a la infelicidad?
Yo tengo mi cuota de culpa lo sé, pero he decidido olvidarme de ti, no te tu sacrificio que agradezco con el alma Susanna, pero si olvidarme de tu egoísmo, de tu falta de carácter y de tu maldad, si maldad por decirme sin más que retendrías a Terry aún sabiendo que su alma y corazón se habían ido conmigo.
En una cosa si te equivocaste por completo, jamás podrías haberlo amado por las dos, porque lo tuyo era obsesión y no amor.
Desde ahora no pensaré más que en ti Terry, no he podido responder tu carta porque no sé qué decir.
¿Sería suficiente poner sólo una línea en respuesta?
“En mí, tampoco nada ha cambiado”
Río como tonta levantándome de un salto para meterme en la ducha. No he dormido nada y sin embargo me siento tan llena de alegría y energía que no me pesa la noche en vela que he pasado.
Luego de cambiarme veo a través de la ventana el cielo azul y brillante y cierro los ojos aspirando el cálido aroma del verano.
El día me sonríe y yo le devuelvo la sonrisa, antes de ahora no tenía razones para mirar sin más el cielo y ser feliz, los días felices del colegio quedaron atrás, nuestras reuniones en la colina, el verano en Escocia, las clases de música. Puedo recrearme ahora en nuestros recuerdos compartidos, sabiendo que los días serán aún más brillantes de ahora en adelante.
Una parte muy pequeñita dentro de mi me dice que no vaya tan rápido, que ya una vez Nueva York me recibió llena de sueños y esperanzas y que me fui rota y herida, pero tu carta, oh Terry tu carta, me hace bailar y tejer sueños aún más brillantes. Son sólo unas líneas, pero han sacudido mi mundo entero.
En un primer instante me quedé paralizada, sentada en mi cama temprano en la mañana, temblando, sin saber cómo reaccionar. La dulce voz de la señorita Ponny me sacó del trance en el que me encontraba.
“Abraza la vida querida mía. La oscuridad siempre es vencida por la luz, y tú eres la más brillante de las luces, y ya es hora que brilles y envuelvas con tu luz al dueño de tu corazón ¿No te dije un día: ¿mientras hay vida, hay esperanza?”
Luego me abrazo con dulzura, mientras yo no paraba de temblar, secó las lágrimas de mi rostro que no me di cuenta rodaban por mis mejillas, me dio un beso en la frente, me sonrío y salió de mi dormitorio acompañada de la hermana María que me miraba con los ojos llenos de lágrimas desde la puerta.
Me quedé todo el día metida en mi cuarto, a veces llorando, a veces riendo, leyendo y releyendo tu carta. Una vez me quejé de que no eras nada romántico y aunque tu carta es escueta en palabras contiene la frase más hermosa para mí.
Tantas noches me atormentaban los celos al saberte con ella, temblaba de miedo al pensar en el día en que me enterara de tu matrimonio, imaginarte con ella, pensar en que quizás un día, ella te diera los hijos que soñé tener contigo me desgarraba el corazón.
Agotada físicamente caía rendida para despertar en medio de mis miedos más profundos, con pesadillas sobre ustedes que me partían cada noche en dos. Fueron años difíciles para mí, he sonreído a todo el mundo mientras mi mundo colapsaba, he tenido que ser el soporte de Archie y Paty cuando Stear se fue a la guerra, y era yo la que necesitaba ser sostenida. Daba ánimo a mis pacientes, a Albert, a todo el mundo mientras por dentro gritaba.
No se los reprocho, siempre he sido capaz de ocultar mi dolor y mis miedos tras una sonrisa. Me derrumbé con Albert sólo una vez, no me permití volver a mostrarme tan vulnerable, aunque él sabía perfectamente que no estaba bien. De mis amigos sólo Annie se dio cuenta de lo destrozada que estaba y aun así no tuvo valor para sonsacarme la verdad, así que buscó y buscó para después enviarme una carta, que bien caló ella a Susanna.
Y otra vez estoy volviendo al pasado cuando me prometí a mi misma no volver a hacerlo, no dejaré que los tiempos amargos traigan su oscuridad a mis ahora, luminosos días.
Me río en voz alta girando sobre mi misma y cualquiera que me vea pensara que me he vuelto loca.
Es tiempo de encontrarme con mi destino, lo he intentado, pero no puedo borrar la sonrisa tonta que llevo estos días. Escucho pasos fuera de la habitación por lo que me apresuro a guardar mis tesoros y me dirijo a la puerta.
¿Estás lista? – me dice empujando la puerta con una sonrisa tan grande como la mía
No podría estar más lista que en este momento – le tomo de las manos y me doy cuenta que estoy temblando – gracias por todo, me sentía tan perdida y al mismo tiempo tan ansiosa, gracias por recibirme.
Oh cariño – se limpia una lágrima y me acaricia el rostro con dulzura – soy yo quien tiene que agradecerte el haberme pedido ayuda. Y ahora – se endereza me sonríe pícara y no puedo evitar sonrojarme cuando agrega – el taxi está esperando, vamos a buscar a tu Romeo.
Continuara….
Gracias a todas por haber recibido el primer capítulo como lo hicieron,
vengo a dejarles la continuación.
Espero sigan conmigo, un abrazo enorme.
Les dejo el enlace al primer capítulo abajo;
https://www.elainecandy.com/t26489-las-divinas-misticas-de-terry-entre-lineas-cap1-katherim