Capítulo 6
No te vi, te miré
— ¡Padre Ardlay! — Exclamó la chica poniéndose de pie para luego arrojarse a sus brazos.
El hombre la envolvió con fuerza sintiendo un gran alivio al verla bien, ella ya había sufrido mucho como para que le cayera una desgracia más.
Y es que esa mujercita, a pesar de tener poco más de dos años de conocerla se le había metido en el corazón, le inspiraba tanta ternura, deseos de protegerla, estaba seguro que si en lugar de los caminos del señor hubiera escogido otra vida estaría encantado de tener una hija como ella.
Acariciando la cabellera revuelta mientras la consolaba Albert recordó la primera vez que la vio, tan frágil, con la mirada triste y la cabeza gacha, embarazada, con un brazo enyesado y el corazón roto.
— ¡Pude haberlo perdido padre! — Dijo ella llorando desconsolada contra su pecho.
— Pero no fue así hija mía, cálmate.
Después de un rato, ya más tranquila, Candy le explicó lo que había pasado, se disculpó por no haberle avisado antes, justificando que su teléfono móvil se quedó sin batería y al ser de madrugada no quiso importunar.
— Esa muchacha Marlow anda muy insistente ¿No? — Mencionó el rubio denotando cierta molestia en su voz ante la mención de la muchacha en cuestión durante la explicación de Candy.
— Últimamente sí, cada que me ve me dice lo mismo.
— No me gusta Candy, sé que no debería meterme, pero no me gusta.
— A mí tampoco me agrada su propuesta, aunque ahora con todo esto…
— ¡Cierto! — Interrumpió el sacerdote — ¿Qué vas a hacer? ¿Y Parker? ¿Dónde está? ¿Qué pasó con Patty y Pony? Pase al departamento y no están — Preguntaba cambiando abruptamente de tema.
la rubia procedió a explicar la situación incierta en la que ella y todos en el edificio se encontraban, Albert la escuchó paciente, por momentos se masajeaba la barba o se daba leves golpes en la sien con el dedo, cuando su interlocutora terminó la explicación una idea cruzó por su cabeza.
— Mira — Pronunció — En la iglesia hay mucho espacio, ya te lo había dicho, Parker y tú pueden quedarse ahí mientras se resuelve todo, hablé con el administrador y dice que el dueño va a tener serios problemas porque después de la evaluación el jefe de bomberos no tiene buenas noticias.
— ¡No me asuste padre! ¡Esto es todo lo que tengo! Usted mejor que nadie sabe mi situación.
— Lo sé Candy, por eso creo que tú y Parker deben venir conmigo y quedarse en la iglesia mientras este asunto se resuelve.
— No sé, no quiero causar molestias, la abuela Martha también me ofreció estancia, pero le dije que no porque sé que no le caigo bien al papá de Patty y cuando él llegue a verla…
— Entonces quédense conmigo, no será ninguna molestia.
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La iglesia Saint Anne's siempre le había parecido un lugar hermoso, tranquilo y pacífico, la primera vez que estuvo ahí sintió un calor en el corazón, se sintió a salvo, ahora, más de dos años después regresaba, no es que no hubiera ido antes, pero iba con Parker a los oficios de vez en cuando, él fue bautizado ahí, precisamente por el hombre con el que ahora cruzaba las puertas, y con quién compartía el nombre.
— Está muy silencioso — Comentó Candy mientras avanzaban hacia la puerta, a la derecha del altar.
— A esta hora sí.
Si la fachada y el interior del santuario le parecían bellos, la parte de atrás la deslumbró por completo, un espacio de quince metros de ancho, por lo menos siete u ocho de separación a una edificación de piedra gris estaba tapizada de verde, el césped fresco era una alfombra natural para ese espacio abierto, una fila de hortalizas bien cuidadas se levantaba lista para ser cosechada, la fuente central daba de beber a varios pajarillos que bajaban del gran árbol en el lado opuesto del sembradío y las plantas colgantes junto con los comederos de pájaros hechos con material reciclado dejaron a Candy con la boca abierta.
— ¡Padre Ardlay esto es precioso! — Exclamó la chica mientras cruzaban.
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La casa del padre William Albert Ardlay era tan tan grande como el jardín que acababan de pasar. Apenas entrar había una salita, atrás un comedor con seis sillas, y al fondo una barra de granito que separaba de la cocina llena de gabinetes de madera oscura.
A la izquierda una pared larga con una puerta en el centro.
— Esa puerta da hacia las habitaciones — Informó el sacerdote — Puedes dejar tus cosas en la habitación que está al fondo Candy, el baño está a dos puertas de la tuya.
— ¡No sabe cómo agradezco su apoyo! No quería decirle a Patty mis verdaderos motivos para no quedarme con ellas.
— Sabes de sobra que estaré ahí siempre que me necesites, si no lo hago mi hermana vendrá a jalarme las orejas.
— ¡Rayos! ¡Olvidé llamarla!
— Yo lo he hecho, ella entiende, pero me dijo que la llamaras apenas puedas, sabes que está muy pendiente.
— La hermana Lane es como mi segunda madre, y después de lo que hizo por mi cuando el accidente y Anthony…
— Mejor no recordar eso ahora, te ves agotada, ¿No has dormido verdad?
— Dormite a ratos en el hospital, pero desde la mañana que le dieron el alta a Parker…
— Ve a darte un baño y luego descansa, me dijiste que el señor Pool te dio el día y no tienes que ir a la cafetería, yo vigilaré a Parker mientras te bañas no te preocupes.
— No me tardo padre, gracias.
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Unas horas antes…
— Estoy bien Albert, pero tengo que cubrir a un compañero, cuando acabe voy a buscar a Sam y luego ver qué puedo sacar del departamento, cuando acabe vamos para allá — Decía Terry por el teléfono mientras hablaba con su amigo.
— Está bien hijo, yo voy a ir ahora para el edificio, estoy preocupado por mis feligreses que viven ahí.
— Nos vemos más tarde amigo — Finalizó el castaño.
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Parker estaba jugando con el padre Ardlay, después de comer en casa de la abuela de Patty durmió un rato en el trayecto hasta la iglesia y ahora parecía un torbellino. Tranquila por saberlo bien cuidado se dijo que podría tomarse una ducha no muy corta. Sacó su ropa interior, un vestido azul de tirantes de la bolsa plástica, dejó sus zapatillas deportivas y descalza fue a darse un baño.
El cuarto era grande, al menos dos veces más que el de su departamento, tenía un lavabo blanco, espejo, gabinetes con artículos de aseo en un lado y unas repisas con toallas limpias en el otro, corrió la cortina antes de quitarse la ropa, un alarido de sorpresa salió de su boca al ver la tina blanquísima.
Mordiéndose los labios se preguntaba si podría usarla, hizo varios gestos, movía la cabeza de un lado a otro, dudando si hacerlo o no, al final, su parte osada ganó, abrió las llaves para templar el agua y mientras la bañera se llenaba se desnudó, acomodó sus enseres de baño para luego meterse al agua fresca.
— ¡Cielo santo esto es delicioso! — Declaró la chica cuando todo su cuerpo se cubrió, refrescando su piel blanca.
Como si fuera una niña hundió su cabeza una y otra vez hasta que después de varias zambullidas se lavó el cabello. Extasiada por como sentía sus músculos relajarse se enjabono despacio, pasando la esponja por sus brazos, el torso, las piernas… cuando acabó hizo un puchero pues no quería salir.
— Una última sumergida y me voy — Dijo llenando sus pulmones de aire antes de dejarse resbalar y cubrir su cuerpo con agua.
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— ¡Albert! ¡Ya llegamos! — Avisó Terry al entrar a la casa.
— ¡Buenas tardes hijo! ¿Ya comiste? — Preguntó el rubio desde la cocina pues estaba sirviendo agua para Parker quien estaba parado junto a él.
— Si, Stear me invitó una hamburguesa cuando fui a recoger a Sam, por cierto, gracias por darme asilo de nuevo Albert, y a Sam, voy a llevar mis cosas al cuarto y luego me daré un baño, estoy sumamente cansado y quiero bañarme para dormir un rato ¿Puedo dejarlo aquí en la cocina?
— ¡Claro que sí hijo! Sólo tendrás que esperar un rato porque el baño está ocupado en este momento, fíjate que… ¿Terry? ¿A dónde te fuiste? ¿Terry? — Inquirió el hombre pues se había volteado un momento.
Encogiéndose de hombros, Albert cargó al niño pues Sam, el perro de Terry se había acercado y tuvo temor de que le fuera a hacer algo.
— ¡Hola Sam! ¡Que gusto verte! — Saludó al can quien parecía entender pues ladro al tiempo que movía la cola muy alegre — Te presento a un nuevo amigo, él es Parker.
El niño se removió para que lo bajaran, y con precaución Albert lo depositó en el piso.
— ¡Perrito! ¡Sam! — Exclamó Parker al tiempo que se acercaba para abrazar a su amigo peludo que al reconocerlo después de una breve olfateada le lamió la cara haciéndolo reír.
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Descalzo y sin camisa, Terry entró al cuarto de baño, colocó su ropa limpia sobre la repisa de madera que había en el costado derecho, colgó la toalla en el gancho junto a la regadera para después quitarse el resto de la ropa, necesitaba asearse con urgencia, apenas acabó su turno se fue de inmediato a revisar los daños en su departamento, desde ahí le llamó al padre Ardlay para decirle y de paso pedirle refugio, con Sam ningún hotel le daría hospedaje.
Una vez desnudo abrió la llave de la regadera; estaba corriendo la cortina cuando un grito lo alertó.
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Candy aguantó el aire todo lo que pudo, pero al quedarse sin él sacó al fin la cabeza, con los ojos cerrados se hizo hacia atrás el cabello mojado, estaba poniéndose de pie cuando vio una mano que abrió la llave de la regadera para después correr la cortina.
— ¡¿Qué cree que está haciendo?! — Pregunto al intruso — ¡Dios! ¡¡Está desnudo!! — Chilló al tiempo que se hacía para atrás e intentaba cubrirse con las manos.
Terry abrió mucho los ojos al ver a la mujer frente a él.
— ¡Salga de aquí! ¡Y dejé de verme! — Vociferó la chica.
— ¿Quién es usted? — Preguntó Terry después de un momento y tras correr de nuevo la cortina — ¿Por qué Albert no me advirtió que el baño estaba ocupado? — Cuestionaba al tiempo que se enredaba la toalla en la cintura.
Candy se asomó y lo vio ahí parado todavía.
— ¡¿Por qué no sale de una buena vez?! ¡Salga ya! ¡Pervertido!
— ¡Oiga! ¡No soy ningún pervertido!
— ¡¿Y qué espera para salir?! ¡Dios me vio todo! — Berreo Candice al tiempo que ocultaba su cara con la cortina del baño— ¡FUERA DE AQUÍ IDIOTA!
Más lento que una tortuga, Terry salió del lugar, tras el portazo Candy se dejó caer dentro el agua, avergonzada a más no poder y más roja que una manzana se cubrió la cara hirviente con las manos.
Unos minutos después, y todavía ruborizada de vergüenza, Candy salió del baño.
— La próxima vez ponga seguro a la puerta — Reconvino Terry quien estaba apostado en la pared.
Unos golpes en el estómago dado con el dorso de la mano tomaron desprevenido al joven castaño.
— ¡Aprenda a tocar antes de entrar a algún lugar! — Le regañó la chica al tiempo que se retiraba.
— Vale la pena el golpe si la vista es la misma — Promulgó el muchacho.
— ¡Me vio! — Dijo Candy girando para quedar frente al hombre.
— No te vi pecosa, te miré — Afirmó el castaño al tiempo que una sonrisa traviesa se pintaba en sus labios y sus ojos se paseaban de arriba a abajo sobre el cuerpo de Candy.
Ella ya no pudo reaccionar ante el desparpajo de su interlocutor, pues este se metió al cuarto de aseo y escuchó, como si una bomba estallara en su oído, el sonido del pestillo.
Continuará...
Por: Temperance
Para: Guerra Florida 2021 y el grupo de Las Divinas Místicas de Terry.
Portada realizada por: Magnolia Mon
Iluminación: Fantasía
En Sinergía, Cambiando el destino por Terry.
Gracias por leer.