Índice
Portal
Últimas imágenes
Buscar
Conectarse
Contenido altamente erótico, último reto contestado de las Rebeldes.
Si no te gusta este tipo de lectura, pasa de largo.
Si no te gusta este tipo de lectura, pasa de largo.
AMANTES A PESAR DEL TIEMPO.
POV CANDY.
Nos habíamos separado en el Colegio, siendo apenas unos adolescentes, y hoy... hoy nos reencontrábamos, siendo ya adultos.
Hacía 6 meses había empezado una relación con Mark, mi compañero de trabajo, y un buen partido ante los ojos de la sociedad.
Él era respetuoso, cariñoso, divertido y... castaño, además de inglés... No fue por eso que lo acepté... "No fue por eso", me dije a mí misma.
Había viajado a Londres para el compromiso de su hermana. En una semana se casaría, siendo la menor... Temía que él hiciera la pregunta para la que aún no tenía respuesta... "Ya me preocuparé en su momento", pensé.
El ambiente era agradable, todo estaba preparado para que fuera un momento especial para Melissa, mi "cuñada". La reunión era familiar, sólo para los más allegados.
Cuando estaba por terminar, ya siendo las 2 de la madrugada, le pedí a Mark llevarme a mi habitación. Él había insistido en que me quedara en su casa, pero yo prefería tener mi propio espacio... aún no habíamos pasado al siguiente nivel como para tomarme esas libertades.
Mientras él manejaba hasta el hotel, y absortos totalmente en la plática, no vimos venir el auto que se estampó a un costado de su vehículo, y que nos hizo estrellarnos contra el poste que teníamos a un costado.
Cuando salimos del aturdimiento causado por el impacto, vimos que alguien tocaba la ventanilla del piloto. Mark me preguntó si estaba bien, y asentí, sin embargo, noté que él no estaba tan bien. La sangre corría por su frente y tenía el ceño fruncido, probablemente a causa de dolor.
En segundos vimos llegar a la ambulancia y ayudarnos a bajar. Los paramédicos nos revisaban detenidamente. Cuando giré para ver a Mark, le estaban colocando un collarín y recostando en la casilla, inmediatamente me preocupé por él e intenté levantarme.
—¡No señorita, no se mueva tan rápido, podría lastimarse! Los llevaremos al hospital y allá se le darán las indicaciones necesarias.
Por los reflejos, vi un auto azul eléctrico, muy lujoso, cerca de la ambulancia, pero no pensé mucho en ello.
Llegamos al nosocomio y fuimos llevados al área de urgencias, donde nos revisaron, hicieron estudios y descartaron cualquier posible problema interno, mas que la herida en la frente de Mark.
Salimos del cuarto para volver a nuestros respectivos lugares, cuando fuimos interceptados por alguien... alguien que hizo que el corazón me saltará abruptamente.
—Buenas noches. —Saludó el causante de mi sobresalto.
—Buenas noches —Respondió Mark. Yo estaba muda.
—Hola Candy. —Habló Terry, sacándome de mi congelante mutismo.
—Hola, Terry... —Apenas musité.
—¿Se conocen? —Indagó Mark, ajeno a mi inusual nerviosismo.
—Sssii... —Fue mi respuesta.
—Vengo a disculparme por el accidente provocado, iba distraído y a alta velocidad. No se preocupen por nada, yo cubriré todos los gastos.
—Gracias. —Dijo Mark. —Lo importante es que todos estemos bien y que tenga más cuidado, pudo haber sido fatal.
Asentí por inercia ante lo que hubiera dicho, en realidad no había oído nada.
—Sí gustan los traslado a su... domicilio...
—No es necesario, tomaremos un taxi. —Intervine con rapidez.
—Es muy tarde para ello, insisto.
—Muchas gracias. —Expresó Mark. —Creo que tiene razón, le tomaremos la palabra.
Mi novio colocó su brazo sobre mi hombro, y yo bajé mi rostro, no quería ver a Terry con su mirada interrogativa. Nos subimos a su espectacular auto azul, el que había visto con anterioridad, y nos dirigimos a mi hotel, donde me dejaron en la entrada.
Mark insistió en llevarme hasta mi habitación, pero le pedí no hacerlo, pues no quería que hiciera esfuerzos. Besó mis labios y volvió a subirse al vehículo de Terry, quien, en ningún momento, volvió a mirarme.
Ingresé a mi habitación con el corazón saltándome desbocadamente. Volver a verlo, recordar los viejos tiempos y nuestro forzado adiós... Cerré mis ojos, reteniendo mis lágrimas, lo hecho, hecho estaba. Me metí al baño de mi recámara, desvistiéndome y abriendo el grifo, templando el agua...
Dejé que ésta se llevara el estrés, cansancio y dolor que mi cuerpo y mente estaban sintiendo, mojando doblemente mi rostro por el agua salada y potable que caían por él. Al cabo de 15 minutos terminé de ducharme, me puse la bata y me dejé caer en el colchón... Me sentía exhausta, y no por el accidente... De a poco, me fui quedando dormida...
Un ligero ruido me hizo despertar. Miré el reloj, las 3 de la madrugada. Fruncí el ceño, el timbre volvió a sonar, con insistencia. Me senté, mis piernas caían del colchón, estaba un poco desorientada, el cuello me dolía levemente, consecuencias del zarandeo en el accidente.
Salí a la mini sala con dirección a la puerta, sin detenerme a espiar antes de abrir. Cuando lo hice, todo el adormecimiento se me fue de golpe. Frente a mí, con su camisa desabrochaba, cabello revuelto y una intensa mirada, se encontraba mí primer amigo, novio y... amante.
—Hola Candy.
—Ho...hola... Terry...
Nos quedamos en silencio, él notó mi turbación y empujó la puerta, ingresando a la oscura sala. Cerró la puerta y nos quedamos parados, uno frente al otro, yo con mi mirada baja.
—¿Estás bien? —Preguntó. Asentí sin hablar. Terry tomó mi mano y me acercó a él, dándome un abrazo que me reconstruyó, no solamente el alma, sino las emociones. —Te extrañé, Pecosa, hoy, por fin, me ha vuelto la alegría al cuerpo... y las ganas de vivir...
Mis lágrimas corrieron libres, nuevamente, sacando el viejo dolor y llenándome de una alegría supremamente intensa.
—También te he extrañado, arrogante.
El abrazo nos duró una eternidad, pero tan sólo habían transcurrido escasos minutos de nuestro encuentro y acercamiento. Terry me separó de él lentamente y limpio mis mejillas con sus pulgares. Luego acercó su boca a la mía, y nos regalamos un beso sentido y profundo, tal como lo necesitaban nuestras almas...
Mis recuerdos volaron a nuestra época de colegio, cuando nos empezamos a reconocer, a tocar, a sentir... Cuando me hizo el amor de una manera inusual, y de la misma forma le correspondí... Ahora ya no éramos adolescentes, éramos adultos, ya no movidos por las hormonas, sino por el corazón...
Mis manos se enredaron en su cabello, acercándolo lo más posible a mis labios; sus manos bajaron a mis caderas, apretándome contra él, dejándome sentir su dura y larga masculinidad, una que no era ya de adolescente, sino de adulto, de hombre... hombre potencialmente sexual...
—Candy... —Susurró sobre mis labios, y no necesité más para soltarme... sabía lo que pedía, lo que quería... y yo también lo deseaba, mi cuerpo clamaba por él... así había sido antes, habíamos tomado lo que teníamos del otro, sin pedir, sólo dando...
Me separé de él, plenamente consciente de lo que hacía, a sabiendas de que habrían consecuencias después de esta decisión, pero ya tendría tiempo de mortificarme por ello... abrí mi bata y me mostré completamente desnuda ante él, en una clara invitación y entrega a lo que ambos queríamos...
POV TERRY
La miré con mis ojos oscurecidos y mi cuerpo palpitando por ella... mi polla latía bajo mis pantalones desde el momento en que la vi descender de aquél vehículo... Deseaba ser yo quien revisara, tocara y curara sus heridas...
Había resistido casi una hora para volver a su cuarto, pero supe que mi orgullo había sido quebrado, cuando me monté en mi auto y regresé hasta ella...
Ahora la tenía frente a mí, desnuda, excitada y, seguramente, mojada por nuestro beso... así había sido antes, nuestros cuerpos se reconocieron antes que nuestras almas. Paseé mi mirada sobre su maduro cuerpo, y sus pezones se irguieron de expectación... Sonreí ligeramente.
Con su ayuda, me desnudé completamente, su oscura mirada sobre mi ancho miembro me indicó que estaba sorprendida, y mi orgullo y polla se hincharon aún más. La tomé por el cuello, y la besé.
Nuestras bocas se bebían, se necesitaban, clamaban por sentirse, duro, profundo, salvaje... Nuestras lenguas chocaban y se enredaban con desenfreno.
Mis manos bajaron a sus nalgas, firmes, redondas, las cuales amasé con deseo puro, desmedido, haciendo que nuestros sexos chocaran y se acariciaran... Sus pliegues contra mi envergadura, caliente y palpitante.
Candy se impulsó y brincó, enredando sus piernas en mi cintura, la llevé cargada hasta el tocador, y empecé a besar y succionar sus senos, deseando dejar mis marcas sobre ellos. Ella se retorcía de placer bajo mis besos, mientras sus dedos acariciaban sus pliegues húmedos e hinchados.
De a poco, fui descendiendo por el valle entre sus pechos, hasta su plano vientre, deleitándome con el huequito de su ombligo, donde introduje mi lengua, al tiempo que mis dedos chocaban con los suyos al invadir su entrada vaginal.
Sus gemidos comenzaron a ser más intensos, y su humedad chorreaba entre mis dedos...
—¡¡¡Terry, no puedo más!!! —Dijo fuera de sí, sin dejar de estimular su clítoris y yo de bombear mis dedos en su cavidad, al cabo de segundos, sentí sus paredes contraerse y supe que el fin estaba cerca.
—Te quiero toda, entera... córrete para mí, Candy...
Esas palabras, y mis movimientos, bastaron para que sus jugos estallaran cual volcán en erupción, mojándose, mojándome. Aún no terminaba de sentir las descargas de su cuerpo, cuando coloqué sus piernas sobre mis hombros y metí mi cara en medio de ellas, succionando nuevamente su hinchada protuberancia.
Su sabor era adictivo, electrizante, vibrante... mi rasposa lengua la estaba llevando a un nuevo estallido, mientras yo intentaba saciarme de ella, pero estaba seguro que esa sería una misión imposible.
Apresé sus caderas fuertemente, introduje mi lengua lo más profundo que pude, succionando su clítoris en el proceso, y ella volvió a explotar, completa, chorreante, sobre mi boca que anhelaba todo de ella... Todo...
—Te quiero toda Candy, han sido muchos años para volver a vernos, no quiero nada a medias.
Exigí, besando sus labios y dejándole saborear su propio sabor. Con sus piernas enredadas en mi cadera, la llevé a la cama, colocando sus pantorrillas sobre mis hombros, pellizcando sus pezones endurecidos. De una sola estocada, me clavé profundamente en su interior, deseaba dejarla dolorida y que tuviera la certeza de lo que habíamos hecho. Mi largo pene chocó contra el final de su cálido útero, haciéndola gemir.
—¡¡¡Terry!!! —Exclamó agarrándose fuertemente de mis brazos y echándose hacia atrás.
Mis embestidas eran salvajes, crudas, duras... hasta el tope. Ella se retorcía bajo mis actos, pero no se dejaba amilanar, lamía mis tetillas, arrancándome roncos gemidos de placer, menguando mi tiempo de aguante. Llevado por la lujuria y el placer, salí de ella, poniéndola en cuatro sobre la cama, con el pecho tocando el suave colchón, elevé sus caderas y volví a arremeter contra su mojada entrada.
Mi polla la estaba disfrutando con todo lo que podía obtener. Me incliné sobre su espalda para masajear con una mano uno de sus senos, lamiendo la parte media de su espalda.
—¡Tócate! —Ordené y ella obedeció rápidamente.
Llevé mi otra mano a mi boca, mojando mis dedos con saliva, y luego estos viajaron a su orificio anal, ese punto que, en nuestra adolescencia, nunca toqué, pero que ahora masajeaba con cadencia y seguridad. Ella comenzó a retorcerse bajo mi toque.
Mis manos y dedos, en su punto g y su seno, no dejaron de moverse, ni mi polla dentro de ella, su sexo comenzó a chorrear nuevamente, empapando mi longitud. Salí de su interior y me acosté en la cama, sentándola sobre mí...
—¡No me hagas esto! —Rogó.
—Te quiero toda, TODA. —Dije decididamente y la atraje hacia mí besándola con ardor y pasión, quería que supiera que no era más un chiquillo, sino un hombre que la deseaba, igual o más, que la primera vez.
De a poco, elevé sus caderas y dirigí mi polla a su estrecha cavidad anal, la sentí tensarse un momento, pero no la dejé pensar, pues con una mano sostuve su cuello en un beso demandante y con la otra introduje dos dedos en su caliente y estrecha vagina. Mi falo buscó su entrada libre instintivamente.
Lentamente, sentí cómo mi polla iba ganando terreno, mientras veía cómo ella se retorcía de placer... Era su primera vez, lo sabía, yo era y sería el primero en todo. Cuando la tuve totalmente relajada, la embestí para que pudiera clavarme en ella completamente.
Candy comenzó a cabalgarme, fuera de sí, su control perdido entre la neblina de placer que teníamos. En instantes, ella gritó:
—Me corro, Terry, me corro.
Sus jugos bañaron mi polla aún palpitante y la observé correrse con el rostro bañado de placer y saciedad. Cuando perdió sus fuerzas, la recosté boca abajo sobre la cama, y volví a meterme en su cavidad "prohibida".
Mi intrusión ya no lo era tanto, ella estaba totalmente dispuesta para mí, y yo bombeé fuerte y firme contra sus redondos glúteos. Mi mano se deslizó por debajo de su vientre, pellizcando el botón supremamente hinchado, y ella volvió a cobrar vida, su cuerpo contra el mío.
Estaba tan lista y sensible, que no tardó en volver a correrse, y está vez, yo tras ella. Mi simiente la llenó, el calor nos inundó y las estrellas estallaron tras mis ojos, dejándome laxo y deliciosamente satisfecho.
Me dejé caer sobre la cama, arrastrándola a mi lado. Ella se veía preciosamente cansada, sus ojos estaban cerrados y su cara relajada. Acaricié sus sonrojadas mejillas y la acerqué a mi pecho. En pocos minutos, estaba completamente dormida. Pensé en irme, tal y como ella lo hizo hace años, pero no... Esta vez no...
Sé que el tal Mark es su novio, pero yo soy su hombre, el primero y el último... Ya mañana nos enfrentaríamos a sus miedos, prejuicios y culpabilidades... Hoy... Hoy sólo éramos dos locos amantes a pesar del tiempo...
Nos habíamos separado en el Colegio, siendo apenas unos adolescentes, y hoy... hoy nos reencontrábamos, siendo ya adultos.
Hermoso Fanart creado por la talentosa Lolita Grandchester.
Hacía 6 meses había empezado una relación con Mark, mi compañero de trabajo, y un buen partido ante los ojos de la sociedad.
Él era respetuoso, cariñoso, divertido y... castaño, además de inglés... No fue por eso que lo acepté... "No fue por eso", me dije a mí misma.
Había viajado a Londres para el compromiso de su hermana. En una semana se casaría, siendo la menor... Temía que él hiciera la pregunta para la que aún no tenía respuesta... "Ya me preocuparé en su momento", pensé.
El ambiente era agradable, todo estaba preparado para que fuera un momento especial para Melissa, mi "cuñada". La reunión era familiar, sólo para los más allegados.
Cuando estaba por terminar, ya siendo las 2 de la madrugada, le pedí a Mark llevarme a mi habitación. Él había insistido en que me quedara en su casa, pero yo prefería tener mi propio espacio... aún no habíamos pasado al siguiente nivel como para tomarme esas libertades.
Mientras él manejaba hasta el hotel, y absortos totalmente en la plática, no vimos venir el auto que se estampó a un costado de su vehículo, y que nos hizo estrellarnos contra el poste que teníamos a un costado.
Cuando salimos del aturdimiento causado por el impacto, vimos que alguien tocaba la ventanilla del piloto. Mark me preguntó si estaba bien, y asentí, sin embargo, noté que él no estaba tan bien. La sangre corría por su frente y tenía el ceño fruncido, probablemente a causa de dolor.
En segundos vimos llegar a la ambulancia y ayudarnos a bajar. Los paramédicos nos revisaban detenidamente. Cuando giré para ver a Mark, le estaban colocando un collarín y recostando en la casilla, inmediatamente me preocupé por él e intenté levantarme.
—¡No señorita, no se mueva tan rápido, podría lastimarse! Los llevaremos al hospital y allá se le darán las indicaciones necesarias.
Por los reflejos, vi un auto azul eléctrico, muy lujoso, cerca de la ambulancia, pero no pensé mucho en ello.
Llegamos al nosocomio y fuimos llevados al área de urgencias, donde nos revisaron, hicieron estudios y descartaron cualquier posible problema interno, mas que la herida en la frente de Mark.
Salimos del cuarto para volver a nuestros respectivos lugares, cuando fuimos interceptados por alguien... alguien que hizo que el corazón me saltará abruptamente.
—Buenas noches. —Saludó el causante de mi sobresalto.
—Buenas noches —Respondió Mark. Yo estaba muda.
—Hola Candy. —Habló Terry, sacándome de mi congelante mutismo.
—Hola, Terry... —Apenas musité.
—¿Se conocen? —Indagó Mark, ajeno a mi inusual nerviosismo.
—Sssii... —Fue mi respuesta.
—Vengo a disculparme por el accidente provocado, iba distraído y a alta velocidad. No se preocupen por nada, yo cubriré todos los gastos.
—Gracias. —Dijo Mark. —Lo importante es que todos estemos bien y que tenga más cuidado, pudo haber sido fatal.
Asentí por inercia ante lo que hubiera dicho, en realidad no había oído nada.
—Sí gustan los traslado a su... domicilio...
—No es necesario, tomaremos un taxi. —Intervine con rapidez.
—Es muy tarde para ello, insisto.
—Muchas gracias. —Expresó Mark. —Creo que tiene razón, le tomaremos la palabra.
Mi novio colocó su brazo sobre mi hombro, y yo bajé mi rostro, no quería ver a Terry con su mirada interrogativa. Nos subimos a su espectacular auto azul, el que había visto con anterioridad, y nos dirigimos a mi hotel, donde me dejaron en la entrada.
Mark insistió en llevarme hasta mi habitación, pero le pedí no hacerlo, pues no quería que hiciera esfuerzos. Besó mis labios y volvió a subirse al vehículo de Terry, quien, en ningún momento, volvió a mirarme.
Ingresé a mi habitación con el corazón saltándome desbocadamente. Volver a verlo, recordar los viejos tiempos y nuestro forzado adiós... Cerré mis ojos, reteniendo mis lágrimas, lo hecho, hecho estaba. Me metí al baño de mi recámara, desvistiéndome y abriendo el grifo, templando el agua...
Dejé que ésta se llevara el estrés, cansancio y dolor que mi cuerpo y mente estaban sintiendo, mojando doblemente mi rostro por el agua salada y potable que caían por él. Al cabo de 15 minutos terminé de ducharme, me puse la bata y me dejé caer en el colchón... Me sentía exhausta, y no por el accidente... De a poco, me fui quedando dormida...
Un ligero ruido me hizo despertar. Miré el reloj, las 3 de la madrugada. Fruncí el ceño, el timbre volvió a sonar, con insistencia. Me senté, mis piernas caían del colchón, estaba un poco desorientada, el cuello me dolía levemente, consecuencias del zarandeo en el accidente.
Salí a la mini sala con dirección a la puerta, sin detenerme a espiar antes de abrir. Cuando lo hice, todo el adormecimiento se me fue de golpe. Frente a mí, con su camisa desabrochaba, cabello revuelto y una intensa mirada, se encontraba mí primer amigo, novio y... amante.
—Hola Candy.
—Ho...hola... Terry...
Nos quedamos en silencio, él notó mi turbación y empujó la puerta, ingresando a la oscura sala. Cerró la puerta y nos quedamos parados, uno frente al otro, yo con mi mirada baja.
—¿Estás bien? —Preguntó. Asentí sin hablar. Terry tomó mi mano y me acercó a él, dándome un abrazo que me reconstruyó, no solamente el alma, sino las emociones. —Te extrañé, Pecosa, hoy, por fin, me ha vuelto la alegría al cuerpo... y las ganas de vivir...
Mis lágrimas corrieron libres, nuevamente, sacando el viejo dolor y llenándome de una alegría supremamente intensa.
—También te he extrañado, arrogante.
El abrazo nos duró una eternidad, pero tan sólo habían transcurrido escasos minutos de nuestro encuentro y acercamiento. Terry me separó de él lentamente y limpio mis mejillas con sus pulgares. Luego acercó su boca a la mía, y nos regalamos un beso sentido y profundo, tal como lo necesitaban nuestras almas...
Mis recuerdos volaron a nuestra época de colegio, cuando nos empezamos a reconocer, a tocar, a sentir... Cuando me hizo el amor de una manera inusual, y de la misma forma le correspondí... Ahora ya no éramos adolescentes, éramos adultos, ya no movidos por las hormonas, sino por el corazón...
Mis manos se enredaron en su cabello, acercándolo lo más posible a mis labios; sus manos bajaron a mis caderas, apretándome contra él, dejándome sentir su dura y larga masculinidad, una que no era ya de adolescente, sino de adulto, de hombre... hombre potencialmente sexual...
—Candy... —Susurró sobre mis labios, y no necesité más para soltarme... sabía lo que pedía, lo que quería... y yo también lo deseaba, mi cuerpo clamaba por él... así había sido antes, habíamos tomado lo que teníamos del otro, sin pedir, sólo dando...
Me separé de él, plenamente consciente de lo que hacía, a sabiendas de que habrían consecuencias después de esta decisión, pero ya tendría tiempo de mortificarme por ello... abrí mi bata y me mostré completamente desnuda ante él, en una clara invitación y entrega a lo que ambos queríamos...
POV TERRY
La miré con mis ojos oscurecidos y mi cuerpo palpitando por ella... mi polla latía bajo mis pantalones desde el momento en que la vi descender de aquél vehículo... Deseaba ser yo quien revisara, tocara y curara sus heridas...
Había resistido casi una hora para volver a su cuarto, pero supe que mi orgullo había sido quebrado, cuando me monté en mi auto y regresé hasta ella...
Ahora la tenía frente a mí, desnuda, excitada y, seguramente, mojada por nuestro beso... así había sido antes, nuestros cuerpos se reconocieron antes que nuestras almas. Paseé mi mirada sobre su maduro cuerpo, y sus pezones se irguieron de expectación... Sonreí ligeramente.
Con su ayuda, me desnudé completamente, su oscura mirada sobre mi ancho miembro me indicó que estaba sorprendida, y mi orgullo y polla se hincharon aún más. La tomé por el cuello, y la besé.
Nuestras bocas se bebían, se necesitaban, clamaban por sentirse, duro, profundo, salvaje... Nuestras lenguas chocaban y se enredaban con desenfreno.
Mis manos bajaron a sus nalgas, firmes, redondas, las cuales amasé con deseo puro, desmedido, haciendo que nuestros sexos chocaran y se acariciaran... Sus pliegues contra mi envergadura, caliente y palpitante.
Candy se impulsó y brincó, enredando sus piernas en mi cintura, la llevé cargada hasta el tocador, y empecé a besar y succionar sus senos, deseando dejar mis marcas sobre ellos. Ella se retorcía de placer bajo mis besos, mientras sus dedos acariciaban sus pliegues húmedos e hinchados.
De a poco, fui descendiendo por el valle entre sus pechos, hasta su plano vientre, deleitándome con el huequito de su ombligo, donde introduje mi lengua, al tiempo que mis dedos chocaban con los suyos al invadir su entrada vaginal.
Sus gemidos comenzaron a ser más intensos, y su humedad chorreaba entre mis dedos...
—¡¡¡Terry, no puedo más!!! —Dijo fuera de sí, sin dejar de estimular su clítoris y yo de bombear mis dedos en su cavidad, al cabo de segundos, sentí sus paredes contraerse y supe que el fin estaba cerca.
—Te quiero toda, entera... córrete para mí, Candy...
Esas palabras, y mis movimientos, bastaron para que sus jugos estallaran cual volcán en erupción, mojándose, mojándome. Aún no terminaba de sentir las descargas de su cuerpo, cuando coloqué sus piernas sobre mis hombros y metí mi cara en medio de ellas, succionando nuevamente su hinchada protuberancia.
Su sabor era adictivo, electrizante, vibrante... mi rasposa lengua la estaba llevando a un nuevo estallido, mientras yo intentaba saciarme de ella, pero estaba seguro que esa sería una misión imposible.
Apresé sus caderas fuertemente, introduje mi lengua lo más profundo que pude, succionando su clítoris en el proceso, y ella volvió a explotar, completa, chorreante, sobre mi boca que anhelaba todo de ella... Todo...
—Te quiero toda Candy, han sido muchos años para volver a vernos, no quiero nada a medias.
Exigí, besando sus labios y dejándole saborear su propio sabor. Con sus piernas enredadas en mi cadera, la llevé a la cama, colocando sus pantorrillas sobre mis hombros, pellizcando sus pezones endurecidos. De una sola estocada, me clavé profundamente en su interior, deseaba dejarla dolorida y que tuviera la certeza de lo que habíamos hecho. Mi largo pene chocó contra el final de su cálido útero, haciéndola gemir.
—¡¡¡Terry!!! —Exclamó agarrándose fuertemente de mis brazos y echándose hacia atrás.
Mis embestidas eran salvajes, crudas, duras... hasta el tope. Ella se retorcía bajo mis actos, pero no se dejaba amilanar, lamía mis tetillas, arrancándome roncos gemidos de placer, menguando mi tiempo de aguante. Llevado por la lujuria y el placer, salí de ella, poniéndola en cuatro sobre la cama, con el pecho tocando el suave colchón, elevé sus caderas y volví a arremeter contra su mojada entrada.
Mi polla la estaba disfrutando con todo lo que podía obtener. Me incliné sobre su espalda para masajear con una mano uno de sus senos, lamiendo la parte media de su espalda.
—¡Tócate! —Ordené y ella obedeció rápidamente.
Llevé mi otra mano a mi boca, mojando mis dedos con saliva, y luego estos viajaron a su orificio anal, ese punto que, en nuestra adolescencia, nunca toqué, pero que ahora masajeaba con cadencia y seguridad. Ella comenzó a retorcerse bajo mi toque.
Mis manos y dedos, en su punto g y su seno, no dejaron de moverse, ni mi polla dentro de ella, su sexo comenzó a chorrear nuevamente, empapando mi longitud. Salí de su interior y me acosté en la cama, sentándola sobre mí...
—¡No me hagas esto! —Rogó.
—Te quiero toda, TODA. —Dije decididamente y la atraje hacia mí besándola con ardor y pasión, quería que supiera que no era más un chiquillo, sino un hombre que la deseaba, igual o más, que la primera vez.
De a poco, elevé sus caderas y dirigí mi polla a su estrecha cavidad anal, la sentí tensarse un momento, pero no la dejé pensar, pues con una mano sostuve su cuello en un beso demandante y con la otra introduje dos dedos en su caliente y estrecha vagina. Mi falo buscó su entrada libre instintivamente.
Lentamente, sentí cómo mi polla iba ganando terreno, mientras veía cómo ella se retorcía de placer... Era su primera vez, lo sabía, yo era y sería el primero en todo. Cuando la tuve totalmente relajada, la embestí para que pudiera clavarme en ella completamente.
Candy comenzó a cabalgarme, fuera de sí, su control perdido entre la neblina de placer que teníamos. En instantes, ella gritó:
—Me corro, Terry, me corro.
Sus jugos bañaron mi polla aún palpitante y la observé correrse con el rostro bañado de placer y saciedad. Cuando perdió sus fuerzas, la recosté boca abajo sobre la cama, y volví a meterme en su cavidad "prohibida".
Mi intrusión ya no lo era tanto, ella estaba totalmente dispuesta para mí, y yo bombeé fuerte y firme contra sus redondos glúteos. Mi mano se deslizó por debajo de su vientre, pellizcando el botón supremamente hinchado, y ella volvió a cobrar vida, su cuerpo contra el mío.
Estaba tan lista y sensible, que no tardó en volver a correrse, y está vez, yo tras ella. Mi simiente la llenó, el calor nos inundó y las estrellas estallaron tras mis ojos, dejándome laxo y deliciosamente satisfecho.
Me dejé caer sobre la cama, arrastrándola a mi lado. Ella se veía preciosamente cansada, sus ojos estaban cerrados y su cara relajada. Acaricié sus sonrojadas mejillas y la acerqué a mi pecho. En pocos minutos, estaba completamente dormida. Pensé en irme, tal y como ella lo hizo hace años, pero no... Esta vez no...
Sé que el tal Mark es su novio, pero yo soy su hombre, el primero y el último... Ya mañana nos enfrentaríamos a sus miedos, prejuicios y culpabilidades... Hoy... Hoy sólo éramos dos locos amantes a pesar del tiempo...
Última edición por Felicity Grand el Lun Mayo 03, 2021 12:22 pm, editado 1 vez
y lo 
exelente historia Shey 
