LOS PEDAZOS DE MI ALMA
By Alnair Skat
Mis ojos recorren mi imagen frente al espejo, sentada en mi silla de ruedas, veo como mis rizos dorados han tomado un tono blanquecino, mis ojos que destellaban vida, ahora son opacos, sin luz, alrededor de ellos las huellas de una vida llena de llanto, dolor y tristeza, donde cada arruga que surca mí rostro cuenta la historia de mí vida, o no, tal vez, de los pedazos de mí alma que he tratado de juntar para armar aquella imagen de mí que no regresó jamás.
Si pudiera regresar el tiempo, de tomar con mis manos todo lo que me pertenecía por derecho propio, hubiese dejado de ser la persona buena, amorosa, generosa y tierna que todos conocían, no, no era fácil hacerlo, ir contra todo y contra todos para lograrlo. A veces pienso en el por qué de mis acciones ¿Acaso ganaba algo? ¡El cielo! Por favor, no gané nada de eso, al contrario, una vida de soledad que muy pocos comprenden.
Si, el amor tocó a mi puerta muchas veces, unas correspondido, otras no, pero ¿Cómo cambiar los sentimientos? Mi amor por Anthony fue honesto, tierno, infantil, sin embargo, el amor que sentí y sigo sintiendo por Terry, ese no ha cambiado, sigue igual, pero ahora lleno de recuerdos que nunca volverán, pero que me sirven para llenar mis noches de insomnio, todavía recuerdo su risa, sus ojos que al mirarme traspasaban mi alma, a veces me parecía increíble que pudiera saber mis pensamientos, la calidad de sus brazos rodeando mi cintura, aún la siento como aquel día.
El amor de Archie me ha seguido durante el tiempo, pero no, no podía amarlo, no, a él lo quería como un amigo incondicional, alguien que siempre está ahí, ¿Cómo amarlo? Muchas veces pensé en darme una oportunidad con él, pero no, no lo hice, Annie con sus velados sentimientos de envidia me detuvo. No sé qué hubiera pasado si yo le hubiese correspondido, tal vez estuviera casada y con hijos, pero esto tampoco me daría la felicidad plena, estar con alguien a quien no se ama, tampoco, fue mi respuesta.
Muchos me decían que tal vez con Albert pude haber formado una familia, creo que lo decían porque siempre andábamos juntos, porque él me procuró en todo momento, pero tampoco era amor, mis sentimientos fueron claros, él para mí era también el amoroso amigo a quien podía recurrir cuando no tenía a nadie más a quien confesarle mis más hondos sentimientos, a pesar de ser mi príncipe, mi primera ilusión, nunca se convirtió en amor.
Me dirijo hacia la ventana con mi silla de ruedas, mis manos están arrugadas, casi sin fuerza ¡Fueron tantos años de trabajo! Que ahora ya no responden igual, puede ser por la edad o por esta tristeza que me acompaña desde hace muchos años. El hogar de Ponny creció gracias a Albert, creo que es lo único de lo que no me arrepiento de que mis niños tengan siempre un lugar, donde se les cuidará y ayudará para su vida futura. Esas criaturas fueron un motor que me hizo despertar cada día, su sonrisa, amor y cariño alimentaron a mi desvalido corazón. Veo a varios chicos jugando, pero sólo me ven como una benefactora, ya no puedo jugar con ellos, ahora soy distante, esta silla me ha atrapado para no ser libre como lo era antes.
Los más grandes, si aquellos con los que conviví y disfrute mis años de juventud, ya no están, a veces vienen a verme, pero no es lo mismo, han seguido sus vidas y no se los reprocho, para eso los preparamos, pero si tan solo uno estuviera cercano a mí, que no me hubiesen eliminado de su vida, mi sentir pudiera ser diferente. Amo a esos chicos, pero también debo guardar ese amor para no atraparlos en los sentimientos de esta vieja, que, a pesar de necesitarlos, no los ataré a mi vida, ellos son libres de volar, espero que así sea, que sean felices.
Mis amigos ¿Qué puedo decir de ellos? Mi hermana, Annie, creo que ella nunca dejó de tenerme celos y envidia, con mi accidente lo único que hizo fue reclamar, ofender porque, no pensé en las consecuencias de mis actos, pero me pregunto ¿Acaso sabemos cuándo sufriremos un accidente? No, nadie puede saberlo, pero no lo entendió, sólo agredió al ver que Archie sigue pendiente de mi a pesar de los años, pero ¿Por qué nunca entendió que él nunca la quiso? Archie afortunadamente hizo su vida lejos de ella, que no pudo quedarse sola y se casó con un buen hombre, pero que no amó nunca, ahí está su pequeño infierno. ¿Mi primo? También se casó con una chica que lo ha hecho feliz, se lo merece, debido a su matrimonio y a los negocios no puede venir a verme tan seguido, pero lo hace, no se olvida de esta vieja, sus hijos me recuerdan tanto a nosotros cuando éramos jóvenes…
Con la muerte de la señorita Ponny y la hermana María, me hice cargo del hogar, a pesar de sus recomendaciones para que no me quedara sola, pero no pude, simplemente no tuve opciones. Albert también se casó, vive en Chicago, pero nunca me ha desamparado, sus hijos ahora son los herederos y eso es bueno, porque yo no tuve hijos propios, con mis niños del hogar, creí haber cubierto mis instintos maternos.
En días como hoy, que me siento inútil, me da por recordar y hacerme las mismas preguntas ¿Cómo fue que llegué a esto? ¿Cómo me descuidé tanto? Nunca me consideré hermosa, pero tampoco fea, digamos que era una chica normal, hacía mucho deporte y eso me mantuvo delgada, pero ahora, aquí en esta silla con este dolor, no puedo moverme. Eso que dicen que el dolor libera el alma, no es cierto, porque cuando hay dolor, en lo que menos pienso es en mi alma jajaja... En lo único que pienso es en que no quiero seguir así.
Al vagar por mis recuerdos, vienen a mi mente los momentos más felices que viví al lado de Terry, ese chico que cambió todo en mí, sus impresionantes ojos, tan hermosos con la luz del día, su sonrisa amable, esa sonrisa que era sólo para mí, su voz haciéndome bromas, sacando a la Candy alegre y preocupada por su felicidad antes que la mía. Su cuerpo atlético, varonil, su forma de acercarse a mí con esa insolencia de la que nadie era capaz, su fortaleza ante los embates de la vida, su firme intención de protegerme, de hacerme sentir bien, todo él era lo que necesitaba para ser feliz. Cierto, logré consolidar mis sueños siendo enfermera, pero él, él representaba más allá de todo, él simplemente era la mitad que yo buscaba, mi complemento y razón de ser.
Aunque nunca me lo dijo, yo también significaba para él lo mismo, me lo demostró de muchas maneras, protegiéndome de Neil, Elisa, la hermana Grey y de Susana… Susana, una chica lista, que se valió de todo para separarnos, yo como tonta lo acepté, tal vez esa frustración la llevaré conmigo hasta la tumba ¿Por qué lo hice? Mi sentido estúpido de compasión, de sacrificio, no lo sé.
Ese día me sentí rota, como aquellos cristales que se rompen en mil pedazos y que nunca volverán a unirse porque son tan pequeños los fragmentos que difícilmente se encuentran, astillas que volaron por los aires quedando lejos, incluso ante la mejor de las vistas para poder encontrarlos y aunque se encuentren son tan diminutos que pueden enterrarse en la piel al querer tomarlos, así, así quedé, ¡No me encontraba a mí misma! Y de nueva cuenta mi tonto sentido de dar mi mejor cara, hicieron que cerrara mi corazón, tragar mis sentimientos y sonreír ante los demás. Este dolor se incrementó con la partida de Stear, ¡Mí dulce Stear! No sabes la falta que me has hecho.
Patty, al igual que yo quedó devastada, el irse a Florida creo que sirvió para reponerse, aunque sé que de una pérdida así, no es fácil lograrlo, más cuando el sentimiento quedó inconcluso. Terry alguna vez me dijo que los muertos ya no regresan, los que estamos vivos tenemos la oportunidad de vivir la vida y disfrutarla, sé que tiene razón, pero cuando se te ha ido ese motivo, sientes que ya nada puede hacer que se recupere tu alma.
Cuando iba caminando bajo la nieve, mi corazón sangraba, pero ahí estaba la fuerte, la que nunca se queja, la que es tan valiente para seguir adelante que aparentemente nada le duele, pero no es así, soy frágil, común, una mujer que ama con locura, que se aferra a ese amor para seguir viviendo, para darle luz a una vida llena de carencias afectivas, que sólo su necesidad de sentirse amada la hacía mantenerse con vida, ilusionada. Lamentablemente las cosas sucedieron así. Al bajar las escaleras no quise voltear, porque si lo hacía me regresaría corriendo hacia él y no me soltaría de su abrazo, entonces hubiera sido la mala del cuento, la que no le importó nada más que sus sentimientos y eso iba en contra de todo lo que se esperaba de mí, incluso del mismo Terry.
Al pasar de los días, no podía dormir, mi mente dibujaba una situación amorosa entre Susana y tú, los celos me carcomían, me nublaban la visión, me retorcía de dolor y sólo el llanto aliviaba un poco mi sentir, pero esos deseos de ahorcar a Susana, si he de ser honesta ¡Claro que los sentí! Al igual que me alegré por su muerte, ¡Sí! Muy internamente me sentí feliz al pensar que por fin estabas libre para buscarme y poder estar juntos, pero eso no pasó. Nunca entendí ¿Por qué no me buscaste? Mis anhelos fallidos fueron dibujándose en mi personalidad, poco a poco me fui convirtiendo en esto que soy ahora.
La sensación de pérdida nunca dejó de latir en mi corazón, la necesidad de ver tus ojos, sentir tus largos dedos entre los míos, tus coqueteos plagados de sensualidad al mirarme. El brillo de tus hermosos ojos azules al observarme detenidamente, haciéndome sentir hermosa por la admiración que despertaba en ti. Cuando te fuiste todo acabó y esta sensación se mantuvo ahí anidada en espera de una carta, un mensaje, tu presencia para decirme que me amabas, que…
¡Lo siento! Es tanto mi dolor, que en ese momento no entendía todo lo que tendrías que vencer para llegar a mí, prejuicios, murmuraciones, chismes, romper con la barrera social, que, si bien nunca te importó, ahora eras famoso y no podías darte el lujo de dar que decir a la prensa rosa. Si, lo sé Terry, era muy difícil, pero no imposible. Yo estaba dispuesta a dejarlo todo por ti, a olvidar y retomar nuestro amor, pero nunca apareciste.
No sé, si me olvidaste, si tú pudiste borrar de un solo tajo todo lo que sentimos, no sé si tu férrea actitud de olvido te sirvió para ser feliz, aunque yo te lo pedí, no deja de doler que tú si lo hayas logrado, que me hayas olvidado así, como si nada hubiera pasado. Si he de ser honesta, hoy no es un buen día, pero hay otros en los que me alegro de que tú si seas feliz y que hayas dejado atrás esté lastre que significaba nuestro amor.
Mis lágrimas ya no son abundantes como antes, ahora solo bajan unas cuantas, porque creo que se acabó el caudal de ellas, o tal vez sea la desesperanza la que quedó ahí como un dique que contiene ese caudal. Mi edad, mi soledad, mi condición no me permite ver las cosas como antes, es cuando me pregunto ¿Dónde quedó la Candy alegre, divertida, amorosa, danzarina? No lo sé, creo que se quedó en espera de un mensaje…
Se ha hecho de noche, es hora de mi interminable monólogo nocturno, que hoy fue diurno también. Las pastillas para dormir no me hacen tanto efecto, pero sirven para relajarme e intentar soñar que todo es una horrible pesadilla de la que pronto despertaré siendo joven de nuevo, si tuviera esa oportunidad realizaría tantas cosas y modificaría algunas otras, tal vez lo primero que haría seria cambiar mi actitud de mártir.
Me acerco al buró para tomar mis pastillas, que para colmo de males se han resbalado de mis manos ya sin fuerza, no tengo más, así que trato de inclinarme lo más que puedo para tomarlas, pero con la suerte de que resbalo de la silla golpeándome la cabeza, sin querer me sumo en un adormecimiento, no hago el intento por levantarme, quiero dormir y no despertar jamás, mi vida valió la pena porque hice lo que pude por los demás, pero nunca hice nada para mí misma. Creo que ahora me puedo ir en paz.
En mi inconciencia escucho su voz, que me llama ¡Candy! Amor, ¿Qué te pasó? ¡Levántate! Es tan hermoso pensar que él está aquí conmigo, que mi ensoñación me lleva a sentir que me levanta en sus brazos y me besa la cara, ¡No quiero despertar! ¡Quiero quedarme así! Vibrando con este hermoso sueño. Pero la voz es persistente, sin quererlo del todo abro los ojos y ahí está él, con su cara de preocupación.
Miro mis manos y no tienen arrugas, veo su rostro y me devuelve una mirada plagada de amor ¡Santo Dios! Pero ¿Qué me ha pasado? Le pregunto, él me dice que he caído de la cama golpeándome la cabeza, que me conseguirá un árbol para dormir porque las monas pecas no pueden hacerlo como personas, soltando una carcajada.
Yo lo abrazo con todas mis fuerzas, no reclamo nada, no le digo nada, sólo lo abrazo, quiero sentirlo, amarlo, no soltarlo, ese sueño me dejó trastornada, fue tan real, que me compadecí de mí misma. Al sentir lo fuerte de mi abrazo él me pregunta qué me pasa y yo le digo, nada Terry, un mal sueño, le digo sin separarme de él. Él tampoco hace el intento por romperlo, así nos quedamos por un largo rato, hasta que él levanta mi mentón con sus dedos y me dice, no temas Candy, ni un sueño nos separará, hemos vencido tantas cosas, tantas barreras, que un insulso sueño no podrá hacerlo. Yo lo veo extasiándome con su mirada, con sus brazos, con su voz, mientras una pequeña lágrima baja por la orilla de mis ojos.
¡No, cariño! No más lágrimas, dice mientras me besa suavemente, íntimamente, tan delicadamente, que me transporta a nuestros días de adolescencia, esos que nos unieron y formaron este lazo, que nunca se rompió a pesar de todo y de todos.
Fin.
Última edición por Adry Grandchester el Vie Mayo 07, 2021 10:33 pm, editado 4 veces