Fue por casualidad su encuentro, un par de copas y de presto la magia empezó a brotar. Richard estaba encantado con la belleza de Eleanor; una joven prometedora estrella de Broadway. Al menos eso era lo que ella decía.
Le encantaba la vida nocturna, las copas y la compañía de los hombres, el espectáculo le había abierto las puertas de un mundo lleno de lujuria y degeneración, y rápidamente a los brazos de su acompañante se entregó. No era la primera vez que lo hacía, pero nunca con un inglés se había magreado.
Ese acento la estremecía, por lo que le pedía que le hablar... que le dijese lo que quería hacerle. Richard le complacía con facilidad, decir y hacer se le volvió sumo placer.
Le abría de piernas para con su falo acariciar su entrada... le encantaba torturar a la mujer hasta el punto que le exigía y con sus manos tomaba su verga para introducirla en su sexo. Eleanor, reclamaba que sus embestidas fueran contundentes; que contra la pared la estampara y en cuatro se la follara.
Sus genitales ardían por tanta lujuria... y el alcohol más suspicaces sus sentidos volvía. El éxtasis tras eyacular era sublime... y sin darse cuenta, Richard de sus labios quedó enviciado.
Pero de presto algo cambió, o simplemente el británico para esas cosas no estaba preparado. La vida alegre de su artista era algo depravado, con tanto alcohol y estupefacientes; el libertinaje sexual de ella, un buen matrimonio no auguraba, aunque ella se lo insinuara. Sin embargo ninguno de los dos se esperaba que Eleanor quedara embaraza y nos hábitos más modéranos necesitaba.
El encuentro de emociones no dejaban dormir al noble inglés. Ella no está segura de abortar, pero un hijo en esas condiciones no sería fácil de llevar. Para Richard, consideraba que Eleanor no era a quien quería para su hogar formar, pero a ese hijo no quería ignorar; es su sangre.
A la locura estuvo a punto de llegar la mujer en cinta, la falta de alcohol y sexo de mal humor la tenían. Más aún, cuando por orden de él obligada a recluirse en una cabaña tuvo que ser, hasta que el niño nació. Sin pensarlo dos veces a ese hombre lo entregó nada más salir de sus entrañas, y Richard con su vástago a Londres marchaba.
Pasaron los años y sin proponérselo el destino los volvió a reunir, él un hombre honorable a su hijo cuidaba, y de presto a ella su instinto materno se le despertaba. Compartieron un picnic como despedida, más no pensaba Richard permitir que esa mujer entrara en su vida.
Había decidido seguir su camino como actriz, y eso tras varios años él no se lo pensaba impedir, por lo que pronto en barco zarparía. Eleanor no se lo esperaba, su gran oportunidad se marchaba, y aunque lo intentó el barco no alcanzó. Padre e hijo sus gritos escuchaban pues era algo que no se esperaban <<"No te lleves a mi hijo">> gritaba <<"Richard no te lo lleves">> vociferó desesperada.
El niño no la reconoció y sin más, a su casa regresó. Mientras que ella su oportunidad de obtener plata perdió, y sin más a su lujuriosa vida volvió.
Los años pasaron y quizás un poco pudo haber madurado, pero lo que ella nunca se imaginaría es que ese hijo la buscaría. Con su bata rosa se cubrió y a saludarlo furtivamente se acercó. <<"Nadie puede saber que eres mi hijo!>> dijo tan pronto lo abrazó, y sin más, el corazón de otro joven inglés decepcionó y sin decir más, de su casa se marchó.
Hubiese querido el destino que juntos hubiesen permanecido... pero ese nido de pájaros en su cabeza, no siempre se desaparecía. Sí, ella es bella, pero a veces los pájaros no la dejan.
F I N .