ஐ♥ •LAS DIVINAS MISTICAS DE TERRY•♥ ஐ CAPITULO 1 Y 2 ๑۩۞۩๑MINIFIC ANKH๑۩۞۩๑ ESCRITO POR ASTRID GRAHAM๑۩۞۩๑

ambar graham escribió:Que buena historia! Estoy encantada con los detalles, y el coqueteo de los rebeldes!! Genial el fanart de la historia también!!

Jennyellizu escribió:Wow, Egipto un país de fantasía, una trama muy hermosa, en la espera de los siguientes capítulos

Parisa21 escribió: Bien modificada e interesada que ya  estoy Astrid, muy intrigante la aventura que les espera a los chicos . Estaré pendiente de lo que sigue

ladylore escribió:que gran historia y me fascina la tematica egipcia ...

AstridGraham escribió:

Parisa21 escribió: Bien modificada e interesada que ya  estoy Astrid, muy intrigante la aventura que les espera a los chicos . Estaré pendiente de lo que sigue

No mucho entendí eso de "modificada" jaja pero me alegro que te haya gustado 

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Error de dedo , quise decir momificada,

EFantasia escribió:Like it!!!

AstridGraham escribió:

Hola bellas chicas participantes de la Fiesta Florida, ¡¡¡Al fin!!! Vengo a compartirles los primeros dos capítulos del mini fic “ANKH” La llave de la vida. Es universo alterno.

Desde ya muchas gracias por su tiempo, likes y comentarios; en una próxima vendré con los respectivos saluditos.

Agradezco enormemente a Lizzi Villers por su apoyo en la revisión ortográfica.

Dale clic si no has visto el Video Promocional de este Mini Fic.

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ANKH

LA LLAVE DE LA VIDA

PRIMER CAPÍTULO

“Tienes el poder de elegir tu Destino”

Riad, Arabia Saudita 1.920.

Dos años después de la guerra y a un año de fallecida la matriarca del clan Ardlay. Alistair y Candice decidieron viajar a Arabia Saudita. Originalmente su viaje había sido planeado únicamente por placer, pero al llegar a aquellas tierras orientales y ser muy bien acogidos por Aileana y Gilbert Cornwell, (los padres de Alistair) decidieron quedarse por tiempo indefinido.

Los primeros días se dedicaron a visitar lugares turísticos a pesar de que la mayor parte de la región era desértica, lograron divertirse como nunca; conocieron los azules arrecifes del Mar Rojo, la cadena de montañas Asir, el oasis Al Hasa, entre otros.   Para Candice una de sus mejores experiencias había sido caminar entre los sinuosos mercados de especias en Yeda, no obstante, para Stair había sido todo un calvario, gracias a la ocurrente idea de su querida prima, quién al ir cubierta con el manto de abaya en color negro, en múltiples ocasiones llegó a confundirla con las mujeres de aquella región, ganándose días enteros de burlas de parte de la chica.  Gracias a la insistencia de la tía abuela, en sus estudios habían aprendido árabe como uno de los idiomas extranjeros y eso ahora les estaba facilitando la vida.

Pasadas dos semanas, había llegado el momento de conocer el negocio familiar, el cual no sólo consistía en ser accionistas en uno de los más grandes campos de gas natural. Si no que los Cornwell encabezaban las principales exportadoras de plásticos.  A petición de la madre de Alistair, la joven directora comercial de Cornwell-Halim, Yassira Halim; había acomodado su apretada agenda para atender personalmente a los visitantes americanos.  Llevándolos a conocer algunas productoras que con el paso de los años Cornwell y Halim, habían logrado acreditar en aquellas tierras. El tour había sido toda una novedad en particular para Alistair, quién nunca se había imaginado que sus padres fueran tan poderosos e importantes como lo eran los Ardlay en Estados Unidos.

La señora Aileana estaba tan entusiasmada con la visita de los jóvenes, pero especialmente con la de su primogénito, y sin poder evitarlo empezó a planearle un futuro al lado de la señorita Halim; quién aparte de ser muy agraciada físicamente era muy astuta y hábil en los negocios, por ello se había ganado el puesto de directora a su corta edad.  Si lograba concretar esa alianza conservarían el patrimonio familiar por muchas generaciones. 

 

Pasaron dos meses y Stair cada día se mostraba menos interesado en los negocios, desde que Candice había dejado de acompañarlo a petición de su madre.  Para la señorita Halim su situación también era compleja, ya que sus padres le habían dado un ultimátum y en determinada fecha la casarían con uno de los veteranos Jeques.  

Esa noche al terminar la junta de accionistas, Yassira le contó su desdicha a la señora Aileana a quien estimaba mucho y de esa manera fue cómo se enteró de aquel plan matrimonial con el primogénito Cornwell, aunque al principio le costó tolerarlo, al final de la plática ya no le parecía tan descabellado; después de todo preferiría mil veces casarse con el apuesto joven y no con un anciano, que bien podría ser su abuelo.

Luego de una larga jornada laboral, el señor Gilbert platicaba con Stair sobre sus planes de inversión en la industria hotelera, específicamente en las playas costeras de Jumeirah, Dubái.  Alistair lo escuchaba por respeto, pero estaba tan poco interesado en el tema que no pudo evitar bostezar en repetidas ocasiones, provocando molestia en su señor padre.   Menos mal, Sabira la empleada doméstica, había ido a llamarlos ya que la mesa estaba servida, dejando la aburrida plática pendiente.

  

Al encontrarse los jóvenes primos en el comedor aprovecharon para ponerse al día ya que llevaban días sin cruzar palabra alguna debido a sus compromisos laborales. Entre otras cosas, ella le contó que había recibido una misiva de parte del tío abuelo William, en la cual aparte de enviarle muchos saludos, le pedía o más bien le ordenaba que dejara de lado lo que había estado haciendo en estos últimos seis meses y que en su lugar empezará a hacer algo que realmente le apasionara.  Esta era la respuesta ante el comentario que ella le había expresado, sobre lo tedioso que era trabajar en una oficina a la par de su tía Aile.  Esto último por supuesto que lo dijo en voz baja para evitarse problemas, Stair la comprendió de inmediato pues se sentía igual o peor que ella, incluso estaba considerando regresar a América, pero aún estaba indeciso.

Una tarde la señora Cornwell recibía la visita de la inglesa Amelia Edwards, quien durante las giras se dedicaba a recaudar fondos para su fundación The Egypt Exploration Society (EES por sus siglas en inglés). Los esposos Cornwell al ser unos de los principales patrocinadores, anualmente recibían una carpeta detallada con los avances en las expediciones arqueológicas.  Sin embargo, a la señora Aileana esos números nunca le habían interesado, ya que su apoyo, además de brindarlo en nombre de la amistad, lo hacía por el beneficio fiscal.  Candice se encontraba en la misma oficina traduciendo unos contratos y fue invitada a unirse en la amena plática.  

Las mujeres mayores se carcajeaban de los gestos cómicos y de asombro en Candy ante las anécdotas que la escritora les compartía. La rubia emocionada veía una y otra vez todas aquellas fotografías, con piezas y monumentos encontrados debajo de las arenas desérticas.  Y fue en ese momento en el que decidió seguir el consejo de la señora Edwards, y empezar su travesía por todo Egipto, después de todo, el tío abuelo ya se lo había sugerido.

Esa misma noche hizo saber a sus tíos y primo su decisión, a ellos no les quedó más que aceptar y desearle muchos parabienes.  Sin embargo, la noticia sí había afectado en gran manera a Stair.  Esa sería la primera vez en que se separarían después de muchos años juntos, pero él no podía ser un aguafiestas y echarle a perder las ilusiones a su querida prima, así que trató de disimular alegría.  Candice que lo conocía perfectamente entristeció también, pero tuvo la ocurrente idea en invitarlo como su compañero de viajes.  

Tremendo susto fue el que se llevaron, al escuchar el rotundo “¡¡NO!!” de la señora Aileana, quién había estado escuchando la plática, Alistair preocupado le preguntó a su madre si se encontraba bien

—Sí cariño estoy bien.  Es solo que… hemos pasado tantos años separados, que no quiero perderte de nuevo —ella empezó a derramar lágrimas—No se ponga así tía, sólo fue una pequeña broma —dijo Candice para tranquilizarla, —espero que así sea, es que… ya no quiero que se aparte de nosotros —la señora Cornwell, acariciaba tiernamente la mejilla de Stair.   Sabira llegó y disculpándose por la interrupción hizo saber que la señorita Halim, estaba esperando a la señora Aile en la sala principal.

  

Candice terminó de cenar y se retiró para empezar a empacar. Aprovechando el momento de privacidad, el señor Cornwell estaba resuelto en abordar aquel tema con su hijo, pero no sabía cómo empezar, se aclaró la garganta y vacilante empezó la conversación

—Es la primera vez en que te separarás de Candy, ¿no es así? —El joven que no se esperaba esa pregunta, asintió.  

—Está en lo correcto padre, crecimos los tres como hermanos —su voz empezaba a quebrarse, al recordar los momentos en Lakewood.

—Y ¿por qué no la acompañas? —preguntó, mientras daba un sorbo a su té.

—Mmm… no lo sé, la verdad no había pensado en eso—, aunque quiso responder que sí, no tenía el valor para decepcionar a sus padres, sobre todo por las lágrimas recientes que le había causado a su madre.

—Hijo sé que esta vida es muy diferente a la que estabas acostumbrado a llevar en América, he visto que los negocios —hizo una pausa, evaluando las reacciones de su hijo, no quería ofenderlo —no son tu fuerte, veo que lo intentas y no lo haces mal, pero sé que esa no es tu pasión.

Stair no dijo nada y continuó con la vista perdida en algún punto imaginario—Padre, hago todo lo posible por no decepcionarlo, pero…—bajó la mirada e hizo un puchero.

—Alistair no tienes que sentirte obligado, sé por cartas de William que lo tuyo es la invención —el señor Cornwell respiró hondo y continuó—estudia lo que te guste, prometo apoyarte, lo que decidas estará bien.  Stair no daba crédito en aquello que escuchaba, se quitó los anteojos para limpiar las lágrimas que empezaban a brotar, por vez primera sentía que en verdad le importaba a su señor padre. —¿Qué opinará madre de esto? me preocupa su reacción —cuestionó preocupado.

—No pienses en eso, yo hablaré con ella esta misma noche —le dijo regalándole una sonrisa esperanzadora.

—¡Muchas gracias padre! no sabe el peso que me ha quitado de encima —se puso en pie para darle un cálido y largo abrazo, se quedaron platicando un tiempo más.  El señor Gilbert quería saber todo sobre Archie, ya que la finada tía Elroy siempre que le escribía afirmaba que su segundo hijo era una réplica exacta de él.

Pasadas las horas, en uno de los pasillos se encontraron con Yassira quien iba de salida, por su semblante se dieron cuenta que había estado llorando. Alistair no la dejó sola y la acompañó hasta su vehículo.  Una vez dentro del automóvil, le preguntó si había algo que él pudiera hacer por ella, pero el silencio fue la respuesta.

—Si gustas ¿puedo ir a dejarte? —Él, le preguntó, luego de unos minutos.   Ella se demoró en responder y cuando lo hizo, su voz sonó apagada.

—Alistair dime, ¿tú sientes algo por mí? —la pregunta lo tomó desprevenido, pero en verdad siempre había visto a Yassira como una buena amiga, nada más.  

Se aclaró la garganta y tratando de ser lo más gentil posible respondió: —es que… yo, nunca—ella lo interrumpió—sé perfectamente que no sientes nada por mi —ella suspiró, entonces él continuó—discúlpame Yassi, yo no creo o no recuerdo haberte dado motivos —, ella desvió su mirada—lo sé Cornwell, tú nunca me has dado motivos, ni yo a ti.  Sólo quería confirmar algo y ahora que tengo la respuesta, debo irme.  Encendió el vehículo, él al verla más tranquila se bajó, no entendió nada de lo que acababa de suceder, pero ya le preguntaría otro día más tranquilos.

—Sé prudente al conducir y cuídate—, él le sonrió, ella asintió y se retiró de la mansión.  

La señora Aileana estaba que echaba rayos al ver todos sus planes irse por el excusado.  Para empezar, cómo era posible que Gilbert apoyara a Alistair para que éste hiciera lo que se le diera la regalada gana, en lugar de quedarse a velar por los negocios de la familia.   En segundo lugar, estaba esa muchachita insensata, que huía del país por el compromiso que sus padres le estaban arreglando; en vano se había humillado suplicándole para que se quedara a luchar por el amor de su hijo.  Cuando le contó a su esposo sobre sus planes casamenteros la discusión duró por muchas horas, pero el hombre demostrando su firmeza y determinación logró que su mujer cediera de sus caprichos.

Tres días después Stair y Candy emprendían su viaje hacía Egipto.  Yassira, Gilbert y Aileana se despedían de ellos, aunque la última de ellos lo hizo a regañadientes.

Una vez que pisaron tierras egipcias, el tiempo se les fue como arena entre los dedos. Cada travesía a camello bajo las altas temperaturas del desierto, eran bien recompensadas al llegar al contemplar los sorprendentes monumentos faraónicos.  Ver y tocar por ellos mismos, la arqueología del antiguo Egipto era una experiencia maravillosa e inigualable.  Más convencidos que nunca de haber tomado una de las mejores decisiones de sus vidas, se quedaron a residir en El Cairo.

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ANKH

LA LLAVE DE LA VIDA

SEGUNDO CAPÍTULO

“¿…Qué busca? Tal vez busca su destino. Tal vez su destino es buscar”

Octavio Paz

Con la influencia de sus padres Stair había logrado incorporarse a The Egypt Exploration Society. El equipo de arqueólogos se mostraba muy entusiasmado con la creación de sus artefactos, los cuales facilitaban las excavaciones, bueno eso era, con los que no mostraban desperfectos explosivos. 

 

Candice, por su parte, quiso independizarse y consiguió empleo como encargada del Museo Egipcio.  Al poseer acceso directo a todos los archivos, su curiosidad despertó ante aquellos fascinantes jeroglíficos grabados en piedra y madera, así como otros de cálamo y tinta sobre papiros. Cautivada por las leyendas que se encontraban detrás de las pirámides, esfinges y faraones, decidió estudiar egiptología.

Pasados unos años, en 1.923 para ser exactos, Alistair se había convertido en el pupilo del arqueólogo Howard Carter, quien en ese año tuvo un estrellato a la fama, al descubrir en una excavación en el Valle de los Reyes, en Tebas; la tumba de Tutankamón (llamado en vida Tutanjatón, quien fue un faraón del Antiguo Egipto, último monarca de su familia real en el final de la dinastía XVIII que gobernó entre 1334 y 1325 a. C.) por lo cual empezó una gira por Francia, España y los Estados Unidos; exponiendo sus discursos sobre el gran descubrimiento histórico.  Aunque muchas veces le pidió a Alistair que lo acompañase en aquel viaje, éste se negó; prefiriendo en su lugar, continuar con las exploraciones en Tebas.

El Cairo, Egipto 1.925.

Tres jóvenes con indumentarias en colores ocres entraron al museo, el escritorio de la encargada se encontraba vacío así que dejaron sus pertenencias en una de las sillas y fueron a buscarla entre los enormes estantes. Volvieron a la entrada y se sentaron a esperar, ya que ella no aparecía por ningún lugar. Unos gritos provenientes del segundo piso en donde se encontraban las oficinas administrativas, llamaron su atención.  Minutos después la puerta se abrió dando paso a un hombre regordete y canoso, que en su semblante denotaba estar muy molesto.  Detrás de él, apareció la menuda figura de Candice quién al percatarse de su visita, limpió sus lágrimas y trató de acomodar su aspecto desaliñado.  El hombre mayor pasó frente a los tres muchachos sin siquiera tomarse la molestia en responder el cortés saludo que ellos le habían dirigido.

  

Algo grave había sucedido, pero para no incomodar a su prima, Stair llevó a sus amigos a unos escaparates en donde disimulaban observar unas piedras con jeroglíficos.  Cuando Candice volvió a su escritorio Stair caminó para saludarla, pero ella sin importarle los presentes se apoyó en su pecho y volvió a llorar.

Alistair platicaba tanto de su adorada prima, que en cierto modo sus dos acompañantes sentían que la conocían de toda la vida. Preocupados esperaron a que ella se tranquilizara para conocer el motivo de su angustia. Con el pañuelo que su primo le proporcionó, se limpió el desastre que el delineador negro había dejado sobre su bello rostro, bebió del vaso con agua que tenía encima del escritorio y cuando habló, lo primero que hizo fue disculparse por la escena.

—Nada de eso, nosotros hemos llegado inoportunamente a tu trabajo —respondió el castaño ojizarco, amigo de Cornwell—. Hemos escuchado tanto de ti, que sentimos conocerte de toda la vida —secundó la chica castaña sonriéndole amigablemente. 

 

Entonces Stair los presentó —Te presento a mis amigos, este es Terry y ella es Paty, chicos ella es…—Sí, ya sabemos… Ella es “Candice Rosemary White Ardlay” —Completaron los dos en coro entornando los ojos, causando gracia que provocó risas.

Cautivado desde ese momento, Terry le dijo coqueto —Pero no te asustes, solo sabemos tu nombre, edad, estado civil, hobbies, estudios, fecha de cumpleaños…—ella le dio un manotazo a Stair y luego extendió la mano para saludar

—Mucho gusto… en verdad que pena que conozcan tanto de mi aburrida vida —continuaba sonrojada porque el joven ojizarco era todo encanto. —¿Ustedes también son extranjeros? —preguntó, no sólo por los rasgos físicos sino por el marcado acento inglés.

— Somos arqueólogos británicos, alumnos del señor Carter, respondió Patricia.  

Entonces Stair indeciso se llevó una mano a la nuca y se atrevió a preguntar —Candy ¿tienes problemas con tu jefe? —.  La rubia, luego de cerciorarse de estar completamente solos en el museo, tomó asiento y los invitó a hacer lo mismo, empezó a alisar su falda buscando las palabras adecuadas.

— Como ustedes ya saben, poco a poco han estado trayendo los objetos encontrados en la tumba de Tutankamón.  El día de ayer realicé un inventario físico, el cual cotejé contra el listado que la Sociedad de Exploraciones le entregó al señor Ashrab, mi jefe. En el área AG3 de los objetos que pertenecen al tercer sarcófago junto a la momia, tengo el faltante de una pieza—, ellos escuchaban atentos, su voz empezó a quebrarse—no pude dormir por la preocupación, así que en cuanto vino mi jefe, se lo dije.  Era de esperar su gran enojo, pero lo que me sorprendió es que me haya dicho que mi trabajo pendía de un hilo, al ser la principal sospechosa del hurto.  Lo que nunca hace y en esta ocasión sí, fue llevar una copia del acta a los funcionarios y personal de la oficina de prensa del gobierno.

Los tres jóvenes se mostraban más interesados, comprendiendo la gravedad del asunto.

—Pero eso no es todo—continuó—también me dijo que no podría graduarme como egiptóloga —las lágrimas fueron inevitables conmoviendo a los presentes.

—¿Y qué pieza se extravió? —Curiosa preguntó Paty.  Apenas audible la rubia le respondió —“La Daga”.

Stair y Terry se pusieron en pie al escuchar la respuesta, Paty se había llevado las manos a la boca.  

(La daga era un arma blanca creada a partir de una lámina fina de hierro, con una empuñadura de oro cuyos acabados, eran de origen misterioso.  Incluso se creía que su material era de origen extraterrestre.)

—En confianza les cuento, desde que empecé a trabajar acá, me he dado cuenta que eventualmente se desaparecen objetos, yo le he entregado los reportes al señor Onofre, pero nunca he visto que tome cartas sobre el asunto, hasta hoy—, confesó Candice.

—Es un asunto muy delicado Candice —Graham le dijo preocupado

—Terry, ¿acaso no era ese lote de objetos que quería robarse Lalh? —Patricia le cuestionó.

 

El joven confirmó el número y sí, era el mismo. Con la mano empuñada golpeó el escritorio.  —estás en lo cierto Patricia… pero ese maldito se está pudriendo detrás de las rejas.

Candy perdió el hilo de la conversación y ante cara de su confusión Terence le contó:

“Hace como un año y medio, en uno de los campamentos pasada la medianoche desperté al escuchar sonidos extraños, sigiloso seguí la luz de las antorchas y cuando me percaté de que eran los saqueadores, no dudé en detenerlos; estos dejaron a un lado el motín que ya tenían listo y me atacaron sin piedad.  Con todo aquel escándalo, llegaron unos compañeros a auxiliarme, entre ellos tu primo Stair.   Cuatro hombres habían logrado sujetarme mientras que Lalh, me pateaba incesante en el abdomen, los guardias de seguridad se hicieron presentes logrando detenerlos a punta de pistola.   En cuanto quedé libre sentí un vértigo y caí entre las arenas, traté de abrir los ojos al sentir que intentaban cargarme, pero el dolor en las costillas era insoportable.    Entre Tom, un compañero americano y Stair me levantaron, pero el cobarde de Lalh nuevamente nos atacó por la espalda, así que caímos los tres entre las arenas.  El bastardo se les había escapado a los guardias y blandiendo una espada intentó matarme, tu primo me arrastró lo suficiente así que la espada sólo llegó a herirme la piel.  Supe que antes de que Tom lo entregara para su detención, también le dio una gran paliza”.  Finalizó Terry ceñudo al recordar todo aquello.

Candice se había quedado perpleja al escuchar los sucesos—¡gracias al cielo que no te pasó algo peor! —le dijo.

Paty interrumpió—entonces ¿Por qué tanto interés en la daga, acaso él sabe algo que nosotros desconocemos?.

Se veían unos a otros, tratando de sacar alguna conclusión.  Entonces Candy había recordado algo y se los contó — ahora que recuerdo… en la oficina del señor Ashrab hay un baúl que él guarda celosamente, el otro día me escabullí en su oficina a través de una de las ventanas laterales.  Lo único de interés que encontré entre todo ese papeleo, fueron hojas arrancadas de un cuadernillo o diario en el cual aparecían dibujos de una navaja o cuchillo, pero ahora que lo pienso mejor, era la daga.  

—Candy, ¿podríamos ver esas hojas? — los tres preguntaron interesados y ella asintió.

  

Escabulléndose por la ventanilla abrió la puerta para que entraran sus amigos, una vez frente al baúl se arrodilló y empezó a sacar la pila de hojas, hasta el fondo encontró lo que buscaba.  

—¡¡Increíble!!—Los tres jóvenes arqueólogos, contemplaban aquellos dibujos que eran simbología del Antiguo Egipto.

…

Aunque se habían demorado descifrando los jeroglíficos, estaban felices porque al fin habían logrado armar una oración, que se constantemente se repetía “almawt lilhayaa”.

—Veamos, tenemos el Ankh (la llave de la vida), pero ¿qué relación tiene con la daga? —Paty seguía concentrada viendo una y otra vez todas las hojas—, acá está Anubis.

Stair tomaba notas en su vieja libreta de mano.  Mira Candy, esta palabra también se repite varias veces, creo que es he-tib-su— ¿hetibsu? —repitieron todos—. No me suena— dijo Stair ceñudo

—Tampoco a mí— respondió Terry—. De todas maneras, ya está anotada.  

—Muero de hambre—protestó Candice mientras acomodaba sus rizos en una media cola.

—Yo también, y creo que después de diez horas de viaje soy capaz de devorarme un camello entero —Stair se tocó el estómago dramático, causando gracia a los demás.

— He escuchado que el estofado en la sopa bamia es muy delicioso—Paty habló animando con la mirada a sus compañeros —claro que sí y les aseguro que será el cordero más exquisito que probarán en toda su vida, es más vamos ahora mismo, conozco el lugar perfecto para que lo prueben.

Candice ya había tomado su bolso para salir.

—De acuerdo, llevemos los apuntes y quizás con el estómago lleno nos broten las ideas —, todos se carcajearon ante el comentario de Terry.  

Dejaron todo en orden y salieron decididos en olvidarse de todo por esa noche, para Candice no fue necesario preguntarle a su primo sobre su relación con Paty, ya que era más que obvio que eran novios.

Terry conducía y Candice le indicaba el camino hacia al café Fishawi.  Al llegar, el británico había quedado fascinado del lugar tan ambiguo, pero para él, lo mejor de la noche era su hermosa acompañante.     La orden que Candy les había sugerido llegó, para Terry fue un té shay negro bien cargado y para Paty un shai nanaá acompañado con hojitas de menta.  La pareja de primos había optado por cerveza de cebada.  Terry tamborileaba sus dedos sobre la mesa rústica, inquieto por aquella pregunta que rondaba por su cabeza, así que entre pláticas al final le había preguntado a Candy sí tenía algún pretendiente o alguien en su vida amorosa.  Candice con las mejillas sonrojadas ante la pregunta, contestó abochornada que sus pocas relaciones no habían funcionado debido a su falta de tiempo y dedicación, ya que toda su atención siempre estaba centraba en las momias.  Terence no pudo contener las carcajadas al escuchar aquello, siempre se imaginó que la prima de Cornwell sería muy especial, pero tratarla personalmente había superado todas sus expectativas.

—Sí para tener tu entera y completa atención necesito ser una momia, juro por Alá que ahora mismo dejaría que me momificaras —le dijo cínicamente, mientras acariciaba el dorso de su mano.

—Creo que sería una experiencia muy excitante —con una amplia sonrisa inocentemente ella le respondió, pero ante la cara pícara del británico comprendió el peso de sus palabras

—Yo estaría encantado de hacerte sentir (…)—le susurró al oído para que nadie escuchara su inverecunda propuesta.

—¡Señor es usted un granuja! — ella trató de reclamarle, pero sonó tan poco convincente que ambos se echaron a reír, llamando la atención de los otros dos, que habían estado solos en su burbuja de amor.  Entre pláticas y bromas, las horas pasaron y aunque no querían tenían que irse a descansar.  

…  

Estaba por amanecer cuando unos golpes en la puerta despertaron a Patricia —Candy, Candy, alguien está tocando—sacudió a la rubia, para despertarla.

  

—Mmm ¿qué pasa? —preguntó soñolienta—, alguien está tocando —habló en voz baja y corrió un poco la cortina tratando de ver algo a través de la ventana. 

 

—No veo a nadie—susurró Patty.

—Maldición, sólo espero que no sea Stair porque juro que lo momifico vivo —Candy se colocó la bata y fue a abrir.

Continuará…

OMGGGG qué historia más emocionante, hay tantas incógnitas en mi mente... Qué pasó con la que ex prometida de Stear? Quién robó la daga? Quién llegó al final?
Querida Astrid, voy lenta, pero ya me tienes con esta historia, y la terminaré sí porque sí.
Muchas felicidades