Tras la dolorosa ruptura en aquellas gradas del Hospital Joseph, en New York, sus vidas giraron y giraron en una ruleta de acontecimientos.
Ella camino entre la niebla derramando el dolor de su alma e ilusiones rotas, de pronto paro un segundo su andar y movida por su noble corazón lo vio por última vez y le sonrió triste.
La reacción del joven al notar la sonrisa llena de tristeza de su amada pecosa le confirmó muy dentro de su ser que esa muchachita le amaba y aunque eran, en apariencia muy jóvenes para entender lo que sentian era real sin duda.
Cuando ella descendió del avión en su ciudad natal, Chicago, justo cuando tomaba su maleta, algo en su integridad física colapsó y cayó desmayada e hirviendo en fiebre.
En ese limbo en el que su consciencia se sumergió a causa del dolor fueron su aliciente un par de ángeles rubios quienes con cuidados amorosos curaron ese corazón que ya no quería latir.
Una semana fue el tiempo en que la joven de cabellera ensortijada se debatió entre la vida y la muerte y como dicen, el acercarte al más allá cambia tu rumbo.
Cuando nuestra traviesa pecosa despertó y fue dada de alta por su doctora, se reinventó, ya no lloraría por el pasado y aunque supiera que no dejaría de amarle, se propuso amarse más.
Los dias de su recuperación fueron milagrosos para todos los Andrew, Albert quien habia recuperado sus recuerdos a raíz del impacto de ver a su hermanita casi perder la vida había tomado sus atribuciones como cabeza de los Andrew, Stear dejando sus planes de seguir una carrera militar había decidido estudiar áingeniería industrial y junto a su hermano, Archie quien se inclinaba por las leyes viajaron a Harvard.
Y pues Emilia Elroy, no fue la excepción, por fin abrio su corazón a sus queridos nietos y reconoció el error que había cometido al culpar a la pequeña Candice a causa de los rumores mal infundados de sus otros dos sobrinos, los Leagan.
Tras dejar el lecho de enfermedad la joven acepto el cambio de imagen que su tía abuela sugirió, sus dos coletas solo quedaron en fotos, su cabello fue recortado a media espalda y su armario se renovó por completo, ahora tenía vestidos de diseñador, jeans juveniles de buenas marcas, blusas, chalecos, sacos combinables y maquillaje hasta su ropa íntima paso de ser de algodón a fina lencería de moda.
Parte del cambio fue dejar de trabajar como enfermera e ingresar a la universidad de Chicago para graduarse de doctora y volverse pediatra pues reconocían que todo podía cambiar menos su amor hacia los niños.
Hasta para la insufrible Eliza Legan habían cambiado las cosas, pues, al notar que la guerra con la dama de establo no pintaba buenos rumbos no le quedó de otra que aceptarla y darle su lugar como una Andrew.
Daniel también cambió de actitud reconociendo que muy muy en el fondo sentía atracción de aquella rubia, sentimientos que guardaría solo para él pues reconocia que era uno de los causantes de sus lágrimas.
Ambos gemelos del mal se mudaron a Florida pues los negocios familiares necesitaban de la presencia de su padre en ese lugar y ya sin algo que los entretuviera en Chicago, la decisión no fue difícil de tomar.
Los años pasaron rápidamente y el clan Andrew como solían llamarlos los viejos patriarcas, se reunirían este año en Escocia.
Esta reunión era todo menos pomposa, como la prensa lo pintaba pues la familia se reunía a participar en parrilladas, fogatas después de largas cabalgatas, a veces acampaban junto al lago, en fin, la familia amaba compartir con los suyos en actividades al aire libre.
La excepción era un baile de caridad al que asistirian en Londres y pues, la celebración de graduación de los muchachos Andrew.
Estas hermosa fue el halago de un alto y guapo rubio de ojos color celeste cielo prodigaba a su pequeña hermanita quien hacía su arribo a la ciudad de Londres.
Los flashes no faltaron pues aunque ellos no lo quisieran y amaban su privacidad pertenecían a unas de las familias más importantes y sus celebraciones siempre atraían a la prensa nacional e internacional.
Joven magnate es visto en el aeropuerto de Londres con su nueva conquista, susurraba una muy divertida joven al oido de su querido hermano, cuando se aproximaban al lobby saturado de periodistas.
Ni que lo digas pequeña, pero sabes que demosles algo de que hablar, ¿me sigues?
Por supuesto hermanito le dijo dejando un beso en su mejía.
Ambos jóvenes se tomaron de las manos y muy cariñosos se dirigieron a la salida del lugar.
Como era de esperarse el día del baile llegó y cuatro parejas se preparaban para echar la casa por la ventana.
Cuando las horas de corte y arreglo de cabello, mascarillas, cremas faciales y corporales así como maquillaje y perfume habían terminado cuatro hermosas mujeres descendieron enfundadas en hermosos vestidos de gala dejando impactados a sus escoltas.
¿Hermanita te parece si seguimos con el escándalo del aeropuerto? Dijo un divertido Albert cuando noto en la gala a cierta persona.
Por supuesto, contesto la joven sin sospechar los pensamientos de su hermano.
Ven
¡Hijos! Hoy necesito que se comporten... una muy seria Elroy sorprendió de pronto a nuestros jóvenes.
El baile de pronto comenzó y para abrirlo diez parejas de las familias más importantes de Londres debían participar, por lo que Albert tomando de la mano a su hermana se dirigió al centro de la pista.
En una de las vueltas en que Albert y Candy giraban al compas de la música, los verdes ojos de aquella hermosa ataviada mujer se toparon nuevamente con esos ojos que si la más oscura noche le hacía olvidar.
¡Terry! Susurro palideciendo.
¿Que dices pequeña?
Umm si, ya te percataste de su presencia, se aclaro la garganta.
La joven asintió pues no lograba pronunciar palabra alguna por la sorpresa.
Perdona pequeña, yo le invite, lo he encontrado en una junta de negocios y pues.
No te preocupes hermano, dijo la joven limpiando son sutileza una inesperada lágrima que descendía por su joven rostro.
Ven necesitas aire fresco. Le dijo el galante joven llevándola a uno de los balcones que daban al hermoso jardín y en donde se apreciaba la noche.
La joven se dejó guiar mientras tomaba una determinación en su interior.
¡No lloraré más!
Lo amé, talvez lo amo aún pero no debo dar rienda suelta a mis sentimientos, ya soy una mujer adulta que sabe seguir adelante. Además es un amigo de la familia y compañero de estudios.
Y con esta determinación llego a aquel balcón.
De haber sabido que reaccionarias así, no lo invito, le dijo resignado su adorado hermano.
No digas eso Bert, él, es un buen amigo.
El joven rubio quedó mudo ante tal aseveración.
¿Amigo?
Si Bert, lo que pasó entre nosotros fue un romance de colegio, no le demos más vueltas ¡si!
Yo soy feliz.. soy doctora, tengo a mi familia conmigo, hasta los Leagan me han dado mi lugar. Así que no debo pensar más en el pasado, ambos decidimos nuestras caminos y ....
Ok ok, dijo el joven tratando de comprender aquel mar de ideas que su hermanita del corazón, le recitaba casi sin respirar.
Bueno, si es así pequeña no tengo nada más que decir.
¿Quieres regresar al baile?
Hay varios cballeros esperando a bailar contigo. Le dijo levantándo picaramente las cejas.
¡Bert!
Volveremos en un momento, en este momento solo quiero algo refrescante.
Será un gusto pequeña, tu leal lacayo te traerá ese "algo"
Cualquier bebida esta bien Bert, recuerda que ya no soy una niña.
Lo sé hermosa, ya eres toda una bella dama. Dijo el joven haciendo una venia y salió a conseguir la bebida.
Umm alguien garraspeó, después de unos minutos que la joven se quedó en soledad tratando de ordenar todos aquellos pensamientos que como cascada había expresado a su hermano.
¡Hola... pecosa!
Por ELYER G.
Ella camino entre la niebla derramando el dolor de su alma e ilusiones rotas, de pronto paro un segundo su andar y movida por su noble corazón lo vio por última vez y le sonrió triste.
La reacción del joven al notar la sonrisa llena de tristeza de su amada pecosa le confirmó muy dentro de su ser que esa muchachita le amaba y aunque eran, en apariencia muy jóvenes para entender lo que sentian era real sin duda.
Cuando ella descendió del avión en su ciudad natal, Chicago, justo cuando tomaba su maleta, algo en su integridad física colapsó y cayó desmayada e hirviendo en fiebre.
En ese limbo en el que su consciencia se sumergió a causa del dolor fueron su aliciente un par de ángeles rubios quienes con cuidados amorosos curaron ese corazón que ya no quería latir.
Una semana fue el tiempo en que la joven de cabellera ensortijada se debatió entre la vida y la muerte y como dicen, el acercarte al más allá cambia tu rumbo.
Cuando nuestra traviesa pecosa despertó y fue dada de alta por su doctora, se reinventó, ya no lloraría por el pasado y aunque supiera que no dejaría de amarle, se propuso amarse más.
Los dias de su recuperación fueron milagrosos para todos los Andrew, Albert quien habia recuperado sus recuerdos a raíz del impacto de ver a su hermanita casi perder la vida había tomado sus atribuciones como cabeza de los Andrew, Stear dejando sus planes de seguir una carrera militar había decidido estudiar áingeniería industrial y junto a su hermano, Archie quien se inclinaba por las leyes viajaron a Harvard.
Y pues Emilia Elroy, no fue la excepción, por fin abrio su corazón a sus queridos nietos y reconoció el error que había cometido al culpar a la pequeña Candice a causa de los rumores mal infundados de sus otros dos sobrinos, los Leagan.
Tras dejar el lecho de enfermedad la joven acepto el cambio de imagen que su tía abuela sugirió, sus dos coletas solo quedaron en fotos, su cabello fue recortado a media espalda y su armario se renovó por completo, ahora tenía vestidos de diseñador, jeans juveniles de buenas marcas, blusas, chalecos, sacos combinables y maquillaje hasta su ropa íntima paso de ser de algodón a fina lencería de moda.
Parte del cambio fue dejar de trabajar como enfermera e ingresar a la universidad de Chicago para graduarse de doctora y volverse pediatra pues reconocían que todo podía cambiar menos su amor hacia los niños.
Hasta para la insufrible Eliza Legan habían cambiado las cosas, pues, al notar que la guerra con la dama de establo no pintaba buenos rumbos no le quedó de otra que aceptarla y darle su lugar como una Andrew.
Daniel también cambió de actitud reconociendo que muy muy en el fondo sentía atracción de aquella rubia, sentimientos que guardaría solo para él pues reconocia que era uno de los causantes de sus lágrimas.
Ambos gemelos del mal se mudaron a Florida pues los negocios familiares necesitaban de la presencia de su padre en ese lugar y ya sin algo que los entretuviera en Chicago, la decisión no fue difícil de tomar.
Los años pasaron rápidamente y el clan Andrew como solían llamarlos los viejos patriarcas, se reunirían este año en Escocia.
Esta reunión era todo menos pomposa, como la prensa lo pintaba pues la familia se reunía a participar en parrilladas, fogatas después de largas cabalgatas, a veces acampaban junto al lago, en fin, la familia amaba compartir con los suyos en actividades al aire libre.
La excepción era un baile de caridad al que asistirian en Londres y pues, la celebración de graduación de los muchachos Andrew.
Estas hermosa fue el halago de un alto y guapo rubio de ojos color celeste cielo prodigaba a su pequeña hermanita quien hacía su arribo a la ciudad de Londres.
Los flashes no faltaron pues aunque ellos no lo quisieran y amaban su privacidad pertenecían a unas de las familias más importantes y sus celebraciones siempre atraían a la prensa nacional e internacional.
Joven magnate es visto en el aeropuerto de Londres con su nueva conquista, susurraba una muy divertida joven al oido de su querido hermano, cuando se aproximaban al lobby saturado de periodistas.
Ni que lo digas pequeña, pero sabes que demosles algo de que hablar, ¿me sigues?
Por supuesto hermanito le dijo dejando un beso en su mejía.
Ambos jóvenes se tomaron de las manos y muy cariñosos se dirigieron a la salida del lugar.
Como era de esperarse el día del baile llegó y cuatro parejas se preparaban para echar la casa por la ventana.
Cuando las horas de corte y arreglo de cabello, mascarillas, cremas faciales y corporales así como maquillaje y perfume habían terminado cuatro hermosas mujeres descendieron enfundadas en hermosos vestidos de gala dejando impactados a sus escoltas.
¿Hermanita te parece si seguimos con el escándalo del aeropuerto? Dijo un divertido Albert cuando noto en la gala a cierta persona.
Por supuesto, contesto la joven sin sospechar los pensamientos de su hermano.
Ven
¡Hijos! Hoy necesito que se comporten... una muy seria Elroy sorprendió de pronto a nuestros jóvenes.
El baile de pronto comenzó y para abrirlo diez parejas de las familias más importantes de Londres debían participar, por lo que Albert tomando de la mano a su hermana se dirigió al centro de la pista.
En una de las vueltas en que Albert y Candy giraban al compas de la música, los verdes ojos de aquella hermosa ataviada mujer se toparon nuevamente con esos ojos que si la más oscura noche le hacía olvidar.
¡Terry! Susurro palideciendo.
¿Que dices pequeña?
Umm si, ya te percataste de su presencia, se aclaro la garganta.
La joven asintió pues no lograba pronunciar palabra alguna por la sorpresa.
Perdona pequeña, yo le invite, lo he encontrado en una junta de negocios y pues.
No te preocupes hermano, dijo la joven limpiando son sutileza una inesperada lágrima que descendía por su joven rostro.
Ven necesitas aire fresco. Le dijo el galante joven llevándola a uno de los balcones que daban al hermoso jardín y en donde se apreciaba la noche.
La joven se dejó guiar mientras tomaba una determinación en su interior.
¡No lloraré más!
Lo amé, talvez lo amo aún pero no debo dar rienda suelta a mis sentimientos, ya soy una mujer adulta que sabe seguir adelante. Además es un amigo de la familia y compañero de estudios.
Y con esta determinación llego a aquel balcón.
De haber sabido que reaccionarias así, no lo invito, le dijo resignado su adorado hermano.
No digas eso Bert, él, es un buen amigo.
El joven rubio quedó mudo ante tal aseveración.
¿Amigo?
Si Bert, lo que pasó entre nosotros fue un romance de colegio, no le demos más vueltas ¡si!
Yo soy feliz.. soy doctora, tengo a mi familia conmigo, hasta los Leagan me han dado mi lugar. Así que no debo pensar más en el pasado, ambos decidimos nuestras caminos y ....
Ok ok, dijo el joven tratando de comprender aquel mar de ideas que su hermanita del corazón, le recitaba casi sin respirar.
Bueno, si es así pequeña no tengo nada más que decir.
¿Quieres regresar al baile?
Hay varios cballeros esperando a bailar contigo. Le dijo levantándo picaramente las cejas.
¡Bert!
Volveremos en un momento, en este momento solo quiero algo refrescante.
Será un gusto pequeña, tu leal lacayo te traerá ese "algo"
Cualquier bebida esta bien Bert, recuerda que ya no soy una niña.
Lo sé hermosa, ya eres toda una bella dama. Dijo el joven haciendo una venia y salió a conseguir la bebida.
Umm alguien garraspeó, después de unos minutos que la joven se quedó en soledad tratando de ordenar todos aquellos pensamientos que como cascada había expresado a su hermano.
¡Hola... pecosa!
Por ELYER G.