Veo el reloj marcan las 6:13 p.m. Si, lo supuse antes de mirar mi muñeca , desde nuestro último encuentro todos los días mecánicamente algo me lleva a esa hora para comprobar que las manillas del reloj están en las 6:13 p.m. , y no , no es que está descompuesto , solo es el instante latente, el recordatorio de la hora del cambio.
Me coloco la chaqueta, guardo la nota en mi bolsillo y salgo de la oficina.
Según mis cálculos ya deben tener todo casi listo. Debo mantenerme y esperar.
Conduzco a la propiedad principal de la familia. De inmediato recuerdo mí refugio, el único lugar seguro que siempre tuve, si, debo ir a ese cuarto , mi casa, donde me despojo y saco mis miserias, allí es donde puedo ser.
Entro en la mansión directo a él, discreto recorro los solitarios pasillos, casi invisible hasta llegar a el, entro, cierro la puerta rechinante con seguro.
Siento la diferencia en la atmósfera, las telarañas están en el mismo lugar, más grandes, el papel tapiz carcomido, el olor a vejez y encierro, si... Necesito un trago, rebusco en el desorden, me gusta así, siento cada detalle del lugar como ha sido siempre mi vida, hasta que solo consigo una última botella a medias de entre todas las vacías, leo la gastada etiqueta de vino, sirvo y tomó un largo y detenido trago, hasta que comienzan a caer parte de mis capas, con las imágenes reproduciéndose frescas en mi mente, el sonido de una rata me alerta y tropiezo con la mesa tumbando la botella, cae el vaso, ¿A que se asemeja esa mancha que quedo? -Pfff…- digo cansado, quitó mis lentes, me arrastró al piso, dejo brotar unas lágrimas, no son de dolor, no, es, es ¿liberación?
No se cómo este hecho me produce esa tranquilidad…El peso en mis hombros, la presión del pecho, finalmente todo desaparece, respiro ligero, aprieto mis sienes en este frio y asqueroso piso, todo está oscuro en la habitación, no me asustan las formas de la oscuridad siempre he vivido mezclado entre ellas, en las tinieblas.
Arruinando todo a mi paso, marchitando gente, pero ¿Era lo que yo de verdad quería? O fui el títere de un ser más ruin, dependiente de sus fines, al que halaba y tensaba los hilos solo en función de destruir. Un blanco fácil, un peón el cual sacrificar.
Respirando profundo, siempre me lo pregunte, incluso en ese momento, ¿Me habrá amado? ¿Sabría sentir algo?, no pongamos calificativo a qué, pero ¿Lo habrá logrado?
Recordando las últimas palabras que dijo, se convenció que era un rotundo no.
Revolvió nuevamente su pelo soltando a su vez risas histéricas, carcajadas enfermizas que daban paso a su definitiva liberación. ¡Si! Al fin, puedo pensar, decidir, respirar.
Ya ese diabólico ser no tiene el poder de someterlo.
Él tuvo que cortar eso, salvarse, sí…
Escucho pasos, alboroto, respiro profundo, serenándose, sintió el frío de la noche calar sus huesos… Pero lo disfruto, agradeció no haber encendido la chimenea.
Levantándose corrió la cortina polvorienta, notando las luces de los carros que empezaban a estacionar en la propiedad, miro al cielo y sonrió al notar que no había ninguna estrella, ni asomo de luna… Solo las luces de las calles, todo artificial como ella.
Se apartó de la ventana y saco el papel de su bolsillo, arrugado, lo estiró, vio algunos garabatos y frases inconclusas, como le costó llegar a ellas, es que no podía plasmar la gran satisfacción ¿Cómo podría? No... Lo guardo. , acomodo su apariencia como pudo y se dispuso a bajar.
La escena era digna de un tráiler de terror… Vestidos todos con oscuras ropas, caras largas, llorosas, murmullos.
Seguí directo al salón principal tomando una rosa blanca en el trayecto con mi cara de póker, me le acerque –Musite entrecortado: Hermana te amo tanto- Pero en mi mente, mientras colocaba la flor en su ataúd, venían a mí una a una, las puñaladas que le di hasta que dijo, sonriente -Lo logré Neil ¡No tienes retorno!- Tosiendo, ahogándose en su sangre y dejándose ir al infierno.
La asesine, si, y no, no estoy arrepentido, no estoy perdido, no lo consiguió, aquí estoy por decir el discurso de hermano dolido antes de su sepelio, libre para empezar al fin a vivir.
Una vez todo acabo, solo encendí un cigarrillo y con una sonrisa musite – ¡A iniciar nuevamente en Florida!
Eliza luego ajustaremos cuentas en el infierno o porque no, miro el reloj 6:15 p.m. Quizás pueda conseguir una total redención.