TERCERA PARTE
Mientras el joven trataba de procesar en que momento había ocurrido aquello, la enfermera se sentó a horcajadas sobre sus piernas, el hombre por instinto se removió haciendo que las patas de la silla de madera chirriaran contra el pulido mármol del recinto. El cuidador de la biblioteca tosió despertando de su apacible sueño.
- ¿Quién anda ahí? –preguntó el anciano en voz alta.
La mujer cubrió la boca de Neal mirándolo con severidad, advirtiéndole con aquellos ojos fríos que no se le ocurriera hacer un solo movimiento. Luego irguió la espalda y mostró la cabeza por encima de la mampara de madera que separaba el hermoso centro circular con sus anaqueles de caoba rodeándolo y las mesas de estudio al fondo, donde ahora se encontraban.
-Soy yo, John. Perdón por el ruido, sin querer dejé caer una silla –dijo ella con su tono impersonal de siempre.
-Querida Flammy, casi me matas de un susto. ¿Te quedarás a estudiar ésta noche? –Preguntó con afecto el viejecillo.
-Sí. Algo, así. Hay una lección que debo dar y necesito estar preparada –Dijo ella sin inmutarse, mientras pasaba su mano libre por entre los cabellos castaños del caballero bajo sus piernas, provocando que éste echara la cabeza hacia atrás con poca sutileza.
-Bien. Estudia mucho querida, para que sigas salvando vidas. Yo iré a la cafetería antes de que la cierren. Regresaré. Si tienes que retirarte, deja la llave en la maceta, ya sabes cuál.
-Gracias John. Así lo haré, provecho con sus alimentos.
Al poco tiempo se oyó una puerta cerrándose y el sonido de los pasos desapareció. Ahora estaban solos en aquel lugar. Ella acarició el moreno rostro impertérrito con sus finos dedos. Acto seguido, se levantó del tibio regazo, el muchacho obedientemente se mantenía callado.
-Bien, veamos, ¿Qué usaremos para darte una verdadera lección que no olvides nunca? – dijo ella mientras se alejaba.
Neal al ver que estaba ridículamente estático, sintió un tremendo enfado. ¿Acaso era un títere sin voluntad? El dejó caer la cadera de la silla irguiéndose con dificultad, intento darse la vuelta para tratar de liberarse. Sus muñecas estaban firmemente atadas al respaldo, si intentaba irse tenía que arrastrar la pesada poltrona forrada en cuero o cargarla y huir de ahí con las manos atadas a ella. El hombre se encontraba encorvado, batallando por intentar liberarse, hasta que un fuerte sonido rompió el silencio.
- ¡Ah! -Gritó ante la sorpresa por la sonora nalgada que había recibido en el trasero. Sus ojos inyectados de furia por la sorpresa y el ácido dolor del golpe. Esa mujer se había atrevido a nalguearlo como si fuese un crio, apenas y podía creerlo, cuando volvió a abrir la boca para protestar, ella se la tapó con la mano.
-No te he dado permiso de hablar “señorito malo” –Dijo con un tono seductoramente burlón.
Ante el apelativo por el cual lo llamó, él joven elevó los ojos desde su posición y la miró incrédulo, casi jactancioso.
-Tienes que ser un buen chico y aprender la lección -inquirió la fémina, sabedora de su posición de poder.
- ¿Qué te has creído? ¡bruja! En cuanto me suelte de ésta… mierda… verás que tan malo puedo ser –Exclamo él, retándola.
- ¿Bruja? –ella sonrió fingidamente- Me han dicho cosas peores –su semblante se volvió serio- Quieres saber, ¿Qué es lo que una bruja como yo, es capaz de hacer?
Ella se posicionó tras él y con rápidos movimientos de sus manos aflojó los botones de su pantalón y se lo bajó hasta atorarlo en los muslos junto con las calzas. Volvió a darle una sonora nalgada que resonó por todo el lugar, haciendo un eco encantador con la acústica. El hombre jadeo, la fusta colgando entre sus piernas comenzó a despertar, hinchándose de inmediato. Lo sentía, ahí estaba la sensación aquella tan deseada, que casi suspiró, estaba siendo “afinado” vibraba en armonía, como el diapasón que era. Quería saber hasta que tono era capaz de solfear.
Ella sobó el glúteo de tono dulce y rosado por el golpe que le había dado con la mano abierta, luego la deslizó furtivamente hacia el sur, hasta tentar las pesadas “joyas de la familia”. Las acunó suavemente logrando el efecto deseado; los muslos temblaron ligeramente ante la sutil caricia, esto era diferente, no como la primera vez. Los pálpitos del cetro real de su majestad, provocaron que ella quisiera también tomarlo en sus manos, como, seguramente, su dueño lo hacia todo el tiempo. Con la mano libre apresó la carne hinchada con suavidad y frotó toda la vasta longitud, aprendiendo mediante el tacto de la yema de sus dedos, cuál era su forma, textura y grosor. Realmente no estaba decepcionada y el hombre tampoco ya que aquellas “finas joyas” aceptaban con agrado las atenciones, pero eso, era solamente el principio.
El tesoro real de pronto se sintió desprotegido de la tibieza de aquellas suaves manos, Legan escuchó que los pasos se alejaban ¿A dónde? No tenía idea. Ésta vez las cosas no se iban a quedar así.
-Oye, mujer del demonio…
-Si vuelves a abrir la boca me iré, te dejaré aquí tal y como estás, hasta que regrese Don John y pueda… “echarte una mano”. Ahora, ¡guarda silencio!
Dominio total y autoridad en la voz femenina, sin la necesidad de elevarla. Neal iba a protestar, pero cerró la boca de golpe. Estaba sudando, ¿Qué pasaría si ella decía la verdad y lo dejaba ahí en ésa posición incómoda? Con todo su ser quería gritar y arrastrar la silla hacia la entrada, pero, si cerraba un poco las piernas sus pantalones se irían hasta los tobillos, no podría caminar sin caer, al primer paso. Apenas y podía sostenerlos en los muslos, mientras mantenía las piernas penosamente abiertas con sus delicadas y ansiosas “alhajas” expuestas. Sin embargo, la situación era excitante, los pasos de la chica dando vuelta por el lugar le pinchaban las ingles, por la anticipación. El nerviosismo de que el anciano volviera y los encontrara así, era un aderezo morboso, penoso, pero agradablemente picante. ¿Qué diantres hacia ella que no volvía? –pensaba- su mente luchaba, cuestionaba airada en desquicio total. No se atrevía a contradecir a su celadora, no con sus “tesoros” tendiendo entre las piernas, impúdicamente. Mientras su mente era un caos, su cuerpo parecía bullir, aprisionado y estático. Serenándose un poco sintió la cercanía de la mujer parándose a un costado de él.
Un fuerte chasquido rompió el silencio. Ella había azotado algo contra su mano haciendo que aquella inesperada vibración se deslizara por su trasero desnudo bajando por sus piernas desnudas, luego subiera por su espalda rápidamente hasta su cuero cabelludo y lo hiciera estremecer. Gimió, pero no se atrevió a abrir la boca. Su cuerpo se inquietó, no podía controlarse, ella metió la mano por debajo de su camisa, sobó la espalda como intentando calmarlo ¿De qué? No tenía idea y no le importaba. Bajó la mano hasta las asentaderas, calentó la carne con movimientos circulares, cuando estuvo tibia la piel, araño suavemente desde la parte trasera de sus muslos hasta el coxis, entonces nuevamente sobrevino la nalgada. Luego otra, y otra y otra.
Legan contuvo lo más que pudo los jadeos y gemidos dentro de su boca, estaba sudando copiosamente. Cuando ella paró, quiso suplicar que siguiera, pero… una especie de vara delgada rompió el aire estrellándose en sus nalgas y entonces sí, no pudo contenerse, el alarido fue indescifrable.
-Repita conmigo “señorito malo” No debo desobedecer las reglas de la bruja –dijo ella con voz ronca- No debo desobedecer o seré castigado.
Ya no importó nada, mientras lo tenía sujeto por su hombría la chica le dio unos cuantos azotes más con una vieja palmeta, luego volvió a nalguearlo hasta que notó que la crisis estaba cerca. Se levantó el ruedo de su blanco uniforme pegando el pubis húmedo e hinchado contra las posaderas calientes de su “receptor”. Tomándolo firmemente, restregó el monte de venus contra la punta de aquella lanza escarlata, febril la hundió un poco en el vértice de la secreta cerradura que custodiaba el paraíso prohibido, una, dos, tres, cuatro veces, antes de perder el control presionó la base del miembro para evitar la deposición torturando al hombre un poco más hasta que ella estuviese satisfecha; una femenina y afilada daga dorada contra el acero ardiente de un emperador, en duelo. En cuanto alcanzó su ambición soltó el agarre y se retiró al mismo tiempo, provocando con esa acción que Legan vertiera sobre el forro de cuero rojo de la silla, todo el potente ardor que guardaban sus enloquecidas entrañas.
-No quiero verlo nuevamente por aquí, “señorito malo” –Dijo ella con la respiración entrecortada.
Antes de que el joven se recuperara del todo, ella se acomodó el uniforme y comenzó a alejarse. Neal con la vista nublada, al fin pudo balbucear algunas palabras.
-Espera, no vas a dejarme aquí. Desátame.
Aún con los remanentes del orgasmo surcando por todo su cuerpo, miró como ella estaba en la puerta de salida.
- ¡Oye!
-Si sigues halando así, el nudo se apretará más. Sólo… se penitente e inclínate hacia adelante, tonto. ¡No regreses!
Luego de eso la vio desaparecer por la puerta principal.
- ¡Oye! –gritó, pero no obtuvo respuesta- Penitente… ¿Qué quiso decir?
El trataba de forcejear con la cuerda que apresaba sus muñecas, pero se dio cuenta que mantuvo todo el tiempo los puños cerrados haciendo presión.
“Penitente” susurró él. Junto las manos como si fuera a decir una plegaria e hizo suavemente las manos hacia el frente y el nudo se corrió, aflojándose.
- ¡Maldita… loca! -dijo él con una sonrisa ladina. Se quitó la sonda, la guardó en el bolsillo de su chaqueta, se acomodó la ropa y con su pañuelo de seda limpió el desastre que había dejado sobre el fino asiento de la silla ¡No! corrección, el desastre que ella, ¡sí! ella, había provocado.
- ¿En qué momento se quitó los calzones? O… ¿quizás no los usa? ¡Mujer pervertida! –siseo paseándose la lengua por los labios secos- Las cosas no se van a quedar así.
Cuando comprobó que su atuendo estaba más o menos decente, se dispuso a marcharse antes de que regresara Don John. ¿Qué hora era? el joven cayó en la cuenta de que la enfermera sabía que el hombre iba a tomarse su tiempo, por eso nunca se apresuró a “castigarlo”. Cuando pasó frente al escritorio, que era el lugar de trabajo de John el viejo amigo de Flammy Hamilton, observó que había una pequeña llave metálica. El hombre sonrió, tomó la llave, salió de aquel lugar y cerró la puerta.
Legan se había dado cuenta que ella era zurda, y que John también lo era por la forma en que estaba acomodado el libro de registro. Así que, con satisfacción puso la llave en la maceta del lado izquierdo de la puerta principal.
-Izquierdo. Siniestro. Estamos del mismo lado, bruja blanca -Luego desapareció por el adoquinado corredor oscuro.
La brisa nocturna olía a limpio, a césped cubierto de rocío; olía a abedul, a sofocante, sensual y deliciosa gardenia. Los olores parecían tan nítidos, el viento tan fresco, la noche tan oscura y el cielo claro al mismo tiempo que, la considero su amiga.
¿Qué demonios estaba ocurriendo con él? Todo parecía mostrarse con un tinte distinto, un significado oculto por mucho tiempo era revelado al fin, ante sus ojos. Aquellos ojos castaños veían el mundo a su alrededor tal y como era, apasionado, febril, intenso, seductor, enigmático.
Legan ya no era el mismo, algo dentro de él le decía que en sus manos tenía un hambriento poder que nunca sospechó llegar a poseer, se detuvo en la penumbra observándose las manos, esas que hacía momentos atrás estuvieron atadas, creyó ser esclavo, estaba equivocado. Reviviendo el momento, lo que ella había hecho, tocarlo, tocarse, confiarle la llave de aquel lugar, marcharse sin despedirse solo… ordenando, manifestando la prohibición, marcando la directriz que él estaba más que dispuesto a romper.
La noche pareció convertirse en día, un día soleado y brillante justo ahí en medio de la oscuridad de la noche sin luna y sin estrellas. Neal Legan sonrió satisfecho. Ahora lo sabía, lo entendía y…
-Acepto el juego, bruja blanca.
FIN.
Gracias por darle la oportunidad a la historia, por su recibimiento y por todos sus comentarios tan lindos.
Mayra.
"EL REVIEW ES EL ALIMENTO DE UNA IMAGINACION CREATIVA, AGRADEZCO EL TUYO EN COMPENSACIÓN A LA MIA"
La diosa Mónica Naranjo
DESÁTAME
"Desátame o apriétame más fuerte, pero no quiero que me dejes así. No pararé yo me muero por tener algo entre tu y yo. Algo contigo, ay, amor"
DESÁTAME
"Desátame o apriétame más fuerte, pero no quiero que me dejes así. No pararé yo me muero por tener algo entre tu y yo. Algo contigo, ay, amor"
SPANKEE parte 1
https://www.elainecandy.com/t28447-para-the-society-of-the-devil-spankee-una-historia-kinky-by-chica-de-terry
SPANKEE parte 2
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Última edición por ODET la chica de Terry el Jue Abr 28, 2022 11:15 pm, editado 1 vez