Estábamos en la playa, yo me encontraba recostada en mi camastro, muy relajada, poniéndome al día en las múltiples redes sociales, mientras daba pequeños sorbos a mi delicioso Martini sabor granada, cortesía de mi queridísimo Albert. Cuando una sombra se posa sobre mis hombros bloqueando por completo el resplandeciente sol. Con un poco de sorpresa levanto la vista y allí estaban los “muñequitos del amor” (apodo que les otorgué a C & T) destilando burbujitas en forma de corazón por doquiera que pasaban (con un poco de imaginación no es tan difícil no verlas) Al unísono pedían que les sacara una fotografía.
Minutos más tarde me encontraba frente al grupo, tratando de capturarlos en su mejor pose, lo cual era casi imposible, ya que debido a la inolvidable noche de club la noche anterior hubo una serie de acontecimientos en cadena que no esperaba, pero que mi cámara muy ágil aprovechó.
Annie se encontraba en tal mal estado que un Archie preocupado sostenía su larga cabellera no sabiendo que hacer para que esta se sintiera mejor, y ahí de rodillas en la arena en una posición nada glamurosa dejó que la naturaleza siguiera su curso vaciando completamente su estómago sin pensar que sus fluidos corporales arrastrados por las suaves olas terminarían manchando el impecable bikini blanco de Patty quien se encontraba a unos metros recostada sobre la deliciosa arena.
Stair que miraba atónito, y con el estómago a punto de revolver no pudo hacer más que salir corriendo en busca de algo para limpiar a la despistada Patty que tendida en la arena ignoraba lo que estaba pasando. Afortunadamente tenía en su maleta un invento infalible para la ocasión; su PRO-ST3000. (un pequeño aparato autosustentable que despedía vapor a base de fricción).
Stair iba tan apresurado que por poco tropieza con Karen, esto me hizo girar con mi cámara para captar lo que a continuación acontecía, Karen se deleitaba poniendo bloqueador en los fuertes y trabajados brazos de Albert, quien parado disfrutaba también del momento con sus ojos cerrados. Cuando una gaviota que volaba muy bajo dejó caer su excremento en la frente de él. Albert instintivamente usa sus manos para esparcir la sustancia blanquizca sobre su cara sin imaginar lo que realmente es. Karen me mira, y no sabiendo que hacer, solo sonreímos en complicidad.
Finalmente, después de los gritos y el alboroto que se armó el caos sucumbió y logré unas imágenes maravillosas. Los chicos felices, disfrutando al máximo de estas inolvidables vacaciones que estoy segura pasarán a la posteridad. Me digo esto mientras doy un sorbo a mi bebida y mis labios se curvan en una pícara sonrisa al repasar todas las joyas captadas por la lente de mi cámara fotográfica que guardo como tesoro en mi Secret Photo Vault.
-Sin duda alguna, tengo material suficiente para divertirme durante mi días de aburrimiento en el colegio por un muy largo tiempo-.