Su sonrisa ladeada, su mirada traviesa, su porte elegante, todo él hacia que ella no pudiera dejar de verlo. Terry la vio apenas entro por aquella puerta. Desde lejos la estuvo observando, intentando pasar desapercibido entre las personas, en realidad le hizo sonreir el hecho de que justamente fuera vestida como aquella vez, tal vez por ello la reconocio, tal vez por eso o porque a pesar del tiempo conocía su figura y su porte a la perfeccion.
Vio su figura torpe caminando entre los invitados, con una copa en la mano que seguramente alguien le habia dado y ella habia tomado pensando que era agua, se le veía algo confusa y buscando a alguien, tal vez a la persona con la que habia llegado del brazo. Se fue acercando poco a poco, se quito el antifaz que se usaba en esas fiestas, lo dejo a un lado y camino cual león observando su presa.
Un par de personas intentaron detenerle para hablar con el, para pedirle un autógrafo o simplemente para admirarlo mas de cerca, pero el nunca la perdió de vista. Ella camino hasta el balcón y el supo que su oportunidad estaba en ese instante, se zafo de la mujer que en ese momento le comentaba que habia visto todas sus obras y camino hacia donde ella se habia perdido.
- “Soñé que mi señora venía y me encontraba muerto y respiraba tal vida con besos en los labios que revivía y era un emperador”.
Ella se quedo completamente congelada al escuchar aquella voz, pero conforme seguía recitando aquel párrafo volteo y le brindo su mejor sonrisa.
- Terry!!!
- Hola Candy.
- Me asustaste.
- No era mi intención, mas bien quería… enamorarte.
Ella no supo como reaccionar ante esa palabra, pero luego se relajo un poco y camino hasta donde Terry se encontraba.
- No creo que las palabras de un personaje pudieran hacerlo. Me da gusto volver a verte, no esperaba encontrarte aquí.
- Yo tampoco, no crei que fueras una millonaria con ínfulas de benefactora.
- No lo soy… Albert si.
- Vino contigo, no es cierto? Los vi a ambos entrar, donde esta el?
- No lo se, como siempre se desaparece, apenas lo ve alguien importante y me piden disculpas para alejarlo.
- Ah, es que acaso vas a donde el va? –pregunto un poco contrariado.
- Es mi castigo, perdi una apuesta. Es su única forma de que la Tia Abuela no le regañe por ir solo a todas partes.
- Ah. Pensé que tu y el…
- Que? Albert y yo? Jajaja, no Terry, somos amigos.
- Entonces? Podemos bailar?
Candy sonrio, pero no se movio de aquel lugar...el la tomo de la mano guiandola de vuelta al salon.