Todos se inclinaron al entrar el par de hermanos junto con su primo, que no esperaron ser presentados formalmente.
Susana estaba nerviosa, pero feliz de finalmente conocer a quien sería su futuro esposo.
—¡Hijos! —Richard, que ya estaba en pie, se acercó a ellos para darles la bienvenida.
Susana, que se ponía de pie como los demás, miraba con admiración a estos hombres, no podía creer tal despliegue de hombría y belleza combinada, todos tan distintos y bellos al mismo tiempo, sus ojos se movían repasando a cada uno con igual fascinación. Eran simplemente hermosos, el rubio, el moreno y sobre todo el castaño.
Pero Terry simplemente la dejo perpleja, con esa impresionante e intimidante mirada, el atractivo hombre la tenía hechizada, aunque él ni siquiera la había visto. Tenía miedo y algo de dudas, no sabía lo que era estar enamorada ni se le pasó por un momento llegar a hacerlo, no de un desconocido.
Reconoció que el rubio era simplemente hermoso y la sonrisa y mirada del pelinegro eran encantadoras, pero el castaño fue su hombre perfecto y elegido por ella.
—¡Esposo! Me siento honrada de que hayas vuelto —las palabras de Eliza llamaron la atención de Susana, al pasar a su lado la rubia la miró interrogante. ¿Quién era su esposo y sería el suyo en un futuro?
Eliza que se dirigió con elegancia y gracia hacia los tres hombres y el rey, se sintió complacida de ir con uno de sus más hermosos vestidos y bellamente arreglada. Ya que desde que su rival estaba en el castillo ella estaba dedicada a verse superior a ella en todos los sentidos.
Eliza pasando por el lado de Anthony y su padre, se encontró con la mirada de un deslumbrado rubio y esta se estremeció, fue como una corriente en su ser. Continuó su camino con sentimientos encontrados hasta llegar a donde estaba Terry. Que estaba ahí, a unos pasos más retirados de su padre, hermano y primo, con la mirada más fría que nunca.
Eliza ya frente a él, le sonrió con dulzura.
—Esposo. Qué alegría que hayas vuelto —ella lo miró con alegría.
Terry trató de devolverle el gesto, pero sin éxito.
—Esposa, espero que te hayas encontrado bien —Terry, ante la mirada expectante de todos, tomó su mano y la besó.
Susana estaba abrumada de saber que el hombre del cual ella quedó prendada no era otro que su futuro esposo, eso ya lo tenía claro y haría lo que fuera con tal de ser la futura reina de Inglaterra y dueña del corazón de Terry. Solo tenía un maldito obstáculo, miró a Eliza con más odio que nunca.
El rey por unos instantes con la alegría de sus hijos de vuelta, olvidó a sus invitados.
—Majestad —la voz de Amelia a sus espaldas lo trajo de vuelta a la realidad—¿No nos dará el placer de conocer a sus hijos? —Susana llegó a su lado.
—¡Oh, pero qué descortés soy! —exclamó el rey, viendo a sus hijos— Hijo —Richard pidió a Terry que se acercara a ellos, dejando atrás a una molesta Eliza.
Stear que estaba un poco retirado, trató de pasar desapercibido, no era muy afecto a estas reuniones, prefería lo apacible de una buena biblioteca llena de libros.
—Stear, ven, quiero presentarte a ti también, eres como otro hijo —Richard llamó a un incómodo Stear con su mano—. Hijos, es para mí un honor presentarles a Amelia Marlowe, reina viuda consorte de los reinos Germánicos —el nuevo rey, Archibald se acercaba al lado de una feliz Annie.
—Y él es… —Richard señaló al monarca.
—Sé quién es padre. El nuevo rey de las tierras Germánicas —Terry se dirigió con prisa e intriga al joven soberano— Majestad, es un honor, hace tiempo quería conocerlo —Saludó Terry.
—Fui coronado pocos días antes del viaje hasta sus tierras. Así que sería más fácil conocernos aquí que en el campo de batalla. No soy un hombre de guerra, Terry, soy un hombre de palabras —dijo el joven de la edad de Anthony.
—Eso escuché, que quiere la paz —respondió el castaño
—Bueno, no es hora de hablar de guerra o paz. Es hora de celebrar que ya están aquí —interrumpió un feliz Richard.
—Hijo, quiero presentarte a un miembro más de las tierras Germánicas —Richard hizo una pausa mirando la reacción de su hijo ante la rubia—. Ella es la princesa Susana —dijo señalando la joven que lo observaba casi con devoción y claramente deslumbrada.
—Es para mí un inmenso placer conocerlo al fin. Su fama es reconocida en todo nuestro reino y en los confines de la tierra —ella le hizo una inclinación sin dejar de mirarlo, con algo de timidez y admiración.
El coqueteo de Susana a Terry fue evidente, tras una furiosa Eliza, Anthony se le acercó y la tomó del brazo con discreción.
—Tranquila, Eliza —Anthony le sonrió, aplacando la molestia de ella.
—Es un gusto volver a verte —le dijo el rubio a la pelirroja.
—Para mí también es un gusto que estés de regreso —expresó Eliza, olvidándose de Susana y su esposo. Richard notó la cercanía de su hijo menor y la que aún era su nuera e interrumpió.
—Anthony, hijo, ven te presentaré a los invitados.
En esos momentos Annie se acercaba a Anthony y este le sonrió con alegría a su hermana. Susana no dejaba de mirar a Terry con la más franca admiración, pero Terry retomó la atención en el nuevo rey.
—Vine con prisa cuando supe que nos visitaba —dijo Terry a Archie.
—No planeo quedarme mucho tiempo, debo regresar —continuó el rey germánico.
—Visitábamos —interrumpió Amelia a Terry—, mi hija desde que supo que lo conocería está más feliz que nunca —dijo sin el más mínimo respeto a los presentes— y tal vez, nuestra estadía sea por un largo tiempo —concluyó.
—Bien, tenemos un miembro más que queremos que conozcan —Richard intervino de inmediato al ver el desconcierto de Terry— Anthony, mi segundo hijo y segundo a sucesión al trono —Richard llegó con Anthony, Annie, Eliza, y Stear, hasta donde estaba Terry y sus invitados.
Susana y Amelia se inclinaron con gracia ante el joven rubio, acompañada de una venía de Archie el cual se notó amable.
—Ahora que ya conocen a nuestros invitados, pasemos al banquete que les tengo preparado, ya tendrán tiempo de descansar —fue casi la orden del rey.
El ambiente en el lugar era tenso, Eliza estaba más inquieta que nunca. Susana no dejaba de mirar a Terry de forma descarada, pero este parecía no notarlo, eso la tranquilizaba un poco, veía que su esposo no parecía deslumbrado por la belleza de la joven rubia, él se mantenía atento a las palabras del joven rey, ajeno a los coqueteos de la princesa.
Creyendo que tenía esperanzas de concebir y hasta de que se enamorara de ella, en todo momento trató de verse más enamorada que nunca de su esposo, a Terry ese gesto de ella tampoco le importaba mucho, se notaba incómodo, devolviéndole sonrisas forzadas y fijando la mirada en cualquier otra persona que no fuera la pelirroja. Provocando las risas indiscretas de las Marlowe al darse cuenta de la esquiva actitud del heredero.
—Circe —Patty tocaba la puerta que conectaba al pasadizo de su ama.
Candy de inmediato se cubrió el rostro, acariciaba a su ave, parecía tener una charla con ella.
—Pasa, Paty —dijo esto hablando con voz grave de nuevo.
Paty ingresó con prontitud, su semblante era de preocupación.
—¿Pasa algo Paty? ¿O a la futura reina? —indagó Candy
—Circe, llegó la hora —Paty la observó con algo de miedo—. El príncipe Terry acaba de llegar —Terminó algo nerviosa.
Candy se estremeció, recordando de inmediato los intensos ojos azules de aquella visión.
—Llegó la hora de que hagas algo por ella o morirá —aclaró, con voz trémula.
Candy tembló al evocar la imagen del hombre del que dependía la vida de la princesa española, la visión que tuvo la tenía confundida, no sabía qué pensar de ella. Pero no quería que nadie muriera, si de ella dependía debía jugar bien sus cartas.
—Claro Patty, dile a la princesa que me visite a la brevedad, debo verla —terminó la mujer, Paty solo asintió y salió.
Eliza no había probado bocado en el banquete, desde que ese par de mujeres estaban allá, trataba de que los alimentos que consumía eran los que le llevaban a su cuarto. Desconfiaba incluso de su suegro, que el tomara esa decisión para dejarle a Susana el camino libre, solo consumía alimentos servidos por Patty o Luisa que le juró lealtad a ella y solo a ella, estaba sola y lo sabía.
Y la verdad, con la presencia de su esposo en el castillo no se sentía muy segura o protegida, ya que el castaño tenía la misma actitud con ella, fría y distante. Se notaba que no la había extrañado ni un poco, eso le destrozaba el corazón; recordó las palabras de Circe, aquellas que le dijo que él jamás la amaría y lo peor de todo, era que Susana y su madre ya habían notado el desamor de Terry hacia ella y lo aprovecharían a su favor, ya que Susana no dejaba de mirarlo.
Pero ella era más inteligente, tenía a Circe y esa era su carta secreta. No se quedaría quieta ni esperando a que su suegro o ellas la destruyeran. Además, le había escrito a su hermano, necesitaba a alguien de verdadera confianza.
—Espero que llegues pronto —dijo para sí, mirando el plato de exquisita comida, pero que no se atrevía a probar.
—¿Todo está bien, Eliza? —dijo Terry mirando su consternación, era verdad que no la amaba, pero como su esposa la trataba con el debido respeto.
La mirada de molestia de Susana hacia ambos no pasó desapercibida para Eliza, que ahora tenía la atención de Terry, algo que elevaba su ego y alegría, y más al darse cuenta de que Susana los observaba furiosa. Tras devolverle la mirada a su enemiga, respondió a su esposo.
—Esposo, en estos días no me he sentido bien —dijo esto con fragilidad—. Iré a mi cuarto a esperarte como corresponde —terminó, dándole una dulce sonrisa— ¿Me visitarás esta noche? —dijo en voz baja pero audible.
Terry la miró y solo asintió.
—Bien, te esperaré, deseo estar a solas con mi amado esposo —miró a Susana con ojos brillando de alegría y maldad.
Eliza se puso de pie e hizo una inclinación al presente, le dio una mirada a Anthony con algo de tristeza y resignación y se retiró. Sabía que dejar a Terry solo era arriesgado, pero debía hablar con Circe.
Eliza entró al cuarto, Patty se puso en pie de inmediato, era la única que sabía el secreto de su ama. Eliza lanzó con furia su corona y golpeo su cama lanzándose en ella.
—Majestad, debe calmarse —Patty quiso consolarla.
A pesar del carácter fuerte de Eliza y sus tratos pocos amables, Patty sentía cariño por ella, su futura reina.
—Lo estoy perdiendo, Patty —Eliza levantó su vista a su compañera—. No sabes cómo me miró y lo triste que fue ver en su mirada, que no me ama, que solo soy su esposa más no su amor —finalizó la pelirroja, bajando su rostro, el cual comenzaba a bañarse por las lágrimas.
—Majestad, recuerde las palabras de Circe. Ella se lo dijo, que él jamás la amará —dijo Patty sin pensar en las consecuencias.
—¡Cállate! —Eliza golpeó el rostro de Patty con dolor e impotencia— Esa maldita bruja hará que él me ame. Por eso está aquí y me quitará del camino a ese par de arpías —se levantó de la cama y seco las lágrimas con sus manos, la mirada fría había vuelto— Voy a verla ahora mismo, tiene que darme algo para seducir a mi esposo esta noche —concluyó decidida a cruzar el pequeño pasaje.
—Señora, tal vez deba descansar esta noche. Mi señor dudó que venga, acaba de llegar y debe estar muy cansado, mañana estará más calmada —dijo Patty a una angustiada Eliza— Majestad. ¿Su esposo vino solo?
—No, lo acompañó su hermano Anthony y su primo —habló Eliza, más tranquila y limpiando su rostro.
—¿Stear? —Patty abrió los ojos con sorpresa.
—Sí, ese hombre que es tan extraño como su padre. ¿Por qué? —Eliza miró a Paty interrogante.
—Por nada majestad, solo curiosidad —Patty, se quedó en silencio, recordando al joven Stear.
—No puedo esperar ni una noche más. Esa maldita Germánica es capaz de ir y hacerle compañía —Eliza empezaba a inquietarse otra vez, el mal humor brotaba de sus entrañas al recordar las miradas que las Marlowe le daban a su esposo. Veré a Circe —se dispuso a abrir la puerta secreta.
Un toque en la puerta la detuvo, ambas mujeres se miraron, Eliza arrugó su entrecejo e hizo una negativa con su cabeza. No quería perder más tiempo, lo que menos quería era recibir visitas indeseables. Cada segundo con su esposo en el castillo era valioso para ella.
—Mi ama está indispuesta —anunció Patty, para que se retiraran.
—Soy yo, Terry —respondió la voz gruesa detrás de la puerta.
Eliza miro a Patty con una mezcla de felicidad y sorpresa. Era la oportunidad que esperaba, estar asolas con su esposo.
Continuará…
CAPÍTULO 4
Última edición por Lady Ardlay el Dom Abr 09, 2023 8:11 pm, editado 1 vez