Hola chicas y chicos del Hogar de Pony, Carmín y yo estamos contentas por su aceptanción y comentarios a esta historia, hoy les traigo el capítulo 15, espero lo disfruten y que se vayan despejando sus dudas. Saludos y un abrazo a todos, recuerden vivir su vida como si fuera el ultimo día de su vida y abrazar y decirle a sus familiares cuanto los aman cada día, mañana puede ser muy tarde, abrazos a todos. Gracias por leer LA REINA
—Con que aquí es donde se esconde la bruja —exclamó Neil, entrando sin pedirle permiso a Candy— ¡Vaya, vaya! así que el querido Anthony tenía este secreto. Qué interesante.
Neil miró el reducido cuarto de viejas paredes, pero a pesar de todo estaban bien conservadas y todo a su alrededor estaba muy pulcro. Se notaba que era un lugar que nunca estuvo abandonado. Su mirada se detuvo por un instante en el ave que lo observaba fijamente desde lo alto, listo para atacar, pero siguió su recorrido y regresó a su objetivo.
—Así que tú eres Circe, la hechicera —la miró fijamente.
—Y usted es el despiadado príncipe español —Candy trató de sonar intimidante, usando un tono áspero en su voz— No le temo —terminó mostrándose valiente, pero en el fondo estaba temblando de miedo.
—Yo tampoco le temo, de hecho, no le temo a nada mortal o inmortal —se acercó a ella— ¿Por qué usas ese velo? Acaso tu rostro está desfigurado o es tan atroz que tienes que ocultarlo, anda quítatelo, quiero ver tu cara. No importa que tan mal se vea—Candy solo negó. Neil al ser desobedecido trató de quitarle el velo, pero Candy dio un paso atrás.
—¡Deténgase! —habló con voz fuerte.
—¿Qué me detenga? Ja, ja, ja, ¿acaso me estás dando una orden? Pensé que sabías quien era yo —la curiosidad de Neil aumentó.
Tomó con fuerza el brazo de Candy para liberarla de su manto y ver su aspecto. El ave silbó y de nuevo un aullido se escuchó, tan fuerte que hizo temblar el cuarto, dejando a Neil perplejo.
—Ese aullido otra vez. Qué animal ronda este castillo —Neil soltó a Candy y miro por la ventana, pero solo se veía la luz de la luna llena acompañada de una extraña brisa y un fuerte olor metálico a sangre, él reconocía muy bien ese olor, ya que lo acompañaba a todos lados. De repente se sintió observado y cada vello de su piel se erizó, se dijo que debía indagar, pues por alguna razón no se sentía a salvo ni él, ni su hermana que estaba en la habitación que conectaba con la habitación secreta.
Se retiró de la ventana y los ojos azules celestes que estaban escondidos en los troncos de unos árboles, a escasos metros del pasadizo, no perdieron ni un solo detalle del hombre. El hechizo puesto por Circe para no ser observadas del exterior no tenía poder sobre él. Skrael era igual o más poderoso que Circe, las garras del lobo se clavaron con furia entre la corteza del enorme roble que parecía ser un guardián más del castillo.
—Está bien, tarde o temprano me mostrarás tu cara, ahora quiero que empaques todas tus… —Neil dio un vistazo a la mesa con intriga— Tus pertenencias, te mudarás a las habitaciones que les asignaron a mis sirvientes, a partir de hoy trabajarás para mí, incluso después de que mi hermana ya no te necesite, te mantendré muy ocupada. Ya que si realmente tienes el poder del que he escuchado, tú serás mi nueva mano derecha para mis planes. ¿Entendido?
—Yo le dije a su hermana que mi estancia con ella, sería solo por algunos días mientras ella lograba embarazarse y asegurar la corona, luego me iré —dijo ella asomándose a la ventana, viendo el destello de los ojos de Skrael brillando con furia.
Candy sintió temor, sabía que Skrael estaba cerca, pero jamás imaginó que estaba en el castillo.
Recordó la visión de Terry y el temor la invadió por saber que pronto llegaría y que aparte del molesto visitante, Skrael no permitiría que huyeran juntos.
—¿Me estás escuchando mujer? —dijo Neil a Candy que parecía estar en otro mundo.
—Señor, requiero de más tiempo —se volteó para verlo.
—Está bien, bruja. Mañana a la séptima hora vendré —anunció Neil y salió a toda prisa.
Los ojos de Paty reflejaban su miedo, la joven esperaba afuera del pequeño cuarto, sosteniendo en su mano una pequeña antorcha. Al salir Neil ella lo siguió dándole una mirada a Candy o Circe como aún lo creía con tristeza, Candy solo asintió.
Candy cerró la puerta y su madre bajó de la viga y se instaló en la ventana al lado de ella. Circe sabía bien que Skrael estaba ahí y que al fin esperaba cobrar venganza contra el linaje Grandchester. Y más si se enteraba de que el futuro rey se llevaría a Candy.
—¿Madre, por qué Skrael está aquí? Crees que planee dañar a Terry si lo ve… solo falta un par de horas para que llegue —los ojos de Candy se llenaron de miedo.
—Hablaré con él —la tranquilizó su madre, que salió de inmediato.
—Candy vio como el ave después de unos minutos voló y se posó en una rama de aquel enorme árbol.
Su madre tenía los ojos fijos en Skrael y él en ella. El lobo gruñía con molestia y el ave batía sus alas dando algunos silbidos. Candy no podía escuchar de qué hablaban, pero sabía que la charla era intensa y esto la llenaba de temor. Las dos únicas personas que la cuidaron y amaron desde que era una niña, ahora parecían estar enfrascados en una discusión.
Pasaron algunos minutos así, Candy tuvo miedo de que algo grave le pasara su madre, ya que Skrael y ella parecían seguir molestos. Finalmente, Skrael golpeo con fuerza el árbol que se azotó y Circe se levantó en el aire, el aullido del lobo se dejó oír con fuerza y este partió a toda prisa abandonando el lugar donde estuvo refugiado. Los guardias corrieron al ver como el árbol se sacudió, pero el aullido los paralizó, al llegar solo vieron oscuridad y unos ojos amarillos que los miraban fijamente a través de las ramas de los árboles.
—Vamos Tom, solo es el viento —dijo Jon, uno de los guardias, sin dejar de ver el ave.
Tom por un momento miró hacia la ventana que daba al cuarto de Eliza, recordando el fugaz encuentro que tuvo con la joven princesa años atrás, él no quería traicionar al heredero, ya que siempre los trató con respeto y amabilidad, y todos ellos desde que Terry era un niño aprendieron a quererlo y serle fiel, él sería su rey algún día, la gente del reino ya lo amaba como tal; pero en las noches, cuando su cuerpo reclamaba compañía, inevitablemente Tom recordaba a la mujer más bella con la cual había intimado. Incluso mientras estaba en compañía femenina, su mente viajaba a esa noche, la culpa y el miedo lo acompañaban como una sombra, pero la lujuria y el deseo de probar de nuevo esos labios y ese cuerpo lo llenaban de un enorme placer.
—¿Pasa algo, Tom? —preguntó Jon, viendo como su amigo y hermano de batalla miraba fijamente a la ventana de la futura reina que tenía luz a esas horas de la noche—. Ven, tal vez el futuro rey esté disfrutando del calor de su esposa— Jon sonrió.
Para Tom fue inevitable sentir una punzada molesta en su pecho, pero sacudiendo su cabeza volvió a su realidad y siguió a su amigo, con la extraña sensación de que alguien los observaba, no solo la extraña ave. Miró a todos lados, pero no vio a nadie y no se equivocaba, Candy estaba ahí mirándolos y esperando que no las descubrieran.
Candy respiró aliviada cuando Tom y Jon se alejaban y su madre voló de nuevo a la entrada e ingresó.
—Madre, ¿Dime qué pasó? —Candy tenía miedo de tantas cosas al mismo tiempo y lo único que quería era que Terry llegara y finalmente se la llevara a ella y a su madre. Este pensamiento la desconcertó, que ella anhelara estar con Terry.
La voz de su madre en su cabeza la sacó de sus pensamientos.
—Hija, Skrael sabe que no debe hacer nada aún, de lo contrario no contará con mi ayuda para cumplir su venganza y reclamar lo que es suyo por linaje.
—Madre, ¿quién es Skrael y por qué es el guardián de los bosques?
Su madre se puso en la ventana, siendo iluminada solo por la luz de la luna.
—Skrael, su verdadero nombre es… —el ave miró la luna fijamente— William Albert Ardlay, es hijo del primer hijo de Ricardo, el abuelo de Terry y Margaret, la escocesa era la verdadera heredera al reino de Escocia, pero por aprender las prácticas prohibidas por los hombres, no por Dios, fue condenada a muerte. Pero huyó con su pequeño hijo en el vientre y buscó a Ricardo, el padre, pero este le puso una trampa para que fuera capturada, aun sabiendo que esperaba a su hijo. Era una mujer muy astuta, logró burlar a sus captores y volvió a huir, se refugió por mucho tiempo en el bosque y allí dio a luz. Renunció a la corona que por derecho le correspondía a ella, la única hija del rey Williams, que llevaba el fruto en su vientre del rey Ricardo. Tras traerlo al mundo con ayuda de tu abuela Pony, juró mirando a la luna con su hijo en brazos que se vengaría, con el tiempo aprendió más y más de la magia y fue conociendo los poderes ocultos del bosque y de la luna, haciendo pactos y alianzas con el reino inmaterial. Su vida se marcó por el deseo de ver caer a los que la dañaron y dejaron sola, ella vio como su padre cayó bajo el yugo de Inglaterra e hizo la enfermedad, un visitante constante a su padre y a Ricardo.
Lo atormentó noche tras noche y más aún después de que traicionó a su amigo Robert y supo de su muerte. Lo visitó una y otra vez de muchas formas, pero lo que más atormentó a Ricardo, fue ver que la mujer que engañó y traicionó, jamás perdió su belleza ni su juventud, mientras a él la enfermedad y los años parecían multiplicarse por dos. Su fin se convirtió en llenar a su hijo de conocimiento y poder, enseñándolo a convertirse en un hombre lobo, ya que en esa forma sería invencible y dejándole una sola meta en su cabeza “Ser el rey de Escocia” por ella y de Inglaterra por Ricardo, su padre. Su padre no duró mucho después de ver su pueblo bajo el yugo de Inglaterra, finalmente lo que más amaba Williams eran sus tierras, su reino. La venganza de Margaret estaba en proceso y ver como Ricardo, el único hombre que amó y la traicionó, cerraba sus ojos para siempre, la aterro, no volverlo a ver nunca más, lo que provocó que cayera en un círculo de autodestrucción y su energía se fue de pronto.
Margaret fue mi amiga, ella sabía que su fin estaba pronto y me pidió que cuidara de su hijo, Albert, que en ese entonces solo tenía trece años, que lo ayudara a cumplir su venganza con los Grandchester y los Ardlay.
—Así que él no está aquí solo por nosotros, hija. Está aquí por la sangre Grandchester.
Estas últimas palabras de Circe llenaron de pavor a Candy.
—Madre, debemos impedirlo. No podemos dejar que personas inocentes paguen por los errores de sus antepasados —Candy pensaba en Terry— Debemos hacerlo entrar en razón —se puso frente a su madre con ojos suplicantes.
—Por ahora lo he hecho, pero no sé cuánto tiempo más podré hacerlo —Circe miró a su hija.
A lo lejos se vislumbraba una silueta en un caballo, Candy lo reconoció y su corazón dio un salto de alegría.
—Llegó la hora, Terry viene. Iré a la entrada —dijo el ave partiendo enseguida.
Candy tomó con prontitud sus pertenencias que tenía escondidas, llevaba solo lo más necesario y protección para lo que les esperaba. Saliendo del lugar tocó algunas de las suaves rosas, pinchándose con las espinas y soltó un pequeño quejido; Terry al ver la sangre en su dedo lo presionó y se lo llevó a sus labios para lamer la gota de sangre de ella. Candy sintió una corriente por todo su cuerpo, esto la llevó al recuerdo de Terry y de cómo la protegía en esos momentos, se estremeció y su piel ardió al sentir como él la tomaba de su pequeña cintura y la subía en su caballo. Con su madre volando alrededor de ellos, creando un hechizo para que no los percibieran. Así dejaron el castillo y la maldad que habitaba en sus muros.
Continuará…
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