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Hola chicas lindas, seguimos en el foro. Carmín y yo dijimos que continuaríamos publicando aquí en el foro, pero estamos considerando pasarnos a Wattpad, les estaremos informando en estos días, aún no está decidido. Como saben nos queda una semana en el foro así que estaremos publicando un capítulo diario. Gracias por seguir leyendo
LA REINA
CAPÍTULO 20: EMOCIONES
Terry poco antes de llegar al refugio de Candy y su madre, tras perderse entre los árboles se bajó de su caballo y se adentró en el bosque a pie. No quería ser visto, además se percató que a una corta distancia venía un hombre por el mismo camino, usando una gruesa capa con capucha que no le generó mucha confianza, así que no ingresó a la guarida, se quedó en la cascada esperando a que el hombre pasara y así poder estar completamente solo. Pero el hombre redujo la velocidad al pasar frente a él, Terry no pudo ver el rostro por la gruesa capucha, el hombre siguió su camino y cuando lo perdió de vista, Terry finalmente se adentró a la cueva secreta.
Anthony permanecía oculto entre los arbustos, se aseguró de no ser visto por su hermano, para bajarse de su caballo y amarrarlo tras un gran árbol que lo cubría completamente. Se acercó hasta la cascada, pero ya no vio nada, sin embargo, se sintió observado.
—Me descubrió —pensó, sintiendo los vellos de su cuerpo erizarse al sentirse solo y vulnerable en ese solitario lugar.
Miró a todos lados y no vio a nadie, pero la sensación de que alguien lo vigilaba lo ponía nervioso. Sus ojos se posaron en lo alto de los árboles y solo podía ver la espesura del bosque, el temor comenzaba a apoderarse de él, se sintió como un pequeño que sería devorado por una fiera. Los rayos del atardecer que comenzaban a despedirse le iluminaron sus celestes ojos, miraba hacia la dirección de estos que parecían salir de la cima de la cascada y en el centro de está vio un halcón, descansando sobre una roca saliente, mirándolo fijamente.
Anthony le sostuvo la mirada al ave, sus ojos se veían tan amarillos como si fuesen oro del más puro. Se olvidó por un momento de por qué estaba ahí y sintió deseos de cazar al bello animal totalmente blanco y de preciosos ojos que lo miraban fijamente.
—¿Tendrás tu nido por aquí? —Dijo observando al ave. El halcón silbó y levantó sus alas, se elevó en las alturas hasta que Anthony lo perdió de vista—. Ese es tu nido, mañana vendré con una trampa y te cazaré — agregó mientras el ave se perdía en el horizonte.
Terry al entrar al lugar vio a Candy haciendo pan en el horno y un rico guiso en la chimenea. El olor a hogar en ese recóndito lugar embriagó a Terry, que la abrazó por la espalda. Necesitaba el calor de su amada, su único refugio en el mundo, era sentir los latidos del buen corazón de la joven.
Los recientes acontecimientos le seguían atormentando, se sentía culpable por la muerte de la mujer que estuvo a su lado tantos años. Se recriminaba por no haberla alejado de él a pesar de su insistencia de estar a su lado; él y solo él fue el causante de alimentar sus esperanzas por tanto tiempo a pesar de que su cariño hacia ella era más de familia que de otra cosa y hoy estaba muerta, porque él fue débil ante la mirada triste de Karen, por llevarla a su lecho en los últimos años por compasión y no por amor. Muerta por ir en su búsqueda, por no poner un límite a tiempo con ella. Dañó a un ser que en su pasado amó, no como a Candy, eso jamás pasaría, pero si como a una hermana o el recuerdo de su madre en ella. Terry se pegaba a la cintura de Candy con fuerza, este gesto llenó el corazón de alegría de la ojiverde; pero al sentir por su cuello unas tibias gotas su corazón se estrujó.
Está llorando —se dijo— ¿Qué le pudo pasar?
—Terry, ¿estás bien? ¿Por qué lloras? —Candy se veía contrariada.
Terry la soltó y la volteó, dejándola frente a él. Al ver el rostro de su amada sintió paz en su corazón.
—No es nada. Solo… no quiero que te pase nada. Si tú mueres yo me volvería loco —respondió entre lágrimas, acariciando su mejilla.
—¿Lo dices por la reina? ¿Te ha apesadumbrado su muerte? —Candy estaba confundida por el comportamiento de Terry.
—No —Terry se limpió las lágrimas y se mantuvo viendo al suelo mientras hablaba, su semblante era de profunda tristeza—Hoy falleció alguien a quien le tenía mucho cariño —agregó dirigiendo su mirada a ella.
Los ojos de Candy se apagaron al intuir que era otra mujer, sintió que el amor que Terry le demostraba no era tan grande como ella creía y que tal vez solo era una más para su entretenimiento. Él era casado, y las demás mujeres que llegaran a su vida solo serían sus amantes.
—Oh, —Candy tragó en seco— ya veo… Lo lamento —la muchacha bajó su rostro.
Terry al ver la tristeza en el rostro de Candy se sintió fatal por demostrar sus sentimientos por la que fue su antigua amante.
—Candy, mírame —Terry levantó su rostro y puso su frente contra la de ella—. No es lo que crees, ella… sí, en algún momento, cuando era solo un jovencito me sentí atraído físicamente hacia ella, pero con el tiempo mi confusión se aclaró y vi que solo era alguien que me ayudó a calmar mi soledad y solo fue una gran amiga. Pero jamás, óyeme bien, jamás fue mi amor. —La mirada de Candy seguía baja y apagada— Mírame, por favor. Jamás la amé —Candy vio los ojos de Terry fijos en ella, suplicantes de que le creyera— Si quieres puedes indagar en mis recuerdos y sabrás que te hablo con la verdad. —sugirió el castaño—Solo que la culpa me acompaña porque murió por ir al sepelio de la que se hacía llamar mi madre y…— Terry dudó si debía continuar.
—Dime —Candy puso sus pequeñas manos en su rostro.
—Su muerte fue horrible, nunca había visto una igual. Unos cuervos la atacaron en el mausoleo y por la reina Germánica que vio todo fue que supimos de su cuerpo.
—¿La reina Germánica? —Candy se extrañó de que precisamente esa mujer saliera a relucir en la muerte de la amante de Terry.
—Sí, ella fue la que alertó del cuerpo. Al parecer estaban juntas cuando sucedió el ataque —concluyó.
—Y… ¿qué le pasó a ella? —preguntó Candy.
—Nada, no sufrió ni un rasguño —Terry se inquietó.
—Terry, ten mucho cuidado con esa mujer. El reino de tu padre tiene una sombra desde que ella llegó. Cuídate de ella por favor.
—¿Crees que ella tuvo algo que ver con la muerte de Karen? —Terry estaba perplejo, con todo lo que pasó no había pensado en esa posibilidad hasta ahora, pero era raro que Amelia saliera ilesa de la agresión de la parvada de aves asesinas.
—Y la de tu madrastra —agregó Candy—. Mi madre lo sabe, la próxima puede ser Eliza tu… —Candy sintió que las palabras se atragantaban en su boca— Tu esposa —añadió con voz apagada.
—No lo será por mucho tiempo. Pediré la anulación de mi matrimonio, pero no para casarme con la princesa Germánica —agregó al comprender lo que se proponía Amelia— sino para casarme contigo. Claro está que no deseo la muerte de Eliza —soltó Terry esto sin saber que Candy estaba sorprendida por sus palabras.
—Casarte, ¿con…migo? —mencionó Candy, estupefacta
Terry quería pedirle que fuese su esposa, pero no de esa forma. Lo venía pensando desde que la hizo suya, pero fue su corazón el que habló por él y dijo lo que sentía.
—Sí, Candy, mi amor. Quiero que seas mi esposa. —Terry la abrazó y la besó.
Ambos sucumbieron a sus deseos, esa necesidad de sentirse uno mismo y que todo estaría bien. Hacer el amor con Candy, aplacaba las alteradas emociones de Terry, sentía paz infinita al fundirse con la piel de su hada. Renacía con ella mientras sus manos delineaban su esbelta figura, y se hundía en su cuerpo deseando quedarse allí para siempre. La mente de Candy parecía adormecida y solamente obedecía para responder a los besos de su amor, entregándose sin culpas y dedicándose a sanar las heridas abiertas que el doloroso pasado le había dejado al poseedor de los preciosos ojos que ella amaba contemplar. Si dependía de ella, lo haría feliz siempre. Besaba los hombros del hombre más bello que jamás haya visto, y estaba segura que ese sentimiento que crecía en su pecho cada vez que su boca era besada por los perfectos labios rojos de él y su piel tocada por las grandes y fuertes manos, que se perdían en la parte más sensible de su ser, era amor. Lo abrazaba con sus piernas para sentirlo solo suyo y aprisionarlo y no liberarlo jamás.
Terry descargaba toda la dulzura que su alma guardaba y no sabía que tenía, lo había descubierto en el ritual del amor con la rubia.
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La puerta era golpeada con fuerza, Eliza estaba en su cama con un empaste de hierbas para calmar su dolor de cabeza. La molestia de lo acontecido horas atrás le había dañado su buen humor, saber que la amante de su esposo estaba ahí le enfureció, pero a la vez le alegró el final que tuvo.
—Te lo merecías… maldita mujer. Dios te humilló frente a todos dándote esa muerte por tu pecado.
De inmediato recordó sus encuentros con Anthony, y el sueño de noches atrás, y se estremeció, pero el fuerte toque de su puerta la sacó de sus pensamientos.
—Alteza. ¿Dijo que no puede ver a nadie? —preguntó Luisa
—¿Quién es? —inquirió Eliza.
—¡Eliza, ábreme ya! —dijo Neil con voz fuerte y molesta.
La pelirroja le hizo un movimiento a Luisa con su mano que presurosa fue a abrir. Neil hizo a un lado a Luisa sin siquiera mirarla.
—¿Sabes que tenías en ese cuarto a una impostora? —Neil estaba molesto.
—¿Qué quieres decir con impostora? ¿Te refieres a Circe? ¿Estás bromeando? —Eliza se puso en pie rápidamente— ¿Cómo lo sabes? ¿La encontraste? – Preguntó ansiosa ante el silencio de su hermano.
—¡Lárgate! —Neil le gritó a Luisa.
—Obedece —ordenó Eliza.
Luisa dejó la habitación a toda prisa, dolida porque Neil ni siquiera la miró.
—¿Qué quieres decir? —Eliza se acercó a su hermano.
—Que la mujer que tenías aquí no era la bruja Circe —el rostro de Neil era de furia.
—¿Qué? —Eliza no creía lo que escuchaba—¿Y si no es ella, entonces quién era? No entiendo, ¿por qué alguien la usurparía? —preguntó ella.
—Todo este tiempo tuviste prisionera a su hija, una tal Candy —Neil miró a su hermana.
—¿Y quién es esa Candy? —Eliza seguía sin entender.
Neil que caminaba de un lado a otro, se detuvo queriendo fulminar a su hermana por su retardada comprensión. Colocó una mano en su cadera y con la otra se talló primero los ojos y luego la cara. Respiró antes de hablar con voz pausada.
—La que tenías aquí en tu cuarto… Esa mujer no era Circe, era su hija —concluyó.
Eliza palideció y Neil solo alzó una ceja cuestionándole con ese gesto si por fin había entendido.
—¿Y dónde está la maldita impostora? —preguntó Eliza con su rostro cargado de ira— ¿Cómo lo sabes y dónde está? ¿Viene contigo? —indagó la pelirroja.
—Me lo dijo un leñador extraño de esas tierras y no está allá. La maldita huyó de nosotros.
—¿Entonces no lo descubriste por ti mismo? ¿Estás confiando en la palabra de un leñador? ¿Ese es tu argumento? —Eliza lo miró molesta.
—¿Alguna vez le viste el rostro? ¿La conoces? —Neil le devolvió la pregunta y Eliza se quedó callada.
—Encuéntrala —dijo con la mandíbula apretada.
—No tienes que pedirlo —Neil torció la sonrisa— lo haré y acabaré con ella, ya sea Circe o su hija.
La noche cayó más rápido de lo que los amantes hubieran querido, Terry partió en la madrugada para no despertar sospechas.
Mientras él volvía al castillo, alguien más llegaba a la cascada.
—Hoy descubriré tu nido, bello halcón —Anthony sacó un arco y unas flechas no tan filosas, con las que pretendía capturar al ave.
Extendió una manta varios metros de distancia antes de llegar a la cascada y sobre de ella colocó las flechas y fue bañándolas una a una con el líquido no letal, pero que adormecería al halcón. Mientras lo hacía el alba lo sorprendió y rogaba que la bella ave siguiera en su nido.
Anthony se acercaba a la caída de agua, pero una figura femenina lo impactó. La imagen de una bella rubia que lavaba ropa en la cascada lo dejó perplejo.
—¿Quién eres tú? —la voz de Anthony a espaldas de Candy la petrificó.
Continuará…
LEE EL CAPÍTULO 19 AQUÍ
Última edición por Lady Ardlay el Lun Mayo 01, 2023 8:05 pm, editado 1 vez
Adoro los momentos entre Candy y Terry 
Espero que Terry siga el consejo y se cuide de Amelia.y la arrastrada de Gusana 
Gracias por actualizar 
bueno mi Terry ya se porta bien, a medias porque sigue casado verdad pero omitiremos ese pequeño detalle 
Ay no!! No se cual quiero que sea tu reacción Anthony de mis dos opciones ninguna llevara a nada bueno 
