Terry se había forjado una brillante trayectoria en el mundo teatral.
Años habían pasado desde que se había reencontrado con Candy, a petición de la propia Susana Marlowe quien por fin había entendido que jamás tendría cabida en el corazón del actor.
La joven se había dedicado a escribir guiones teatrales y estaba fascinada con el universo de Edgar A. Poe, para sorpresa de muchos. Y estaba teniendo éxito en eso.
No tan agradable fue el caso de la malvada Eliza Leegan. quien no desaprovechaba cualquier momento para humillar a la rubia frente a todos los presentes posibles, hasta que Terry le puso un furioso alto acusándola ante la policía de acoso y amenazas, ocasionando que su familia se la llevara al sur del país, lo que aumentó mas su odio hacia Candy.
Había jurado venganza, y no lo hizo en vano.
La pareja se desposó en Nueva York y después hizo lo mismo en el Hogar de Pony, en un evento mas cercano y familiar para deleite de sus madres y los chicos del orfanato. Albert había enviado una gran comitiva para los preparativos y la fiesta había sido un gran éxito, aun a pesar de la ausencia de la Tía Abuela, quien se encontraba muy delicada de salud y había enviado sus mejores deseos al flamante matrimonio.
Habían convenido instalarse en Nueva York, dados los múltiples compromisos de Terry en la ciudad, y Candy había podido conseguir un trabajo en el hospital regional por lo que todo pintaba como un camino hacia la felicidad.
Hasta que la desgracia llegó.
Una noche, mientras la pareja se dirigía hacia su hogar después de dar una caminata por el Central Park, se encontró con un agradable hombre que confesó ser un admirador de Terry y al que había visto en varias de sus obras. Su nombre era Reuben y decía ser finlandés radicado en América. Sus modales eran finos y se notaba su amplio conocimiento cultural.
La conversación se notaba animada, cuando de entre la oscuridad, una sucia Eliza salió al paso de los tres, y sacando un arma, disparó a quemarropa sobre el pecho de Candy, hiriéndola de muerte, mientras Terry trataba de cubrirla, recibiendo varios disparos por detrás.
Todo fue caos, gritos, un lejano rugido y después, oscuridad total.
El recuerdo, ya lejano, se fue disipando de sus pensamientos.
La rubia yacía frente a la cálida chimenea de la residencia en Escocia, esperando a que su amado regresara. Se había enfundado en un ajustado vestido rojo que delineaba su perfecta figura. Deleitarse con la compañía de Terry hacía más llevadera su condición inmortal.
La herida del recuerdo de aquellos tiempos aún dolía.
Aprovechando la musa inspiradora, prosigo con este breve minific. Agradezco mucho sus lindos mensajes de apoyo.
Saludos,