Que tengan un lindo día.
Capítulo 4
La sombra del pasado
_ ¿Anthony?_ Fue la voz que lo hizo volver del pánico.
Terry inmóvil no sabía si había alguien más ahí con ellos y la chica llamaba a su antiguo prometido.
_Eso debe ser. Ella no puede verme._ Se dijo apretando sus párpados para creerlo.
_¿ Anthony? ¿Qué haces aquí? tú estás muerto._ Fue la voz de Candy soltando un sollozo.
Este hecho hizo moverse a Terry de inmediato mirando en desconcierto a quien se dirigía la rubia, se dirigía a él.
Candy suspiró hondo y cerrando sus ojos trató de sentirlo mejor.
_ Se que estás aquí, ¿Por qué me sigues? Se que eres tú, no puede ser nadie más que tú. O solo, ¿ya estoy loca?._ Dijo abriendo sus ojos y mirando a la nada.
Terry se quedó contemplando a la joven que ahí en persona la veía aún más bella de lo que se podía imaginar.
No le gustó que lo llamara como el joven que fue su prometido y había muerto pero si ella no lo veía no podía culparla. Pero algo lo dejó perplejo. Lo pudo sentir.
_ ¿Acaso no me ven pero me sienten? ¿Joseph porque no me dijiste ese pequeño detalle?_ pensó.
Terry no sabía cómo reaccionar, su sorpresa fue grande cuando ella estaba parada justo frente a él.
_ Sé que estás aquí Anthony, ¿Por qué estás aquí? ¿Acaso tienes algo que decirme?_ El castaño vio en los hermosos verdes y tristes ojos de Candy una inmensa pena y curiosidad reflejada en ellos. Quiso darle consuelo haciéndose pasar por él chico al cuál ella llamaba, y así tocarla con confianza, él estaba deseoso de acariciar ese bello y pecoso rostro pero al levantar su mano y acercarla. Ella fijó sus ojos en él.
_ ¡Anthony!_ Candy cerró sus ojos con lentitud y un par de lágrimas rodando por sus mejillas, y Terry detuvo su mano, cerrándola y retirándola.
Terry puso su boca cerca de la rubia pecosa, ella se quedó pasmada al sentir un aliento cálido contra sus labios. Una mezcla de mentol y café y un aroma amaderado estaba en el aire. Sentía como los labios del viento se fueran a posar en los suyos. La rubia estaba embriagada, por aquel cálido aroma de la respiración que le llegaba a su nariz, de lo que fuese que tuviese en frente. Tenía miedo, y a la vez curiosidad, pero solo quería sentirlos finalmente y que no fuera producto de su imaginación, era una extraña sensación ya que sus labios no conocían tal experiencia.
Terry miraba el gesto de agrado de la chica ante su cercanía, él también estaba extasiado y moría por probar sus labios, quería vencerse en ese momento a lo que fantaseo y en su cabeza en las últimas horas, un beso en esa linda boca aunque luego se reprendería.
_ ¡Señorita Candy! ¿Qué hace aquí? Es muy tarde, hace frío y no tiene abrigo, se puede enfermar, además está sola._ Fue la voz de Georges que rompió el mágico momento.
Terry puso la mirada en el hombre de traje negro que llegó hasta donde estaban. Candy dejó de sentir lentamente aquel dulce aliento. Esto la dejó vacía de nuevo.
_ Lo lamento Georges, solo pensaba en Anthony._ Dijo Candy pensativa. Terry apretó su mandíbula al escuchar tal cosa. Procedió Terry a alejarse, y a irse ya que no lo veían.
_ Adiós pequeña pecosa._ Susurro el castaño muy sutilmente al oído de Candy. Y pasando a su lado tocó su mejilla con un mechón de su cabello.
Candy de inmediato se mandó la mano al rostro y sorprendida miró a Georges.
_ ¿Oíste eso?_ Dijo mirando a él hombre que la acompañaba con detenimiento.
_ ¿Oír? ¿Qué señorita Candy?_ Preguntó el hombre.
_ La voz, “Adiós pequeña pecosa”_ Replicó.
_No señorita, no oí nada tal vez y es el viento que zumba._ Dijo él.
_ No, no era eso. Yo sé bien lo que oí. Creó que Anthony está aquí, me persigue, ¡está aquí! ¡Estaba aquí! Hace un momento._ Dijo Candy alterada cerca de la barda de la popa. Georges miró a la chica con temor a una tragedia.
_Señorita todos extrañamos a él joven Anthony, desearíamos que esté con nosotros; y él quiere que usted entre y no sé enfermé._ Georges se acercaba lentamente a la chica que parecía no estar bien.
_ Yo se que estaba aquí… O .. ¿no? Alguien estaba aquí conmigo lo sentí, estaba muy cerca, creí que era Anthony pero…_ La rubia bajó su cabeza y se quedó meditando con su manos en la boca.
_ Lo oí, él estaba aquí a las doce cuando tú llegaste. Y me dijo Adiós pequeña pecosa. _ Candy levantó la cabeza y miró a Georges que estaba frente a ella y la miraba con pena y sorpresa.
Terry estaba a una prudente distancia y miraba lo alterada que quedó Candy. Se sintió culpable por jugar con su cabeza. Vio como finalmente el hombre se acercó y le puso un abrigo y la llevó adentro.
Candy en su camarote estaba siendo atendida por una mucama tomaba una taza de té. Georges al ver que estaba más tranquila y a salvo dio órdenes a la muchacha que la atendía y a un botones que estuvieran vigilando que la chica no saliera.
Pero no fue necesario, Candy después de acostarse y estar sola con Dorothy en la cama lloró un rato y repasó una y otra vez aquel encuentro hasta que finalmente se durmió.
Georges que salió de inmediato a la cabina del capitán, le pidió el favor de mandar un telegrama, dirigiéndose al telégrafo escribió el mensaje.
“Señor Williams, su hija lo requiere con urgencia en Londres. Asunto delicado.
Georges D.”
Candy en la noche daba vueltas en la cama ante los ojos de Terry que llegó hasta su camarote y antes de que la joven pudiera quedar a solas él estaba adentro, ya que la mucama salía y entraba constantemente dejando la puerta entreabierta. Se sentó pero en el cuarto de baño para que ella no se alterara de nuevo. Al dormirse tranquila él se acercó y tomó asiento en una silla, la vio dormir sin dejar de reparar en la joven.
Candy en sus sueños comenzó a recrear una y otra vez el encuentro, se sentía observada, después de ese encuentro sentía que alguien estaba con ella.
Se despertó pero siguió un rato más con sus ojos cerrados. Sentía de nuevo esa presencia estaba ahí con ella en su cuarto.
_Se que estás ahí, ¿Quién eres?_ Candy miró con sus grandes ojos verdes hacia la silla, intentando que sus ojos percibieran lo que sus sentidos y su corazón le gritaba.
Terry palideció y enmudeció ante el miedo que le dio ver que la chica rubia lo sentía. Se quedó ahí quieto sin respirar. Candy lo miraba o eso intentaba. Estiró su mano hacia la silla, intentando palpar lo que sus ojos no veían.
Este hecho asustó a Terry que se puso en pie de inmediato, la silla cayó. Candy dio un pequeño gritó de sorpresa ante la silla movida.
_ ¿Quién eres? Dijo Candy al tiempo en que la joven mucama abría la puerta de inmediato. Candy se puso en pie intentando buscar algo con desesperación en el cuarto. Terry se puso al lado de la puerta al ver que la chica entró. Pero sin querer irse, veía a la rubia que lo tenía fascinado; inquieta y descompuesta por culpa suya.
_ ¿A quien busca señorita? Está sola aquí no hay nadie._ Decía la chica sintiendo temor de ver a Candy en ese estado de alerta.
_ Dorothy aquí hay alguien más en mi cuarto, en este barco hay algo o alguien, se que es verdad, lo puedo sentir._
Candy tocaba y palpaba todo.
Terry estaba a punto de salir y se hizo a un lado. Georges entraba al camerino a toda prisa.
Dorothy miró con rostro de preocupación a su jefe.
Candy se notaba descompuesta, intentando encontrar algo que no veía.
La culpa invadió a Terry que salió de inmediato del cuarto.
Georges mandó a otra de las empleadas a hacer un té calmante y Dorothy se quedó con ella tratando de que se calmará.
Terry fuera del camarote la miraba a la distancia para no alterarla, pero necesitaba saber que estaba bien.
_ Candy toma el té; te hará bien. No hay nadie, estamos solas._ La joven mucama que apreciaba a Candy de verdad, ella fue su amiga en el tiempo en que ambas eran empleadas en la casa Leagan. Y Candy tuvo la suerte de ser adoptada por la familia Adlay, y tiempo después fue pedida por Candy como empleada personal. Dorothy le tenía un cariño genuino a Candy y la rubia a ella. Era más que una empleada para la pecosa, era su amiga y compañía en la frivolidad de su nueva vida.
_ Lo sé, se fue, pero me siento observada._ Candy dio un pequeño sorbo a su té.
_ Dorothy ¿tú me crees?_ La heredera Adlay miró a su empleada y amiga para ver si le creía. Dorothy palideció.
_ Candy, ¿crees que ves a Anthony?_ Ahora la mucama miró qué relación tenía Candy.
_ No. No es Anthony, lo creí al principio, pero ahora sé que no es él, es alguien más. _ Fueron las palabras de la pecosa reflejando la verdad en sus ojos. Fue lo que Dorothy percibió.
_ Terry, decidió alejarse y volvió a la popa y tomó su reloj y marcando un código los números desaparecieron estos y apareció la cara de Joseph.
_ Hola amigo._ Joseph miró a Terry que se notaba algo confuso.
_ ¿Pasa algo?_ El pelinegro tenía su semblante preocupado viendo que su amigo se veía perturbado y serio.
_ ¡¿Terry?! ¿Estás bien? ¿Quieres volver?_ Fue la voz de un preocupado Joseph en la pantalla con interferencia.
_ No. Estoy bien. Pero quisiera preguntarte algo. _ Terry miraba la pantalla fijamente.
_ Adelante, ¿Qué pasa? El pelinegro miraba el monitor con suma atención.
_ ¿Por qué alguien me puede ver? Indagó el castaño.
_ ¿Qué?... Terry ¿De qué estás hablando? ¿Alguien te vio? Yo te programe para que no te vieran como lo hice con los otros._ Fue la respuesta que Terry escuchó en el pequeño micrófono que su amigo le implantó en su oído.
Terry se quedó meditando lo que escuchó.
_ ¿Me podrían ver si lo quieres?_ Indaga el castaño.
_ Terry estos viajes sólo son para dar un vistazo al pasado una experiencia diferente a la que conocemos, pero no debes cambiar nada, no podría garantizar tú seguridad o la mía propia, de hecho la de nadie si se interfiere de alguna forma._ Joseph tenía su semblante preocupado mirando a Terry.
_ ¿Ni siquiera, intervenir en una muerte, o una injusticia, una desaparición, cuidar de alguien?_ Joseph podía ver la frustración de Terry.
_ ¿Terry qué me estás ocultando? ¿Qué viste? ¿Qué planeas? Creo que lo mejor será que vuelvas, llevas unas cuantas horas y en vez de estar disfrutando te veo preocupado y estresado.
_ ¡No! Estoy bien, solo que…_ El viajero detuvo su hablar.
_ ¿Qué Terry? ¿Qué no me estás contando?_ El ingeniero comenzó a calcular el regreso de su amigo.
_ Te traeré de vuelta, este proyecto vacacional no es seguro._ El pelinegro puso sus ojos en los números y códigos correctos para hacer volver a Terry a su tiempo.
_ ¡¿Qué haces?!_ Indagó el castaño.
_ En un momento te traeré de regreso._
Terry apagó el reloj quitándoselo lo lanzándolo al mar, sintió la más profunda desesperación al saber que no volvería a ver a la chica, que no la podría cuidar para evitar su desaparición e hizo este acto como un reflejo pero sin pensarlo.
El pánico invadió a Joseph al ver que su amigo desapareció de la pantalla y solo se veía negro y que se alejaba a velocidad en la pantalla, encendió el reloj automáticamente pero solo se veía oscuridad y el sonido del mar pero de Terry ni un susurro, ni su respiración o el latido dé de su pecho.
La ansiedad invadió al inventor que llamaba a su amigo sin éxito y todo era desesperación, él trató de llamarlo por el audífono en su oído, pero el reloj que se vinculaba con el audífono cada vez tenían una distancia más grande, hasta que finalmente Terry dejó de oír los gritos de su amigo.
Terry con su respiración agitada finalmente entendió que él ya era una sombra más del pasado.