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Hola a todas, espero estén teniendo una linda noche, las saluda Carmín Castle, acompañada por Las Musas de Graham. Esta noche les presentamos un nuevo capítulo de Proyecto Vacacional.
Tengan lindos sueños.
Capítulo 11
La promesa en el dedo
Tengan lindos sueños.
Capítulo 11
La promesa en el dedo
Candy sonrojada y algo inquieta salió del cuarto dejando la puerta apenas ajustada.
Al ver Georges que estaba en solo su bata de baño salió esté de inmediato, al estar en la puerta dijo a Raquel.
Vístela pronto, pronto. No quiero despedir a nadie aún._ Amenazó, la mujer asustada solo asintió y procedió a atender a Candy de inmediato.
A los pocos minutos Georges entró y vio a Candy sentada en una silla cerca a una ventana.
Georges tomó asiento y comenzó a interrogar a la jovencita mientras la empleada le daba una taza de chocolate caliente. Y pan dulce, el administrador Adlay sabía que eso le encantaba a la muchacha, quería que se sintiera cómoda.
_ Candy, dime algo, ¿ has hablado con Dorothy? ¿Ella te mete ideas como las que tiene en sus escritos? Tal vez ya te asustó._ Concluyó Georges.
Candy, que daba un sorbo de chocolate, pensó en lo fácil que sería culpar a su amiga de su noche y día tan extraño, pero no la quería meter en problemas.
_ No, no tiene que ver con ella, yo solo no me he sentido bien y tal vez extraño mi vida pasada, pero estoy bien._ Trató de tranquilizarlo.
_ Georges, estaré bien. _ Candy apretó la mano del hombre en señal de tranquilidad.
_ Mañana llegaremos a Inglaterra, espero que está noche la pasé tranquila, pero usted entenderá que debo informar esto a la familia y ellos tomarán la medida que consideren mejor por su bienestar._ Georges también apretó su mano.
_ No veo la razón por la que preocuparlos, usted mejor que nadie sabe que algunos miembros de la familia no me quieren. ¿El tío abuelo estará allá?_ Preguntó ella con cierta duda.
_ No señorita, por desgracia, o al menos no tengo información de que se reúna con ustedes. De igual forma ya está al tanto de su estado de salud._ Concluyó el hombre.
Candy se recostó en el respaldo de la silla.
_ Tal vez esté molesto. Tal vez quiera deshacer la adopción. Dijo ella algo triste, y temerosa.
_ No lo creo, el señor Adlay no es así, pero sí debe estar preocupado por usted. Este tranquila, descansé que al estar allá en Londres y luego en Escocia con su familia estará mejor, y todo quedará como un hecho aislado, como si no hubiese pasado. _ Fueron las palabras animosas de Georges.
_ Recuerde que estará con sus primos._ Georges se levantó.
_ ¿Qué pasará con Dorothy? _ Preguntó ella.
_ Ella, al llegar la tía abuela decidirá si sigue bajo su servicio o será relevada._ no es admisible el caos que formó está mañana, al decir que alguien estaba en su cama, y asegurar que habían cosas escritas que no pudimos verificar. Tal vez ella es la que está mal, y la está predisponiendo a usted, no lo sé aún, Dorothy debe estar lejos de usted hasta que el señor Williams o la señora Elroy decidan qué hacer._ Fue la respuesta de él hombre ya tomada.
_ No es justo ella no tiene que ver, yo fui la que me inventé todo y la predispuse a ella._ Replicó Candy levantándose también.
_ Por desgracia señorita mi deber es cuidar de usted y su salud, no de ella. _
Georges salió, dejando a Candy ahí de pie.
Al salir Georges, Candy sentía a Terry ahí en la puerta del tocador. Candy recordó lo vivido momentos atrás y se estremeció.
_ Le diré a Raquel que estemos un rato en la terraza del camarote. Ahí tienes chocolate y pan. No me acompañes, yo estaré bien. Quédate en el cuarto, no quiero más problemas._ Dijo Candy sin voltear a mirarlo.
La empleada entró y Candy le pidió que salieran a la terraza del camarote para tomar aire. Le aseguro sentirse asfixiada, la mujer tomó un grueso abrigo para la chica y salieron afuera.
Terry se quedó ahí viendo cómo la rubia que lo hizo perder la cabeza hace un momento atrás salió con la mujer, escuchó la conversación con aquel hombre y cómo Dorothy estaba en problemas por su culpa, por el no dejarse descubrir.
_ Ésto no está bien._ Se dijo.
_¿Porque elegí ésto?_ Se sentó donde momentos atrás estuvo Candy y mirando que las mujeres estaban pérdidas en el bello cielo, se sirvió una taza de chocolate y lo bebió, pensando en que haría de ahora en adelante. Sabía que tenía que tener una charla a solas con Candy, debía decirles quién era y por qué estaba ahí. Que en realidad él no era un ángel como ella pensaba, que venía del futuro para tratar de hacer algo por ella. Al menos advertirle de lo que pasaría, que no se fuera ese día sola, pero tenia claro que no debía cruzar límites con ella, ni intentar cambiar nada, que eso no sería algo bueno, sanó o natural.
Ahora después de tener que liberar su erección a solas para poder pensar con claridad, sabía que debía decirle todo y también que él sentía como hombre y no debía tener tal cercanía con ella para evitar que algo de lo que se pudieran arrepentir pasara.
Candy a ratos volteaba un poco su rostro, sabía que Terry estaba ahí y la observaba, lo único que tenía en mente era el volver al cuarto y acostarse a su lado. Se sentía muy extraña, tenía miedo a lo que podía pasar pero al mismo tiempo, quería repetirlo y saber que se sentía llegar más allá de lo que había probado.
_ Señorita hace frío, se puede enfermar. _Dijo Raquel abrazándose a sí misma y con sus mejillas rojas.
_ Necesito esto._ Candy cerró sus ojos y miró al cielo, mientras el vaho le salía de su boca entreabierta.
Sentía que su cuerpo, su alma y corazón ardían y quería pagarlos.
Pasados unos minutos vio a la pobre mujer ahí tiritando y decidió volver al calor del camarote.
Pudo sentir como Terry estaba en el rincón de su cama, se asustó al estar a su lado de nuevo; pero también sintió un cosquilleo de tenerlo cerca de nuevo. Miró como la empleada en un cómodo sillón, ponía una almohada y tomaba una cobija para poder estar más cómoda.
Candy fue al tocador y salió, llegó hasta su cama y se paró frente a ella, sabía bien que Terry la estaba mirando fijamente. Ella abrió su bata y quedó de nuevo un fino camisón, color vino, era en seda, y caía sobre su blanquecina piel como mantequilla.
Candy puso su bata en una silla y sin levantar su mirada se acostó sentía la presencia y el calor de Terry a su lado. Su corazón comenzó a latir con fuerza. Ahora ambos estaban boca arriba, como un par de estatuas, la cama de un metro escasamente se les hacía pequeña, era imposible no sentirse el uno al lado del otro, lo vivido momentos atrás los tenía asustados, y ansiosos.
Candy no sabía muy bien que le pasaba, jamás sintió tanto deseo de tener a alguien tan cerca de ella, todo era nuevo con él, las manos de ambos apenas y se rozaban, como queriendo pero a la vez no. Terry estaba turbado, era como ser un adolescente de nuevo, él un hombre de ya veinticinco años no sabía porqué se sentía como un chiquillo con ella, cómo sí jamás hubiera estado con una mujer. Cerró sus ojos y trató de pensar en otra cosa, buscando recuerdos en su mente que lo hicieran feliz, llegó hasta el día en que conoció a Harlock, su mascota y amigo y de cómo al ir en su auto lo vio herido y desvalido era extraño ver un animal así en su tiempo, ya que las mascotas eran parte de la familia, y no era usual encontrar un de ellos maltratado.
Recordó como pudo seguir y se detuvo y comprando algunas salchichas lo atrajo a él, para al menos llevarlo a un lugar donde lo curarán y pudiera al menos tener una muerte digna.
Pero para su sorpresa después de múltiples operaciones sobrevivió, recordaba como cada día iba a verlo y de cómo no pudo dejarlo ir de su lado, al darle de alta lo llevó a su solitaria y enorme casa y desde ese día no se sintió más solo, él era su mejor amigo, su compañía, su familia.
Candy estaba igual, trataba de pensar en su casa, su verdadera casa, el hogar de Pony, el padre árbol, y todos sus habitantes.
Tato de pensar en Anthony, en su vida a su lado, y en cómo le prometió que sería su esposa cuando fueran mayor de edad. Dándole una sortija de promesa. La cual aún tenía en su mano, por alguna razón después del sueño con su ángel esa mañana el cual descansa a su lado, se la quitó.
_ Tal vez deba usarlo de nuevo para que me dé fuerzas._ pensó ella.
Terry sintió como ella se movió un poco y busco algo en una pequeña cajita.
_ ¿Está bien señorita?_ Fue la voz de Raquel.
_Si, pierda cuidado solo buscaba algo._ Candy ya no puso su mano contra la de Terry las puso sobré su abdomen y comenzó a girar la pequeña sortija en su dedo con incrustaciones de pequeñas chispas de diamantes.
Pero el pensar en Anthony no la ayudaba mucho.
Al menos estaba Raquel para que se contuviera de hacer algo indebido, de cometer un error irreparable.
Pero minutos después de cada quien tratar de pensar en algo diferente sintieron los ronquidos de Raquel, al principio una pequeña sonrisa porque los asusto, pero luego el silencio de nuevo, y aún peor ya que era como estar solos de nuevo. Y por más que Terry trataba de pensar en su mascota y su esposa. Y Candy en su hogar o en Anthony les era imposible.
_¡Terry!_ Susurro ella.
_ Dime Candy._ Habló él en voz baja.
_ ¿Dime qué pasó allá en el baño, que quieres de mí?_ Candy no sabía qué respuesta quería el que ella le diera. Si le quería hacer algo indecente temía, pero si él no le interesaba que pasara nada también le temía saberlo.
_ Tenemos una larga charla tú y yo sólos, tú trueno se puede despertar._ Dijo Terry y Candy sonrió en voz baja antes lo dicho.
Terry quería abrazarla pero sabía que era peligroso tomó su mano y entrelazó los dedos con los suyos, pero sintió algo que no había visto. Una pequeña argolla la sentía en su dedo izquierdo anular, esto lo dejó pensativo frente a si está chica ya estaba comprometida. Quisó retirar su mano pero Candy la tenía fuertemente tomada. Y se hizo un nudillo junto a él.
Finalmente Terry sintió como la respiración de Candy se acompasaba. Y él sintiendo su calor se quedó dormido.
Toc, toc. Terry sintió el sonido de la puerta, estaba de lado, cara a cara con Candy abrió sus ojos y la vio ahí dormida contra su rostro, era hermosa y la luz del sol la hacía resplandecer como un ángel.
Toc, toc. De nuevo.
_ Ya voy._ Dijo la mujer levantándose de la cómoda silla con cansancio abrió. Candy comenzó a removerse y se mandó la mano izquierda al rostro y Terry pudo ver de primera mano la argolla en su dedo, sintió un vacío en su pecho.
_ Raquel son las siete de la mañana, ¿acaso aún duerme?_ Inquirió Georges.
_El barco llega en pocas horas a Londres y la señorita debe estar lista, debe comer algo y tener todo su equipaje listo._ Georges reprendió a la dormida mujer.
_Señor ya la levantó y todo estará al día._ Dijo ella sintiendo.
Candy ya se removía en las sábanas después de tener una noche deliciosa, soñando de nuevo con su ángel que en sueños si lo podía ver como era físicamente, y estaba más que enamorada que nunca de ese guardián que la acompañaba.
_ Candy dio una linda sonrisa en dirección a su Terry.
_ Buenos días._ Susurro ella.
Terry estaba mudo, la mujer se acercó y llamó a la rubia que comenzó a levantarse de inmediato. La mujer salió a toda prisa a prepararle sus alimentos. Tiempo perfecto para Terry ir al lavabo.
Candy luego entró y saliendo tomó sus alimentos mientras Raquel estaba de aquí para allá preparando su equipaje. Terry mientras la mujer empacaba las cosas de aseo de Candy tomó té y algo de croissant y salió al mirador del el camarote, mientras Candy se vestía, no quería verla de nuevo así, ya estaba mal por no tenerla, era demasiada tentación para él. El barco estaba a punto de embarcar. El estaba abrumado, y veía el anillo en la mano de Candy.
_Cómo no lo pensé antes._ Se dijo.
Volvió y vio a Candy en un bello vestido rosa, parecía un ángel. Ella le sonrió esperando que le gustará y se puso un abrigo color crema encima.
Mientras todos sacaban el equipaje Candy se acercó hacia él rinco en el que Terry se resguardaba.
_ Ven conmigo. No me dejes sola por favor._ Fue la súplica de la rubia.
Candy salió junto con Georges, Dorothy que evitaba mirarla, llegó, esto le llenaba de pena el corazón a Candy. Raquel y dos empleados más que se encargaban de los equipajes, estaban delante. Candy estaba pendiente de que su ángel no se alejará mucho de ella.
Candy comenzó a bajar la cubierta del barco las personas a su alrededor eran muchas y Candy no notaba quienes estaban ya que su atención estaba en Terry su ángel.
Una mano tomó la suya sacándola de sus pensamientos.
_ Gatita al fin llegaste._ Fue el abrazo efusivo de Archie ante la mirada de Terry.
Al ver Georges que estaba en solo su bata de baño salió esté de inmediato, al estar en la puerta dijo a Raquel.
Vístela pronto, pronto. No quiero despedir a nadie aún._ Amenazó, la mujer asustada solo asintió y procedió a atender a Candy de inmediato.
A los pocos minutos Georges entró y vio a Candy sentada en una silla cerca a una ventana.
Georges tomó asiento y comenzó a interrogar a la jovencita mientras la empleada le daba una taza de chocolate caliente. Y pan dulce, el administrador Adlay sabía que eso le encantaba a la muchacha, quería que se sintiera cómoda.
_ Candy, dime algo, ¿ has hablado con Dorothy? ¿Ella te mete ideas como las que tiene en sus escritos? Tal vez ya te asustó._ Concluyó Georges.
Candy, que daba un sorbo de chocolate, pensó en lo fácil que sería culpar a su amiga de su noche y día tan extraño, pero no la quería meter en problemas.
_ No, no tiene que ver con ella, yo solo no me he sentido bien y tal vez extraño mi vida pasada, pero estoy bien._ Trató de tranquilizarlo.
_ Georges, estaré bien. _ Candy apretó la mano del hombre en señal de tranquilidad.
_ Mañana llegaremos a Inglaterra, espero que está noche la pasé tranquila, pero usted entenderá que debo informar esto a la familia y ellos tomarán la medida que consideren mejor por su bienestar._ Georges también apretó su mano.
_ No veo la razón por la que preocuparlos, usted mejor que nadie sabe que algunos miembros de la familia no me quieren. ¿El tío abuelo estará allá?_ Preguntó ella con cierta duda.
_ No señorita, por desgracia, o al menos no tengo información de que se reúna con ustedes. De igual forma ya está al tanto de su estado de salud._ Concluyó el hombre.
Candy se recostó en el respaldo de la silla.
_ Tal vez esté molesto. Tal vez quiera deshacer la adopción. Dijo ella algo triste, y temerosa.
_ No lo creo, el señor Adlay no es así, pero sí debe estar preocupado por usted. Este tranquila, descansé que al estar allá en Londres y luego en Escocia con su familia estará mejor, y todo quedará como un hecho aislado, como si no hubiese pasado. _ Fueron las palabras animosas de Georges.
_ Recuerde que estará con sus primos._ Georges se levantó.
_ ¿Qué pasará con Dorothy? _ Preguntó ella.
_ Ella, al llegar la tía abuela decidirá si sigue bajo su servicio o será relevada._ no es admisible el caos que formó está mañana, al decir que alguien estaba en su cama, y asegurar que habían cosas escritas que no pudimos verificar. Tal vez ella es la que está mal, y la está predisponiendo a usted, no lo sé aún, Dorothy debe estar lejos de usted hasta que el señor Williams o la señora Elroy decidan qué hacer._ Fue la respuesta de él hombre ya tomada.
_ No es justo ella no tiene que ver, yo fui la que me inventé todo y la predispuse a ella._ Replicó Candy levantándose también.
_ Por desgracia señorita mi deber es cuidar de usted y su salud, no de ella. _
Georges salió, dejando a Candy ahí de pie.
Al salir Georges, Candy sentía a Terry ahí en la puerta del tocador. Candy recordó lo vivido momentos atrás y se estremeció.
_ Le diré a Raquel que estemos un rato en la terraza del camarote. Ahí tienes chocolate y pan. No me acompañes, yo estaré bien. Quédate en el cuarto, no quiero más problemas._ Dijo Candy sin voltear a mirarlo.
La empleada entró y Candy le pidió que salieran a la terraza del camarote para tomar aire. Le aseguro sentirse asfixiada, la mujer tomó un grueso abrigo para la chica y salieron afuera.
Terry se quedó ahí viendo cómo la rubia que lo hizo perder la cabeza hace un momento atrás salió con la mujer, escuchó la conversación con aquel hombre y cómo Dorothy estaba en problemas por su culpa, por el no dejarse descubrir.
_ Ésto no está bien._ Se dijo.
_¿Porque elegí ésto?_ Se sentó donde momentos atrás estuvo Candy y mirando que las mujeres estaban pérdidas en el bello cielo, se sirvió una taza de chocolate y lo bebió, pensando en que haría de ahora en adelante. Sabía que tenía que tener una charla a solas con Candy, debía decirles quién era y por qué estaba ahí. Que en realidad él no era un ángel como ella pensaba, que venía del futuro para tratar de hacer algo por ella. Al menos advertirle de lo que pasaría, que no se fuera ese día sola, pero tenia claro que no debía cruzar límites con ella, ni intentar cambiar nada, que eso no sería algo bueno, sanó o natural.
Ahora después de tener que liberar su erección a solas para poder pensar con claridad, sabía que debía decirle todo y también que él sentía como hombre y no debía tener tal cercanía con ella para evitar que algo de lo que se pudieran arrepentir pasara.
Candy a ratos volteaba un poco su rostro, sabía que Terry estaba ahí y la observaba, lo único que tenía en mente era el volver al cuarto y acostarse a su lado. Se sentía muy extraña, tenía miedo a lo que podía pasar pero al mismo tiempo, quería repetirlo y saber que se sentía llegar más allá de lo que había probado.
_ Señorita hace frío, se puede enfermar. _Dijo Raquel abrazándose a sí misma y con sus mejillas rojas.
_ Necesito esto._ Candy cerró sus ojos y miró al cielo, mientras el vaho le salía de su boca entreabierta.
Sentía que su cuerpo, su alma y corazón ardían y quería pagarlos.
Pasados unos minutos vio a la pobre mujer ahí tiritando y decidió volver al calor del camarote.
Pudo sentir como Terry estaba en el rincón de su cama, se asustó al estar a su lado de nuevo; pero también sintió un cosquilleo de tenerlo cerca de nuevo. Miró como la empleada en un cómodo sillón, ponía una almohada y tomaba una cobija para poder estar más cómoda.
Candy fue al tocador y salió, llegó hasta su cama y se paró frente a ella, sabía bien que Terry la estaba mirando fijamente. Ella abrió su bata y quedó de nuevo un fino camisón, color vino, era en seda, y caía sobre su blanquecina piel como mantequilla.
Candy puso su bata en una silla y sin levantar su mirada se acostó sentía la presencia y el calor de Terry a su lado. Su corazón comenzó a latir con fuerza. Ahora ambos estaban boca arriba, como un par de estatuas, la cama de un metro escasamente se les hacía pequeña, era imposible no sentirse el uno al lado del otro, lo vivido momentos atrás los tenía asustados, y ansiosos.
Candy no sabía muy bien que le pasaba, jamás sintió tanto deseo de tener a alguien tan cerca de ella, todo era nuevo con él, las manos de ambos apenas y se rozaban, como queriendo pero a la vez no. Terry estaba turbado, era como ser un adolescente de nuevo, él un hombre de ya veinticinco años no sabía porqué se sentía como un chiquillo con ella, cómo sí jamás hubiera estado con una mujer. Cerró sus ojos y trató de pensar en otra cosa, buscando recuerdos en su mente que lo hicieran feliz, llegó hasta el día en que conoció a Harlock, su mascota y amigo y de cómo al ir en su auto lo vio herido y desvalido era extraño ver un animal así en su tiempo, ya que las mascotas eran parte de la familia, y no era usual encontrar un de ellos maltratado.
Recordó como pudo seguir y se detuvo y comprando algunas salchichas lo atrajo a él, para al menos llevarlo a un lugar donde lo curarán y pudiera al menos tener una muerte digna.
Pero para su sorpresa después de múltiples operaciones sobrevivió, recordaba como cada día iba a verlo y de cómo no pudo dejarlo ir de su lado, al darle de alta lo llevó a su solitaria y enorme casa y desde ese día no se sintió más solo, él era su mejor amigo, su compañía, su familia.
Candy estaba igual, trataba de pensar en su casa, su verdadera casa, el hogar de Pony, el padre árbol, y todos sus habitantes.
Tato de pensar en Anthony, en su vida a su lado, y en cómo le prometió que sería su esposa cuando fueran mayor de edad. Dándole una sortija de promesa. La cual aún tenía en su mano, por alguna razón después del sueño con su ángel esa mañana el cual descansa a su lado, se la quitó.
_ Tal vez deba usarlo de nuevo para que me dé fuerzas._ pensó ella.
Terry sintió como ella se movió un poco y busco algo en una pequeña cajita.
_ ¿Está bien señorita?_ Fue la voz de Raquel.
_Si, pierda cuidado solo buscaba algo._ Candy ya no puso su mano contra la de Terry las puso sobré su abdomen y comenzó a girar la pequeña sortija en su dedo con incrustaciones de pequeñas chispas de diamantes.
Pero el pensar en Anthony no la ayudaba mucho.
Al menos estaba Raquel para que se contuviera de hacer algo indebido, de cometer un error irreparable.
Pero minutos después de cada quien tratar de pensar en algo diferente sintieron los ronquidos de Raquel, al principio una pequeña sonrisa porque los asusto, pero luego el silencio de nuevo, y aún peor ya que era como estar solos de nuevo. Y por más que Terry trataba de pensar en su mascota y su esposa. Y Candy en su hogar o en Anthony les era imposible.
_¡Terry!_ Susurro ella.
_ Dime Candy._ Habló él en voz baja.
_ ¿Dime qué pasó allá en el baño, que quieres de mí?_ Candy no sabía qué respuesta quería el que ella le diera. Si le quería hacer algo indecente temía, pero si él no le interesaba que pasara nada también le temía saberlo.
_ Tenemos una larga charla tú y yo sólos, tú trueno se puede despertar._ Dijo Terry y Candy sonrió en voz baja antes lo dicho.
Terry quería abrazarla pero sabía que era peligroso tomó su mano y entrelazó los dedos con los suyos, pero sintió algo que no había visto. Una pequeña argolla la sentía en su dedo izquierdo anular, esto lo dejó pensativo frente a si está chica ya estaba comprometida. Quisó retirar su mano pero Candy la tenía fuertemente tomada. Y se hizo un nudillo junto a él.
Finalmente Terry sintió como la respiración de Candy se acompasaba. Y él sintiendo su calor se quedó dormido.
Toc, toc. Terry sintió el sonido de la puerta, estaba de lado, cara a cara con Candy abrió sus ojos y la vio ahí dormida contra su rostro, era hermosa y la luz del sol la hacía resplandecer como un ángel.
Toc, toc. De nuevo.
_ Ya voy._ Dijo la mujer levantándose de la cómoda silla con cansancio abrió. Candy comenzó a removerse y se mandó la mano izquierda al rostro y Terry pudo ver de primera mano la argolla en su dedo, sintió un vacío en su pecho.
_ Raquel son las siete de la mañana, ¿acaso aún duerme?_ Inquirió Georges.
_El barco llega en pocas horas a Londres y la señorita debe estar lista, debe comer algo y tener todo su equipaje listo._ Georges reprendió a la dormida mujer.
_Señor ya la levantó y todo estará al día._ Dijo ella sintiendo.
Candy ya se removía en las sábanas después de tener una noche deliciosa, soñando de nuevo con su ángel que en sueños si lo podía ver como era físicamente, y estaba más que enamorada que nunca de ese guardián que la acompañaba.
_ Candy dio una linda sonrisa en dirección a su Terry.
_ Buenos días._ Susurro ella.
Terry estaba mudo, la mujer se acercó y llamó a la rubia que comenzó a levantarse de inmediato. La mujer salió a toda prisa a prepararle sus alimentos. Tiempo perfecto para Terry ir al lavabo.
Candy luego entró y saliendo tomó sus alimentos mientras Raquel estaba de aquí para allá preparando su equipaje. Terry mientras la mujer empacaba las cosas de aseo de Candy tomó té y algo de croissant y salió al mirador del el camarote, mientras Candy se vestía, no quería verla de nuevo así, ya estaba mal por no tenerla, era demasiada tentación para él. El barco estaba a punto de embarcar. El estaba abrumado, y veía el anillo en la mano de Candy.
_Cómo no lo pensé antes._ Se dijo.
Volvió y vio a Candy en un bello vestido rosa, parecía un ángel. Ella le sonrió esperando que le gustará y se puso un abrigo color crema encima.
Mientras todos sacaban el equipaje Candy se acercó hacia él rinco en el que Terry se resguardaba.
_ Ven conmigo. No me dejes sola por favor._ Fue la súplica de la rubia.
Candy salió junto con Georges, Dorothy que evitaba mirarla, llegó, esto le llenaba de pena el corazón a Candy. Raquel y dos empleados más que se encargaban de los equipajes, estaban delante. Candy estaba pendiente de que su ángel no se alejará mucho de ella.
Candy comenzó a bajar la cubierta del barco las personas a su alrededor eran muchas y Candy no notaba quienes estaban ya que su atención estaba en Terry su ángel.
Una mano tomó la suya sacándola de sus pensamientos.
_ Gatita al fin llegaste._ Fue el abrazo efusivo de Archie ante la mirada de Terry.
irá a ponerse celoso, gracias por la actualización está súper esta historia 
Si es un enredó 
