Oh, dulce Albert, cuyo cabello dorado
Refleja la luz del sol en su esplendor,
Tus ojos azules, como el cielo sagrado,
Son la maravilla que llena mi interior.
En mis sueños te encuentro, en mi mente te hallas,
Un ser de gracia que en la realidad no está,
Tu presencia ilumina, como mil antorchas,
Pero solo en mis pensamientos puedo amar.
Tu nombre, Albert, es como una melodía,
Que danza en mi mente con gracia y fervor,
Pero en el mundo real, la distancia nos guía,
Y solo en mis sueños somos uno, mi amor.
Que mis versos lleguen a ti en la noche,
Cuando las estrellas adornan el cielo,
Y en tu corazón, que mi amor se derroche,
Aunque solo en mis sueños, eres mi anhelo.
Oh, Albert, mi amor platónico y etéreo,
En el reino de los sueños, te abrazo sin fin,
Aunque en la realidad estemos separados,
En mi corazón, eres mi único querer, sin fin.
Refleja la luz del sol en su esplendor,
Tus ojos azules, como el cielo sagrado,
Son la maravilla que llena mi interior.
En mis sueños te encuentro, en mi mente te hallas,
Un ser de gracia que en la realidad no está,
Tu presencia ilumina, como mil antorchas,
Pero solo en mis pensamientos puedo amar.
Tu nombre, Albert, es como una melodía,
Que danza en mi mente con gracia y fervor,
Pero en el mundo real, la distancia nos guía,
Y solo en mis sueños somos uno, mi amor.
Que mis versos lleguen a ti en la noche,
Cuando las estrellas adornan el cielo,
Y en tu corazón, que mi amor se derroche,
Aunque solo en mis sueños, eres mi anhelo.
Oh, Albert, mi amor platónico y etéreo,
En el reino de los sueños, te abrazo sin fin,
Aunque en la realidad estemos separados,
En mi corazón, eres mi único querer, sin fin.