Capítulo 3
Yo te quise, pero tú no me quisiste.
Por eso tengo que decirte
Adiós…
Padre, tú me dejaste, pero yo nunca te dejé
Yo te necesité, pero tú no me necesitaste.
Por eso tengo que decirte
Adiós…
Capítulo 4
Pasado
“Adolescencia”
Cambridge abril 1971
Terry había conocido a los hermanos Cornwell en un concierto de Fleetwood Mac en el Regal Cinema. Se habían reconocido de muchas clases en común, sobre todo de la clase de arte del Cambridgeshire High School, la preparatoria en donde Maggie daba clases y en dónde había inscrito a Terry con una beca. A partir de ahí fueron inseparables, Archie y Stear tenían unas flamantes guitarras eléctricas marca Gibson, Terry había trabajado y ahorrado por mucho tiempo para poder comprar una Fender Stratocaster usada. Había pensado en vender la guitarra acústica que le había regalado su madre tiempo atrás, pero era lo único que había obtenido de ella, lo único que lo ligaba a Eleonor…
Su madre…tenía casi dos años de no ver a su madre, era una especie de resignación mezclada con añoranza, la extrañaba, pero cada vez que ella aparecía en su vida algo se rompía muy dentro de él.
Esa tarde los tres jóvenes, Terry y Archie de 16 años y Stear de 18 estaban muy concentrados ensayando para un festival escolar. Tenían aprendidos dos temas de The Doors: Light my fire y LA woman. Solo había risas y buen humor, a Terry no le iba mal en la escuela, pero la música era lo único que lo llenaba y lo hacía feliz. Los tres muchachos ensayaban en el cobertizo del jardín trasero de la casa de los hermanos. Era apenas medio día de un frío sábado de primavera, la puerta del cobertizo se abrió dejando entrar la luz del exterior y deslumbrando un poco a los adolescentes. Eran Sylvia Cornwell y Maggie Baker.
—¿Maggie?— preguntó Terry tratando de ver a través del resplandor del exterior.
—Oh cariño, lo siento mucho, pero debemos ir con urgencia a un lugar.
Terry no dijo nada más, de mal humor se despidió de sus amigos y guardó su guitarra en su estuche. Se despidió de la señora Cornwell educadamente y se fue con su tía.
Callado y enfadado caminaba por las pintorescas calles de Cambridge con su tía a un lado en dirección a su casa.
—Lo siento mucho Terry, si no fuera importante no hubiera interrumpido tu ensayo.
Él no contestó.
Llegaron a casa, Terry llevó la guitarra a su habitación. Cuando bajó a la cocina para saber que era esa cosa tan importante que quería Maggie, la vió retorciendo un pañuelo de tela a punto de llorar, buscando en el paisaje de la ventana de su jardín trasero algo que no existía.
—¿Maggie?
Ella parecía no escucharlo, seguía absorta en la ventana
—¿Maggie? ¿Tía Maggie?
—oh lo siento mi cielo, no te escuché, estaba pensando.
Terry sentía un nudo en su estómago, tenía un mal presentimiento.
—Terry, cariño…
—¿Qué pasa ahora con Eleonor? — esto solo podía ser algo relacionado con su madre.
—Me acaban de avisar que tu mamá está en el Fullbourn Hospital…en el área de enfermos mentales.
—¿Qué? Pero ella solo está triste y distraída siempre, ¡no está loca! — respondió el adolescente enfadado.
—Tuvo una crisis en uno de sus empleos y una ambulancia la llevó ahí hace casi una semana, apenas me han localizado, voy a ir al hospital, me han dicho que lleva dos días tranquila y ha estado preguntando por ti, me preguntaba si quisieras verla…
Terry no respondió, solo le dio la espalda a Maggie caminando hacia la pequeña estancia y dejándose caer en el sillón. Con su cabeza entre sus manos y sin ver a Maggie contestó.
—Vamos con Eleonor ¿qué otra opción tengo? — y dio una gran inspiración intentando tranquilizarse. Ella se sentó junto a él, pasó su mano alrededor de su hombro y él se dejó consolar.
~~~*~~~
Una serie de enormes edificios isabelinos rodeados de bellos jardines los recibieron, el corazón de Terry palpitaba rápido y un frío sudor resbalaba desde su nuca hasta su espalda, no sabía qué sentir o qué esperar.
Una trabajadora social los llevó a un ala apartada del hospital en la cual no se veía ningún paciente. Maggie supo que la trabajadora lo había hecho así para no impresionar a su sobrino con la visión de otros enfermos, se sentaron en una pequeña estancia con unos fríos sillones azul marino. En la habitación no había decoraciones, ni cuadros, estaba pintada verde pistache y no había ni siquiera cortinas. El tímido sol entraba iluminando todo y se podía ver el cielo azul lleno de nubes.
Ellos se sentaron al igual que la trabajadora social.
—Soy Nancy Davies, la trabajadora social encargada del caso de la señora Eleonor, ella estará con nosotros hasta que pueda volver a valerse por sí misma, tiene 5 días con nosotros, pero apenas ayer ha recuperado un poco la conciencia. Llegó en un grave estado sicótico, pero desde ayer ha estado más tranquila y ha pedido verte— la mujer se refirió a Terry— consideré que sería bueno si ella pudiera verte en una entrevista controlada como ésta.
Terry y Maggie asintieron sin decir nada.
—Señorita Davies, la cuenta del hospital…
—Oh, no se preocupe señora Baker, Eleonor ha entrado en un programa de asistencia del gobierno y ellos pagarán todos sus gastos.
—Gracias señorita Davies, yo sólo soy maestra y no podría solventar su estancia en el hospital.
—No tendrá que preocuparse de eso…
Minutos después, una enfermera entraba llevando en una silla de ruedas a una mujer rubia muy delgada y marchita.
A Maggie se le encogió el corazón y Terry palideció e inconscientemente tomó la mano de Maggie entre sus manos que estaban heladas.
—¡Terry mi niño!
—¡Mamá!
Él corrió hacia ella y cayó de rodillas para abrazarla, ese conocido dolor de volverla a ver volvía a invadirlo como siempre, y en el estado físico y mental en el que ella se encontraba, ese dolor se hacía más agudo, más desgarrador.
—Mi cielo, no sé cuándo podré recuperarme, mi mente últimamente vuela y me pierdo sin poder hacer nada para evitarlo, mi niño, escúchame— ella tomó el rostro de su lloroso hijo entre sus manos— esto es algo que sólo yo sé y creo que tú también debes saberlo, el nombre de tu padre…
—No quiero saberlo mamá.
—Debes saberlo, no sé cuándo podré volver a hablar contigo, Terry, tu padre se llama Richard Grandchester, era capitán de la Marina Real…no lo he vuelto a ver desde que supe que crecías dentro de mí, cuando le hablé de tí él sólo desapareció...
—Mamá por favor, ya no me digas nada.
—Debías saberlo, pero ¡mira! estás muy alto y muy guapo, ¿te estás portando bien con Maggie?
—Sí mamita— el llanto ya ahogaba su voz.
—Hijito mío, perdóname por estar siempre indispuesta, por no poder ser capaz de cuidar nunca de ti. Cuando me sienta bien como hoy, ¿vendrás a visitarme?
—Sí mamita— el adolescente se aferraba a las piernas de su madre con pequeños espasmos causados por el llanto.
La trabajadora social y la enfermera se percataron que Eleonor comenzaba a inquietarse y con toda delicadeza ayudaron a Terry a separarse de su madre. Maggie no habló con Leonor, solo la abrazó y se despidió de forma cariñosa de ella. Ellos se retiraron en silencio, no querían perturbar a Eleonor.
Esa fue la última vez que Terry vió a su madre, dos meses después llamaron en la madrugada del hospital, Maggie contestó. Eleonor había engañado a sus enfermeras y se colgó con una soga hecha con sus sábanas en su habitación, Terry se había quedado huérfano de una madre siempre ausente, siempre enferma.
~~~*~~~
Junio 1971
Habían pasado dos meses desde el funeral de Eleonor, el nombre de Richard Grandchester no paraba de rondar por su cabeza, quizás si ese hombre sabía de la existencia de su hijo y de la muerte de Eleonor, estaría dispuesto a tener alguna convivencia con Terry, para el adolescente saber algo de sus orígenes le quemaba el alma, estaba urgido de experimentar ese desconocido sentimiento de pertenencia a algo.
El verano finalmente llegó, las clases terminaron y él seguía ensayando con los Cornwell, no sólo aprendían canciones de sus bandas favoritas, habían empezado a escribir algunas canciones. Esos meses fueron infernales con Margaret asfixiándolo y la mirada de lástima que todos le dirigían, ese gran dolor sordo y constante sólo era soportable al poder sentir su guitarra vibrando en sus manos.
El nombre de su padre se volvió una obsesión, y después de varias semanas investigando y buscando en muchos directorios telefónicos de diversas regiones del Reino Unido, finalmente localizó al retirado y jubilado Almirante Richard Grandchester en la medieval ciudad de Canterbury.
No le dijo a nadie, a Maggie le dijo que pasaría el fin de semana con los Cornwell.
Con el pago de su trabajo en la librería de casi dos meses, se aventuró a tomar el tren, transbordó solo una vez y llegó hasta Canterbury en el condado de Kent.
Pudo divisar a lo lejos la catedral que parecía vigilar la pintoresca ciudad, pero su nerviosismo le impidió disfrutar del paisaje medieval. Después de caminar por casi 40 minutos pudo llegar hasta la dirección que consiguió en el directorio telefónico con el recién descubierto nombre de su padre: Richard Grandchester. Por fin llegó a su destino, una casa bastante bonita y grande de ladrillos rojos y tejas. Sus manos temblaban, el papel en donde tenía escrita la dirección estaba humedecido por el sudor de sus manos, iba vestido con su traje de domingo para ir a la iglesia, y el que había usado en el funeral de su madre, Maggie se lo acababa de comprar. Sin pensarlo más tocó el timbre y para su buena (o mala) suerte un hombre de unos sesenta años vestido con ropa de descanso salió a abrir la puerta observándolo con curiosidad y recelo.
—Dime jovencito, ¿a quién buscas?
—¿Almirante Grandchester?
—Soy yo.
—Soy…soy Terry Baker, Eleanor Baker era mi madre y usted…
El hombre con rostro desencajado salió apresurado de su casa, cerró la puerta de un azotón y tomó al muchacho de dieciséis años violentamente de su brazo y lo arrastró a un lado de la casa para ocultarlo a los ojos de cualquiera de los habitantes de ella.
—Escúchame bien pequeño delincuente, ni tu madre ni tú existen para mí.
—Pero yo solo quería conocerlo…
—Yo no puedo ser tu padre, tengo una familia y si vuelves a aparecerte por aquí te juro que te muelo a golpes, ¿me entiendes? No tengo dinero para tirarlo en el hijo de una mujerzuela.
Terry con el rostro encendido en furia se deshizo del agarre de aquel hombre y solo le dijo con la voz cargada de odio:
—No quiero su estúpido dinero, cometí un error viniendo aquí, no se preocupe porque jamás volverá a saber de mí y su preciosa familia jamás se enterará de su sucio y oculto pecado.
Y salió corriendo, su corazón dolía, sentía que se ahogaba, sus sollozos escapaban involuntarios desde lo profundo de su garganta, sus mejillas estaban ardiendo de furia, de humillación…de tristeza ¿En qué carajos pensaba cuando fue a buscar a ese hombre? La principal razón: el nombre de ese hombre fue lo último que escuchó de su madre antes de que perdiera completamente la razón y después muriera. Corrió sin descanso hasta llegar a la estación de tren, compró su boleto y regresó a Cambridge, Maggie era su única familia, la única que se preocupaba por él, jamás volvería a cometer el error de esperar algo de los demás.
Años después, su padre se presentó ante él viejo y muy enfermo pidiendo su ayuda económica, él ya era una estrella consagrada…y se dio el gusto de correrlo de su lujosa casa en Chelsea.
Continuará...
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Última edición por DTG el Mar Abr 30, 2024 7:59 pm, editado 1 vez