Y jugar es para tontos
Pero así es como me gusta, cariño.
no quiero vivir para siempre
Capítulo 1
Presente
“La crisis”
San Francisco, California
Marzo 1981
Se oyen golpes, no sé si es mi corazón que ha decidido golpear con más ímpetu o alguien forzando la puerta, imágenes de mi vida danzan caóticas por mi mente, mi madre, mi padre, Maggie, los Cornwell y Susana... ¿Cuánto tiempo llevamos de gira? Ni puta idea, un día transcurre igual que los anteriores y así se han acumulado semanas y meses.
Últimamente nada me importa, nada. Hoy a medio día llamé a casa o a dónde solía ser mi casa, quería rogar de nuevo a Susana que no me dejara, que regresando a Londres iba a poner todo de mi parte para cambiar…hasta estaba dispuesto a ir a rehabilitación. Pero me ha contestado un hombre, ¿será Raymond? ¿Ella se ha atrevido a meterlo a mi casa? ¿A mi cama? ¿Calentará sus noches? Estoy furioso y herido, pero no puedo culparla, yo la he abandonado desde hace muchos meses y antes de irme de gira, me he encargado de alejarla de mí, algo que he hecho con las mujeres de mi vida: abandonarlas antes de que ellas hagan lo mismo, antes de que me dejen solo y perdido al igual que lo hizo mi madre desde que yo era un niño.
Pero escuchar la voz de ese hombre en mi casa a las 3:00 am me volvió loco. Ni el whisky, ni el demerol ha logrado calmarme, he destruido todo en mi habitación, todo… la demanda de divorcio llegó hace un mes, yo me he negado a firmar, pero ella ha retomado su vida y yo sigo atrapado en la maldita heroína, en mis estúpidos miedos infantiles de abandono. Lo único que tenía sentido estos meses era cantar y tocar mi guitarra, cantar ante una multitud y sentirme como un Dios buscando el amor que me ha sido negado entre mis miles de fanáticos, pero desde hace varias semanas algo se ha roto dentro de mí.
Hoy la dosis de heroína no fue suficiente, he usado dosis adicionales, esa pacífica euforia se ha tardado en llegar pero, por fin siento un poco de paz en mi atribulado corazón, por fin la calma y esa tibia felicidad que me ha sosegado estas últimas semanas con cada pinchazo en mis venas invaden mi cuerpo, aunque esta vez es distinto…esta vez también hay una luz brillante…muy brillante y sólo quiero abandonarme en ella…
***
Elisa y Anthony caminaban con pasos apresurados casi corriendo, acompañados de un empleado del hotel varios guardias de seguridad y dos policías. Albert les seguía los pasos un poco rezagado porque durante la carrera, trataba de revisar que su maletín médico estuviera completo y con dosis suficientes de naloxona para ser capaz de contrarrestar alguna posible sobredosis de heroína mientras llegaban los servicios de emergencia en caso de ser necesario.
Elisa tenía sentimientos mezclados: miedo y furia, ella normalmente era una persona fría y calculadora y cada berrinche o desplante de su querido representado parecía no afectarle, pero esos últimos meses habían sido un infierno para él haciendo sufrir a todos los que estaban a su alrededor y directamente a los integrantes del grupo “Numbed Crows”. Los arranques de ira y desmanes que él armaba eran tan graves y cada vez más seguido que, Charlie en cuanto pudo con ayuda de un abogado, deshizo su contrato y se largó argumentando que estaba harto del carácter y excesos del vocalista, teniendo que reclutar casi de emergencia a Candice White para suplirlo en la batería porque se encontraban en plena gira por los Estados Unidos. Terry Graham, la estrella de rock, vocalista y guitarrista del grupo británico más famoso de los últimos 4 años se estaba desmoronando llevándose todo y a todos al carajo.
—Albert…¡Albert!! ¡Espérame!
Candy también corría por aquel pasillo alfombrado para alcanzar al singular conjunto de personas: ella en ese momento parecía más chica de la edad que en realidad tenía, y su cabello rizado parecía que volaba.
—Candy…regresa a tu habitación, esto parece que es serio, probablemente debamos llamar a una ambulancia y como te has dado cuenta hay policías…
Albert apenas volteó a mirarla, la chica aparentaba rudeza en el escenario y fuera de él, pero a esas horas de la madrugada verla sin todo ese maquillaje obscuro que resaltaban sus ojos verdes, sin su característico labial rojo y un pijama rosa parecía una muchachita inocente de secundaria.
—Tengo un título de enfermería, no he podido ejercer, pero quizás te puedo ayudar.
Ella le rogaba y Albert detuvo un momento su marcha para observarla con incredulidad.
— ¡Te lo juro Albert! Graduada con honores… ¡déjame ir con ustedes!
Albert con un gesto de cabeza le indicó que los siguiera.
Minutos antes Anthony, el apoderado legal del grupo y novio de Elisa Legan la representante y manager de Numbed Crows, había recibido una llamada desde la recepción del hotel. Parecía que la suite donde se encontraba alojado Terry había sido destruida por él y había lanzado cosas por la ventana, que afortunadamente cayeron en una de las solitarias terrazas del hotel sin haber lastimado a nadie.
La carrera de todos se detuvo, por fin el singular conjunto de personas se encontraba enfrente de la suite presidencial. El caos que se escuchó minutos antes de que el gerente del hotel llamara a la policía por quejas de otros huéspedes no se escuchaba más, de hecho, todo estaba en un silencio sepulcral. El corazón de Elisa casi se detuvo, Anthony discretamente la tomó de la mano y le dio un ligero apretón para infundirle confianza.
Anthony golpeó con fuerza la puerta
—Terry, ¡abre la puerta!
Elisa pegó su oreja a la puerta tratando inútilmente de escuchar algo, Anthony volvió a llamar.
—Terry ¡ábreme carajo! Estamos en un lío pero ya sabes que como siempre voy a solucionarlo.
El abogado inusualmente vestido con ropa casual y desaliñada frotaba su rostro con ambas manos. Al no haber ninguna respuesta solicitó al empleado del hotel abrir la puerta.
El empleado metió la llave en la cerradura, giró la perilla, pero al intentar abrir la puerta, un pestillo evitaba que se pudiera abrir.
—Señor Brown, no se puede abrir, tendremos que forzarla y quizás se dañe…
—Muchacho sólo hazlo, no sé en qué estado físico se encuentre la suite, pero te aseguro que, si se rompe esta puerta, este será el menor de nuestros problemas. Tenemos un voucher abierto y el gerente sabe que vamos a pagar todos los desperfectos además de una enorme propina por las molestias causadas. Señores policías, no hay crimen qué perseguir, no hay nadie lesionado y mi cliente pagará los daños causados, y el gerente del hotel no hará ninguna denuncia, creo que pueden seguir cumpliendo su deber de cuidar a los buenos ciudadanos de San Francisco tan bien como lo han hecho hasta ahora.
Anthony sonriente repartía discretamente pequeños fajos de billetes de 100 dólares a los dos policías para deshacerse de ellos, ellos felices desaparecían por las escaleras de servicio.
El empleado utilizaba un pequeño ariete para forzar la puerta hasta que logró romper el pestillo, todos se abalanzaron al interior excepto Anthony que se quedó junto al empleado leyendo su nombre en su gafete.
—Te llamas Carlton ¿verdad?
—SÍ señor Brown.
—Necesitamos de toda tu discreción— Anthony de forma hábil daba varios billetes también de 100 dólares al empleado— dile a mi viejo amigo Jules, el gerente del hotel, que él sabe que recompensaremos todas las molestias causadas.
Anthony mientras hablaba aparentemente de forma tranquila con el empleado miraba de soslayo la escena adentro: Elisa tomando nerviosa el teléfono, Terry tirado en el piso usando solo su ropa interior, Candice dándole resucitación cardio pulmonar y Albert inyectando alguna sustancia directamente en sus venas. La habitación estaba casi destruida: muebles de madera astillados, vidrios en la alfombra, el colchón fuera de la cama, el ventanal roto y su guitarra favorita: una Fender Stratocaster color blanco con negro que le había regalado Susana en su primer aniversario de bodas se encontraba hecha añicos después de ser estrellada en el enorme espejo de una de las paredes de la sala.
El empleado ya había salido para resguardar la puerta junto con los guardias de seguridad para que ningún curioso se asomara.
Elisa colgó el teléfono y Anthony fue a su encuentro.
—La ambulancia llegará en cuestión de minutos, necesitamos sacarlo con discreción, no sé si él vaya a sobrevivir…
Elisa al voltear para ver de nuevo la espeluznante imagen de Terry inconsciente, no pudo más y se soltó a llorar en los brazos de su novio
— Candice y Albert están intentando resucitarlo, cuando abrimos la puerta no respiraba— Elisa explicó volviendo a sollozar apretándose más al cuerpo de Anthony— cuando la vimos hace meses en el “Whisky a go go” (Famoso club nocturno en San Francisco) con ese grupo punk de niñitas tocando magistralmente la batería — refiriéndose a Candy— nunca me hubiera imaginado que ella era enfermera.
Anthony abrazaba a Elisa que no dejaba de sollozar. Ella era una mujer fuerte y un maldito tiburón para los negocios en una industria despiadada y regida por hombres, pero también sabía que Numbed Crows no solo eran el proyecto musical que los llevó a todos incluyéndolos a ambos a ser millonarios, para Elisa esos muchachos eran como sus hermanos y los quería de forma genuina desde que todos se conocieron en la Universidad hacía más de 5 años, y Terry era su talón de Aquiles, él representaba aquel hermano pequeño y desprotegido a quién no podía dejar de cuidar.
***
Al abrirse la puerta de la suite, Albert y Candy buscaron entre el desastre a Terry. Después de inspeccionar de forma ansiosa primero con la mirada y luego recorriendo el enorme lugar con pasos nerviosos, lo encontraron inconsciente en el piso muy cerca del ventanal por dónde salieron volando las cosas que él lanzó.
El instinto de enfermera de Candy se activó de forma automática, tomó del piso lo que parecía ser un pantalón para despejar la basura, algunos fragmentos de vidrio y un par de jeringas hipodérmicas que seguramente él usó, Albert recostó a Terry en esa pequeña área limpia y alfombrada, acomodó su cabeza hacia atrás para despejar las vías de respiración.
Él estaba helado y más pálido que una hoja de papel con sus ojos entre abiertos en blanco, pero no se movía. Candy puso sus dedos índice y medio en el cuello de él para revisar su pulso, Albert acercó su oído derecho al rostro de Terry.
—No está respirando— confirmó Albert al tiempo que preparaba la Naloxona para aplicarla vía intravenosa.
—Aún tiene pulso, aunque muy débil, yo empiezo con la reanimación cardio pulmonar mientras tú le suministras la naloxona.
Candy se arrodilló junto a Terry del otro lado para no estorbarle a Albert, presionando con ambas manos su pecho a la altura del esternón, ayudándose con el peso de su propio cuerpo
—Veintiséis…veintisiete ..veintiocho…veintinueve…
Candy dejó de presionar el pecho para poner la palma de su mano sobre la frente de él e inclinarle suavemente la cabeza hacia atrás, con la otra mano, levantó suavemente su mentón hacia adelante para abrir sus vías respiratorias, apretó sus fosas nasales y posó sus labios encima de su boca dando la primera respiración, al observar que el pecho de Terry sí se elevaba, le dio la segunda respiración. Al llegar el aire a sus pulmones, Terry tosió un poco y volvió a respirar ante los ojos aliviados de Candy y Albert, ella continuó con las compresiones en su pecho. Albert antes de aplicar la segunda dosis de naloxona, volvió a comprobar su pulso y a examinar las pupilas de él, volteó a ver a Elisa que acababa de llamar al 911.
—Dicen que la ambulancia llegará en menos de 5 minutos— contestó Elisa adivinando la pregunta de Albert.
Albert tomó la decisión de poner la segunda dosis, sin la ayuda de Candy quizás en esos momentos habría una terrible consecuencia. Pero Terry, aunque estaba inconsciente, respiraba y su pulso, aunque estaba muy débil era constante.
Elisa lloraba en brazos de Anthony cuando llegaron los paramédicos.
—Me voy a ir en la ambulancia con Terry— Elisa limpiaba sus lágrimas.
—Lizzy, vas a tener que quedarte conmigo, hay que arreglar los problemas legales y evitar que la prensa se entere de esto— Anthony señaló el desastre de la suite y después acarició con ternura la mejilla de ella—deja que Albert vaya con él. También ya me encargué de llamar al director del Hospital General Zuckerberg y tiene todo listo para recibir a Terry y que todo sea discreto y sin publicidad. Albert sabe encargarse de todos los trámites y Terry estará bien cuidado.
Se escuchó mucho ruido afuera, los paramédicos habían llegado, en segundos ingresaron con una camilla y equipo de resucitación portátil.
Los paramédicos ya habían acomodado a Terry en una camilla, con un respirador manual bombeaban mientras revisaban con las paletas de un desfibrilador portátil su ritmo cardiaco.
—Acaba de entrar en paro—declaró uno de los paramédicos, mientras otro seguía tratando de revivirlo con el respirador.
—Está cargando—dijo otro de ellos refiriéndose al desfibrilador que ya emitía un sonido agudo de alerta—ya está listo ¡despejen!
El que bombeaba el respirador manual lo retiró haciéndose a un lado, así como quien trataba de canalizarlo para poner suero fisiológico. El paramédico que dio la orden de despejar colocó las paletas una debajo del corazón y la otra junto al esternón del lado derecho, el sonido sordo de una descarga eléctrica hizo que el cuerpo inanimado de Terry tuviera algo parecido a un espasmo…
—¡Aún nada, Chuck! ¡Continúa con el respirador mientras vuelve a cargar el desfibrilador!!!
“No hay dolor, no hay sufrimiento solo la luz y la calma…”
Continuará...
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Última edición por DTG el Mar Abr 16, 2024 10:01 am, editado 1 vez