quiero cerrar mi participación con el último capítulo de mi fic. Mil gracias a mis compañeras de lucha, las hermosas valquirias
Bueno, no me extiendo más y les comparto esta última entrega que tiene muchos matices. Disfrútenla.
Por cierto, un especial agradecimiento a Anya Aoede que me obsequió esa maravillosa imagen de los rebeldes encueraditos
CAPÍTULO SIETE UNA NUEVA VIDA.
Mis ojos están perezosos por despertar, sin embargo siento los rayos del sol sobre mi rostro insistiendo en que mire el nuevo amanecer. Me remuevo en la cama buscando su calor, pero mi mano solo siente el vacío que su cuerpo ha dejado sobre el lecho.
Acaricio el espacio vacío que ha dejado en mi cama y su aroma varonil penetra en mis fosas nasales trasladándome a lo vivido la noche anterior. Una sonrisa adorna mi cara y bobamente aprieto su almohada a mi pecho. No sé lo que me pasa, pero últimamente siento ardores en mi cuerpo que solo él puede calmarlos. ¡Definitivamente estoy de sanatorio! —Me reprendo .
Miro el reloj y este marca las 7 de la mañana. Nuevamente doy vueltas entre las sábanas, pero el calor en mi cuerpo no me deja ya conciliar el sueño.
Sin esperar más me desnudó y por fin encuentro un fresco alivio bajo el chorro de agua templada que la ducha me regala.
Una vez fresca, me coloco una bata de salida cómoda y liviana, y me calzó mis pantuflas preferidas. Quiero aprovechar que él ha salido temprano para poder realizar las llamadas que me quedaron pendientes del día anterior.
Abro mi portátil y de inmediato me pongo al corriente sobre el trabajo. Contesto dos mails, confirmo varias citas de negocios para la tarde y después de un exhaustivo análisis termino por aceptar un nuevo e importante contrato para la compañía.
—¡Listo!
El reloj no marcaba ni las 9 a.m. y yo ya tenía resuelto más de la mitad de mi día laboral. A punto de cerrar el portátil, soy sorprendida por el cálido abrazo de un hombre que mimosamente besa mi cuello.
—¡Santo cielo! ¡No te escuché llegar!
—Desde luego. Estabas tan inmersa en tu computadora que no escuchaste cuando llegué del entrenamiento.
—Lo siento cariño…es que estaba pensando en el nuevo contrato que acabo de aceptar. Se trata del proyecto del cual te hablé el otro día. Es un proyecto de bastante envergadura y eso me tenía con la cabeza en el limbo. Pero, bueno, ya me desconecté del trabajo y tengo toda la mañana disponible. Dime cariño, ¿Deseas desayunar?
—Mmm, depende.
—¿Depende?
—Pues sí. Depende de cual sea el…menú.
Sonrío tontamente ante la sugerente insinuación de mi amado. Lo veo despojarse de su camisa dejando su pecho expuesto a mi total escrutinio, y sin más empieza a acariciar mi cuello de manera excitante. Muerdo mis labios de forma pecaminosa deseando que sus caricias no terminen. Me siento envalentonada y muy dispuesta, así que decido jugar su juego.
—¿Y… cómo qué te gustaría desayunar? Escucho propuestas y estoy dispuesta a complacerlas.
Ante mi audacia, veo que su sonrisa perversa aparece en todo su esplendor. Estoy segura que su respuesta cínica y atrevida no tardará en aparecer.
Siento como su mano traviesa abandona mil cuello para seguir su recorrido hasta enterrarse en mis ondas doradas. De forma fiera y posesiva me atrae hacia él.
—Interesante propuesta. —susurra sobre mis labios —¿Será que pruebo la deliciosa miel de los dioses? —me dice y yo siento morir.
Un ligero temblor se apodera de mí ante sus seductoras palabras. No importa el tiempo que llevo a su lado, cada vez que él me habla de esa manera tan descarada, sencillamente yo me derrito a sus encantos varoniles. Estoy a punto de rogarle que me arranque la ropa y me tome ahí mismo, pero él es el mago del encanto y la seducción y nuevamente me tortura con sus caricias y su parsimonia.
—Dime, Candy. ¿Abrirás tus piernas para que yo beba de ti? Ansío tremendamente saborearte.
Apenas si puedo jadear un susurrado sí ante su pregunta tan directa. Solo me permito sentir como devora mi boca y succiona de mi todo ese deseo que tengo de él. Suelta el amarre de mi sencilla bata y deja que caiga a mis pies. Su mirada cobalto se oscurece y relame sus labios al ver mis bragas mojadas tan solo por sus inquietantes preguntas.
—Acuéstate. —Me ordena y yo obedezco a su orden. Se acerca a mi y su mano hace a un lado la seda y el encaje que cubre intimidad, y sin más, empieza la dulce tortura sobre mi sexo que a esas alturas ya está dispuesto para él.
—Mojada…tal como me gusta — es lo que escucho de sus labios segundos antes de perderme en mi delirio y sentir como termina de desnudarme.
*********
Ella está delante de mí totalmente desnuda y yo no hago otra cosa que disfrutar de su imagen recostada en mi cama. Su cuerpo firme y delicioso se rinde ante mí sin saber que yo soy su esclavo. Disfruto como un desquiciado cuando la escucho gemir mi nombre en medio de su delirio sexual y me siento el dueño del mundo..
No importa el tiempo que llevo a su lado, sencillamente ella me vuelve loco y mi único deseo es hacerla mía.
La arrastro hacia el centro de la cama y bebo de ella esa miel que su cuerpo me regala. Sus manos se aferran a las sábanas y yo disfruto de aquella visión. Un profundo orgasmo la estremece y mi erección llega al máximo. Su blanca piel está perlada por unas gotas de sudor que me excita, y mi asalto nuevamente empieza.
Me saco mis pantalones y me recuesto sobre la cama donde ella aún se retuerce de placer. Mi masculinidad está al máximo y ella se relame sus labios ansiosa por probarme.
Mi sonrisa perversa le dice que dice que deseo sentir su lengua sobre mí y ella lo hace. Cierro los ojos y su boca me lleva a otro mundo.
—¡Carajo! —gruño mientras ella no deja de darme exquisito y lujurioso placer. Como toda una amante experta se atreve a mirarme y con eso me desarma.
No sé que tiene su mirada que me somete a sus deseos, quizá es el mejor lenguaje que tiene para enamorarme. A punto de explotar su pequeña boca traicionera me abandona. Como si fuera una minina, se relame sus labios y yo solo deseo hundirme en ella.
—¡Súbete! —le ordeno y ella como una diosa lo hace. Mi carne se estremece y la escucho gemir de placer. No sé que tienen sus gemidos que parecieran drogarme y extasiado me olvido de todo. Como animal en celo me aferro a su cintura y la levanto en vilo para provocar el choque de nuestros sexos. Nuestros cuerpos convergen en un manantial exquisito y lujurioso que asombrosamente nos lleva a un amor indescriptible. No sé si soy yo quien le hace el amor o es ella quien me posee, solo sé que el bamboleo de sus senos me tiene hechizado y solo soy un mendigo de su amor.
*********
La tarde está en todo su esplendor y yo me siento completamente satisfecha. Después de mi visita al doctor me dirijo hacia mi oficina disfrutando de los rayos del sol sobre mi cara. La sonrisa cómplice me acompaña al darme cuenta que mis calores corporales han desaparecido gracias a él.
—Buenas tardes, arquitecta
—Buenas tardes, Dorothy ¿Alguna noticia para mí?
—No, señora. Solo el recordatorio de la video llamada de las 4 p.m. que ya tenía programada. También dejaron el afiche promocional que solicitó.
—¿Y? ¿Qué tal se ve?
—Si me permite decírselo, su esposo sale magnífico. ¿Usted cree que me puede dar un autógrafo?
[risitas] —Por supuesto que sí, Dorothy, estoy segura que te dará un autógrafo y con una dedicatoria. ¡Ah, por cierto! ¿Ya planeaste tus vacaciones? Me imagino que quieres regresar a los EEUU para visitar a tu familia.
—Así es, señora. Visitaré a mis hermanos y pasearemos con mis sobrinos.
—¡Qué bueno! Espero que lo disfrutes.
—¡Gracias, señora! Y por el trabajo ni se preocupe, ya estoy preparando a Margareth para que se encargue de todo en mi ausencia.
Me siento y rápidamente enciendo mi computadora. La primera imagen que sale en la pantalla es la foto de mi padre.
—Hola, papá. ¿Cómo has estado? —le hablo a la imagen frente a mi como si él me escuchara, pero sé que no puede hacerlo. Un largo suspiro sale de mis labios y mi mano inconscientemente acaricia la fotografía anclada en mi ordenador.
Han pasado ya cuatro años desde que me marché de EEUU buscando olvidar tantos acontecimientos que amargaron mi alma. Mirando la imagen sonriente de mi padre, los recuerdos me vuelven a asaltar.
*******Flashback****
—¡Candy! —fue el grito casi sin fuerzas de Jeremías White a su hija,—Vete con Terry, yo sé que él te cuidará. Deja que tu hermano… se haga responsable por todo lo que ha ocasionado…tú…solo…vete...de aquí. —Y sin más, la muchacha lo vio desvanecerse.
—¡Papá! —Gritó la rubia totalmente desesperada al ver que el cuerpo de su padre se desplomaba en medio de la habitación.
No se supo cuántos minutos pasaron en medio del caos. Candice solo fue consciente de que en medio de las lágrimas de su madre y los movimientos desesperados de los doctores por salvarle la vida a su padre, estaba ella. Todo parecía transcurrir como en una película donde ella era un extra y todos corrían a su alrededor. Como nunca antes se sintió tan inútil al ver que no podía hacer nada. Su padre estaba ahí prácticamente sin vida y ella no podía hacer nada.
Las horas de angustia no terminaron. La larga noche de espera se extendió hasta el amanecer y la muchacha era incapaz de moverse de esa silla en espera de que alguien le diera alguna noticia. No supo cómo lo logró, pero Terence se quedó a su lado todo ese tiempo a pesar de aún encontrarse convaleciente y terriblemente dolorido.
El Dr. Lenar apareció por el pasillo y Candice corrió a su encuentro.
—¡Por favor! ¡Por favor, doctor! ¡Dígame cómo está mi padre!
—Señorita Candy, logramos estabilizar a su padre, pero su estado es bastante delicado. Sufrió un infarto y eso lastimó seriamente su corazón y tal vez el daño sea perenne. Le pediré que sea paciente y que no deje de darle fortaleza, usted sabe que él confía en su fuerza.
Las piernas de la muchacha estaban a punto de no responderle. Como pudo Terence la agarró y la llevó hasta la silla para que no terminara por caer.
—Tranquila, mi amor. Tu padre es fuerte y yo sé que él no se marchará sin antes no dejar a su pequeña totalmente feliz.
[llanto] —Terry…mi padre…mi padre se me muere
La muchacha lloró amargamente. Se sentía culpable y ese dolor era insoportable. Su padre siempre había sido su pilar, esa piedra angular donde sentía que podía descansar y apoyarse, siempre había su puerto de llegada seguro, y ahora, de un momento a otro él estaba a punto de morir y todo por querer protegerla, por querer sacarla de un problema donde ella misma se metió.
Jimmy parecía un papel, estaba tan blanco que parecía un muerto en vida. No hablaba, simplemente se limitaba a estar parado en una esquina mirando hacia la nada. Jamás pensó que esto ocurriría, siempre vio en su padre a alguien fuerte que nunca sucumbiría, pero ahora estaba conectado a aparatos que le regalaban segundos de vida. No hacía falta el reproche de nadie, el cargo de conciencia era tan grande que su único deseo era que la tierra lo tragara y lo escupiera en el mismísimo infierno.
En medio del silencio de la sala de espera, la figura de William Ardlay se hizo presente. Con paso lento se acercó a Candice y de la manera más dulce que pudo, le acarició su mejilla.
La muchacha alzó su rostro. Sus enrojecidos ojos se toparon con los celestes iris de él, que solo demostraban compasión y un profundo cariño hacia ella. Por fin podía ver nuevamente el rostro de su amigo, de ese amigo de antaño que siempre fue su cómplice en las buenas y en las malas. Era él quien ahora estaba delante de ella hablándole con la voz más dulce que tenía.
—Tranquila pequeña, solo dale tiempo, verás que tu padre encontrará la manera de salir de esta. Él es un guerrero y los guerreros no se dan por vencidos tan fácilmente..
—Gracias, William, gracias. No sabes como aprecio que estés aquí dándome aliento, a pesar de todo lo que…
—Shhh. Olvida ese tema; además, no hay nada que agradecer. Los amigos estamos para eso, para acompañarnos, para sostenernos. Y por cierto, de la cuenta del hospital no te preocupes, he dado las instrucciones para que todos los gastos sean cubiertos.
—¡Pero William! No debes…
—No discutas este tema tan engorroso aquí, Candy. Mi socio está hospitalizado y es mi deber estar al frente de todo, además, lo hago con mucho gusto.
Rubio y castaño se miraron de frente, cobaltos profundos se mezclaron con celeste cielo y por extraño que pareciera esa barrera de resentimiento que se había erguido entre los dos, se fue desvaneciendo. Era paradójico, pero realmente estaba sucediendo, una tregua silente se estaba dando entre ellos bajo tremendas circunstancias.
El primero en ofrecer su mano en señal de paz fue Terence. Su brazo extendido como si fuera una bandera blanca en busca de ser aceptado por aquel que un día fue su mejor amigo. William Ardlay no dudó en recibir aquella ofrenda con una sonrisa sincera.
—Gracias por estar aquí, William. Tu presencia siempre ha serenado a mi Candy.
—No agradezcas nada. Mi estimación por el señor White va más allá de disputas. Él es un hombre que tiene toda mi admiración y ante todo merece mi respeto y apoyo.
—Nunca tuve dudas del gran hombre que eras. William, quiero llevarme a Candy para que descanse un poco, un par de horas tal vez. Te pido que por favor te encargues de la señora White y de esa bacteria de Jimmy.
—Lo haré, vete tranquilo. Pronto vendrá Georges y la doctora Klase, así que tendré ayuda de sobra.
—Gracias.
Fue una de las noches más largas que Candice vivió. Apenas si probó bocado y casi nada fue lo que pudo descansar. Luego de un refrescante baño, nuevamente le pidió a Terence que la llevará hacia el hospital.
Fueron tres días de lenta y angustiosa espera; sin embargo, las noticias no eran alentadoras. El corazón de Jeremías White se estaba apagando y pronto se necesitaría entubarlo para poder ayudar a sus pulmones a respirar. La vida se le estaba yendo lentamente.
Con la poca energía que le quedaba, el señor White pidió ver a su hija. Ella se sentó a su lado y simplemente se limitó a contemplar a su padre. Desde que era una chiquilla la recia figura de su padre siempre le había parecido ese gran roble donde ella podía buscar cobijo y protección. Ahora todo era diferente, verlo ahí tan débil y dependiendo de unas máquinas para sobrevivir, la sobrecogió, era casi imposible de creer. ¿dónde estaba el grueso roble que siempre fue su sostén y su refugio? —se preguntó—Como nunca antes ese sentimiento de orfandad la envolvió de manera dolorosa. Tenía una madre y un hermano, pero el vínculo que tenía con su padre siempre fue especial. De repente sintió que su mano era débilmente apretada. En apenas un susurró, su padre le habló.
—Pequeña…mi princesa…ya no llores… solo quiero…pedirte que seas…feliz. Vete con Terry y vivan …felices. Ahora sé que no me equivoqué contigo. Tú supiste ver…en ese muchacho…el valor de su corazón.
—Papá…por favor ya no hables más, necesitas descansar
—No puedo irme…sin antes escucharte decir que serás feliz….¡promételo! No te dejes arrastrar ….por la culpa. Fui yo quien falló…con tu hermano…y seré yo…quien lo componga, así me tome… otra vida...lograrlo.
—Te lo prometo, papá.
Se vio obligada a retener sus lágrimas y a sonreírle a su padre. Esa era la sonrisa más falsa que había proyectado en su vida, porque mientras sus labios intentaban reír, su corazón se partía en dos.
Tuvo que salir de ahí, dejando a su amado padre a merced de la voluntad divina. Ella ya no podía hacer nada ahí, solo le tocaba esperar.
*********Fin del flashback*****
Recuerdos y más recuerdos de aquel doloroso momento vuelven a mi cabeza y mis lágrimas no dejan de fluir. Respiro profundo y limpio el rastro salado que ha quedado sobre mis mejillas. Una nueva sonrisa se vuelve a colocar sobre mi rostro y mis palabras se transforman.
—Todo cuanto te prometí, lo he cumplido, papá. Soy feliz y dichosa a lado del hombre que amo y me ama. No sabes cuanto te extraño y me haces falta querido papito, pero debo continuar mi camino siendo yo misma, fiel a mis valores.
Ahora te tengo una noticia muy importante.
La chica hurgó en su bolso y de ella extrajo un extraño dispositivo. Contenta lo acercó al monitor como queriendo que la figura ahí reflejada vea de qué se trataba.
—¡Mira! ¿Ya lo viste bien? Es positivo ¡Así es querido papá, serás abuelo! Pero debes guardarme el secreto, aún no se lo he dicho a Terry. Está muy nervioso, Georges aún no le comenta sobre las críticas a su nueva película, por eso he preferido guardarme el secreto. Hoy les darán los resultados de cómo les fue en la taquilla con el estreno. Si todo va bien, hoy será el día que se entere de que será padre.
De pronto, el anuncio de un mensaje me saca de mi burbuja de ensoñación y sin dilaciones entro al buzón. El correo es de mi hermano, Jimmy, anunciándome que los exámenes médicos realizados a mi madre están sin mayores novedades.
—Jimmy— susurro su nombre y no puedo evitar pensar que mi padre cumplió lo que me prometió en su lecho agonizante.
Después de aquel día en que mi padre murió en brazos de mi hermano, su vida dio un giro enorme. La culpa lo persiguió por mucho tiempo, pero se levantó del dolor y siguió. Empezó a trabajar desde cero en la constructora, se dedicó en cuerpo y alma a levantar aquello que había destrozado y pagó centavo tras centavo aquella enorme deuda que había adquirido con William.
Reviso detalladamente mi estado de cuenta y me he percatado que todos los giros que le envió para mi madre no los ha tocado. Por decisión propia ha dejado ese dinero para reservas futuras y yo respeto eso.
La puerta de mi oficina se abre y entra él. Su sonrisa radiante me hace saber que las críticas obtenidas por su última película han sido buenas. Él ama su trabajo y ha nacido para vivir estos momentos de gloria, por supuesto, junto a mi, su esposa.
—¿Y? ¿Qué te dijo Georges?
—¡Fue un éxito, cariño! Las críticas son excelentes y Georges ya está planeando hacer una nueva saga.
—¡Ese hombre te exprime! ¡Me quejaré por abuso laboral!
[carcajada] —No te preocupes, le dije que antes de un nuevo proyecto pienso pasar unos meses de vacaciones solo los dos.
[carraspeo] —Bueno…a decir verdad, ya no seremos solo los dos.
—¿Por qué? ¿Quién se nos va a pegar como chicle? ¿No me digas que William y Karen nos volverán a visitar con sus gemelos? Me gustan los niños, pero esos dos son un par de demonios.
—¡Vamos Terry! No son tan traviesos; además, ellos serán la perfecta compañía para nuestro bebé.
Mi amado se ha quedado mudo ante la noticia. Me acerco a él, lo acaricio con infinita ternura y le digo aquello que hemos estado esperando por mucho tiempo.
—Vas a ser papá.
—E…es…¿estas segura? ¡Dios! ¡Cariño! ¡Un precioso bebé! ¿estás segura?
—Bueno, se puede decir que el doctor me ha confirmado la causa de mis calores matutinos. Hoy me hice una prueba de embarazo casera y acabo de llegar del doctor. Así que puedes irle diciendo a Georges que su estrella de cine se tomará un año sabático para disfrutar de su nueva vida.
Me abraza a su pecho y me dice las palabras que nunca ha dejado de repetirme. "Te amo" y yo me simplemente me fundo entre sus brazos.
FIN
Si llegaste hasta aquí, déjame decirte que me hiciste feliz. Gracias por seguir mis letras
No olvides de retirar tu firmita por tu apoyo
Última edición por SHALOVA el Jue Mayo 02, 2024 7:54 pm, editado 3 veces