En el corazón de Chicago, donde los amargos vientos del invierno danzaban por las calles, Terry Grandchester y Candy White Ardley se reunieron una vez más. Habían pasado años desde la última vez que se vieron y sus vidas los llevaron por caminos separados llenos de pruebas y tribulaciones. Pero el destino, al parecer, tenía otros planes y los reunió en medio de una tarde nevada.
El centro de Chicago estaba envuelto en un manto blanco, el suave resplandor de las lámparas de la calle arrojaba un aura etérea sobre el paisaje. Terry, ahora un exitoso actor de Broadway, había estado en la ciudad para una actuación especial, mientras Candy, siendo siempre un espíritu libre, había estado deambulando por las calles, disfrutando de la belleza del país de las maravillas invernal. En la calle Michigan, un aparador la entretuvo dejándola distraída.
Sus caminos chocaron inesperadamente en una bulliciosa esquina de la Michigan y la Ohio; sus ojos se encontraron a través de los remolinos de copos de nieve con una mezcla de sorpresa y deleite. El corazón de Terry dio un vuelco cuando vio la radiante sonrisa de Candy, sus mejillas sonrojadas por el frío, sus ojos brillando con calidez y afecto. — Terry…— Dijo la coleccionista de pecas.
Sin pensarlo dos veces, Terry acortó la distancia entre ellos, tirando a Candy hacia sus brazos y abrazándola fuerte contra su pecho, le dijo, “Te encontré pecosa”. El mundo que los rodeaba se desvaneció mientras permanecían allí abrazados por la noche de invierno, el sonido de la ciudad se fundía en el silencio mientras se perdían en la presencia del otro.
—Es ahora o nunca.— Pensó en ese momento. Rodeado por la magia de la temporada, Terry se inclinó y presionó sus labios contra los de Candy, un beso suave, pero apasionado que envió escalofríos por la piel de ambos. Fue un beso lleno de años, de anhelo y oportunidades perdidas, un beso que decía mucho del amor que nunca habían podido olvidar.
Cuando finalmente se alejaron, sin aliento y entusiasmados, Terry y Candy compartieron una sonrisa de complicidad, sus corazones rebosaban de alegría y gratitud por este inesperado reencuentro. Abrazados mutuamente, encontraron consuelo en el frío de la noche invernal, su amor ardía como una llama en la oscuridad, guiándolos hacia un futuro incierto pero prometedor.
Mientras caminaban de la mano por las calles cubiertas de nieve de Chicago, sus pasos dejaban un rastro de huellas en la nieve recién caída, Terry y Candy sabían que no importaba a dónde los llevara la vida, siempre encontrarían el camino de regreso a cada uno, unidos por los inquebrantables lazos del amor.
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