Notas del autor:Hola, buenas horas. Saludo a cada una de ustedes que nos leen y participan en éste evento tan especial.
Os traigo la continuación de "Amor Perdido". La trama incluye la letra de la Canción coreana “After a long time” interpretada por Baek Ji Young que traducido al castellano significa :Después de tanto tiempo.
A mi parecer, transmite el sentir de Candy al descubrir la ausencia de Albert, así como sus verdaderos sentimientos con respecto a él. He modificado algunas partes de la letra con la intención de transmitir esa sensación de vacío y la soledad que sienten ambos ante la ausencia del otro.
La firma se los muestro al final de éste capítulo. Ofrezco una firma adicional a quien adivine el nombre del personaje que aparece al terminar el capítulo.
Gracias por tomarse el tiempo de pasar por aquí. Espero sus comentarios, críticas, tomatazos, escobazos (pero suavecitos).
***AMOR PERDIDO***
Disclaimer: Los personajes de Candy Candy pertenecen a la novelista Kyoko Mizuki, la mangaka Yumiko Igarashi y/o Toei Animación.
Esta historia es de mi autoría, producto de mi imaginación. El uso de los personajes y sus nombres pueden contener variaciones en sus caracteres y/o similitudes. Así como también partes del manga han sido tomadas para fines de la historia que ha sido escrita sin fines de lucro y sólo para entretenimiento.
Esta historia es de mi autoría, producto de mi imaginación. El uso de los personajes y sus nombres pueden contener variaciones en sus caracteres y/o similitudes. Así como también partes del manga han sido tomadas para fines de la historia que ha sido escrita sin fines de lucro y sólo para entretenimiento.
"En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente"— Khalil Gibran
*-*-*-*-*
“Encantadora, nunca, nunca cambies. Mantén ese encanto despampanante. ¿Lo puedes hacer? Porque te amo de la forma que te ves esta noche.”
Suspirando con fuerza, dejó sobre la mesa la carta que tanto tiempo le había llevado escribir como despedida. Era lo más difícil que había hecho nunca, pero meditando que era lo mejor para Candy, Albert salió aquella fría mañana de invierno del Magnolia convencido que ya era hora de tomar las riendas hacia lo que siempre estuvo destinado.
“Encantadora, nunca, nunca cambies. Mantén ese encanto despampanante. ¿Lo puedes hacer? Porque te amo de la forma que te ves esta noche.”
Suspirando con fuerza, dejó sobre la mesa la carta que tanto tiempo le había llevado escribir como despedida. Era lo más difícil que había hecho nunca, pero meditando que era lo mejor para Candy, Albert salió aquella fría mañana de invierno del Magnolia convencido que ya era hora de tomar las riendas hacia lo que siempre estuvo destinado.
*-*-*-*-*-*
CAPÍTULO II: "Después de todo este tiempo"
La temperatura desciende rápidamente en la zona de Lake Shore(**) mientras a lo lejos, el sonido apagado de algunas aves de invierno acompaña el ulular de la corriente del lago junto al viento helado quien hace de las suyas obligando hasta al más valiente a refugiarse dentro del abrigo de su lar.
A medida que transcurrían las horas, las angostas callejuelas, comenzaban a cobrar vida en el exterior, mientras en el amparo de la sencilla y acogedora habitación, su única ocupante, se levantaba bostezando adormilada aún.
Estirando un brazo, y frotándose los ojos con la otra mano, Candy despertaba lentamente tomando conciencia que ya había amanecido. Una fría mañana de invierno en realidad.
A medida que transcurrían las horas, las angostas callejuelas, comenzaban a cobrar vida en el exterior, mientras en el amparo de la sencilla y acogedora habitación, su única ocupante, se levantaba bostezando adormilada aún.
Estirando un brazo, y frotándose los ojos con la otra mano, Candy despertaba lentamente tomando conciencia que ya había amanecido. Una fría mañana de invierno en realidad.
- Uhmmm... ¡Qué sueño tengo! Es como si no hubiese descansado nada…- suspiró la rubia.- Como desearía dormir un poco más.- siguió su monólogo la rubipecosa arrugando apenas la nariz.- Pero ya me figuro a Albert haciéndome cosquillas diciéndome con esa voz tan propia de él: «Despierta pequeña dormilona… Está bien que hoy sea domingo, pero el día está hermoso como para no disfrutar un picnic al aire libre»...
Con una media sonrisa en el rostro y dando un salto de la cama, Candy se desplegó completamente disponiéndose a disfrutar del nuevo día junto a su querido Albert.
- «Albert.- Pensó la rubia ruborizándose acariciándose los labios.- ¡Que sueño más raro he tenido contigo! … Y sin embargo, es como si hubiese podido sentir la calidez de tus labios junto a los míos.»
Asombrada y reprendiéndose mentalmente por la dirección de sus pensamientos, Candy apresuró a vestirse mientras notaba un inusual silencio en el departamento.
Asombrada y reprendiéndose mentalmente por la dirección de sus pensamientos, Candy apresuró a vestirse mientras notaba un inusual silencio en el departamento.
-¡Qué raro! … no hay olor a café… Albert a estas horas ya lo tiene listo…- comentó en voz alta riendo con culpabilidad, ya que ella, siempre se quedaba dormida.- Seguro debe estar demasiado cansado por lo mucho que trabaja.- prosiguió dirigiendo su mirada a la litera que acostumbraba usar él encontrándola vacía y arreglada.- … A menos que… no hayas regresado aún…- se contestó ella misma extrañada.
Levantándose con ahínco, Candy se dirigió con el ceño fruncido hacia la cocina murmurando:
- ¡Esto es el colmo Albert! … Te estás matando demasiado trabajando…. ¡Te juro que cuando regreses me vas a oír y te va arder tanto las orejas que…
Un sobre colocado encima de la mesa, obtuvo la total atención de la rubia. Un mal presentimiento se apoderó de Candy entonces. Con el corazón en la boca y las manos temblorosas, ella se dispuso a leer la carta:
“Estoy al corriente del propósito de los vecinos. Siento haberte causado tantos problemas. Gracias también por la confianza. No quiero molestarte más con esto.
Una última cosa: Gracias a ti he recuperado la memoria, no obstante… No tuve jamás el valor de decírtelo. Nos volveremos a ver ciertamente un día.
Albert. (1)”
Una última cosa: Gracias a ti he recuperado la memoria, no obstante… No tuve jamás el valor de decírtelo. Nos volveremos a ver ciertamente un día.
Albert. (1)”
La sorpresa inicial dio paso a una intensa desesperación y Candy sintió que le flaqueaban las fuerzas a la vez que lágrimas a borbotones caían sin cesar por su níveo rostro.
- ¡Noooo!.... ¡No puede ser!.. ¡NO PUEDE SER!.... -sollozó la rubia sin poder contener el dolor y apretando con fuerza su pecho…- ¿Por qué Albert? ¡¿Por qué?!... Si los vecinos no te querían... Yo estaba dispuesta a irme de aquí siempre y cuando estuviera contigo…
Candy no sabía muy bien porqué le afectaba tanto la partida de Albert, pero ya en el pasado había sacrificado muchas cosas… Ahora no estaba dispuesta a solamente aceptar la situación y dejarlo pasar. ¡No podía!
- ¿Cómo puedes pensar que eras una molestia para mi Albert? No me molestabas en absoluto. ¿Dónde has ido? ¿Por qué no me dijiste sobre tu partida?... Prometiste que compartiríamos todo… ¿Por qué entonces te has marchado? …-cogiendo con fuerza el borde su falda,ella pensó con determinación.- No puedo quedarme sin hacer nada…..Iré a buscarte, Albert… Debo hacerlo. No descansaré hasta encontrarte…
*-*-*-*- *
Sin embargo, pasaron los días, los meses y tras la búsqueda infructuosa, en todos los lugares posibles y la pista fallida en Rockstown, Candy se sentía cada vez más deprimida por la ausencia de esos zafiros hermosos que le daban luz a su existencia.
Sin embargo, pasaron los días, los meses y tras la búsqueda infructuosa, en todos los lugares posibles y la pista fallida en Rockstown, Candy se sentía cada vez más deprimida por la ausencia de esos zafiros hermosos que le daban luz a su existencia.
Sentada mirando hacia el austero techo, apretaba con muchas fuerzas su talismán, pidiendo que sus pensamientos fuesen escuchados por él.
« ¿Cómo es posible, que Albert haya desaparecido de la faz de la tierra, como si nunca hubiese existido? ¿Cómo si él hubiese formado parte de un sueño?»
Alejando la maraña de pensamientos que siempre le visitaban matinalmente, Candy sabía muy bien lo que siempre había sospechado. No había podido encontrar a Albert porque simplemente él, no deseaba ser hallado. Invariablemente había sido así. En todas las ocasiones en que ambos se habían reunido, era porque él sabía dónde encontrarla y no al revés.
En medio de esa mañana neblinosa, Candy se levantó de su cama y se dirigió hacia la ventana que estaba situada en su habitación; corrió la cortina y observó el exterior con desolación mientras recordaba....
«Las conversaciones que tuvimos mientras nos mirábamos el uno al otro.
Las historias que sólo nosotros conocíamos, no puedo borrarlas, no puedo tirarlas, no puedo olvidarlas.»
«Después de todo este tiempo, aún estoy aquí buscándote debido a que echo de menos lo vivido junto a ti. Aunque traté de vivir como antes, no dejo de pensar en ello. Así es como soy, tu rostro sigue apareciendo ante mis ojos. El tiempo que pasamos juntos, los recuerdos caen como estrellas y tú Albert, ¿dónde estás?»(*)
«Después de todo este tiempo, aún estoy aquí buscándote debido a que echo de menos lo vivido junto a ti. Aunque traté de vivir como antes, no dejo de pensar en ello. Así es como soy, tu rostro sigue apareciendo ante mis ojos. El tiempo que pasamos juntos, los recuerdos caen como estrellas y tú Albert, ¿dónde estás?»(*)
- ¿Cómo pude ser tan ciega? –Se preguntó suspirando en voz alta.- ¿Cómo no pude darme cuenta, lo importante que era él en mi vida?
«Porque te extraño, porque siento que te he perdido. Así como soy, sólo tú me conoces. Vivir sin ti me llena de desaliento. Porque no estás aquí, porque hay tantas cosas vacías. Hoy también, echo de menos que no estés en este lugar y mis pies no se moverán y suspiro por ti.»(*)
Girando la mirada hacia el interior, Candy dejó fluir los pensamientos que día a día después de la partida de Albert habían cobrado mayor intensidad.
Girando la mirada hacia el interior, Candy dejó fluir los pensamientos que día a día después de la partida de Albert habían cobrado mayor intensidad.
« Añoro cada detalle que tenías hacia mí, Albert…. Como cuando me sentía agotada después de regresar del trabajo y con la mayor naturalidad del mundo, me consentías con una deliciosa cena.
Tener la certeza que estarías ahí cuando llegase, me alegraba y me daba la fuerza para seguir adelante. … Y cuando me entraba la nostalgia y la angustia, no me decías nada. ¡Me conocías mejor que nadie! … Te limitabas a reconfortarme haciéndome reír… ¡Si hasta soportabas mis desastres en la cocina!…-entrelazando las manos a manera de plegaria, Candy continuó.- Es la primera vez que te busco para encontrarte(2) desde siempre fuiste tú quien supo donde hallarme.
¡Oh, Albert! Aún tengo la impresión que vas a regresar y cruzarás el umbral de aquella puerta (3) Mi vida está vacía sin ti… Demasiado parca, demasiado triste… ¡No tolero estar en este lugar!…. Tu ausencia me está matando… Pero ahora… ¿Dónde debo buscarte?»
Repentinamente Candy recordó la ocasión cuando ella escapó de Neil, y Albert la había encontrado justo cuando ella perdía la esperanza de poder salir ilesa. Deseó que esa noche que pasaron juntos a la intemperie, no solo se hubiese dormido apoyada en sus hombros, sino que hubiesen compartido juntos la capa, que tan caballerosamente su querido rubio le había cedido. Estar entre sus brazos se sentía tan reconfortante.
Colocando su cabeza entre sus manos y con una agitación nunca antes sentida, Candy aceptó aquello que le estaba carcomiendo el alma.
-Tengo que decirlo, ya. No sé cómo ni en qué instante pero yo… yo… Yo estoy enamorada de ti, Albert…
Después de reconocer sus sentimientos, Candy se encontraba cabizbaja y desilusionada. Todo había salido mal. Recordó como con la adrenalina a flor de piel había seguido la pista hasta Rockstown deseosa de encontrarse con él. Sin embargo, lo único que había hallado era la sombra de quien una vez fuese importante para ella.
Regresar a Chicago, y seguir como si él no hubiese existido en su vida, era engañarse. La vida sin Él, era hueca y sin sentido como una noche sin estrellas.
*-*-*-*-*-*
En el ventanal del solárium, Albert se encontraba en una lucha interna entre seguir lo correcto y lo que se esperaba de él o elegir ser el espíritu libre que tanta libertad le había permitido disfrutar.
Desde que había hecho conocimiento de su retorno a la Tía Elroy, ésta no lo dejaba tranquilo reunión tras reunión y francamente, las tertulias con la tía lo tenían harto. Si bien era cierto que para Elroy había sido una alegría y alivio ver a su sobrino favorito saludable después de todo ese tiempo desaparecido, las reglas y sobre todo las buenas costumbres que dictaba la sociedad se imponían ante todo.
« ¡Qué idea tan descabellada le había propuesto! ¿Es que acaso pensaba que él era un niño al cuál podía ella manejar a su manera?»
*Flashback*
«-William, que alegría saber que no todo está perdido. Te creí muerto todo este tiempo, hijo. Hice mis averiguaciones. Han sido muy considerados de su parte en el Hospital, al cuidarte y lograr que recobraras la memoria…… Veo que estás decidido a tomar las riendas del Patriarcado, por eso, lo primero que tienes que hacer es afianzar las alianzas con los demás clanes. Una vez que se haya hecho tu presentación ante la sociedad de Chicago, iré de viaje a Escocia, para ratificar tu compromiso con una buena chica del clan escocés que tu padre…»
Albert se había sentido asfixiado, aún no tomaba las riendas del Patriarcado y la tía Elroy, ya estaba planificando su futuro, como solía hacer con todos. Estaba agradecido con ella, por haber sido un fuerte baluarte mientras él forjaba su carácter en el mundo real, pero no iba a permitir que pensara que iba a hacer y deshacer con él como un muñeco de trapo. Así que respiró profundamente y continuó mostrando su rostro imperturbable y sin emociones como hacía siempre que debía ocultar sus impresiones. Cuando de pronto unas palabras, lo pusieron alerta…
-….Y por lo tanto el orgullo y el buen nombre de la familia Ardlay se ha visto amenazado por esa huérfana atolondrada…Voy a tener que informarte todas las aberraciones que ha cometido esa chica ingrata, quien reniega de nuestro apellido. Candice es una vergüenza, William, así que ha llegado el momento de firmar los papeles y anular su adopción…
-¿Tía Elroy, se da cuenta lo que está diciendo?- comentó el rubio en un tono cansino tratando de mostrarse lo más sereno posible y no explotar- Todo lo referente a Candy, lo decido yo. Así que le agradezco que haya velado por ella todo este tiempo, pero en cuanto mi identidad sea revelada, seré quien decida lo mejor en el futuro de ella.
-¡William! Pero es que ha hecho cosas innombrables, no ha estado llevando una vida digna.
-¡Tía basta, por favor!- Respondió con energía Albert. Ahora más que nunca él, que estaba al corriente de todas las injusticias y desavenencias de su propia familia contra su pequeña, no iba a permitir más vejaciones en su nombre.-Candy mantendrá mi protección y por lo tanto el apellido del clan. Este es un punto fuera de discusión…. Ahora si no hay otro tema más que analizar, realizaré los preparativos y ajustes para mi presentación con George, mientras tanto manejaré todo desde Lakewood. Le sugiero tía que con respecto a Escocia y los demás clanes, esperes un poco. La guerra ha agitado Europa, y no veo prudente hacer un viaje que podría conllevarnos sorpresas.
*Fin Flashback*
En el exterior, las hojas de otoño, estaban siendo reemplazadas por otras más coloridas y hermosas. El rosedal comenzaba a desarrollarse y las dulce Candy se mostraban cada día más hermosas con el florecer de la primavera.
«Candy… »
« ¡Qué idea tan descabellada le había propuesto! ¿Es que acaso pensaba que él era un niño al cuál podía ella manejar a su manera?»
*Flashback*
«-William, que alegría saber que no todo está perdido. Te creí muerto todo este tiempo, hijo. Hice mis averiguaciones. Han sido muy considerados de su parte en el Hospital, al cuidarte y lograr que recobraras la memoria…… Veo que estás decidido a tomar las riendas del Patriarcado, por eso, lo primero que tienes que hacer es afianzar las alianzas con los demás clanes. Una vez que se haya hecho tu presentación ante la sociedad de Chicago, iré de viaje a Escocia, para ratificar tu compromiso con una buena chica del clan escocés que tu padre…»
Albert se había sentido asfixiado, aún no tomaba las riendas del Patriarcado y la tía Elroy, ya estaba planificando su futuro, como solía hacer con todos. Estaba agradecido con ella, por haber sido un fuerte baluarte mientras él forjaba su carácter en el mundo real, pero no iba a permitir que pensara que iba a hacer y deshacer con él como un muñeco de trapo. Así que respiró profundamente y continuó mostrando su rostro imperturbable y sin emociones como hacía siempre que debía ocultar sus impresiones. Cuando de pronto unas palabras, lo pusieron alerta…
-….Y por lo tanto el orgullo y el buen nombre de la familia Ardlay se ha visto amenazado por esa huérfana atolondrada…Voy a tener que informarte todas las aberraciones que ha cometido esa chica ingrata, quien reniega de nuestro apellido. Candice es una vergüenza, William, así que ha llegado el momento de firmar los papeles y anular su adopción…
-¿Tía Elroy, se da cuenta lo que está diciendo?- comentó el rubio en un tono cansino tratando de mostrarse lo más sereno posible y no explotar- Todo lo referente a Candy, lo decido yo. Así que le agradezco que haya velado por ella todo este tiempo, pero en cuanto mi identidad sea revelada, seré quien decida lo mejor en el futuro de ella.
-¡William! Pero es que ha hecho cosas innombrables, no ha estado llevando una vida digna.
-¡Tía basta, por favor!- Respondió con energía Albert. Ahora más que nunca él, que estaba al corriente de todas las injusticias y desavenencias de su propia familia contra su pequeña, no iba a permitir más vejaciones en su nombre.-Candy mantendrá mi protección y por lo tanto el apellido del clan. Este es un punto fuera de discusión…. Ahora si no hay otro tema más que analizar, realizaré los preparativos y ajustes para mi presentación con George, mientras tanto manejaré todo desde Lakewood. Le sugiero tía que con respecto a Escocia y los demás clanes, esperes un poco. La guerra ha agitado Europa, y no veo prudente hacer un viaje que podría conllevarnos sorpresas.
*Fin Flashback*
En el exterior, las hojas de otoño, estaban siendo reemplazadas por otras más coloridas y hermosas. El rosedal comenzaba a desarrollarse y las dulce Candy se mostraban cada día más hermosas con el florecer de la primavera.
«Candy… »
Inhalando profundamente, Albert se permitió recordar ese verde mirar que por tanto tiempo había sido su compañía y que lo rodeaba donde quiera que fuese.
«Las conversaciones que tuvimos mientras nos mirábamos el uno al otro.
Las historias que sólo nosotros conocíamos, no puedo borrarlas, no puedo tirarlas, no puedo olvidarlas.»
«Después de todo este tiempo, estoy aquí añorándote, debido a que echo de menos lo vivido junto a ti. Aunque traté de vivir como antes, no dejo de pensaren ti. Así es como soy, tu rostro sigue apareciendo ante mis ojos. El tiempo que pasamos juntos, los recuerdos caen como estrellas y tú Candy ¿pensarás en mi?»
Las historias que sólo nosotros conocíamos, no puedo borrarlas, no puedo tirarlas, no puedo olvidarlas.»
«Después de todo este tiempo, estoy aquí añorándote, debido a que echo de menos lo vivido junto a ti. Aunque traté de vivir como antes, no dejo de pensaren ti. Así es como soy, tu rostro sigue apareciendo ante mis ojos. El tiempo que pasamos juntos, los recuerdos caen como estrellas y tú Candy ¿pensarás en mi?»
«¿Qué estarás haciendo pequeña?- pensó con melancolía Albert.- ¿Te encontrarás bien? ¿Te habrás reunido ya con él? ¿Serás feliz?»
Unos suaves golpeteos en la puerta, interrumpieron la dirección de sus pensamientos. Girando hacia el interior de la habitación, Albert se encontró con el semblante turbado de su fiel amigo y mentor, George Jhonsson.
Intrigado ante ese gesto Albert apresuró a reunirse con él.
-Hola. ¿Qué es lo que pasa George?- preguntó el rubio estrechando su mano a manera de saludo e indicándole que tomase asiento.
Un poco preocupado pero decidido el pelinegro comenzó a decir:
- Traigo noticias William… Se trata de la Srta. Candy.
Pensamientos fugaces y confusos, alimentaron la mente de Albert a medida que trataba de descifrar aquello que acaba de escuchar. Se imaginó lo peor. Abriendo los ojos con un claro temor de que a su preciosa pequeña le hubiese sucedido algo, comenzó a disparar preguntas sin cesar.
- ¿Candy? ¿Algo malo le ha pasado? ¿Le han hecho daño? ¿Qué ha pasado en Rockstown? ¿No se encontró con Terrence? ¿Es que acaso él se ha portado grosero?
Alzando la mano para que detener sus conjeturas, George se limitó a contestar.
- Quisiera poder que Sí y No a todas sus preguntas William, pero me temo que mis respuestas no te sosegarían. Es momento que sepas la verdad de Rockstown y el estado actual de la señorita Candy.
Era bien sabido para George del afecto especial de Albert hacia Candy. Ese vínculo tan personal que había visto a la distancia, entre ellos en sus últimos días en el Magnolia juntos, le había confirmado lo que en su momento, ellos desconocían o se habían negado a reconocer. Se amaban. Así de simple. Amor puro y noble.
Por más que William Albert Ardlay se había esforzado en disimular quién era el objeto de su afecto más importante, el singular brillo en sus fanales y el dulce tono de voz, cuando le narraba emocionado y como un adolescente enamorado cada vivencia en el Magnolia con Candy, no había pasado desapercibido o inadvertido para George, quien lo conocía desde pequeño y lo quería como si fuese su propio hijo.
-¿A qué estás esperando George?- Apremió Albert sin disimular su preocupación.- ¡Habla de una buena vez hombre!...
Acomodando su respaldar George le dedicó una sincera mirada al rubio pidiéndole serenidad.
- Bien… William. Comencemos….
Unos suaves golpeteos en la puerta, interrumpieron la dirección de sus pensamientos. Girando hacia el interior de la habitación, Albert se encontró con el semblante turbado de su fiel amigo y mentor, George Jhonsson.
Intrigado ante ese gesto Albert apresuró a reunirse con él.
-Hola. ¿Qué es lo que pasa George?- preguntó el rubio estrechando su mano a manera de saludo e indicándole que tomase asiento.
Un poco preocupado pero decidido el pelinegro comenzó a decir:
- Traigo noticias William… Se trata de la Srta. Candy.
Pensamientos fugaces y confusos, alimentaron la mente de Albert a medida que trataba de descifrar aquello que acaba de escuchar. Se imaginó lo peor. Abriendo los ojos con un claro temor de que a su preciosa pequeña le hubiese sucedido algo, comenzó a disparar preguntas sin cesar.
- ¿Candy? ¿Algo malo le ha pasado? ¿Le han hecho daño? ¿Qué ha pasado en Rockstown? ¿No se encontró con Terrence? ¿Es que acaso él se ha portado grosero?
Alzando la mano para que detener sus conjeturas, George se limitó a contestar.
- Quisiera poder que Sí y No a todas sus preguntas William, pero me temo que mis respuestas no te sosegarían. Es momento que sepas la verdad de Rockstown y el estado actual de la señorita Candy.
Era bien sabido para George del afecto especial de Albert hacia Candy. Ese vínculo tan personal que había visto a la distancia, entre ellos en sus últimos días en el Magnolia juntos, le había confirmado lo que en su momento, ellos desconocían o se habían negado a reconocer. Se amaban. Así de simple. Amor puro y noble.
Por más que William Albert Ardlay se había esforzado en disimular quién era el objeto de su afecto más importante, el singular brillo en sus fanales y el dulce tono de voz, cuando le narraba emocionado y como un adolescente enamorado cada vivencia en el Magnolia con Candy, no había pasado desapercibido o inadvertido para George, quien lo conocía desde pequeño y lo quería como si fuese su propio hijo.
-¿A qué estás esperando George?- Apremió Albert sin disimular su preocupación.- ¡Habla de una buena vez hombre!...
Acomodando su respaldar George le dedicó una sincera mirada al rubio pidiéndole serenidad.
- Bien… William. Comencemos….
Y así, a medida que pasaban los minutos, Albert no daba crédito a lo que sus oídos estaban escuchando. ¿Sería posible?
« ¡Candy había preferido seguir buscándolo a él y no encontrarse con Terry! No, eso no podía ser verdad…»
- ¿Estás seguro George?- comenzó a preguntar Albert no muy positivo de lo que había oído.- Quiero decir... ¿No será que se reunieron después?
George negó tal respuesta con la cabeza.
- Muy seguro William. Yo mismo he corroborado que la señorita Candy regresó esa misma noche de Rockstown al no encontrarte en ese lugar.
-¿Porqué? - se preguntaba el rubio confundido y en voz alta. -No lo entiendo...- mirando directamente a su hombre de confianza le comentó sin poder ocultar más lo que rondaba por su mente.- ¡Si yo mismo la encontré postrada llorando sobre los periódicos que hablaban de él! … Puedo asegurar que no lo ha olvidado George. ¡No lo ha hecho!- respondió Albert con una voz angustiada cogiendo con fuerza el borde de su escritorio.
- Por supuesto que no lo ha olvidado hijo…- dijo George acercándose y colocando una mano en el hombro del consternado joven. Quién más que él, que había amado alguna vez sin ser correspondido, entendía a la perfección la situación. – No lo ha olvidado William, ni lo hará…-argumentó tranquilo.- Sin embargo, lo que sí te puedo asegurar es que ella ya no ama más al joven Grandchester.
Levantando el rostro y tratando de mostrarse lo más sosegado posible, Albert preguntó trémulo.
-¿No lo ama?
- No.- reiteró George.
-¿Y puedes explicarme porque estás tan seguro de ello?- Instó el patriarca a la espera de escuchar las palabras que le salvasen de tan lenta agonía.
-¿Y puedes explicarme porque estás tan seguro de ello?- Instó el patriarca a la espera de escuchar las palabras que le salvasen de tan lenta agonía.
George no estaba muy seguro de poder hablar con libertad sobre los sentimientos ajenos. Después de todo él había sido entrenado para ser una persona discreta y eficiente. No obstante, el ver a cada rubio por su lado sufriendo en silencio la ausencia del otro, era más de lo que podía soportar, ya que él los apreciaba mucho.
-¿Y?- Pidió Albert.- ¿Me lo dirás?
El surco de la frente que le caracterizaba a George, se hizo más evidente. El semblante de la mano derecha del Patriarca, se ensombreció un momento antes de contestar:
- Creo que… simplemente, la señorita Candy… te ama William.
Albert ensanchó los ojos y meneo la cabeza incrédulo antes de contestar.
- ¿Me ama?- una sonrisa amarga salió de la garganta del Patriarca.- ¡Pues claro que me ama! De eso no tengo duda... Me ama como su hermano. ¡Siempre fue así!
- William….- refutó el pelinegro buscando las palabras adecuadas que convenciesen a su querido amigo.- Puedo decirte muchas cosas para hacerte creer lo contrario… Sin embargo, si vieras lo que yo vi, lo entenderías… Hasta el día de ayer, ella seguía buscándote. Trabaja todo el tiempo. El Dr. Martin le ha dado unos días de descanso y ¿sabes que ha hecho? Ella se ha pasado todo el día pegando los bocetos con tu rostro, buscando y preguntando por ti. La he visto regresar llorosa y desalentada por no poder saber nada. Ya no sale más, su mirada llena de vida ha sido reemplazada por una vacía... Sonríe pero no con el corazón, y sabes ¿por qué?... Le haces mucha falta William.
Sin poder evitarlo el rostro del patriarca joven se desencajó. Escuchar aquella descripción del sufrimiento de su amada Candy, por qué para qué negarlo ¡la amaba!, lo estaba perturbando demasiado. Tenía que ayudarla. ¡Tenía que encontrarla! Le diría la verdad.
-Iré a buscarla George.- contestó en un tono decido.-… Debo hacerlo… No puedo permitir que ella sufra por mi causa. Me alejé justamente pensando que era lo mejor para ella…Que sería feliz… Pero ahora… creo que no es así.
-Albert….- Trató de apaciguarle George.- No estás pensando claramente… No puedes ir aún por la Srta Candy. Ella estará bien…
Albert lo miró extrañado e involuntariamente irritado.
- ¿Ella estará bien? ¿Pero qué cosas dices George?.. Jamás he soportado verla llorar. Ni cuando murió Anthony o la abandonó Terry… Siempre ha sido así… Desde que la conocí en la… en la….- Albert se dio cuenta que había estado muy cerca de confesarle a su mano derecha como hubo conocido a el amor de su vida. Sin embargo, no era el momento. Aquello era un secreto que atesoraba en lo profundo de su corazón y decirlo en voz alta era como si aceptase que había sido un sueño. Así que Albert cambió la dirección de sus palabras.-… Desde que era una niña indefensa y huérfana. Ella es la única que me entiende a la perfección. Una mirada George. ¡Una mirada! Y es suficiente para que ella pueda ver mi alma.
George inhaló profundamente y de manera conciliadora respondió:
-Como te decía William, no puedes ir por ella aún porque… La Sra. Elroy ha dispuesto que tu presentación ante el clan sea en el día de tu cumpleaños. Así como también está realizando los preparativos para que ese día te comprometas con la Srta. Juliana Devon. Duquesa del Alba, heredera universal de “Industrias Devon.”
-¿Qué?- preguntó exasperado el rubio frunciendo el ceño.- ¿Por qué ha dispuesto semejante barbaridad como si yo no tuviese nada que decir al respecto?- espetó negando horrorizado- Es cierto que ella me habló de conocerla, pero… ¿Un compromiso? ... ¡¡No!! ¡¡Eso no va a pasar!! Yo no soy ningún títere que puede manejar a su antojo.
Aquella noticia sí era como un baldazo de agua fría para Albert. ¿Casarse él y con una desconocida? ¡Nunca!
- Es por eso que debes asumir tu rol en el clan lo antes posible William….-terció George.- Así ella no podrá manejar nada más sin tu consentimiento… Y de la misma forma tienes que saber que… pues… ejem… eh….- se frenó el moreno.
- ¡Oh, vamos George! ¿Hay más?-le alentó Albert.- ¿Qué podría ser peor que mi presunta boda?
Sacando un pañuelo del interior de su saco, George comenzó a secarse las pequeñas gotas de sudor aparecidas en su frente y que hasta ese momento pasaban inadvertidas al rubio.
-¿Y bien, George? ¿De qué se trata?
-Bueno… uhm… Tu tía ha dispuesto que se anule la adopción de la Srta. Candy cuanto antes. La Sra. Elroy firmará en tu lugar, alegando que eras menor de edad cuando firmaste ese documento.
Las venas de las sienes del rubio se inflamaron y parecían a punto de reventar.
-¡De ningún modo! ¡No puedo creer que siga con esa tonta idea!- exclamó furibundo el rubio.- Candy jamás, dejará de ser una Ardlay. Nunca la dejaré sin el amparo de mi apellido. ¿Cómo siquiera puede pensar aquello?- decía el rubio con las orbitas a punto de explotar.-… Mi tía es una ilusa si piensa que voy a permitir semejante barbaridad, debería estar feliz que Candy se ha hecho con determinación y orgullo su propio camino. Cosa que Niel o Eliza teniendo lo que tienen, no han sabido aprovechar…
- Calma William… Es mejor que estés al corriente antes, así no te pillará desprevenido las acciones de tu tía.-trató de apaciguar el moreno el apasionado gesto del joven patriarca.
«Ese era un buen punto a tener en consideración.-pensó el rubio un momento.- Si él William Albert Ardlay demostraba que no era ya más el chico impetuoso de antaño, el consejo no dudaría en darle su apoyo antes de lo estimado y de esa manera su tía no podría meterse en su vida otra vez.»
-Gracias, George.- comentó más calmado Albert.- Gracias por todo lo que haces por Candy… Eres invaluable en mi vida ¿sabes?- continuó hablando con su más que mano derecha, amigo.- Como el padre que nunca tuve…. Gracias.
- No tienes nada que agradecer William.- respondió asombrado el moreno.- Solo hice lo que cualquiera hubiera hecho en mi posición. Soy quien está agradecido por semejante confianza. Fue tu padre quien me tomó bajo su cuidado cuando yo no era más que un joven desorientado, aun cuando nadie creía en mí. Estoy seguro que él viviría feliz y orgulloso de ver al hombre en el que te has convertido. Y estaría más que orgulloso, estaría satisfecho, así como lo estoy… yo.
-George…-repuso Albert con un nudo en la garganta.
- No es necesario que digas más William…
-Sí lo es, George. – Contestó mirando fijamente al moreno.- Y es por eso que voy a pedirte... que me aconsejes de la manera en que un padre lo hace con “hijo”. Aun cuando piense que no lo necesite, porque es cuando más anhelaré de las fuerzas de un padre.
-William….- era el turno de George de sentir su corazón emocionado.
-¿Lo harás, George?-pidió Albert mirándolo serenamente.
- Lo haré.-contestó solemnemente el moreno.- Tienes mi palabra William.
-Gracias George.
-Como te decía William, no puedes ir por ella aún porque… La Sra. Elroy ha dispuesto que tu presentación ante el clan sea en el día de tu cumpleaños. Así como también está realizando los preparativos para que ese día te comprometas con la Srta. Juliana Devon. Duquesa del Alba, heredera universal de “Industrias Devon.”
-¿Qué?- preguntó exasperado el rubio frunciendo el ceño.- ¿Por qué ha dispuesto semejante barbaridad como si yo no tuviese nada que decir al respecto?- espetó negando horrorizado- Es cierto que ella me habló de conocerla, pero… ¿Un compromiso? ... ¡¡No!! ¡¡Eso no va a pasar!! Yo no soy ningún títere que puede manejar a su antojo.
Aquella noticia sí era como un baldazo de agua fría para Albert. ¿Casarse él y con una desconocida? ¡Nunca!
- Es por eso que debes asumir tu rol en el clan lo antes posible William….-terció George.- Así ella no podrá manejar nada más sin tu consentimiento… Y de la misma forma tienes que saber que… pues… ejem… eh….- se frenó el moreno.
- ¡Oh, vamos George! ¿Hay más?-le alentó Albert.- ¿Qué podría ser peor que mi presunta boda?
Sacando un pañuelo del interior de su saco, George comenzó a secarse las pequeñas gotas de sudor aparecidas en su frente y que hasta ese momento pasaban inadvertidas al rubio.
-¿Y bien, George? ¿De qué se trata?
-Bueno… uhm… Tu tía ha dispuesto que se anule la adopción de la Srta. Candy cuanto antes. La Sra. Elroy firmará en tu lugar, alegando que eras menor de edad cuando firmaste ese documento.
Las venas de las sienes del rubio se inflamaron y parecían a punto de reventar.
-¡De ningún modo! ¡No puedo creer que siga con esa tonta idea!- exclamó furibundo el rubio.- Candy jamás, dejará de ser una Ardlay. Nunca la dejaré sin el amparo de mi apellido. ¿Cómo siquiera puede pensar aquello?- decía el rubio con las orbitas a punto de explotar.-… Mi tía es una ilusa si piensa que voy a permitir semejante barbaridad, debería estar feliz que Candy se ha hecho con determinación y orgullo su propio camino. Cosa que Niel o Eliza teniendo lo que tienen, no han sabido aprovechar…
- Calma William… Es mejor que estés al corriente antes, así no te pillará desprevenido las acciones de tu tía.-trató de apaciguar el moreno el apasionado gesto del joven patriarca.
«Ese era un buen punto a tener en consideración.-pensó el rubio un momento.- Si él William Albert Ardlay demostraba que no era ya más el chico impetuoso de antaño, el consejo no dudaría en darle su apoyo antes de lo estimado y de esa manera su tía no podría meterse en su vida otra vez.»
-Gracias, George.- comentó más calmado Albert.- Gracias por todo lo que haces por Candy… Eres invaluable en mi vida ¿sabes?- continuó hablando con su más que mano derecha, amigo.- Como el padre que nunca tuve…. Gracias.
- No tienes nada que agradecer William.- respondió asombrado el moreno.- Solo hice lo que cualquiera hubiera hecho en mi posición. Soy quien está agradecido por semejante confianza. Fue tu padre quien me tomó bajo su cuidado cuando yo no era más que un joven desorientado, aun cuando nadie creía en mí. Estoy seguro que él viviría feliz y orgulloso de ver al hombre en el que te has convertido. Y estaría más que orgulloso, estaría satisfecho, así como lo estoy… yo.
-George…-repuso Albert con un nudo en la garganta.
- No es necesario que digas más William…
-Sí lo es, George. – Contestó mirando fijamente al moreno.- Y es por eso que voy a pedirte... que me aconsejes de la manera en que un padre lo hace con “hijo”. Aun cuando piense que no lo necesite, porque es cuando más anhelaré de las fuerzas de un padre.
-William….- era el turno de George de sentir su corazón emocionado.
-¿Lo harás, George?-pidió Albert mirándolo serenamente.
- Lo haré.-contestó solemnemente el moreno.- Tienes mi palabra William.
-Gracias George.
Suspirando y frotándose las sienes Albert, continuó:
-Así que primero, lo primero George. Adelantaré mi presentación ante la sociedad. Debemos asegurarnos que Candy acuda, ella es mi descendiente directa y por lo tanto no podrá ser excluida… Conociendo a la tía Elroy estoy seguro, que no reservará ninguna invitación para ella.
- Pierde cuidado William, haré los preparativos para… ¿Unas dos semanas está bien?-preguntó con mesura el moreno.
- Está bien dos semanas George. Creo que es tiempo más que suficiente para ello.
-Bien, entonces.- comentó el moreno.- Y en cuanto a la señorita Candy, yo mismo me encargaré de vigilarla de cerca y que nada le falte.
-Sí, justo en eso estaba pensado George. Gracias.
-Así que primero, lo primero George. Adelantaré mi presentación ante la sociedad. Debemos asegurarnos que Candy acuda, ella es mi descendiente directa y por lo tanto no podrá ser excluida… Conociendo a la tía Elroy estoy seguro, que no reservará ninguna invitación para ella.
- Pierde cuidado William, haré los preparativos para… ¿Unas dos semanas está bien?-preguntó con mesura el moreno.
- Está bien dos semanas George. Creo que es tiempo más que suficiente para ello.
-Bien, entonces.- comentó el moreno.- Y en cuanto a la señorita Candy, yo mismo me encargaré de vigilarla de cerca y que nada le falte.
-Sí, justo en eso estaba pensado George. Gracias.
Reuniendo los papeles en su portafolio, asintiendo y dejando un poco preocupado a Albert, la mano derecha del patriarca, se retiró del solárium.
Aunque su semblante mostrase preocupación, en realidad William Albert Ardlay estaba fuera de sí echando chispas… el solo saber que pretendían apartar de su lado a Candy, lo ponía furioso.
Aunque su semblante mostrase preocupación, en realidad William Albert Ardlay estaba fuera de sí echando chispas… el solo saber que pretendían apartar de su lado a Candy, lo ponía furioso.
¡¡Aun no sabía muy bien, cómo le diría la verdad de su linaje a ella, y ya su tía había dispuesto el futuro de ambos!! ¡Como si él estuviese pintado!
¡No! ¡Ni hablar!… Tendría que tomar medidas cuánto antes. Eso no se quedaría así.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Sentada bajo la sombra del frondoso árbol frente al lago, con el semblante acongojado y pensando que nadie la observaba, Candy daba rienda suelta a sus pensamientos entre sollozos.
«Miro alrededor de estas calles, por primera vez en mucho tiempo.
Cada vez que paso por aquí, los buenos recuerdos se mantienen flotando en mi cabeza así que me hacen detenerme.
La gente a mi alrededor luce tan feliz. Parece que soy la única que se encuentra en la soledad. Trato de fingir que no lo estoy, pero sigo pensando en ti. El tiempo que pasamos juntos, los recuerdos bajan como estrellas. Mis lágrimas caen. Si espero aquí, ¿podré verte, Albert?
Entonces, ¿podré ser capaz de decirte cómo me siento en este momento?»(*)
Con sigilo, una sombra gallarda fue acercándose hacia la rubia. No había podido evitarlo. Verla así día tras día le resultaba inconcebible. ¿Dónde estaba la alegre chica que no se derrumbaba ante nada? ¿Dónde se había ido esa luz esmeralda de sus ojos? ¡Tenía que hacer algo!
Preparándose para abordarla, suspiró profundamente rozando gentilmente su hombro antes de llamarla por su nombre:
-Candy…
CONTINUARÁ...
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
(1) Párrafo tomado del manga de Candy Candy. Pág. 88, 89 Vol. 9.
(2) Frase tomada del manga Candy Candy Pág. 91-93 Vol. 9.
(3) Frase tomada del manga Candy Candy Pág. 128-131 Vol. 9.
(*) Canción japonesa “After a long time”interpretada por Baek Ji Young.
«Miro alrededor de estas calles, por primera vez en mucho tiempo.
Cada vez que paso por aquí, los buenos recuerdos se mantienen flotando en mi cabeza así que me hacen detenerme.
La gente a mi alrededor luce tan feliz. Parece que soy la única que se encuentra en la soledad. Trato de fingir que no lo estoy, pero sigo pensando en ti. El tiempo que pasamos juntos, los recuerdos bajan como estrellas. Mis lágrimas caen. Si espero aquí, ¿podré verte, Albert?
Entonces, ¿podré ser capaz de decirte cómo me siento en este momento?»(*)
Con sigilo, una sombra gallarda fue acercándose hacia la rubia. No había podido evitarlo. Verla así día tras día le resultaba inconcebible. ¿Dónde estaba la alegre chica que no se derrumbaba ante nada? ¿Dónde se había ido esa luz esmeralda de sus ojos? ¡Tenía que hacer algo!
Preparándose para abordarla, suspiró profundamente rozando gentilmente su hombro antes de llamarla por su nombre:
-Candy…
CONTINUARÁ...
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(1) Párrafo tomado del manga de Candy Candy. Pág. 88, 89 Vol. 9.
(2) Frase tomada del manga Candy Candy Pág. 91-93 Vol. 9.
(3) Frase tomada del manga Candy Candy Pág. 128-131 Vol. 9.
(*) Canción japonesa “After a long time”interpretada por Baek Ji Young.
(**) Lake Shore.- Distrito de Chicago, situado a orillas del lago Michigan. Aquí os muestro una imagen, donde probablemente Candy y Albert solían ir.
Última edición por LizvetArdray el Jue Abr 09, 2015 1:08 pm, editado 4 veces