Notas del autor:Hola, buenas horas. Saludo a cada una de ustedes que nos leen y participan en éste evento tan especial.
Os traigo la continuación de "Amor Perdido". La trama incluye la primera frase de la canción coreana “Destiny Sonata” interpretada por Jung Dong Ha (Boohwal).
La firma se los muestro al final de éste capítulo. Y en cuanto a la firma adicional ofrecida en el capítulo anterior, os menciono que va para Chicuelita y Paola, quienes adivinaron en sus menciones al personaje. A las que deseen ese kit lo ofreceré en un post adicional con motivo de la primavera.
Gracias por tomarse el tiempo de pasar por aquí y por cada comentario que me ayuda a poder presentarles la historia de la mejor manera. Espero sus comentarios, críticas, tomatazos, escobazos (pero suavecitos).
Os traigo la continuación de "Amor Perdido". La trama incluye la primera frase de la canción coreana “Destiny Sonata” interpretada por Jung Dong Ha (Boohwal).
La firma se los muestro al final de éste capítulo. Y en cuanto a la firma adicional ofrecida en el capítulo anterior, os menciono que va para Chicuelita y Paola, quienes adivinaron en sus menciones al personaje. A las que deseen ese kit lo ofreceré en un post adicional con motivo de la primavera.
Gracias por tomarse el tiempo de pasar por aquí y por cada comentario que me ayuda a poder presentarles la historia de la mejor manera. Espero sus comentarios, críticas, tomatazos, escobazos (pero suavecitos).
***AMOR PERDIDO***
"En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente"— Khalil Gibran
"Me gusta la deslumbrante luz del sol, tu sonrisa aparece
Siento como se acelera mi corazón, sonrío como un tonto
No puedo dejar de pensar en ti, parece una coincidencia
En caso que descubras mis sentimientos, en secreto... te observo desde lejos"
Disclaimer: Los personajes de Candy Candy pertenecen a la novelista Kyoko Mizuki, la mangaka Yumiko Igarashi y/o Toei Animación.
Esta historia es de mi autoría, producto de mi imaginación. El uso de los personajes y sus nombres pueden contener variaciones en sus caracteres y/o similitudes. Así como también partes del manga han sido tomadas para fines de la historia que ha sido escrita sin fines de lucro y sólo para entretenimiento.
Esta historia es de mi autoría, producto de mi imaginación. El uso de los personajes y sus nombres pueden contener variaciones en sus caracteres y/o similitudes. Así como también partes del manga han sido tomadas para fines de la historia que ha sido escrita sin fines de lucro y sólo para entretenimiento.
"En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente"— Khalil Gibran
*-*-*-*-*-*-*-*-*
Con sigilo, una sombra gallarda fue acercándose hacia la rubia. No había podido evitarlo. Verla así día tras día le resultaba inconcebible. ¿Dónde estaba la alegre chica que no se derrumbaba ante nada? ¿Dónde se había ido esa luz esmeralda de sus ojos? ¡Tenía que hacer algo!
Preparándose para abordarla, suspiró profundamente rozando gentilmente su hombro antes de llamarla por su nombre:
-Candy…
Preparándose para abordarla, suspiró profundamente rozando gentilmente su hombro antes de llamarla por su nombre:
-Candy…
*-*-*-*-*-*-*
Capítulo III: " Día de sorpresas"
"Me gusta la deslumbrante luz del sol, tu sonrisa aparece
Siento como se acelera mi corazón, sonrío como un tonto
No puedo dejar de pensar en ti, parece una coincidencia
En caso que descubras mis sentimientos, en secreto... te observo desde lejos"
Sobresaltada y ante la vergüenza de ser vista llorando, Candy giró abruptamente para mirar horrorizada al ser que había osado tocarla.
Paralizada unos segundos, se limpió como pudo el rostro lacrimoso antes de señalar con temor contenido.
-¡Tú!-que… que… ¿Qué quieres? ¿Qué haces aquí? Vete…no te puedo ver… ¡no te quiero ver!-dijo hecha un manojo de nervios y temblorosa.
Con esa sonrisa tan socarrona que le caracterizaba, resopló sin malicia el galante joven quien le respondió suavemente.
-Tranquila…Lo sé… Sé que no deseas verme. Pero es inevitable Candy. Eres como un imán que atrae a todos con tu sonrisa tan contagiosa. Sin embargo, hace un tiempo que se ha apagado tu espíritu animoso. Tus ojos ya no poseen ese brillo tan impactante como antes ¿Por qué?
Candy abrió los ojos confusa por un momento. No estaba segura, si enojarse o sentirse halagada ante aquella confesión sutil.
-¿Quieres decir…. que has estado siguiéndome… todo este tiempo?-preguntó ella a la vez que se decía internamente que debía salir corriendo de ese lugar. Sin embargo la curiosidad era más grande y la retenía con aplomo.
Gestos confusos que se fueron tornando insolentes aparecieron en el rostro del joven quien a la defensiva se situó cuando suponía una agresión venidera.
-Bueno… Yo… ¡Y a ti que te importa! ¡No es asunto tuyo!-le dijo exasperado.
- Eso es tan típico de ti. No sé por qué me sorprende aun.-le rebatió Candy con el ceño fruncido y con los brazos cruzados.- ¡Como te atreves! ¡Por supuesto que es asunto mío! Puesto que es a mi quien estás siguiendo y además yo…
- Y sin embargo, sigues aquí Candy.-le dijo él suavemente colocando un dedo gentilmente sobre sus labios callándola instantáneamente.- En otras ocasiones ya hubieras huido. ¿Por qué ahora no?
Él no quería pelear con ella. La había visto tan triste momentos antes que no tenía corazón para discutir. El remolino de sentimientos lo había tenido confundido por días, pero desde que se había rendido a ellos, se había sentido mejor consigo mismo.
Un poco difusa por el rumbo de la conversación la rubia retiró la mano de él y bajó los brazos en señal de rendición encogiendo los hombros para responder:
-No lo sé. Supongo que…si hubieras querido hacerme daño todo este tiempo ya lo habrías hecho. ¿Verdad?
Una profunda carcajada emergió de la garganta del chico quien meneando su cabeza, se alineó a la altura de la pequeña rubia y la miró a los ojos con una calidez que nunca antes había tenido.
-Eres diferente a todas las chicas que he conocido Candy. Y será por eso que me gustas mucho.
-¿Qué?- respondió extrañada y alerta la rubia.
-Verás.- le dijo él apoyándose de costado en el tronco del árbol.- aunque no me creas. Debo decirte algo Candy.
-¿Decirme qué?
-Pues… fue cierto todo lo que te dije aquella vez acerca de que me gustabas. Te fui a ver al hospital porque Me gusta la deslumbrante luz del sol cuando tu sonrisa aparece. Siento como se acelera mi corazón y me hace sonreír como un tonto. No puedo dejar de pensar en ti, parece una ironía. Pero no lo es… Y antes de descubrirte mis sentimientos, en secreto... te he observado desde lejos.(*)- confesó en una voz apenas audible.
-Neal…
Aquello sí era una sorpresa para Candy. De pronto, de la noche a la mañana Neal había cambiado y se portaba galante con ¿ella? ¿Le confesaba sus sentimientos? No. No podía ser.
Lo miró con extrañeza esperando encontrar ese brillo de maldad que tanto le caracterizaba a su primo de papel, no obstante, no encontró nada más que ¿cariño? ¿Preocupación?
-¡¿Estás de broma Neal?!-Le dijo ella furiosa empujándolo con fuerza en el pecho- ¿Crees que puedes venir, burlarte de mí y luego marcharte como si nada hubiese pasado? ¡¿Cómo si fuese una idiota?!
-Candy, no estoy brome…-trataba de explicarle el moreno. No obstante, Candy no daba tregua.
-No estoy dispuesta a creerte nada. Ya en el pasado lo has hecho.-prosiguió molesta.- Eres un cretino ¡siempre has sido un cretino! ¿Porque habrías de cambiar? ¿Por qué habría de importarte? Si antes no lo hiciste, mucho menos ahora y es...
-¡Porqué a pesar de ser el cretino que proclamas, tú te preocupaste por mi primero! – Acercándose a ella con vehemencia, Neal la cogió por los hombros y la obligó a que le mirase a los ojos.- ¿por qué Candy? ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué me defendiste aquella vez a pesar de lo mal que he me comportado contigo?
Al ver que ella le miraba con temor, él ipso facto la soltó y levantó las manos en señal de disculpa.
-Lo siento.- le dijo él.- no quería… no esperaba… yo no sé…
-Te defendí en aquella ocasión, porque a pesar de todo tú me importabas Neal.- le confesó ella mas tranquila al ver que él tenía un gesto atribulado.
-Candy, yo…
-Déjame terminar, Neal.- Le pidió ella levantando la mano.- Siempre supe de todas las jugarretas e injusticias que me hicisteis pasar cuando fui a vivir con ustedes años atrás. Sin embargo, os perdone Neal ¡os perdoné! Constantemente has sido influenciado por tu madre y tu hermana en tus acciones, y es por ello que me pregunté siempre qué sería de ti si estuvieras solo, sin el predominio de ellas. Aquella noche cuando te vi solo, vislumbré la clase de persona que eras, una diferente, tuve la equívoca esperanza de que podías ser alguien mejor-comentó bajando la mirada con decepción la rubia.- Lo cual no fue así.
- Lo siento.- pidió Neal avergonzado.- Sé que hice mal Candy. Pero he cambiado. Créeme.
- ¿De verdad Neil?- le dijo con sorna Candy.- ¿Y es por ello que quisiste forzarme en aquella ocasión que tuve que huir de ti? ¡Me ultrajaste! Si no hubiera sido por Albert yo…
El semblante decayó en la rubia, quien al recordar al motivo de sus penas, se forzó a morderse los labios dispuesta a no dejarse vencer por las lágrimas que amenazaban en caer.
- Oh, ya entiendo.-le dijo Neal condescendientemente.- Tú le quieres a él y sin embargo, tu querido Albert te ha abandonado. Quién sabe por qué…
-¡Cállate! No tienes idea de lo que estás hablando.- se defendió Candy con ahínco.- Albert va a regresar. Estoy segura. Son otras cosas las que me preocupan ahora.
- ¿Así?-le refutó él con una sonrisa sarcástica.- ¿Y es por eso que le buscas con desesperación todos los días? ¿Estás segura que va a regresar?-Acercándose y con la mirada fija Neal no daba tregua a mas.- Dime una cosa, Candy ¿Te has dado cuenta que todos los que quieres siempre se van?
-Que quieres decir...- preguntó dudosa.
Neil sin embargo seguía con su diatriba indignado.
-Primero fue el dulcito de Anthony, luego el desabrido de Terry y ahora está éste rubio a quien desagradecidamente después de lo que has hecho por él, te ha dejado sola y muy triste. Porqué es por él que estás así, a mí no me engañas Candy. ¿dónde está tu sonrisa? ¿Por qué sigues como una tonta buscándolo cuando podrías estar con alguien como yo que podría tenerte por todo lo alto que es lo que mereces?
- Tú ¿conmigo?- bufó cansinamente la rubia.- Escúchame bien Neal. No podría considerarte ni siquiera como un amigo. ¿Cómo puedes pensar que te querría como algo más? Tú que te vales de tu apellido para conseguir favores y no sabes que es obtener algo por el fruto de tu trabajo. Sí. Ya sé que no es culpa tuya que te hayan hecho creer que el estatus lo es todo. Tú y yo, somo diferentes. A mí no me importa el dinero Neal. Tengo dos manos muy fuertes y gracias al cielo puedo trabajar en lo que sea sin complejos. Así que no necesito de tu apellido o tu dinero para salir adelante.
-De verdad que eres testaruda.-prosiguió él sin inmutarse- al menos he conseguido que ya no sigas llorando y muestres esa chispa de pelea que siempre llevas en ti.
- Grrrr… ¡Eres increíble!-dijo ella resoplando con fuerza.
-Y tú muy hermosa.- le refutó él galantemente.
-Neal. No estoy de humor para bromas. Ten muy claro que puede que estemos hablando civilizadamente pero yo, TE ODIO. Así que si sigues así sólo conseguirás de mí un par de bofetadas que…
-Que aceptaré gustoso Candy- terció el moreno.- Si ese es el camino que debo seguir para conseguir tu perdón, que así sea. Espero que algún día no muy lejano, llegar a ser tu amigo y puedas confiar en mí, preciosa.
Con una galante reverencia, Neal se despidió de una asombrada Candy quien no notó el momento en el que éste depositó un beso en la mano de ella antes de retornar por donde había llegado.
No muy lejos, con el ceño preocupado el mano derecha del Patriarca ingresaba con alivio a su auto. Sabía que el joven Lagan vigilaba a Candy, y hasta ahora no había intervenido, porque éste no había intentado acercarse nuevamente. Sin embargo, algo diferente tenía Lagan que le había hecho salir de su escondite. Tendría que estar atento o si no se llevaría una sorpresa.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
En la penumbra de su habitación, noches en vela pensando, una agotada Candy se hallaba meditando en lo acontecido en los últimos días. Neal Lagan se estaba comportando de manera extraña con ella. Si bien era cierto , ella no creía en su cambio, lo indiscutible es que él estaba distinto. A pesar de que ella se negase a salir con él, Neal ya no la acosaba ni la forzaba a nada. Es más, había días que no sabía nada de él. Todo eso se le hacía muy raro. Como si tramase algo.
Y por otro lado, ni un solo rastro había podido conseguir que lo llevara hacia Albert. ¡Simplemente desaparecido!
Y últimamente sus sueños estaban cubiertos por la sonrisa de Albert, la mirada de Albert, la voz de Albert, las manos de Albert, los labios de Albert… ¡Por todos los cielos! Si estaba soñando despierta junto a él, valía la pena disfrutar de tan bella utopía…
«Albert… Tengo ganas de verte de nuevo… De verte en seguida….- pensaba un poco deprimida.- Este apartamento lo alquilamos para vivir los dos… Pero sin ti, es demasiado triste como para vivir sola. (1) Tendré que dejar este lugar…
¡Bom! ¡bom! ¡bomm!
El sonido de la puerta a esas horas de la mañana inquietó a Candy.
-¿Eh? ¿Me pregunto quién tocará tan temprano?- se preguntó cautelosa.- ¿Habrá alguna emergencia?
Levantándose y colocándose el abrigo, la rubia caminó hacia la puerta hallando un sobre debajo.
No era una misiva común y corriente. Los filos y el brocado dorado de la misma confirmaban que se trata de algo importante. Abriendo con cuidado el sobre, Candy se dispuso a leer con atención.
“Srta. Candy White Ardlay
Se le hace conocimiento que el Tío Abuelo William, solicita su presencia en el gran baile con motivo de su Presentación como Jefe del Clan en la mansión de Lakewood.
Atte,
W.A. A."
W.A. A."
-¿Será una broma?- se dijo observando minuciosamente tanto el sobre como la invitación, ambos con el sello del clan.- ¿Pero… quien será W.A. A.? ¿Un nuevo secretario?
La rubia rápidamente comenzó a pensar todo lo que implicaba aquella fiesta. ¡Por fin conocería a su benefactor! ¡Oh!
Atravesando la salita ella ingresó a la cocina a prepararse una taza de té, ya que el café le traía memorias tristes de su querido amor.
- ¡Así que conoceré al tío abuelo William pronto!-exclama impresionada la pecosa balanceando en su mano el sobre con la invitación.- Es por él que estoy aquí. Tengo tanto que agradecerle y sin embargo...- Frunciendo el ceño, coloca una mano en la frente.- Esa es una fiesta muy importante, para la cual debo estar muy presentable... ¡Ay, dios! Debí prestar más atención a las clases de etiqueta y buenas costumbres… ¿Cómo he de arreglarme?...
*-*-*-*-*-*-*
Los días transcurrían con asombrosa rapidez. Candy no se daba tregua en el trabajo y el doctor Martin estaba preocupado cada vez más ante la impetuosidad desmedida de la chica. Tendría que hablar seriamente con ella al respecto y lo haría pronto.
Mientras tanto nuestra pequeña rubia, esa mañana como era su costumbre iba avanzando hacia la clínica Feliz pensando que así trabajase lo que trabajase la soledad del magnolia se estaba tornando insoportable.
Abstraída mientras iba de camino a su trabajo, un auto negro apareció por la vía moviéndose lentamente a su lado.
Dentro del auto, un conmovido rubio había notado la mirada de agonía de su pequeña. Verla caminar ensimismada con el ceño fruncido por la preocupación derrumbó la voluntad de Albert. ¡Tenía que bajar a consolarla! ¡No podía verla sufrir más! Estaba a punto de abrir la puerta del auto, cuando sintió una mano en su hombro.
-Aún no William. –Pidió George.-Ya falta poco. Este secreto no pertenece solo a ti. Debes cuidar los intereses del clan.
-George. No puedo verla así… -rogó el rubio.
- Lo sé, hijo. Lo sé… Pero aún no podemos hacer nada…. Debemos seguir, antes que ella nos descubra…
Aunque le parecía raro que anduviese por esos lugares un auto de esa magnitud, Candy se preguntó quién sería su ocupante. Al levantar la mirada lo que le llamó la atención fue una figura masculina en su interior y sobre todo que llevaba el símbolo del águila en la placa. Candy sintió su corazón latir de prisa. ¡Era el símbolo de los Ardlay!
Caminó un poco más con presteza movida por la curiosidad, pues ella no había alcanzado a distinguir a sus ocupantes, sin embargo el auto había acelerado ya su marcha.
De pronto el sonido de uno de los carruajes que frecuentaban la zona, le llamó la atención notando que había volcado al caer el grueso tronco de un viejo árbol, logrando desequilibrarlo y aplastarlo parcialmente.
Alarmada por semejante incidente, Candy corrió hasta el lugar para tratar de ayudar a sus ocupantes, encontrando en el interior a una elegante dama con el rostro desencajado y unas cuantas heridas en su haber. El lacayo y el cochero, ilesos.
Abriendo la puerta con mucho cuidado, Candy con no poco esfuerzo trató de ayudar a la pobre mujer que desesperada por salir no paraba de moverse obstaculizando un poco la ayuda de la rubia.
-Cálmese por favor señora- le dijo Candy cogiendo ambas manos de la atribulada dama.- Soy enfermera y solo estoy tratando de auxiliarla.
La señora de tez pálida y castaños cabellos, dirigió su mirada un poco perdida hacia la pequeña chica. Asintiendo con el rostro lentamente y ayudada por la joven, salió del destrozado coche.
-Permítame revisarla por favor… - pidió Candy, mientras sacaba su kit de primeros auxilios que siempre llevaba en su bolsa.
Y mientras con diligencia era revisada por la rubia, nuestra dama en cuestión iba derramando lágrimas como consecuencia de semejante susto.
- Tranquila. Ya todo ha pasado….
- Lady Kinkaid… Soy Edna Kinkaid criatura de Dios.- contestó la dama entre lágrimas.
-Mi nombre es Candice White, pero puede llamarme Candy ¿vale? –le secundó la rubia con una amable sonrisa seguida de un guiño.
-Gracias… Candy. Puedes llamarme Edna entonces…- respondió sinceramente la dama.- Nunca olvidaré lo bondadosa que has sido conmigo.
-Oh, no es nada Sra. Edna.- argumentó rápidamente la rubia.- No sería buena enfermera si es que no la hubiese ayudado.- comentó despreocupada Candy mientras terminaba de curarle las heridas.- ¿Sabe? No muy lejos de aquí hay un médico. Estaría más sosegada si él la pudiese revisar. Soy… buena curando heridas, pero de golpes no sé mucho. Es mejor que descartemos alguna contusión que le pueda traer problemas a futuro. ¿No le parece?
- Bueno… ¿crees que sea necesario?- respondió la mujer dudosa.-… He quedado esta mañana con unos clientes muy importantes… Y no desearía hacerlos esperar… Suelen molestarse y podría perder esa cuenta.
- Entiendo Sra. Edna. Sin embargo, le comento que solo será unos minutos. El doctor Martin es muy bueno en su oficio. Venga por favor.- le insistió con una sonrisa alegre la rubia.- Yo misma le acompañaré de regreso a su trabajo si desea.
-Oh, cariño. No sé cómo le haces pero creo que tienes el don del convencimiento.- le contestó la dama.- ¡Eres un ángel!
-Don del convencimiento...- repitió a rubia pensativa.- ¡Vaya que no se me había ocurrido!
- Usándolo de la manera apropiada podrías conseguir muchas cosas que desees, Candy.
- ¿En serio?- respondió Candy asombrada por semejante declaración.- ¡Wow! ¿Entonces quiere decir que he perdido muchas cosas todo este tiempo por no saber usarlo?
- Ja, ja, ja, ja, Candy, estoy segura que lo usas muy bien,- alegó la madame Edna un poco animada.- Me doy cuenta que es algo innato en ti, sin embargo solo es mi alocada opinión, no me hagas caso.
-Uhmmm… Bien… Eh… Ya estamos llegando a la clínica.-contestó divertida Candy.- Le presentaré al doctor Martin.
Momentos después, lady Kinkaid era revisada por el doctor Martin, quien descartó que los golpes fuesen de mayor envergadura.
Edna Kinkaid se detuvo a observar la sencilla habitación, y aunque en su alta alcurnia se le había enseñado a no ir a inmediaciones poco fiables, ella sintió que ese lugar emanaba una calidez y espontaneidad que nunca hubo hallado en las frías camas del John Stroger, Jr. Hospital. (2) Miró los rasgos finos de la joven enfermera y suspiró pensando en la hija que había muerto de pequeña por una rara enfermedad al corazón. Su afligido espíritu aún lloraba extrañando a su pequeña Celia. Si estuviese viva, seguro sería tan vivaz como Candy.
Encaminándose hacia la salida, Edna dispuso a retirarse.
-Hasta pronto, Candy. Gracias por todo. No dejes de visitarme. ¡Te recibiré encantada!
-Pero lady Kinkaid… he prometido acompañarla de regreso. Permítame llevarla…- pidió la joven enfermera.
-No es necesario, cariño- comentó la dama visiblemente afectada por la cantidad de pacientes pobres que acudían a esas horas de la mañana.-… Veo que aquí te necesitan más. ¿Qué te parece si mañana, nos reunimos en la tarde en mi trabajo? Así te aseguras si estoy bien o no. Además… ¿Puedo pedirte que de ahora en adelante seas mi enfermera personal?
-Oh, bueno, yo…. –Candy no se lo esperaba pero internamente se alegró aliviada en tener que ocupar sus horas libres.- Está bien…mañana por la tarde iré por ahí y me cercioraré de limpiar sus heridas.
-Como desees corazón. Mañana te espero. ¿Quedamos así?
-Por supuesto. Hasta luego lady Kinkaid.
-Nos vemos pronto Candy.-haciendo una venia hacia el médico, se despidió.- Muchas gracias Doctor Martin.
El doctor que hasta esos momentos había permanecido callado contestó.
-Un placer conocerla lady Kinkaid. Hasta luego.
Cuando la bella dama se hubo retirado, médico y enfermera se pusieron a sus labores. El día había comenzado con un poco de agitación y así se mantendría por las siguientes horas.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
-¿William?... ¡William!
-¿Eh? ...Sí, dígame tía. .-contesto Albert al verse descubierto distraído en sus pensamientos.
-¿Qué es lo que te pasa el día de hoy, hijo?-preguntó extrañada Elroy.- ¿Sucede algo con las empresas?
- No, tía Elroy. Las empresas van en perfectas condiciones.
-Entonces… ¿Te está molestando la cabeza?
- Mmmm… bueno, solo un poco… Pero no hay problema, terminemos de una vez estos informes.
-No. ¿Cómo crees? ¡¡No soy una insensible!! Tomémonos un descanso hijo. Tal vez no deberías asumir el control del clan tan pronto….- Comenzó a murmurar Elroy.
-Al contrario, tía. Creo que no hay mejor momento que éste.-respondió el rubio.- A propósito de ello… Le comunico que he decidido adelantar mi presentación.
Con el ceño fruncido primero y las cejas levantadas después, Elroy se encontraba atónita por aquella afirmación.
-¿Qué has dicho? ¿Adelantar tu presentación? ¡Pero eso es una locura!-negando con la cabeza Elroy no dejaba duda alguna de su postura.-No. ¡De ninguna manera!
Albert, acostumbrado al carácter de la tía, no esperaba menos de ella. Tantos años de poder absoluto le habían hecho creer que ella era siempre tendría la última palabra. Sin embargo, muy pronto se daría cuenta que él ya no era un niño.
-Bueno tía, dado que se trata de mi presentación, no le estoy pidiendo permiso, se lo estoy comunicando. Sin embargo le explicaré mis razones de los cambios de planes. Voy a realizar un viaje de negocios a Sudamérica y por lo tanto me gustaría presentarme cuanto antes. Me ausentaré por una larga temporada en el sur.
-Pero no entiendo el apuro, yo podría… ya sabes…
-Estoy al tanto, tía… pero usted me ha apoyado muchísimo durante estos años. Creo que es momento que esa pesada carga disminuya un poco. ¿No le parece?
-Bueno, yo…
-Así de esa manera, se dedica a disfrutar un tiempo de la familia sin las presiones del clan. Puede viajar a donde desee. Ir a Florida por ejemplo… Hay tantas cosas de las que se ha privado durante mi ausencia, que opino que ha llegado el tiempo de retribuírselo.
Una Elroy dubitativa y un Albert decidido se miraron en silencio unos segundos. Ninguno estaba dispuesto a ceder. Para Elroy la noticia del repentino viaje de su sobrino, cambiaba el curso de sus planes. Tendría que acelerarlos. Sin embargo una chispa se encendió en ella. Tal vez, después de todo no sería mala idea que la sociedad de Chicago viera al heredero del clan tomar las riendas antes de lo pensado.
- Bien... Te apoyaré en lo que decidas hijo.-dijo fingiendo resignación Elroy.- ¿Puedo saber la fecha de tu presentación?
Albert aliviado internamente, apoyó sus codos sobre el escritorio frente a él y juntando la punta de los dedos de sus manos, emitió una media sonrisa.
- Será este fin de semana.
-¡William! Pero…
Albert levantó la mano indicándole a su sobresaltada tía que volviese a tomar asiento.
-Calma, tía. Las invitaciones están enviadas, así como lo demás ya está contratado. George le puede dar los demás detalles. Lo único que tendrá que hacer es supervisar que todo se lleve a cabo según lo dispuesto.
- Pensé que con los años te volverías más juicioso William.-espetó la anciana sin miramientos.- Siempre tan impredecible y espontáneo. Tienes que aprender a controlar tus impulsos. ¡Un día de estos me vas a matar de la preocupación!
-Yo también le quiero mucho tía Elroy. – respondió el rubio sonriendo, levantándose de su asiento.- Y ahora, si me disculpa saldré a cabalgar. Retomaremos el proyecto por la tarde. ¿Le parece?
-Eh, sí. Por supuesto.-contestó con desgano la tía.
- Bien, con su permiso entonces.
Depositando un beso en la frente de la anciana, Albert salió de la habitación, dejando a una suspicaz Elroy, contrariada al ver la energía que emanaba las pupilas de su joven sobrino. Si mantenía la guardia baja, le vendría con sorpresas.
¡Ja! ¡Con buenas me quieren venir!-pensó para sí.
Elroy sabía muy bien a quien tenía que recurrir. Y lo haría, más rápido de lo que canta un gallo.
CONTINUARÁ...
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
(1) Párrafo tomado del manga de Candy Candy. Pág. 133, 134 Vol. 9.
(2) John stroger jr. hospital. Hospital de Chicago que fue fundado por aristocráticos en 1910 aprox., siendo uno de los más antiguos del país.
(*) Canción coreana “Destiny Sonata”interpretada por Jung Dong Ha.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
(1) Párrafo tomado del manga de Candy Candy. Pág. 133, 134 Vol. 9.
(2) John stroger jr. hospital. Hospital de Chicago que fue fundado por aristocráticos en 1910 aprox., siendo uno de los más antiguos del país.
(*) Canción coreana “Destiny Sonata”interpretada por Jung Dong Ha.
Última edición por LizvetArdray el Mar Abr 21, 2015 11:19 am, editado 3 veces