Alegre gorrioncillo, siempre trinado tu melodía -¡fiufiufifufifufifu, hola Candy! ¿Qué tal tu día?
Loco inventor de la felicidad!-Pienso para mis adentros cuando te veo en febril ajetreo-¡Buen día, Stear! ¿Por qué tan alegre?-Te cuestiono al tiempo que me acerco curiosa -Es que acabo de ver un ángel aterrizar en la tierra-Me respondes coqueto.
Insolente malcriado!-Fingiendo enojo, nada de ti, me puede hacer rabiar.
Silbas de nuevo tu melodía, haciéndote el desentendido ante mi rabieta.
Te gustaría probar mi nuevo invento, Candy?- Sueltas a bote-pronto.
Ah, no, no gracias! Busca a otra incauta- Y en el acto, amago con echar a correr.
Imagina, que gran oportunidad servir a la ciencia, anda no seas díscola Candy-Insistes con esa sonrisa irresistible en ti.
Raudo y veloz, tus manos ya están sobre mí, enfundándome un horrible mono.
Candice, luces bellísima! ¡Eres la viva imagen de Amalia Earhart- exclamas entusiasmado.
¡Oh! ¿Y ella, quién es?-Mi curiosidad es más grande que mi temor a preguntar y sé que me voy a arrepentir.
-¡Oh, Dios…sabía que me iba a arrepentir!- alcanzó a balbucear.
Ríes con ese desparpajo que te caracteriza. Y enseguida, quitas la manta que cubre tu nuevo invento.
¡No, esta vez, no! ¡No seré tu conejillo de indias! ¡No, no y no, me niego rotundamente!-Y tú atajas mi huida.
¡White wings I!-Gritas entusiasmado al quedar descubierto tu armatoste
- Es mi primera aeronave y tú, serás la emula de Amelia, la gran aviadora. -¿Aviadora? De ninguna manera, pienso montar en esa cosa, ni lo creas, no esta vez- replico en vano, pues en un pestañeo, ya estoy arriba.
Lo veo y no puedo creerlo, el armatoste alzó el vuelo. Ahora entiendo, por qué te fascina volar, es una sensación de total libertad.
¡Crashn, procnk, pus, cranck!- empiezan a surgir ruidos extraños del aeroplano.
Lo volteó a ver, aterrada -¿Qué pasa Stear? ¿Qué son esos ruidos?
Como única respuesta, me obsequía con su radiante sonrisa para enseguida tomarme de la mano y lanzarnos al vacío.
-No te preocupes Candy, confía en mí-
-¡Sí, sí me preocupo Stear, tus inventos nunca tienen un final feliz!-Sujetando con todas mis fuerzas su mano y apretando los ojos -¡Adióooooooos mundo cruel!- me resigno.
Pero contrario a lo que esperaba, la caída es suave. Abro los ojos y veo la razón del porqué, ¡Paracaídas!
Y él, mi loco inventor con su sonrisa espontánea y los ojitos colmados de entusiasmo, se encuentra feliz, aunque sea por unos breves minutos logro su anhelo, surcar los aires.
Loco inventor de la felicidad!-Pienso para mis adentros cuando te veo en febril ajetreo-¡Buen día, Stear! ¿Por qué tan alegre?-Te cuestiono al tiempo que me acerco curiosa -Es que acabo de ver un ángel aterrizar en la tierra-Me respondes coqueto.
Insolente malcriado!-Fingiendo enojo, nada de ti, me puede hacer rabiar.
Silbas de nuevo tu melodía, haciéndote el desentendido ante mi rabieta.
Te gustaría probar mi nuevo invento, Candy?- Sueltas a bote-pronto.
Ah, no, no gracias! Busca a otra incauta- Y en el acto, amago con echar a correr.
Imagina, que gran oportunidad servir a la ciencia, anda no seas díscola Candy-Insistes con esa sonrisa irresistible en ti.
Raudo y veloz, tus manos ya están sobre mí, enfundándome un horrible mono.
Candice, luces bellísima! ¡Eres la viva imagen de Amalia Earhart- exclamas entusiasmado.
¡Oh! ¿Y ella, quién es?-Mi curiosidad es más grande que mi temor a preguntar y sé que me voy a arrepentir.
-¡Oh, Dios…sabía que me iba a arrepentir!- alcanzó a balbucear.
Ríes con ese desparpajo que te caracteriza. Y enseguida, quitas la manta que cubre tu nuevo invento.
¡No, esta vez, no! ¡No seré tu conejillo de indias! ¡No, no y no, me niego rotundamente!-Y tú atajas mi huida.
¡White wings I!-Gritas entusiasmado al quedar descubierto tu armatoste
- Es mi primera aeronave y tú, serás la emula de Amelia, la gran aviadora. -¿Aviadora? De ninguna manera, pienso montar en esa cosa, ni lo creas, no esta vez- replico en vano, pues en un pestañeo, ya estoy arriba.
Lo veo y no puedo creerlo, el armatoste alzó el vuelo. Ahora entiendo, por qué te fascina volar, es una sensación de total libertad.
¡Crashn, procnk, pus, cranck!- empiezan a surgir ruidos extraños del aeroplano.
Lo volteó a ver, aterrada -¿Qué pasa Stear? ¿Qué son esos ruidos?
Como única respuesta, me obsequía con su radiante sonrisa para enseguida tomarme de la mano y lanzarnos al vacío.
-No te preocupes Candy, confía en mí-
-¡Sí, sí me preocupo Stear, tus inventos nunca tienen un final feliz!-Sujetando con todas mis fuerzas su mano y apretando los ojos -¡Adióooooooos mundo cruel!- me resigno.
Pero contrario a lo que esperaba, la caída es suave. Abro los ojos y veo la razón del porqué, ¡Paracaídas!
Y él, mi loco inventor con su sonrisa espontánea y los ojitos colmados de entusiasmo, se encuentra feliz, aunque sea por unos breves minutos logro su anhelo, surcar los aires.