Valiente
Por Mayra Exitosa
Capitulo 3
Una mujer… una ninfa
Aberdeen se convirtió en el lugar más visitado de Escocia, comenzaban a llegar con anticipación desde Irlanda, los hombres bravos de tez casi albinos y con cara de pocos amigos, todos con muecas de mal genio intimidaban a quienes los veían. Los ingleses con la elegancia y la forma de trajes mejores vistos, la altivez en sus rostros y una elegancia en sus kilts que orgullosamente portaban.
En Escocia completa, se preguntaba si el clan Andrew asistiría y al confirmar la noticia, muchos buscaban eliminar esa posibilidad, para William Albert al saberse tan apreciado pensaba como burlar a sus enemigos y poder llegar a Aberdeen no por tierra sino por barco rodeando la isla, aprovecharía al llevar los embarques en vez de volver a Glasgow y tomar el camino a Aberdeen, se iría por el lugar menos esperado y contrario al camino que lo esperaban.
Para Samira, todo fue molestia, pues su orgullo al ver a muchos tras Lady Grandchester aun con la difamación de su parte, notaba que los competidores eran demasiados ya que las tierras de Aberdeen representaban la Escocia original. Con inteligencia hablaba con Lord Grandchester para que arreglara un matrimonio para Susana su hija, aprovechando que estarían allí muchos clanes, sin embargo, Susana con su manera seria de ser escondía el gran amor hacia Lord Grandchester y esa tarde se lo declaró
--- Mi Lord, usted no comprende, yo… yo lo amo a usted.
--- Susana, no sabes lo que dices, eres una joven muy hermosa, pero para mí no eres la indicada, siento mucho que hayas convencido a tu madre de tu amor, pero no es así como lograras encontrar un buen matrimonio. Te sugiero que medites lo que acabas de decir y piensa que al finalizar la competencia de mi hija, tendrás un matrimonio arreglado por sugerencia de tu madre, piensa que podrás hacer una vida digna y un matrimonio con el hombre al que harás el padre de tus hijos.
Con frustración Susana se retiraba despreciada por Lord Grandchester nuevamente, ahora que le había confesado que lo amaba, pensaba decirle que su madre no era prima de su esposa, pensando que tal vez eso era un impedimento por el que no la aceptaba.
En el fondo de todo Lord Grandchester pensaba que si casaba a su hija, buscaría negociar con William Andrew y ver de nuevo a Rose, su bella hija, la cual no podía sacar de sus pensamientos, estaba seguro que el hijo de ella, era suyo.
Candy estaba tensa, ver llegar a tantos hombres, la ponía molesta. No era lo que pensaba al momento de recordar las conversaciones con su abuela, que sería un honor ver a los guerreros pelear por ganar y casarse con ella. Ahora meditaba que, podían salir heridos y hasta morir en las pruebas. Terrance la observaba seria y pensaba que algo andaba mal, debía hacer algo antes que explotara la situación.
--- Candy, sé que no te sientes bien con tatas personas llegando, te enviaré a la cabaña hasta que comience la competencia. Así podrás meditar y estar tranquila, enviaré a tu tía Samira para que te acompañe.
--- Papá tu cumpleaños será en la competencia y… estoy haciendo tu regalo, deja que Dorothy se vaya conmigo, esperaré a que mandes a los guardias por mí, para regresar.
--- Hija… está bien. Aunque preferiría tenerte conmigo el mayor tiempo posible… después de esa competencia yo…
--- Papá, no te dejaré nunca, verás que el hombre que me ame, querrá quedarse aquí en Aberdeen. No hay mejor lugar.
--- No será lo mismo Candy. Ya no serás para mi… todo el tiempo… ahora tendrás otras obligaciones y yo…
--- ¿Y tú? Tú siempre serás mi Padre, mi demonio, mi compañero inseparable, el más grande amor que he tenido.
--- ¡Candy!
Un abrazo fuerte y lágrimas en el rostro de Terrance, avisaba que no permitiría que un mal hombre la ganará. Dio órdenes de escoltar a su hija y su doncella hasta la cabaña, ahí Candy estaría alejada del morbo y las habladurías que ya conocía.
Al llegar Candy estaba feliz, Dorothy la observaba con una sonrisa, estaba orgullosa de ella, pronto se casaría y ella jamás se separaría de su lado, era una mujer increíble, amorosa y sobre todo muy valiente. Los guardias se fueron asegurando el sector que era difícil de localizar.
Candy salió cabalgar por la mañana a galope y capela observaba los movimientos de una águila, la siguió por todo el sendero, hasta que el leve sonido de flechas y el duro choque de metales la hicieron volver a la realidad.
Una docena de hombres atacaban a otro que solitario cabalgaba defendiéndose con el arco, mientras sus guardias se atravesaban para protegerlo recibiendo valientes la entrada de espadas a sus cuerpos para salvaguardar a aquel hombre que aun con una flecha encajada en su hombro izquierdo seguí disparando y cabalgando a su vez. Candy desde su altura, sacó su arco y flechas y las lanzo con tal puntería. Protegiendo al solitario que viajaba por ese camino desolado.
Orgullosa y callada, sobre su caballo galopaba directo a la emboscada, cada que se acercaba eliminaba de manera implacable al más cercano a lastimar al caballero. Por fin había terminado y sangrando, con cansancio evidente William Albert sonreía agradeciendo que una ninfa a caballo lo salvara.
--- Que Diosa tan bella me ha salvado, mi Lady.
--- No era justo para usted que no portaba espada vencer una emboscada.
--- Mis hombres… tengo que regresar por ellos.
--- No. Esta usted heridos, vamos a esconderlo, vienen más hombres atrás. Los vi cuando estaba en lo alto. Hay que curarlo, venga conmigo.
Candy jaló la rienda del caballo de William Albert, y entre el bosque tras una cascada y las ramas de árboles frondosos, estaba la cabaña oculta de Aberdeen. Cuando llegaba por fin William Albert había perdido sangre, estaba débil, con sumo cuidado sin bajarlo del corcel, sacó un cuchillo recién quemado en la fogata interior de la casa, para abrir y sacar la punta de la flecha. Después con ayuda de la silenciosa Dorothy, lo llevaron hasta una cama improvisada frente a la chimenea, boca abajo con señas poco a poco limpiaba y ponía un fomento natural verde en la herida.
En el castillo Grandchester la curiosidad crecía, donde Samira le ofrecían oro para saber el paradero de Candy. Solo que esta jamás había visitado la cabaña de Lord Grandchester, los guardias tenían prohibido hablar de ello, así que fingían no saberlo.
Pasaban unos días y en Glasgow, la noticia de que William Albert había sido atacado llegaba, ahí Rose conversaba con Elroy para ver cómo salvar a su familia.
---- Tía, si le decimos a mi padre que mi hermano esta desaparecido, se volverá loco y se irá a buscarlo, usted más que yo sabe que no está muy recuperado aun, me iré con un par de guardias y mi hijo, nos vestiremos de manera sencilla y viajaremos hasta Aberdeen, en cuanto encuentre a mi hermano, le mandaré un mensaje, por lo pronto dirá a mi padre que he ido a visitar a Lady Mc Millán, que me acompaña una escolta y mi hijo
--- Rose, no puedo mentirle a tu padre.
--- No lo hará tía, porque pasaré por el castillo Mc Millán de ahí tomaré camino a Aberdeen.
--- Hija, si algo te pasa, yo… me moriría.
--- Ten fe en mí.
Los días pasaban y Rose Andrew llegaba al castillo vestida de hombre, su pequeño hijo con tizne en su rubia cabellera pasaba como un niño humilde. Al llegar frente a Lord Grandchester, este se quedaba asombrado ante el rostro oculto de Rose.
---- Salgan todos, déjenos solos. Dio la orden y Rose ante la voz del hombre se sintió desfallecer, tomo a su hijo y agregó
--- El se queda conmigo.
--- Por supuesto. Confirmaba Terrance a quien al ver esos bellos ojos se había enronquecido su voz.
Anthony con el cabello obscurecido parecía tener un lazo de igualdad con Lord Grandchester. Allí serio y calmado observaba como el hombre lo observaba e arriba abajo como si quisiera saber algo sobre él. La voz de su madre los distrajo del escrutinio entre ambos. Quien quitándose la capucha que cubría sus largos cabellos dorados comentó,
--- Mi Lord, hemos venido porque mi hermano fue atacado antes de llegar aquí, mi hijo y yo pedimos de su ayuda, ya que mi padre no está bien del todo, el no abe que hemos venido, pero sé que lo estima a usted y ante esa estimación le ruego que nos ayude a encontrar a mi hermano. Se lo suplico.
--- Mi Lady, yo… por usted daría mi vida por completo, tenga por seguro que mandaré buscar a su hermano hasta debajo de las piedras de ser necesario. En este momento queda usted y su hijo bajo mi protección. El niño al oír la respuesta se acercó y alzando su mano firme agregó
--- Señor, gracias, los Andrew agradecemos lo que hace usted por nosotros. La confirmación y elegancia del pequeño hizo que Terrance confirmará sus sospechas, ese niño era suyo, no había la menor duda, desde que vio los ojos de Rose, la imploración de apoyo y súplica, así como el pequeño, quien portaba un aire ingles en él, daba por confirmado que ese pequeño era su hijo. Deseaba abrazarlo, alzarlo y hasta besarlo, su madre había sufrido por su causa, callada y sin decir nada a nadie, ocultó a todos haber estado con él antes de la competencia y ver al pequeño referirse a él con tal firmeza hizo que su corazón se hinchara de orgullo. El pequeño agregó
--- Andrew, Anthony Andrew.
--- Grandchester, Terrance Grandchester.
En la cabaña, sola con William Albert, Candy sostenía un tazón frente a él. Probaba el contenido y como si fuera un niño le decía
--- Está a tibio… me salió muy rico, confíe en mi, mire. Después le ofrecía con su misma cuchara en los labios a William Albert, quien se hacía el enfermo más adolorido del mundo para ver como esa ninfa hermosa lo cuidaba como si fuera su sobrino Anthony después de un resfriado. Pensando seguir haciéndose el enfermo, para olvidarse por completo de la competencia y en vez de llevar a Lady Grandchester, llevaría a la ninfa que lo había rescatado. --- Su color ha vuelto mi Lord, pronto podrá seguir su camino.
--- Iba camino a…. Aberdeen.
--- ¿Aberdeen? Preguntaba Candy al pensar que era uno de los caballeros que iría a competir.
--- Si. Pero ante usted, no me iría a ninguna parte mi Lady…
--- No me conoce y aun así dejaría de ir a Aberdeen para quedarse conmigo.
--- Por supuesto. ¿Cree usted que en Aberdeen, encuentre a una ninfa tan bella como usted?
--- Gracias, mi Lord. En ese momento Candy bajo el rostro apenado por recibir tan bello alago al decir que ella era una ninfa. El caballero era bastante atractivo, por su escudo, era definitivamente escocés y al decir que se quedaría con ella en vez de ir a la competencia, era mayor el halago, pues no iba tras las tierras de Aberdeen. --- Tengo entendido que habrá una competencia por Lady Grandchester.
--- Dígame que es tan bella como usted, que hace tan ricos alimentos y cuida de mí, aun sin saber quién soy.
--- ¿Supongo que no la conoce?
--- No tengo el placer de conocerla, pero aun así que le llevaría a ella, si mi corazón se queda en sus manos.
--- ¿Mi Lord? Con los ojos muy abiertos Candy despertaba el orgullo al haber conquistado a un hombre por haberlo rescatado.
--- Mi Lady, sus manos son de una dama, sus vestimentas por igual, la he visto sentada bordando por noches enteras, cuidando de mí, la doncella que la acompaña la obedece a usted, está aquí sola, en el bosque, ahora puede decirme su nombre mi Lady.
--- Fui yo quien lo trajo a usted, sería mucho pedirle que se presentara después de días de dudar de mi, aun sabiendo que dedujo soy una dama.
--- Andrew, Lord William Albert Andrew
--- ¿De Glasgow? Preguntaba Candy, con cierto asombro en su rostro.
CONTINUARÁ