GUERRA FLORIDA 2016
CLASE ESPECIAL AQUELARRE ANDREW
"CONFIA EN MI"
CLASE ESPECIAL AQUELARRE ANDREW
"CONFIA EN MI"
Disclaimer: Candy Candy y sus personajes pertenecen a sus respectivas autoras, la historia a continuación es de mi autoría, realizada con el propósito de entretener y no de lucrar.
Capítulo 05
El tiempo pasaba lentamente, treinta minutos, una hora, dos horas, tres horas y aun no tenía noticias de su mujer, la desesperación se estaba adueñando de él, su rostro denotaba el cansancio y la angustia que estaba sintiendo en esos momentos, ya había ido unas veinte veces a la recepción tratando de obtener alguna información acerca de la salud de su mujer, pero solo recibía un “debe esperar a que el doctor salga” como respuesta, estaba por ir una vez más a la recepción cuando la puerta que estaba vigilando por fin se abrió.
- Señor Andley – dijo el galeno con el rostro cubierto de sudor, quitándose la mascarilla y los guantes – su hijo está sano, pero por su tamaño y el tiempo de gestación, deberá quedarse en la incubadora hasta que sus pulmones estén lo suficientemente fuertes
- Gracias doctor – respondió el rubio soltando un suspiro – y mi esposa, ella como esta, a qué hora podré verla - cuestiono Albert impaciente
- Bueno la señora en estos momentos está en observación – indicó el médico como respuesta – tuvo un alza de presión cuando la estábamos operando, nada de cuidado, pero prefiero prevenir algún problema futuro
- Pero ella está bien verdad – cuestiono el rubio inseguro ante la respuesta que había recibido por parte del galeno
- Tranquilícese señor Andley – hablo el medico tranquilamente – es solo un alza de presión, sino que a veces por esta causa se presentan problemas que pueden acabar en un estado de coma, o un derrame cerebral, por eso es que prefiero tenerla en constante observación, al menos por las siguientes cuarenta y ocho horas, le recomiendo que valla a ver a su hijo y luego a su mujer, ese bebé es muy fuerte, pero también lo necesita
- Tiene usted razón doctor, mi hijo y mi mujer me necesitan fuerte para ellos
- Así es hombre, vamos arriba esos ánimos que acaba de ser padre – comentó Richardson con real alegría
- Es cierto doctor, soy padre – afirmo Albert con una sonrisa en los labios y un nuevo brillo en sus ojos, se despidió del médico y se dirigió a los cuneros a conocer a su hijo antes de entrar a ver a su adorada pecosa
En el camino Albert iba asimilando la idea de que ya se había convertido en padre, amaba a ese pequeño ser sin siquiera conocerlo y ahora que lo conocería, estaba seguro que ese pedacito de vida se convertiría en su razón de ser, junto con su madre.
Con cada paso que daba se iba formando una imagen del rostro de su hijo en su cabeza, tratando de adivinar como serían los ojos de su hijo, de qué color los tendría, tendría el cabello lacio u ondulado, habría heredado las pecas de su madre, tantas preguntas que tenía en su mente, tantas imágenes jugando con él y con la apariencia de su bebé, tantas cosas, pero nada comparado con lo que sintió cuando lo vio a través del vidrio que lo separaba de los cuneros.
Se acercó lentamente al vidrio de aquella ventana, una enfermera lo vio a través del vidrio y salió para preguntarle el apellido del bebe al que buscaba, cuando Albert le hubo dicho su apellido la enfermera le regalo una sonrisa y asintió con la cabeza volviendo entrar a la habitación, se dirigió a la derecha del salón y cuidadosamente acerco una incubadora hasta la ventana para que su padre lo pudiese observar.
El pequeño que descansaba dentro de esa caja transparente se veía tan frágil, tan delicado, tan chiquito, si llegaba a los cuarenta centímetros era mucho, estaba echado boca abajo, con la cabecita de lado, la piel de sus manos se transparentaba, tenía los deditos cerrados hechas puñito, y en su cabecita una pequeña pelusa rubia se asomaba, en verdad era mágico verlo, era su hijo quien estaba ahí, deseaba cargarlo, besarlo, hablarle, decirle cuanto lo amaba, que era lo mejor que había hecho en la vida, que con el solo hecho de que este vivo ya se sentía orgulloso de él, no se aguantó las ganas y toco el vidrio nuevamente para que la enfermera se acercara, la muchacha volvió a salir preguntándole que deseaba.
- Por favor señorita, puedo tocar a mi hijo, sé que por su estado no puedo cargarlo, pero al menos podría tocarlo, hablarle un momento, decirle cuanto lo amo y lo orgulloso que estoy de él por seguir luchando aun siendo tan chiquito
La enfermera se conmovió ante las palabras de ese padre, normalmente veía a padres felices, pero algo lo hacía a este especial, no sabía qué, pero le agradaba
- Solo por cinco minutos – permitió la enfermera – hoy es necesario que este todo el día en la incubadora, pero ya mañana podrá salir por unos diez minutos mientras lo alimentamos, y luego de una semana si todo está bien podrá llevárselo, eso sí, siguiendo todas las indicaciones del médico y con los cuidados pertinentes
- Muchas gracias señorita – respondió el rubio, agradeciendo la información, mientras se ponía la bata, guantes y demás accesorios que la enfermera le entregaba
La muchacha lo guió hasta la incubadora donde se encontraba su pequeño retoño, mostrándole como abrir las ventanillas para introducir sus manos y pudiera tocar a su bebe
La sensación que experimento el rubio cuando lo toco, no tenía igual, nunca en su vida había sentido dicha tan grande, era como si su corazón reconociera el pequeño corazón de su hijo y lo hiciera suyo a la vez, era inexplicable; Albert adoro con la mirada a su hijo, acariciando delicadamente su cabecita, dirigiéndole palabras tiernas y contándole todo lo que harían cuando estuviera un poco más grande; la enfermera oía y miraba embelesada el amor que este hombre le prodigaba a su hijo, ese niño era muy afortunado, había nacido con un pan bajo el bazo y con un ángel en casa, pues eso parecía ese rubio, un ángel bajado del cielo.
- Señor – llamo la enfermera – ya tiene que retirarse
- Oh, está bien, gracias – dijo el rubio sacando sus manos de la incubadora y despidiéndose de su hijo amorosamente
- Puede volver en unas cuatro horas que le tocara comer al bebé, si lo desea
- Muchas gracias señorita, aquí estaré – afirmo el orgulloso padre
- Dígame, ya tiene nombre – cuestiono la enfermera – es para la ficha medica – completo señalando la tablilla que llevaba en las manos
- Bueno, teníamos uno pensado con su madre, pero prefiero hablarlo primero con mi esposa, ella es mejor para estas cosas – respondió el rubio saliendo de la habitación junto con la enfermera que lo había acompañado
- Entiendo, bueno quedo a la espera de que me lo indique cuando ya lo tenga
- Claro, y otra vez muchas gracias
- No hay de que señor, es mi trabajo
El rubio le regalo una sonrisa a la dama, dio la media vuelta y se dirigió a ver a su esposa, tenía que contarle como era su pequeño hijo, conociendo como conocía a su amada, debía de estar impaciente por saber de su bebé.
CONTINUARA...
**************************************************************
Cumpliendo lo prometido, les dejo un capitulo mas chicas bellas, cuídense mucho ok, nos leemos luego,