De angelitos y diablitos
A menudo se sienta a disfrutar de su hábito predilecto,
se asegura de los sonidos del silencio,
a menudo su hábito predilecto se convierte en magia.
Afuera llueve suavemente, en el pequeño salón arde un acogedor fuego,
aunque ha llegado la primavera todavía quedan los días fríos.
Alguien acaba de ponerse al fuego, arreglando la leña...
él mismo es como el fuego, se gira y dibuja su más antojada sonrisa.
Otro alguien entra, algo mojado por la lluvia...
él mismo es como la lluvia, se acerca y dibuja su más dulce sonrisa.
A menudo disfruta ella la mágica mistura de esas criaturas.
Uno a su derecha le ofrece maravillosas rosas,
el otro a la izquierda frunce el ceño y le dice:
¡cariño, tu odias las rosas!
Ella sonríe, no son simples rosas, son rosas violeta.
Uno es la brisa, el otro viento
Uno es la aurora, el otro el ocaso
Aquel es de ojos cielo y cabellos de sol,
aquel otro, de ojos miel y cabellos chocolate.
¿Acaso podría ella escoger?
La chica de ojos violeta lo tiene claro:
Elije la dulzura de uno sin renunciar la acritud del otro,
elije la acritud de uno sin renunciar la dulzura del otro.
Entre libros inmersa la chica de ojos violeta disfruta de su mejor hábito, su paraíso.
A menudo la visitan ellos, a menudo se instalan en el jardín mágico de su corazón.
Con inmenso cariño para Anjou
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A menudo se sienta a disfrutar de su hábito predilecto,
se asegura de los sonidos del silencio,
a menudo su hábito predilecto se convierte en magia.
Afuera llueve suavemente, en el pequeño salón arde un acogedor fuego,
aunque ha llegado la primavera todavía quedan los días fríos.
Alguien acaba de ponerse al fuego, arreglando la leña...
él mismo es como el fuego, se gira y dibuja su más antojada sonrisa.
Otro alguien entra, algo mojado por la lluvia...
él mismo es como la lluvia, se acerca y dibuja su más dulce sonrisa.
A menudo disfruta ella la mágica mistura de esas criaturas.
Uno a su derecha le ofrece maravillosas rosas,
el otro a la izquierda frunce el ceño y le dice:
¡cariño, tu odias las rosas!
Ella sonríe, no son simples rosas, son rosas violeta.
Uno es la brisa, el otro viento
Uno es la aurora, el otro el ocaso
Aquel es de ojos cielo y cabellos de sol,
aquel otro, de ojos miel y cabellos chocolate.
¿Acaso podría ella escoger?
La chica de ojos violeta lo tiene claro:
Elije la dulzura de uno sin renunciar la acritud del otro,
elije la acritud de uno sin renunciar la dulzura del otro.
Entre libros inmersa la chica de ojos violeta disfruta de su mejor hábito, su paraíso.
A menudo la visitan ellos, a menudo se instalan en el jardín mágico de su corazón.
Con inmenso cariño para Anjou
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