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La gata empezo a restregarse en sus piernas melosamente, era extraño porque a decir verdad el nunca le habia prestado mucha atención y de hecho ni siquiera le hacia cariños, pero aquella tarde Neal se vio prácticamente asaltado por la minina quien parecía no querer dejarlo ir a ningún lado.
- Muevete de aquí, shu, shu.
Ella le miro con unos ojos encantadores y un suave maullido salio de su garganta para luego saltar a los brazos del moreno.
- Que demonios… Que te pasa gata endemoniada, anda vete a buscar a otro para molestar. –dijo mientras la depositaba en el sillón.
Pero la gata parecía no querer ceder, pues apenas la solto ella volvió saltar esta vez a su espalda encajándole las uñas para no caerse.
- Aaaaah, suéltame, suéltame gata del demonio… -gritaba el moreno mientras intentaba alcanzar a la gata que seguía sostenida en el saco del chico.
Cuando por fin la atrapo la avento sin pensarlo mientras metia la mano por la camisa para sobar el lugar donde la felina le habia herido, sangraba, además de que su ropa acababa de dañarse.
- Maldita gata, por tu causa tendre que ir a cambiarme y … lárgate de aquí, shu…
Todos esperaban en el auto, Neal sabia que llegarían tarde por su causa a la fiesta y su familia era demasiado especial para hacer tal cosa, Neal camino hasta afuera mientras la gata se le iba enredando en las piernas y llego hasta el auto.
- Adelantense ustedes, yo tengo que cambiarme, no se que le pasa a este maldito animal, me daño la ropa, además me tendre que poner algo en la herida que me provoco.
- Estas seguro que no quieres que te esperemos hijo?
- No, ire yo solo…
- Si quieres me quedo a esperarte hermanito.
- No, no te preocupes Elisa, yo llegare mas tarde.
Dicho esto se despidieron y Neal entro enfurecido hasta la habitación seguido por la gata quien tranquilamente ahora caminaba detrás de el.
Llamo a uno de los sirvientes y pidió material para curación, la herida estaba en la espalda asi que no podría limpiarse por si mismo, la gata esperaba fuera de la puerta, parecía no querer entrar, Neal la miro con coraje pensando que al dia siguiente haría lo posible para que echaran al animal fuera de la casa.
Una vez que curaron la herida busco en el closet algo que ponerse, odiaba tener que hacer eso porque para una fiesta el siempre mandaba a traer los trajes de fuera y esta vez tendría que usar algo diferente a lo que habia decidido, hizo lo posible para apurarse se arreglo lo mas rápido que pudo y pidió a uno de los sirvientes que alistaran uno de los carros, el mismo manejaría.
Por un momento se olvido del felino pero cuando estaba a punto de irse la vio en la puerta mirando atentamente al jardín, al porton, a la oscuridad, entonces paso.
El teléfono timbro insistentemente, tanto que al ver que no habia nadie cerca para contestar tuvo que hacerlo el mismo, al otro lado de la línea una voz masculina pregunto por el.
- Soy yo…
- Ah Sr. Leagan, lamento ser portador de tan penosa noticia.
- Que paso?
- Su familia… su familia sufrio un accidente, necesitamos su presencia.
- Estan bien? Ellos están bien.
- Hablaremos cuando llegue al hospital, ahorita mismo mandare por usted.
- No, olvídelo, ire yo mismo.
Colgo de inmediato y corrió hasta la puerta, entonces vio a la gata quien tenia una cara triste, esta vez ella no hizo nada para detenerlo, se movio y se sento para verlo partir.
Al llegar al hospital el oficial le confirmo lo que el ya temia… toda su familia habia muerto, el accidente habia sido tal que ninguno pudo sobrevivir siquiera para ser trasladado al hospital.
Su familia… aquellos de los cuales se habia despedido hacia unos minutos, aquellos con los cuales estaría si no fuese por ese maldito…no, gracias al gato el habia salvado la vida, aunque no estaba seguro de querer vivir después de quedarse solo.
Se sento en una de las sillas del hospital a llorar mientras era alcanzado por la demás familia que habia sido avisada. George llego para hacerse cargo de todo, Archie por primera vez se sento a consolarlo, Candy y Annie preguntaban en que podían ayudar, todos estaban ahí menos a los únicos que quería ver en ese instante. Todo paso tan rápido.
En el funeral las gaitas sonaron como cuando murió Anthony y Stear, la gente acudió a despedirlos y cuando todo hubo terminado Neal se quedo ahí viendo las tumbas de su familia. En ese momento, sin saber de donde, la gata a la cual Neal habia olvidado por completo llego y se subio a sus brazos, empezó a lamerlo, tal vez para consolarlo y por primera vez Neal la acaricio. Ahora era lo único que le quedaba y además le debía la vida.
