PRIMER APORTE EN SOLITARIO: MINIFIC DE STEAR, DEDICADO A MIMI EN SU CUMPLE!
Después de haber comenzado la GF, muchos grupos se encontraban muy atareados preparando sus participaciones y Adriana y sus amigos, no eran la excepción.
Como era el cumpleaños de su querida amiga Mimi y Stear es su galán favorito, Adriana decidió dedicarle una historia en donde ella misma sería la protagonista. Así que se puso a trabajar desde temprano y durante casi toda la noche para terminarla.
Tan absorta estaba en darle los últimos detalles, que no percató que una figura se fue acercando a ella.
-¿Trabajando tarde?-
-¡Hola, Stear! Sí, estoy casi terminando esta historia. ¿Cómo es que aún andas levantado? Creo que todos ya se fueron a dormir.
-Estaba trabajando en uno de mis inventos, pero como ya lo terminé, quise salir al balcón a despejar un poco la mente.-
-Te entiendo ... yo he estado trabajando en esto desde la tarde y estoy cansada. Ya no sé si debería editarla más.-
-Si quieres, puedo ayudarte...-
En eso, cuando Stear se acercó para echar un vistazo y ver de quién se trataba la historia, Adriana rápidamente cerró la computadora, para la sorpresa del inventor.
-No, gracias...- le dijo nerviosamente -creo que ya está.-
-Tu actitud es sospechosa. ¿Será acaso una historia sobre...?-
-¡Ni te emociones inventor porque es sobre Mí!- una voz interrumpió a los dos y ellos se volvieron a verlo.
Obviamente que se trataba de Terry que había estado todo ese tiempo en el balcón y que por supuesto lo escuchó todo.
-¿Qué te hace pensar que es sobre ti?- preguntó Adriana curiosa.
-Simple. Si vas a dedicarme varias historias y numerosas firmas, es obvio que debes de comenzar conmigo.-
-....- tanto Stear como Adriana se miraron desconcertados.
-Además, qué mejor que iniciar este año con una historia mía.-
-No quisiera deshacer tus castillos en el aire, pero, ni soñando te voy a dedicar tantas como me pides historias este año.-
-¿Y por qué no?-
-Eh ... ¿Te lo cuento o te lo platico?-
-Habla ya- dijo él un tanto desesperado.
-Pues mira, en primer lugar el festival está dedicado a todos los personajes de la serie, no solamente a ti ... tampoco olvidemos mencionar el pequeño detalle de que a veces duermo, aunque no lo creas. Segundo, esta historia fue exclusivamente escrita para celebrar un cumple y a esa chica le gusta alguien más...-
-¿No es una de mis admiradoras?-
-Eh ... nope.-
-¿De quién se trata si puedo saberlo?- interrumpió cruzando los brazos.
Como seguramente se iba a enterar tarde o temprano, a Adriana no le quedó de otra más que soltarle la bomba.
-Bueno, pues se trata de...- y mirando a su querido amigo al lado, por fin lo confesó todo -es sobre Stear.-
Decir que el inventor se quedó sorprendido fue poco, pero antes de poder decir algo, se volvió a mirar a Terry, quien solamente alzó una ceja como señal de descontento. Por unos minutos hubo un silencio sepulcral.
-Bueno, había que empezar con alguien, ¿no, Terry?- trató de comentar Stear con voz nerviosa y una risilla, pero no fue sino hasta que él se atrevió a decir algo, que Terry finalmente respondió,
-Esta es la segunda vez que comienzas con un trabajo para el inventor. El año pasado sucedió lo mismo...-
-¿De veras?, ya ni me acuerdo- le respondió ella con el dedo en el mentón.
-No te hagas la desentendida, claro que te acuerdas. Ni por un momento creas que esta vez te saldrás con la tuya.-
-¿Salirme con la mía? Claro que no, ¿cómo se te ocurre decir eso? Mira, por si no lo sabes, no es mi cumple y mucho menos es mi culpa que la cumpleañera prefiera a Stear y no a ti. Así que reclamos a otro lado.-
-Entonces, ¿vas a seguir adelante con esto?-
-Pues claro. ¿O acaso te gustaría que te dieran tu regalo de cumple atrasado? Recuerda que hace dos meses medio Foro estuvo celebrándote. Ademas, piensa en esto, ¿qué hubieras sentido si alguien más viene con sus caprichitos y tú recibes tu regalo días después?-
-Bueno, yo...-
-¡Aha! Ahí lo tienes.-
Sin más argumentos que decir, a Terry no le quedó de otra más que reconocer que ella le decía la verdad y tuvo que acceder por el momento. Así que con voz seria, no le quedó de otra,
-Está bien, pero que conste que todo lo hago por ... ¿cómo se llama la festejada?-
-Se llama Mimi.-
-Bueno, entonces por esta única vez y por complacer a Mimi, podrás subir la historia de Stear. Pero antes, quiero que esto quede bien claro: el próximo aporte es mío y esta vez nada de excusas, ¿entendido?-
Y sin más por hacer, Terry se dio la media vuelta para desaparecer por su habitación. Una vez que se perdió de vista, Adriana solamente le sonrió a Stear y abriendo la computadora de nuevo, comentó,
-Sí, como no.-
-....- Stear solamente miraba a su amiga meneando la cabeza con cierta preocupación, sabiendo que de seguro estos dos tendrían un segundo altercado muy pronto.
Pero bueno, eso será parte de la siguiente historia. Por el momento, Adriana había salido airosa y por supuesto, con la suya.
¡Hoy es un día de celebración! Y como parte del festejo para Mimi, quiero dedicarle esta historia. Ojalá y te guste, ya que te la escribí con muchísimo cariño.
¡FELIZ CUMPLEAÑOS! Abrazos enormes y con cariño a la distancia.
Así que sin más, ¡aquí está!
UN PASEO INOLVIDABLE
El invierno puede ser a veces una experiencia única y en especial lo es para aquellos que no tienen la oportunidad de disfrutarla tan seguido como quisieran.
Tal era el caso de Mimi. Siendo una chica acostumbrada al eterno calor veraniego de su ciudad natal, su constante anhelo era poder viajar a algún lugar durante los últimos días del año, para poder deleitarse de un pintoresco paisaje en una fría tarde como aquellas en la época estivo-otoñal.
Por esa razón, cuando tuvo la oportunidad de viajar al país del sol naciente durante los fríos días de invierno durante el mes de diciembre, no lo dudó ni por un instante.
Así que habiendo preparado una pequeña maleta, tomó el primer vuelo disponible y sin darse cuenta, se encontró en pocas horas en una de las ciudades más importantes del Japón: la feudal e histórica ciudad de Osaka.
En cuanto llegó, Mimi pudo sentir ahí mismo en la entrada del aeropuerto, esa fría sensación térmica que el invierno trae consigo. Era curioso verla sonreír ante lo que muchos evitaban durante sus vacaciones y que ella lo recibía con gusto ... tal y como si se tratase de un regalo muy especial.
Por esa razón, disfrutó mucho del trayecto en el tren que la llevaría hasta su destino.
Una vez acomodada en su bien situado hotel en pleno centro de la ciudad, la chica se dedicó a revisar cuidadosamente sus itinerarios. Como eran contados los días en que estaría en la ciudad, era importante poder aprovechar al máximo su estancia.
Sin demorarse ni un instante más, tomó su abrigo y cámara para dirigirse a la estación de trenes que estaba justo debajo de su hotel y así viajar hasta la estación en donde se encontraba uno de los palacios feudales más importantes del país: el antiguo castillo de Osaka, en pleno centro de la ciudad.
Emocionada con la idea, Mimi caminó por el parque que rodeaba el lugar y una vez en el castillo mismo, se dedicó a visitar con lentitud las numerosas salas que describían a detalle su peculiar y única historia. En verdad que este sitio le resultó fascinante.
Después, con paso lento, se dedicó a caminar por los alrededores de la muralla y para su sorpresa, se topó ahí mismo con un cerezo en flor. Esto era muy particular, ya que ésta era la época en que no florecían. De alguna manera, ese sencillo descubrimiento le dio a entender a Mimi que aún en el extremo y gélido clima de invierno, se podía encontrar algo tan hermoso y delicado como lo eran esas flores, mostrando toda su belleza y esplendor bajo un tibio sol decembrino. De alguna manera, esto fue un buen augurio para ella.
Ella sonrió emocionada al verlo y después de tomarle algunas fotos, regresó a su hotel para poder descansar y prepararse para el largo paseo que le esperaba a la mañana siguiente.
Esta había sido su primera aventura en tan magnifica ciudad.
----------
No obstante, algo muy interesante estaba por ocurrir y aconteció precisamente al día siguiente, cuando estaba a punto de tomar el autobús que la llevaría de paseo a ella y otros tantos turistas por la ciudad de Kyoto y de Nara.
Temprano por la mañana y luego de tomar el desayuno, Mimi estaba lista para bajar y esperar por el transporte que la recogería. Una vez en la recepción no tuvo que esperar mucho, ya que su guía puntualmente llegó para poder acompañarla al autobús que la llevaría de paseo. En cuanto subió, se dio cuenta de que era de las primeras en abordar, así que sin ningún problema tomó el asiento de ventanilla en la tercera fila para poder tomar fotos durante el trayecto, algo que le encantaba hacer durante sus paseos.
Conforme el autobús se dirigía a otros hoteles, los asientos fueron ocupados y al llegar a lo que sería la última parada, una familia subió para encontrarse con la sorpresa de que no habían asientos disponibles juntos y que irremediablemente debían separarse.
Por esa razón, una chica adolescente se sentó al lado de Mimi, mientras que sus padres se acomodaron en la parte trasera. Aún cuando la jovencita no se sentía a gusto lejos de sus progenitores, no se podía hacer nada, debido a que ya no habían otros asientos disponibles.
Mimi sintió lastima por la chica que al parecer se sentía un poco nerviosa con la situación. Así que le sonrió amablemente, tratando de que no se sintiera tan aprensiva. Esto obviamente no funcionó, ya que a la chica se le veía preocupada y lo reflejaba al volverse constantemente para poder mirar a sus padres en la parte trasera del autobús. Así se la pasó la mayor parte del trayecto.
Por otra parte, al ser éste un paseo en donde había muchos turistas de otras naciones, no fue nada raro encontrarse con gente de otras nacionalidades que hablaban idiomas ajenos al suyo. Afortunadamente para Mimi, la excursión se dio en inglés y no tuvo problema alguno en entender lo que la guía trataba de explicarles en el trayecto a la ciudad de Kyoto que les llevó como una hora.
Una vez que llegaron a las inmediaciones de los jardines del palacio que alguna vez fuera la capital del antiguo imperio japonés, todos por fin bajaron para poder seguir a la guía que los conduciría por todo el lugar.
Mientras que todos se abrochaban las gabardinas y chaquetas para resguardarse del frío, Mimi disfrutaba el llevar la suya totalmente abierta y para sorpresa de los demás, ni siquiera se puso los guantes y su bufanda colgaba en su cuello más como si fuera un adorno, en vez de ser algo que la protegiera del clima.
Así, Mimi caminó emocionada tras de la guía para escuchar atenta todo lo que la mujer les decía acerca de los jardines y los edificios a los que ahora se aproximaban. También aprovechó para preguntarle cualquier cosa que le interesara y de la que quisiera saber más.
Primeramente, visitaron el palacio Nijo, una estructura espectacular del siglo diecisiete con un solemne exterior y que cuenta con un opulento interior.
Una vez que hubieron terminado con la visita, todos los paseantes volvieron a abordar el autobús para continuar al siguiente punto.
De esta manera, Mimi se acomodaba distraída colocando su cámara en su bolso, cuando de pronto un chico alto de cabello oscuro y lentes que se sentó a su lado. La jovencita se quedó sorprendida al descubrir que su compañero de asiento era muy distinto a aquella chiquilla que se había sentado originalmente con ella.
Notando esto, el joven a su lado le explicó de inmediato lo que sucedía.
"Hola. Disculpa que te sorprenda el cambio de asientos, pero como vi que la familia frente a mí se había separado, les ofrecí mi lugar para que pudieran estar juntos."
Ahora Mimi lo entendía todo. Por supuesto que había notado que la pequeña se sentía perdida sin sus padres y le daba gusto que ahora pudiese estar con ellos.
"Me alegra saber que ahora ya no están separados." Le comentó ella con una pequeña sonrisa.
"Mi nombre es Stear." Le dijo él extendiendo su mano para presentarse.
"Y yo me llamo Mimi." Le respondió estrechando su mano.
"Mucho gusto. Dime, ¿de dónde eres?" Le preguntó él un tanto curioso al descubrir que la chica tenía un acento un tanto único en su inglés.
"Soy latinoamericana y por lo que veo, tú debes ser americano." El chico solamente asintió.
"¿Sabes?" Comentó él en español, para sorpresa de ella, "si no te molesta, me gustaría que habláramos en tu idioma. Lo estoy aprendiendo y no tengo muchas oportunidades para practicarlo."
"No hay problema. A mí me encanta hablar en español, pero si en algún momento no entiendes lo que digo, con confianza dime y continuamos en inglés."
"Me parece bien, gracias." Y diciendo esto, dibujó una gran sonrisa.
La siguiente parada estaba a tan sólo unos minutos. Por lo que al bajar, Stear se dedicó a mirar a su compañera con cierta curiosidad. Al parecer ella no abrochaba su abrigo y hasta pareciera que no quisiera abrigarse. Al notarlo, no pudo resistirse a preguntarle.
"¿No tienes frío?" Se cubrió él con su largo abrigo al tiempo que se colocaba los guantes.
Esto fue algo a lo que ella respondió divertida, encogiendo los hombros. "Me encanta el frío y no sabes cómo lo estoy disfrutando. Además," dijo alzando la vista, "es un día con sol y no es tan fresco."
El joven de lentes simplemente la miraba admirado.
A continuación, el grupo se aventuró de nuevo hasta el templo budista de Kinkaku-ji que no estaba muy lejos de ahí, en donde todos los visitantes se dedicaron a caminar por sus jardines. Por su parte, Mimi y Stear pronto se acoplaron de inmediato y ambos se ayudaron mutuamente para tomar fotos. Era interesante verlos tomar un sinnúmero de fotos en los mejores ángulos a toda prisa, para no quedarse rezagados de los demás.
Entre risas, los dos posaban divertidos frente a los santuarios budistas, explanadas, las variadas estatuas a lo largo y ancho de los jardines y las construcciones mismas del palacio, para luego salir corriendo y tratar de alcanzar a la guía con el grupo.
Fue en este punto que el grupo descubrió con asombro en medio de los jardines, la fachada resplandeciente del Pabellón de Oro que se encontraba en medio de un lago. El agua que lo rodeaba era cristalina y tan tranquila que daba la apariencia como si se tratase de un espejo. Todos quedaron maravillados por la vista que era simplemente espectacular, ya que se complementaba con los tonos ocres y amarillos de los árboles alrededor, los cuales servían de fondo tal y como si se tratase de una postal.
Como el día era claro con un sol brillante y un cielo azul, el tono dorado del edificio deslumbraba con su brillo y belleza. Muchos se quedaron anonadados ante tal maravilla.
Ante esto, los dos jóvenes no pudieron más que admirarla y tratar de tomar cuánta foto pudieron. No obstante, algo singular ocurrió aquí: la cámara de Stear dejó de funcionar. Por esa razón, cuando quiso tomar más fotos desde otro lado del lago, simplemente ya no le fue posible hacerlo.
"¿Qué sucede, Stear?" Le preguntó Mimi al verlo abrir y examinar su cámara.
"Parece que ya no funciona..." Fue su respuesta acompañada con una expresión de preocupación en su rostro.
Así que tomando asiento en una banca no muy lejos de ahí, trató de hacerla funcionar, pero simplemente ésta se negaba a responder.
"Es extraño," comentó él desconcertado, "ha estado funcionando sin problemas toda la semana. No acierto a saber qué es lo que está fallando y parece ser que el problema es el obturador que se niega a abrir."
"Tal vez puedas llevarla a reparar." Le sugirió la joven al tomar asiento a su lado.
"Eso no será posible." Fue su respuesta ante el comentario. "Yo la inventé."
Decir que Mimi se quedó totalmente boquiabierta, fue poco. En verdad que estaba muy extrañada, ya que la cámara pareciera ser una de esas profesionales y costosas que se compran en tiendas especializadas.
"¿Tú la diseñaste?" Stear entonces comprendió que la chica a su lado no entendía nada, por lo que con una sonrisa se dedicó a explicarle.
"Mi pasatiempo es dedicarme a crear nuevas cosas. Digamos que me gusta inventar cosas únicas."
"¡Vaya que me has sorprendido!, ¿eres acaso ingeniero?"
"Algo así." Fue su simple respuesta.
Sin embargo, para ese momento el grupo se estaba reuniendo a un lado para poder continuar con el viaje. Por lo que poniéndose de pie, Mimi apresuró a Stear a que se reunieran con los otros.
Obviamente que el chico se sentía desilusionado. Le apasionaba tomar fotos y parecía que ya no podría tomar más en lo que les quedaba del viaje. Ella al notar lo delicado de la situación, no tardó en proponerle algo y así ayudarlo.
"Si quieres," le dijo rompiendo el silencio, mientras caminaban detrás de los demás, "yo puedo tomar fotos por ti y de alguna manera después te las puedo mandar."
Stear se detuvo súbitamente. En verdad que esta chica era un lindo estuche de sorpresas y no podía creer lo que ella tan amablemente le ofrecía.
"¿En serio harías eso por mí?"
"¿Y por qué no?" Fue su respuesta con otra pregunta. "Pienso que es una oportunidad única el estar aquí como para no tener un recuerdo a través de fotos. Recuerda que será lo que te recuerde este maravilloso día."
Stear simplemente la miró asombrado. Nunca antes nadie había expresado tan bien lo que él mismo pensaba acerca de viajar y de guardar cuanto pudiera en su memoria y por supuesto, en su cámara fotográfica. Por eso era que a él le encantaba tomar cuántas fotos pudiera.
Una gran sonrisa se dibujó en su rostro al contemplar dicha propuesta. Jamás había conocido a alguien tan especial como lo era esta chica. En verdad que éste había sido un día de suerte para él.
Así, toda la primera parte de la mañana transcurrió como si ellos dos se conocieran de años. Era claro que ambos estaban desarrollado una linda amistad.
----------------
De esta manera, los dos se caminaron junto al grupo hasta donde estaban los famosos jardines de piedra y arena. Estos lugares se creaban en la antigüedad para reflejar serenidad y que las personas pudieran meditar en su entorno. Por supuesto que para Mimi esto era extraño, pero a la vez fascinante.
Sentados los dos juntos ahí, en absoluto silencio, compartieron algo único. Fue una sensación indescriptible de paz acompañada por algo más que resultaba nuevo para ambos: la comodidad de compartir algo totalmente inigualable, pero sin palabras ... simplemente indescriptible.
Además, la confianza y la comodidad que se había generado entre ellos, resaltaba aún más la incomparable experiencia de descubrir lo mucho que estos dos jóvenes compartían en común y que poco a poco, estaban gratamente descubriendo.
Por supuesto que tomaron fotos y ahora que lo hacían con la cámara de Mimi, la chica decidió que fuera Stear el que la llevara. Ella confiaba que cualquier foto que él tomara del paisaje sería la mejor, debido a que lo había podido comprobar antes durante su paseo por los jardines.
De esta forma, pronto los dos se encontraron de frente ante el imponente castillo imperial de Kyoto. La histórica estructura del lugar era simplemente espectacular y se caracterizaba por su puro y simple estilo japonés. A través de las opulentas alcobas del palacio, Mimi y Stear escucharon las historias del emperador que solía vivir en la que fue alguna vez la residencia oficial de la otrora capital del imperio.
Los dos jóvenes no daban crédito ante la belleza que se desplegaba ante sus ojos y con admiración, visitaron cada uno de los salones. Lo que más le llamó la atención a Mimi, fueron los amplios balcones de madera que daban a una vista sin igual hacia los jardines y los templos a su alrededor.
Suspirando, se recargó en una de las barandas para poder apreciarlo todo. Dándose cuenta de esto, Stear se colocó junto a ella y admirando también el paisaje, le comentó con voz suave.
"Es realmente hermoso, ¿no te parece?"
"Jamás pensé que alguna vez podría visitar un lugar tan bello como éste." Stear sólo asintió al sentir exactamente lo mismo.
Así, los dos se dedicaron por unos momentos a contemplar el paisaje, tal y como si ambos quisieran grabar en su memoria lo que estaban viviendo, ya que pronto terminaría la primera parte del viaje y para Stear, en definitiva marcaba el fin del recorrido. Esto significaba que tal vez muy pronto ambos tendrían que despedirse, ya que él desconocía los planes de su amiga.
Por un momento, el joven de lentes no quiso arruinar los bellos y preciados minutos con lo que estaba por venir, sino que más bien, se dedicó a disfrutar cada uno de los instantes al lado de la chica que había llamado tanto su atención desde el momento justo en que la vio.
-----------
Como en cualquier otra excursión, la visita incluía una parada en una conocida tienda local para que los visitantes pudieran comprar algunos recuerdos del paseo.
Tanto Stear como Mimi, miraron con detenimiento por los estantes y anaqueles para encontrar algún recuerdo. Stear se dedicó a buscar algo para su hermano Archie y la Tía Abuela, mientras que ella buscó algo para sus padres y hermanos.
La chica acomodaba un tanto distraída sus compras en su bolso a un lado de la entrada, mientras esperaba a Stear. Cuál sería su sorpresa al descubrir que cuando él llegó, le extendía un pequeño paquete.
"Compré algo para ti." Comentó él tímidamente. "Espero que te guste."
Totalmente anonadada, Mimi miró el paquete en su mano y luego dirigió su mirada a los castaños ojos que la miraban expectantes.
"No debiste ... haberte molestado." Le dijo ella titubeante.
"Es un pequeño recuerdo para que nunca olvides nuestro paseo juntos..." Stear se sentía tan tímido como ella en ese momento.
Así que tomando en sus manos el pequeño paquete en su colorido envoltorio, con todo cuidado, Mimi fue abriéndolo para luego descubrir algo realmente singular en el interior de una caja bellamente decorada: se trataba de un dije de cuarzo rosa y blanco en forma de flor de cerezo, engarzada alrededor de una fina cadena de plata.
Al descubrir su contenido, Mimi se quedó sin aliento y no supo a bien qué decirle, mientras contemplaba el hermoso obsequio. Se quedó sin palabras.
"Es algo simbólico en agradecimiento por toda tu gentileza para conmigo y sobre todo, tu compañía."
"Stear..." Ella se volvió a mirarlo emocionada. "No era necesario esto, yo ... no sé qué decir."
"Sólo dime que cuando lo uses, jamás olvidarás nuestro paseo juntos."
"Jamás lo olvidaré," respondió ella dirigiendo su mirada del dije a los ojos que intensamente seguían cada uno de sus gestos, "eso te lo aseguro."
Sonriendo, Stear colocó sus manos en los bolsillos y con una sutil sonrisa, agregaría poco después. "Y yo tampoco olvidaré a la dulce 'menina' que este viaje me permitió conocer."
"¿Menina?" La joven lo miraba aún más confundida.
"Significa 'niña' en portugués. Durante mi último viaje a Sao Paulo, lo aprendí y me parece que es muy apropiado para ti. Además concuerda con tu nombre: Mimi Menina..."
"¿En serio?, ¿por qué lo dices?"
"Porque eres una chica llena de sorpresas, tal como lo es una pequeña niña. Créeme que jamás he conocido a alguien como tú..."
Stear no pudo continuar más. Las emociones y lo que implicaban entonces, lo acallaron.
Él había abierto su corazón y confesado lo que sentía hacia ella. Esto hizo que ambos se quedaran mirando el uno al otro sin poder decir nada. La verdad de lo que se había suscitado entre ellos y que comenzó tan sólo como una casualidad, fue más poderosa de lo que hubiesen podido anticipar, y eso precisamente fue lo que los hizo quedarse sin palabras.
En eso, la guía se acercó a ellos para decirles que pronto partirían y que se dirigieran al autobús. Sobresaltados ante la interrupción y por haber sido apartados de su mundo y vueltos a la realidad, los dos se dirigieron de inmediato y en silencio hasta el autobús. En eso, Stear sacó su teléfono y tecleando algo en éste, le pidió que le diera su nombre para poder agregarla como amiga en el internet.
"Recuerda que debes enviarme por correo las fotos que hemos tomado hoy..." Él lo estaba haciendo porque no quería que entre los nervios de despedirse después, se olvidara de pedirle sus datos.
"Por supuesto." Fue la respuesta con una sonrisa.
Stear sabía que ahora sí, la despedida tal vez se daría pronto. Lo que él deseaba más que nada en esos momentos era que ella también estuviera en un paseo corto y así ambos tuvieran más de tiempo para estar juntos en el camino de regreso. 'Quisiera estar un poco más con ella', se decía el inventor una y otra vez en su interior.
----------
Después de que todos hubieron abordado, se dirigieron a lo que sería para muchos la última parada del paseo.
Durante el trayecto, la guía explicó a aquellos que terminaban con la excursión que la última parada sería una tienda de recuerdos que contaba con una pequeña cafetería, y en donde esperarían a que el mismo autobús los llevara de vuelta a Osaka en una hora; mientras que para los que continuaban con la excursión, el almuerzo se serviría en el segundo piso del edificio y exactamente a las dos de la tarde, abordarían otro autobús que los llevaría a su próximo destino: la ciudad de Nara.
Entonces, Mimi se volvió a mirar a Stear que se mostraba serio. Al sentir su mirada, el joven se volvió a verla y sin siquiera haber escuchado la pregunta, le respondió lo que ella ansiaba saber.
"Mi paseo es solamente por medio día." Y entonces, él le preguntó, "¿Y para ti?"
Un silencio fue su respuesta, al tiempo que bajaba la mirada por un instante. Luego, Mimi se volvió a mirar a Stear que la contemplaba con un aire de tristeza ante lo que suponía era su respuesta.
"Yo continúo a Nara." Susurró ella como no queriendo confesarlo y desilusionada ante lo que esto implicaba.
Estaba claro para ellos, sabían que la hora de despedirse estaba pronto por llegar. No tendrían el camino de regreso a Osaka juntos como ambos lo llegaron a pensar y la separación era inminente. Por lo que ninguno se atrevió a decir nada más.
-----------
Lentamente, el autobús se estacionó frente a la tienda de recuerdos y mientras todos los que continuarían con el paseo se estaban dirigiendo al comedor en la planta alta, Mimi simplemente no supo qué hacer.
Stear estaba igual, por lo que cuando llegó la hora de bajar, le dijo casi en un susurro, "Creo que ya ha llegado la hora de despedirse."
"Así es." Respondió ella tan desanimada y triste como lo estaba él.
Entonces, tomando sus cosas, ambos bajaron del autobús y se dirigieron a la tienda en donde varios de los pasajeros, compraban algún recuerdo o se dirigían a la cafetería.
Una vez ahí, Mimi le extendió la mano a Stear para despedirse. "Parece que ha llegado el momento de despedirnos. Tengo que ir arriba para almorzar, ya que muy pronto salimos para Nara."
"De haberlo sabido, hubiera también programado mi visita ahí." Comentó él un tanto desanimado, estrechando su mano, no queriéndola soltar.
"Me imagino que aún puedes unirte al grupo." Le sugirió ella con la ilusión de que tal vez tendrían unas horas más juntos.
"Imposible." Fue su respuesta. "Mi hermano Archie y al Tía Abuela me esperan en el hotel para dirigirnos a Tokio. Tal vez si les hubiese dicho algo esta mañana, pienso que podríamos habernos quedado un día más en Osaka, pero como ellos tan sólo me están esperando para que regrese del paseo para salir en tren, creo que es demasiado tarde para cambiar de planes."
"Entiendo," le respondió desanimada.
"Créeme que lamento mucho el que tengamos que despedirnos aquí y de esta manera."
"No te preocupes, Stear. Creo que el haber tenido toda la mañana juntos no estuvo tan mal."
Así que sin decir más, Mimi se alejó subiendo por la escalera y al dar la vuelta en el descanso para subir de nuevo, se dio cuenta de que Stear continuaba ahí mismo, simplemente mirándola. Ella se detuvo por un momento para sonreírle y después desapareció por las escaleras.
Al llegar al segundo piso, la guía que se encontraba a la entrada del restaurante buscó su nombre en la lista de los pasajeros a Nara y al encontrarla, le indicó que era un bufete y que podía sentarse donde quisiera. También le recordó que saldrían puntualmente a las dos y después la guía se encaminó al primer piso.
Soltando un suspiro contenido, Mimi se paseo por el lugar para elegir la comida que se serviría, pero descubrió que no tenía apetito. Se sentía aún muy desanimada por la despedida. Así que tomó un poco de sopa, unos fideos de Udon y un poco de tempura para comer.
Tomando asiento, estaba a punto de comer cuando súbitamente alguien se sentó frente a ella poniendo el abrigo a un lado: se trataba de Stear. Totalmente sorprendida, no supo qué decirle, por lo que él con una gran sonrisa le explicó lo que sucedía.
"Acabo de hablar con la guía y le pedí si me permitía acompañarte a comer. Como nos vio juntos, aceptó y heme aquí."
"Eso quiere decir que, ¿vendrás a Nara conmigo?" Una suave negativa fue su respuesta, pero tomando su mano que estaba sobre la mesa, le dijo.
"Será nuestra primera comida juntos, ¿no te gusta la idea?" Ella sonrió emocionada y asintiendo, agregó.
"¡Apresúrate! Porque esto será el almuerzo más corto que has tenido, si no te das prisa."
Así que sin demora, Stear tomó una charola y rápidamente se dirigió a tomar algo para comer mientras que era observado detenidamente por Mimi.
Por primera vez desde que se conocieron, ella se dedicó a admirar detenidamente a su nuevo amigo, dándose cuenta no sólo de la gran persona que había demostrado ser, sino de lo atractivo que era también. En verdad que lo extrañaría y mucho. ¡Vaya suerte! Conocer a alguien como él, solamente para despedirse tan pronto. Mimi dejó escapar un suspiro sin sentirlo.
A los pocos minutos, Stear regresó con casi la misma comida que ella y los dos comenzaron a disfrutar de la sabrosa comida japonesa. Como estaban comiendo con palillos, entre risas, se deleitaron con los famosos fideos verdes del lugar.
Pero como todo en la vida, estos momentos extra que tuvieron llegaron a su fin cuando la guía se acercó a Stear para decirle que el autobús estaba a punto de partir y que lo estaban esperando. Su almuerzo juntos había llegado muy pronto a su fin.
Poniéndose de pie, Stear le pidió que le diera unos minutos y la mujer, entendiendo lo que pasaba ente estos dos chicos, con una sonrisa le dijo que le pediría al chofer que esperara por él.
De esta manera, cuando la mujer se alejó, Stear se volvió a mirar a Mimi que lo veía con un semblante triste. Entendiendo que ella compartía con él la melancolía del adiós, se acercó a ella y en un acto de total arrebato, la tomó ente sus brazos para envolverla posesivamente con ellos.
"Gracias por todo, Menina." Le susurró al oído para luego depositar un suave y tierno beso en su mejilla. "¡Nunca te olvidaré!"
Totalmente sorprendida por el gesto, Mimi no supo qué responderle, quedándose totalmente muda.
A continuación, Stear tomó su abrigo y dirigiéndose a la puerta para bajar, antes de cruzarla, se volvió para mirarla una última vez y entonces le confesó algo que había querido decirle desde que la conoció.
"Desde esta mañana, cuando subí al autobús y te vi por primera vez, algo en ti me llamó mucho la atención y tuve una enorme curiosidad en conocerte. Fue algo indescriptible ... y por esa razón no pude resistirme. Usé el pretexto de ceder mi lugar para poder estar cerca de ti..."
Y diciendo esto desapareció por las escaleras.
En cuanto ella lo escuchó hablar así, entendió por fin la razón de todo lo que había sucedido ente ellos. No había sido casualidad que él se hubiese acercado a ella. No, al contrario, había sido premeditado. Por esa razón, algo en su interior saltó de emoción, pero al mismo tiempo, sintió la aprensión que la despedida le causaba a través de las lágrimas que ya se formaban y que trataba de contener.
Sin embargo, en lugar de quedarse así, Mimi fue inmediatamente a buscar sus cosas y bajando a toda prisa, llegó justo a tiempo al autobús que estaba por partir. Y mirando a un distraído Stear que estaba sentado justo en el asiento donde ella lo había estado toda esa mañana, vio como él se giraba a un lado para descubrir que ella estaba ahí para despedirlo. Emocionado, el chico le sonrió y con la mirada fija en él, ella se despidió con la mano, quedándose ahí hasta que el motor arrancó llevándose a su nuevo amigo que tomando una curva, desapareció completamente de su vista.
Mimi se quedó por unos momentos de pie con la mano aún despidiéndolo, pensando que el resto del paseo no sería lo mismo sin Stear.
Entonces, una voz la distrajo de sus pensamientos. Se trataba de la guía que le decía que era el momento de abordar el otro autobús. Así que enjuagándose una solitaria lágrima con el dorso de la mano, siguió a la mujer hasta el otro autobús.
-------
Esa tarde, Mimi continuó con el viaje y visitó primeramente el templo antiguo de Todai-Ji del siglo ocho, para luego visitar en sus interior los tesoros nacionales del país. Al salir del recinto, se encontró en un parque donde los venados andan libremente y tuvo numerosas oportunidades para alimentarlos y de tomarse fotos con ellos. En verdad que eran criaturas muy nobles y amistosas.
Por largo rato se dedicó a contemplar a las delicadas criaturas, pero su mente no se apartaba de Stear. Cada vez que veía algo, una voz en su interior le recordaba que seguramente a su amigo le gustaría mucho contemplar eso.
Su animoso estado de ánimo que tuvo por la mañana, dio paso a uno totalmente melancólico por la ausencia de Stear.
Ya entrada la tarde, el autobús se dirigió a lo que sería su último punto en el recorrido, el parque con el santuario de Kasuga y sus lámparas de piedra y bronce, donde algunas tienen más de tres mil años de antigüedad.
Para cuando concluyeron la visita, se dio cuenta de que ya estaba oscureciendo, debido a los cortos días de invierno.
A este punto, la guía les explicó que de nueva cuenta, varios de los pasajeros tendrían que continuar en el autobús para que los llevara a su hotel en Nara, mientras que otros más irían con ella a la estación del tren para su regreso a Osaka.
Para su sorpresa, solamente tres de ellos, Mimi incluida, volvían en tren a la gran ciudad. Por esta razón, el chófer se detuvo en la estación y cuando todos hubieron bajado, la guía compró los boletos del tren Kintetsu y los acompañó hasta la plataforma.
Una vez ahí, la guía se animó a preguntarle algo a la chica. "¿Por qué tu amigo no nos acompañó en la visita a esta ciudad? Se le veía muy triste al despedirse de ti."
Sonriendo, Mimi le respondió. "Porque él tenía otros planes. A decir verdad," suspiró sin querer antes de continuar, "no somos amigos, tan sólo nos conocimos el día de hoy."
La guía la miró entonces totalmente anonadada y después de pensarlo un poco, se rió antes de agregar. "Entonces ustedes dos comparten el hilo rojo del destino."
Era el turno de Mimi para verla totalmente confundida, no entendiendo a lo que se refería. Por lo que la mujer, le explicó con una sonrisa.
"En mi cultura, cuando dos personas están destinadas a estar juntas, sus manos están unidas por un inquebrantable e invisible hilo rojo que tiende a unirlas, no importando la distancia. Entre más se alejan, mayor es la tensión que se genera y es más el anhelo de volver a estar juntas." Luego la mujer se quedó pensativa por un momento, colocando el dedo en el mentón al tiempo que Mimi la miraba ansiosa ante lo que agregaría.
"Ahora entiendo el por qué de su insistencia. Fue por eso me pidió que le permitiera comer contigo. En un principio hasta me ofreció dinero, pero no lo acepté, ya que algo dentro de mí, me lo impidió. Sí, estoy convencida de que fue eso ... ustedes dos están unidos por un hilo y es inquebrantable ahora que se han encontrado."
Sintiendo un gran hueco en el estómago, Mimi palideció. Simplemente no lo podía creer. En verdad que toda esta situación con Stear se estaba tornando cada vez más y más extraña, causándole hasta cierto temor.
A ella le hubiera gustado saber más de lo que la guía le decía, pero en el momento justo en que quiso preguntarle más, arribó el tren y llegó el momento de también despedirse de ella. Por lo que sin miramientos, la chica abrazó a la mujer y con una una gran sonrisa le agradeció el ser parte de lo que había sido hasta el momento, uno de los mejores días de su vida.
Luego abordó el tren y en la oscuridad de la noche que ya los había envuelto, comenzó su camino de regreso a su hotel en Osaka.
--------
El día siguiente también estuvo lleno de aventuras, en especial cuando tomó el tren bala que la llevó a su próximo destino. Por la mañana, se dirigió a Miyajima en donde se encuentra la bahía con el monumento de madera que distingue a Japón; uno en donde se simboliza la cultura misma del país del sol naciente.
Después, por la tarde, junto con otros pasajeros, continuaron a su próximo destino: la ciudad de Hiroshima. El haber podido visitar la cuidad que estaba rodeada por la que ha sido un pasaje importante de la historia mundial, con su museo y sus monumentos a la catástrofe ocurrida ahí, le dieron a Mimi una nueva perspectiva sobre la vida. Una que obviamente, jamás olvidaría.
También, por la noche visitó el parque en donde la ciudad celebra la llegada del invierno con sus muchas figuras que son formadas por millares de pequeñas luces. En verdad que se sentía como una verdadera Navidad y Mimi, disfrutaba de todo esto.
Sin embargo, toda la alegría del día estuvo opacado en cierta manera por la nostalgia que la ausencia de Stear causaba en ella. Desde que la guía le había hablado del hilo rojo del destino, Mimi no dejaba de pensar en ello y obviamente, en lo que implicaba. Ella se preguntaba constantemente si también Stear sentía su ausencia tanto como le sucedía a ella.
No había manera de saberlo. Solamente el tiempo respondería a esta incógnita.
----------
Tiempo después de haber regresado de su viaje, Mimi se incorporó a su rutina diaria y en la primera oportunidad, cuando tuvo una tarde libre, le envió a Stear las fotos del paseo.
En sí, ella había querido tomarse el tiempo para poder hacerlo en calma y sin prisa, para poder admirarlas y nuevamente a través de las fotos, revivir aquellos momentos que la llevaron de nuevo a esa mañana tan inolvidable que pasó junto a Stear.
Al parecer, lo único que le había quedado como verdadero recuerdo de aquel fugaz encuentro con aquel encantador y singular chico, había sido el regalo que él mismo le dio. Por esa razón, en cuanto regresó ese mismo día del paseo, comenzó a llevar consigo el delicado dije en forma de flor de cerezo y no se separaba de éste.
Es más, cuando pensaba en él y la nostalgia la invadía, simplemente lo tomaba firme con su mano y cerrando los ojos, se dejaba transportar de nuevo a un lugar en el tiempo y a la tierra del oriente donde lo conoció, en donde ambos estuvieron juntos. Eso de alguna manera, le ayudaba a tratar de aceptar la realidad de que tal vez, jamás volverían a encontrarse ... muy a pesar de tener siempre presente la singular historia del 'hilo rojo' que escuchó de la guía.
De esta forma, los días pasaron y a pesar de que al parecer Stear había recibido las fotografías, no hubo respuesta de su parte. Era más que obvio para Mimi que el chico o estaba ocupado o simplemente se había olvidado de ella.
"Seguramente la guía está equivocada sobre lo que me dijo." Se repetía constantemente ella ante el silencio de Stear.
Sin embargo, unos días después y cuando estaba tomando un café al aire libre cerca del parque de su casa, Mimi miraba distraída a los chicos que jugaban no muy lejos de ahí. Le gustaba pasar las tardes escuchando los sonidos de las risas y juegos infantiles que tanto la relajaban y que a la vez eran un escape a su rutina.
De pronto, una figura se colocó a un lado interrumpiendo sus pensamientos para preguntarle. "Disculpe, Srta. Menina, ¿está ocupado este asiento?"
Como estaba distraída, pensó que no había escuchado bien. "¿Cómo dijo?"
Preguntó al tiempo que se volvía a mirar al desconocido a su lado y cuando levantó la vista para saber de quién era, cuál sería su sorpresa al distinguir de quién se trataba ... era Stear mismo el que le sonreía.
Totalmente asombrada, Mimi no podía creerlo y por ende, no articuló palabra alguna. Entendiendo la situación, el chico solamente se sentó a su lado y aún dibujando una gran sonrisa, se dedicó a mirarla embelesado.
"Pero ... ¿Cómo?..." Fue lo único que ella alcanzó a decirle.
"Simple." Fue su respuesta, "Cuando me enviaste las fotos, me fijé en la ubicación que indicaba desde la que fueron mandadas y me dio este lugar. Así que sólo tuve que viajar hasta acá, con la esperanza de que estuvieras aquí. Y parece que tuve suerte, ya que recién llego al país."
"¿Viajaste hasta aquí no sabiendo si...?" Tragó en seco por lo que estaba por decir, mientras que él asentía con una bella y mágica sonrisa. Mimi sólo se dedicó a negar suavemente con la cabeza, como si esto le ayudara a entender un poco lo que estaba sucediendo.
Lo que en realidad sucedió fue que Stear había tenido tan sólo una pequeña pista de su paradero y al parecer y sin más, se aventuró a viajar desde tan lejos confiando en que ella estaría ahí. Realmente esto resultaba insólito.
"Créeme que desde que nos despedimos, no he dejado de pensar en ti." Le confesó él tímidamente. "Sentí como si algo me impulsara a venir a ti. Es algo indescriptible y loco, lo sé."
"¡El hilo..." Interrumpió ella casi susurrando sin poder concluir la frase al sentir cómo él estaba colocando delicadamente su mano sobre la de ella.
"¿Sabes?" Comentó entonces Stear. "Siempre que dudaba ante la locura de viajar así nada más, sin saber lo que me esperaba, recordaba el momento en que bajaste a toda prisa del restaurante a despedirme. Verte ahí de pie, diciéndome adiós, me convenció que no podíamos dejar las cosas así y me motivó a viniera a buscarte ... no sabes el impulso que tuve entonces de bajar del autobús y olvidarme de todo, con tal de volver a estar contigo. No te imaginas cuánto me arrepentí de no haberlo hecho."
Ella se sorprendió al escucharlo, ya que por un instante, ella misma hubiera abordado ese autobús olvidándose del paseo con tal de estar tan sólo unos momentos más con él. Sin embargo, tampoco pudo hacerlo, quedándose completamente inmóvil y viéndolo alejarse.
Quedándose pensativa unos instantes ante el recuerdo de ese momento, entonces ella se atrevió a preguntarle, "¿Y porqué no contactaste conmigo? ... quiero decir, lo más lógico es que me hubieras respondido cuando te mandé las fotos."
"Te aseguro que quise hacerlo muchas veces, pero algo me lo impedía. Tal vez era porque no quería descubrir que tal vez tú me habías olvidado. No lo hubiera resistido, en especial cuando quería verte una vez más."
"¿Por qué habría de hacerlo?"
"Recuerda que volvimos a nuestra vida normal y tal vez alguien estaría esperando por ti." Stear la miraba serio esperando su respuesta.
Mimi sonrió ante lo que parecía un despliegue de celos. "Puedes confiar cuando te digo, que nadie me esperaba aquí. A menos que te refieras a mi familia y amigos." Una sonrisa acompañó esta confesión. "Además, creo que en lugar de hacerte fantasmas en la cabeza, hubiera sido más fácil el que me lo preguntaras directamente, ¿no es así?"
"No lo sé y para serte sincero, lo pensé. Hasta mi hermano Archie me lo aconsejó. Creo que prefería escucharlo de ti. Algo en mi interior me decía que no había nadie especial en tu vida del que debiera preocuparme. Además," Continuó él, "tenía que comprobar si tú..."
Stear entonces se detuvo un momento para enfocar su vista en algo que había llamado su atención. Se trataba del regalo que le había dado a ella y que ahora colgaba de su cuello. Una infinita felicidad lo embargó y sintiéndose halagado, de alguna manera ya había obtenido la respuesta que estaba esperando y la razón de por la que había viajado desde tan lejos: ella también había estado pensando en él y era más que obvio que compartía los mismos sentimientos.
Así que mirándola fijamente y tomando fuerzas de su interior, acarició tiernamente su rostro para luego tomarla suavemente del cuello y colocar su frente sobre la de ella. Ambos temblaban ante la audacia, pero esto no quería decir que no fuera bienvenida.
"Dime, Menina, ¿me harías el honor de pasar una tarde juntos celebrando nuestro reencuentro?" Sus alientos se confundían ante la proximidad.
"¿A ... dónde ... vamos?" Sus palabras sonaban nerviosas al ser acompañadas por un intenso palpitar y un incesante revoloteo de mariposas en su interior.
"Sorpréndeme. Recuerda que soy nuevo en la ciudad." Le dijo en un susurro antes de besarla tiernamente en la frente y sonreírle coquetamente. Luego, poniéndose de pie le preguntó, "¿Nos vamos?" Y extendiendo su mano, la invitó a seguirlo para que pudiesen dejar el lugar.
No fue sino hasta ese momento que Mimi por fin despertó de su ensueño y con una gran sonrisa, asintió tomando su mano y ambos comenzaron a caminar por la avenida ... aún con sus manos entrelazadas. Stear se había negado a soltarla ahora que se habían por fin reunido.
De esta manera, ambos continuarían con aquello que quedó inconcluso al otro lado del mundo y que para su fortuna, ahora nada ni nadie interrumpiría. El tiempo para estar juntos, parecía no tener fin.
----------
Posiblemente la leyenda japonesa del 'Hilo rojo del destino' sea cierta o no, es algo imposible de saber. Sin embargo, en este caso en particular ya no importaba, porque se había comprobado nuevamente que cuando un sentimiento que es tan especial y sincero nace entre dos personas, éste demuestra ser tan fuerte como lo fue aquí.
Así también, no importando los obstáculos ni las circunstancias a vencer, al final aquel instinto que nos une al otro ser tan especial, nos llevará eventualmente a su lado.
Tal y como la guía se lo había dicho a Mimi, el sentimiento entre ellos fue tan fuerte desde un principio que la distancia misma tan sólo incrementó la tensión entre ellos, generando un impulso de querer estar cerca de aquella persona que estaba al otro lado del hilo ... y esto por fortuna para los dos, Stear lo entendió perfectamente.
Por esa razón, el joven inventor permitió que en esta ocasión fueran sus instintos los que lo guiarán, llevándolo a través de lo desconocido para simplemente estar al lado de la chica que lo deslumbró desde el momento justo en que la vio, y cerrar toda distancia entre ellos para nuevamente estar a su lado.
Después de haber comenzado la GF, muchos grupos se encontraban muy atareados preparando sus participaciones y Adriana y sus amigos, no eran la excepción.
Como era el cumpleaños de su querida amiga Mimi y Stear es su galán favorito, Adriana decidió dedicarle una historia en donde ella misma sería la protagonista. Así que se puso a trabajar desde temprano y durante casi toda la noche para terminarla.
Tan absorta estaba en darle los últimos detalles, que no percató que una figura se fue acercando a ella.
-¿Trabajando tarde?-
-¡Hola, Stear! Sí, estoy casi terminando esta historia. ¿Cómo es que aún andas levantado? Creo que todos ya se fueron a dormir.
-Estaba trabajando en uno de mis inventos, pero como ya lo terminé, quise salir al balcón a despejar un poco la mente.-
-Te entiendo ... yo he estado trabajando en esto desde la tarde y estoy cansada. Ya no sé si debería editarla más.-
-Si quieres, puedo ayudarte...-
En eso, cuando Stear se acercó para echar un vistazo y ver de quién se trataba la historia, Adriana rápidamente cerró la computadora, para la sorpresa del inventor.
-No, gracias...- le dijo nerviosamente -creo que ya está.-
-Tu actitud es sospechosa. ¿Será acaso una historia sobre...?-
-¡Ni te emociones inventor porque es sobre Mí!- una voz interrumpió a los dos y ellos se volvieron a verlo.
Obviamente que se trataba de Terry que había estado todo ese tiempo en el balcón y que por supuesto lo escuchó todo.
-¿Qué te hace pensar que es sobre ti?- preguntó Adriana curiosa.
-Simple. Si vas a dedicarme varias historias y numerosas firmas, es obvio que debes de comenzar conmigo.-
-....- tanto Stear como Adriana se miraron desconcertados.
-Además, qué mejor que iniciar este año con una historia mía.-
-No quisiera deshacer tus castillos en el aire, pero, ni soñando te voy a dedicar tantas como me pides historias este año.-
-¿Y por qué no?-
-Eh ... ¿Te lo cuento o te lo platico?-
-Habla ya- dijo él un tanto desesperado.
-Pues mira, en primer lugar el festival está dedicado a todos los personajes de la serie, no solamente a ti ... tampoco olvidemos mencionar el pequeño detalle de que a veces duermo, aunque no lo creas. Segundo, esta historia fue exclusivamente escrita para celebrar un cumple y a esa chica le gusta alguien más...-
-¿No es una de mis admiradoras?-
-Eh ... nope.-
-¿De quién se trata si puedo saberlo?- interrumpió cruzando los brazos.
Como seguramente se iba a enterar tarde o temprano, a Adriana no le quedó de otra más que soltarle la bomba.
-Bueno, pues se trata de...- y mirando a su querido amigo al lado, por fin lo confesó todo -es sobre Stear.-
Decir que el inventor se quedó sorprendido fue poco, pero antes de poder decir algo, se volvió a mirar a Terry, quien solamente alzó una ceja como señal de descontento. Por unos minutos hubo un silencio sepulcral.
-Bueno, había que empezar con alguien, ¿no, Terry?- trató de comentar Stear con voz nerviosa y una risilla, pero no fue sino hasta que él se atrevió a decir algo, que Terry finalmente respondió,
-Esta es la segunda vez que comienzas con un trabajo para el inventor. El año pasado sucedió lo mismo...-
-¿De veras?, ya ni me acuerdo- le respondió ella con el dedo en el mentón.
-No te hagas la desentendida, claro que te acuerdas. Ni por un momento creas que esta vez te saldrás con la tuya.-
-¿Salirme con la mía? Claro que no, ¿cómo se te ocurre decir eso? Mira, por si no lo sabes, no es mi cumple y mucho menos es mi culpa que la cumpleañera prefiera a Stear y no a ti. Así que reclamos a otro lado.-
-Entonces, ¿vas a seguir adelante con esto?-
-Pues claro. ¿O acaso te gustaría que te dieran tu regalo de cumple atrasado? Recuerda que hace dos meses medio Foro estuvo celebrándote. Ademas, piensa en esto, ¿qué hubieras sentido si alguien más viene con sus caprichitos y tú recibes tu regalo días después?-
-Bueno, yo...-
-¡Aha! Ahí lo tienes.-
Sin más argumentos que decir, a Terry no le quedó de otra más que reconocer que ella le decía la verdad y tuvo que acceder por el momento. Así que con voz seria, no le quedó de otra,
-Está bien, pero que conste que todo lo hago por ... ¿cómo se llama la festejada?-
-Se llama Mimi.-
-Bueno, entonces por esta única vez y por complacer a Mimi, podrás subir la historia de Stear. Pero antes, quiero que esto quede bien claro: el próximo aporte es mío y esta vez nada de excusas, ¿entendido?-
Y sin más por hacer, Terry se dio la media vuelta para desaparecer por su habitación. Una vez que se perdió de vista, Adriana solamente le sonrió a Stear y abriendo la computadora de nuevo, comentó,
-Sí, como no.-
-....- Stear solamente miraba a su amiga meneando la cabeza con cierta preocupación, sabiendo que de seguro estos dos tendrían un segundo altercado muy pronto.
Pero bueno, eso será parte de la siguiente historia. Por el momento, Adriana había salido airosa y por supuesto, con la suya.
¡Hoy es un día de celebración! Y como parte del festejo para Mimi, quiero dedicarle esta historia. Ojalá y te guste, ya que te la escribí con muchísimo cariño.
¡FELIZ CUMPLEAÑOS! Abrazos enormes y con cariño a la distancia.
Así que sin más, ¡aquí está!
UN PASEO INOLVIDABLE
El invierno puede ser a veces una experiencia única y en especial lo es para aquellos que no tienen la oportunidad de disfrutarla tan seguido como quisieran.
Tal era el caso de Mimi. Siendo una chica acostumbrada al eterno calor veraniego de su ciudad natal, su constante anhelo era poder viajar a algún lugar durante los últimos días del año, para poder deleitarse de un pintoresco paisaje en una fría tarde como aquellas en la época estivo-otoñal.
Por esa razón, cuando tuvo la oportunidad de viajar al país del sol naciente durante los fríos días de invierno durante el mes de diciembre, no lo dudó ni por un instante.
Así que habiendo preparado una pequeña maleta, tomó el primer vuelo disponible y sin darse cuenta, se encontró en pocas horas en una de las ciudades más importantes del Japón: la feudal e histórica ciudad de Osaka.
En cuanto llegó, Mimi pudo sentir ahí mismo en la entrada del aeropuerto, esa fría sensación térmica que el invierno trae consigo. Era curioso verla sonreír ante lo que muchos evitaban durante sus vacaciones y que ella lo recibía con gusto ... tal y como si se tratase de un regalo muy especial.
Por esa razón, disfrutó mucho del trayecto en el tren que la llevaría hasta su destino.
Una vez acomodada en su bien situado hotel en pleno centro de la ciudad, la chica se dedicó a revisar cuidadosamente sus itinerarios. Como eran contados los días en que estaría en la ciudad, era importante poder aprovechar al máximo su estancia.
Sin demorarse ni un instante más, tomó su abrigo y cámara para dirigirse a la estación de trenes que estaba justo debajo de su hotel y así viajar hasta la estación en donde se encontraba uno de los palacios feudales más importantes del país: el antiguo castillo de Osaka, en pleno centro de la ciudad.
Emocionada con la idea, Mimi caminó por el parque que rodeaba el lugar y una vez en el castillo mismo, se dedicó a visitar con lentitud las numerosas salas que describían a detalle su peculiar y única historia. En verdad que este sitio le resultó fascinante.
Después, con paso lento, se dedicó a caminar por los alrededores de la muralla y para su sorpresa, se topó ahí mismo con un cerezo en flor. Esto era muy particular, ya que ésta era la época en que no florecían. De alguna manera, ese sencillo descubrimiento le dio a entender a Mimi que aún en el extremo y gélido clima de invierno, se podía encontrar algo tan hermoso y delicado como lo eran esas flores, mostrando toda su belleza y esplendor bajo un tibio sol decembrino. De alguna manera, esto fue un buen augurio para ella.
Ella sonrió emocionada al verlo y después de tomarle algunas fotos, regresó a su hotel para poder descansar y prepararse para el largo paseo que le esperaba a la mañana siguiente.
Esta había sido su primera aventura en tan magnifica ciudad.
----------
No obstante, algo muy interesante estaba por ocurrir y aconteció precisamente al día siguiente, cuando estaba a punto de tomar el autobús que la llevaría de paseo a ella y otros tantos turistas por la ciudad de Kyoto y de Nara.
Temprano por la mañana y luego de tomar el desayuno, Mimi estaba lista para bajar y esperar por el transporte que la recogería. Una vez en la recepción no tuvo que esperar mucho, ya que su guía puntualmente llegó para poder acompañarla al autobús que la llevaría de paseo. En cuanto subió, se dio cuenta de que era de las primeras en abordar, así que sin ningún problema tomó el asiento de ventanilla en la tercera fila para poder tomar fotos durante el trayecto, algo que le encantaba hacer durante sus paseos.
Conforme el autobús se dirigía a otros hoteles, los asientos fueron ocupados y al llegar a lo que sería la última parada, una familia subió para encontrarse con la sorpresa de que no habían asientos disponibles juntos y que irremediablemente debían separarse.
Por esa razón, una chica adolescente se sentó al lado de Mimi, mientras que sus padres se acomodaron en la parte trasera. Aún cuando la jovencita no se sentía a gusto lejos de sus progenitores, no se podía hacer nada, debido a que ya no habían otros asientos disponibles.
Mimi sintió lastima por la chica que al parecer se sentía un poco nerviosa con la situación. Así que le sonrió amablemente, tratando de que no se sintiera tan aprensiva. Esto obviamente no funcionó, ya que a la chica se le veía preocupada y lo reflejaba al volverse constantemente para poder mirar a sus padres en la parte trasera del autobús. Así se la pasó la mayor parte del trayecto.
Por otra parte, al ser éste un paseo en donde había muchos turistas de otras naciones, no fue nada raro encontrarse con gente de otras nacionalidades que hablaban idiomas ajenos al suyo. Afortunadamente para Mimi, la excursión se dio en inglés y no tuvo problema alguno en entender lo que la guía trataba de explicarles en el trayecto a la ciudad de Kyoto que les llevó como una hora.
Una vez que llegaron a las inmediaciones de los jardines del palacio que alguna vez fuera la capital del antiguo imperio japonés, todos por fin bajaron para poder seguir a la guía que los conduciría por todo el lugar.
Mientras que todos se abrochaban las gabardinas y chaquetas para resguardarse del frío, Mimi disfrutaba el llevar la suya totalmente abierta y para sorpresa de los demás, ni siquiera se puso los guantes y su bufanda colgaba en su cuello más como si fuera un adorno, en vez de ser algo que la protegiera del clima.
Así, Mimi caminó emocionada tras de la guía para escuchar atenta todo lo que la mujer les decía acerca de los jardines y los edificios a los que ahora se aproximaban. También aprovechó para preguntarle cualquier cosa que le interesara y de la que quisiera saber más.
Primeramente, visitaron el palacio Nijo, una estructura espectacular del siglo diecisiete con un solemne exterior y que cuenta con un opulento interior.
Una vez que hubieron terminado con la visita, todos los paseantes volvieron a abordar el autobús para continuar al siguiente punto.
De esta manera, Mimi se acomodaba distraída colocando su cámara en su bolso, cuando de pronto un chico alto de cabello oscuro y lentes que se sentó a su lado. La jovencita se quedó sorprendida al descubrir que su compañero de asiento era muy distinto a aquella chiquilla que se había sentado originalmente con ella.
Notando esto, el joven a su lado le explicó de inmediato lo que sucedía.
"Hola. Disculpa que te sorprenda el cambio de asientos, pero como vi que la familia frente a mí se había separado, les ofrecí mi lugar para que pudieran estar juntos."
Ahora Mimi lo entendía todo. Por supuesto que había notado que la pequeña se sentía perdida sin sus padres y le daba gusto que ahora pudiese estar con ellos.
"Me alegra saber que ahora ya no están separados." Le comentó ella con una pequeña sonrisa.
"Mi nombre es Stear." Le dijo él extendiendo su mano para presentarse.
"Y yo me llamo Mimi." Le respondió estrechando su mano.
"Mucho gusto. Dime, ¿de dónde eres?" Le preguntó él un tanto curioso al descubrir que la chica tenía un acento un tanto único en su inglés.
"Soy latinoamericana y por lo que veo, tú debes ser americano." El chico solamente asintió.
"¿Sabes?" Comentó él en español, para sorpresa de ella, "si no te molesta, me gustaría que habláramos en tu idioma. Lo estoy aprendiendo y no tengo muchas oportunidades para practicarlo."
"No hay problema. A mí me encanta hablar en español, pero si en algún momento no entiendes lo que digo, con confianza dime y continuamos en inglés."
"Me parece bien, gracias." Y diciendo esto, dibujó una gran sonrisa.
La siguiente parada estaba a tan sólo unos minutos. Por lo que al bajar, Stear se dedicó a mirar a su compañera con cierta curiosidad. Al parecer ella no abrochaba su abrigo y hasta pareciera que no quisiera abrigarse. Al notarlo, no pudo resistirse a preguntarle.
"¿No tienes frío?" Se cubrió él con su largo abrigo al tiempo que se colocaba los guantes.
Esto fue algo a lo que ella respondió divertida, encogiendo los hombros. "Me encanta el frío y no sabes cómo lo estoy disfrutando. Además," dijo alzando la vista, "es un día con sol y no es tan fresco."
El joven de lentes simplemente la miraba admirado.
A continuación, el grupo se aventuró de nuevo hasta el templo budista de Kinkaku-ji que no estaba muy lejos de ahí, en donde todos los visitantes se dedicaron a caminar por sus jardines. Por su parte, Mimi y Stear pronto se acoplaron de inmediato y ambos se ayudaron mutuamente para tomar fotos. Era interesante verlos tomar un sinnúmero de fotos en los mejores ángulos a toda prisa, para no quedarse rezagados de los demás.
Entre risas, los dos posaban divertidos frente a los santuarios budistas, explanadas, las variadas estatuas a lo largo y ancho de los jardines y las construcciones mismas del palacio, para luego salir corriendo y tratar de alcanzar a la guía con el grupo.
Fue en este punto que el grupo descubrió con asombro en medio de los jardines, la fachada resplandeciente del Pabellón de Oro que se encontraba en medio de un lago. El agua que lo rodeaba era cristalina y tan tranquila que daba la apariencia como si se tratase de un espejo. Todos quedaron maravillados por la vista que era simplemente espectacular, ya que se complementaba con los tonos ocres y amarillos de los árboles alrededor, los cuales servían de fondo tal y como si se tratase de una postal.
Como el día era claro con un sol brillante y un cielo azul, el tono dorado del edificio deslumbraba con su brillo y belleza. Muchos se quedaron anonadados ante tal maravilla.
Ante esto, los dos jóvenes no pudieron más que admirarla y tratar de tomar cuánta foto pudieron. No obstante, algo singular ocurrió aquí: la cámara de Stear dejó de funcionar. Por esa razón, cuando quiso tomar más fotos desde otro lado del lago, simplemente ya no le fue posible hacerlo.
"¿Qué sucede, Stear?" Le preguntó Mimi al verlo abrir y examinar su cámara.
"Parece que ya no funciona..." Fue su respuesta acompañada con una expresión de preocupación en su rostro.
Así que tomando asiento en una banca no muy lejos de ahí, trató de hacerla funcionar, pero simplemente ésta se negaba a responder.
"Es extraño," comentó él desconcertado, "ha estado funcionando sin problemas toda la semana. No acierto a saber qué es lo que está fallando y parece ser que el problema es el obturador que se niega a abrir."
"Tal vez puedas llevarla a reparar." Le sugirió la joven al tomar asiento a su lado.
"Eso no será posible." Fue su respuesta ante el comentario. "Yo la inventé."
Decir que Mimi se quedó totalmente boquiabierta, fue poco. En verdad que estaba muy extrañada, ya que la cámara pareciera ser una de esas profesionales y costosas que se compran en tiendas especializadas.
"¿Tú la diseñaste?" Stear entonces comprendió que la chica a su lado no entendía nada, por lo que con una sonrisa se dedicó a explicarle.
"Mi pasatiempo es dedicarme a crear nuevas cosas. Digamos que me gusta inventar cosas únicas."
"¡Vaya que me has sorprendido!, ¿eres acaso ingeniero?"
"Algo así." Fue su simple respuesta.
Sin embargo, para ese momento el grupo se estaba reuniendo a un lado para poder continuar con el viaje. Por lo que poniéndose de pie, Mimi apresuró a Stear a que se reunieran con los otros.
Obviamente que el chico se sentía desilusionado. Le apasionaba tomar fotos y parecía que ya no podría tomar más en lo que les quedaba del viaje. Ella al notar lo delicado de la situación, no tardó en proponerle algo y así ayudarlo.
"Si quieres," le dijo rompiendo el silencio, mientras caminaban detrás de los demás, "yo puedo tomar fotos por ti y de alguna manera después te las puedo mandar."
Stear se detuvo súbitamente. En verdad que esta chica era un lindo estuche de sorpresas y no podía creer lo que ella tan amablemente le ofrecía.
"¿En serio harías eso por mí?"
"¿Y por qué no?" Fue su respuesta con otra pregunta. "Pienso que es una oportunidad única el estar aquí como para no tener un recuerdo a través de fotos. Recuerda que será lo que te recuerde este maravilloso día."
Stear simplemente la miró asombrado. Nunca antes nadie había expresado tan bien lo que él mismo pensaba acerca de viajar y de guardar cuanto pudiera en su memoria y por supuesto, en su cámara fotográfica. Por eso era que a él le encantaba tomar cuántas fotos pudiera.
Una gran sonrisa se dibujó en su rostro al contemplar dicha propuesta. Jamás había conocido a alguien tan especial como lo era esta chica. En verdad que éste había sido un día de suerte para él.
Así, toda la primera parte de la mañana transcurrió como si ellos dos se conocieran de años. Era claro que ambos estaban desarrollado una linda amistad.
----------------
De esta manera, los dos se caminaron junto al grupo hasta donde estaban los famosos jardines de piedra y arena. Estos lugares se creaban en la antigüedad para reflejar serenidad y que las personas pudieran meditar en su entorno. Por supuesto que para Mimi esto era extraño, pero a la vez fascinante.
Sentados los dos juntos ahí, en absoluto silencio, compartieron algo único. Fue una sensación indescriptible de paz acompañada por algo más que resultaba nuevo para ambos: la comodidad de compartir algo totalmente inigualable, pero sin palabras ... simplemente indescriptible.
Además, la confianza y la comodidad que se había generado entre ellos, resaltaba aún más la incomparable experiencia de descubrir lo mucho que estos dos jóvenes compartían en común y que poco a poco, estaban gratamente descubriendo.
Por supuesto que tomaron fotos y ahora que lo hacían con la cámara de Mimi, la chica decidió que fuera Stear el que la llevara. Ella confiaba que cualquier foto que él tomara del paisaje sería la mejor, debido a que lo había podido comprobar antes durante su paseo por los jardines.
De esta forma, pronto los dos se encontraron de frente ante el imponente castillo imperial de Kyoto. La histórica estructura del lugar era simplemente espectacular y se caracterizaba por su puro y simple estilo japonés. A través de las opulentas alcobas del palacio, Mimi y Stear escucharon las historias del emperador que solía vivir en la que fue alguna vez la residencia oficial de la otrora capital del imperio.
Los dos jóvenes no daban crédito ante la belleza que se desplegaba ante sus ojos y con admiración, visitaron cada uno de los salones. Lo que más le llamó la atención a Mimi, fueron los amplios balcones de madera que daban a una vista sin igual hacia los jardines y los templos a su alrededor.
Suspirando, se recargó en una de las barandas para poder apreciarlo todo. Dándose cuenta de esto, Stear se colocó junto a ella y admirando también el paisaje, le comentó con voz suave.
"Es realmente hermoso, ¿no te parece?"
"Jamás pensé que alguna vez podría visitar un lugar tan bello como éste." Stear sólo asintió al sentir exactamente lo mismo.
Así, los dos se dedicaron por unos momentos a contemplar el paisaje, tal y como si ambos quisieran grabar en su memoria lo que estaban viviendo, ya que pronto terminaría la primera parte del viaje y para Stear, en definitiva marcaba el fin del recorrido. Esto significaba que tal vez muy pronto ambos tendrían que despedirse, ya que él desconocía los planes de su amiga.
Por un momento, el joven de lentes no quiso arruinar los bellos y preciados minutos con lo que estaba por venir, sino que más bien, se dedicó a disfrutar cada uno de los instantes al lado de la chica que había llamado tanto su atención desde el momento justo en que la vio.
-----------
Como en cualquier otra excursión, la visita incluía una parada en una conocida tienda local para que los visitantes pudieran comprar algunos recuerdos del paseo.
Tanto Stear como Mimi, miraron con detenimiento por los estantes y anaqueles para encontrar algún recuerdo. Stear se dedicó a buscar algo para su hermano Archie y la Tía Abuela, mientras que ella buscó algo para sus padres y hermanos.
La chica acomodaba un tanto distraída sus compras en su bolso a un lado de la entrada, mientras esperaba a Stear. Cuál sería su sorpresa al descubrir que cuando él llegó, le extendía un pequeño paquete.
"Compré algo para ti." Comentó él tímidamente. "Espero que te guste."
Totalmente anonadada, Mimi miró el paquete en su mano y luego dirigió su mirada a los castaños ojos que la miraban expectantes.
"No debiste ... haberte molestado." Le dijo ella titubeante.
"Es un pequeño recuerdo para que nunca olvides nuestro paseo juntos..." Stear se sentía tan tímido como ella en ese momento.
Así que tomando en sus manos el pequeño paquete en su colorido envoltorio, con todo cuidado, Mimi fue abriéndolo para luego descubrir algo realmente singular en el interior de una caja bellamente decorada: se trataba de un dije de cuarzo rosa y blanco en forma de flor de cerezo, engarzada alrededor de una fina cadena de plata.
Al descubrir su contenido, Mimi se quedó sin aliento y no supo a bien qué decirle, mientras contemplaba el hermoso obsequio. Se quedó sin palabras.
"Es algo simbólico en agradecimiento por toda tu gentileza para conmigo y sobre todo, tu compañía."
"Stear..." Ella se volvió a mirarlo emocionada. "No era necesario esto, yo ... no sé qué decir."
"Sólo dime que cuando lo uses, jamás olvidarás nuestro paseo juntos."
"Jamás lo olvidaré," respondió ella dirigiendo su mirada del dije a los ojos que intensamente seguían cada uno de sus gestos, "eso te lo aseguro."
Sonriendo, Stear colocó sus manos en los bolsillos y con una sutil sonrisa, agregaría poco después. "Y yo tampoco olvidaré a la dulce 'menina' que este viaje me permitió conocer."
"¿Menina?" La joven lo miraba aún más confundida.
"Significa 'niña' en portugués. Durante mi último viaje a Sao Paulo, lo aprendí y me parece que es muy apropiado para ti. Además concuerda con tu nombre: Mimi Menina..."
"¿En serio?, ¿por qué lo dices?"
"Porque eres una chica llena de sorpresas, tal como lo es una pequeña niña. Créeme que jamás he conocido a alguien como tú..."
Stear no pudo continuar más. Las emociones y lo que implicaban entonces, lo acallaron.
Él había abierto su corazón y confesado lo que sentía hacia ella. Esto hizo que ambos se quedaran mirando el uno al otro sin poder decir nada. La verdad de lo que se había suscitado entre ellos y que comenzó tan sólo como una casualidad, fue más poderosa de lo que hubiesen podido anticipar, y eso precisamente fue lo que los hizo quedarse sin palabras.
En eso, la guía se acercó a ellos para decirles que pronto partirían y que se dirigieran al autobús. Sobresaltados ante la interrupción y por haber sido apartados de su mundo y vueltos a la realidad, los dos se dirigieron de inmediato y en silencio hasta el autobús. En eso, Stear sacó su teléfono y tecleando algo en éste, le pidió que le diera su nombre para poder agregarla como amiga en el internet.
"Recuerda que debes enviarme por correo las fotos que hemos tomado hoy..." Él lo estaba haciendo porque no quería que entre los nervios de despedirse después, se olvidara de pedirle sus datos.
"Por supuesto." Fue la respuesta con una sonrisa.
Stear sabía que ahora sí, la despedida tal vez se daría pronto. Lo que él deseaba más que nada en esos momentos era que ella también estuviera en un paseo corto y así ambos tuvieran más de tiempo para estar juntos en el camino de regreso. 'Quisiera estar un poco más con ella', se decía el inventor una y otra vez en su interior.
----------
Después de que todos hubieron abordado, se dirigieron a lo que sería para muchos la última parada del paseo.
Durante el trayecto, la guía explicó a aquellos que terminaban con la excursión que la última parada sería una tienda de recuerdos que contaba con una pequeña cafetería, y en donde esperarían a que el mismo autobús los llevara de vuelta a Osaka en una hora; mientras que para los que continuaban con la excursión, el almuerzo se serviría en el segundo piso del edificio y exactamente a las dos de la tarde, abordarían otro autobús que los llevaría a su próximo destino: la ciudad de Nara.
Entonces, Mimi se volvió a mirar a Stear que se mostraba serio. Al sentir su mirada, el joven se volvió a verla y sin siquiera haber escuchado la pregunta, le respondió lo que ella ansiaba saber.
"Mi paseo es solamente por medio día." Y entonces, él le preguntó, "¿Y para ti?"
Un silencio fue su respuesta, al tiempo que bajaba la mirada por un instante. Luego, Mimi se volvió a mirar a Stear que la contemplaba con un aire de tristeza ante lo que suponía era su respuesta.
"Yo continúo a Nara." Susurró ella como no queriendo confesarlo y desilusionada ante lo que esto implicaba.
Estaba claro para ellos, sabían que la hora de despedirse estaba pronto por llegar. No tendrían el camino de regreso a Osaka juntos como ambos lo llegaron a pensar y la separación era inminente. Por lo que ninguno se atrevió a decir nada más.
-----------
Lentamente, el autobús se estacionó frente a la tienda de recuerdos y mientras todos los que continuarían con el paseo se estaban dirigiendo al comedor en la planta alta, Mimi simplemente no supo qué hacer.
Stear estaba igual, por lo que cuando llegó la hora de bajar, le dijo casi en un susurro, "Creo que ya ha llegado la hora de despedirse."
"Así es." Respondió ella tan desanimada y triste como lo estaba él.
Entonces, tomando sus cosas, ambos bajaron del autobús y se dirigieron a la tienda en donde varios de los pasajeros, compraban algún recuerdo o se dirigían a la cafetería.
Una vez ahí, Mimi le extendió la mano a Stear para despedirse. "Parece que ha llegado el momento de despedirnos. Tengo que ir arriba para almorzar, ya que muy pronto salimos para Nara."
"De haberlo sabido, hubiera también programado mi visita ahí." Comentó él un tanto desanimado, estrechando su mano, no queriéndola soltar.
"Me imagino que aún puedes unirte al grupo." Le sugirió ella con la ilusión de que tal vez tendrían unas horas más juntos.
"Imposible." Fue su respuesta. "Mi hermano Archie y al Tía Abuela me esperan en el hotel para dirigirnos a Tokio. Tal vez si les hubiese dicho algo esta mañana, pienso que podríamos habernos quedado un día más en Osaka, pero como ellos tan sólo me están esperando para que regrese del paseo para salir en tren, creo que es demasiado tarde para cambiar de planes."
"Entiendo," le respondió desanimada.
"Créeme que lamento mucho el que tengamos que despedirnos aquí y de esta manera."
"No te preocupes, Stear. Creo que el haber tenido toda la mañana juntos no estuvo tan mal."
Así que sin decir más, Mimi se alejó subiendo por la escalera y al dar la vuelta en el descanso para subir de nuevo, se dio cuenta de que Stear continuaba ahí mismo, simplemente mirándola. Ella se detuvo por un momento para sonreírle y después desapareció por las escaleras.
Al llegar al segundo piso, la guía que se encontraba a la entrada del restaurante buscó su nombre en la lista de los pasajeros a Nara y al encontrarla, le indicó que era un bufete y que podía sentarse donde quisiera. También le recordó que saldrían puntualmente a las dos y después la guía se encaminó al primer piso.
Soltando un suspiro contenido, Mimi se paseo por el lugar para elegir la comida que se serviría, pero descubrió que no tenía apetito. Se sentía aún muy desanimada por la despedida. Así que tomó un poco de sopa, unos fideos de Udon y un poco de tempura para comer.
Tomando asiento, estaba a punto de comer cuando súbitamente alguien se sentó frente a ella poniendo el abrigo a un lado: se trataba de Stear. Totalmente sorprendida, no supo qué decirle, por lo que él con una gran sonrisa le explicó lo que sucedía.
"Acabo de hablar con la guía y le pedí si me permitía acompañarte a comer. Como nos vio juntos, aceptó y heme aquí."
"Eso quiere decir que, ¿vendrás a Nara conmigo?" Una suave negativa fue su respuesta, pero tomando su mano que estaba sobre la mesa, le dijo.
"Será nuestra primera comida juntos, ¿no te gusta la idea?" Ella sonrió emocionada y asintiendo, agregó.
"¡Apresúrate! Porque esto será el almuerzo más corto que has tenido, si no te das prisa."
Así que sin demora, Stear tomó una charola y rápidamente se dirigió a tomar algo para comer mientras que era observado detenidamente por Mimi.
Por primera vez desde que se conocieron, ella se dedicó a admirar detenidamente a su nuevo amigo, dándose cuenta no sólo de la gran persona que había demostrado ser, sino de lo atractivo que era también. En verdad que lo extrañaría y mucho. ¡Vaya suerte! Conocer a alguien como él, solamente para despedirse tan pronto. Mimi dejó escapar un suspiro sin sentirlo.
A los pocos minutos, Stear regresó con casi la misma comida que ella y los dos comenzaron a disfrutar de la sabrosa comida japonesa. Como estaban comiendo con palillos, entre risas, se deleitaron con los famosos fideos verdes del lugar.
Pero como todo en la vida, estos momentos extra que tuvieron llegaron a su fin cuando la guía se acercó a Stear para decirle que el autobús estaba a punto de partir y que lo estaban esperando. Su almuerzo juntos había llegado muy pronto a su fin.
Poniéndose de pie, Stear le pidió que le diera unos minutos y la mujer, entendiendo lo que pasaba ente estos dos chicos, con una sonrisa le dijo que le pediría al chofer que esperara por él.
De esta manera, cuando la mujer se alejó, Stear se volvió a mirar a Mimi que lo veía con un semblante triste. Entendiendo que ella compartía con él la melancolía del adiós, se acercó a ella y en un acto de total arrebato, la tomó ente sus brazos para envolverla posesivamente con ellos.
"Gracias por todo, Menina." Le susurró al oído para luego depositar un suave y tierno beso en su mejilla. "¡Nunca te olvidaré!"
Totalmente sorprendida por el gesto, Mimi no supo qué responderle, quedándose totalmente muda.
A continuación, Stear tomó su abrigo y dirigiéndose a la puerta para bajar, antes de cruzarla, se volvió para mirarla una última vez y entonces le confesó algo que había querido decirle desde que la conoció.
"Desde esta mañana, cuando subí al autobús y te vi por primera vez, algo en ti me llamó mucho la atención y tuve una enorme curiosidad en conocerte. Fue algo indescriptible ... y por esa razón no pude resistirme. Usé el pretexto de ceder mi lugar para poder estar cerca de ti..."
Y diciendo esto desapareció por las escaleras.
En cuanto ella lo escuchó hablar así, entendió por fin la razón de todo lo que había sucedido ente ellos. No había sido casualidad que él se hubiese acercado a ella. No, al contrario, había sido premeditado. Por esa razón, algo en su interior saltó de emoción, pero al mismo tiempo, sintió la aprensión que la despedida le causaba a través de las lágrimas que ya se formaban y que trataba de contener.
Sin embargo, en lugar de quedarse así, Mimi fue inmediatamente a buscar sus cosas y bajando a toda prisa, llegó justo a tiempo al autobús que estaba por partir. Y mirando a un distraído Stear que estaba sentado justo en el asiento donde ella lo había estado toda esa mañana, vio como él se giraba a un lado para descubrir que ella estaba ahí para despedirlo. Emocionado, el chico le sonrió y con la mirada fija en él, ella se despidió con la mano, quedándose ahí hasta que el motor arrancó llevándose a su nuevo amigo que tomando una curva, desapareció completamente de su vista.
Mimi se quedó por unos momentos de pie con la mano aún despidiéndolo, pensando que el resto del paseo no sería lo mismo sin Stear.
Entonces, una voz la distrajo de sus pensamientos. Se trataba de la guía que le decía que era el momento de abordar el otro autobús. Así que enjuagándose una solitaria lágrima con el dorso de la mano, siguió a la mujer hasta el otro autobús.
-------
Esa tarde, Mimi continuó con el viaje y visitó primeramente el templo antiguo de Todai-Ji del siglo ocho, para luego visitar en sus interior los tesoros nacionales del país. Al salir del recinto, se encontró en un parque donde los venados andan libremente y tuvo numerosas oportunidades para alimentarlos y de tomarse fotos con ellos. En verdad que eran criaturas muy nobles y amistosas.
Por largo rato se dedicó a contemplar a las delicadas criaturas, pero su mente no se apartaba de Stear. Cada vez que veía algo, una voz en su interior le recordaba que seguramente a su amigo le gustaría mucho contemplar eso.
Su animoso estado de ánimo que tuvo por la mañana, dio paso a uno totalmente melancólico por la ausencia de Stear.
Ya entrada la tarde, el autobús se dirigió a lo que sería su último punto en el recorrido, el parque con el santuario de Kasuga y sus lámparas de piedra y bronce, donde algunas tienen más de tres mil años de antigüedad.
Para cuando concluyeron la visita, se dio cuenta de que ya estaba oscureciendo, debido a los cortos días de invierno.
A este punto, la guía les explicó que de nueva cuenta, varios de los pasajeros tendrían que continuar en el autobús para que los llevara a su hotel en Nara, mientras que otros más irían con ella a la estación del tren para su regreso a Osaka.
Para su sorpresa, solamente tres de ellos, Mimi incluida, volvían en tren a la gran ciudad. Por esta razón, el chófer se detuvo en la estación y cuando todos hubieron bajado, la guía compró los boletos del tren Kintetsu y los acompañó hasta la plataforma.
Una vez ahí, la guía se animó a preguntarle algo a la chica. "¿Por qué tu amigo no nos acompañó en la visita a esta ciudad? Se le veía muy triste al despedirse de ti."
Sonriendo, Mimi le respondió. "Porque él tenía otros planes. A decir verdad," suspiró sin querer antes de continuar, "no somos amigos, tan sólo nos conocimos el día de hoy."
La guía la miró entonces totalmente anonadada y después de pensarlo un poco, se rió antes de agregar. "Entonces ustedes dos comparten el hilo rojo del destino."
Era el turno de Mimi para verla totalmente confundida, no entendiendo a lo que se refería. Por lo que la mujer, le explicó con una sonrisa.
"En mi cultura, cuando dos personas están destinadas a estar juntas, sus manos están unidas por un inquebrantable e invisible hilo rojo que tiende a unirlas, no importando la distancia. Entre más se alejan, mayor es la tensión que se genera y es más el anhelo de volver a estar juntas." Luego la mujer se quedó pensativa por un momento, colocando el dedo en el mentón al tiempo que Mimi la miraba ansiosa ante lo que agregaría.
"Ahora entiendo el por qué de su insistencia. Fue por eso me pidió que le permitiera comer contigo. En un principio hasta me ofreció dinero, pero no lo acepté, ya que algo dentro de mí, me lo impidió. Sí, estoy convencida de que fue eso ... ustedes dos están unidos por un hilo y es inquebrantable ahora que se han encontrado."
Sintiendo un gran hueco en el estómago, Mimi palideció. Simplemente no lo podía creer. En verdad que toda esta situación con Stear se estaba tornando cada vez más y más extraña, causándole hasta cierto temor.
A ella le hubiera gustado saber más de lo que la guía le decía, pero en el momento justo en que quiso preguntarle más, arribó el tren y llegó el momento de también despedirse de ella. Por lo que sin miramientos, la chica abrazó a la mujer y con una una gran sonrisa le agradeció el ser parte de lo que había sido hasta el momento, uno de los mejores días de su vida.
Luego abordó el tren y en la oscuridad de la noche que ya los había envuelto, comenzó su camino de regreso a su hotel en Osaka.
--------
El día siguiente también estuvo lleno de aventuras, en especial cuando tomó el tren bala que la llevó a su próximo destino. Por la mañana, se dirigió a Miyajima en donde se encuentra la bahía con el monumento de madera que distingue a Japón; uno en donde se simboliza la cultura misma del país del sol naciente.
Después, por la tarde, junto con otros pasajeros, continuaron a su próximo destino: la ciudad de Hiroshima. El haber podido visitar la cuidad que estaba rodeada por la que ha sido un pasaje importante de la historia mundial, con su museo y sus monumentos a la catástrofe ocurrida ahí, le dieron a Mimi una nueva perspectiva sobre la vida. Una que obviamente, jamás olvidaría.
También, por la noche visitó el parque en donde la ciudad celebra la llegada del invierno con sus muchas figuras que son formadas por millares de pequeñas luces. En verdad que se sentía como una verdadera Navidad y Mimi, disfrutaba de todo esto.
Sin embargo, toda la alegría del día estuvo opacado en cierta manera por la nostalgia que la ausencia de Stear causaba en ella. Desde que la guía le había hablado del hilo rojo del destino, Mimi no dejaba de pensar en ello y obviamente, en lo que implicaba. Ella se preguntaba constantemente si también Stear sentía su ausencia tanto como le sucedía a ella.
No había manera de saberlo. Solamente el tiempo respondería a esta incógnita.
----------
Tiempo después de haber regresado de su viaje, Mimi se incorporó a su rutina diaria y en la primera oportunidad, cuando tuvo una tarde libre, le envió a Stear las fotos del paseo.
En sí, ella había querido tomarse el tiempo para poder hacerlo en calma y sin prisa, para poder admirarlas y nuevamente a través de las fotos, revivir aquellos momentos que la llevaron de nuevo a esa mañana tan inolvidable que pasó junto a Stear.
Al parecer, lo único que le había quedado como verdadero recuerdo de aquel fugaz encuentro con aquel encantador y singular chico, había sido el regalo que él mismo le dio. Por esa razón, en cuanto regresó ese mismo día del paseo, comenzó a llevar consigo el delicado dije en forma de flor de cerezo y no se separaba de éste.
Es más, cuando pensaba en él y la nostalgia la invadía, simplemente lo tomaba firme con su mano y cerrando los ojos, se dejaba transportar de nuevo a un lugar en el tiempo y a la tierra del oriente donde lo conoció, en donde ambos estuvieron juntos. Eso de alguna manera, le ayudaba a tratar de aceptar la realidad de que tal vez, jamás volverían a encontrarse ... muy a pesar de tener siempre presente la singular historia del 'hilo rojo' que escuchó de la guía.
De esta forma, los días pasaron y a pesar de que al parecer Stear había recibido las fotografías, no hubo respuesta de su parte. Era más que obvio para Mimi que el chico o estaba ocupado o simplemente se había olvidado de ella.
"Seguramente la guía está equivocada sobre lo que me dijo." Se repetía constantemente ella ante el silencio de Stear.
Sin embargo, unos días después y cuando estaba tomando un café al aire libre cerca del parque de su casa, Mimi miraba distraída a los chicos que jugaban no muy lejos de ahí. Le gustaba pasar las tardes escuchando los sonidos de las risas y juegos infantiles que tanto la relajaban y que a la vez eran un escape a su rutina.
De pronto, una figura se colocó a un lado interrumpiendo sus pensamientos para preguntarle. "Disculpe, Srta. Menina, ¿está ocupado este asiento?"
Como estaba distraída, pensó que no había escuchado bien. "¿Cómo dijo?"
Preguntó al tiempo que se volvía a mirar al desconocido a su lado y cuando levantó la vista para saber de quién era, cuál sería su sorpresa al distinguir de quién se trataba ... era Stear mismo el que le sonreía.
Totalmente asombrada, Mimi no podía creerlo y por ende, no articuló palabra alguna. Entendiendo la situación, el chico solamente se sentó a su lado y aún dibujando una gran sonrisa, se dedicó a mirarla embelesado.
"Pero ... ¿Cómo?..." Fue lo único que ella alcanzó a decirle.
"Simple." Fue su respuesta, "Cuando me enviaste las fotos, me fijé en la ubicación que indicaba desde la que fueron mandadas y me dio este lugar. Así que sólo tuve que viajar hasta acá, con la esperanza de que estuvieras aquí. Y parece que tuve suerte, ya que recién llego al país."
"¿Viajaste hasta aquí no sabiendo si...?" Tragó en seco por lo que estaba por decir, mientras que él asentía con una bella y mágica sonrisa. Mimi sólo se dedicó a negar suavemente con la cabeza, como si esto le ayudara a entender un poco lo que estaba sucediendo.
Lo que en realidad sucedió fue que Stear había tenido tan sólo una pequeña pista de su paradero y al parecer y sin más, se aventuró a viajar desde tan lejos confiando en que ella estaría ahí. Realmente esto resultaba insólito.
"Créeme que desde que nos despedimos, no he dejado de pensar en ti." Le confesó él tímidamente. "Sentí como si algo me impulsara a venir a ti. Es algo indescriptible y loco, lo sé."
"¡El hilo..." Interrumpió ella casi susurrando sin poder concluir la frase al sentir cómo él estaba colocando delicadamente su mano sobre la de ella.
"¿Sabes?" Comentó entonces Stear. "Siempre que dudaba ante la locura de viajar así nada más, sin saber lo que me esperaba, recordaba el momento en que bajaste a toda prisa del restaurante a despedirme. Verte ahí de pie, diciéndome adiós, me convenció que no podíamos dejar las cosas así y me motivó a viniera a buscarte ... no sabes el impulso que tuve entonces de bajar del autobús y olvidarme de todo, con tal de volver a estar contigo. No te imaginas cuánto me arrepentí de no haberlo hecho."
Ella se sorprendió al escucharlo, ya que por un instante, ella misma hubiera abordado ese autobús olvidándose del paseo con tal de estar tan sólo unos momentos más con él. Sin embargo, tampoco pudo hacerlo, quedándose completamente inmóvil y viéndolo alejarse.
Quedándose pensativa unos instantes ante el recuerdo de ese momento, entonces ella se atrevió a preguntarle, "¿Y porqué no contactaste conmigo? ... quiero decir, lo más lógico es que me hubieras respondido cuando te mandé las fotos."
"Te aseguro que quise hacerlo muchas veces, pero algo me lo impedía. Tal vez era porque no quería descubrir que tal vez tú me habías olvidado. No lo hubiera resistido, en especial cuando quería verte una vez más."
"¿Por qué habría de hacerlo?"
"Recuerda que volvimos a nuestra vida normal y tal vez alguien estaría esperando por ti." Stear la miraba serio esperando su respuesta.
Mimi sonrió ante lo que parecía un despliegue de celos. "Puedes confiar cuando te digo, que nadie me esperaba aquí. A menos que te refieras a mi familia y amigos." Una sonrisa acompañó esta confesión. "Además, creo que en lugar de hacerte fantasmas en la cabeza, hubiera sido más fácil el que me lo preguntaras directamente, ¿no es así?"
"No lo sé y para serte sincero, lo pensé. Hasta mi hermano Archie me lo aconsejó. Creo que prefería escucharlo de ti. Algo en mi interior me decía que no había nadie especial en tu vida del que debiera preocuparme. Además," Continuó él, "tenía que comprobar si tú..."
Stear entonces se detuvo un momento para enfocar su vista en algo que había llamado su atención. Se trataba del regalo que le había dado a ella y que ahora colgaba de su cuello. Una infinita felicidad lo embargó y sintiéndose halagado, de alguna manera ya había obtenido la respuesta que estaba esperando y la razón de por la que había viajado desde tan lejos: ella también había estado pensando en él y era más que obvio que compartía los mismos sentimientos.
Así que mirándola fijamente y tomando fuerzas de su interior, acarició tiernamente su rostro para luego tomarla suavemente del cuello y colocar su frente sobre la de ella. Ambos temblaban ante la audacia, pero esto no quería decir que no fuera bienvenida.
"Dime, Menina, ¿me harías el honor de pasar una tarde juntos celebrando nuestro reencuentro?" Sus alientos se confundían ante la proximidad.
"¿A ... dónde ... vamos?" Sus palabras sonaban nerviosas al ser acompañadas por un intenso palpitar y un incesante revoloteo de mariposas en su interior.
"Sorpréndeme. Recuerda que soy nuevo en la ciudad." Le dijo en un susurro antes de besarla tiernamente en la frente y sonreírle coquetamente. Luego, poniéndose de pie le preguntó, "¿Nos vamos?" Y extendiendo su mano, la invitó a seguirlo para que pudiesen dejar el lugar.
No fue sino hasta ese momento que Mimi por fin despertó de su ensueño y con una gran sonrisa, asintió tomando su mano y ambos comenzaron a caminar por la avenida ... aún con sus manos entrelazadas. Stear se había negado a soltarla ahora que se habían por fin reunido.
De esta manera, ambos continuarían con aquello que quedó inconcluso al otro lado del mundo y que para su fortuna, ahora nada ni nadie interrumpiría. El tiempo para estar juntos, parecía no tener fin.
----------
Posiblemente la leyenda japonesa del 'Hilo rojo del destino' sea cierta o no, es algo imposible de saber. Sin embargo, en este caso en particular ya no importaba, porque se había comprobado nuevamente que cuando un sentimiento que es tan especial y sincero nace entre dos personas, éste demuestra ser tan fuerte como lo fue aquí.
Así también, no importando los obstáculos ni las circunstancias a vencer, al final aquel instinto que nos une al otro ser tan especial, nos llevará eventualmente a su lado.
Tal y como la guía se lo había dicho a Mimi, el sentimiento entre ellos fue tan fuerte desde un principio que la distancia misma tan sólo incrementó la tensión entre ellos, generando un impulso de querer estar cerca de aquella persona que estaba al otro lado del hilo ... y esto por fortuna para los dos, Stear lo entendió perfectamente.
Por esa razón, el joven inventor permitió que en esta ocasión fueran sus instintos los que lo guiarán, llevándolo a través de lo desconocido para simplemente estar al lado de la chica que lo deslumbró desde el momento justo en que la vio, y cerrar toda distancia entre ellos para nuevamente estar a su lado.