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PRIMER APORTE EN SOLITARIO
Felizmente la actividad había vuelto al Foro y por esa razón, todos en el departamento estaban ansiosos por saber cuál sería el primer aporte del año.
Sin embargo, a Terry se le veía un tanto inquieto, en especial no sabiendo cómo serían las cosas en esta ocasión. Es más, se la pasaba caminando de un lado al otro mientras Adriana continuaba trabajando en la computadora.
"Terry, hazme un favor y ya deja de andar de un lado a otro. Me estás distrayendo con tu ir y venir... ¡ya me tienes mareada!"
"Es fácil para ti decirlo". Finalmente se detuvo y cruzándose de brazos le respondió, "espero que no me salgas con tus excusas como siempre".
"¿Excusas? Ni idea a qué te refieres".
Terry solamente entrecerró los ojos. 
"Como bien sabes, eso no depende de mí, así que reclamos a otro lado... a la Tía Abuela si quieres que sea más específica". 
Notando que su estrategia no estaba dando resultado, Terry se acercó hasta ella y colocando justo al frente con las manos sobre la mesa, sentenció,
"Si mal no recuerdo, por dos años consecutivos abriste nuestra participación con el inventor".
Adriana asintió sabiendo que no había manera de negarlo. "Así que no me salgas con la novedad que este año será la mismo". 
"¡Por supuesto que no!" Le aseguró ella con una sonrisa.
"¡Menos mal que no tendremos al inventor! Y dime, ¿de quién se trata en esta ocasión? Te recuerdo que mis miles de admiradoras están ansiosas de verme".
"Pues..." Le respondió ella con el dedo en el mentón, tratando de buscar las palabras adecuadas para que no ardiera Troya.
Esto simplemente lo alertó e imaginándose el más grave de los escenarios, Terry simplemente temió lo peor.
"No me digas que se trata del elegante...
no por favor, dime que estoy en un error..." 
"¿Qué comes que adivinas?" Fue la respuesta que recibió con una sonrisa.
"¡Esto es el colmo!" Exclamó llevándose la mano para cubrirse la cara, negándolo con la cabeza.
"Ya, Terry, no te pongas en modo 'berrinche histriónico'. Y para que veas que no me olvido de ti, ¿qué crees?, que tú también apareces en la historia".
Terry solamente se volvió a mirarla como no creyéndolo. No solamente tenía que aguantarse la idea de que Archie, el elegante quejumbroso, ese niño mimado con el que siempre argumentaba... sería el primero. Sino que ahora compartiría una historia con él.¡Inaudito!
"¿Y se puede saber cómo es que nos has puesto juntos?"
"¡Ah! Para eso tendrás que esperar a que la publique... no es bueno echar a perder la sorpresa y dar adelantos, ¿o sí?"
"¿De qué sorpresa hablan?" Una voz los interrumpió, era Archie que recién llegaba.
Archie miraba confuso tanto a Terry como a Adriana, no sabiendo lo que estaba ocurriendo. Eso de ir y venir de su café lo tenía agotado y por eso andaba más que distraído.
"La sorpresa de que tú y yo compartiremos una historia..." A Terry no se escuchaba muy contento.
"¿Compartir una historia?, ¿con éste?" Archie también mostraba sorpresa y disgusto a la vez, mientras miraba a Terry con una mueca.
"¡Éste tiene su nombre!" Le reclamó de inmediato Terry, acercándose a Archie amenazante.
Contrario a lo que se hubiera podido pensar, Adriana permaneció calmada y callada, solamente mirándolos muy atenta. Esto fue algo que a los dos desconcertó mucho y en vez de pelearse, ambos se volvieron a mirarla.
"Por mí no se detengan, chicos".
Confundidos ellos se miraron por un momento, para luego volverse a ella desconfiados. 
"Si no te conociera bien, Adriana, diría que esto es una treta tuya y lo estás haciendo a propósito." Le dijo Terry cruzándose de brazos. "Dinos, ¿de qué se trata?" 
"Si sigues con ese genio te van a salir canas muy pronto".
"¡Habla ya!" La paciencia de Terry huía a toda prisa de ahí.
"¡Uy, qué genio¡ Pues, es una historia de ustedes dos... bueno, más bien una de Archie en donde sales tú también... y bueno, necesito inspiración".
"O sea que Terry es mi antagonista". Interrumpió Archie.
"¿Tú qué?" Terry no podía creerlo.
"Bueno, no exactamente". Comentó Adriana volviéndose hacia la computadora, "son más bien como... ¿enemigos?, ¿contendientes?, ¿contrarios?..."
"Querrás decir, rivales..." Finalmente expresó Terry.
"¡Eso es! Gracias, Terry. No encontraba el título adecuado".
Esto había sido el colmo para el chico inglés. Así que suspirando derrotado, se dio la media vuelta para desaparecer por el balcón. 
"¿Y ahora, qué le pasa?" Preguntó ella totalmente confundida. "Uno que le quiere dar gusto y él me sale con sus berrinches..."
"Tal vez esperaba ser el protagonista, sin nadie más en la historia". Archie sonreía con la idea que por fin habría una historia para él, aunque fuera con el aristócrata malcriado.
"Pues ni que fuera un monólogo...
¡en fin! Déjame terminar poniendo el título para publicarlo. Quiero terminar antes de que el gallo cante y me dé cuenta de que no voy a poder dormir por andar publicando".
Archie solamente sonrió y sin decir más, se colocó detrás de Adriana para ver cómo por primera vez un aporte suyo abriría la participación de ellos en el Foro.
¡Hola a todos! Espero que estén bien y con ánimos para una historia.
Este año quería traerles algo diferente y se me ocurrió usar muchas de las celdas que tengo y que por una razón u otra, no quedan muy bien para una firma. Así que he decidido escribir cuatro historias entrelazando imágenes con celdas para darles un toque especial.
Para quienes no saben exactamente qué es una 'celda' (celuloide), éste es un término que se usa en la industria de la animación para describir el dibujo original usado en la producción de un anime o caricatura. Así, para darse una idea, se requieren 24 celdas por cada segundo de animación o sea que se necesitaron miles de estos dibujos para una serie completa como la de Candy.
En mi caso y por fortuna, he adquirido con los años una buena cantidad de celdas de la serie de Candy y hoy, quiero compartir algunas con ustedes. Espero y les guste.
Un abrazo con cariño a todos y estén al pendiente del siguiente aporte, ya que será una firma alusiva a esta historia.
Besos
PD (para Geza): Regalo demorado, vuelos cancelados por falta de tiempo por el momento. Pronto llega
RIVALIDADES
Por los pasillos del colegio se podía ver a una figura que caminaba, dándose paso a toda prisa. Una vez que aquel joven llegó a sus aposentos, cerró la puerta con fuerza dando un gran portazo. En verdad que estaba furioso.
Archibald apenas y podía contener la furia que sentía.
"¿Cómo se atreve ese cretino?" Murmuraba furioso mientras caminaba de un lado a otro de la habitación. "¡Me las va a pagar!"
Pasando la mano por su cabello, miró hacia arriba tratando de controlarse. No era fácil tener que lidiar con alguien tan agresivo. En efecto, Archie había tenido un encuentro con el rebelde del colegio... nada más ni nada menos que con Terry Granchester.
Por desgracia, esta no había sido la única vez que había tenido una confrontación con el joven inglés.
Todo sucedió unos días antes, después de un largo día de clases. Esa tarde el castaño caminaba de regreso a su dormitorio distraído mientras pensaba en unos proyectos escolares. No se dio cuenta de que ingresaba en la habitación equivocada, sino hasta que vio salir de ésta a otro joven.
"Oh, discúlpeme..." Trató de decirle, pero el inquilino le respondió con un certero golpe que lo mandó directo al suelo.
"Ahora vete de mi cuarto". Los ojos fríos del otro chico denotaban hostilidad, algo que no le agradó en absoluto a Archie.
"¿Por qué tuviste que pegarme? ¿Acaso no me disculpé contigo?"
La única respuesta de Terry fue una dura mirada y luego total indiferencia al darse la media vuelta y marcharse.
"¡Espera, me lastimaste la cara!"
Si algo no toleraba Archie es que alguien usara la violencia, pero sobre todo, la rudeza y agresividad sin motivo hacia su persona. En especial de un perfecto desconocido con el que nunca había cruzado palabra alguna. Por esa razón, no dudó en ir tras de ese tipo y arreglar cuentas.
"Ahora verás..."
No obstante, los otros chicos que estaban ahí y que fueron testigos de todo, pronto lo sujetaron para evitar una pelea.
"Déjalo, Archie, es un tipo muy raro". Exclamó uno de los jóvenes.
"Tranquilízate, nunca pudimos entenderlo muy bien". Comentó otro aún sujetando a Archie que tan sólo vio como Terry se alejaba impune.
De esta manera se había dado el primer encuentro. Uno que marcaría para siempre la relación entre ellos.
------
De vuelta al presente, Archie trataba aún de controlarse. Nunca antes alguien le había herido el orgullo propio de esa manera y haberse salido con la suya.
"¿Quién puede entender a un malcriado como ese?" Se preguntó mientras cerraba los puños enfurecido al recordar ese primer choque con Terry.
Y para descargar su furia, Archie golpeó la mesa con ambos puños. Agitado, no podía creer que existiera alguien que lo hiciera enojar de esta manera. Se juró a sí mismo que pronto le daría a Terry su merecido.
Sin embargo y para su desgracia, había tenido otro encuentro ese mismo día. Esta vez al parecer fue Terry el que sin darse cuenta, tropezó con Archie y chocaron sin querer. Debido al incidente que tuvieron anteriormente y del que por supuesto Archie no se había olvidado, le reclamó de inmediato.
"¡Oye, ten más cuidado! Parece que no tienes modales".
Terry no estaba del mejor humor, así que de inmediato en vez de seguir su camino, se volvió atrás para confrontar a Archie.
"No permitiré que me hables en ese tono".
"¿Ah, sí? Pues será mejor que te vayas acostumbrando porque no pienso dejarme intimidar por ti".
"¿Se puede saber cuál es tu problema?" Terry sonaba ya bastante irritado.
Archie no pensaba dejar amedrentarse, así que levantando una ceja y con voz firme le respondió, "El único problema aquí es tu actitud".
La poca paciencia de Terry se desvaneció de inmediato y tomándolo de la camisa del cuello, le habló entre dientes. "Será mejor que no me provoques o si no..."
En eso, una voz los interrumpió. "¿O si no qué, Terry Granchester?" Era la voz de la Hermana Grey.
Al darse cuenta de que las monjas y la superiora estaban ahí, Terry no tuvo otro remedio más que soltarlo. Ambos jóvenes tensos, se volvieron a mirarla.
"¿Qué es lo que sucede aquí?" Preguntó la superiora.
En ese momento, Archie se volvió a mirar a Terry de reojo arqueando la ceja desafiante y curiosamente el otro joven hizo exactamente lo mismo, aunque ninguno se atrevió a decir nada entonces. Notando esto, la hermana superiora supo que cualquiera que hubiese sido la diferencia entre ellos, era obvio que por su presencia ahí ésta ya había terminado.
"Bien, entonces vayan a sus cuartos a estudiar. Pero les advierto una cosa, que esta sea la última vez que los vea comportándose de esta manera. Esta no es la forma de proceder de unos caballeros, ¿entendido?"
"Sí, hermana Grey". Respondieron los dos al unísono para su disgusto, y no tardaron en demostrarlo mirándose el uno al otro con resentimiento.
"¡Vayan ahora mismo a sus habitaciones!" Ordenó ella y los jóvenes obedecieron al instante tomando caminos opuestos hasta sus dormitorios.
De sólo recordarlo, Archie sentía que la sangre le hervía. Jamás había conocido a semejante tipo tan engreído y con ínfulas de superioridad.
Extrañamente, estos dos encuentros marcaron irremediablemente la pauta entre ellos y no les dio la oportunidad de que siquiera pudieran conocerse y tratarse de de otra manera. Los eventos los habían llevado inevitablemente y sin querer, a que fueran rivales.
-------
Con el transcurso de los días el temple de Archie no fue de los mejores. Entre tener que soportar la vida rígida y estricta del colegio, los variados encuentros con Terry y hasta las groserías de Eliza y Neal, no fue para nada una sorpresa que no tuviera ánimos para responder cierta correspondencia que le llegaba cada semana.
En efecto, tal y como se lo había indicado su hermano, tenía en Annie Britter una fiel admiradora que al parecer le gustaba escribirle a menudo. No era que le disgustara la idea de tener una amistad con la chica, pero de eso a que recibiera constantes misivas en donde ella solía contarle detalles de cuanta actividad hacía en su tiempo libre, era demasiado.
Por esa razón, desde que llegó al colegio decidió no dar pie a malos entendidos y optó por no responder a las cartas que sin falta, llegaban a sus manos cada dos semanas. Además, el constante bombardeo de burlas e indirectas por parte de Stear, en verdad que lo estaban irritando.
Sin embargo, todo llegó al colmo una noche cuando la misma Candy le preguntó por la carta que había llegado por equivocación al dormitorio de las chicas. Esa misma que Stear, en tono por cierto un tanto burlón, puso en evidencia que se trataba de una carta de las numerosas que acostumbraba escribirle Annie.
Tal vez si hubiese sido de alguien más no lo hubiese tomado tan mal, pero el que fuera la misma Candy que lo comentara, lo había sacado de sus casillas.
Esa noche poco después de que la reunión con Candy fuese interrumpida y de que las hermanas saliesen de su cuarto al terminar la inspección, Archie no se encontraba del mejor humor y despidiéndose de Stear, se dirigió sin decir mucho a su habitación.
Recostado en la cama y envuelto en la oscuridad, Archie se preguntaba si a Candy le había sorprendido saber que él recibiera cartas de otra chica. Esto en verdad que le estaba preocupando y mucho, ya que no deseaba que hubiera un malentendido y que la rubia creyera que él estaba interesado en otra.
No, él solamente tenía ojos para ella.
Desde que Candy había llegado al colegio, Archie esperaba paciente la oportunidad de sincerarse con ella y hacerle saber sus intenciones... ahora que Anthony ya no estaba con ellos, el joven Cornwell no deseaba más que abrir su corazón y decirle cuánto la quería.
No había nada más importante en el mundo para él en esos momentos que tener una oportunidad con ella. Sí, lo anhelaba con todo su ser.
------
Curiosamente, las cosas se fueron complicando aún más para Archibald, en especial con la llegada de Annie Britter al colegio. Decidido a dejar ante todos claro que sólo se interesaba en ella como una amiga, Archie hizo hasta lo imposible para mostrarse cortés como un caballero, pero a la vez indiferente como un amigo más.
Al principio, pareciera que todo estaba dando resultando, en especial después de su primer encuentro con la recién llegada y esto lo animó a dar el siguiente paso.
Por esa razón, esa misma noche en la que se encontraba meditando a oscuras en su habitación, su mente deliberaba. Bajo la luz de la luna que atravesaba las cortinas que era lo único que alumbraba el lugar, el galante y casi perfecto rostro brillaba bajo los reflejos, no a causa del astro sino por la sonrisa que reflejaba desde su interior.
Sentado ahí con el respaldo del asiento hacia adelante y cargándose en éste, Archibald se llenaba de pensamientos en donde la protagonista era esa pequeña rubia que le robó el corazón desde el mismo día en que la conoció.
Pensando en ella, no podía sino dibujar sino una encantadora sonrisa al tiempo que se imaginaba un mañana con ella a su lado. Sí, aunque sonara un poco egoísta de su parte, se alegraba que ahora tuviera el camino libre.
En ese preciso momento, una sombra cubrió su rostro y a su mente vino el recuerdo de Anthony. Entonces y de alguna manera, sus tiernos pensamientos con Candy lo hicieron sentirse culpable. Era muy probable que se diera por haber pensado egoístamente en él mismo.
Suspirando, sus ojos se dirigieron a las estrellas que tenuemente brillaban sobre la antigua ciudad.
"Anthony..." Susurró dejando escapar sin querer un suspiro.
Archie se preguntaba si estaría bien que pretendiera el cariño de Candy... si de alguna forma tuviera el derecho, especialmente después de que su querido primo a quien consideró siempre como un hermano, tuvo un lugar muy especial en el corazón de ella.
Por esa razón, desde su mente se lo preguntaba a Anthony una y otra vez, y tristemente la respuesta simplemente parecía evadirlo.
Después de pensarlo por mucho, llegó a la conclusión de que si no se daba el valor y le confesaba sus sentimientos a Candy, tal vez este silencio diera la pauta para que alguien más pudiera arrebatársela.
"¿Arrebatármela?" Se preguntó frunciendo el ceño ante la extraña sensación que esto le hizo sentir.
Eso fue algo que lo inquietó de sobremanera, ya que era algo que jamás lo permitiría. Así que era muy probable que el momento de ir en busca de lo que tanto deseaba, había llegado. Por lo que decidió que no había excusas para seguir demorándolo y tomó ahí mismo la decisión de que lo haría al día siguiente.
Así que con estos prometedores pensamientos, el castaño se fue a dormir.
Como era de esperarse, con la emoción y la expectativa de lo que estaba por suceder, a Archie no le fue posible conciliar el sueño y para cuando por fin pudo cerrar sus ojos vencido por el cansancio, se vio envuelto en un sueño un tanto singular.
--------
'Archie se encontraba en un jardín y sentado en una banca, Candy lo acompañaba. A ella se le veía radiante y más cuando su rostro estaba iluminado por una gran sonrisa. Sintiéndose seguro, Archie la tomó entonces de la mano y acercándola a él, le habló con suave tono a la chica que ahora lo miraba sorprendida por su audacia.
"Candy, sé que aún estás pensando en Anthony, entiendo que todavía sientas que no es el momento para que vuelvas a abrirte a alguien más. Pero, quiero decirte que desde que el día que nos conocimos no tengo ojos para nadie más y desde entonces has sido la única para mí. ¡Eres... más hermosa que cualquier otra! Por favor, no desvíes la mirada y dime que aceptas mi corazón".
Mirándolo fijamente, Candy no decía nada, aunque en realidad no hacía falta. Una dulce sonrisa hablaba por ella confirmando lo que Archie había deseado tanto. En eso, justo cuando Archie había colocado con delicadeza su mano en su rostro, se fue acercando a ella mientras la jovencita cerraba los ojos ante lo inevitable...'
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Varios golpes de la puerta despertaron súbitamente al joven Cornwell. Dándose cuenta de que todo había sido tan solo un sueño, Archie cerró los ojos y se llevó una mano al ceño mientras suspiraba frustrado. ¡Diantres! ¿Por qué lo habían interrumpido en el momento justo? Cuando estaba a punto de...
"Archie, ¿estás despierto?" Era la voz de Stear que le preguntaba mientras continuaba tocando la puerta que conectaba su habitación con la de su hermano.
Con fastidio, Archie se sentó en la cama y mirando el reloj se dio cuenta del por qué de la insistencia de Stear. Si no se daba prisa llegarían tarde a misa y era más que seguro que la superiora les daría una suspensión.
"Archie, llegaremos tarde..."
"¡Ya voy!" Por fin se digno a responderle, mientras se dirigía al baño para mojarse la cara y despabilarse del sueño.
"Tienes cinco minutos, si no sales me iré sin ti". Fue la sentencia del inventor.
Después de lavarse la cara, Archie se contempló en el espejo y por unos breves minutos volvió a pensar en el sueño. Imágenes tan vividas como si hubiesen sido reales vinieron a su mente y sin poder evitarlo, dibujaron en él una gran sonrisa.
Tal vez esto era la respuesta que esperaba.
Así que animoso, se apresuró a arreglarse sabiendo que no podía ni debía guardar más sus sentimientos. La noche anterior no pudo dormir pensando en las mil maneras en que le pudiera declarar sus sentimientos a Candy. Pensando en esto, Archie llegó a la conclusión que tal vez el sueño era una señal para que pudiera seguir adelante con su plan de declararle sus sentimientos a Candy. Esto lo llenó de júbilo y esperanza.
Cinco minutos después, vistiendo el oscuro uniforme que era el adecuado para asistir a misa, Archie tocó la puerta para avisarle a Stear que ya estaba listo. Sin embargo, al no haber respuesta supo que su hermano, tal y como el inventor se lo había advertido, ya se había ido a la iglesia.
Esto no le extrañó nada al castaño, debido a que Stear siempre quería llegar antes que todos para poder sentarse junto a uno de los vitrales y así, entretenerse admirándolo mientras el párroco continuaba en un sermón que parecía no tener fin.
Dándose prisa, Archie salió a toda prisa de la habitación, pero justo cuando daba vuelta para encaminarse por el pasillo principal se topó de frente nada más ni nada menos que con su némesis, Terry Granchester.
Ambos jóvenes no tardaron en demostrar el disgusto que les causaba encontrarse con el otro. En lo que pareciera un duelo de miradas, ambos se vieron a los ojos desafiantes y sin decir nada, expresaban con los ámbares y esos ojos como de mar, el disgusto que la presencia del otro causaba.
Justo cuando los ánimos daban paso a lo que parecía ser de seguro otra más de sus confrontaciones, fueron interrumpidos por la llegada de una de las hermanas que rápidamente les recordó que llegarían tarde a misa si no se daban prisa.
Terry, con su típica actitud evasiva, no tardó en hacerse el desentendido y tomando el camino opuesto que tendría que seguir para ir a la iglesia, comenzó a alejarse. Pero justo cuando estaba por perderse de vista por las escaleras, se volvió a mirar de nuevo a Archie, desafiándolo para continuar su 'duelo' en otra ocasión.
Archie entendiendo su lenguaje, solamente asintió.
"Será mejor que te apresures, Archibald Cornwell". La monja le recordó.
Y dándose vuelta, el castaño se dirigió a toda prisa al patio que lo llevaría a su destino.
Todos estaban dentro y tratando se escabullirse sin que la Hermana Grey se diera cuenta, fue a sentarse junto a su hermano.
"Por poco y no llegas". Le susurró Stear.
"Tú y tus prisas por llegar, debiste esperarme..." Archie le recalmó.
El inventor lo miró confundido pero antes de que pudiera responderle, un carraspeo llamó la atención de ambos. Se trataba de la mismísima Hermana Grey que los miraba severa. Si algo no soportaba era que el sermón del párrafo fuese interrumpido por cuchicheos.
Ambos jóvenes volvieron a su posición de devoción. Con las manos entrelazadas y los ojos cerrados, pretendían estar orando. Sin embargo, Archie se volvió lentamente a mirar discretamente hacia dónde estaban las chicas y pudo distinguir que la causante de todos conflictos y desvelos: Candy.
Se le veía hermosa en esa pose tan espiritual con sus ojos cerrados, orando bajo los reflejos del sol que traviesamente descendían a ella a través de los grandes cristales. ¡Jamás la vio más hermosa!
No había duda, Candy había ganado su corazón.
-------
Después de que por fin terminó el servicio, todos los estudiantes comenzaron a salir en orden y cuando Archie quiso buscar a Candy entre la multitud de las otras chicas, no pudo encontrarla. Mirando a todos lados, sólo se encontró con el rostro de Annie que le sonreía tímidamente.
Siendo un caballero, la saludó asintiendo y dibujando una pequeña sonrisa. La chica de inmediato se sonrojó para luego desviar la mirada.
Archie tan sólo suspiró y volviéndose a su cometido, continuó buscando a Candy. En eso, pudo divisarla cuando atravesaba el patio. Con una sonrisa, la fue siguiendo.
Ella continuaba su camino y poco a poco, ella y el acompañante que desconocía que la estaba siguiendo, pronto se alejaron de todos. Archie no podía creer su buena suerte, ya que por primera vez todo parecía salir a su favor... los dos tendrían la tan ansiada privacidad.
En eso, mientras ella subía por las escaleras que llevaban directamente hacia la colina más alta en el colegio, Archie decidió que tal vez era mejor esperar por ella. Creyendo que Candy iría a visitar a Clin, prefirió darle su espacio y esperar paciente entre los árboles a que ella descendiera.
Sí, cuando ella bajara él le hablaría seriamente y abriéndole su corazón, por fin tendría la oportunidad que por tanto tiempo había anhelado tener y que por una razón u otra lo había evadido. Sin embargo, ahora las cosas eran diferentes. Por lo pronto, tan sólo esperaría paciente, mientras su corazón corría sin detenerse tras de ella.
Mirando a su alrededor, extrañamente el lugar reflejaba mucho de aquel con el que había soñado. La luz del sol se daban paso entre las hojas al tiempo que una suave y traviesa brisa jugueteaba con ellas. Entonces supo dibujando una gran sonrisa, que este sería el lugar perfecto para hablar con ella y confesarle lo que sentía... algo que su interior había tenido que ocultar, pero que ahora apenas y podía contener.
Archie continuaba sonriendo deslumbrante bajo los árboles en esa tibia tarde de verano, mientras recordaba el dulce sueño. Recargándose en el árbol, el galante joven estaba seguro que cuando Candy bajara, la vida de ambos cambiaría radicalmente y nunca más la relación entre los dos volvería a ser la misma.
En efecto, todo iba a ser muy distinto para ellos de ahora en adelante y nada volvería a ser igual... no habría marcha atrás.
Felizmente la actividad había vuelto al Foro y por esa razón, todos en el departamento estaban ansiosos por saber cuál sería el primer aporte del año.
Sin embargo, a Terry se le veía un tanto inquieto, en especial no sabiendo cómo serían las cosas en esta ocasión. Es más, se la pasaba caminando de un lado al otro mientras Adriana continuaba trabajando en la computadora.
"Terry, hazme un favor y ya deja de andar de un lado a otro. Me estás distrayendo con tu ir y venir... ¡ya me tienes mareada!"
"Es fácil para ti decirlo". Finalmente se detuvo y cruzándose de brazos le respondió, "espero que no me salgas con tus excusas como siempre".
"¿Excusas? Ni idea a qué te refieres".
Terry solamente entrecerró los ojos. "Como bien sabes, eso no depende de mí, así que reclamos a otro lado... a la Tía Abuela si quieres que sea más específica". Notando que su estrategia no estaba dando resultado, Terry se acercó hasta ella y colocando justo al frente con las manos sobre la mesa, sentenció,
"Si mal no recuerdo, por dos años consecutivos abriste nuestra participación con el inventor".
Adriana asintió sabiendo que no había manera de negarlo. "Así que no me salgas con la novedad que este año será la mismo". "¡Por supuesto que no!" Le aseguró ella con una sonrisa.
"¡Menos mal que no tendremos al inventor! Y dime, ¿de quién se trata en esta ocasión? Te recuerdo que mis miles de admiradoras están ansiosas de verme".
"Pues..." Le respondió ella con el dedo en el mentón, tratando de buscar las palabras adecuadas para que no ardiera Troya.
Esto simplemente lo alertó e imaginándose el más grave de los escenarios, Terry simplemente temió lo peor.
"No me digas que se trata del elegante...
no por favor, dime que estoy en un error..." "¿Qué comes que adivinas?" Fue la respuesta que recibió con una sonrisa.
"¡Esto es el colmo!" Exclamó llevándose la mano para cubrirse la cara, negándolo con la cabeza.
"Ya, Terry, no te pongas en modo 'berrinche histriónico'. Y para que veas que no me olvido de ti, ¿qué crees?, que tú también apareces en la historia".
Terry solamente se volvió a mirarla como no creyéndolo. No solamente tenía que aguantarse la idea de que Archie, el elegante quejumbroso, ese niño mimado con el que siempre argumentaba... sería el primero. Sino que ahora compartiría una historia con él.¡Inaudito!
"¿Y se puede saber cómo es que nos has puesto juntos?"
"¡Ah! Para eso tendrás que esperar a que la publique... no es bueno echar a perder la sorpresa y dar adelantos, ¿o sí?"
"¿De qué sorpresa hablan?" Una voz los interrumpió, era Archie que recién llegaba.
Archie miraba confuso tanto a Terry como a Adriana, no sabiendo lo que estaba ocurriendo. Eso de ir y venir de su café lo tenía agotado y por eso andaba más que distraído.
"La sorpresa de que tú y yo compartiremos una historia..." A Terry no se escuchaba muy contento.
"¿Compartir una historia?, ¿con éste?" Archie también mostraba sorpresa y disgusto a la vez, mientras miraba a Terry con una mueca.
"¡Éste tiene su nombre!" Le reclamó de inmediato Terry, acercándose a Archie amenazante.
Contrario a lo que se hubiera podido pensar, Adriana permaneció calmada y callada, solamente mirándolos muy atenta. Esto fue algo que a los dos desconcertó mucho y en vez de pelearse, ambos se volvieron a mirarla.
"Por mí no se detengan, chicos".
Confundidos ellos se miraron por un momento, para luego volverse a ella desconfiados. "Si no te conociera bien, Adriana, diría que esto es una treta tuya y lo estás haciendo a propósito." Le dijo Terry cruzándose de brazos.
"Dinos, ¿de qué se trata?" "Si sigues con ese genio te van a salir canas muy pronto".
"¡Habla ya!" La paciencia de Terry huía a toda prisa de ahí.
"¡Uy, qué genio¡ Pues, es una historia de ustedes dos... bueno, más bien una de Archie en donde sales tú también... y bueno, necesito inspiración".
"O sea que Terry es mi antagonista". Interrumpió Archie.
"¿Tú qué?" Terry no podía creerlo.
"Bueno, no exactamente". Comentó Adriana volviéndose hacia la computadora, "son más bien como... ¿enemigos?, ¿contendientes?, ¿contrarios?..."
"Querrás decir, rivales..." Finalmente expresó Terry.
"¡Eso es! Gracias, Terry. No encontraba el título adecuado".
Esto había sido el colmo para el chico inglés. Así que suspirando derrotado,
se dio la media vuelta para desaparecer por el balcón. "¿Y ahora, qué le pasa?" Preguntó ella totalmente confundida. "Uno que le quiere dar gusto y él me sale con sus berrinches..."
"Tal vez esperaba ser el protagonista, sin nadie más en la historia". Archie sonreía con la idea que por fin habría una historia para él, aunque fuera con el aristócrata malcriado.
"Pues ni que fuera un monólogo...
¡en fin! Déjame terminar poniendo el título para publicarlo. Quiero terminar antes de que el gallo cante y me dé cuenta de que no voy a poder dormir por andar publicando". Archie solamente sonrió y sin decir más, se colocó detrás de Adriana para ver cómo por primera vez un aporte suyo abriría la participación de ellos en el Foro.
¡Hola a todos! Espero que estén bien y con ánimos para una historia.
Este año quería traerles algo diferente y se me ocurrió usar muchas de las celdas que tengo y que por una razón u otra, no quedan muy bien para una firma. Así que he decidido escribir cuatro historias entrelazando imágenes con celdas para darles un toque especial.
Para quienes no saben exactamente qué es una 'celda' (celuloide), éste es un término que se usa en la industria de la animación para describir el dibujo original usado en la producción de un anime o caricatura. Así, para darse una idea, se requieren 24 celdas por cada segundo de animación o sea que se necesitaron miles de estos dibujos para una serie completa como la de Candy.
En mi caso y por fortuna, he adquirido con los años una buena cantidad de celdas de la serie de Candy y hoy, quiero compartir algunas con ustedes. Espero y les guste.
Un abrazo con cariño a todos y estén al pendiente del siguiente aporte, ya que será una firma alusiva a esta historia.
Besos
PD (para Geza): Regalo demorado, vuelos cancelados por falta de tiempo por el momento. Pronto llega
RIVALIDADES
Por los pasillos del colegio se podía ver a una figura que caminaba, dándose paso a toda prisa. Una vez que aquel joven llegó a sus aposentos, cerró la puerta con fuerza dando un gran portazo. En verdad que estaba furioso.
Archibald apenas y podía contener la furia que sentía.
"¿Cómo se atreve ese cretino?" Murmuraba furioso mientras caminaba de un lado a otro de la habitación. "¡Me las va a pagar!"
Pasando la mano por su cabello, miró hacia arriba tratando de controlarse. No era fácil tener que lidiar con alguien tan agresivo. En efecto, Archie había tenido un encuentro con el rebelde del colegio... nada más ni nada menos que con Terry Granchester.
Por desgracia, esta no había sido la única vez que había tenido una confrontación con el joven inglés.
Todo sucedió unos días antes, después de un largo día de clases. Esa tarde el castaño caminaba de regreso a su dormitorio distraído mientras pensaba en unos proyectos escolares. No se dio cuenta de que ingresaba en la habitación equivocada, sino hasta que vio salir de ésta a otro joven.
"Oh, discúlpeme..." Trató de decirle, pero el inquilino le respondió con un certero golpe que lo mandó directo al suelo.
"Ahora vete de mi cuarto". Los ojos fríos del otro chico denotaban hostilidad, algo que no le agradó en absoluto a Archie.
"¿Por qué tuviste que pegarme? ¿Acaso no me disculpé contigo?"
La única respuesta de Terry fue una dura mirada y luego total indiferencia al darse la media vuelta y marcharse.
"¡Espera, me lastimaste la cara!"
Si algo no toleraba Archie es que alguien usara la violencia, pero sobre todo, la rudeza y agresividad sin motivo hacia su persona. En especial de un perfecto desconocido con el que nunca había cruzado palabra alguna. Por esa razón, no dudó en ir tras de ese tipo y arreglar cuentas.
"Ahora verás..."
No obstante, los otros chicos que estaban ahí y que fueron testigos de todo, pronto lo sujetaron para evitar una pelea.
"Déjalo, Archie, es un tipo muy raro". Exclamó uno de los jóvenes.
"Tranquilízate, nunca pudimos entenderlo muy bien". Comentó otro aún sujetando a Archie que tan sólo vio como Terry se alejaba impune.
De esta manera se había dado el primer encuentro. Uno que marcaría para siempre la relación entre ellos.
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De vuelta al presente, Archie trataba aún de controlarse. Nunca antes alguien le había herido el orgullo propio de esa manera y haberse salido con la suya.
"¿Quién puede entender a un malcriado como ese?" Se preguntó mientras cerraba los puños enfurecido al recordar ese primer choque con Terry.
Y para descargar su furia, Archie golpeó la mesa con ambos puños. Agitado, no podía creer que existiera alguien que lo hiciera enojar de esta manera. Se juró a sí mismo que pronto le daría a Terry su merecido.
Sin embargo y para su desgracia, había tenido otro encuentro ese mismo día. Esta vez al parecer fue Terry el que sin darse cuenta, tropezó con Archie y chocaron sin querer. Debido al incidente que tuvieron anteriormente y del que por supuesto Archie no se había olvidado, le reclamó de inmediato.
"¡Oye, ten más cuidado! Parece que no tienes modales".
Terry no estaba del mejor humor, así que de inmediato en vez de seguir su camino, se volvió atrás para confrontar a Archie.
"No permitiré que me hables en ese tono".
"¿Ah, sí? Pues será mejor que te vayas acostumbrando porque no pienso dejarme intimidar por ti".
"¿Se puede saber cuál es tu problema?" Terry sonaba ya bastante irritado.
Archie no pensaba dejar amedrentarse, así que levantando una ceja y con voz firme le respondió, "El único problema aquí es tu actitud".
La poca paciencia de Terry se desvaneció de inmediato y tomándolo de la camisa del cuello, le habló entre dientes. "Será mejor que no me provoques o si no..."
En eso, una voz los interrumpió. "¿O si no qué, Terry Granchester?" Era la voz de la Hermana Grey.
Al darse cuenta de que las monjas y la superiora estaban ahí, Terry no tuvo otro remedio más que soltarlo. Ambos jóvenes tensos, se volvieron a mirarla.
"¿Qué es lo que sucede aquí?" Preguntó la superiora.
En ese momento, Archie se volvió a mirar a Terry de reojo arqueando la ceja desafiante y curiosamente el otro joven hizo exactamente lo mismo, aunque ninguno se atrevió a decir nada entonces. Notando esto, la hermana superiora supo que cualquiera que hubiese sido la diferencia entre ellos, era obvio que por su presencia ahí ésta ya había terminado.
"Bien, entonces vayan a sus cuartos a estudiar. Pero les advierto una cosa, que esta sea la última vez que los vea comportándose de esta manera. Esta no es la forma de proceder de unos caballeros, ¿entendido?"
"Sí, hermana Grey". Respondieron los dos al unísono para su disgusto, y no tardaron en demostrarlo mirándose el uno al otro con resentimiento.
"¡Vayan ahora mismo a sus habitaciones!" Ordenó ella y los jóvenes obedecieron al instante tomando caminos opuestos hasta sus dormitorios.
De sólo recordarlo, Archie sentía que la sangre le hervía. Jamás había conocido a semejante tipo tan engreído y con ínfulas de superioridad.
Extrañamente, estos dos encuentros marcaron irremediablemente la pauta entre ellos y no les dio la oportunidad de que siquiera pudieran conocerse y tratarse de de otra manera. Los eventos los habían llevado inevitablemente y sin querer, a que fueran rivales.
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Con el transcurso de los días el temple de Archie no fue de los mejores. Entre tener que soportar la vida rígida y estricta del colegio, los variados encuentros con Terry y hasta las groserías de Eliza y Neal, no fue para nada una sorpresa que no tuviera ánimos para responder cierta correspondencia que le llegaba cada semana.
En efecto, tal y como se lo había indicado su hermano, tenía en Annie Britter una fiel admiradora que al parecer le gustaba escribirle a menudo. No era que le disgustara la idea de tener una amistad con la chica, pero de eso a que recibiera constantes misivas en donde ella solía contarle detalles de cuanta actividad hacía en su tiempo libre, era demasiado.
Por esa razón, desde que llegó al colegio decidió no dar pie a malos entendidos y optó por no responder a las cartas que sin falta, llegaban a sus manos cada dos semanas. Además, el constante bombardeo de burlas e indirectas por parte de Stear, en verdad que lo estaban irritando.
Sin embargo, todo llegó al colmo una noche cuando la misma Candy le preguntó por la carta que había llegado por equivocación al dormitorio de las chicas. Esa misma que Stear, en tono por cierto un tanto burlón, puso en evidencia que se trataba de una carta de las numerosas que acostumbraba escribirle Annie.
Tal vez si hubiese sido de alguien más no lo hubiese tomado tan mal, pero el que fuera la misma Candy que lo comentara, lo había sacado de sus casillas.
Esa noche poco después de que la reunión con Candy fuese interrumpida y de que las hermanas saliesen de su cuarto al terminar la inspección, Archie no se encontraba del mejor humor y despidiéndose de Stear, se dirigió sin decir mucho a su habitación.
Recostado en la cama y envuelto en la oscuridad, Archie se preguntaba si a Candy le había sorprendido saber que él recibiera cartas de otra chica. Esto en verdad que le estaba preocupando y mucho, ya que no deseaba que hubiera un malentendido y que la rubia creyera que él estaba interesado en otra.
No, él solamente tenía ojos para ella.
Desde que Candy había llegado al colegio, Archie esperaba paciente la oportunidad de sincerarse con ella y hacerle saber sus intenciones... ahora que Anthony ya no estaba con ellos, el joven Cornwell no deseaba más que abrir su corazón y decirle cuánto la quería.
No había nada más importante en el mundo para él en esos momentos que tener una oportunidad con ella. Sí, lo anhelaba con todo su ser.
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Curiosamente, las cosas se fueron complicando aún más para Archibald, en especial con la llegada de Annie Britter al colegio. Decidido a dejar ante todos claro que sólo se interesaba en ella como una amiga, Archie hizo hasta lo imposible para mostrarse cortés como un caballero, pero a la vez indiferente como un amigo más.
Al principio, pareciera que todo estaba dando resultando, en especial después de su primer encuentro con la recién llegada y esto lo animó a dar el siguiente paso.
Por esa razón, esa misma noche en la que se encontraba meditando a oscuras en su habitación, su mente deliberaba. Bajo la luz de la luna que atravesaba las cortinas que era lo único que alumbraba el lugar, el galante y casi perfecto rostro brillaba bajo los reflejos, no a causa del astro sino por la sonrisa que reflejaba desde su interior.
Sentado ahí con el respaldo del asiento hacia adelante y cargándose en éste, Archibald se llenaba de pensamientos en donde la protagonista era esa pequeña rubia que le robó el corazón desde el mismo día en que la conoció.
Pensando en ella, no podía sino dibujar sino una encantadora sonrisa al tiempo que se imaginaba un mañana con ella a su lado. Sí, aunque sonara un poco egoísta de su parte, se alegraba que ahora tuviera el camino libre.
En ese preciso momento, una sombra cubrió su rostro y a su mente vino el recuerdo de Anthony. Entonces y de alguna manera, sus tiernos pensamientos con Candy lo hicieron sentirse culpable. Era muy probable que se diera por haber pensado egoístamente en él mismo.
Suspirando, sus ojos se dirigieron a las estrellas que tenuemente brillaban sobre la antigua ciudad.
"Anthony..." Susurró dejando escapar sin querer un suspiro.
Archie se preguntaba si estaría bien que pretendiera el cariño de Candy... si de alguna forma tuviera el derecho, especialmente después de que su querido primo a quien consideró siempre como un hermano, tuvo un lugar muy especial en el corazón de ella.
Por esa razón, desde su mente se lo preguntaba a Anthony una y otra vez, y tristemente la respuesta simplemente parecía evadirlo.
Después de pensarlo por mucho, llegó a la conclusión de que si no se daba el valor y le confesaba sus sentimientos a Candy, tal vez este silencio diera la pauta para que alguien más pudiera arrebatársela.
"¿Arrebatármela?" Se preguntó frunciendo el ceño ante la extraña sensación que esto le hizo sentir.
Eso fue algo que lo inquietó de sobremanera, ya que era algo que jamás lo permitiría. Así que era muy probable que el momento de ir en busca de lo que tanto deseaba, había llegado. Por lo que decidió que no había excusas para seguir demorándolo y tomó ahí mismo la decisión de que lo haría al día siguiente.
Así que con estos prometedores pensamientos, el castaño se fue a dormir.
Como era de esperarse, con la emoción y la expectativa de lo que estaba por suceder, a Archie no le fue posible conciliar el sueño y para cuando por fin pudo cerrar sus ojos vencido por el cansancio, se vio envuelto en un sueño un tanto singular.
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'Archie se encontraba en un jardín y sentado en una banca, Candy lo acompañaba. A ella se le veía radiante y más cuando su rostro estaba iluminado por una gran sonrisa. Sintiéndose seguro, Archie la tomó entonces de la mano y acercándola a él, le habló con suave tono a la chica que ahora lo miraba sorprendida por su audacia.
"Candy, sé que aún estás pensando en Anthony, entiendo que todavía sientas que no es el momento para que vuelvas a abrirte a alguien más. Pero, quiero decirte que desde que el día que nos conocimos no tengo ojos para nadie más y desde entonces has sido la única para mí. ¡Eres... más hermosa que cualquier otra! Por favor, no desvíes la mirada y dime que aceptas mi corazón".
Mirándolo fijamente, Candy no decía nada, aunque en realidad no hacía falta. Una dulce sonrisa hablaba por ella confirmando lo que Archie había deseado tanto. En eso, justo cuando Archie había colocado con delicadeza su mano en su rostro, se fue acercando a ella mientras la jovencita cerraba los ojos ante lo inevitable...'
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Varios golpes de la puerta despertaron súbitamente al joven Cornwell. Dándose cuenta de que todo había sido tan solo un sueño, Archie cerró los ojos y se llevó una mano al ceño mientras suspiraba frustrado. ¡Diantres! ¿Por qué lo habían interrumpido en el momento justo? Cuando estaba a punto de...
"Archie, ¿estás despierto?" Era la voz de Stear que le preguntaba mientras continuaba tocando la puerta que conectaba su habitación con la de su hermano.
Con fastidio, Archie se sentó en la cama y mirando el reloj se dio cuenta del por qué de la insistencia de Stear. Si no se daba prisa llegarían tarde a misa y era más que seguro que la superiora les daría una suspensión.
"Archie, llegaremos tarde..."
"¡Ya voy!" Por fin se digno a responderle, mientras se dirigía al baño para mojarse la cara y despabilarse del sueño.
"Tienes cinco minutos, si no sales me iré sin ti". Fue la sentencia del inventor.
Después de lavarse la cara, Archie se contempló en el espejo y por unos breves minutos volvió a pensar en el sueño. Imágenes tan vividas como si hubiesen sido reales vinieron a su mente y sin poder evitarlo, dibujaron en él una gran sonrisa.
Tal vez esto era la respuesta que esperaba.
Así que animoso, se apresuró a arreglarse sabiendo que no podía ni debía guardar más sus sentimientos. La noche anterior no pudo dormir pensando en las mil maneras en que le pudiera declarar sus sentimientos a Candy. Pensando en esto, Archie llegó a la conclusión que tal vez el sueño era una señal para que pudiera seguir adelante con su plan de declararle sus sentimientos a Candy. Esto lo llenó de júbilo y esperanza.
Cinco minutos después, vistiendo el oscuro uniforme que era el adecuado para asistir a misa, Archie tocó la puerta para avisarle a Stear que ya estaba listo. Sin embargo, al no haber respuesta supo que su hermano, tal y como el inventor se lo había advertido, ya se había ido a la iglesia.
Esto no le extrañó nada al castaño, debido a que Stear siempre quería llegar antes que todos para poder sentarse junto a uno de los vitrales y así, entretenerse admirándolo mientras el párroco continuaba en un sermón que parecía no tener fin.
Dándose prisa, Archie salió a toda prisa de la habitación, pero justo cuando daba vuelta para encaminarse por el pasillo principal se topó de frente nada más ni nada menos que con su némesis, Terry Granchester.
Ambos jóvenes no tardaron en demostrar el disgusto que les causaba encontrarse con el otro. En lo que pareciera un duelo de miradas, ambos se vieron a los ojos desafiantes y sin decir nada, expresaban con los ámbares y esos ojos como de mar, el disgusto que la presencia del otro causaba.
Justo cuando los ánimos daban paso a lo que parecía ser de seguro otra más de sus confrontaciones, fueron interrumpidos por la llegada de una de las hermanas que rápidamente les recordó que llegarían tarde a misa si no se daban prisa.
Terry, con su típica actitud evasiva, no tardó en hacerse el desentendido y tomando el camino opuesto que tendría que seguir para ir a la iglesia, comenzó a alejarse. Pero justo cuando estaba por perderse de vista por las escaleras, se volvió a mirar de nuevo a Archie, desafiándolo para continuar su 'duelo' en otra ocasión.
Archie entendiendo su lenguaje, solamente asintió.
"Será mejor que te apresures, Archibald Cornwell". La monja le recordó.
Y dándose vuelta, el castaño se dirigió a toda prisa al patio que lo llevaría a su destino.
Todos estaban dentro y tratando se escabullirse sin que la Hermana Grey se diera cuenta, fue a sentarse junto a su hermano.
"Por poco y no llegas". Le susurró Stear.
"Tú y tus prisas por llegar, debiste esperarme..." Archie le recalmó.
El inventor lo miró confundido pero antes de que pudiera responderle, un carraspeo llamó la atención de ambos. Se trataba de la mismísima Hermana Grey que los miraba severa. Si algo no soportaba era que el sermón del párrafo fuese interrumpido por cuchicheos.
Ambos jóvenes volvieron a su posición de devoción. Con las manos entrelazadas y los ojos cerrados, pretendían estar orando. Sin embargo, Archie se volvió lentamente a mirar discretamente hacia dónde estaban las chicas y pudo distinguir que la causante de todos conflictos y desvelos: Candy.
Se le veía hermosa en esa pose tan espiritual con sus ojos cerrados, orando bajo los reflejos del sol que traviesamente descendían a ella a través de los grandes cristales. ¡Jamás la vio más hermosa!
No había duda, Candy había ganado su corazón.
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Después de que por fin terminó el servicio, todos los estudiantes comenzaron a salir en orden y cuando Archie quiso buscar a Candy entre la multitud de las otras chicas, no pudo encontrarla. Mirando a todos lados, sólo se encontró con el rostro de Annie que le sonreía tímidamente.
Siendo un caballero, la saludó asintiendo y dibujando una pequeña sonrisa. La chica de inmediato se sonrojó para luego desviar la mirada.
Archie tan sólo suspiró y volviéndose a su cometido, continuó buscando a Candy. En eso, pudo divisarla cuando atravesaba el patio. Con una sonrisa, la fue siguiendo.
Ella continuaba su camino y poco a poco, ella y el acompañante que desconocía que la estaba siguiendo, pronto se alejaron de todos. Archie no podía creer su buena suerte, ya que por primera vez todo parecía salir a su favor... los dos tendrían la tan ansiada privacidad.
En eso, mientras ella subía por las escaleras que llevaban directamente hacia la colina más alta en el colegio, Archie decidió que tal vez era mejor esperar por ella. Creyendo que Candy iría a visitar a Clin, prefirió darle su espacio y esperar paciente entre los árboles a que ella descendiera.
Sí, cuando ella bajara él le hablaría seriamente y abriéndole su corazón, por fin tendría la oportunidad que por tanto tiempo había anhelado tener y que por una razón u otra lo había evadido. Sin embargo, ahora las cosas eran diferentes. Por lo pronto, tan sólo esperaría paciente, mientras su corazón corría sin detenerse tras de ella.
Mirando a su alrededor, extrañamente el lugar reflejaba mucho de aquel con el que había soñado. La luz del sol se daban paso entre las hojas al tiempo que una suave y traviesa brisa jugueteaba con ellas. Entonces supo dibujando una gran sonrisa, que este sería el lugar perfecto para hablar con ella y confesarle lo que sentía... algo que su interior había tenido que ocultar, pero que ahora apenas y podía contener.
Archie continuaba sonriendo deslumbrante bajo los árboles en esa tibia tarde de verano, mientras recordaba el dulce sueño. Recargándose en el árbol, el galante joven estaba seguro que cuando Candy bajara, la vida de ambos cambiaría radicalmente y nunca más la relación entre los dos volvería a ser la misma.
En efecto, todo iba a ser muy distinto para ellos de ahora en adelante y nada volvería a ser igual... no habría marcha atrás.
Me encantan las historias en la época del San Pablo, y ésta me está gustando mucho.
Gracias por dárnosla. 
con Annie 
Se merece un final feliz! 
