LA DECISIÓN
Los personajes son creados por la escritora Kyōko Mizuki, uno de los seudónimos de Keiko Nagita, y la mangaka Yumiko Igarashi, seudónimo de Yumiko Fijii, publicado en Japón por Kōdansha Ltd. desde 1975 a 1979.
El gran empresario William A. Andrew ya tenía 30 años, oficialmente se corrían muchos rumores, ese día un suceso inesperado cambiaría su vida, lo peor era que la de ella también, ella que era su luz, su refugio, su mejor amiga.
Viendo a la oscuridad desde la ventana de una habitación, recordaba a aquella pequeña, un largo suspiro se escapó desde lo más profundo de su ser, cerró los ojos con pesar.
-Lo siento pequeña, lo lamento tanto Candy, te amo, te amo más de lo que puedas imaginar, más de lo que nunca ame o amaré a nadie en mi vida.
Al abrir los ojos, giro su cuerpo para ver a la mujer que yacía en su lecho, totalmente desnuda, con el cabello disperso sobre la almohada, aún se podía observar su piel brillante por las gotas de sudor después de aquella inesperada entrega, una triste sonrisa se dibujó en su rostro.
-Lo siento por la familia, no voy a sacrificarla a ella también, todo fue mi culpa, por no saber controlar mis impulsos.
Después de decir aquello, tomo su ropa para cubrir su cuerpo que aún se encontraba desnudo, durante años se habían especulado sobre sus miles de supuesto romances y relaciones, la realidad era que el era un caballero, era fiel a sus principios y sobretodo le era fiel a su amor, al amor que sintió por aquella niña llorona, que conoció en aquella colina aquel día ventoso, sus hermosos ojos verdes le habían cautivado, su risa había marcado su alma como un sello de fuego, en sus momentos de aflicción su recuerdo siempre le dio fortaleza.
-Candy, Candy mi amor yo..... yo no se como pude, ahora no puedo hacer nada, esto no puedo cambiarlo, solo fue un momento de debilidad que cambiaría todo, Candy esto será un tormento........ tan sólo una palabra tuya y yo........ yo..... que distinto habría sido todo Candy, mi amor.
Agobiado por lo sucedido, tratando de acallar su conciencia, camino hasta las caballerizas tomó una hermosa yegua blanca y salió a cabalgar.
¿Como olvidar todo lo vivido con ella? ¿Como estar con ella después de esto? ¿Como iba a verle a la cara? Tantas oportunidades que tuvo de decirle lo que sentía por ella ¿y ahora? Después de esto, ya no podía, ya no podía pararse simplemente delante de ella y simplemente decir ¿Sabes Candy? Siempre te he amado.
Cabalgo, durante horas, ya no podría correr o eludir las cosas, tenía que ser un hombre honorable y cumplir, cumplirle a esa mujer que yacía en su cama, que le había entregado su virtud sin reservas, sin preguntas, ella confiaba en él, por eso lo había acompañado a Lekewood, y él había perdido el control, sin darse cuenta llegó a la cascada, quería dejar correr sus temores, sus dudas, sus culpas, su aflicción como el agua que caía desde lo alto.
Necesitaba liberarse de las cadenas que representaba su apellido, ahora más que nunca, necesitaba actuar, necesitaba tomar una decisión, su consciencia no lo dejaría en paz si por un momento de debilidad, esta mujer era lastimada, ella no lo merecía y él... él no lo permitiría, ya en el pasado muchos a su alrededor habían sufrido, por el honor, se habían sacrificado sus vidas, sus sueños, su amor su corazón ¿Para qué? Para ser infelices, para vivir vidas miserables, sumidos en riquezas, pero muertos..... muertos en vida rodeados de una sociedad hipócrita, a quienes sólo les importaba lo que podían tomar de ellos.
El responsable de todo aquello había sido el, el que no la respeto, él se dejó arrastrar por el deseo de la carne, regresó ya estando oscuro, tenía intenciones de ir directamente a su despacho.
-Buenas noches señor William, Jack el mayordomo le saludo en cuanto lo vio.
-Buenas noches ¿Sucedió algo que me estabas esperando?
-Si, disculpe señor, llegó un telegrama, el mensajero estaba esperando para ver si deseaba enviar alguna respuesta, pero tuvo que marcharse, pero.....
-No te preocupes, Albert tomaba el pequeño trozo de papel en sus manos y lo leyó sin demora.
ELROY ENTERADA, PARTE HOY, LAKEWOOK, MUY MOLESTA. LADY ROSALIN MACFINDER LA ACOMPAÑA, URGENTE ESPERO RESPUESTA.
GEORGE
Al terminar de leer aquello, el rubio dio instrucciones de hacer su equipaje y el de su acompañante, mandó a preparar un carruaje y luego entró al estudio, su mirada recorrió los retratos que se encontraban en las paredes, Anthony, Staer, Archie, Rosse, Sus padres y Candy..... Una enorme pintura de ellos dos juntos vestidos con sus trajes típicos y sus hermosos tartanes, no pudo más que suspirar, sirvió un poco de whisky en un vaso y se sentó tras su escritorio, cerró los ojos y el recuerdo de lo sucedido unas horas ante llegó Su memoria.
Le habían asignado una habitación equivocado por error, el había ido a avisarle que vendrían por su equipaje, ella estaba allí, frente a el sin ropa, sin nada.
El había tocado la puerta y no recibir respuesta entro, un diminuto pijama Negro estaba sobre la cama, estaba lista para ponerse aquella prenda.
El estaba embelesado mirándola y se acercó poco a poco hasta donde ella estaba, parecía estar ausente viendo a la nada, él se sentó en la cama, admirando el cuerpo de aquella mujer que parecía una aparición, con lentitud el levantó una mano y ella bajo la mirada hacia él, sus miradas se cruzaban y quedaban entrelazadas, ninguno de los dos dijo nada.
Sólo se miraban, ella se puso un mechón de cabello detrás de la oreja y luego le acarició a él el rostro.
Aún sentía que sus manos le quedaban la piel, de sólo recordar sentía que su miembro se endurecía, con aquello estaba sufriendo y disfrutando a la vez.
Por inercia él se levantó y sin pensarlo devoró sus labios, a su nariz llegaba el olor a rosas que emanaba su cuerpo, se separa para poder ella un poco para verla a los ojos y pudo sentir su estremecimiento, nuevamente tomó sus labios y la beso, ella respondió cerrando sus ojos.
Él al ver como ella cerraba los ojos, se perdió en la lujuria del momento y comenzó a recorrer todo su cuerpo, se acercó más a ella para que sintiera su cuerpo y como su miembro se había endurecido.
Ella respondió con un gemido que lo hizo estremecer, Con su mano derecha acariciaba uno de sus redondos glúteos mientras con la otra la pegaba más a su cuerpo, ella extasiada se perdía en tantas sensaciones nuevas, nunca había sentido algo si, sentía su cuerpo caliente y palpitante, así como su corazón latía también.
El bajo sus labios hasta sus senos como siempre soñó hacerlo los chupo y los acaricio con ansiedad y devoción, mientras hacía aquello su miembro aumentaba de tamaño.
En un momento ella tomo la iniciativa y con sus manos temblorosas comenzó a desabrochar los botones de su camisa, para luego sacársela, enseguida deslizó sus manos hasta el borde del pantalón y lo desabrocho.
Ninguno dijo nada, él la besaba con deseo, ella se entregaba sumisa a sus deseos.
Ambos se sentaron en la cama, él la besaba frenético y ella gemía de placer, él la recostó sobre la cama y con una mano tocaba su intimidad, al sentirla húmeda y lista para recibirlo se posicionó sobre ella y comenzó a penetrarla.
-¿Te duele? Le preguntó al ver el dolor reflejado en su rostro.
-Se siente grande, sigue por favor, no pares.
Gemía muy bajito y hacía respiraciones cortas al sentir que él la penetraba, centímetro a centímetro, lentamente y con mucha delicadeza, centímetro a centímetro sentía como el reclamaba esa tierra virgen como suya.
Él sentía como estaba abriendo camino dentro de ella, sentía como su cuerpo iba adelante y atrás, adentrándose más y más dentro de ella, aquello se sentía tan erótico, cada toque, cada roce, y cada caricia los hacía estremecer, cada vez se ella sentía más mojada.
-Me encantas, le dijo él mientras la penetraba por completo.
-Tu a mi también, Oh sí, más. ¡AH! ¡AH!
Ninguno dijo nada más, él entraba y salía de ella, se había vuelto un baile por momentos violento, por momentos lentos, ambos transpiraban, el estar en ese momento les pareció la mejor cosa en el mundo.
Ella cerró los ojos, él con una mano tocó su vagina y estimuló su clítoris, luego aumento el ritmo de las penetraciones, en ese punto ya ambos habían perdido la noción del tiempo, ninguno quería pensaba en nada, solo en placer que se estaban brindado mutuamente.
Sus penetraciones me estaban parecían estar fuera de control, tanto que ella le clavo las uñas y comenzó a rasguñarle la espalda y a gritar, sintiendo como un orgasmo se asomaba.
Él, comenzó a moverse aún más fuerte, la sentís gemir con fuerza lo que le indicó que estaban por acabar, los dos se movían al mismo ritmo, se besaban
Siguió moviéndose, ralentizando sus movimientos a medida que los segundos se iban, mientras el final de aquella antigua danza llegaba a su final, ambos llegaban a clímax juntos, casados y sudorosos.
El toque de la puerta lo trajo al presente.
-Señor el carruaje está listo, solo esperan por ustedes,
-Enseguida, salimos Jack, muchas gracias, sin más subió las escaleras, cuando entró a la habitación allí estaba ella aún dormida, una sonrisa adornaban su rostro, él se agachó y tocando su hombro la despertó.
-Disculpa, pero debemos partir, mi tía se enteró que estoy acá y viene en camino.
-¿Tu tía? La cara de asombro de ella en otras circunstancias hasta chistosa habría sido, pero era necesario partir lo antes posible.
-Necesito dar algunas instrucciones a los empleados y escribir una carta, por favor no te demores mucho, sin decir más se retiró y fue a dar algunas instrucciones a los pocos empleados que allí se encontraban, luego fue al despacho y escribió algunas líneas para su tía y otra para ella, su eterno y verdadero amor, para su pequeña.
Dos horas más tarde ya habían salido del pueblo, para cuando Elroy Andrew llegó, ya estaban rumbo a New York. William Andrew había tomado su decisión y nada ni nadie podría hacerlo dar marcha atrás.
El camino fue largo y silencioso, cuando llegaron a la ciudad fueron directo al puerto, en la distancia una joven rubia veía a los barcos alejarse.
-Albert espero está decisión no te pese, espero seas feliz, Candy sostenía aquella carta que él escribiera en Lakewood para ella antes de partir, la apretaba con fuerza entre sus manos.
Nada podía hacer, la decisión estaba tomada, si ella le hubiese dicho, si tan solo le hubiera dicho....
- El hubiera no existe Candy, se reprendió así misma, por todo lo que estaba por suceder.
Ya habían pasado dos meses y parecía que la tierra se había tragado al patricia del Clan Andrew.
CONTINUARÁ.........................................
Última edición por Carolina macias el Mar Abr 11, 2017 4:56 pm, editado 1 vez