***CELTICS FAIRIES: ANDREW'S HEART***
VEINTE DE ENERO (Minific)
DISCLAIMER: Los personajes de Candy-Candy, pertenecen a sus autoras Misuki e Igarashi. La historia a continuación ha sido escrita sin fines de lucro y solo para entretenimiento.
Premisa: Trama basada en el manga, en la época previa al viaje de Candy a Brodway.
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—Despierta, pequeña dormilona. — Suspiro de alivio al escuchar su voz y decido no abrir los ojos. No mientras su mano acaricia con mucha delicadeza mi frente, temo que si me levanto el momento se arruinará.
—Mmmm….Albert… un ratito más— respondo buscando instintivamente el calor de su piel sobre mi rostro. —Tengo mucho sueño.
—Pensé que hoy tenías guardia nocturna en el hospital, Candy—inquiere con esa voz que calma y acelera cada golpeteo de mi corazón.
—Eh… no—balbuceo luchando con el cansancio que está comenzando a azotar mi cuerpo—En realidad hice…. Doble turno, hoy.
— ¡Oh, cielos pequeña!— oigo que se aleja un momento y estoy a punto de protestar. — Debes estar muy cansada para apenas haberte dormido en el mueble, Candy.
—No. — Medio abro los ojos tratando de enfocar su presencia. — En realidad te esperaba, Albert-—confieso casi exasperada.
— ¿Esperabas… por mí?— Ahora es él quien suena un poco confuso. — Pero…
—Siempre lo hago, Albert. Tengo miedo que te vayas y me dejes sola de nuevo— Admito mientras trato de levantarme, pero ¡rayos! Mi cuerpo no me obedece y caigo de nuevo sobre el cojín.
—Candy…— su voz ya no suena a reproche. Espero que me diga más cosas pero se ha quedado en silencio.
Giro aun recostada mi rostro y noto como sus pupilas me observan con regocijo por un instante. Pero tan pronto se da cuenta que he podido leer sus emociones desvía la mirada haciendo que la conexión entre los dos se pierda.
— Es mejor que descanses adecuadamente sobre la litera. — Carraspea recuperando la compostura— Por la mañana vas a tener dolor de espalda si sigues…
—Llévame— Pido sabiendo que estoy siendo un poco terca pero, ¡válgame! Quiero estar cerca de él todo lo posible.
— ¿Qué?...
—Apenas… me responde el cuerpo, Bert — trato de explicarme sin que note el verdadero trasfondo de mi pedido.
Una sonrisa de entendimiento y ternura llena su rostro.
—Por supuesto, hora de llevar a la princesa a descansar — Repone mientras extiende sus brazos hacia mí levantándome con cuidado. No dudo en colocar mis brazos alrededor de su pecho y reposar mi cabeza bajo la curva de su cuello.
El aroma que emana es tan poderoso y delicioso que deseo quedarme ahí, con el tiempo detenido. Mi corazón se regocija de nuestra cercanía a medida que él con pasos firmes camina hacia nuestra habitación, mientras mi consciencia arremete tan sagaz recordándome que estoy arriesgando demasiado.
—No puedes dormir con la ropa de trabajo, Candy— dice mientras me sienta con cuidado sobre la cama.
—Lo sé— admito como niña regañada, y le detengo cogiéndole la manga cuando siento que se va a poner en pie. — Ayúdame, ¿Sí?
—Ayudarte a…— responde dudoso de mi pedido.
—Ponerme el pijama— le digo sin una pizca de vergüenza.
Sus ojos se entornan un poco por la sorpresa, se lleva la mano a la frente y luego vuelve a mirarme.
—Te pones de lo más adorable cuando estás adormecida, princesa. —Repone sonriendo mientras se levanta a buscar en el cajón de la cómoda, el pijama que él y yo usamos a juego.— Mañana no vas a recordar nada y aún si te lo digo, vas a creer que me he vuelto loco además de desmemoriado.
Cuando vuelve junto a la cama, estoy recostada con la cabeza de lado y los ojos entrecerrados. Sus manos se acercan temblando hacia los botones de mi uniforme, mi respiración sea vuelto un poco errática, lentamente cada ojal es desabrochado dejando al descubierto parte de la combinación que llevo debajo.
Él suspira un tanto aliviado, con cuidado me levanta y saca de mis brazos la tela blanca que huele a hospital. Extiende su mano hacia el camisón de manga larga para ponérmelo, pero mi mano le detiene un momento.
— ¿Qué pasa?—Pregunta con la voz ronca.
— Tu aroma es delicioso, Bert. — le digo apretándome a su pecho justo donde tiene desabotonado el cuello de la camisa.
—Pequeña…— suspira— No sabes lo que dices. Estás demasiado cansada como para darte cuenta de lo que estás haciendo.
—Shhs. Calla. — ordeno sacando fuerzas de mi agotamiento para hacer espacio en la cama haciéndole entender que esta noche quiero que esté a mi lado.
—Candy… — Advierte tomando mis manos entre las suyas. — No podemos. Te vas a arrepentir y…
No puedo más. Estoy cansada no inconsciente, así que tomo su rostro entre mis manos y le doy un beso casto a sus suaves y deliciosos labios.
Todo su cuerpo se pone tenso al sentir el contacto de mis labios, pero yo no me detengo ahí. Reparto besos suaves por su frente, sus mejillas, sus ojos y poco a poco aquellas manos que un momento atrás me habían detenido, comienzan a rodear mi cintura atrayéndome hacia él con firmeza.
—Candy…
—Bésame o haz que me detenga— Pido mientras mis labios exploraban la curva de su cuello, y mis manos levantan la parte baja de su camisa ansiando explorar más piel.
Un instante después, su cuerpo cubre el mío haciéndome sentir detrás de mí, la tela de la sábana pero él no realiza ningún movimiento más. Su aliento a menta inunda mis sentidos, abro los ojos ávida por degustar y descubrir el néctar de sus labios encontrando su mirada llena de deseo y pasión.
— ¿Estás segura de lo deseas, Candy?— susurra sin dejar de mirarme.
No respondo.
Vuelvo a levantar mi rostro para acortar la distancia, él entreabre los labios un poco lo cual provoca que me acerqué con mucha cautela hacia su boca para mordisquear su labio inferior.
El rugido de su pecho y la avidez con la que me devuelve el beso logra que pierda el sentido del momento y la razón. Nuestras lenguas coinciden enviando una corriente de estremecimiento, éxtasis y gemidos nada contenidos elevando el calor de nuestros cuerpos, guiando instintivamente nuestras manos a acariciar, explorar la tibieza y el anhelo silencioso tan cuidadosamente guardado desde mucho tiempo atrás.
—Albert…— gimo cuando siento sus labios sobre la parte baja de mi cuello. Entonces todo se detiene. Observo su rostro horrorizado y leo la vergüenza en sus facciones al darse cuenta que ha estado a punto de cometer un error, pero no es así. Yo también lo deseo.
—Espera…—pido angustiada al verlo dispuesto a salir de ahí.
—Será mejor que tú misma te coloques el pijama, Candy— musita aun con la voz excitada y profunda de espaldas a mí mirando hacia el marco de la puerta.
—Por favor, no te vayas— Pido aterrorizada ante la sola idea de perderlo.
—No lo haré, pequeña. — Responde poniéndose en pie.
—Promételo—Insisto testaruda. — Júralo con tu dedo meñique.
Él vuelve su mirada un poco atormentada hacia mí, pero extiende su dedo meñique y con un suspiro aprieta el mío.
— Estaré aquí en tanto me necesites, princesa—Promete besando mi frente. —Ahora intenta descansar.
—Siempre ¿me oyes?— Me empeño en hacérselo saber. — Siempre voy a necesitar de ti.
Una mirada triste es la respuesta a todas mis exigencias mientras asiente con el rostro, coge su pijama y sale de la habitación dejándome inquieta.
El otoño ha terminado dando paso a los prístinos copos en forma de nieve. No puedo dormir, me doy vueltas en la cama hasta que por fin el cansancio me posee, y veo entre sueños una sombra a mi costado.
CONTINUARÁ....
CAPÍTULO 2 AQUÍ
Holis, muy buenas horas a cada una de vosotras. Os traigo un corto minific, dedicado a mi hermana de trinchera, Lu de Andrew quien me dio el reto de escribir una historia según la inspiración que llegase con la canción Veinte de Enero ( Oreja de Van Gogh)
La firmita os la podéis llevar personalizada, dejando su nick.
Espero que esta partecita os agrade (Siento que esta parte del manga es bastante interesante como reveladora para nuestros personajes)
La música de fondo, gentileza de Chopin - Nocturne op.9 No.2.
Nos seguimos leyendo.
¡Hasta la próxima!
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